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APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola chicas, pues han sido dias dificiles, primero la caida de la que ya estoy bien y ahora pues me quedo sin internet, aproveche venir a la casa de mi novio para poder publicar. Esta corto lo se pero es lo que mis animos me dejan. Sin mas les dejo el capitulo besitos y nos vemos pronto.

Se acaba el tiempo

 

—¡Ryu ya está el desayuno!

 

No había terminado  Haruhiko de llamarlo, ni de salir Ryu de la habitación, cuando el estruendo de la puerta de entrada resonó en todo el pequeño departamento.

 

Ryu caminó presuroso a la entrada, pero en el camino se encontró con Misaki que le pasó por un lado como una exhalación.

 

—Misaki…¿Qué paso?, ¿Ustedes no regresaban mañana?

 

—¡Pregúntale al imbécil de Akihiko!

 

Gritó Misaki sin siquiera mirarle, encerrándose en su habitación con un sonoro portazo.

 

Cuando Ryu llegó a la sala, se encontró con el rostro molesto de Haruhiko, que sermoneaba a su hermano con enojo.

 

—¿Cómo se te ocurrió siquiera decirle eso?.

 

Ryu los miró sin entender, tras ellos, Hiroki y Shinobu miraban a Ryu con un dejo de culpa, mientras que Nowaki y Miyagi se mantenían en silencio.

 

—¿Alguien me puede explicar que paso?

 

Akihiko se sintió molesto de tener que ventilar sus intimidades, pero era la familia de Misaki, y además no era como si ellos no supieran lo que había pasado después del lio que se había armado esa misma mañana…

 

Despertarse a su lado fue la gloria, sus maravillosos cabellos caían sobre su pecho. El olor de su piel aún se podía apreciar entre las sabanas que los cubrían. Misaki parecía un niño, acurrucado sobre él. Su rostro sereno, apacible y tan hermoso que de cierta forma no parecía real.

 

Lo miró dormir por largo rato, recordando cada instante de su noche apasionada. Lo había hecho suyo tres veces, nunca pensó que podría tener tanta energía, pero Misaki resultaba incansable y el quiso ponerse a la altura de su pequeño demonio. Se estremeció al recordarlo montándolo, su expresión erótica y desenfadada, sus labios entreabiertos y sensuales, dejando salir aquellos placenteros gemidos. Y esos ojos verdes mirándolo con tanto deseo, con tanta pasión.

 

Misaki era perfecto, encajaba en sus manos y en su cuerpo como si hubiese sido hecho solo para él. Una punzada de celos lo invadió, Misaki ahora era suyo y no deseaba ni permitiría que nadie más lo tuviera. El instinto posesivo corría como lava ardiente por la venas del médico. Misaki era tan hermoso, tan sensual, y su manera de ser atraía muchas miradas. No importaba con cuantos hubiese estado, ahora le pertenecía a él.

 

“¿Con cuántos has estado?”

 

¿Y si lo comparaba?, ¿Y si no llegaba a dar la talla?. Misaki era tan joven, tenía tanto camino por delante y aunque él no era un viejo, bien podría otro más joven disputarle el amor de su pequeño príncipe.

 

—Buenos días Doctor Usami. ¿Por qué está usted tan pensativo?.

 

Misaki se sentó a horcajadas sobre el medico sonriendo incitante. — ¿No me diga que no le queda energía?, tenemos muchas horas por delante y esto apenas comienza.

 

Los celos son malos consejeros y Akihiko aprendería eso de la forma mala.

 

—¿Qué, tus otros amantes te satisfacían más?

 

Aunque lo dijo con una enigmática sonrisa. Misaki supo al instante que lo estaba diciendo muy enserio. Algo se rompió en el interior de Misaki, quizás el sueño de que Akihiko de verdad lo conocía, quizás la idea de que lo que compartían era amor, de ese que es sincero, que no te juzga, que no te daña, de ese que hace que la persona amada confié en ti.

 

“¿Mis otros amantes?”

 

La pregunta no pudo ni salir de su mente. ¿Por quién lo tomaba? ¿Por una puta?. Solo porque se vistiera llamativo y le gustara coquetear no quería decir que anduviera abriéndole el culo a todo el mundo. Su atuendo no representaba lo que él era, era solo una parte de él, su afición, su manera de esquivar al yo interior, a ese que vivía asustado y temeroso. El Misaki de ropa llamativa y carácter desenfadado era la fachada de su corazón, el muro que había alzado para protegerse del dolor.

 

Se bajó de la cama y caminó hacia el baño en silencio, se bañó restregando su piel furiosamente. Tenía una ira sorda y un sentimiento de repulsión inmenso. Akihiko se había acostado con el pensando que había estado con otros.   Él había deseado que aquello fuera un acto puro de amor real, donde no había que fingir, donde se podía ser quien eras. Y ese era él, no sabía cómo volver a atrás, ya no recordaba al niño dulce y moderado que fue alguna vez. Todo lo que sabía, todo lo que había aprendido, lo hacían ese Misaki, ese que se había entregado virgen, que sabía de besos, de posiciones, de sexo, porque lo había leído,  visto en internet o hablado con Tenshin, pero jamás lo había experimentando. Le había dando eso a Akihiko y este lo había roto en mil pedazos.

 

—Misaki, por favor ábreme, déjame explicarte… No quise decir eso.

 

Misaki se tragó la andanada de insultos que querían brotar de su garganta. Se tragó las lágrimas, el dolor. No le daría nada mas  Akihiko, acababa de quitarle el corazón, con eso era suficiente.

 

Se vistió y salió del baño pasándole por un lado sin mirarle.

 

—Misaki. —Le llamó Akihiko, pero el solo tomó su bolso tirando lo que había traído dentro y salió de la habitación sin decir nada.

 

Akihiko lo siguió, en la sala ya Nowaki y Hiroki ponían la mesa para el desayuno. Shinobu miraba la tele acurrucado entre los brazos de Miyagi.

 

—Dígame como puedo volver a casa.

 

La pregunta fue dirigida a Miyagi. El medico lo miró con confusión. Akihiko llegó tras Misaki y lo tomó suavemente del brazo.

 

—Mi amor,  por favor escúchame, yo no quería…

 

Lo que paso después ninguno de los allí presentes se lo esperaban.

 

—¡Muérete maldito infeliz!.—Le gritó Misaki azotando su rostro con una fuerte bofetada.

 

—Nunca más me pongas una mano encima. ¿Te crees que porque eres médico, eres más que yo?...¿Crees que puedes llamarme puta y arreglarlo con unas palabras?. J O D E T E.

 

Misaki lloraba cuando remarcó con amargura la última palabra. Se dio la vuelta y miró a sus hermanos que lo veían con impresión. Hiroki fue el primero en reaccionar, corrió a su lado y lo abrazó despacio.

 

—Quiero ir a casa. —Murmuró en el pecho de Hiroki. Pero fue Shinobu el que tomó decisiones rápidas.

 

—Nowaki san, ¿puede llevarnos a casa?

 

El medico asintió y Shinobu corrió a su cuarto a buscar las cosas. Miyagi lo siguió mientras Hiroki llevaba a Misaki al auto de Nowaki.

 

—Misaki no te vayas así, déjame explicarte.

 

Misaki se soltó de los brazos de Hiroki y se acercó a Akihiko mirándolo con odio.

 

—Debiste dejarme morir, maldito infeliz. Ojala jamás te hubiese conocido.

 

Misaki se arrancó la cadena que colgaba en su cuello, en donde el anillo que Akihiko le había regalado relucía hermoso. Se lo tiró en el rostro a  Akihiko diciéndole entre lágrimas.

 

—Para que lo sepas, no había estado con nadie jamás, tu fuiste mi primero en todo. Debiste pensarlo mejor antes de juzgarme, creí que sabias quien era yo.

 

Hiroki le dio a Akihiko una mirada indignada y tomó a Misaki entre sus brazos para llevárselo de ese lugar.

 

Miyagi se quedó con Akihiko como se lo había pedido Shinobu, mientras Nowaki los llevaba a casa. Akihiko no perdió tiempo, y recogió sus cosas saliendo con Miyagi diez minutos después, tras ellos. No dejaría que Misaki se fuera sin escucharle.

 

Fue entonces cuando Akihiko recibió la segunda bofetada del día.

 

—Vete de mi casa antes de que te saque a patadas.

 

Haruhiko sabía que su hermano se merecía eso y más, pero no quería que Ryu se alterara.

 

—¡Ryu!. —Le llamo tratando de que se calmara.

 

—Ryu, un demonio. —Gritó Isaka, mirando a Haruhiko con furia— . Todo el mundo lárguese de aquí.

 

Isaka caminó hasta la puerta abriéndola de par en par.

 

—Misaki y Hiroki a mi habitación.

 

Los chicos obedecieron sin chistar, la situación no estaba para tensarla más, pasaron por un lado de sus novios sin siquiera despedirse y se encerraron en el cuarto a esperar.

 

—Ryu te juro que…

 

Ryu le dirigió la más dolida e iracunda de las miradas a Akihiko.

 

—Yo me he partido el lomo por más de cinco años, para que a mis hermanos no les faltara nada y tanto Shinobu como Misaki son jóvenes decentes. Mi hermano podrá vestirse irreverente y tener una boca letal, pero en su interior, en el fondo de su corazón él es un niño, un niño dulce al que le toco sufrir como a todos nosotros.

 

Ryu se tragó el nudo en la garganta, bajó la mirada y respiró profundo. —No voy a permitir que nadie lo juzgue o lo tome por lo que no es. Por favor váyanse de mi casa.

 

Nowaki tomó a su hermano del brazo y escoltado por Miyagi salió del departamento. Haruhiko  no se movió de su sitio. Ryu le dio una significativa mirada, pero el medico caminó hasta llegar a él y cerró la puerta diciéndole con firmeza.

 

—Prepararé un té y te esperare en la sala, cuando sepa que está todo bien me iré.

 

Ryu suspiró, no habría manera de hacerlo cambiar de opinión, y muy en el fondo le dio tranquilidad que Haruhiko estuviese allí.

 

Cuando entró a la habitación de Misaki lo encontró tendido en el suelo llorando sobre un montón de ropa. Sus pantalones, camisas, ropa interior, estaban regados por doquier, como si quisiera deshacerse de eso para borrar la vergüenza que ahora sentía de sí mismo. Pero Misaki no era lo que vestía y eso Ryu lo sabía muy bien.  Caminó como pudo y se sentó en la cama, diciéndole con un amor tan profundo y palpable que lo hacía ver más como un padre que como un hermano.

 

—Misaki, ¿Por qué no vienes y lloras aquí en mis brazos, como cuando estabas pequeñito y mi papa te regañaba. ¿Recuerdas?, siempre conseguía hacerte reír.

 

El amor dio resultado, Misaki se puso de pie y casi corrió a meterse en los únicos brazos donde conseguiría consuelo.

 

 

******

 

El camino al departamento de Haruhiko donde ahora se refugiaban todos, lo hicieron en silencio. Tanto Nowaki como Miyagi sabían que Akihiko había metido la pata, pero no deseaban recalcárselo más, el hombre ya se veía suficientemente miserable.

 

Abrieron la puerta del departamento y tiraron las maletas en la entrada. Miyagi caminó al pequeño bar que había en la sala, unos tragos no les caerían mal.

 

—Ya era hora de que llegaran tengo todo el día aquí sentada, mi lindo vestido de seda se arrugo, de tanto esperar.

 

—¡Maaaa!

 

Nowaki se abalanzo con su reluciente sonrisa a los brazos de la pequeña y hermosa mujer que lo recibió con amor.

 

Akihiko la miró con alivio, Miyagi se quedó mudo de la sorpresa, el tenía entendido que la señora Usami estaba de viaje.

 

—Más de veinte horas de vuelo, y cuando llego a mi casa me encuentro con que mis hijos se fueron sin decirme nada.

 

—¿No has hablado con papá?. —Le preguntó Akihiko besando su frente con ternura.

 

Ella tomo a sus hijos de las manos y los llevo a sentarse en un mueble juntos como dos niñitos, se acercó a Miyagi y le dio un dulce beso en la mejilla.

 

—El troglodita de su padre, estaba hermético con respecto a ustedes. —Les dijo sentándose frente a ellos—. Así que hable con su asistente y me contó lo que sabía, por eso vine para acá imagine que estarían aquí.

 

—¿Cómo está el abuelo?

 

La madre de Akihiko había estado de viaje visitando a su padre enfermo, el médico no entendía por qué había regresado y se preocupó porque el anciano hubiese empeorado.

 

—Tu abuelo esta como un roble, tu abuela es la que me preocupa teniendo que lidiar con ese viejo terco.

 

Nowaki sonrió, su mama, tenía un carácter tan desenfadado, era tan libre y optimista que no imaginaba como se había casado con su papá.

 

—Nos hacías falta mamá. —Le dijo Nowaki tomando su mano y besándola con ternura.

 

—Y ustedes a mi cariño. ¿Dónde está Haru?.

 

—Él está en casa de su novio. —Respondió Nowaki.

 

Eso le recordó a Akihiko todo el lio en el que estaba metido, suspiró con cansancio y se puso de pie, beso el lustroso cabello de su madre despidiéndose con tristeza.

 

—Hablaremos más tarde mama, quiero estar solo un rato.

 

La mujer lo vio marcharse, miró a Nowaki con curiosidad. —Bien me he perdido de mucho, ¿Cómo es que mi Haru tiene novio?  y ¿Qué le pasa Akihiko?. Me entere que rompió su compromiso con Aikawa.

 

Miyagi le extendió una copa de vino a la mujer y un vaso de wiskie a Nowaki, esa conversación sería muy larga.

 

******

 

La mañana del lunes se movió con el ritmo de siempre, la vida no tenía la intensión de detenerse solo porque un corazón estuviera roto.

 

Ryu subió al auto de Haruhiko.

 

—¿Como esta Misaki?. —Preguntó el médico, cuando comenzó a conducir.

 

—Sigue igual, no ha comido mucho, no quiere hablar. Solo llora y duerme.

 

Haruhiko suspiró, su hermano se había hundido muy profundo.

 

Cuando llegaron al consultorio, el trabajo les esperaba. Haruhiko besó a su novio con ternura y se dispuso a trabajar. Ryu se sentó en su escritorio, anotando a los pacientes, era bueno dejar de pensar un poco en su hermanito y en su profunda tristeza.

 

******

 

Pero las malas noticias y los corazones rotos apenas comenzarían esa mañana.

 

—Sumi san, afuera hay alguien que lo busca.

 

El abogado miró a su asistente confundido, no esperaba visitas ese día.

 

—¿Dijo quién es?

 

—Si, dice que es abogado y que viene de parte de Haruhiko Usami.

 

Sumi sintió que el mundo le caía encima, finalmente Haruhiko lo había hecho. Comenzó a temblar y tuvo que sentarse para no caer. Su asistente corrió a socorrerlo.

 

—Sumi san…Sumi san… ¿está bien?...¿quiere un vaso de agua?

 

Keiichi asintió y el joven busco en seguida un vaso con agua. Sumi lo bebió despacio, con ayuda del joven pues sus manos aun temblaban.

 

—¿Quiere que le diga que no puede atenderle?

 

Sumi negó con la cabeza, ya era tarde tendría que enfrentar eso de una buena vez.

 

—Dame diez minutos y hazlo pasar.

 

El chico asintió y salió de la oficina de su jefe. Sumi se quedó pensativo en su silla. Era demasiado tarde para arrepentirse de lo que había hecho, y era demasiado tarde para llorar.

 

—Lo siento bebe. —Susurró acariciando su vientre. El día que busco a Haruhiko había hecho todo calculado, estaba en sus días fértiles. Hacía días que se había propuesto recuperar a Haruhiko y pensó que embarazándose de nuevo lo conseguiría, dándole otro hijo, dejándolo vivir su embarazo. Pero sus planes se fueron a pique. Haruhiko no solo tenía otra persona en su vida, sino que este hombre le daría dos hijos. Todo lo demás había sido error tras error, y ahora todo desencadenaba en que tendría que vérselas con un abogado,para tratar el tema de sus hijos.

 

—Buenos días. —Dijo un joven, sacándolo de sus pensamientos.

 

—Soy Takahiro Takahashi, el abogado del señor Usami.

 

Sumi quería llorar, pero ya de nada serviría.


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