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APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola me tarde, pero es que tengo full trabajo, parace que estos meses seran fuertes, perdon, en lo que pueda respondo los mensajes. Gracias por leer, se les quiere y las espero por aqui.

Días de sombras

 

 

Cuando Nowaki llegó al hospital con Misaki , Hiroki y Shinobu. El escándalo de sirenas y policías por doquier,  congeló su corazón. Misaki bajó del auto, Shinobu tras él. A Hiroki le costó un poco mas descender del vehículo. Se sentía débil y mareado, atribuyendo su malestar al mal momento que estaban viviendo.

 

—Mi amor, me preocupas, déjame llevarte a mi consultorio, te ves muy pálido.

 

Nowaki le hablaba con amor, pero él estaba perdido en el caos que había en la entrada del hospital.

 

—Estoy bien Nowaki, es todo esto, es la maldad que no quiere alejarse de nosotros.

 

Le dijo Nowaki a su novio bajando lentamente del auto para entrar al hospital. Cuando alcanzó a sus hermanos, estos hablaban con Haruhiko. El médico tenía una expresión turbia en el rostro. Se veía cansado y un aura oscura lo rodeaba, como si su ira traspasara los límites de su piel.

 

—La enfermera fue a buscar a los bebes para llevarlos con Ryu. Encontró en el suelo a la enfermera encargada de los cuneros. Trató de reanimarla pero la chica no respondía, entró y comenzó a buscar en las cunitas, el único que faltaba era el bebe de Ryu. Ella fue la que dio la voz de alarma.

 

Haruhiko suspiró con tristeza cubriéndose el rostro.

 

—¿Ryu... ya lo sabe? —Preguntó Misaki con miedo.

 

Haruhiko asintió. —Despertó hace un rato, lo primero que pidió fue que le llevaran a los bebes. No pudimos ocultárselo.

 

Misaki cubrió su boca para ahogar un sollozo. Shinobu lloró en los brazos de Hiroki. Nowaki los sostenía a ambos entre sus brazos. Temblaban y sollozaban.

 

—Tuvimos que sedarlo. —Continuó Haruhiko. —No paraba de gritar...El pobre Asahina san no lograba contenerlo, Ryu lo abofeteó, le gritó que le devolviera a su bebe. Estaba fuera de sí.

 

—¿Donde está Kaoru san? —Preguntó Misaki tratando de dominar sus emociones. Ryu lo necesitaba fuerte.

 

—Está hablando con la policía. —Haruhiko señaló a un rincón donde Kaoru parecía discutir acaloradamente con un hombre que no vestía uniforme policial.

 

—¡Tienen que hacer algo!... ¡Estoy seguro que es él, quien secuestró a mi hijo!

 

A Kaoru le temblaba la voz. Okano lo miraba con desconcierto y con pena.

 

—Estamos haciendo lo posible Kaoru. En este momento lo están interrogando, pero no ha dicho nada y solo insiste en hablar con su abogado.

 

Kaoru cubrió sus ojos con desconsuelo. Ese monstruo podría hacerle cualquier cosa a su hijo, y él se sentía tan impotente. Se dejó caer en el suelo, sollozando con rabia.

 

—No debí volver con él... Todo esto es mi culpa... Es mi culpa.

 

Murmuraba entre sollozos. De pronto sintió una mano amable que se apoyaba en su hombro.

 

—Tú no tienes la culpa, lo que haga tu padre es su decisión. Él es el único culpable.

 

Kaoru miró a Misaki, que lo veía desprovisto de rencor, solo con una infinita tristeza. Sus otros cuñados tampoco le reprocharon nada. Eso significó un alivio para su corazón atribulado por la culpa.

 

Una mañana gris, se dibujó en el horizonte, concordando con el ánimo de los entristecidos corazones.  En la habitación de Ryu, sus hermanos vigilaban su sueño. Kaoru se había quedado afuera con el detective Okano esperando que el interrogatorio a su padre diera con alguna pista sobre su bebe.

 

Shinobu mecía entre sus brazos a la pequeña bebe que no paraba de llorar. Misaki miraba el rostro dormido de su hermano, que entre sueños parecía  sufrir.

 

—Iré a pedir que nos traigan un tetero. Seguro debe tener hambre. —Dijo Hiroki besando la mejilla enrojecida de su sobrina y salió de la habitación.

 

—Ya...ya bebita, todo saldrá bien. Pronto tendrás a tu hermanito contigo y volveremos a ser felices.

 

Shinobu le susurraba con ternura a la bebe, buscando consolar su llanto, pero él mismo no podía parar de derramar lágrimas por aquella desgracia.

 

—Mi... bebe. —Murmuró Ryu volviendo de sus sueños. Misaki acarició su rostro y enmascaró su dolor para darle valor a su hermano, pues lo que venía no sería fácil.

 

Cuando Ryu abrió los ojos, Misaki lo miraba sereno.

 

—No fue una pesadilla...¿Verdad?

 

Misaki, con todo el dolor de su corazón, negó con la cabeza.

 

Ryu respiró profundo y apretó una mano en su pecho. El dolor era tan grande que lo había dejado desprovisto de sentimientos. Solo aquel lacerante dolor, atravesando su corazón, partiéndolo en pedazos.

 

—Dámela. —Le dijo a Shinobu extendiendo sus brazos para que le dieran a su hija.

 

Su hermano la colocó despacio en su regazo. Ryu la miró, el calor de su mama, pareció calmarla.

 

—Quiero que te llames Nozomi. Como la esperanza, el anhelo.

 

Besó la cabecita de su bebe y se abrió la bata de hospital, para alimentarla por primera vez. La rosada boquita se prendó de su pezón, el sentimiento que lo invadió fue tan poderoso. Los lazos de su alma terminando de atarse al alma de su hija, la conexión tan perfecta y pura. El acto mismo de dar vida, de ser uno con el ser que se gesto en tu vientre, el más puro reflejo del amor.

 

Ryu acarició el rostro de su hijita, que movía su boquita con anhelo y desesperación, derramando gotitas de leche que mojaban sus deliciosas mejillas. Ryu se sintió morir. ¿Su hijo habría comido ya?¿Tendría quizás la oportunidad de amamantarlo?¿Lo volvería a ver? Su equilibrio pendía de un hilo, su corazón había pasado por tanto y perder un hijo era el peor de los dolores, el más terrible de los castigos.

 

Misaki iba a decir algo cuando Kaoru entró. Ryu supo que era él sin mirarlo siquiera. Él se disculpó, e intentó salir. No quería causarle más dolor a Ryu, menos cuando él, con toda la razón, lo hacia el principal culpable de su desgracia.

 

—No te vayas. —Murmuró Ryu, mirándolo con su rostro arrasado en lágrimas. —No me dejes solo Kaoru. Te necesito.

 

Kaoru corrió hacia él y le envolvió despacio entre sus brazos, dejando a su hija entre ellos y mirándola arrobado mientras esta, ajena al infierno que la rodeaba se alimentaba serenamente. Kaoru se llenó de valor y se encontró con los ojos de Ryu.

—Jamás te dejaría solo mi amor. Perdóname por ocasionarte este dolor.

 

Ryu lloró con tristeza. Sus frentes se juntaron, sus ojos perdidos en su pequeña.

 

—No es tu culpa Kaoru, no es tu culpa. Yo no quería... no quería decir eso.

 

Ryu sollozaba. Kaoru lo llenaba de besos. Misaki y Shinobu salieron de la habitación. Ellos necesitaban estar a solas.

 

—Quiero a mi bebe conmigo Kaoru... tengo miedo...tengo tanto miedo.

 

Kaoru se acostó en la cama, lo acomodó entre sus brazos. Nozomi ya había comido, y jugaba con sus manitas, con sus ojitos cerrándose de cansancio. Protegida entre los brazos de sus padres, se durmió. Kaoru la acarició, el llanto de Ryu había cesado.

 

—Se llama Nozomi.  —Murmuró Ryu besando la frente de su hijita.

 

—Ella será nuestra esperanza. —Dijo Kaoru sonriendo levemente. Besó con amor los labios de Ryu. Con aplomo le preguntó— . ¿Qué te parece Issei para nuestro hijo?

 

—Issei. —Susurró Ryu como una invocación. —Toda una vida. —Sollozó el significado del nombre, mientras acariciaba el rostro de Kaoru.

 

—Te lo traeré Ryu... Te juro por este corazón que solo ha sabido amarte. Que te traeré a nuestro hijo, sano y salvo y tendremos toda una vida para amarlo a él y a nuestra pequeña esperanza.

 

Ryu asintió llorando con tristeza. Puso su confianza en el corazón del que amaba, y su fe en que la vida les devolvería el tesoro que faltaba entre sus brazos.

 

Dos días más pasaron, un marchar lento, un taciturno dolor, lágrimas y desesperanza cobijaban aquel hogar. Los habitantes del pequeño departamento se movían silenciosos, sin energías. Ryu había sido dado de alta, Nozomi dormía en su pequeña cunita. Ryu pasaba horas mirándola, ella había sido el ancla que lo mantenía cuerdo. Hiroki iba a entrar a la habitación cuando lo sintió llorar,  puso una mano en su pecho conteniendo su dolor, despacio caminó al baño para hacer de una vez lo que había estado evitando hacer.

 

Y con sobradas razones, pues cuando tomó la pequeña tablita y miró el resultado, la felicidad que sintió le dolió. Se creía egoísta al sentir su corazón tibio de alegría. Se miró al espejo y sollozó acariciando su vientre. Una nueva vida venia al  mundo. El fruto del amor enorme que le tenía Nowaki, el hijo de aquella relación hermosa y perfecta que ambos tenían. Al pensar en Nowaki sonrió entre sus lágrimas. El joven médico haría un escándalo de felicidad. Por eso decidió no decir nada, pues su vida no estaba para celebraciones, no hasta que Issei regresara, no hasta que Ryu volviera a reír feliz.

 

—Te amo bebe y tu papa también te amará... Pronto le daremos la sorpresa.

 

La caricia suave que le dio a su vientre y las dulces palabras, eran el inicio del sentimiento del  amor más grande. Eran las primeras palabras para su hijo, eran la revelación que había esperado siempre, la certeza de que cuando todo aquel infierno pasara, él seria finalmente dichoso y estaría inmensamente completo, en su rol de esposo y de madre.

 

******

 

—Esto no es una buena idea. — Decía Okano ofuscado, sentado en su gran escritorio. Frente a él,  Kaoru miraba hacia la ventana pensativo.

 

—Tengo dos días intentando hablar con él y se ha negado  a recibirme. Si hoy me ha mandado a llamar, es porque ya decidió que va a pedirme a cambio de mi hijo.

 

Las palabras desprovistas de emociones que vinieron de Kaoru, hicieron que el detective lo mirara con preocupación. Kaoru en ese estado era capaz de hacer cualquier cosa y ponerse en riesgo.

 

—¿Qué puede pedirte hijo? ¿Que lo saques de la cárcel?... No puedes, el caso ya está en manos de un tribunal, ni aunque te acusaras tú de todo, él saldría libre, fue agarrado in fraganti, está hundido.

 

—!Y tiene a mi hijo!. —Gritó Kaoru exasperado — . Haré lo que sea para recuperarlo... Lo que sea.

 

Kaoru salió iracundo de la oficina de Okano, y se dirigió con paso firme a la prisión federal, donde su padre lo esperaba, con una propuesta.

 

El asco que sintió al encontrarse cara a cara con el infame hombre, solo fue superado por el odio que le gritaba a su cuerpo que matara a ese desgraciado, que le había arruinado la vida durante tantos años y que no se cansaba de hacerle daño.

 

—Dime lo que quieres para devolverme a mi hijo.

 

Kaoru arremetió sin rodeos, no quería estar sino el tiempo necesario allí.

 

—¿Vivo o muerto?

 

La sonrisa sádica del viejo le dijo a Kaoru que buscaba alterarlo, lastimarlo más.

 

—Si le tocas un solo cabello...

 

—No estás en posición de amenazar hijo... Yo soy el que tiene el poder ahora, te conviene no olvidarlo.

 

Kaoru apretó los puños con impotencia. El viejo sonrió, eso era lo que quería la absoluta obediencia de su hijo, hacerlo pagar lo que le había hecho.

 

—Mi muy competente abogado cuesta una fortuna y gracias a ti no tengo dinero. Quiero que lo busques, le pagues y consigas que me den libertad bajo fianza, él sabrá cómo hacerlo, tu solo tienes que darle mucho dinero. Pagarás la fianza y cuando este libre, buscarás la forma de sacarme del país. De ti depende que tu hijo te sea devuelto sano y salvo o en pedazos.

 

Kaoru sintió su estómago rebelarse, ante la dantesca idea de su pequeño bebe muerto en manos de aquel cobarde.

 

—¿Cómo se que no lo mataras cuando estés libre? ¿Cómo se que me lo devolverás y no te lo llevaras para hacerme más daño?

 

El anciano Asahina sonrió con maldad. —He allí mi venganza hijo. Yo tengo el poder en mis manos y a ti solo te queda confiar. No metas a tus amiguitos policías en esto, porque en lo que huela a un policía cerca, tu hijo se despedirá de la vida y tú serás el único culpable.

 

Kaoru con impotencia asintió a todo lo que le pidió su padre. Cuando salió de la cárcel Okano lo esperaba en la entrada. El hombre le tenía el aprecio de un padre. Kaoru se sentía derrotado. Haría todo lo que le pidió el maldito que se decía su padre. No le importaba si Okano se oponía, era la vida de su hijo lo que estaba en juego.  Iba a mandar al policía al carajo cuando su celular sonó. No conocía él numero y a punto estuvo de no responder, cuando finalmente se decidió, pensando que sería alguno de los cómplices de su padre para darle instrucciones.

 

—! Si¡

 

—Kaoru soy yo... no tengo tiempo, escúchame... Estoy en un galpón en la zona norte, no sé cuantos hombres hay. Me sacaron del departamento y me trajeron aquí. Tengo a tu hijo, yo lo estoy cuidando, él está bien, pero he escuchado que van a sacarlo del país. Kaoru no se cuando lo harán, pero tienes que venir rápido. Yo no quería Kaoru, te lo juro... te lo juro.... Viene alguien, lo que pude ver del galpón es que tiene como una pintura ajada de herramientas, ven pronto Kaoru.

 

—Chiyuki...Chiyuki.... —Kaoru sintió su corazón oprimirse cuando la llamada se cortó.

 

Okano, se asustó al verlo palidecer.

 

—Ya sé donde esta mi hijo. —Dijo casi sin aliento.

 

******

 

—¿Como está Ryu?

 

Pregunto Akihiko cuando Misaki lo guiaba a la sala.  Apenas se habían visto aquellos días y sus conversaciones habían sido muy escasas. No había ánimos para nada.

 

—En la habitación. Hiroki le dio el calmante que le recetó Haruhiko sama para que durmiera. Apenas ha comido, y no está durmiendo tampoco, se pasa el día mirando a Nozomi y llorando.

 

Akihiko lo abrazó, Misaki también se veía devastado.

 

—Tengo miedo Akihiko. Temo que mi hermano se vuelva loco de tanto dolor.

 

Las suaves hebras de su hermoso cabello, se enredaron en los dedos de Akihiko, cuando este las acariciaba besando la frente de su novio.

 

—Haruhiko ha estado hablando con amigos de Papá, gente influyente que tiene contactos que pudieran ayudar.

 

Misaki asintió, demasiado cansado para hablar, demasiado derrotado para creer.

 

Nowaki llegó horas después. Hiroki salía con Nozomi en brazos. Ryu estaba profundamente dormido, después de la crisis que había tenido cuando Haruhiko llegó a visitarle,   la bebe necesitaba comer. Por suerte, ellos habían hecho compras,  formula para alimentarla y teteros sobraban. Nowaki saludó a todos y caminó con Hiroki a la cocina, sostuvo a su sobrina, mientras su novio preparaba el tetero. Hiroki se dio la vuelta con el tetero ya en la mano y vio conmovido como Nowaki mimaba a la pequeña princesa, con su hermosa sonrisa.  Ella pasaba sus manitos por el rostro del joven médico, quizás también arrobada por su belleza, tal y como Hiroki lo estaba.

 

Habría querido decirle que en su vientre crecía  su hijo. Pero no se sentía con fuerzas para decir aquella noticia con la alegría que merecía y decidió guardar silencio.  Unos minutos después cuando la pequeña Nozomi tomaba su tetero en sus brazos. Fue el turno de Nowaki de admirar su belleza y ajeno al hecho de que su deseo ya se había hecho realidad, el joven médico soñaba con que pronto pudiera ver a Hiroki con el hijo de ambos en sus brazos.

 

******

 

Miyagi llegó de ultimo. Shinobu estaba en su habitación recostado en la cama, abrazando una pijamita que le había comprado al bebe. El pequeño corazón del rubio, ya estaba cansado de golpes y tristezas, anhelaba un poco de felicidad. Sintió la puerta abrirse y limpió sus lágrimas. Pensó que era Misaki y no quería que su hermano lo viera llorar, él le había dicho que tenían que ser fuertes por Ryu y el pequeño estaba  haciendo el intento. Solo que no era tan fácil, cuando la nostalgia lo corroía por dentro, y su hermano amado se transformaba poco a poco en un fantasma.

 

—Hola pequeño... Te traje chocolate.

 

Miyagi se recostó a su lado y puso una hermosa caja de bombones en la cama frente a él. Miyagi sabía lo que Shinobu amaba los dulces. El rubio miró la caja y rompió a llorar. Miyagi se sentó y lo acunó en su regazo, meciéndolo suavemente.

 

—Pronto la tormenta pasará mi amor, pronto lo tendrás en tus brazos y jugaras con él. Ryu volverá a sonreír y todo esto será una pesadilla que olvidaran.

 

Shinobu deseaba que las palabras de Miyagi tan seguras y serenas fueran ciertas.

 

Y estaba cerca de que su deseo se realizara.

 

******

 

—Lograron rastrear la llamada y ahora varios de mis hombres están en camino al almacén...

 

—¿Qué? —Gritó Kaoru interrumpiendo las palabras de Okano. —Mi padre dijo que sin policías, si los ven ponen en peligro a mi hijo. Dígales que se regresen.

 

Okano trató de calmarlo pero Kaoru estaba fuera de sí. Tal vez la angustia y los días sin dormir habían acabado con los nervios del joven.

 

—Kaoru, conoces a mis hombres, ellos son profesionales, no pondrán en peligro a tu bebe.

 

Kaoru caminaba de un lado a otro iracundo. De pronto se detuvo, murmurando sin aliento.

 

—Quiero ir hasta allá.

 

—Eso no es posible...

 

—!Quiero estar allí maldita sea. Es mi hijo. Yo he hecho todo por ayudarlo, ayúdeme a mí, ahora¡ —Gritó acallando cualquier negativa por parte del detective.

 

Unos minutos después escoltado por varios hombres y en compañía del mismo Okano, abordaban un auto en dirección al galpón donde Chiyuki esperaba.

 

La mujer cargó al pequeño bebe que lloraba con sentimiento. Con solo unos días de nacido, el bebe solo deseaba el calor de su mama, que no era aquella que le hablaba con dulzura intentando sosegarlo.

 

—No llores mas pequeñito. Tu papi ya viene por nosotros.

 

Ella lo paseaba meciéndolo despacio, aterrada de lo que aquellos abominables seres que lo habían secuestrado pudieran hacerle.

 

—Aquí está el tetero mujer y has que se calle de una maldita vez. Me tiene harto con su llanto.

 

Uno de los hombres que los tenían encerrados en aquella deplorable habitación dejo un pequeño biberón en la mesa. Y después de sus despreciables palabras salió encerrándolos de nuevo. Chiyuki dudó en darle el tetero al bebe, temía que quisieran envenenarlo. Pensado con frialdad, llegó a la conclusión de que si hubiesen querido matar al bebe ya lo habrían hecho. Se sentó en la orilla de la mugrosa cama y con cuidado comenzó a alimentarlo. El dulce angelito comía con avidez, ajeno al caos que era su inocente vida. Chiyuki lo miro arrobada mientras bebía su leche y oro con desesperación para que Kaoru lo encontrara rápido. La pila de su celular se había terminado y ahora estaba a merced de aquellos matones.

 

 

—Señor identificamos al que dirige a los secuestradores. Es uno de los más antiguos colaboradores de Asahina, se supone que no estaba en el país. Asahina debe estar desesperado para haber hecho a ese hombre venir.

 

Kaoru escuchaba todo lo que el hombre de Okano le decía por la radio. Estaban estacionados a unas cuadras del galpón escondidos en un callejón.

 

—Tenemos a todos los hombres en posición. El sujeto esta en el interior del galpón. Imaginamos que está  esperando ordenes de Asahina.

 

Okano volteó a mirar a Kaoru tratando de infundirle confianza. Mientras, habló serenamente por el radio.

 

—La mujer y el bebe son prioridad. Manténganlos a salvo...Ataquen.

 

—Ya escucharon la orden ataquen... repito ataquen.

 

Kaoru comenzó a temblar y se cubrió el rostro cuando escuchó los disparos. A través de los minutos, escuchó los gritos de los policías, sobresaltándose por el horror que debía ser aquello, y porque su bebe estaba en medio de ese caos. Se aferro a la mediecita de la que no se separaba. Rezando porque su hijo saliera bien. Deseando poder tenerlo entre sus brazos y llevárselo a Ryu sano y salvo.

 

—Tenemos al objetivo Comandante. Ambos están fuera de peligro.

 

Kaoru sintió su alma volver al cuerpo al escuchar aquello, de pronto el silencio se volvió, un caos de sirenas y patrullas que llegaban al lugar. Kaoru salió corriendo del auto ignorando los gritos de Okano. Solo quería llegar con su hijo, solo quería verlo y comprobar que estaba bien. Corrió con todas sus fuerzas cuando a lo lejos y en medio de la gente la vio. Chiyuki llevaba un pequeño bultito en sus brazos. Kaoru rio de alegría y se abalanzo hacia ella abrazándola con delicadeza, pero con un profundo fervor.

 

Miró la carita dormida de su pequeño ángel y lloró dejando salir todo el terror que había sentido.

 

—Gracias Chiyuki... Gracias.

 

Ella le sonrió con los ojos llenos de lágrimas.

 

—Es un angelito muy valiente.

 

Le dijo poniendo al bebe en brazos de su padre. Kaoru lo besó con ternura y en seguida un grupo de paramédicos los abordaron. Una hora después y ya habiendo constatado que el bebe estaba sano. Kaoru  subió un vehículo que lo llevaría con quien mas deseaba estar en ese momento. También se encargó de que Chiyuki fuera protegida mientras todo el caos pasaba, ya vería la forma de recompensar a la mujer por haberlo ayudado a salvar a su hijo.

 

Hiroki, leía un libro sentado en el sofá de la sala. Misaki y Shinobu ya estaban dormidos. Había costado un mundo hacer que el pequeño rubio se durmiera y a la final Miyagi le había dado una pastilla. Misaki se quedó velando su sueño un rato preocupado porque su hermanito también enfermara, y en el proceso se quedó dormido. Nowaki había ayudado a Hiroki a poner a Misaki en su cama, para que descansara mejor.

 

—Tanto que discuten y mira como se aman.

 

Dijo el joven médico al ver como Misaki cuidaba a su pequeño hermano menor al que tanto molestaba. Era el turno de Nowaki de quedarse en la casa, se estaban quedando cada día para cuidarlos y por cualquier emergencia que se presentara con Ryu.

 

—¿No se ha despertado aún? —Preguntó Nowaki llevándole un té a su novio. Estaban despiertos esperando que a la bebe le tocara su hora de comer. Haruhiko había venido temprano y Ryu había tenido una crisis nerviosa. Haruhiko lo sostuvo en sus brazos por largo rato, tratando de darle apoyo, y finalmente lo había sedado para que descansara. El médico estaba preocupado, si las cosas seguían así, temía que Ryu se sumergiera en una depresión que podría afectar severamente su salud mental.

 

—Debe estar por despertar, el biberón le toca a media noche.

 

Nowaki asintió y se sentó a su lado, preguntando extrañado. —¿Kaoru san no ha llamado?

 

A Hiroki también le extrañó que Kaoru no hubiese llamado, ni hubiese ido a ver a Ryu o a la niña. —Debe seguir en la comandancia. El pobre está moviendo cielo y tierra para encontrar al bebe.

 

Hiroki suspiró contrariado. Cuando por fin habían logrado ser felices, la vida los ponía en tan terrible situación.

 

Nowaki lo abrazó e iba a decirle algo cuando llamaron a la puerta.

 

—Quédate aquí. —Le ordenó el médico a su novio y caminó sigiloso a la puerta. ¿Quién podría ser tan tarde?

 

—¿Quién es? —Preguntó con autoridad, y se alegró cuando escuchó la respuesta, acompañada de un dulce llanto.

 

—Kaoru e Issei. —Dijo Kaoru sonriéndole con dulzura  su hijo. —Ya bebe, pronto vamos a estar con mama.

 

Nowaki abrió rápidamente y Hiroki corrió hacia la puerta al escuchar el llanto. Gritó de alegría al ver a Kaoru entrar con el bebe en brazos.

 

—Como...como. —El castaño no lograba articular la pregunta mientras le quitaba el bebe de los brazos a su padre y lo llenaba de besos.

 

—Es una larga historia. —Respondió Kaoru con cansancio. —¿Donde está Ryu?

 

Misaki se había despertado con las risas de Hiroki. Cuando llegó a la sala, no pudo detener sus lágrimas de alegría y tampoco quiso hacerlo cuando vio al bebe en brazos de Hiroki.

 

—Es... es...

 

—Siiii. —Dijo Hiroki riendo feliz.

 

Misaki lo abrazó despacio con el bebe entre ellos. Miró a Kaoru con emoción susurrándole enternecido.

 

—Gracias.

 

Unos ruidos primorosos lo despertaron. Ryu se negaba a abrir los ojos, solo quería seguir durmiendo y que la pesadilla terminara.  El llanto resonó en la habitación. Ryu hizo un esfuerzo entonces, por su bebita, por ella debía despertar, por ella debía hacer un esfuerzo. Abrió los ojos y parpadeó varias veces tratando de acostumbrarse a la luz. De pronto algo lo congeló, haciéndolo pensar que aun dormía. Otro llanto, un poco más fuerte. Se puso de pie rápidamente mirando la cuna,  caminó despacio y con miedo hasta ella  y allí lo vio, su ángel hermoso estaba allí con él, sus dos bebes estaban allí a su lado. Kaoru había estado mirándolo desde un rincón, no se había despegado de su lado en toda la noche, esperando verlo despertar.  Sonrió al verlo reír emocionado.

 

—Estábamos esperando que despertaras.

 

Ryu lloró emocionado al escuchar la amada voz de su amor, se volteó a mirarlo extendiendo sus brazos. Kaoru lo abrazó con vehemencia.

 

—Dime que no estoy soñando. —Rogaba Ryu entre lágrimas. Y se despegó del abrazo  para  tomar  a su bebe y llenarlo de besos.

 

—No sueñas mi amor, estamos juntos, juntos los cuatro. Para siempre.

 

Kaoru tomó a su bebita y se recostaron los cuatro en la pequeña cama, apretaditos y contentos. Ryu besaba a sus hijos y Kaoru lo besaba a él.

 

—Kaoru gracias...gracias por traerme a mi bebe. Perdóname por lo que te dije yo...

 

—Shhhhh... Mi amor. No hay nada que perdonar, olvidemos todo esto. Vamos a dedicarnos solo a ser felices. Te amo. Los amo. Y por fin los tengo entre mis brazos.

 

Misaki, Hiroki y Shinobu sonreían contentos tras la puerta. Morían por entrar y celebrar con ellos. Pero quisieron darles un poco de intimidad, después de todo lo que habían pasado, bien que la merecían.

 

******

 

—Asahina, te espera tu abogado.

 

Asahina sonrió con malicia y miró al policía con desdén. Ya Kaoru debía haber hecho lo que le pidió y muy pronto saldría de esa pocilga. Pero estaba muy equivocado y cuando entró a la pequeña habitación, no era su abogado el que le esperaba sino otro hombre que no conocía. Okano también estaba en el lugar y lo miraba complacido, lo que lo hizo sospechar que algo no andaba bien.

 

—¿Dónde está mi abogado? —Preguntó con prepotencia.

 

—Yo soy su abogado Asahina san. Fui asignado por el estado.

 

—No necesito un abogado público tengo mi propio abogado. —Gritó el hombre con molestia. Entonces Okano habló.

 

—Su abogado está siendo procesado por extorsión y secuestro. Debe estar siendo trasladado a la prisión en este instante.

 

El anciano hizo un gesto de furia. —Tengo derecho a una llamada. —Gruñó entre dientes.

 

—Oh si claro que lo tiene. —Se burlo Okano. —Pero dudo que sus hombres le contesten, ya que algunos están muertos y otros ya están en la prisión.

 

Okano se  puso de pie para irse, no sin antes decirle con satisfacción.

 —Estas acabado, y lo peor es que lo que intentaste hacerle a Kaoru solo te hundió un poco más. Suerte en la prisión, estarás el resto de tu vida allí.

 

Okano nunca olvidaría la cara de Asahina en ese momento. La derrota en su rostro era visible y se permitió ser feliz por Kaoru, pues por fin el joven podría ser libre y feliz sin ninguna sombra que amenazara su futuro. Él lo merecía.

 

Notas finales:

 


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