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APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Me tarde un poquito lo siento de veras. Pero aqui esta el capitulo, un beso enorme espero les guste.

 

 

De si es correcto o no.

 

Haruhiko se despertó esa mañana con el sonido de risas. Era grato despertar de esa forma cada mañana, así que sonrió complacido. Se levantó de la cama y después de asearse en el baño caminó despacio a la cocina, donde se escuchaban las alegres risas.

 

—¿Mami, el bebe que come? —Preguntaba Eita, señalando el primoroso vientre de cuatro meses de Sumi.

 

—Cereal para bebe. —Balbuceó Yu, levantando su cucharita llena de cereal para su hermanito.

 

Keiichi terminaba de poner la mesa, sonriente les respondió. —Su hermanito mientras esta en mi barriguita, come todo lo que mama coma.

 

—No comas vegetales mami, saben feo y a mi hermanito no le van a gustar tampoco.

 

Sumi, sonrió ante la expresión de enojo de Eita al pensar en que su pobre hermano tuviera también que comer los odiados vegetales . Haruhiko había escuchado todo sin atreverse a entrar e interrumpir la amena charla. Sonriendo se decidió a entrar y abrazando a Sumi por la espalda les dijo a sus hijos con una suave sonrisa.

 

—Los niños que no comen vegetales no van al parque con papá el fin de semana.

 

Inmediatamente comenzaron a resonar las protestas.

 

—Yo como todo. —Protestaba Yu con un puchero.

 

—Pero no me gustan, papá —Rezongaba Eita, con su carita llena de tristeza.

 

Haruhiko besó los labios de Sumi, acarició su vientre saludando a su hijo, y se sentó con sus hijos a comer, intentando negociar con ellos. Sumi solo reía, sabia que Haruhiko saldría perdiendo. Ya sabia que en el almuerzo terminaría él discutiendo para que los niños se comieran los vegetales, pues Haruhiko era muy blando con sus hijos y todo se los consentía.

 

Minutos después, los niños quedaron a cargo de la niñera, mientras él y Haruhiko iban camino al hospital. Era la revisión del cuarto mes. Haruhiko amaba aquellas consultas, ver a su hijo, como crecía, como cada día era mas saludable y fuerte. Aun no sabían que seria, pero ambos deseaban una niña.

 

La consulta transcurrió como siempre, el bebe estaba en perfecto estado y Sumi, también estaba muy bien. El abogado tuvo que esperar a su novio por un rato para que atendiera una emergencia, y aprovechó para hacer unas llamadas a su bufete, pues Haruhiko le había pedido que no trabajara y él había accedido, dejando a uno de sus compañeros encargado, aún así, periódicamente llamaba para saber como iba todo.

 

Haruhiko entró al consultorio, cuando ya Sumi estaba pensando en regresar solo a casa. No le gustaba dejar a los niños mucho tiempo solos y ya estaba un poco cansado de esperar.

 

—Disculpa mi amor, pero era una emergencia, el paciente dio a luz en la casa y el bebe venia con una infección.

 

—¿Y están bien? —Preguntó Sumi apesadumbrado.

 

Haruhiko lo abrazó sonriéndole con ternura. —Si mi amor, ya están bien los dos.

 

De pronto al médico se le ocurrió una idea, hacia mucho que no pasaban tiempo a solas.

 

—¿Quieres almorzar por allí?... La niñera esta cuidando a los niños y podemos tomarnos la tarde para nosotros.

 

Sumi lo miro completamente enamorado y feliz. ¿Quien le iba a decir que le había temido tanto a aquel amor?. Ahora era tan feliz, Haruhiko lo llenaba de mimos, de amor. Amaba a sus hijos, y su vida era tan tranquila, tan perfecta. Pensó que había sido un tonto al negarse por tanto tiempo aquella felicidad. Se prometió devolverle a Haruhiko con amor, todo el tiempo que les había arrebatado a ambos con sus miedos e inseguridades.

 

—Me parece una excelente idea Haru. Pero solo a almorzar, los niños ya han estado mucho rato solos y tú sabes que se ponen inquietos cuando no estoy con ellos.

 

Le respondió dándole un dulce beso.

 

Haruhiko no se negó sabia que su novio era muy sobreprotector con sus hijos, era eso una de las osas que mas amaba de él. Poco a poco había ido rencontrándose con el amor que le tuvo desde siempre, y cada día se encontraba mas enamorado de él, de sus hijos, de su vida. Sumi también había aprendido a superar sus miedos y a vivir corriendo el riesgo de amar. Tenían mucho tiempo por delante para recuperar lo perdido.

 

Y mientras Haruhiko y Sumi se reencontraban y se enamoraban de nuevo. Ese día, alguien que también tenía mucho tiempo por delante, pero esta vez para comenzar a vivir, se enfrentaría a la decisión de correr el riesgo o no.

 

******

 

—¡Eso no es justo! —Gritó Shinobu con su rostro rojo de rabia e impotencia.

 

—Baja la voz jovencito. —Lo reprendió Ryu sorprendido por su arranque. Shinobu no se caracterizaba por ser caprichoso, pero en ese momento estaba haciendo un verdadero berrinche.

 

—Pero es mi cumpleaños, tengo derecho a decidir qué hacer.

 

Shinobu no estaba dispuesto a perder aquella disputa. Ryu lo miró ansioso.

 

—Por eso mismo cariño. —Replicó Ryu sereno tratando de que su hermanito entendiera. —¿No te parece más sensato celebrarlo con tu familia aquí en casa? Miyagi san vendrá también y tendremos pastel.

 

—¡No me trates como a un maldito niño! —Gritó Shinobu indignado.

 

—¡Shinobu! —Gritó a su vez Ryu, molesto.

 

—No quiero un maldito pastel, ni quedarme en esta casa que parece un funeral o un almacén. Quiero irme con Miyagi san a la casa de la playa. No entiendo porque te cuesta tanto entenderlo.

 

Ryu estaba fuera de sí, Shinobu lo estaba retando y eso era inconcebible.

 

—El apartamento parece un almacén porque estamos por mudarnos, eso lo sabes. Y pensé que tendrías más consideración con Misaki que está pasando por un mal momento.

 

Shinobu ya estaba harto de Misaki y lo que consideraba una estúpida y egoísta autocompasión. Estaba cansado de la mudanza, y por sobre todo estaba harto de que Ryu se creyera con derecho a decidir sobre su vida.

 

—¿Consideración?... Por favor Ryu, tú sabes tan bien como yo que lo que está pasando a Misaki en parte es su culpa. Misaki siempre con su actitud egoísta, creyéndose siempre la víctima. Pues que saque la cabeza de su culo y vea si es que  es verdad que ese hombre no lo ama. Akihiko san ha estado aquí cada día mendigando su perdón, implorando por una oportunidad. Pero la reina del drama es muy orgulloso para bajar de su pedestal y escuchar al hombre que supuestamente ama.

 

Shinobu cansado de discutir tomó su bolso para irse a su trabajo, no sin antes darse la vuelta y decirle a su muy asombrado hermano mayor.

 

—¿Sabes que haría yo si fuera Akihiko?... Lo hubiese dejado. Pues un amor que no está dispuesto a comunicarse, a perdonar y a hacer concesiones, no es amor.

 

—No puedes hablar de temas que no conoces. —Le dijo Ryu con molestia.

 

Shinobu le sonrió con amargura. —Todo el mundo me trata como un niño. ¿Pero sabes qué Ryu? Yo he vivido lo mismo que tú. Que no se te olvide que no fuiste el único que perdió a sus padres, que paso hambre y penurias, que ha llorado y sufrido. Deja de tratarme como un niño y date cuenta que yo también he crecido.

 

Shinobu azotó la puerta al marcharse. Ryu se quedó de pie en medio de la sala, mirando atónito a la puerta sin poder creer que su hermanito mimado le hubiese dicho todo aquello. Sintió de pronto los brazos tibios de Kaoru envolviéndolo.

 

—¿Por qué no lo dejas ir con Miyagi a la playa?... Creo que ambos te han demostrado que son responsables.

 

Ryu se dio la vuelta mirando a su novio con un dejo de molestia. —Shinobu solo tiene diecisiete años, no lo voy a dejar irse solo con su novio a la casa de la playa, eso es inaudito.

 

Ryu se fue a la habitación donde uno de sus bebes lloraba, dejando a Kaoru silencioso y pensativo en la sala. El joven negó con la cabeza, su pequeño cuñado tenia razón, Ryu no dejaba de verlo como un niño, quizás tenía miedo de que su pequeño creciera, pero ese era el ritmo de la vida y tarde o temprano Ryu tendría que aceptarlo. Cuando iba camino a su habitación para ayudar a Ryu con los niños, se encontró en el pasillo con Misaki, el chico tenía los ojos rojos y el rostro demacrado. Apenas esbozó un saludo y se perdió con rumbo a la cocina. Kaoru esperaba que Misaki no hubiese escuchado las palabras de su hermano, pero lo dudaba. Lamentó que así fuera, pero concordaba con su cuñado. Misaki estaba siendo demasiado orgulloso y por culpa de eso estaba a punto de perder su amor, ojalá reaccionara a tiempo, pues él sabía lo duro que era sufrir por amor.

 

Shinobu trabajó diligentemente toda la tarde, pero su corazón no estaba allí. Recordaba con molestia la discusión que había tenido con su hermano, pero sentía que él tenía la razón y no podía dejar de estar molesto.  Una semana había pasado después de la fatídica cena, Misaki y Akihiko, seguían sin hablarse, por más que Akihiko había intentado, Misaki se negaba a recibirlo. En el día el chico parecía un fantasma rondando por la casa con su rostro lánguido y triste, cuando no estaba encerrado en la habitación llorando por horas. Ni Ryu, ni Hiroki, ni Arisue, habían podido hacer nada para que Misaki accediera a escuchar a Akihiko. Las bodas se habían cancelado, pues Hiroki en común acuerdo con Nowaki, había decido no casarse hasta que Misaki y Akihiko resolvieran sus diferencias.

 

"¿Como las van a resolver si no se hablan?"

 

Pensó Shinobu con desgano mientras acomodaba unos papeles. Para el pequeño rubio la situación era demasiado triste, él amaba a Misaki y le dolía ver a su hermano tan apagado y triste, encerrado en su orgullo. Pero eso no era todo lo que lo tenía incómodo. La nueva adición a su familia, su cuñado Kaoru, había conseguido una hermosa casa, en una fabulosa zona de la ciudad, eso no era lo malo. Lo malo era todo el trajín que significaba moverse de lugar. Nunca se habían dado cuenta de lo mucho que habían acumulado, en los años que vivieron en aquel pequeño apartamento.

 

"¿Dónde cabían tantas cosas?"

 

Se preguntaba mientras ponía unos documentos sobre el escritorio de uno de los abogados. Durante toda esa semana llegar a la casa cada tarde y tomar una caja para recoger cosas se había vuelto una rutina. De pronto sonrió, pues lo que más le gustaba de llegar a casa, era encerrarse en el cuarto de su hermano a jugar con sus pequeños sobrinos. Ryu lo dejaba bañarlos y él disfrutaba como nunca aquellos momentos.

 

Al pensar en su hermano volvió a molestarse. Ryu seguía tratándolo como un niño y eso que estaba a un día de cumplir dieciocho años. Miyagi lo había invitado a la casa de la playa, de hecho los había invitado a todos, pero Ryu estaba con la mudanza, Misaki estaba encerrado en su dolor y Hiroki también estaba por mudarse con Nowaki. Allí radicaba el problema, pues como nadie podía ir él tampoco iría.  Su hermano alegaba que no era adecuado que estuvieran solos él y Miyagi, pero si ellos pasaban mucho tiempo solos, no entendía cuál era el problema. Miyagi se pasaba de respetuoso con él y si hubiesen querido hacer algo, lo hubiesen hecho ya.

 

“Como si no hubiese podido hacer el amor con Miyagi san antes... oportunidades han sobrado”

 

Pensó Shinobu chistando con molestia. Miyagi y él habían ido despacio en su relación, habían sido respetuosos con los acuerdos, ¿no se merecían un voto de confianza?

 

—Shinobu...Shinobu.

 

No supo el rubio como se le fue el tiempo, pues cuando atendió al que le llamaba, se encontró con la cara sonriente de Hotaru, el asistente de Sumi que se había convertido en un buen amigo.

 

—Estas muy pensativo. —Le dijo el joven sonriendo. —Si el dueño de tus pensamientos es un apuesto doctor, alégrate pues ya está afuera esperándote.

 

Shinobu sonrió dulcemente. Miyagi podría no haber sido en quien pensaba en aquellos momentos, pero era cierto que el médico era el dueño de su corazón.

 

—Gracias Hotaru, nos vemos el lunes.

 

Miyagi lo esperaba sentado en un banco en el pasillo de las oficinas. Sonrió cuando lo escuchó despedirse de su amigo.

 

—Hola. —Le saludó cuando lo vio aproximarse a él.

 

Shinobu se metió entre sus brazos con ternura. —Hola Miyagi san.

 

Shinobu le había contado a Miyagi lo que estaba pasando en su casa y el médico sabía que era una situación complicada para todos, más para su pequeño que era tan sensible.

 

—¿Quieres que demos un paseo?

 

Shinobu asintió en silencio aun recostado del pecho de su novio. Miyagi recorría las calles en su auto, pensado en un buen lugar, para que Shinobu se relajara un poco. Shinobu no había dicho ni una palabra hasta que se dejó escuchar con una inesperada petición.

 

—Vamos a la casa de la playa Miyagi san.

 

Miyagi lo miró extrañado. —¿A la playa? Pero, Shinobu, Ryu dijo...

 

—Por favor, Miyagi san, por favor. Quiero ir al mar, estoy cansado de estar triste, es mi cumpleaños y quiero celebrarlo contigo y ser feliz.

 

Miyagi suspiró, no quería decirle que no, pero tampoco quería faltarle el respeto a Ryu, pues Miyagi sabía que su cuñado no había dado el permiso.

 

—Por favor Miyagi san. —Rogó una vez más Shinobu, sabía que su novio se debatía entre el amor que sentía por él y el respeto que le tenía a Ryu.

 

 Finalmente accedió. Pero llamó para avisarle a Ryu lo que haría, después de todo le debía por lo menos una explicación. Para su fortuna fue Kaoru el que respondió pues Ryu dormía con los niños una siesta. Miyagi se encontró con la sorpresa de que el novio de Ryu era muy receptivo, no solo le dio el visto bueno, sino que le prometió que lidiaría con Ryu cuando despertara. Y así se lo hizo saber a Shinobu cuando Miyagi se lo puso al teléfono.

 

—Pasa un feliz cumpleaños pequeño, de tu hermano me encargo yo.

 

Shinobu sonrío con las palabras de su cuñado, agradeciéndole la ayuda. Con el permiso de Kaoru, no hubo más problemas y se encaminaron a la casa de la playa con el corazón ligero y contento.

 

Ya estaba entrada la noche cuando llegaron a la casa. Miyagi encendió las luces y Shinobu vio fascinado que todo estaba limpio y en orden. Miyagi pagaba a una compañía que mantenía el cuidado y la limpieza de la casa.

 

—Voy a escribirle a tu cuñado para decirle que ya llegamos.

 

Miyagi se veía un poco tenso.  Shinobu sonrió, era la primera vez que contravenían las reglas de Ryu. Salió a la terraza mientras Miyagi escribía y admiró extasiado, las lucecitas de las pequeñas embarcaciones que se veían a lo lejos en el tranquilo mar. El aire que se respiraba era puro y maravilloso, la luna brillaba en todo su esplendor en un cielo que parecía mas bien un manto bordado de estrellas. No se arrepintió de haber pedido ir allí, él necesitaba esa paz.

 

Los brazos tibios de su novio lo rodearon.

 

—Es hermoso Miyagi san , el cielo aquí es hermoso.

 

Para Miyagi que no admiraba el cielo, si no el dulce rostro de Shinobu, no había nada mas hermoso que el joven que estaba entre sus brazos. Shinobu ladeó su rostro y se encontró con la mirada tierna de Miyagi, regalándole una suave sonrisa que lo hizo enamorarse si se podía un poco mas.

 

—¿Que quieres cenar?. —Preguntó Miyagi aturdido por la sonrisa de su pequeño novio.

 

—Pizaaaaa. —Cantó Shinobu brincando por toda la terraza, celebrando su bien ganada, temporal libertad.

 

Cuando la pizza llegó, Shinobu salía del baño con una pijama de Miyagi pues no había traído ropa. Riendo graciosamente, le modeló a Miyagi que ponía la comida en la mesa y servia los refrescos.

 

—Mira Miyagi san, tu ropa me queda muy grande.

 

Miyagi rió con las ocurrencias de Shinobu que se contoneaba graciosamente tropezando con el pantalón del pijama que arrastraba por el suelo.

 

—Te vas a caer, travieso. —Le dijo con ternura arrodillándose frente a él para subir los ruedos del pantalón. Shinobu se sentía tan bien y tan feliz, que se arrodillo frente a Miyagi y lo besó con ternura, como muchas veces lo habían hecho. Pero esta vez era diferente, estaban solos, y nadie los interrumpiría, no había hermanos ni restricciones y esa certeza despertó una pasión inusitada en sus corazones.  El beso se volvió profundo y demandante y muy pronto estaban recostados en la alfombra, besándose, mientras con sus manos recorrían sus cuerpos.

 

Miyagi rozó con sus dedos el endurecido miembro de Shinobu y el gemido que escapó de los labios del pequeño lo hizo volver a la realidad

 

—Perdóname. —Susurró escondido en el cuello del menor, respirando entrecortadamente y tratando de recobrar la cordura.

 

Shinobu al contrario de Miyagi estaba fascinado con todas aquellas sensaciones. Miyagi jamas lo había tocado así, jamas lo había besado de aquella forma, por primera vez sintió que eran una pareja, pero también sabia que aquella no era la forma en que Miyagi quería hacer las cosas. Sabia que su muy correcto novio se arrepentiría y se sentiría mal si se dejaba llevar por el deseo. Sonriendo tuvo una idea.

 

—Miyagi san... Ya se que quiero de regalo de cumpleaños.

 

Miyagi respiró profundo y levanto su cabeza para encontrarse con la mirada pura y hermosa de Shinobu.

 

—¿Y que sera eso? —Preguntó acariciando un mechón del rubio cabello y sonriéndole con amor.

 

—Quiero ser tuyo, para siempre.

 

Palabras tan simples, pero que causaron un revuelo en el corazón de Miyagi.

 

—Mi amor, mi dulce amor. —Le dijo Miyagi entrecerrando los ojos con tristeza, pero antes de que pudiera decir algo mas, Shinobu se le adelantó.

 

—No Miyagi san, no pongas peros. ¿Acaso no me amas? Siempre dices que estaremos juntos siempre, que siempre estarás allí para mi. ¿que mas da comenzar ahora o en diez años? Yo te amo Miyagi san y quiero envejecer a tu lado, se que soy joven pero eso no es un impedimento para que estemos juntos, yo puedo aprender muchas cosas a tu lado y crecer junto a ti. Tú me cuidarás y yo te amaré, no hay un mejor trato que ese.

 

 

Miyagi sonrió y besó los suaves labios de su novio. —Esa es la mejor petición de matrimonio que cualquiera pudiera hacer. Pero ¿No debería ser yo el que te pidiera que te cases conmigo?

 

Shinobu se sonrojó, entre toda su perorata, ni en lo mas profundo de su corazón se había imaginado que estaba haciendo una propuesta de matrimonio. Miyagi sonrió, amaba la inocencia de Shinobu, lo amaba todo de él. Se sentó en la alfombra y cargó a Shinobu sentándolo en su regazo, sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña cajita que había ido y venido interminables veces, pues Miyagi nunca encontraba el momento para hacer aquella petición, siempre le había parecido que tendría que esperar años para hacerlo, pero no había mejor momento que aquel y su corazón estaba decidido esta vez.

 

Shinobu vio como un hermoso y delicado aro dorado con un delfín adornadolo, fue colocado en su dedo. Miró a Miyagi con los ojos llenos de lágrimas y sonriendo feliz.

 

—Siempre pensé que tendría que esperar mucho para decirte esto, pero ya que tú te me adelantaste con tan apasionada propuesta. Yo solo te diré una cosa. Quiero casarme contigo Shinobu, y hacerte feliz hasta él ultimo día de mi vida.

 

Shinobu rió y lo besó con emoción. Aquella noche después de comer y celebrar, conversaron hasta la madrugada, hicieron planes, pensaron como decírselo a los demás, hablaron de la pequeña e intima boda que deseaban tener. Planificaron y planificaron, hasta que Shinobu se quedó dormido y Miyagi lo llevó a su habitación, donde durmió a su lado abrazándolo dulcemente sin pensar en nada mas.

 

La mañana llegó con los constantes timbrazos de un celular. Miyagi se levantó con pereza y contestó antes de que Shinobu despertara con el escándalo.

 

[¡¿COMO TE ATREVISTE A LLEVÁRTELO ASÍ SIN MAS?! ...QUIERO QUE REGRESES CON MI HERMANO AHORA MISMO]

 

Miyagi supuso que Kaoru no había tenido suerte calmando a Ryu. Serenamente esperó a que los gritos pasaran y con suavidad le respondió.

 

[Llevaré a Shinobu mañana en la tarde, él está descansado y disfrutando su día en la playa y creo que es justo que los dejes disfrutar en su cumpleaños.]

 

Miyagi se quedó esperando los gritos de Ryu, pero solo escuchó la voz de Kaoru.

 

[ Esta bien Miyagi san, mañana los esperamos aquí, Ryu le compro un pastel a Shinobu y todos le tenemos regalos , descansen, cuídense y disfruten]

 

Antes de que Kaoru colgara, Miyagi pudo escuchar un: "Si le pones un dedo encima a mi hermano te mato" Supuso que el pobre Kaoru dormiría en la calle por unos días después de haber intercedido por ellos. De cierta forma ya estaba cansado de los reproches de Ryu, él había sido respetuoso con Shinobu, ninguno de los dos había dado motivo para que Ryu se portara de aquella forma. No veía la hora en que Shinobu fuera suyo...Justo en ese momento lo pensó. Besó la frente de su novio dormido e hizo muchas llamadas antes de que este despertara. Cuando Shinobu abrió los ojos entrada la mañana. Miyagi le tenia preparado un hermoso regalo de cumpleaños.

 

Shinobu se baño y se vistió con rapidez, pues Miyagi lo apuraba emocionado. A las preguntas de a donde vamos, no se les dio respuesta. Shinobu iba en el carro emocionado, intrigado y feliz. En la primera parada, se detuvieron en una tienda donde Miyagi recogió dos grandes paquetes. Hasta allí Shinobu seguía sin entender, pero cuando se detuvieron en una hermosa posada, Shinobu supuso lo que ocurría.

 

Una pequeña comitiva entre lindas jóvenes y guapos muchachos, recibieron a la pareja, emocionados. El lugar a pesar de lo improvisado de todo estaba hermosamente decorado. Los chicos se llevaron a Shinobu. Miyagi les entregó uno de los paquetes y con una sonrisa y un tierno beso se despidió de su novio.

 

—La próxima vez que nos veamos sera para unirnos por siempre. ¿Estas listo?

 

—He estado listo desde hace mucho. —Le respondió Shinobu con una feliz y segura sonrisa.

 

En la habitación, Shinobu se dio un largo baño en aguas perfumadas. Cuando salió observó maravillado el hermoso Shiromoku que lo esperaba sobre la cama. Era de una deliciosa seda blanca bordado con finos hilos de plata, también estaba el Uchicake, que también estaba deliciosamente bordado. Todo en un blanco tan puro que hizo sonreír a Shinobu con emoción, pues esa noche entregaría su pureza.

 

Unas horas después se observaba en el espejo, no podía creer que aquella persona era él, se veía radiante, feliz . El traje de boda le quedaba perfecto y su corazón quería salirse de su pecho. Por un momento lamentó que sus hermanos no estuvieran allí a su lado, pero alejó el pensamiento, ese momento era de él y de Miyagi y estaba seguro que ninguno de ellos aprobaría ese matrimonio.

 

Salió en compañía de los jóvenes que le ayudaron a arreglarse, ya declinaba la tarde cuando se vio cruzando una hermosa alfombra y encontrándose con el hombre que amaba en un hermoso altar. La ceremonia sería oficiada por un juez, muy amigo de Miyagi, al que ahora el médico le debía un gran favor. Todo fue rápido y sencillo. Dijeron sus votos, intercambiaron anillos, se besaron con dulzura, celebraron con Champán, cortaron un pequeño pastel, bailaron al son de románticas canciones y cuando la noche los alcanzó. Miyagi en el interior de la suite que les habían decorado para celebrar su boda, lo amó dulcemente hasta el amanecer.

 

Esa noche descubrió Shinobu el misterio de su cuerpo. Se dejo seducir por las manos expertas de Miyagi, sintió sus tibios besos en cada trazo de su piel, se regodeo en la reverencia con la que Miyagi lo tocaba, lo miraba. Lloró de dolor y de placer con la desgarradora intromisión en su cuerpo. Gimió conmovido por el salvaje placer que lo inundó, al sentir el vaivén de las caderas de Miyagi, llenándolo con su duro miembro. No conocería jamas Shinobu, tal vehemencia, tal pasión, tal amor, como el que Miyagi le daba al tomarlo. El amor se diluyó en su sudor, en sus lágrimas, en su semen, en su sangre. El silencio apacible de la noche se llenó con sus voces cargadas de gozo y de placer y cuando se durmió en los brazos de aquel que lo miraba enamorado y saciado, sonrió pensando con emoción.

 

"Soy feliz"

 

Miyagi no pudo dormir en toda la noche, miró a su novio dormir serenamente por un largo rato, necesitaba decirle a alguien aquella felicidad, gritarlo a los cuatro vientos, pero de madrugada ¿a quien podría llamar?.  Se dispuso a recoger las cosas y miró los condones regados por el piso. Sonrió, su niño era tan inocente pero tan maduro a la vez.

 

—Tenemos que cuidarnos Miyagi san, no quiero darle  gusto a mis hermanos para que digan que somos irresponsables.

 

Le había dicho Shinobu seriamente antes de que hicieran el amor. Cuando pensó en los hermanos de Shinobu no puedo evitar inquietarse. Les esperaba una tormenta ahora que volvieran a casa, pero Shinobu ya era suyo y nadie lo separaría de su lado, jamas.

 

 

 

Notas finales:

 

Uchikake: El uchikake es una parte del traje nupcial. Es un kimono de mangas largas ricamente adornado con bordados de colores muy brillantes y con motivos generalmente de grullas, pinos, agua que fluye y flores. Está confeccionado con la mejor seda y la parte inferior está rellenada para darle más volúmen. Se usa encima del shiromuku como una capa y sin obi.

Shiromoku: Se usa el término shiromuku para referirse al uchikake totalmente blanco. Significa de forma literal “blanco puro”.Originariamente fue utilizado por las mujeres de la nobleza para las ocasiones formales, pero ahora representa un componente esencial en el traje nupcial japonés.

 


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