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APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola bueno aqui estoy, jejejeje despues de mi inesperado accidente sigo viva, un poco golpeada pero bien. Les dejo el capitulo y espero les guste me ha costado un poco escribir, debido al dolor en mis piernas, gracias a dios ya estoy mejor. Tratare de actualizar viernes o sabado.

 

Besitos a todas y gracias por leer.

Tu corazón 2da parte.

 

—Misaki, cariño, ¿Qué estás haciendo?

 

Akihiko de alguna forma no podía creer que su novio se estuviese desnudando en plena playa. No era como si el traje de baño que cargaba puesto ocultara mucho, pero de allí a estar completamente desnudo, ya era el colmo.

 

—Quiero broncearme completo. —Respondió el travieso jovencito, sin ninguna vergüenza.

 

Akihiko observó a los lejos, como Shinobu en los brazos de Miyagi disfrutaba del mar, el medico se había metido en lo profundo, para que su pequeño novio pudiera vivir la experiencia completa.

 

—¿Estas decidido a volverme loco verdad?

 

Misaki sonrió con sus blancas nalgas al aire. Akihiko no lo estaba mirando, pero la postura tensa de su cuerpo le decía a Misaki, que el hombre también lo deseaba.

 

—No quiero volverlo loco doctor…Quiero volverlo mío.

 

Akihiko sonrió ante aquellas palabras. ¿Acaso Misaki no vería que ya era suyo por completo?. El medico se lo pensó unos segundos, caer en las provocaciones de aquel niño, ceder ante sus deseos. Ya se pertenecían, pero no tan íntimamente. Akihiko había querido esperar, darse tiempo juntos conocerse mejor, pero Misaki no tenía la misma idea, y lo estaba arrastrando a un camino que no tendría retorno.

 

Finalmente lo miró. Misaki con su embrujadora sonrisa, lo provocaba. Akihiko no quiso pensarlo más, después de todo, esa misma mañana había mandado todo al diablo, su padre incluido, por seguir ese sueño que se escondía tras aquellos hermosos ojos.

 

Se puso de pie y lo tomó en sus brazos, sonriendo al escucharlo reír, el pequeño diablillo se había salido con la suya y lo estaba disfrutando. Miyagi los vio perderse por el camino a la casa, y bloqueo la vista para que Shinobu no los viera, no quería arruinar su momento con su pequeño novio.

 

 

******

 

Hiroki tenía el rostro lleno de lágrimas, las palabras habían salido fácilmente, más de lo que había imaginado. Quizás porque había deseado de todo corazón, poder abrirse con Nowaki, poder contarle toda aquella pesadilla y sacarla de su interior, para que no lo lastimara nunca más.

 

—¿Quieres contarme cómo fue?

 

La pregunta de Nowaki fue fría, su rostro no denotaba ninguna expresión, y Hiroki comenzó a temer que hubiese cometido un error. Pero aun así, inició el relato, ya no había vuelta atrás, y solo le quedaba sacar todo aquello de su corazón…

 

Las manos duras y asquerosas se mueven por su cuerpo, abandonó la lucha después del tercer golpe. Comprende que por más que intente negarse no lo lograra. El cuerpo más grande y pesado de aquel sucio ser, solo le infligiría más daño si sigue  luchando. De pronto ya no son sus manos, sino sus labios los que lo profanan, siente tanto asco que quiere vomitar, pero se aguanta, se traga sus gritos, su llanto. Se evade de ese lugar, lleva su espíritu lejos, donde aquel espantoso suceso no está sucediendo.

 

Los gritos de alguien lo hacen volver, su padre ha regresado. El alivio que siente al principio se desvanece ante sus ojos, el hombre que debe defenderlo lo mira con asco.  No ataca al desgraciado que le estaba envileciendo. No, lo agrade a él, lo lastima con sus palabras.

 

—Eres un sucio puto, lo provocaste. Ya sabía yo que sacarías tu verdadera naturaleza. Eres una desgracia.

 

No solo son palabras, son golpes, son patadas, y gritos. Gritos que se pierden en la noche y nadie escucha.

 

Unas horas después encerrado en su habitación, mancillado y golpeado, escucha como su padre habla tranquilamente con el hombre que lo manchó, que lo lastimó. Se disculpa, aunque parezca imposible a los oídos de Hiroki, su padre se disculpa con aquel animal. Hiroki se sienta en el suelo con cuidado de no lastimar sus heridas. ¿Ha sido su culpa?. ¿El provocó todo aquello?. Ahora está confundido, su mente busca una explicación, no puede entender como su propio padre, lo lastima y lo deja indefenso delante del verdadero monstruo. Esa noche llorara un océano de lágrimas, pero no será la última noche que llore.

 

—Mi padre lo dejo ir. —Continuó Hiroki su relato, mirando al basto océano pues tenía miedo de ver la decepción en los ojos de Nowaki.

 

—Aquella no fue la última vez, ese hombre volvió muchas veces a la casa, aprovechando que mi padre no estaba.  Yo… no tenía a quien pedirle auxilio, a quien recurrir.

 

Hiroki respiró tratando de contener las lágrimas. —La…La última noche que estuve en esa casa. Mi padre había anunciado un viaje ese día, enloquecí de miedo, todo lo que podría hacerme ese hombre en un fin de semana. Le suplique a mi padre que no me dejara, y solo conseguí que me golpeara y me insultara.

 

Hiroki temblaba de miedo, aquellos recuerdos eran espantosos, cosas que había deseado olvidar, pero que se empeñaban en vivir en su mente atormentándolo.

 

Nowaki que hasta el momento no había podido reaccionar, por la indignación y la furia que sentía, lo abrazó con firmeza protegiéndolo de los demonios que lo acechaban en sus recuerdos. Hiroki lloró con fuerza, sintiendo alivio en los brazos de su novio.

 

—Ese día. —Dijo entre sollozos. —Recogí lo poco que tenía, y cuando mi padre salió por la puerta, yo lo hice por la ventana de mi habitación. Corrí como loco, no permitiría que ese animal me tocara más, no quería volver a esa casa.

 

Hiroki lloraba con dolor, con miedo, con rabia, sus sollozos hicieron que el corazón de Nowaki se ensombreciera, que su alma llorara con el amor de su vida.

 

—Yo quería olvidar Nowaki, quería olvidarlo todo. Quería pensar que no había sido mi culpa, que yo no había causado todo aquello. Me monte en el primer tren que encontré en la estación, me escape de ese infierno.

 

Nowaki besó sus cabellos, lo meció despacio, lo abrazó con fuerza, con amor. Su corazón, estaba con él, sentía su dolor, quería entrar en su mente y borrar aquellos recuerdos. Pero sobre todo deseaba que Hiroki entendiera que nada de eso había sido su culpa.

 

—Me encontré con Ryu y sus dos pequeños hermanos en la estación. —Dijo Hiroki cuando su llanto se hubo calmado.

 

—Ellos también huían de un triste destino, de repente éramos cuatro desertores. Ellos me abrieron sus brazos, me cobijaron en su familia, me dieron un futuro. Con ellos olvide que era un monstruo, que mi propio padre me había abandonado a un horrible destino.

 

Nowaki lo separó de su cuerpo y tomándolo por los hombros le dijo con firmeza.

 

—Óyeme bien Hiroki, jamás…jamás pienses que eres un monstruo. Eres la más maravillosa de las personas, porque a pesar de todo lo que te ha ocurrido seguiste adelante, seguiste sonriendo. Si antes te amaba, Hiroki, ahora te amo aún más, no pensé que eso fuera posible, pero es así, y te amo con cada fibra de mi cuerpo. No puedo pensar en alguien mejor para compartir el resto de mi vida, eres todo lo que soñé, valiente, dulce, eres una hermosa persona y estoy orgulloso y feliz de haberte entregado mi corazón.

 

—Tenía miedo. —Susurró Hiroki entre lágrimas. —Tenía miedo de decirte todo esto, pensé que me odiarías, que me tendrías asco.

 

Nowaki lo abrazó de nuevo, susurrándole al oído. —Jamás podría odiarte mi amor, eres la otra parte de mi alma.

 

Hiroki se sintió liberado y por primera vez, pensó que podría entregarse por completo a aquel amor que le ofrecía Nowaki tan dulcemente. Pero no era el único que se entregaría al amor aquella tarde.

 

******

 

Akihiko y Misaki también se estaban entregando al amor, aunque de una manera diferente.

 

-¿Eres tan atrevido como pareces, mi vida?.

 

Akihiko rodeaba la cama, con un movimiento sensual, casi felino, acechando a su pequeña presa que se movía sugestivamente sobre la cama, exquisitamente desnudo.

 

—Porque no viene y lo averigua doctor Usami.

 

Le dijo Misaki extendiendo su fina mano y llamándolo con un gesto sensual de sus dedos.

 

Akihiko se quitó la ropa despacio bajo la mirada atenta y febril de Misaki. Se metió en la cama segundos después atrapando la boca de Misaki en un beso salvaje y embriagador, las manos de Akihiko tocaron su piel tan sensible, Misaki jadeó con la urgencia de sus deseos.

 

La boca de él medico abandonó la suya para trazar un camino de besos por su cuerpo, la plenitud de sus pezones erectos, su delicado vientre. Su lengua dejaba a su paso un rastro de fuego. Las manos calientes y deseosas de Akihiko le separaron los muslos, extasiándose en pasión mientras miraba su cuerpo explotar, fragmentándose en mil pedazos ante el primer roce acariciante de su lengua en la caliente erección de Misaki.

 

Misaki gimió, sus manos se apretaron en las  gruesas hebras del cabello de Akihiko. Se contorsionó bajo él, su cuerpo se estremecía con temblores agonizantes de lujuria y frenesí, su perlado semen esparciéndose por su piel, por los labios húmedos que lo habían llevado a aquella explosión.

 

— Aki...hiko. — El nombre del hombre que amaba escapando de sus labios en una súplica susurrada.

 

— Sabes delicioso pequeño demonio. — Akihiko dejaba  su aliento entre nuevas lamidas,  su lengua tentándolo  una y otra vez, rozando, acariciando, queriéndolo enloquecer como él lo había enloquecido en tan pocos días. Misaki lloriqueaba entre gemidos antes las insinuantes caricias, sus caderas arqueándose impotentemente hacia él hombre que lo estaba haciendo delirar de lujuria.

 

El cuerpo de Akihiko cubrió el suyo, piel con piel, sus estilizados músculos presionaron firmemente contra el suave cuerpo de Misaki hasta que la erección de Akihiko encajo perfectamente en el apretado agujero de Misaki, tentándolo con delicadas presiones, tratando de entrar pero sin hacerlo.

 

Akihiko quería ser tierno, a pesar de la tormenta salvaje que se desataba en su interior. Lo penetró primero con sus largos dedos observando su cara cuando empezó a empujar en el interior de su cuerpo. Misaki lo miraba  caliente y abandonado a su éxtasis, nada más allá de aquel hombre que lo tomaba, existía, sus técnicas de seducción, su juego previo, todo había muerto cuando Akihiko se lanzó a poseerlo con todo su ser.

 

El suave terciopelo de la apretada entrada  le daba la bienvenida a los deseosos dedos que la exploraban, tragándoselos golosamente, tentándolo a más. Y el momento llegó. Akihiko superado por la urgencia de poseerlo, lleno de una sensación arrebatadora que era como nada que había alguna vez imaginado o sentido, puro placer tomando cada célula, cada nervio de su cuerpo. Lo penetró  con una sola estocada arrancando gritos que se ahogaron entre sus labios.

 

 

Empujó profundamente hasta que Misaki se relajó respirando  entre jadeos. Hasta que su culo se apretó alrededor de él, llevándolo al límite. Misaki hundió sus uñas en la espalda del médico, gimiendo por la caliente intromisión, que hacía que su cuerpo ardiera en llamas. Akihiko comenzó a moverse, empujando hacia adelante, observando su rostro hermoso contorsionado por el éxtasis, observándolo perder el control, sintiendo el indómito deseo crecer en él. Empujó más duro, más profundo, una y otra vez, extasiándose en sus jadeos, en sus gemidos, en su placer. Las manos de Misaki buscaron asirse a algo, pues estocada tras estocada Akihiko lo estaba llevando más allá de la razón. 

 

Akihiko inclinó la cabeza hacia él, besando sus labios con pasión, sintiendo el final de aquel tórrido encuentro cerca, haciéndolo gritar con el inesperado shock de otro orgasmo, fuerte y abrazador que se llevó todo a su paso.

 

—Te amo. —Murmuró entre sus labios sintiéndolo aun estremecerse por su clímax.

Y entonces se sumergió en él, salvaje y fuera de control, acercándolos más y más al borde de un gran precipicio. Misaki se aferró a él, su cuerpo suave y tembloroso encontrándose con el de él, salvaje, lujurioso, fuera de control. Akihiko alzó su mirada para encontrarse con las hermosas esmeraldas ensombrecidas por el deseo. Había más que amor en sus ojos, había una  muda  bienvenida,  una promesa de para siempre,  la intensa necesidad de Misaki de ser amado y protegido. Misaki el pertenecía solo a él. Ningún otro le tendría jamás. Sus instintos de posesión lo embargaron en ese instante en que lo reclamaba como suyo, con una imperiosa necesidad.  Y él le pertenecería para siempre.

 

El fuego lo atravesó. Una fina capa de sudor cubrió sus pieles. Sus manos aferrándose a las pequeñas caderas, su cuerpo moviéndose rápido y duro e increíblemente tierno. Su cuerpo se tensó, fuego recorriendo cada célula  y ondeando de vida. El aliento de Akihiko quedó atascado en un hondo gemido, su semen bañando el aterciopelado interior de Misaki, el abandono de la pasión asaltando sus sentidos, y después de la cima del éxtasis, el silencio. Las respiraciones entrecortadas, los últimos temblores de la pasión,  el cuerpo de Misaki caliente y húmedo bajo el suyo, su olor embriagador envolviéndolo. El sueño, y el deseo de quedarse atrapado en aquellos brazos por siempre.

 

******

 

Sumi escuchó el auto cuando se estacionó, corrió fuera de la casa. Haruhiko en ese momento sacaba a los niños. El sonido de una sonora bofetada resonó en el silencio de la noche.

 

—Mami. —Dijo Eita sorprendido antes de que Haruhiko o Keiichi pudieran decir algo.

 

Sumi respiró profundo y se arrodillo frente a su hijo abrazándolo con fuerza. Eita miró a su papá cuando sacaba a Yu del auto y lo llevaba  a la casa.

 

—¡No se te ocurra entrar en mi casa!

 

Los gritos de Sumi se apagaron cuando Haruhiko caminó con violencia hacia él, con una expresión que presagiaba una oscura tormenta.

 

—Cállate antes de que te devuelva esa bofetada sin importarme que los niños están aquí.

 

Keiichi se estremeció. Eita se abrazó de su pierna, mirando a su madre sin entender que estaba pasando. Cuando Keiichi sintió a su hijo ponerse a temblar, trato de moderar la furia que lo consumía.

 

—No pasa nada bebe, lo siento. Siento que veas a mami en este estado, estado preocupado y asustado, porque no habían llegado.

 

Sumi tenía entre sus brazos a su pequeño hijo que se abrazó a su cuello hablándole con ternura.

 

—Mami Yu se durmió. Papi y yo no queríamos despertarlo, por eso llegamos tarde.

 

“Papi”

 

Solo le había tomado una tarde a Haruhiko ganarse a sus hijos, al punto que Eita ya le decía papi. Sabía que no debía, pero sintió celos, y miedo, miedo de que Haruhiko se los arrebatara.

 

—No debieron, sabes que no me gusta que estén tan tarde en la calle.

 

Eita abrió sus ojos con sorpresa, su mama nunca le había hablado con tanta frialdad, con tanta rudeza. Al momento Keiichi se sintió miserable, los ojitos de su hijo mirándolo con miedo, a punto de llorar.

 

—Perdóname…perdóname mi cielo. No quería regañarte, lo siento.

 

Eita acarició el cabello de su mama, que se fundía con el suyo, la cabeza de Keiichi enterrada en el pequeño pecho de su hijo. —No llores mami, solo estabas preocupado, Yu y yo estamos bien, papi nos llevó al zoológico y al acuario, luego fuimos a casa de Ryu san y comimos rico, jugamos con el gatito, fue un día genial.

 

Fueron las siguientes palabras de su hijo las que le dolieron más a Keiichi.

 

—Mami, papi nos cuidó muy bien, creo que  él nos quiere mucho.

 

La mirada de Eita se veía esperanzada, y Sumi se sintió como una basura por haberlos mantenido tanto tiempo separados.

 

De pronto la voz de Haruhiko se escuchó tras él, no se había dado cuenta de que seguía en la entrada de su casa.

 

—Ve a la cocina y prepárate un té para que te tranquilices, yo acostare a Eita.

 

Haruhiko le quito al niño de los brazos sin dejarlo protestar. Solo lo miró caminar al interior de la casa, mientras Eita le decía adiós con su manita.

 

—Buenas noche mami, te amo.

 

Le dijo su hijo antes de desaparecer por el pasillo que llevaba a su habitación.

 

Un rato después cuando Eita ya se había cambiado y cepillado sus dientes. Haruhiko lo arropaba en su cama de niño grande y en su habitación con estrellas fluorescentes que brillaban en la noche, a su lado en una camita pequeña dormía Yu, profundo con su dedito entre la boca y su carita de ángel travieso agotado por su feliz día.

 

—Papi, ¿vas a venir seguido?

 

Haruhiko besó su frente con amor. —Tan seguido como pueda hijo, te lo prometo.

 

Eita sonrió con su alegría inocente, pura, infantil. —Fue un lindo día papá. Gracias por hoy.

 

Haruhiko estaba feliz, sus hijos le querían y jamás volvería a separarse de ellos.

 

—Gracias a ti, por quererme y por haber compartido este lindo día. Tú y tu hermano son lo más importante de mi vida.

 

—Te quiero papi. —Dijo Eita bostezando y cerrando sus ojitos para dormirse.

 

—Yo te amo mi pequeño campeón. —Susurró Haruhiko besando su mejilla y apagando la pequeña lámpara.

 

Cuando salía de la habitación Keiichi lo esperaba con su rostro arrasado en lágrimas.

 

—Yo… lo siento.

 

Haruhiko lo miró, y caminó hacia la sala con él siguiéndole los pasos. Cuando ya Haruhiko sintió que los niños no podrían oírle, se giró hacia él preguntándole con desdén.

 

— ¿Que sientes Sumi? ¿Haberme alejado de mis hijos o seguir comportándote como un idiota cuando consigo estar con ellos?. ¿Qué se siente ser tan egoísta?. Nos robaste años de compartir y ahora porque los tengo unas horas te pones histérico, me amenazas. Estoy harto de tu actitud Keiichi, no quiero seguir dependiendo de que me hagas el favor de verlos, mañana recibirás la visita de mi abogado y haremos esto de manera legal, está visto que contigo ya no puedo hablar.

 

—Por favor, no lo hagas. —Murmuró Keiichi ocultando su mirada.

 

Haruhiko, lo miró con desdén, no se dejaría manipular nunca más, ya le había dado mucho tiempo de su vida.

 

—Eso ya no funciona conmigo Keiichi. Tu pose de víctima, ya no me conmueve.

 

—Tú eras un maldito mujeriego. Estabas conmigo y salías con cuanta mujer se te atravesara. ¿Cómo creías que te creyera?, ¿cómo querías que pensara que habías cambiado?

 

Sumi estaba cansado de ser el único culpable. Estaba cansado de que Haruhiko lo mirara con desprecio, sabía que se había equivocado, pero él estaba intentando enmendar las cosas y Haruhiko solo se lo hacía más difícil.

 

—Hemos caído en este tema muchas veces Keiichi. Ya no me justificare contigo, no me interesa hacerlo. El tiempo de disculparme contigo se acabó, es tiempo de seguir adelante. Y de ti lo único que me importa son los hijos que tuvimos, por ellos voy a luchar.

 

—¿Ya no te importo?. ¿Dejaste de amarme?. ¿Es por él, verdad? —Sumi murmuró las preguntas, de alguna forma no deseaba saber las respuestas.

 

—Ryu no tiene nada que ver en esto. Nosotros terminamos con lo que nos unía. Como te dije, ahora solo me importan mis hijos.

 

Haruhiko se dio la vuelta para marcharse, ya no quería estar allí, las lágrimas de Sumi le hacían daño, le hacían evocar un viejo amor que pensaba ya no sentía.

 

—Le diré a mi abogado que se ponga en contacto contigo.

 

—Haruhiko no…

 

 

Pero la súplica no fue escuchada. Cuando la puerta se cerró, llevándose con ella a su amor, Sumi se echó a llorar. Para él, al parecer, no había vuelta atrás.

 

 

—Huele rico.

 

Cuando Ryu abrió la puerta, Haruhiko se recostó de su pecho acariciando su redonda barriga, al parecer ese era el único lugar donde conseguía consuelo, con el aroma suave de su novio envolviéndolo. Ryu sonrió y le abrazo.

 

—Tu comida favorita está esperando por ti en la mesa.

 

Haruhiko bajo sus manos buscando las nalgas de Ryu. —¿Puedo comerme el postre primero?

 

Ryu sintió una oleada de deseo, pero ni de lejos estaba aún preparado para dejar que Haruhiko se metiera entre sus piernas. Lo pellizcó con saña haciendo que el medico gimiera.

 

—Auch…¿Por qué me pellizcas?

 

Haruhiko tenía un lindo mohín de disgusto, que a Ryu le pareció una hermosa expresión de niño.

 

—Por estar tocando donde no debes… Ahora anda a comer y luego iras a dormir en el sofá o te sacare de mi casa.

 

Haruhiko no tuvo más remedio que hacer caso, Ryu era una fuerza para tomar en cuenta.

 

Decidieron ver una película después de la cena, ninguno tenía sueño. El tiempo pasó y Ryu se quedó dormido recostado en el pecho del médico. Haruhiko adoraba verlo dormir. Los gestos que hacia entre sueños cuando sus hijos se movían, lo hacían reír.

 

—Dejen dormir  a mama par de traviesos.

 

Otra cosa que Haruhiko adoraba era acariciar la barriga de Ryu. Era un hermoso milagro que el disfrutaba presenciar, en sus años como médico le habían fascinado los embarazos masculinos. A sus ojos era una maravilla de la naturaleza, de la evolución del cuerpo. Pero con Ryu sentía diferente, no lo miraba con sus ojos de médico, lo miraba como un padre, uno que no había podido vivir aquella experiencia. Cada patada, cada ecografía, cada antojo, cada cambio de humor, era algo hermoso para Haruhiko y por eso quería a Ryu, por permitirle vivirlo con él, por darle esa oportunidad.

 

—Mi amor vamos a dormir.

 

Ryu protestó entre sueños cuando Haruhiko logró ponerlo de pie, cargarlo con sus casi siete meses, era algo difícil. Ryu caminó entre dormido y despierto, Haruhiko lo puso en la cama y lo arropó. Cuando iba a marcharse después de darle un beso, la mano de Ryu lo apresó, sin decir nada lo atrajo a la cama y se durmió profundo cuando Haruhiko se acurruco tras él.

 

“Caprichoso”

 

Pero Haruhiko dormiría esa noche feliz, abrazado a un sueño, uno del que tarde o temprano debería despertar.

 

******

 

—Bien Okano, me imagino que tendrás algo importante que decir, para haberme sacado de mi reunión. ¿Averiguaste en que anda el inepto de mi hijo?

 

El hombre miró a su jefe con un brillo malicioso.

 

—Kaoru san está haciendo un buen trabajo cubriendo sus huellas Kumicho(*), pero muy pronto averiguare que se trae entre manos. Lo que vengo a decirle hoy es algo que se le interesara. Me tope esta tarde en la salida del acuario con el joven que su hijo protege. Fue una casualidad pues yo estaba llevando a la señora Asahina al edificio que está al lado. El joven esta embarazado Kumicho, y por el volumen de su barriga debe estar a término.

 

El viejo Asahina se sentó en el borde de la silla, aquella noticia no se la esperaba.

 

—Así que el imbécil de mi hijo embarazó al muerto de hambre. Pero ¿Lo sabrá?.

 

—No lo creo señor. —Respondió Okano con calma. —Kaoru san no ha intentado tener contacto con ese joven así que no debe saber de su embarazo.

 

—O lo sabe y se está manteniendo más alejado para que yo no lo descubra. —El viejo Asahina hizo un gesto cruel.

 

—Investiga todo lo concerniente a ese embarazo Okano, quiero saberlo todo.

 

De repente no le pareció una mala noticia al cruel hombre. —Ya que mi hijo no ha sido capaz de embarazar a su mujer. Me dará un nieto de otra forma. Ese niño puede ser una buena arma para mantenerlo controlado y en mi poder.

 

El anciano rio con sus ojos destellando maldad pura.—Ya tengo heredero Okano, en lo que ese niño nazca será mío.

 

La risa retumbo en las paredes de aquella sombría oficina, donde sin que Ryu lo supiera una sombra negra se cernía sobre su futuro.

 

 

Notas finales:

* Kumicho : jefe o lider de un clan Yakuza


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