Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

[Reviews - 396]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno aqui les dejo el capitulo final, mi agradecimientos a todas aquellas que me acompañaron.

Nina,Shiga, Patty,Marif256,Lau_nith, Melyoan,Kyo, Chooi,VaniaLissete, Etsuko04,kazukichanlove,Rorokamijou,Bettychan,Missdefertaine,Verona.

En fin si se me olvida alguna perdon, las tengo en mi corazon a todas.

 

Espero les guste el capitulo final y les doy mi agradecimiento de corazon por su compañia. Las seguire esperando en mis proximos trabajos, un beso enorme, un gran abrazo y Gracias por leer.

De apartamento de soltero a casa con jardín

 

La última noche, dentro de las conocidas y amadas paredes, cuatro risueños jóvenes, celebraban una despedida.

—Por las cosas buenas. —Brindó Misaki alzando su copa de fino cristal, llena de jugo de manzana.

 

—Por los días tristes. —Imitó Hiroki con su copa alzada al viento.

 

—Por los que dejamos atrás. —Brindó Ryu, con su copa alzada y sus ojos cristalinos.

 

—Por lo que nos depara el futuro. — Sonrió Shinobu levantando también su fina copa.

 

Los cristales tintinearon al chocar entre si y las risas y las lagrimas no se hicieron esperar. Dentro de las paredes de aquel dulce hogar, se habían hecho uno, habían crecido, se habían hecho fuertes, habían llorado y también habían reído. Esa sería su última noche como habitantes de aquel pequeño apartamento. A la mañana siguiente serian esposos, padres, y dueños de su propio hogar.

 

Ryu recordaba la ilusión que sintió al sentirse cobijado entre aquellas paredes, el amor que volcó en aquel lugar. Recordó la ternura y el ahínco que pusieron él y Hiroki para arreglarlo lo mejor que podían. La pequeñas risas de Shinobu, la practicidad de Misaki al arreglar su pocas cositas. La conformidad con la que tomaban los días como venían, a veces con mucho otras veces con poco. Pero siempre agradecidos, de que aunque fuera solo un poco de pan y algo de leche, estaban juntos y sanos y de alguna forma conseguirían salir adelante.

 

Y para Ryu los días pasaron, convirtiéndose en meses y luego en años. Los niños volviéndose jóvenes, los jóvenes volviéndose adultos. Los pequeños logros celebrándose como grandes hazañas. Las tristezas compartiéndose en familia, brindándose apoyo, afecto, esperanza. La alegría de la vida creciendo en su vientre, y aunque fuese recibida con lagrimas al principio, fueron risas y felicidad lo que marcaba su final.

 

Ryu miró a sus hermanos, todos sonreían y recordaban, los buenos momentos, los malos. Él los miraba esperanzado, tenían un futuro hermoso por delante, atrás dejaban las penas. Era momento de reír, era momento de soñar. Pensó en aquellos que cambiaron sus vidas, Kaoru, Nowaki, Miyagi, Akihiko. Todos hombres nobles, fuertes que daban lo que fuera por el amor de cada uno de sus hermanos.

 

Miró a su alrededor y sonrió, no había nada ya en aquel lugar, solo paredes vacías y un enorme espacio sin muebles, se vio hace años atrás, con su chicos tomados de la mano, observando lo primero que sería de ellos. Ahora se iban, cada quien por su camino, pero con sus corazones siempre juntos.

 

Shinobu se metió en sus brazos. —Siempre estaremos juntos. —Le susurró sabiendo lo que su hermano sentía.

 

Hiroki tomó su mano y Misaki se recostó en su regazo. Ryu dejó escapar unas cristalinas lagrimas y les sonrió, era verdad siempre estarían juntos. Siempre.

 

Cuando la mañana llegó y cada quien tomó su camino. Ryu siendo el último en marcharse, suspiró en medio de la vacía estancia.

 

—Papá, Mamá, los extraño, siempre los extrañare. Gracias por habernos guiado hasta aquí, gracias por este acogedor lugar que llenamos de sueños y de esperanzas. Sé que nunca nos dejarán solos y ahora que emprendemos nuestros caminos por separado, les pido que velen por nuestra felicidad.

 

Ryu pasó sus manos por las desnudas paredes. —Adiós apartamento, gracias por cobijarnos, gracias por permitirnos crecer en tu interior, por protegernos de la lluvia y abrigarnos del frio. Sé que harás muy feliz al próximo que se albergue en tus cálidas paredes. Nunca te olvidare, siempre serás el primer hogar que tuve.

 

Unas manos suaves se posaron en su cintura y un beso delicado limpio las lagrimas de sus mejillas.

 

— ¿Estás listo? —Preguntó la hermosa voz de su dulce amor.

 

Ryu le sonrió con ternura a Kaoru, asintiendo. Una última mirada y la puerta se cerró dejando atrás el pequeño apartamento de sus recuerdos.

 

******

 

Unos meses después cuando una familia entera se preparaba para una boda...

 

—Papi, mami dice que vayas.

 

Haruhiko, miró a su hijo con extrañeza, el niño tenía la pequeña corbata a medio hacer.

 

—Eita termina de vestirte, vamos a llegar tarde, tu tío Nowaki se casa hoy.

 

Eita acomodaba como podía su pequeña corbata, mientras Haruhiko fue a la habitación a ver que deseaba su esposo. Lo encontró recostado en la cama vestido solo con una fina bata, y respirando suavemente. De inmediato corrió hacia él.

 

— ¿El bebé? —Preguntó sabiendo de antemano la respuesta.

 

Sumi, suspiró cuando la contracción pasó, asintiendo con el rostro sonrosado y sudoroso.

 

Haruhiko, preparó todo y llamó una ambulancia, el parto seria en casa tal y como Sumi había pedido, pero él quería tener todo listo por cualquier emergencia. Los últimos meses Sumi había estado delicado y complicado. No había cabida para errores y Haruhiko no deseaba arriesgarse con la salud de los dos seres que amaba. Por eso también llamó a sus hermanos, los necesitaba más que nunca.

 

En casa de Ryu sonó el teléfono.

 

—Si... ¿en serio?... claro ya les aviso.

 

Kaoru corrió por el pasillo hasta la habitación donde Hiroki y sus hermanos se arreglaban. La pequeña barriga de seis meses se veía primorosa en el hermoso Kimono blanco que vestía Hiroki aquella mañana. Solo él se casaba aquel día. Misaki y Akihiko habían decidido esperar hasta que naciera su bebé, con cuatro meses de embarazo a Misaki apenas y se le notaba un pequeña curvita en el vientre, pero el pequeño castaño deseaba lucir esbelto y hermoso el día de su boda, y su prometido que todo se lo complacía, decidió aceptar la espera. De cualquier forma ya vivían juntos, solo faltaba firmar el dichoso papel, que le daba legalidad a lo que en sus corazones ya era una promesa.

 

—Llamó Haruhiko san. —Dijo Kaoru casi sin aliento. —Sumi san entró en labor.

 

Todo el mundo se quedó estático, al momento sonó el celular de Hiroki.

 

—Ya lo sé amor... si... no amor, yo quiero que estemos allí con tu hermano...Si Nowaki, es eso lo que deseo.... bien nos veremos allá.

 

Todos entendieron. Sumi había estado delicado los últimos meses de su embarazo. Haruhiko supo en seguida que ese sería su último hijo, y estaba por demás aprensivo y nervioso. Nowaki no deseaba dejar a su hermano solo en aquel momento y Hiroki tampoco lo permitiría, la boda podía esperar.

 

En la sala de la gran casa, esperaron aquella tarde toda una familia unida, en el interior de la habitación un llanto dulce se escuchó. Todos suspiraron con alivio, y rieron alegremente cuando Nowaki salió de la habitación con su hermosa sonrisa.

 

—Es una niña.

 

Eita y Yuu miraban a su hermanita que tiritando de frio se acurrucaba en el regazo de su mama. Sumi con sus ojos cerrados por el agotamiento, abrazaba a su hija  acariciando su cabecita con amor. Haruhiko y Akihiko terminaban con el parto.

 

Nowaki entró de nuevo a la habitación después de dar la noticia y tomó a su sobrina en brazos, para que Haruhiko pudiera sacar a Sumi de la bañera donde había dado a luz. Todo había sido pacifico y rápido, los niños permanecieron silenciosos viendo como su hermanita venia al mundo. Eita se asomaba de vez en cuando en la bañera y le daba besitos cálidos a su mami cuando le veía llorar.

 

Un rato más tarde cuando ya limpios y reposados madre e hija descansaban en la cama, la familia entró a visitarles. Nowaki había revisado a la niña y estaba perfecta, el parto había sido limpio y sin mayores traumas, ambos estaban sanos y bien. Haruhiko pudo por fin respirar tranquilo y ahora observaba a su familia con una enorme felicidad.

 

—Lamento haber arruinado su matrimonio. —Se disculpó con su hermano y con Hiroki. Ambos desestimaron la disculpa, ya habría tiempo para casarse.

 

Mucho rato después ya solos en su casa, los niños dormían y Sumi también agotado y adolorido. Haruhiko mecía a la pequeña princesa, mirándola arrobado.

 

—Te amo hermosa, tu mami y tus hermanitos también te aman, estoy muy feliz de que estés aquí con nosotros, te esperábamos con mucho anhelo.

 

—Haru. —Se escuchó la voz suave de Sumi, al instante Haruhiko se recostó a su lado, colocando a la princesa en sus brazos.

 

—Es hermosa. —Dijo Sumi besando la cabecita de su hija.

 

—Es igual a ti. No me has dicho el nombre que escogiste. —Le dijo Haruhiko besando sus labios dulcemente.

 

—Ayami... Ayami Usami.

 

Haruhiko sonrió y besó a su pequeña Ayami, que dormía plácidamente entre los brazos de su mami.

 

******

 

Y como si fuera cosa del destino,  pasado ya un tiempito.  Hiroki veía como su vestido de bodas era sacado de su cuerpo pues su hijo había decidido venir al mundo una semana antes y justo el día de su boda. El alboroto había sido desastroso, al romper fuente en plena ceremonia. Entre risas, gritos y nervios fue llevado al hospital donde ahora lo preparaban para que diera a luz a su hija.

 

Unas horas después, Nowaki ponía sobre su pecho a una pequeñísima criatura, demasiado pequeña para todo lo que le había costado traerla al mundo. Hiroki agitado y adolorido besó a su hija, antes de caer en la inconsciencia, debido al cansancio.

 

Cuando despertó mucho rato después, se encontró en una habitación llena de flores y peluches, de tarjetas de felicitación y regalos. Nowaki dormitaba a su lado y junto a él en una pequeña cunita su bebe dormía serena. Ellos sabían desde un principio que sería niña. Miku la habían llamado, porque ella era el comienzo de su futuro. Nowaki despertó, como intuyendo que su esposo lo necesitaba. Hiroki le sonrió y él, silencioso, le paso a la dormida muñeca a sus brazos.

 

—No se ha despertado para comer, creo que va ser igual de tranquila y sosegada que tu.

 

Nowaki le hablaba mientras le sonreía con aquella brillante sonrisa que tanto amaba Hiroki.

 

—Será lo único que tenga de mi. —Un mohín de disgusto se pinto en el rostro del castaño pues la pequeña Miku era una copia de su papá. Hiroki también amaba eso pues su hija era una miniatura del hombre que amaba.

 

—Haru dice que podré llevarte a casa mañana. Tus hermanos estarán allá para recibirnos.

 

Hiroki sonrió, no podía ser más feliz. La pesadilla en su vida había terminado. Los fantasmas que lo acechaban habían desaparecido y Nowaki lo amaba y cuidaba con tanta vehemencia que a veces se sentía superado por tanto amor. No había tiempo para pensar en el pasado o en las tristezas, su vida era ahora su hija y su amado Nowaki, que le daba todo para hacerlo feliz.

 

—Nos casaremos el mes que viene. —Susurró Nowaki en sus labios, con un dulce beso.

 

—Ya somos uno Nowaki, tú me amas y yo a ti y ella es la prueba de ese amor, no es necesario nada más.

 

Nowaki sonrió, pero él deseaba casarse, poner el anillo en el dedo de Hiroki, proclamarle al mundo que aquel perfecto ángel le pertenecía.

 

Y como dicen por allí a la tercera va la vencida, o no...

 

Los bebes dormían tranquilos, mientras sus mamas se preparaban.

 

—Esta vez si te casas. —Bromeaba Ryu, risueño mientras ayuda a Hiroki a vestirse. Shinobu acomodaba el pequeño bouquet que llevaría el novio, y peinaba su castaño cabello. Un gemido los alertó. Ryu se puso pálido, Shinobu corrió hacia su hermano, Hiroki corrió al teléfono y una vez más, la boda fue suspendida.

 

Dos horas después, se paseaban ansiosos por la sala de espera. Adentro, con Misaki y Akihiko estaban Haruhiko y Nowaki. Miyagi de vez en cuando entraba a ver cómo iba todo. En una de esas les informó con un poco de preocupación.

 

—Le van a hacer cesaría, el niño viene en mala posición y como llega un mes antes lo pondrán en una incubadora.

 

Hiroki se recostó en el pecho de Ryu que miraba al médico con angustia. Shinobu se abrazo a su esposo apesadumbrado. Aquel día debería ser de buenas noticias.

 

Una hora después salió Nowaki con la brillante sonrisa en su rostro que se notaba cansado.

 

—El bebe nació bien, sus pulmones están casi maduros así que solo pasará unos días en incubadora. Misaki también está perfecto, muy pronto lo pasarán a una habitación, les avisaré.

 

Hiroki abrazó a su amor, Ryu respiró con alivio. Shinobu y Miyagi sonrieron.

 

Misaki despertó de la anestesia y lo primero que vio fue el rostro sereno de Akihiko.

 

—Y...Kenji.

 

Akihiko sonrió al oír el nombre de su hijo de los labios de su pequeño amor.

 

—Sano y hermoso, dormido como un ángel.

 

Misaki cerró los ojos y suspiró agradecido.

 

—Lo siento, no quería asustarte así. —Se disculpó con su novio pues sabía que Akihiko había estado al borde del colapso en aquellas horas.

 

Akihiko tomó su mano y la besó amorosamente. —No te gusta hacer las cosas sencillamente mi amor, creo que deberé acostúmbrame a eso.

 

Misaki abrió sus ojos y lo miró con un dejo de preocupación. —¿Podremos tener más bebes?

 

Akihiko sonrió. —Si mi amor no te preocupes, fue algo fortuito, quizás el ajetreo de la boda y que ya el bebe venia en mala posición, pero todo en ti quedó bien y solo tendremos que esperar que te recuperes bien para encargar otro bebe.

 

Misaki sonrió y Akihiko se acercó a él dándole un dulce beso. Misaki se durmió casi al instante y él veló su sueño toda la noche cuidándolo como su ángel guardián.

 

******

Una mañana tibia de verano en el jardín de una gran casa, adornado con flores de muchos colores. Finalmente se pronunciaron los votos. Pero no solo fue Hiroki el que se casó aquel día, Kaoru y Ryu también entrelazaban sus manos para siempre, y Misaki le daba el tan esperado si a Akihiko.

 

Familiares y amigos acompañaban a las parejas, las risas de bebes resonaban en el cálido lugar. La felicidad danzaba deseosa como brisa fresca entre las ramas de los arboles, el murmullo del viento tarareaba una tonada de esperanza. Los padres de Akihiko y Nowaki sostenían dichosos a sus nietos y los padres de Ryu, Misaki y Shinobu, los bendecían desde el cielo.

 

 Después de las dulces palabras y las certeras promesas, bailaron las parejas hasta el amanecer. Mirándose con anhelos por cumplir, agradecidos por el amor, y celebrando en una fiesta que duraría por siempre en sus corazones.

 

******

 

Cinco años después...

 

El cumpleaños número cuatro de Kiyomi la tercera hija de Kaoru y Ryu, los reunía de nuevo en el enorme jardín. Ya Haruhiko y Sumi estaban en el lugar jugando con sus tres hijos. Arisue como abuela enamorada jugaba con los niños que correteaban a su alrededor. Fuyuhiko conversaba tranquilamente con su hijo. Haruhiko, Akihiko y Nowaki se habían repartido el trabajo en la corporación Usami, para no dejarle todo el cargo a Akihiko. Poco a poco se habían integrado a la corporación y ayudaban a Fuyuhiko en todo lo que podían.

 

Nowaki y Hiroki llegaron minutos después, con sus tres hijos y con la noticia de un cuarto creciendo en el vientre del castaño. Estaban felices y los otros gritaron de alegría al oír las buenas nuevas.

 

—Vas a tener tu propio equipo de futbol hermano. —Bromeo Haruhiko acariciando el vientre de su cuñado que no despegaba la vista de sus pequeños diablitos, dos niños y una niña que le sacaban canas verdes y también muchas sonrisas.

 

Akihiko y Misaki finalmente llegaron, con Kenji en sus brazos, aun no hacían planes de tener otro bebe. Misaki estaba por terminar la universidad y habían hablado de que después de eso encargarían de nuevo. Además Misaki se había involucrado mucho con su esposo en las empresas Usami y ayudaba a manejar las finanzas.

 

Los hermanos conversaban amenamente cuando hicieron su aparición Shinobu y Miyagi. No los esperaban sino hasta el día siguiente pues estaban en Nueva York donde Shinobu hacia un postgrado en derecho laboral.

 

Ryu, Hiroki y Misaki, rieron ruidosamente al ver la primorosa barriguita que el rubio exhibía con orgullo.

 

—¿Por qué no nos dijiste? —Reprochó  Ryu.

 

Shinobu lo abrazó con amor. —Queríamos que fuera sorpresa.

 

Miyagi sonreía bobamente acariciando el pequeño vientre de cinco meses, se notaba que ese bebe aun sin haber nacido ya se había robado el corazón de su padre. Su primer hijo, el hijo del amor de su vida. Miyagi no cabía en el de felicidad.

 

La fiesta transcurrió amena, las risas y las anécdotas rodando por doquier, el amor, el deseo y la felicidad instalados en cada uno de aquellos corazones, y las cuatro paredes de un pequeño apartamento de soltero convertidas en esperanza, en amor, en una gran casa con jardín, donde vivirían felices por siempre.

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).