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APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola, pues ya regreso mi internet, y me consigo consternada con que me plagiaron una historia gracias Mako y Melyoan por avisarme, estoy consternada.

 

En fin, ya todas conocen mis trabajos. Les dejo el nuevo capitulo espero les guste, desde la semana que viene ando de vacaciones asi que me ocupare en contestar los mensajes que tan amablemente me dejan, las quiero un monton, por aguantarme, por leer y por comentar, besitos.

 

Gracias por leer.

De saber decir, de saber escuchar.             

 

 

—Hola mi amor, ¿Qué tal tu día?

 

De todo lo maravilloso que podía pasarle, lo que más le gustaba a Shinobu era las veces que Miyagi le llamaba “Mi amor”. El sentido de pertenencia era tan profundo y perfecto que Shinobu sabía que el médico le amaba y no deseaba nada más.

 

Para Miyagi era lo mismo. Soñaba con que llegara la tarde para ir a buscar a su pequeño, mimarlo era lo mejor de sus días. Sobraban las advertencias de Ryu o de los hermanos Usami, jamás lastimaría al pequeño. Quererlo y cuidarlo eran sus prioridades, no le importaba tener que ir despacio, tener que esperar a que el chico creciera más. Shinobu era su muy preciado niño y él amaba cuidarlo como tal. Amaba su inocencia, su candidez, la manera en lo que lo veía todo a través de sus ojos de niño.

 

Y esa tarde amó como tantas otras, el delicado sonrojo en sus deliciosas mejillas, cuando le llamo “mi amor”. Otra cosa que adoraba Miyagi era besar esos dulces labios, aunque sus besos eran castos y ligeros no dejaban de ser tentadores y adorables.

 

—Estuvo bien Miyagi san. —Respondió Shinobu sonriendo ruborizado después de su ansiado beso de cada tarde.

 

Tomados de la mano abordaron el ascensor, cuando Shinobu recordó que no le había dicho algo a Miyagi.

 

—¡Ah! Miyagi san olvide decirte. Sumi sama no estaba bien hoy, cuando llegue en la tarde, me dijo su asistente que se fue temprano porque se sentía mal. El pobre estaba muy preocupado dijo que Sumi san se veía bastante pálido.

 

Miyagi frunció el ceño, tenía unos días sin hablar con Sumi, pensó que era tiempo de hacerle una visita a su amigo.

 

—¿Miyagi san, podemos ir a comprar pizza?. —Pidió Shinobu con una alegre sonrisa.

 

Miyagi lo besó con ternura. Su amigo debería esperar un poco, complacer a su pequeño ángel era su prioridad en ese momento.

 

—A Misaki le gusta la piza con peperoni y achoas, a lo mejor eso le levanta el ánimo.

 

Shinobu conversaba animado en el camino a la pizzería. Se podía pensar que con lo mucho que discutían Shinobu le tendría cierto resentimiento a Misaki. Pero muy al contrario el pequeño adoraba a su hermano y como todos, estaba consternado con su sufrimiento.

 

******

 

Haruhiko estaba terminando con el último paciente. Ryu ya estaba recogiendo todo para ir a casa cuando una hermosa mujer entró al consultorio.

 

—Buenas tardes, disculpe pero el Doctor Usami ya terminó la consulta, la puedo anotar para mañana, si lo desea.

 

La mujer le sonrió enigmáticamente, a Ryu le pareció conocer aquella sonrisa. Pero ninguno de los dos alcanzo a decir nada pues Haruhiko salió con su paciente despidiéndolo con amabilidad.

 

—Bien Kaito esa princesa esta perfecta síguete cuidando y nos vemos el mes que viene.

 

—Gracias Doctor Usami, me cuidare se lo aseguro. Adios Ryu nos vemos el próximo mes.

 

Haruhiko le sonrió a la mujer mientras Kaito se despedía de Ryu.

 

Cuando se quedaron a solas, Ryu oyó con impresión cuando Haruhiko exclamó con emoción, abrazando a la hermosa mujer.

 

—Madre… Pensé que ya no vendrías.

 

Arisu Usami abrazó a su hijo con ternura, besó sus mejillas dulcemente, diciéndole con una gran emoción, mientras miraba a Ryu.

 

—Es tan hermoso como me lo describiste cariño.

 

—Viste mama, es todo un sueño.

 

Ryu los miró confundido, pero Haruhiko se acercó y lo besó despacio, sacándolo rápido de sus dudas.

 

—Mi amor, esta adorable ancianita es mi madre, llegó ayer de viaje y le hable de ti así que no se aguantó las ganas de conocerte.

 

—¡Oh!... Ya te daré tu ancianita. —Dijo Arisu golpeando el brazo de su hijo con una hermosa sonrisa.

 

De pronto entendió Ryu de donde habían sacado los Usami su belleza, la mujer era simplemente hermosa.

 

—Es un placer conocerla Arisu sama.

 

Ryu la saludo con una cortés reverencia, pero la mujer se abalanzo a él envolviéndolo en un cálido abrazo, uno que le trajo a Ryu una añoranza de muchos años atrás, los  brazos de una madre, ese calor especial que solo las madres despiden.

 

—No cariño nada de formalidades conmigo, mi hijo te adora y eso ya te hace parte de mí y de los tesoros de mi corazón.

 

Ryu se dejó envolver por la calidez y el dulce amor, y no supo cómo se encontró llorando unos segundos después.

 

—Yo…yo lo… lo siento… el embarazo me pone sensible.

 

Ryu trató de justificar sus lágrimas, pero ella solo le besó la mejilla con ternura.

 

—Haruhiko me habló un poco de tu vida. Estoy muy orgullosa del increíble hermano que has sido, tu sacrificio es admirable cariño. Pero una mama siempre hace falta y más a ti que te ha tocado tan duro. De ahora en adelante ya no estarás mas solo, tienes a mi hijo que te adora y a mí que espero ser una madre para ti y para esos pequeños a los que criaste tan bien.

 

Ryu colocó una mano en su corazón, estaba lleno del cariño impregnado en aquellas palabras dulces. Dejó sus lágrimas correr y Arisu lo abrazó con ternura, llevándolo con ella a sentarse en el mueble.

 

—Haru, querido,  tráenos un té por favor.

 

Haruhiko besó el cabello de su novio y salió sonriendo, su mama le estaba pidiendo que los dejara a solas y él sabía que a Ryu le haría bien estar con su madre. Arisu era una mujer muy especial.

 

—Caramba, pero si esos pequeñines son unos fiesteros.

 

Los movimientos de los bebes se hacían sentir, pues el voluminoso vientre de Ryu estaba pegado al suyo plano y esbelto.

 

Ryu sonrío y miró su barriga con ternura.

 

—Ellos saben que esta es la hora en la que Haruhiko les habla, se sienta conmigo en el mueble y comienza a contarles su día, ellos le contestan todo el rato con movimientos y pataditas.

 

Arisu sonrío con su mano posada en la redonda barriga.

 

—Hola par de hermosuras, les habla su abuelita. Vine para quedarme y muy pronto su mami y yo nos vamos a ir de compras porque quiero regalarles muchas cosas. Estoy tan ilusionada con ustedes.

 

Arisu sintió a Ryu tensarse. Ella sabía el por qué. Haruhiko le habida contado todo, el como conoció a Ryu, el hecho de que esos bebes no eran suyos aunque los amara como si lo fueran, pero nada de eso le importaba a la mujer. Si Haruhiko lo amaba, y a los bebes, ella también los amaría.

 

—El pasado no importa cariño. El presente y el futuro es lo único que debe importarte, y en el presente, tu eres mi querido nuevo hijo y estos bebes son mis nietos, así, sin preguntas, no es necesario saber más.

 

Ryu le sonrío, Haruhiko tenía mucho de su madre. En ese momento supo, por que su novio se había convertido en el maravilloso hombre que era.

 

—Sus hijos tienen suerte por tener una mama como usted.

 

Arisu, sonrío por la admiración y el cariño evidente en aquella alabanza. Pero se encontró no estando del todo de acuerdo.

 

—Si es verdad que mi educación los hizo buenos hombres, pero mucho de eso también es de ellos. Uno decide lo que quiere ser y ellos se decidieron por el buen camino.

 

—Bueno… casi todos. —Murmuró Ryu ocultando su mirada. Jamás le perdonaría a Akihiko el dolor que le había causado a su hermano.

 

—Cariño, sé que debes estar odiando a mi Akihiko. Créeme que yo anoche le quise pegar como nunca había deseado hacerlo. No quiero justificarlo, así que solo te diré una cosa, a veces, nuestra boca dice cosas que nuestro corazón no siente. El pecado de las palabras, es insalvable a veces, no puedes recoger lo que dices y las palabras hacen tanto daño. Pero también está la otra cara, la del perdón, porque cuando te arrepientes sinceramente siempre cabe la posibilidad de dar otra oportunidad… ¿no crees?

 

El rostro de la mujer era tan afable, su voz tan dulce, sus palabras tan certeras, que Ryu no encontró manera de oponerse. Asintió agregando con tristeza.

 

—Mi hermano está sufriendo mucho.

 

Arisu le sonrío con alegría. —Para esos estamos las mamas. Ya verás que entre tú y yo, logramos alejar esa tristeza y hacemos que esos dos corazones se reconcilien.

 

Ryu sonrío, era un vibrante optimismo el que irradiaba Arisu, era imposible no contagiarse.

 

—Yo solo quiero que mi hermano sea feliz.

 

—Y lo será cariño mi Akihiko lo ama mucho, eso lo pude comprobar anoche. El dolor de mi hijo también es muy grande, está muy arrepentido, me dolió mucho verlo así.

 

Ryu le tomó la mano a la mujer que se perdió un momento en sus recuerdos, reflejando en su rostro una profunda tristeza.

 

—¿Entre los dos?.—Le preguntó sonriendo, y Arisu devolvió la sonrisa asintiendo.

 

—Aquí está el té. — Dijo Haruhiko cuando entró. Su novio y su madre le sonrieron con ternura, el mundo era perfecto para el médico, cada pieza encajaba en su lugar, el amor representado en un hermoso joven, y la dicha de tener a su madre, su cómplice, su amiga, apoyándole.

 

Él era feliz, pero su felicidad desvanecía la dicha de otro joven que también le amaba.

 

******

 

—El señor Usami va a hacer la solicitud de la custodia compartida.

 

Keiichi aun escuchaba las palabras del abogado en su mente, mientras su cuerpo corría frenéticamente por toda la habitación tirando cosas en la improvisada maleta que descansaba en su cama.

 

Tomando en cuenta que al señor Usami no se le ha permitido el contacto con sus hijos, se hará la solicitud de que se le permita pasar un tiempo con ellos, para que los niños se habitúen a él como padre.

 

—¡Jamás!. —Gritó al borde de las lágrimas, delante del abogado había actuado sereno e impasible, pero había corrido a su casa, minutos después de que el hombre se fuera. Haruhiko no le quitaría a sus hijos, él no lo permitiría.

 

Entre las solicitudes que mi cliente quiere presentar esta la de reconocer a los niños como suyos, darles su apellido y tener la oportunidad de presentarlos ante su familiares y amigos.

 

Keiichi se sentó temblando en la cama. Usami era un apellido con poder. Una fuerza a reconocer. Nunca había estado tan temeroso del estatus de Haruhiko, hasta ese día, debía desaparecer con sus hijos, debía hacer todo lo posible para que Haruhiko no se los arrebatara.

 

El señor Usami respeta y toma en cuenta sus derechos como madre de los niños. Quiero resaltar que esta visita y la audiencia pautada para la próxima semana, se hacen de manera cordial y sin ningún interés de causarle molestias. Mi cliente solo quiere el bienestar de los niños y poder ejercer su papel de padre.

 

Aquellas palabras aunque no quería recordarlas volvían a su mente una y otra vez, con la obstinación de un insecto. La actitud de Haruhiko siempre había sido respetuosa, se había mantenido al margen como él se lo pidió, aunque ordenó sería una palabra más exacta, pues Keiichi prácticamente lo había dejado a propósito fuera de la vida de sus hijos. Sus miedos, sus inseguridades, no habían hecho más que abrir una brecha muy onda entre ellos. Ahora solo recogía lo que había sembrado, y quizás era eso lo que más temía, el hecho de que Haruhiko tenía todo el derecho de arrebatarles a sus hijos, tal y como él lo había hecho.

 

Se recostó en la cama llorando con fuerza, tanto que  no notó que Eita entraba en la habitación.

 

—Mami, ya recogí lo que me pediste…¿A dónde vamos?

 

Keiichi se sentó de nuevo, y se preocupó cuando su hijo lo miró con su carita asustada.

 

—No cariño, no te asustes, mama solo está llorando porque se siente un poco mal.

 

Eita se subió a la cama sentándose al lado de su madre y envolviéndolo en sus pequeños brazos. —Mami y si llamamos a papi, él es doctor y puede curarte.

 

Keiichi sintió las lágrimas correr con fiereza por sus mejillas, y una sensación de vacío tremenda en su corazón.

 

—Papi debe estar trabajando, además yo no tengo su número. —Mintió. Él no sabía si las otras personas actuaban así, pero él era muy protector con sus hijos y ni siquiera Haruhiko los iba separar de él.

 

—Yo lo tengo mami… mi papa me dio una tarjetita con su números para que lo llamáramos cuando quisiéramos.

 

Eso no se lo esperaba Keiichi, Eita no le había hablado de eso. ¿Desde cuándo sus hijos tenían secretos con él?. Yu entró en ese momento a la habitación abrazando el oso que le había regalado Haruhiko y que se había convertido en su obsesión, no lo soltaba ni para ir al baño. Tantas cosas juntas y un corazón que ya no daba para más.

 

Lo presintió antes de sentirlo, algo andaba mal y cuando intentó ponerse de pie, no lo logró. El mundo comenzó a oscurecerse, y un dolor abarco su vientre, así como una aterradora sensación de estar humedeciendo su ropa interior.

 

Yu dió un grito desesperado al ver a su mama caer al suelo. Sus pequeñas manitos lanzaron el oso de peluche al suelo y corrió a todo lo que le dieron sus piecitos ayudando a Eita en lo que podía para tratar de despertar a su mama.

 

—Mami…mami pieta…pieta favor.

 

Yu lloraba amargamente, sus manitas temblorosas acariciaba el amado rostro de su mami. Eita también lloraba con angustia, se perdió por unos segundos en el miedo. Finalmente, actuó como lo que era, el orgullo de su mama, se secó las lagrimitas que mojaban sus cachetes y corrió a la cama en busca de una almohada, entre él y Yu levantaron la cabeza de su mami colocando la almohada bajo esta.

 

—Yu. —Llamó Eita a su hermanito. —Quiero que me escuches Yu.

 

Yu lo miró con sus enormes ojos llenos de lágrimas y con su dulce carita asustada.

 

—Mami. —Lloriqueo él bebe con un dulce puchero.

 

—Mami va a estar bien Yu. Quédate aquí y cuídalo, yo voy a llamar a papi.

 

Yu asintió  lloroso, y Eita corrió a su habitación para buscar en su pequeña y amarilla cartera de pokemon, la tarjetita que le había dado su papa. Al tenerla en sus manos corrió a la sala y subiéndose en el mueble tomó el teléfono que descansaba sobre una mesita alta. Los números se le confundían, de pronto olvido todo lo que había aprendido, quería llorar, quería que su mami estuviera con él. Pero al pensar en él, se armó de  valor, Sumi lo necesitaba y así intento marcar.

 

Finalmente después de varios intentos lo logró, esperó impaciente hasta que contestaran. Cuando por fin escuchó una voz al otro lado.

 

[Papi… algo le paso a mami, por favor…por favor ven.]

 

******

 

Cuando abrieron la puerta del departamento a Ryu le dio un poco de vergüenza la humildad del lugar. Arisu se veía que era una mujer con mucha clase, y allí había todo menos lujos, aunque el lugar estaba limpio y ordenado, apenas tenía lo necesario.

 

—Disculpe el desorden. —Ryu se oía un poco apenado.

 

—Cariño ni te preocupes, yo vengo del campo, no creas que toda mi vida ha sido de lujos y derroches.

 

Eso sorprendió a Ryu, pero Arisu no le dio ni tiempo de preguntar.

 

—Ya te contare la historia, ahora porque no preparamos algo de beber y me llevas a conocer a Misaki.

 

—Hey, viniste. —Dijo de pronto Nowaki saliendo de la cocina, con Hiroki tras él.

 

—Oh cielos… ¿Tú debes ser Hiroki?.

 

Arisu tomó las manos del joven sonriéndole con cariño. —Mi hijo no hace más que hablar de ti, me mantuvo despierta gran parte  de la noche contándome lo maravilloso y hermoso que eres. Y ya veo que no me mentía.

 

Hiroki se sonrojo, sonriendo con timidez. —Gracias, es un placer conocerla, él también me ha hablado mucho de usted.

 

—No, no cariño dime Arisu o mama suena mejor.

 

Todos rieron ante la expresión atónita de Hiroki.

 

—Tranquilo Hiroki yo reaccione igual, pero Arisu es un amor, terminas acostumbrándote.

 

La mujer sonrió, besó las mejillas de Hiroki diciéndole con dulzura. —Ya conversaremos tú y yo un montón, ahora tengo que ir con Ryu a conocer a mi otro hijo.

 

Hiroki miró a Ryu con impresión. —Misaki no está aquí, dijo que, como ya no tenía reposo comenzaría a trabajar de nuevo. Pensé que te lo había dicho.

 

Ryu suspiró abatido. —No me dijo porque sabía que no le dejaría ir.

 

En ese instante sonó el teléfono de Haruhiko, el medico suspiró con desdén al ver el número de la casa de Sumi. Se apartó un poco excusándose. Supuso que Sumi habría recibido la visita de su abogado y ahora le llamaba para armarle un escándalo como siempre. Pero no era Sumi y la voz asustada y llorosa de su hijo le hizo temer lo peor.

 

[Papi… algo le paso a mami, por favor…por favor ven.]

 

[Eita, campeón cálmate, ¿dime que paso?] Preguntó con temor.

 

[Mami se cayó  en el suelo y no despierta, y hay sangre en su pantalón.] El niño lloraba con alivio de estar escuchando a su padre, y con miedo por saber que algo malo estaba pasando.

 

[Bien campeón, voy para allá, no te asustes y quédate con mama]

 

Cuando Eita colgó, Miyagi entraba a la casa con Shinobu, Haruhiko escuchó el alboroto, y aprovechó para irse sin levantar sospechas.

 

—Debo irme, tengo una emergencia en el hospital.

 

—¿Alguien que conozca?. —Preguntó Ryu,  que estaba familiarizado con casi todos los pacientes de Haruhiko.

 

—No mi amor, es alguien que tenía tiempo sin ir. Me está esperando en el hospital.

 

Haruhiko besó a su novio con amor y le acarició la barriguita tiernamente.

 

—Te busco mañana… Nowaki tu lleva a mama.

 

Dijo despidiéndose de su hermano y dándole un beso a su madre antes de salir casi corriendo.

 

No les dio tiempo a ninguno de los que quedaron en la sala, de pensar en la apresurada salida de Haruhiko, pues el miembro de la familia  que acababa de llegar estaba conociendo a Arisu y la mujer estaba fascinada exclamando con emoción.

 

—En esta familia son todos hermosos.

 

******

 

Misaki trabajaba silencioso, Tenshin lo había recibido con emoción, pero muy pronto entendió que Misaki no estaba bien. Y no solo era porque Misaki no lucia ni remotamente como siempre, pues el desteñido y holgado jean y la aburrida franela blanca no se parecían en nada a los looks que Misaki solía usar. Era la actitud del chico, se veía apagado, sin vida.

 

Tenshin pensó que eso cambiaria cuando vio a Akihiko entrar a la tienda, pero la mirada de Misaki se endureció al ver el rostro del  hombre y enseguida desapareció por la puerta que llevaba a la pequeña oficina.

 

—Sea lo que sea que hayas hecho arréglalo. —Le gruño Tenshin con una mirada airada.

 

Akihiko lo miró con cansancio y caminó hacia la oficina, que le traía tan gratos recuerdos.

 

—¿Qué haces aquí?. —Preguntó Misaki con acritud.

 

Akihiko caminó  despacio y se sentó en el mueble. Misaki le daba la espalda mirando a una oscura pared.

 

—Este lugar me trae hermosos recuerdos.

 

Las dulces palabras de Akihiko fueron borradas por el resentimiento que sentía Misaki.

 

—Sí, seguro recuerdas como me hacías tu puta aquí mismo, sin tener que pagar un hotel.

 

Akihiko suspiró, se merecía aquel odio y estaba dispuesto a soportar lo que Miskai quisiera decirle. Se levantó e hizo algo que había deseado desde que metió la pata. Lo abrazó. Misaki forcejeó, le gritó, lo golpeó, finalmente lloró con rabia, con tristeza, y calmándose se recostó del pecho de Akihiko, sollozando quedamente.

 

—¿Podrías perdonarme por ser tan imbécil?.

 

Le susurró Akihiko aguantado el nudo que tenía en su garganta.

 

—¿Por qué lo hiciste Akihiko?...¿Porque piensas tan feo de mí?

 

Misaki sollozo con tristeza. Akihiko lo abrazó con más fuerza hablándole con todo el amor que estaba gritando en su pecho.

 

—No pienso eso de ti mi amor, al contrario, sé que eres una persona maravillosa con un corazón genuino y puro.

 

Misaki se separó de sus brazos sin querer creer en sus palabras.

 

—No mientas Akihiko, me llamaste puta, pensaste que te comparaba con los otros con quien había estado. Yo no he estado con nadie Akihiko. Solo has sido tú.

 

Akihiko se arrodilló a sus pies y enterró su rostro en el pecho de Misaki, aferrándolo entre sus brazos.

 

—Lo sé y no sabes cómo me arrepiento mi amor. Pero nada de lo que dije lo sentía, yo supe al momento en que te hice el amor e incluso antes, que solo eras mío, que yo era tu primero. Y por eso sentí miedo, tu eres tan joven, tan perfecto, tan hermoso, y yo solo soy un aburrido médico que hasta ahora no había tenido nada que fuera suyo. Mi vida era algo que mi padre planificaba, jamás ame, jamás desee, jamás quise poseer a alguien. Tú cambiaste todo eso, eres mi amor, mi deseo y los celos me comen, me torturan, te quiero solo en mis brazos, en vida, en mi cama. Hable desde mi miedo Misaki, cometí un error terrible, pero solo puedo excusarme diciéndote que temía perderte, perder lo único que he amado en esta vida, sin ti no tengo nada.

 

Akihiko terminó llorando sin quererlo, hasta eso había cambiado Misaki en su vida, pues las lágrimas eran un lujo que el médico no conocía.

 

—Perdóname por favor Misaki… perdóname.

 

Misaki lo miró por unos segundos, la humedad de sus cristalinas  lagrimas esparciéndose por su blanca camisa. Su hermosa voz, entrecortada y ronca, sus manos cálidas y temblorosas en su espalda. Se había sentido tan perdido, solo habían sido horas separados  y para él parecían siglos. Akihiko también era su todo.

 

—¿No vas a volver a lastimarme?

 

Akihiko suspiró con alivio, se puso de pie y llenó el dulce rostro de besos. Los ojos esmeraldas lo miraban con amor.

 

—Jamás mi amor… Te lo juro.

 

Tomó la mano de Misaki y colocó el anillo que guardaba en su bolillo, en el hermoso dedo.

 

—Sé que es apresurado, pero quisiera que nos casáramos pronto. Quiero que sobre este anillo brille la alianza de nuestro matrimonio, la prueba de que te amo, de que soy tuyo, y el juramento de que no te hare daño nunca más.

 

Misaki, sonrió besándolo con ternura.

 

—Ryu va a mear gatitos rosas cuando sepa que voy a casarme contigo.

 

Akihiko rio con alegría, ese era su Misaki, suyo para siempre.

 

—¿Eso es un sí?. —Preguntó Risueño.

 

—Claro que es un si Doctor Usami. ¿Tú crees que yo no siento celos?, te quiero bien atado a mí para que ninguna enfermera ande por allí meneándote el culo. Quiero un anillo en tu dedo para que las muy zorras sepan que ya estas tomado.

 

Si, definitivamente Misaki había vuelto y con él, el corazón de Akihiko volvió a latir.


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