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Engaño y Amor por Lady York

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Notas del capitulo:

Bien este capitulo es un poco más extenso pero crucial para el desarrollo de la historia, el primer beso de Ciel y secretos marcan este capítulo. 

Creando lazos

 

Ciel se levantó temprano esa mañana, poco después de que su padre se marchara a revisar una de las instalaciones de la fábrica juguetera en Súrrey, un condado al sureste de Londres, el reloj de porcelana marcaba las ocho de la mañana, con sigilo se dirigió a su recámara pues ahora debía dormir en la habitación de su hermana, trató con gran dificultad de enfundarse en su ropa de caballero adecuadamente pero la poca practica en ello lo obligó a ir notoriamente desaliñado, salió rumbo al paraje boscoso detrás de la propiedad, la mañana grisácea típica de Gran Bretaña le pareció idónea para su propia situación, sus pies parecían moverse solos hacia la madriguera de los gatos, se acercó hasta ellos, retozaban, quiso cargar uno pero la poca experiencia que había tenido con animales se notaba en la rudeza de su trato recibiendo un rasguño, se sintió frustrado y tentado a arrojar a esos animales al estanque, pero la imagen de Sebastian cruzó por su mente y pensó que no tendría explicación alguna que darle, su molestia incrementó entonces ¿por qué debía pensar en ese sujeto?, no era su estilo pero respetaría el acuerdo además estaba seguro que el hombre no cumpliría su parte y él conocía todas las tiendas de dulces y pastelerías, un futuro empresario en confitería debía saberlo se decía, pero la realidad era que Ciel amaba las golosinas. Regresó a la mansión directamente a la gran biblioteca, se regocijó entre el olor a libros viejos, las hermosas pastas y la tenue luz que entraba por los grandes ventanales,   antes de que pudiera tomar un libro su madre entró a la estancia.

 

—Sabía que te encontraría aquí, tenemos que vestirte, qué pasaría si alguien te ve de esa forma, anda recuerda que por ahora eres Amy Phantomhive.

Sin decir alguna palabra a su favor Ciel fue casi arrastrado por su Rachel hasta la habitación para iniciar con la tortura del baño y el ajuar  femenino, Ciel no entendía como su hermana y su pequeña prometida podían correr y juguetear como gacelas cuando él sentía que estaba a punto de desmayarse por no respirar a causa del fastidioso corsé.

Al terminar Ciel esperaba pasar una mañana tranquila entre sus libros o los juguetes que su padre habría de sacar a la venta pronto, pues las clases con los profesores privados se habían pospuesto nadie podía darse cuenta de que la señorita Phantomhive no estaba en casa, sin embargo sería completamente absorbido por las banales actividades femeninas en compañía de su madre, bordado, tejido, y una visita a la modista Nina para la confección de tres vestidos nuevos así como el importante vestido de novia, el joven heredero no podía describir el terror de esa mañana entre el peligro de ser descubierto por la insufrible Nina y el alboroto por la futura boda armada por las amigas de su madre quien parecía haber olvidado que en ese momento Ciel fingía ser Amy.

 

Llegada la tarde, poco antes de la hora del té Ciel estaría de regreso en la mansión y para su sorpresa y casi disgusto, Sebastian ya lo esperaba en uno de los salones, una de las sirvientas servía el té para luego retirarse con una reverencia.

 

—Buenas tardes my Lady, traje lo acordado, lo he preparado yo mismo— dijo el mayor levantándose ante la llegada de Ciel invitándole a sentarse a su lado y mostrando una pequeña caja rudimentaria adornada con un listón azul de seda colocado en la mesita de té. El ojiazul no pudo evitar emitir una ligera sonrisa maliciosa, estaba seguro que pronto se desharía de esos animales y el prometido de su hermana quedaría como un completo mentiroso.

—Bien Sebastian esperaba que dijera eso.

Abrió el regalo y dentro encontró una suculenta tarta de fresas y mus de chocolate, la degustó delicadamente exagerando un poco sus movimientos, como  lo había visto hacer esa  mañana a las damas que almorzaban en la cafetería frente al local de la modista. El sabor le parecía extraordinario, no había probado nada igual en las pastelerías de Londres y tampoco en sus alrededores. Miró de reojo a Sebastian quien tomaba el té despreocupadamente, como si ya esperara la reacción de Ciel.

—¿Fue de tu agrado?

—Tiene buen sabor, debiste mandarlo a traer de muy lejos.

—Lo preparé yo mismo, ¿ese era el trato no es así?

—Algo me dice que usted me miente Sebastian, un hombre como usted con una gran fortuna y negocios no puede saber de repostería.

—Yo nunca miento Amy, es una receta de mi abuela, ella fue la inspiración de mi tío para entrar al negocio del chocolate, viví con ella mucho tiempo cuando era niño además yo no siempre he sido adinerado, pero no quiero aburrirte con eso. Su mirada fuerte y directa no ponía en duda sus palabras.

—Bien te daré el beneficio de la duda. Ciel quería preguntar un poco más, deseaba indagar en la vida del hombre que estaría con Amy, pero el silencio momentáneo le hiso perder la oportunidad de continuar en el tema. No pasó mucho tiempo para que su madre y su padre los acompañaran en el té y el ambiente se volviera más formal y distante entre ellos.

 

Los siguientes días Sebastian deleitó el fino paladar de Ciel con otros postres, el joven Phantomhive se había vuelto fanático de ellos, pasaban las tardes conversando de libros y jugando ajedrez, Ciel parecía haber encontrado un oponente digno de su capacidad de juego.

 

—Jaque Mate. Dijo tranquilamente Sebastian.

—Vaya tienes suerte, por primera vez has burlado a mi caballo, es mi pieza favorita, nunca pierdo con ella—dijo mientras tomaba la pieza negra del tablero.  

— Debe ser porque eres buena en el juego— Sonrío— Acompáñame— indicó Sebastian tomándolo de la mano para salir de la mansión e ir a los establos—Este es Joey— dijo mostrándole a un hermoso corcel negro que pastaba fuera del establo, me ha traído aquí  todos los días.

—Es perfecto— lo acarició.

— ¿Quieres montarlo?

Ciel ni siquiera respondió, Sebastian lo cargó sobre el animal y luego subió él detrás para tomar las riendas, entonces el pequeño sintió el contacto de Sebastian, su amplio pecho y sus cálidos brazos rodeándolo, se sentía acalorado al contacto pero no quería apartarse una necesidad de contacto lo invadía, su aroma lo embriagaba, recorrieron un tramo del paraje boscoso de la propiedad mientras el sol se tornaba rojizo, el corazón de Ciel palpitaba rápidamente, Sebastian se detuvo sobre una colina mientras miraba la puesta del sol, Ciel le miró como tratando de descifrar esa enigmática mirada, por un momento se miraron en silencio contemplándose mutuamente.

—Te agradará Bédford, tiene una  vista hermosa al río.

Ciel recordó entonces que ese hombre sería su cuñado, que él sólo interpretaba un papel para no perder la compañía de su padre el Conde Phantomhive.

—Será mejor que regresemos, si oscurece será un problema —pronunció desviando su mirada a la mansión, un sentimiento desconocido se apoderó de él y deseó quitarse el corsé para poder respirar. Ya de regreso en la mansión Rachel los esperaba con una carta.

—La reina nos espera pasado mañana en el baile de mascaras que iniciará la temporada en Londres, también usted está invitado joven Michaelis, ella desea conocer al prometido de Amy y nuevo Barón de Bétford.

—Me sorprende que sea parte de los intereses de Su Majestad.

—Es muy lógico, usted formará parte de la familia Phantomhive  y tal vez Su majestad necesite algún día sus servicios, ahora estoy muy cansada lo veré en dos días Sebastian, con permiso— mencionó seriamente Ciel dejando a su madre y al invitado solos, parecía huir de algo, se encerró en la recamara de Amy y se miró ante el espejo, prácticamente de arrancó la peluca y la ropa, odiaba esa farsa, esperaba que Amy regresara pronto o el mismo se lo diría a su padre, sentía que el tiempo se agotaba y con el su paciencia.

 

                                                                       *

Era el día del baile en el palacio de Su Majestad, había pasado sólo una sin que viera a Sebastian, sabía que había sido un poco grosero, pero ya habría tiempo de que Amy remediara eso, después de todo ella siempre estaba alegre, resplandeciente, bromeaba, jugaba, nunca hacía sus deberes, completamente rebelde, era el alma de las fiestas y sobre todo una excelente bailarina; con todo eso en su mente Ciel llegaría del brazo de su padre más nervioso que de costumbre a las puertas del gran Palacio para ser anunciados, fueron conducidos al enorme salón donde la música de una orquesta invadía el ambiente  y las máscaras multicolores danzaban , todo era como un magnífico carnaval veneciano.

 

—Amyyyy!! —Escuchó Ciel una voz femenina muy familiar, no tardó en ver correr hacia él a una linda joven rubia de grandes ojos verdes y un antifaz rosado con grandes y peludas orejas de conejo adornado con perlas y lentejuelas.

—Elizabeth!— sonrió con nerviosismo mientras era abrazado fuertemente mientras lo hacia girar dando brincos.

—¡Es Lizy¡, ¡Lizy!, tu nunca me llamas Elizabeth Amy. Ah! Tío Vincent, Tía Rachel, hola, y dónde está Ciel, Madam Red dice que esta enfermo, y que es muy contagioso y no me deja verlo tengo que traerlo a la fiesta y…

—¿Enfermo?— preguntó Vincent sorprendido.

—Debe ser una escusa papá ya sabes que odia los bailes, bueno Lizy tenemos mucho que platicar vamos— sonrió Ciel a su padre mientras cubría la boca de Elizabeth y la conducía hacia una parte alejada de la pista y la orquesta.

—Tu disfraz es hermoso Amy— dijo la rubia en cuanto Ciel la soltó— ¿es cierto que te casarás?

—Sí Lizy.

—Ah! Ojalá mi boda con Ciel fuera el mismo día, no sería hermoso que nos casáramos el mismo día!!—El ojiazul sintió un terrible escalofrío, era muy joven para casarse. —y por fin podría besarlo, no he podido hacerlo, sé que me dijiste que lo hiciera pero no puedo, el sólo pensarlo hace que me sonroje.

—Besarme!, digo besarlo, no Lizy, no debes hacerlo.

—Pero tú me dijiste que lo habías hecho cientos de beses y que era maravilloso, ya has besado a tu prometido.

Ciel sentía que las palabras le faltaban y sólo pudo pronunciar un monosílabo.

—Aquí están, con tantas máscaras es imposible encontrar a alguien en este ligar— dijo de repente la madre de Lizy, Lady Frances dirigiéndose a las jóvenes que platican junto a una gran mesa con comida— y bien ¿dónde está tu desaliñado hermano Ciel, Amy?.

— Tía Frances, él  salió de viaje con tía Angelina.

—¿Angelina?, pero si ella está ahora en la fiesta. Hizo un gesto para que Ciel mirara a un gran sillón donde la aún joven Madam Red disfrutaba de las atenciones de algunos jóvenes pretendientes. Era una mujer querida por la corte aún cuando su pasado estaba lleno de infortunios. 

—Al parecer esta indispuesto— sonrió Ciel con nerviosismo.

—El Barón de Betford. Anunciaron. Ciel no pudo evitar dirigir su mirada a la entrada del gran salón, Sebastián vestía un impecable frac negro con una gran rosa negra de tela y joyas en uno de sus costados, su antifaz era de un cuervo, bajo el se podían contemplar sus grandes ojos castaños que brillaban ante la luz proporcionada por los grandes candelabros que pendían desde el alto techo del palacio, sin duda causó sensación entre las jóvenes casaderas de la corte quienes comenzaron a murmurar.

—Saludemos a tu prometido Amy. —dijo Lady Frances.

—Sebastian. —saludó Ciel sacando del círculo de chicas en el que se encontraba.

—Amy, por fin te encuentro.

—Buenas noches Barón.

—Ella es mi tía la marquesa Frances de Midleford.

—Es un honor My Lady—Sebastian hizo una reverencia.

 

Tras la presentación de la sociedad londinense, la reina hiso su aparición alentando a los invitados a bailar, Vincent y Rachel fueron de las primeras parejas en abrir la pistas, después de la primer pieza Sebastian pediría la mano de Ciel para bailar, a lo que el joven Phantomhive se negó rotundamente por algunas ocasiones hasta que fue empujado por Lizy quien encontró una pareja aceptable en su hermano mayor.

—Eres un hermoso pavorreal—pronunció Sebastian al oído de Ciel inclinándose un poco para hacerlo, Ciel se sonrojó instantáneamente. El baile de Ciel y Sebastian no duro demasiado pues ante los pisotones que este le propinaba a Sebastian, prácticamente salió corriendo de la pista con gran vergüenza, seguido de cerca por el mayor, quien lo seguiría hasta un a de las terrazas.  

—¿Te encuentras bien?

—Eso debería preguntarte, te he pisado demasiadas veces.

—Además de ir casi colgada de mí y sin mucho ritmo.  —dijo burlonamente.

—Sabía que esto era una locura—murmuro Ciel para el mismo, mirando hacia los amplios jardines aferrado a la barandilla de mármol.

—Lo siento sólo bromeaba, no es tu culpa. — lo tomo del brazo haciendo que la joven que tenía frente a él  le mirara, luego se quitó el antifaz y Ciel hiso lo mismo. —sé que estas asustada por el compromiso,  lamento que tengamos que conocernos así de rápido; mi tío el antiguo Barón de Bedford murió muy pronto y me nombró a mí como heredero, pero para poder tomar posesión de la fábrica de chocolate y las acciones debo contraer matrimonio, supongo que el viejo quería que el título y el apellido no se perdieran, como debes saber tu padre necesita inversiones y te has convertido en…

—En un buen negocio, no necesitas explicarlo, lo sé, después de todo mi familia a labrado el nombre Phantomhive en cada lugar de esta ciudad, no sólo económicamente sino por lo que el mismo nombre implica, es como un ajedrez interminable pero eso no significa que siempre seamos las piezas, estoy de acuerdo con la boda  y no me desagradas y aunque esta unión sea en principio un frio negocio puede llegar a ser una oportunidad de encontrar la felicidad.—Interrumpió Ciel con la seriedad que lo caracterizaba mirando nuevamente a la distancia, no se dio cuenta que Sebastian le miraba maravilladlo como si aprobara cada palabra que salía de su boca, el mayor sintió entonces la gran necesidad de quedarse a lado de esa persona que le había cautivado por completo en una sola semana, se acercó y con ímpetu la giraría hacia él,  para unir sus labios en un beso apasionado, Ciel serró sus ojos al contacto, jamás había sido besado pero esos labios que aprisionaban los suyos y le obligaban a abrir su boca en busca de un contacto mayor le parecían un majar que degustó suavemente siguiendo el ritmo marcado sintiendo subir el calor por su cuerpo y el deseo de no separarse jamás. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado,  sus comentarios serán resividos con gran gozo. 

Gracias. 


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