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Nuestros momentos por Khira

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por tantos reviews, ha sido una grata sorpresa.

Seguimos con la parejita ;)

Besos y espero más de vuestras impresiones,

Khira.

Escena 11

 

Era un día de verano magnífico, con el cielo completamente despejado pero con una agradable brisa que circulaba entre las calles. Un día ideal para pasarlo  al aire libre. Sin embargo, no había casi nadie paseando por la aldea, al menos no por la parte shinobi. La mayoría de ninjas habían acudido a los combates finales de los exámenes de jounin, que ese año se celebraban en Sunagakure, la Aldea Oculta de la Arena.

En cambio Kakashi, sorprendiendo a muchos, había decidido no acudir. Solo lo habría hecho si Iruka se lo hubiera pedido expresamente, pero no había sido el caso.

Pero eso no quitaba que intentara mantenerse informado. Sabía por un mensaje de Asuma que Iruka había pasado sin problemas las pruebas iniciales, y que había ganado su primer combate, pero con dificultad. Eso había sido una semana atrás. En ese momento se estarían librando los últimos combates finales, los más duros y peligrosos. Y a Kakashi no le quedaba más remedio que esperar por más noticias.

El Ninja Copia miró una vez más al espléndido cielo y luego se encaminó hacia las afueras de Konoha, para entrenar con sus ninkens.

No fue un entrenamiento de provecho. Kakashi estaba distraído, y las constantes preguntas y muestras de preocupación de Pakkun no le ayudaban a concentrarse.

—Seguro que Iruka-chan estará bien —le decía el pequeño can cada vez que veía a Kakashi mirar a lo lejos, en dirección a la Aldea Oculta de la Arena.

Kakashi no decía nada. No le había contado nada a su fiel perro sobre su ruptura con Iruka. Conociendo la inesperada devoción del perro por el joven chuunin, seguro que le abroncaba.

***

Las noticias llegaron dos días después, a través de Asuma, quien se presentó en casa de Kakashi a primera hora de la mañana. Kakashi, que se estaba preparando para salir a entrenar de nuevo con sus ninkens, se le quedó mirando como a una aparición, repentinamente aterrado ante las palabras que pudieran salir de su boca.

Por una vez, Asuma no estaba fumando. Se dio cuenta de la expresión de Kakashi y empezó por lo más importante.

—Está vivo.

Kakashi soltó el aire que había estado conteniendo.

—Pero no ha conseguido ganar el último combate —continuó Asuma.

Al contrario que en los exámenes de chuunin, en los exámenes de jounin no existía la posibilidad de ser ascendido incluso a pesar de la derrota, como le había sucedido a Shikamaru el año anterior (aunque realmente Shikamaru se había rendido por falta de chakra y ambición). Así que Iruka no iba a ser jounin, por el momento. El Ninja Copia no pudo evitar suspirar de nuevo, aliviado, pero aún necesitaba saber más para poder estar tranquilo del todo.

—¿Está bien? ¿Está herido?

—Su oponente le ha roto un brazo —contó Asuma—. El combate podría haber finalizado ahí, pero Iruka ha conseguido hacer varios sellos con una mano. —Kakashi abrió mucho los ojos—. Sellos de técnicas muy básicas, pero aun así los ha dejado a todos anonadados. Yo ya le había visto hacer alguno durante los entrenamientos. Se ve que después de tantos años enseñándoselas a los críos, su mente tiene tan asimiladas las técnicas básicas que es capaz de moldear el chakra formando solo medio sello.

Sellos con una sola mano. Increíble. Kakashi solo había visto algo así una vez en su vida: a Haku, el chico de Zabuza, el poseedor de la técnica de línea sucesoria de elemento hielo.

—Ha luchado bien, antes y después de lo del brazo. Pero el ninja de Iwagakure tenía afinidad por el elemento roca e Iruka solo tiene afinidad por el elemento agua, así que ya había empezado con desventaja. Y aun así ha hecho un gran combate. Créeme, Iruka no tiene grandes técnicas, pero es un buen estratega. No llega al nivel tuyo o al de Shikamaru, pero poco le falta.

Kakashi asintió.

—Tenía posibilidades, Kakashi.

—Lo sé. —Claro que lo sabía. Por eso Kakashi había estado tan en contra desde el principio, aunque Iruka no le creyera. Titubeó un momento antes de preguntar—: ¿Dónde está ahora?

—En su casa. En Sunagakure ya le trataron el brazo, así que al llegar aquí se ha ido directamente a su casa. ¿Vas a ir a verle?

—¿Crees que no debería?

Asuma chasqueó la lengua.

—No sé qué decirte. No está de muy buen humor.

—Bueno… —Kakashi sonrió levemente con cierta tristeza—. Me arriesgaré.

Asuma asintió, se despidió de él y se marchó. Kakashi hizo lo mismo un minuto después, en dirección al apartamento de Iruka, consciente de que quizás era la última vez que entraría allí.

***

Con lentitud pero sin esconderse, Kakashi se subió al alféizar de la ventana del dormitorio de Iruka. La cristalera estaba abierta, pero una oscura cortina estaba completamente echada. Kakashi se asomó por un costado, sin abrirla demasiado, dejando que la habitación siguiera en penumbras.

—Vete —dijo el bulto sobre la cama.

Aunque ya se esperaba un recibimiento por el estilo, aquella sola palabra le lastimó. Kakashi apretó la mandíbula, sin saber qué hacer. Al final decidió hacer lo que le había dicho a Asuma y arriesgarse. Entró en la habitación.

Iruka estaba echado de lado, dándole la espalda, con el brazo izquierdo escayolado doblado y sujeto contra el pecho. El cabello suelto sobre la almohada, vestido únicamente con unos pantalones cortos de pijama y una camiseta negra. El jounin no tardó en detectar que el más joven no tenía apenas chakra.

—Maldita sea, Kakashi, te he dicho que te vayas.

—Lo sé, pero no voy a hacerlo, no aún.

—¡Vete al infierno!

Sí, realmente Iruka estaba de muy mal humor. Pero en su estado y con su actual chakra poco podría hacer para echar a Kakashi de allí por sus propios medios, así que este se aprovechó. Permaneció allí de pie, a dos pasos de la cama, con la vista fija en la espalda de Iruka.

—Antes quiero darte la enhorabuena. Y no estoy siendo sarcástico —empezó el jounin—. Asuma me ha contado que has hecho un combate magnífico. Y lo de los sellos con una sola mano. Eres realmente excepcional, Iruka. —Esperó un momento por si Iruka volvía a mandarle al infierno, pero este no dijo nada, así que Kakashi continuó—: y también quiero disculparme. A pesar de que sigo pensando que la diferencia de rangos no importa, a pesar de que sigo sin querer que te conviertas en jounin por motivos egoístas que ya conoces… a pesar de todo… debería haber respetado tu decisión, y debería haberte apoyado. Lo siento. De verdad que lo siento, Iruka.

Silencio.

Kakashi suspiró y dio media vuelta.

Se había terminado.

Allí ya no tenía nada más que hacer.

—Bien, eso era todo. No te molestaré más. Adiós, Iruka.

—Kakashi, espera.

Con un pequeño latido, Kakashi se detuvo, aunque no con demasiadas esperanzas. La última vez Iruka también le había llamado, pero al final no había dicho nada más. Dio media vuelta y vio cómo Iruka se incorporaba con dificultad hasta quedar sentado en el borde de la cama. Además del brazo, el joven tenía todo el cuerpo magullado.

Sus ojos se encontraron por fin.

Iruka ya no parecía enfadado, solo lucía cansado. Muy cansado. Su rostro también estaba magullado, con un enorme moratón en el lado derecho. Y también se veía que tenía heridas de otro tipo: en su orgullo. Miraba a Kakashi como si ya no tuviera fuerzas ni ganas para decir nada más, pero tragó saliva y finalmente habló.

—Yo también lo siento.

El Ninja Copia esperó con expectación.

—Yo… no debería haberme apuntado a los exámenes a escondidas de ti —continuó el más joven—. No sé por qué lo hice, creo que en el fondo temía que fueras a convencerme de lo contrario, pero no por lo que me dijiste, sino porque no me vieras capaz… Igualmente, no debí hacerlo, lo siento.

—Está bien —murmuró Kakashi, y no dijo más.

Tras unos segundos de silencio, Iruka tragó saliva de nuevo y trató de levantarse de la cama.

—Yo, eh… —empezó, pero las piernas le fallaron y se tambaleó.

Al instante Kakashi estaba allí sujetándole con cuidado, sobre todo de no tocar el brazo escayolado. En cuanto Iruka pudo mantenerse por su propio pie, Kakashi iba a soltarle, pero entonces Iruka le abrazó con su brazo sano y enterró la cara en su cuello.

Kakashi permaneció unos segundos inmóvil que a Iruka debieron parecerle eternos. El jounin había estado realmente enfadado con él, no solo por apuntarse a los exámenes sin ni siquiera consultarle, también por lo ocurrido una semana atrás, cuando Iruka le había besado solo para que bajara la guardia y ganar la lucha… y por cómo le había hablado minutos atrás. Pero durante esos segundos todo se fue dilucidando hasta quedar en prácticamente nada, en minucias, pues la cuestión, la única cuestión importante al fin y al cabo, era que Iruka estaba vivo, y que seguía enamorado de él, así que no estaba dispuesto a permanecer separado de él ni un minuto más, no si Iruka, tal como le estaba diciendo con ese abrazo, le quería de vuelta a su lado.

Así pues, Kakashi pasó cuidadosamente los brazos alrededor de la cintura del joven y le abrazó también. Este ahogó un sollozo de alivio.

—Te he echado de menos —dijo Kakashi.

—Yo también —confesó el chuunin con otro sollozo—. No volveré a ocultarte nada, lo prometo.

—Ni yo a no respetar tus decisiones.

—Trato hecho —murmuró Iruka.

Se quedaron en la misma posición, abrazados, hasta que Kakashi notó que, incluso apoyado en él, a Iruka le costaba mantenerse en pie.

—Será mejor que vuelvas a la cama.

Iruka le hizo caso. Kakashi le ayudó a recostarse en la cama, con la espalda apoyada contra el cabecero.

—¿Tienes hambre? —preguntó Kakashi mientras le colocaba la almohada entre la espalda y el cabecero para que estuviera más cómodo—. Puedo preparar algo de comida. O mejor, ir a buscar algo a Ichiraku. No soy muy bueno cocinan…

—No —le interrumpió Iruka—. No tengo hambre. Ven aquí. —Con su brazo sano, el derecho, Iruka había agarrado a Kakashi del chaleco, impidiendo que se alejara de la cama.

—¿Quieres que me recueste contigo? —Kakashi estaba tan preocupado por hacer que Iruka estuviera cómodo, que no se dio cuenta de las intenciones del joven.

—Quiero más que eso. Te he echado de menos —insistió Iruka con voz profunda.

Ahora sí, Kakashi se dio cuenta.

—Iruka… —El jounin tragó saliva ante la intensa mirada cargada de deseo del otro hombre, mientras una repentina ola de excitación le recorría como una descarga eléctrica—. No deberíamos —se obligó a decir—. No estás en condiciones, tienes que descansar y reponer fuerzas.

Tirándole del chaleco, Iruka le obligó a acercarse más y le besó largamente en los labios. Esta vez no fue un beso falso de desesperación como cuando habían luchado en esa misma habitación, y que Iruka había usado para ganarle suciamente, sino un beso de verdad, tierno y apasionado a la vez, y un poco necesitado.

Sin poderlo evitar, Kakashi gimió de deseo contra esos labios. Sin pensar, hincó una rodilla en el colchón y pasó un brazo por la espalda de Iruka, acercándole más a él. Pero Iruka, como era previsible, jadeó de dolor cuando sus doloridas costillas chocaron levemente contra las de Kakashi. Kakashi se separó inmediatamente de Iruka.

—Mierda, lo sabía…

—No, no, no… —Iruka no soltaba el chaleco de Kakashi, lo agarraba como si le fuera la vida en ello—. Puedo aguantarlo.

—Pero yo no quiero que lo aguantes. Iruka, estás malherido, necesitas reposo…

—Lo que necesito es estar contigo.

Como queriendo probar su punto, esta vez fue el mismo Iruka quien se apretó contra Kakashi mientras le besaba de nuevo. Pero no le salió bien, pues volvió a soltar una exclamación de dolor.

—Ok, suficiente —dijo Kakashi, agarrándole con firmeza pero con cuidado de los hombros y obligándole a recostarse.

—Pero, Kakashi…

—Basta. Recuéstate en la cama. Y déjame un sitio. —Ante la mirada interrogante de Iruka, aclaró—: Solo me recostaré contigo.

Aquello pareció contentar al chuunin lo suficiente para que cejara en su empeño de tener sexo cuando era evidente que le dolía el cuerpo incluso para respirar.

Dicho y hecho, Kakashi se recostó en la cama al lado de Iruka, quien ladeó la cabeza y la apoyó en su hombro.

Hacía calor, pero una agradable brisa entraba por la ventana abierta del dormitorio. Kakashi buscó la mano izquierda de Iruka y entrelazó sus dedos.

—Esto no está mal tampoco —reconoció Iruka tras varios minutos de silencio, provocando otra sonrisa a Kakashi.

—No, nada mal —concordó el jounin.

Tras varios minutos más en silencio, Kakashi habló.

—¿Vas a volver a la escuela? —preguntó.

—Supongo —respondió Iruka—. No me despedí, solo pedí un permiso, así que en principio no debería haber problema.

—Seguro que no.

Tras un instante de vacilación, Iruka preguntó sin mirarle:

—¿Así que Asuma te ha contado sobre el combate?

—Sí. Has estado magnífico, por lo visto.

—No lo suficiente como para ganar —murmuró el chuunin mirando a la nada.

Ahora fue el turno de Kakashi en vacilar.

—¿Vas a presentarte el año que viene?

Iruka se tomó un par de segundos antes de responder.

—No.

—Me alegro —dijo Kakashi, sincero.

—Lo sé —dijo Iruka, y sonrió un poco ante la honestidad del jounin. Luego se puso serio de nuevo y continuó—: El examen ha sido duro. Muy duro. Me había mentalizado, y aún así… En el último combate, ese ninja de Iwagakure casi me mata. Y yo lo único que pensaba era que si me mataba, no volvería a verte, cuando se suponía que estaba allí por ti, para estar a tu nivel, para estar juntos. Porque tenía la esperanza de que, si lo conseguía, si realmente conseguía convertirme en jounin, cambiarías de opinión sobre nosotros… ¿lo habrías hecho? —preguntó de repente.

—No sé qué habría hecho, Iruka, la verdad. —No era del todo cierto. Enamorado como estaba de Iruka, seguramente Kakashi habría terminado cediendo y consintiendo que su pareja fuera jounin, a pesar de la angustia permanente que eso le habría provocado. Pero ya no tenía caso decirle algo así al más joven.

—Bueno, ahora ya da igual. Tendrás que conformarte con salir con un chuunin.

—No —dijo Kakashi, e Iruka le miró alarmado—. Me conformaré con salir con Iruka Umino.

 

Iruka entendió y sonrió.

El chuunin hizo amago de moverse para poder besar a Kakashi, pero sus costillas volvieron a quejarse y soltó una exclamación de dolor.

—Iruka, debes descansar. Si no lo haces me iré —dijo Kakashi, serio.

—Está bien, está bien…

Iruka volvió a apoyar la cabeza en su hombro y ya no se movió más.

Kakashi se puso a hacerle caricias en el cabello, hasta que la respiración acompasada de Iruka le hizo saber que este por fin se había quedado dormido.

En la quietud de la habitación, Kakashi se relajó por primera vez en muchos meses. Y pensar que había ido hasta allí pensando que sería la última vez que pisaría el apartamento de Iruka…

Kakashi miró a su alrededor. El apartamento de Iruka era pequeño, aunque entraba dentro de lo normal para un ninja de rango medio de Konoha. El propio apartamento de Kakashi no era mucho mayor, ya que para él solo no necesitaba demasiado espacio. De hecho, si quisiera más espacio, no se habría ido de ese lugar.

Una idea empezó a formarse entonces en la mente del jounin, quien se quedó despierto junto al inconsciente Iruka todo el día, madurando esa idea y pensando en cuál sería la mejor idea de hacerle partícipe de ella a su, de nuevo, pareja.


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