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APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola a todas, aqui les dejo el capi, gracias por leer.

Mi corazón

 

—Nos veremos la próxima semana Isaka san.

 

Ryu sintió un dejo de inquietud cuando el medico apretó su mano más tiempo de lo usual, con una mirada que decía muchas cosas. Pero no era la primera vez que se sentía de esa forma con Haruhiko, el hombre tenía el don de ponerlo nervioso, agradecía que le hubiese dado de alta pues no soportaría estar más tiempo cerca de él y de las emociones que le causaba su presencia.

 

—Olvida la cama con sabanas blancas, ese tipo tiene más cara de sabanas rojas de seda.

 

Le susurró Misaki con picardía, Ryu le dio un codazo rodando los ojos con molestia, mientras esperaba que Shinobu se despidiera de su buen amigo, el doctor Miyagi.

 

—Estas seguro de que no quieres que los lleve, tengo tiempo y en mi auto…

 

—No se preocupe Doctor Miyagi, ya ha hecho mucho por nosotros, nos iremos en un taxi. —Le dijo Shinobu con una suave sonrisa interrumpiendo sus palabras.

 

Miyagi finalmente se dio por vencido. —Está bien, cuídate mucho.

 

Shinobu asintió sonriendo, y le dijo para despedirse. —Esperare su llamada para lo que hablamos.

 

Miyagi sonrió cómplice, Shinobu tenía muchos deseos de trabajar y él lo ayudaría.

 

—Te daré buenas noticias pronto.

 

Cuando los hermanos se fueron ambos hombres se quedaron en silencio, mirando la salida del hospital, cada uno encantado con una de las hermosas criaturas que se acaban de marchar.

 

—¿Qué miramos? —Les preguntó Nowaki parándose junto a ellos y viendo hacia donde ellos miraban.

 

—Nada. —Dijo Haruhiko con un hondo suspiro, y se marchó con lentos pasos.

 

—¿Uh?...¿Qué le pasa a Haru?

 

—Se fue el paciente Isaka. —Le dijo Miyagi suspirando por el mismo motivo que Haruhiko.

 

—Ah ya veo… los dejaron sus amores. —Dijo Nowaki sonriendo.

 

Miyagi lo miró con el ceño fruncido unos segundos y luego sonrió. —No le digas eso a tu hermano o va a castigarte.

 

Nowaki hizo un gesto de niño mimado y se marchó con molestia, Haruhiko tenía muchas formas de castigarlo y aunque ya era un adulto, sus hermanos seguían tratándolo como a un niño.

 

******

 

—Vamos directo a la cama.

 

Decía Shinobu muy serio mientras llevaba casi obligado a Ryu a su cuarto.

 

—No quiero dormir… no tengo sueño. —Protestaba el mayor de los hermanos que en ese momento era tratado como un niño.

 

—Tienes que descansar, lo dijo el Doctor Usami…Lo voy a llamar y le voy a decir que no estas cooperando.

 

Shinobu reprendía a su hermano con una cómica pose de manos en su cintura y rostro que no admitía replica. Ryu podría haberse sentido enternecido de no ser porque su terquedad lo hacía querer rebelarse a que sus hermanos menores lo trataran como a un niño.

 

—Eso es lo que él quiere Shinobu… Estoy seguro que quiere ver al doctor sexy  otra vez.

 

Ryu le lanzo un cojín a Misaki, que rio sonoramente y corrió a su cuarto, sacándole en el camino la lengua a su muy molesto hermano.

 

—Mocoso malcriado. —Gruño Ryu. Shinobu con sus brazos ahora cruzados en el pecho lo miraba con molestia.

 

—Ya me voy a dormir… ponte a hacer tarea o busca algo que hacer y déjame en paz.

 

Le dijo Ryu dirigiéndose a su habitación y cerrando de un portazo.

 

Una hora después aun Hiroki no llegaba. Shinobu se asomó en la habitación donde Ryu dormía profundamente.

 

—Es un terco, estaba muerto de sueño. —Susurró Misaki tras Shinobu, viendo a Ryu dormir pacíficamente.

 

—Te duró poco la normalidad. —Le dijo Shinobu con una mueca, viendo que Misaki volvía a  ser el mismo de siempre.

 

Misaki sonrió y se miró satisfecho en el espejo de la sala, la ajustada y transparente camisa roja no dejaba nada a la imaginación, se podía apreciar en todo su esplendor, la fina línea del torso de Misaki, sus rosados pezones perforados por finos aros. Los dos tatuajes que adornaban su espalda, su firme vientre, y muy abajo en su caderas el descolorido y raído jean, que tenía dos enormes rajas en donde finalizaban las nalgas. Su cabello iba suelto brillante con sus destellos castaños, los aretes de sus orejas combinados con rojos y platas. Una fina línea negra en sus ojos haciéndolos ver más grandes y más verdes. Y finalmente sus seductores labios cubiertos con un delicado brillo.

 

—Yo  digo que me veo genial… la ropa aburrida. —Misaki hizo un dramático estremecimiento recordando lo que había vestido hasta hace poco. —Esos trapos horrendos si eran un disfraz, este, soy yo.

 

Shinobu pensaba que su hermano no tenía ni idea de quien era, pero no quiso decir nada, debían mantener las peleas a raya, pues Ryu y los bebes debían estar muy tranquilos y felices.

 

Misaki recogía su bolso para irse al trabajo, cuando sonó el timbre. Shinobu lo miró con extrañeza, nadie los visitaba y Hiroki tenía llave.

 

—Sé que están allí señoritas, abran la puerta.

 

La cara de asco y desdén apareció en seguida al oír los bruscos golpes a la puerta y la desagradable voz de quien menos deseaban ver.

 

—Abran… me deben tres meses…abran ya o usare mi llave.

 

Los bruscos toques a la puerta se hicieron más fuertes. Misaki corrió a abrir, Shinobu tras él, no querían que Ryu despertara con aquella desagradable visita.

 

—Deja los gritos, panzón.

 

Gruñó Misaki al momento de abrir la puerta. El casero, un hombre desagradable que pasaba los cincuenta y cuyo rostro jamás vio tiempos mejores, lo miró de arriba abajo, con sus ojos ladinos y lujuriosos, llenos de deseo.

 

—Hola divina muñeca.

 

Misaki, no pudo evitar la expresión de asco, cuando el rechoncho hombre, barrigón y maloliente, puso su pesada mano alrededor de su muy fina cintura.

 

—Yo no sé porque pierde el tiempo una belleza como tú, trabajando en una disco tienda… —El desagradable ser sacó su lengua, humedeciendo sus resecos labios y haciendo que un atisbo de su pestilente aliento, llenara las fosas nasales de Misaki causándole repulsión.

 

—Sé que hay muchos hombres ricos que pagarían lo que fuera,  por una noche con este precioso cuerpo.

 

—Quítame las manos de encima cerdo. —Gruñó Misaki, tratando de empujarlo.

 

—Yo no me vendo por nada en este mundo... Muchos menos a alguien como tú —Le dijo Misaki, cuando logró que el hombre se alejara un poco de él.

 

Shinobu quería agarrar al tipo y golpearlo hasta solo ver sus huesos. Pero debía contenerse, aquel debía ser un duelo de palabras, todo por el bien de Ryu. Se repitió muchas veces aquello, más, cuando el asqueroso hombre tomó a su hermano por los hombros acercándolo a él.

 

—Me deben dinero princesita, tú podrías pagarlo con este delicioso cuerpecito. Podrías hasta llegar a un acuerdo y les darías a tus hermanos muertos de hambre un lugar donde vivir.

 

—Suelta a mi hermano,  desgraciado… antes de que te parta la boca —Le escupió Shinobu con ira, cuando vio que el hombre posaba sus manos en las caderas de Misaki.

 

—Shinobu no hagas escándalo, acuérdate de Ryu. —Le dijo Misaki con molestia.

 

—Pero Misaki... —Shinobu quiso protestar, pero otra voz, potente y profundamente molesta llenó el pasillo del edificio.

 

—Murakami san, tiene cinco segundos para soltar a Misaki.

 

El hombre sonrió diciendo con desdén. —Pero si llegó la otra muñeca.

 

Lo que no se esperaba el hombre  era que al voltear, Hiroki lo estuviera apuntando con  un Taser(*)

 

—Esta muñeca va a hacer que se orine en sus pantalones sino suelta a Misaki… le quedan dos segundos.

 

El Taser se veía bastante amenazador y Hiroki lo acciono haciendo saltar chispitas eléctricas frente a los ojos del hombre. Este,  soltó a Misaki y levantó las manos alejándose de los chicos, pasó temeroso por un lado de Hiroki que se colocó entre Misaki y el asqueroso ser.

 

—Vine por mi plata… o los voy a sacar de aquí como los muertos de hambre que son.

 

Gruñó el hombre con resentimiento.

 

—Le pagaremos la semana que viene… ya le habíamos dicho eso. — Dijo Misaki tras Hiroki.

 

—Me pagan hoy… o se van ya mismo a la calle. —Le escupió Murakami mirándolos con odio.

 

Misaki y Shinobu estaban aterrados, la perspectiva de que los sacaran del único hogar que habían tenido en años era espantosa, y más terrible aun con su hermano embarazado de dos bebes.

 

—Espere aquí…—Dijo Hiroki con un suspiro, pero antes de entrar al departamento le entregó el Taser a Misaki. —Si se les acerca aunque sea un centímetro, electrocútalo.

 

Misaki tomo el aparato y le sonrió de la manera más siniestra al casero, que los miraba con maldad pura.

 

—Algún día vas a caer muñequita…

 

Le dijo el viejo lamiéndose asquerosamente los labios.

 

—Primero muerto que caer con un sucio como tú. —Le soltó Misaki con repulsión.

 

Cuando el hombre iba a decir algo mas, quizás a insultarle. Hiroki salió con un sobre en sus manos. —Allí tiene, ahora lárguese.

 

Murakami contó el dinero, sonrió complacido y volteo a mirar  a los jóvenes. —Por hoy se salvaron, pero no vuelvan a atrasarse, ustedes saben que me importa un carajo que mi hermano haya sido amigo de sus padres, si se atrasan otra vez los votare de aquí.

 

Respiraron profundo cuando estuvieron seguros de nuevo dentro del departamento.

 

—Hiroki gracias al cielo llegaste. —Le dijo Misaki mirándolo con alivio.

 

—¿De dónde sacaste esto? — Preguntó Misaki entregándole el Taser, luego le preguntó con intriga sin dejarlo siquiera contestar. — ¿Y el dinero Hiroki, eran tus ahorros?... Ryu se va a enfadar.

 

Hiroki suspiró y apago el Taser, antes de responder. —Esto lo tengo por precaución. El dinero…bueno, lo estaba guardando para comprarle la cuna al bebe de Ryu. Una vez hablamos de eso y él… tenía una triste expresión en su rostro. Me dijo que no tendríamos dinero para eso, pero que su hijo podía dormir con él en la cama.

 

Hiroki hizo una mueca de pena recordando aquel día. —Yo desde ese día, guarde todas las propinas que me daban, porque quería darle la sorpresa a Ryu y comprarle la cunita…Él bebe debe tener un lugar dulce y calentito donde dormir.

 

Shinobu ahogó un sollozo en sus manos, Misaki miraba a Hiroki tragándose el nudo que atenazaba su garganta.

 

—Los bebes tendrán su cuna Hiroki, ya veras, entre todos conseguiremos como comprársela.

 

Le dijo Misaki, poniendo su mano en el hombro del castaño.

 

“¿Bebes?”

 

Hiroki sintió como si ese día hubiese estado perdiendo el hilo de las ideas. —¿Misaki, dijiste bebes?

 

Misaki sonrió enormemente, recordando que tenían dos motivos para ser felices y por los cuales  no dejar de luchar.

 

—¡Ja! Sí, dije bebes, pero dejare que Shinobu te cuente,  yo tengo que ir a trabajar.

 

Misaki alborotó el cabello de Shinobu y le dio unas suaves palmaditas a la espalda de Hiroki despidiéndose con una gran sonrisa.

 

—Estuviste genial allá afuera Hiroki, casi te veías… no se… ¿rudo?... gracias por ayudarnos.

 

Hiroki le sonrió. — Ponte un abrigo Misaki por todos los cielos… y si ves a ese tipo por allí no te le acerques. —Negó con la cabeza cuando Misaki a regañadientes colocó sobre sus hombros una larga chaqueta y salió del departamento. Cuando Misaki cerró la puerta, Hiroki le preguntó a Shinobu.

 

—¿Bebes?

 

******

 

—Vaya por fin llegas, pensé que no vendrías a trabajar hoy.

 

Misaki respiró con alivio al estar ya dentro de la tienda, el encuentro con el casero le había dejado los nervios de punta, aunque no quisiera admitirlo.

 

—Tuve… algunos problemas para salir de mi casa, pero ya estoy aquí así que deja de quejarte Tenshin y ponte a trabajar. Se quitó la chaqueta y caminó hacia el mostrador para ocupar su lugar en la caja, mientras Tenshin lo miraba pensando que su amigo se veía más provocador que nunca.

 

Pero Tenshin no era el único que lo miraba, otra persona lo observaba desde lejos, oculto entre la muchedumbre.

 

Akihiko lo vio pasar hacia la tienda, lo había estado esperando desde hacía rato. No sabía cómo había llegado hasta allí, solo supo que su cuerpo parecía pensar solo, y  se había movido inconscientemente hasta aquel sitio.

 

Se debatía entre entrar a saludarlo o salir corriendo del lugar y recuperar su cordura. Misaki era un cumulo de sensaciones nuevas en su corazón. Una necesidad nueva de querer poseer algo, de querer hacerlo suyo y de que nadie más pudiera tenerle. Le fascinaba su carácter fuerte y arrogante, lo inverosímil de su aspecto, y el contraste entre su forma de ser y su forma de vestir, era como una brisa fresca encontrarse a alguien tan liberal, tan espontaneo, tan genuino.

 

Cuando se decidió a entrar a la tienda y dar cualquier excusa para justificar su presencia, el celular vibró en su bolsillo.

 

—Excelente, justo cuando dejé de ser un gallina suena el teléfono. —Dijo Akihiko con molestia sacando el teléfono para ver quien lo perturbaba en tan importante momento.

 

Su cara se contrajo en una mueca de preocupación. Después de todo, no era muy frecuente que su padre le llamara.

 

[Padre] Dijo Akihiko con seriedad, al responder.

 

[Akihiko deja lo que estés haciendo y ven a la casa, te necesito aquí.]

 

Akihiko iba a responderle a su padre, cuando escuchó la inequívoca voz de su hermano, con un tono altisonante y evidentemente molesto.

 

[Puedes llamar a los militares si te da la gana… No voy a cambiar de opinión.]

 

Akihiko frunció el ceño, solo una cosa podía tener a Nowaki así de alterado.

 

[Iré en seguida para allá.] Le dijo a su padre y sin comprobar si este le había escuchado colgó.

 

Miró hacia la tienda. Tenía una exquisita vista frente a él. Misaki reía a carcajadas, bailando con su rubio amigo alguna canción que no podía alcanzar a escuchar. El cabello castaño y brillante se agitaba con los agiles movimientos, la fina cadera se balanceaba con cadencia. La descarada ropa se veía de alguna manera perfecta en aquel hermoso joven, y su perfecta sonrisa lo hacía ver más encantador. Akihiko suspiró derrotado, imaginaba porque estaba molesto Nowaki, sus padres tenían meses tratando de comprometerlo con algún buen partido de su círculo de amigos.

 

Era un círculo muy grande el que lideraba la familia Usami, un prominente y adinerado médico, no dejaría que ninguno de sus hijos se enamorara de alguien inferior a él. Akihiko lo sabía por experiencia pues su compromiso con Aikawa había sido arreglado de aquella forma. Después de todo la chica era hija de unos de los mejores amigos de su padre.

 

Akihiko pensaba mientras conducía camino a su casa. No se había opuesto al compromiso, había seguido los dictámenes de su padre como un sereno corderito. En ese momento deseó haber sido como sus hermanos. Haruhiko se independizo aun siendo muy joven, la relación entre él y su padre fue muy cortante durante mucho tiempo, hasta que Fuyuhiko Usami entendió que Haruhiko no se sometería a sus caprichos.

 

Nowaki era aún peor, estudió medicina por seguir a Haruhiko, pues este siempre había sido su modelo. Pero escogió la especialidad que quiso y siempre había hecho lo que quería. Era cierto que él y Haruhiko lo consentían en todo, pero Nowaki era un gran hombre, independiente, trabajador, responsable. Su hermano no sería un títere de su padre, de eso estaba seguro, y también estaba seguro de que en su casa debería estar armado un gran lio para que su padre le llamara.

 

*****

 

— ¿Como que se fue?

 

Misaki estaba furioso, cuando su amigo se fijó  bien y le dijo con un dejo de tristeza.

 

 —Sí, se fue.— Tenshin volvió a su trabajo que había detenido cuando se había percatado de que Akihiko veía la tienda desde lejos.

 

—Ese imbécil…y yo poniendo todo mi empeño en mostrarle bien la mercancía.

 

Misaki tenía sus manos puestas en las caderas, contoneándose descaradamente con una brillante sonrisa.

 

—A lo mejor lo llamo su novia. —Lo pico Tenshin con envidia. Misaki era muy hermoso, y la prueba estaba en que tenía a aquel guapo hombre, acosándolo desde lejos.

 

Misaki hizo una mueca de desdén y alzo sus hombros restándole importancia a las palabras de su amigo. —Él se lo pierde.

 

El rubio lo miró intrigado, luego de unos segundos le preguntó sonriendo,  olvidando el tema del guapo acosador.

 

—¿Vas a ponerte el piercing hoy?

 

Misaki levanto sus brillantes esmeraldas mirándolo con sorpresa, había olvidado ese detalle, pero gastar el poco dinero que tenía en eso, era un locura con la situación como estaba en su casa.

 

—No lo creo. —Dijo bajando la mirada y acomodando algunos Cds, en un estante.

 

—¿Por qué?... demonios Misaki, le dije a Miharu que iríamos hoy.

 

Misaki suspiró hastiado, ya era bastante molesto no tener dinero, para tener encima que decirle a su amigo que no podía darse el lujo de gastar los pocos centavos que tenía.

 

—No molestes Tenshin, no tengo dinero, me lo pondré después.

 

Misaki le dio la espalda y caminó hacia la caja. Tenshin supuso lo que pasaba, el conocía un poco la situación de Misaki y sus hermanos.

 

Se acercó sigiloso y lo cogió de sorpresa por la espalda. Misaki grito y ambos empezaron a reír, hasta cansarse.

 

Entre suspiros y jadeos, el rubio le dijo a Misaki. —Te adelantare tu regalo de cumpleaños.

 

Misaki trataba de recobrar el aliento, negó con la cabeza y cuando pudo hablar le dijo con seriedad. —No Tenshin, déjalo… ya me lo pondré luego.

 

Pero el rubio no se dio por vencido. —Vamos Misaki. Imagina ese hermoso dragón adornando ese plano y firme vientre, sabes que lo quieres.

 

Misaki finalmente cedió, llegaron al acuerdo de que se lo pagaría como pudiera. Ahora Misaki no veía el momento de salir de la tienda, sin saber que aquello cambiaría su vida.

 

******

 

—¡No voy a hacer lo que te dé la gana Padre!

 

Cuando Akihiko entró a su hogar, lo primero que escuchó fueron los gritos de Nowaki.

 

—Eres un malcriado y un grosero, y eso es tu culpa.

 

Akihiko arrugó el ceño, imaginaba a quien increpaba su padre, y si Haruhiko estaba en la casa el problema debía ser mayor de lo que pensaba.

 

—No metas a mi hermano en esto… yo soy quien toma sus decisiones.

 

Cuando Akihiko entró en la sala, miró la escena frente a él,  como si ya la hubiese visto antes. Su padre en el medio de la sala, con el rostro enrojecido por la ira. Nowaki frente a él, con cara de hastío. Su madre sentada silenciosa en un amplio sofá y finalmente Haruhiko, viendo todo serenamente, pues ya sabía que fuera como fuera Nowaki se saldría con la suya.

 

—Akihiko, que bueno que llegaste, a ver si tú haces que el cabeza dura de tu hermano entre en razón.

 

Nowaki lo miro con desafío, Haruhiko lo vio esbozando una cínica sonrisa, una que llevaba un tácito “Atrévete”, que finalmente era innecesario pues él nunca iría contra los deseos de su querido hermano menor.

 

—Primero vamos a calmarnos, y alguien que me diga que es lo que está ocurriendo.

 

—El gran Fuyuhiko Usami, quiere que me case con una oportunista, solo porque es hija de uno de sus amigotes.

 

Gritó Nowaki exasperado.

 

—Sakura Hanekawa no es ninguna oportunista, es toda una señorita de sociedad, y es lo mejor que podría pasarte.

 

Gritó Fuyuhiko con molestia. Pero Nowaki no era de los que se quedaban callados.

 

—La muy señorita de sociedad que se ha acostado con medio club de golf, y que tiene la peor fama de cualquiera en todo tu maldito círculo social.

 

Fuyuhiko levanto la mano para abofetear la cara de su hijo. En un segundo estaba Haruhiko frente a su hermano. —No se te ocurra ponerle un dedo encima.

 

—Haruhiko. —Le advirtió Akihiko, pero su hermano se cansó de todo aquel espectáculo. Volteo su rostro a Nowaki y le dio una clara orden.

 

—Ve a tu cuarto y recoge tus cosas, cuando tengas todo recogido baja y espérame en el auto.

 

Nowaki estaba molesto y confundido, sus labios temblaban de la ira retenida que sentía. Pero Haruhiko era su muy amado hermano mayor a él no se le opondría. Asintió en silencio y salió presuroso de la sala.

 

—Cuando vas a entender que somos tus hijos, no tus empleados, no tus esclavos… Tus hijos.

 

El tono de voz de Haruhiko era sereno, pero su mirada era turbulenta y guardaba mucho rencor.

 

—Solo estoy haciendo lo mejor para él. —Le respondió su padre en el mismo tono. Luego agregó sentándose al lado de su madre.

 

—Llegó aquí diciendo que está enamorado, de un tipo a quien apenas conoce. No supo darnos detalles de esa persona, pero seguro es un aprovechado que solo quiere su dinero.

 

—¿Cuál dinero Padre?. —Intervino esta vez Akihiko. —Nowaki no usa el dinero de la familia, lo que tiene se lo ha ganado con trabajo, de todos nosotros es al que menos le importan los lujos o las comodidades. ¿Te has sentado a mirarlo?, ¿Has notado los logros que ha alcanzado, el solo?. Nowaki ya no es un niño Padre, es hora de que veas eso.

 

La puerta de la calle resonó con un enorme portazo, Haruhiko y Akihiko sonrieron, su hermanito a veces podía portarse como un malcriado.

 

—Estará en mi casa hasta que cambies de actitud, y créeme que si yo veo que esa persona quiere hacerle daño, lo destruiré con mis propias manos. Por los momentos lo único que deseo es la felicidad de Nowaki y si tú eres un impedimento para que él sea feliz, pasare por encima de ti si es necesario.

 

Akihiko suspiró, Haruhiko era a veces muy duro con su padre. Su hermano se acercó a su madre y besó su frente con dulzura. Salió sin despedirse de su padre, y dándole a él solo un ligero apretón de manos.

 

Nowaki estaba sentado en el auto de Haruhiko, con el rostro enfurruñado. Su hermano se sentó en el asiento del conductor y encendió el auto para decir casi al momento. —Quita esa cara que ahora tú y yo vamos a hablar.

 

******

 

Misaki llegó un poco tarde aquella noche, la piel alrededor de su ombligo ardía, picaba, y estaba de un profundo carmesí. No se había percatado si Miharu había desinfectado los instrumentos con los que perforo su piel, y ya en este punto era muy tarde. Sonrió al ver de nuevo el pequeño dragoncito que colgada de su ombligo.

 

Como entró sigiloso nadie notó su llegada, pero él sí pudo escuchar una suave voz que provenía de la cocina semioscura.

 

—A su abuelita le encantaba tejer. —Escuchó a Ryu decir con ternura. —Cuando su tío Shinobu nació, ella le había tejido unas hermosas botitas y muchos suetercitos.

 

Ryu suspiró y agitó una cucharita dentro de un recipiente vacío. Eso extrañó a Misaki que lo miraba desde la puerta de la cocina, pero cuando iba a decir algo su hermano continuó con el dulce dialogo con sus bebes. —Mami no sabe tejer… pero les va a comprar muchas cosas lindas.

 

Ryu sollozó y Misaki conmovido entró sigiloso y lo abrazó con ternura por la espalda.

 

Ryu le dijo, tratando de sonar normal. —Llegas tarde.

 

Misaki sonrió y coloco sus manos sobre el vientre de su hermano. — ¿Estás hablando con  los mococitos?

 

Ryu sonrió bajando su mirada, Misaki siempre sabia como evadir sus reclamos. Misaki se sentó a su lado y lo miró con cariño. — ¿Ahora comes helado imaginario?

 

Ryu miro la taza vacía y sonrió con tristeza. —Quería helado de uva con chispas de chocolate. —Los ojos de Ryu se llenaron de lágrimas, pues dentro de aquellas palabras estaba la certeza de que estaba solo, de que nadie iba a correr a media noche a cumplirle su antojo, de que nadie iba a despertarse con él en la mañana y a sonreírle y acariciar su vientre agradecido por sus hijos. En aquellas palabras estaba la soledad, el abandono y el dolor porque Kaoru no estaba a su lado.

 

Misaki se puso de pie y lo envolvió entre sus brazos, sabía que al día siguiente Ryu volvería a ser el de siempre, rudo y fuerte, así que en ese momento lo acompañó en su debilidad, lo dejo lamentar su dolor, y se unió a él en su pena, ya habían sido muchos años aguantando con fortaleza, era justo que Ryu se dejara llevar por la debilidad aunque fuera una sola vez.


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