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APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola, Ninaaaaaaa, te extrañaba, ahora me falta Shiga san y tengo a todas mis hermosas lectoras conmigo otra vez.

 

Gracias a todas.
 Melyoan, Lau_Nith, samueselmo,rorokamijou,bettychan,Miny Nazareni,Kyo.

 

Soy feliz cada vez que veo sus mensajes y las extraño cuando no me escriben, jejejejeje, bueno las dejo en paz.

 

Les dejo el nuevo capi, espero les guste, un abrazo enorme y nos vemos el viernes.

Vivir, viviendo.

 

—¿Qué haces levantado Ryu?

 

—Mira mocoso malcriado si tú crees… —La protesta de Ryu murió en sus labios tras las palabras de Misaki apoyando a Shinobu.

 

—Shinobu tiene razón, deberías estar descansando, además estas de reposo, no vas a ir a trabajar.

 

No era porque Misaki lo estuviera reprendiendo, tampoco porque apoyara a su hermano menor con quien siempre estaba discutiendo. El asombro de todos los que estaban en la cocina, era por la hora. Sí, por la hora. Misaki solía despertar después del mediodía, su trabajo en el turno de la tarde le permitía darse ese lujo. Pero eran las siete de la mañana y eso tenía a todos asombrados.

 

—No me vean así, conozco a Ryu e imagine que en lo que Shinobu se fuera buscaría la forma de ir al trabajo el también. —Misaki hizo un movimiento rapido y se acercó a su hermano señalando con el ceño fruncido su vientre—. Esos que están allí son mis sobrinos y los voy a cuidar.

 

Misaki se sentó y Ryu suspiró derrotado, sentándose a desayunar también. Quizás todo aquello provenía de la conversación que habían tenido la noche anterior.

 

*****

 

—¿No le piensas decir que va a ser padre?

 

Le preguntó Misaki quitando el envase vacío donde Ryu fingía comer helado.

 

—¿Para qué?...¿Qué sentido tendría?

 

Misaki lo miró alzando una ceja sorprendido. —¿Sentido?, Ryu por favor, son sus hijos él tiene que ver por ellos.

 

Ryu ocultó su rostro entre las manos. —No puedo Misaki, si le digo y me rechaza o a ellos, no podría soportarlo.

 

Fueron lastimeras aquellas palabras. Se notaba que Ryu había sufrido. Se sentía abandonado, decepcionado por alguien que había jurado amarle.

 

—Él me prometió que no me abandonaría. Lo hizo esa vez, cuando su madre lo envió con su padre aquí a la ciudad.

 

Ryu limpió las lágrimas que se empeñaban en salir, sin su consentimiento.

 

—Yo le creí Misaki. —Dijo con tristeza, miró a su hermano con una infinita desolación—. Le creí aun después de que se casara, le creí después de las muchas veces que me prometió que la abandonaría. Seguí creyéndole y me entregue muchas veces a él, dándole mi confianza. No Misaki, no puedo arriesgarme y decirle, hablarle de ellos, porque ahora sé que puse mi fe en una mentira.

 

Misaki entendió, supo por primera vez cuan lastimado estaba su hermano, y se propuso ayudarlo a salir de ese lugar triste donde se encontraba.

 

******

 

—Hola bola de pelos. —Saludó Ryu al gatito que se restregaba en sus pies.

 

—Miau… miau…miau

 

Ryu rio ante la insistencia del pequeño gatito. —Oye estas muy enérgico hoy. —Le dijo cargándolo con mimo y llevándolo al tazoncito que le habían improvisado para que comiera.

 

—En la nevera hay leche Ryu,  y yo le compre un poco de comida para gatos, está en la alacena.

 

Aquella parecía ser la mañana de las sorpresas, pues Hiroki había entrado en la cocina muy perfumado y arreglado.

 

—Suéltalo Hiroki, ¿con quién y a dónde vas?. —Preguntó Misaki con una traviesa sonrisa.

 

Hiroki hubiese esperado ayuda de sus otros amigos, pero se encontró con que todos lo miraban expectantes. El castaño suspiró, de nada le servía mentir, además era muy malo diciendo mentiras.

 

—Tengo una cita.

 

Lo que esperaba sucedió y tuvo que sentarse sonrojado y molesto ante la algarabía, de silbidos, gritos y exclamaciones de alegría.

 

—Oye mal amigo te lo tenías guardado.

 

Le riñó Ryu con un puchero de molestia.

 

—No he tenido tiempo de contarles, apenas lo conocí hace dos días.

 

Hiroki ni los miraba, comiendo enfurruñado su cereal.

 

—¡Wow! Y yo que pensé que eras tímido… vaya que eres rápido. —Misaki se acercó a su bolso y saco un paquetito dorado metiéndolo en el bolsillo de Hiroki. —Dos palabras amigo “Usa condón”

 

—¡Misaki!. —Le gritó Ryu con molestia. De la cabeza de Hiroki podría verse en cualquier momento salir humito, de lo rojo que estaba. Shinobu reía por lo bajo, su hermano tenía una gran lengua, muy desinhibida y nada recatada.

 

—¿Qué?... con dos paqueticos que nos traiga la cigüeña es suficiente.

 

—Maldición Misaki, te voy a dar de nalgadas.

 

Misaki se carcajeo, ante el arranque de Ryu. —Trata de alcanzarme, ya ni puedes caminar, en unos meses rodaras.

 

Ryu, se puso de pie iracundo, pero Shinobu lo tomó por el brazo sentándolo de nuevo.

 

—Come y no le hagas caso al tarado ese.

 

—¿A quién le dices tarado?...tu, buscapleitos. —Misaki casi tira su cereal, cuando se puso de pie para reprender a Shinobu. Hiroki sonreía, aquellas mañanas eran su todo.

 

—Vamos Shinobu te llevo a la prepa. —Dijó el castaño, enjuagando su plato.

 

Shinobu asintió y besó la frente de Ryu, acariciando luego su vientre para despedirse de sus sobrinos.

 

—Hare algo rico de almuerzo cuando regrese, tú, descansa todo lo que puedas. —Se despidió Hiroki. Ryu asintió mirándolo con un dejo de preocupación, que Hiroki entendió enseguida.

 

—Solo es un paseo en el parque. —Le dijo acariciando su mejilla. —Nada me va a pasar.

 

—Misaki no lo hagas enojar. —Le dijo Shinobu a su hermano, y este lo ignoró olímpicamente.

 

—Diviértete. —Dijeron Misaki y Ryu al unísono, cuando Hiroki salió en compañía de Shinobu.

 

—Llévate al saco de pulgas a tu cuarto, me da alergia solo verlo. —Dijo Misaki con desdén. Ryu sonrió y tomo a la pequeña criatura y se dirigió a su habitación para dormir un poco más. Misaki no le tenía ganas al gatito, al contrario, le gustaba, él era el único que le sacaba genuinas sonrisas a su hermano y eso era lo que Ryu necesitaba. Sonreír, como lo había hecho hace mucho tiempo, antes de que el bastardo de Kaoru le robara la poca felicidad que le quedaba.

 

—Infeliz. —Gruño Misaki, refiriéndose al objeto de su odio, y no sabía lo acertado que estaba siendo, pues Asahina Kaoru era un ser muy infeliz.

 

******

 

—Vamos al club querido, tu papa dijo que estaría allí hoy.

 

Kaoru, ni siquiera la escuchó, estaba parado en el balcón de su habitación observando el imponente paisaje, el edificio lujoso, el apartamento enorme y decorado con exquisito gusto, el moderno auto que conducía cada mañana, las cuentas de banco que poseía. Nada le llenaba, nada le daba consuelo. Solía pensar que había tenido todo lo que quería, con tan poco. La sonrisa de Ryu, sus besos, sus manos acariciándole el cuello, la espalda, sus gemidos apagados sonando en sus oídos, sus palabras de amor sinceras.

 

“Te juro que jamás voy a abandonarte”

 

 Eso le había dicho aquella vez, ahora se odiaba por haberle hecho caso a su madre, por haber aceptado ser el heredero de un hombre desalmado, por haber abandonado a su único amor, solo por protegerlo.

 

—Kaoru estoy hablándote.

 

Su esposa comenzaba a exasperarse por la actitud ausente de Kaoru.

 

—Lo siento ¿qué me decías?

 

La mujer chasqueo la lengua con fastidio. —Que termines de alistarte para ir al club, tu padre nos espera.

 

Kaoru hubiese podido gritar en ese momento, del hastió que sentía. Su vida vacía transcurría entre cenas y reuniones, entre idas al club, almuerzos y todo ese compendio de tonterías que lo que hacían era hartarlo más de su situación. Si tan solo pudiera huir, llevarse a Ryu muy lejos. Pero sabía de lo que era capaz su padre y Ryu era su todo, prefería saberlo lejos pero seguro, que llorar su muerte sin poder hacer nada para evitarlo.

 

—Ve tu Chiyuki, yo no deseo salir hoy.

 

—Últimamente no quieres hacer nada Kaoru, sobre todo si es conmigo. —Le reprochó la mujer.

 

Tomó su cartera y su abrigo diciéndole con un aire malévolo. —Más te vale que no tengas una amante por allí, si tu padre se entera no se de lo que sea capaz.

 

El portazo retumbo en los oídos de Kaoru, se sentó en la cama sintiéndose aún peor, pues ahora confirmaba sus sospechas. Tenía el enemigo en su propia casa. En un arranque de furia buscó una maleta y comenzó a guardar sus cosas. ¿Que perdería?, nada de lo que tenía lo deseaba, ni los lujos, ni el dinero, él no lo necesitaba, solo quería a Ryu con él y a su vida de regreso. Había dejado que su padre lo manipulara por mucho tiempo, ya era hora de dejar todo eso atrás.

 

—¿A dónde va Asahina sama?

 

Le preguntó el chofer que conducía su auto, solo cuando él se lo permitía o cuando su mujer se antojaba de presumir su poder.

 

—Kaoru agarró con firmeza su maleta, extrañado de ver al hombre apostado en la puerta de su departamento —Me voy de aquí, no se preocupe Okano san, no me llevare el auto.

 

Kaoru vivió en ese momento lo que menos se esperaba.

 

 —Me temo Asahina sama que no puedo permitirle hacer eso. —Le dijo el hombre quitándole con cierta brusquedad la maleta de las manos.

 

—¡Qué demonios!. —Gritó Kaoru colérico, pero dos hombres que jamás había visto y que no supo de donde habían salido, lo tomaron de los brazos y lo introdujeron de nuevo al apartamento. Kaoru ni siquiera forcejeo de lo perplejo que estaba, al momento en que entró al departamento y los hombres lo soltaron su celular sonó.

 

[Acabo de salirme de un almuerzo con unos embajadores y el ministro Kojima, todo porque me entere que tú querías salir a pasear sin mi permiso. Quiero pensar que fue un arranque de malcriadez  Kaoru, de lo contrario, espero que tengas una buena explicación o ese amante tuyo va a sufrir las consecuencias.

 

—¿Qué?… ¿que tiene Ryu que ver en esto?. —Preguntó Kaoru con miedo.

 

 La voz de su padre sonó más perversa que nunca. [Crees que no se de sus visitas al departamento, que no sé qué no han dejado de verse. ¿Me crees tonto hijo?... Responde]

 

[No…] Respondió Kaoru lleno de desconcierto.

 

[Lo deje pasar para que te divirtieras, pero si te empeñas en largarte y dejar atrás el legado que te corresponde, me veré forzado a tomar represalias, y te daré donde más te duele.]

 

Kaoru se sintió roto por dentro, se preguntó porque su madre le había puesto en aquel predicamento y de pronto entendió. Con la certeza de que escucharía lo que imaginaba le preguntó. [Mi madre…¿a ella también la amenazaste?]

 

La risa cruel y despiadada lo hizo apartar el teléfono de su oído, cuando dejó de resonar lo acerco de nuevo y escuchó lo que más temía. [Tu madre fue una simple amante, una de las muchas que tuve. Pero me dio lo que más deseaba, un hijo, un varón que llevaría mi apellido, que se haría cargo de mi patrimonio. Ella se negó a decirme que te esperaba, pero yo lo supe, nada se me escapa, la deje creer que me había engañado hasta que tuviste edad para ocupar tu lugar y entonces yo…Hice lo que tenía que hacer, le demostré a tu madre que conmigo no se juega. Pero ahora ya no importa, ella está muerta y tú me perteneces. Ahora deja de comportarte como un imbécil y ven al club, te estaré esperando y sabes que odio esperar.

 

Kaoru se tragó la impotencia, ahora que ya tenía el panorama completo de las cosas, se sintió más desolado que nunca, pero tanta rabia también le dio valor, le dio ideas, le mostró un propósito. [Si padre, estaré allí en poco tiempo.]

 

Kaoru colgó el teléfono y caminó a su cuarto para vestirse, ahora tenía un camino claro, ahora que sabía el calvario de su madre, tenía un plan. Destruir al hombre que le había arruinado la vida.

 

******

 

Pero no todo era tristeza o venganza aquel día, pues en la entrada de un colorido parque se encontraron dos jóvenes que apenas se conocían, pero que de alguna forma estaban predestinados a amarse.

 

Hiroki llegó casi sin aliento, el llevar a Shinobu le había quitado tiempo. No lo vio por ningún lado, comenzó a perder la esperanza, pues miró a todos lados y no le encontraba. Una esfera, de esas que te dan en navidad y que si la agitas puedes ver la nieve, fue puesta frente a sus ojos. Se paralizó al escuchar la suave voz de Nowaki y su cálido aliento en el oído.

 

—Llegas tarde. —Le susurró Nowaki al oído,  agitando la bola que tenía hipnotizado a Hiroki. En ella, dos pequeñas figuras estaban tomados de la mano, sentados en un banco, rodeados de pequeñas flores. Un cumulo de diminutas estrellas se agitó en el interior del recipiente. Coloridas y brillantes, rodearon a las figuras.

 

—Somos tú y yo, estamos viendo el atardecer. —Le susurró Nowaki al oído. Hiroki quiso llorar de emoción, podía sentir el calor del cuerpo de Nowaki en su espalda, su cálido aliento acariciando la piel de su cuello.

 

—Es primavera, por eso los colores de las estrellas, son como las flores que nacen en esta estación.

 

Hiroki acarició el cristal donde aún se agitaban algunas estrellas cayendo en el regazo de las pequeñas figuras. —Estamos en primavera. —Dijo Hiroki soñador.

 

 Nowaki sonrió y cubrió las manos de Hiroki con las suyas, agitando entre ellas, de nuevo las estrellas. —Somos tú y yo, en el primer día del resto de nuestras vidas.

 

Hiroki sonrió mirando el colorido espectáculo.

 

—Pensé que no vendrías… por un momento sentí temor. —Le dijo Nowaki dándole la vuelta para encontrarse con sus hermosos ojos.

 

—Apenas te conozco. —Susurró Hiroki hundiéndose en aquellos fascinantes ojos, donde perdía la dimensión del tiempo, donde olvidaba quien era, y se transformaba en bruma.

 

Nowaki le sonrió desarmándolo por completo. —Yo soy Nowaki y tú eres Hiroki… lo demás tenemos la vida entera para saberlo.

 

—Estás loco. —Le dijo Hiroki sonriendo abrumado y avergonzado.

 

—Por ti. Desde la primera vez que te vi barriendo la entrada de tu tienda, ese día me dije que había encontrado al amor de mi vida, que no podría amar a nadie más.

 

Nowaki sonaba tan apasionado, tan sincero. Hiroki no entendía aquel arrebato, aquella pasión tan feroz. —Dices todo con tanta certeza, ¿cómo puedes estar tan seguro?

 

Nowaki lo besó con infinita dulzura, tomándose el tiempo en degustar sus labios con suavidad. —Solo digo lo que siento. —Le dijo entre besos.

 

Hiroki se dejó besar, sintiéndose arropado por tan dulces sentimientos. Era demasiado tarde para él, pues deseaba imbuirse en aquel torbellino, en aquel hermoso cuento que dibujaba para él  Nowaki.

 

— ¿Qué voy a hacer contigo? —Le dijo Hiroki suspirando derrotado.

 

Nowaki tomó el rostro del castaño entre sus cálidas manos, su sonrisa parecía una mañana deslumbrante, y en sus ojos se agitaban las olas de un mar azul. — ¿Qué te parece amarme?

 

—¿Es así de fácil?. —Susurró Hiroki, atrapado en el embrujo de aquella cristalina mirada.

 

—Solo tienes que intentarlo… Yo me encargare de enamorarte hasta que ya no puedas vivir sin mí. —Le dijo Nowaki besándolo suavemente.

 

—¿Y solo seré yo el que sienta amor?. —Preguntó Hiroki con curiosidad.

 

Nowaki lo miró con una seria expresión. —Yo siento que te he amado desde hace mucho tiempo…Dolía cada vez que te miraba, como si algo faltara dentro de mí. Mil veces me decidí a acercarme a ti y mil veces me arrepentí, temía tu rechazo, cuando menos quería conservar la fantasía de que algún día te tendría solo para mí.

 

Hiroki lo miró con ternura. —¿Cómo fue que?...

 

—Me encontré sintiendo que no podría pasar un minuto más sin tenerte. Quise creer que el magnetismo que me atraía a ti, era una voz diciéndome que tú también me amarías.

 

Nowaki lo tomó de la mano y lo insto a caminar, mientras le decía sonreído. —Y lo logre...¿verdad?...Te gusto, lo sé por cómo me miras.

 

—Presumido. —Le dijo Hiroki irritado por ser tan evidente.

 

La carcajada de Nowaki lo hizo sonreír, que más daba admitir que le gustaba, después de todo era la verdad. No era difícil enamorarse de alguien así, y eso era lo que temía más, requiere mucha confianza entregar tu corazón y Hiroki por un momento sintió temor de que Nowaki se lo devolviera destrozado.

 

—Mira, allá hay un buen lugar. —Le dijo Nowaki entusiasmado.

 

Poco tiempo después estaban recostados en un blanco mantel. Nowaki había traído todo lo necesario para pasar un romántico día.

 

—Me encanta la pediatría, todos los días estoy rodeado de niños y es increíble.

 

La plática de Nowaki era imparable, era un entusiasta de la vida. Verlo reír y hablar tan desenfadadamente, hacia que Hiroki lo encontrara cada vez más encantador.

 

—Mi papa casi se muere cuando escogí pediatría, pero mis hermanos me apoyaron mucho, sobre todo Haru, él es el mejor de los hermanos…. ¿Tienes hermanos Hiroki?

 

Hiroki le sonrió. Pues fue la primera vez que Nowaki hacia una pausa en su interminable charla.

 

—Sí. —Le respondió, pues aunque ninguno de los que vivían con él eran su familia de sangre, de corazón eran más que sus hermanos, eran su única familia.

 

—¿Lo hice otra vez verdad?. —Le preguntó Nowaki sonriéndole apenado.

 

—¿Hacer qué?. —Preguntó Hiroki sin entender.

 

—Hablar… es un mal hábito, cuando comienzo no puedo parar. Te he contado casi toda mi vida y no se aun nada de ti.

 

Hiroki le sonrió condescendiente, diciéndole con suavidad. —Me gusta… es agradable escucharte. Me gusta tu entusiasmo por la vida, se nota que has sido muy amado y feliz.

 

—¿Acaso no ha sido  así para ti?. ¿No has  sido feliz?.

 

Hiroki lo miró por un segundo, hasta que la opresión en su pecho le hizo apartar la mirada. ¿Había sido amado alguna vez?. No podía relatar bonitas historias sobre su niñez, y su adolescencia no había sido mejor. Insultos, golpes, vejaciones. Había decidido aislarse de todo y evadirse en sus libros o en sus fantasías, pero cuando la realidad lo alcanzaba se deprimía aún más. Solo cuando había huido de su hogar y se había encontrado con los que ahora eran su familia, conoció lo que era el afecto, lo que era un hogar, lo que era vivir.

 

—¿Podemos comprar un helado?. —Le preguntó a Nowaki tratando de evadir la conversación, se sentía avergonzado de su historia y lo menos que deseaba era que Nowaki la conociera y se decepcionara de él, como lo había estado su padre toda la vida.

 

—Claro, todos los helados que quiera mi príncipe. —Le dijo Nowaki obviando el cambio de actitud, tendría muchas oportunidades para conocerlo, para saber que había detrás de esa tristeza.

 

Y tenían mucho tiempo, apenas comenzaba su camino. Nowaki al final lograría que Hiroki confiara en él y Hiroki encontraría en el joven médico el inicio de su historia, la realización de su más preciada fantasía. Pero para eso aún faltaba tiempo. Tiempo que en este momento se le había acabado a un rubio, cuya mañana tranquila estaba por terminar.  

******

 

—Hasta mañana Shinobu kun.

 

Shinobu le sonrió a su compañero agitando enérgicamente la mano. Había tenido una mañana sin contratiempos. Los chicos que le acosaban a cada rato no habían portado por la preparatoria, su periodo de castigo pasó tan rápido que apenas lo notó, y ahora se disponía a correr a casa para estar con Ryu y sus sobrinos.

 

Shinobu sonrió, la idea de tener dos sobrinos lo entusiasmaba tremendamente, deseaba que el tiempo pasara rápido para ya poderlos cargar y mimarlos.

 

Cuando cruzaba la calle, sintió un brusco jalón en su bolso, y sin poderlo evitar  fue arrastrado hacia un callejón.

 

—¡Suéltame!

 

Gritaba desesperado, cuando su agresor lo lanzo al suelo con violencia.

 

El chasquido metálico y posterior brillo de una navaja lo dejó sin aliento.

 

—Grita otra vez niñita, dame una razón para rajarte esa linda cara.

 

Shinobu, no podía creerlo, ¿Por qué no lo dejaban en paz?.

 

—¿Que quieres Akino?... ¿es que no puedes dejar las cosas en paz?

 

El chico y sus dos acompañantes se rieron. —Solo cuando termine contigo. Me vas a pagar la humillación que me hiciste pasar.

 

Shinobu vio un brillo malvado en la mirada de aquel chico, y por un momento sintió temor. Pero él no era el de los que se acobardaba facialmente. Si tenía que pelear, pelearía.

 

—Bien, terminemos esto hoy, aquí.

 

Le dijo a su atacante mirándolo con soberbia. Después de todo el tampoco era un enemigo fácil.

 

Se acercó el primero de los jóvenes y le asestó un duro golpe en la cara, haciéndolo tambalear. Shinobu logró darle una certera patada, que lo hizo dar al suelo. El tiempo se detuvo para Shinobu cuando los otros dos se le abalanzaron, sabía que no saldría bien librado de aquello, mucho menos cuando uno de ellos blandía una navaja.

 

“Perdón Ryu”

 

—¡Deténganse!

 

Aquella voz le pareció mágica. Sus agresores echaron a correr. Miyagi llego a él casi en segundos.

 

—¿Estas bien?. —Le preguntó revisándolo con cuidado.

 

Shinobu temblaba de pies a cabeza, no encontraba su voz. Miyagi lo abrazó con cariño.

 

—Ya estas a salvo…tranquilo…tranquilo.

 

—¿Cómo?...

 

Shinobu apenas logro articular la pregunta. Miyagi, le sonrió con ternura.

 

—Vine a buscarte para contarte que ya tienes empleo, te vi a los lejos, toque corneta pero no escuchaste y entonces vi cuando te arrastraron al callejón. No llegue antes porque me detuvo un policía, cuando deje el auto estacionado en medio de la calle y corrí hacia aquí.

 

Shinobu sonrió con los ojos húmedos de lágrimas que no deseaba derramar.

 

—Gracias.

 

Miyagi lo abrazó con fervor. No sabía si el alivio que sentía en su corazón era por tenerlo en sus brazos o por haberlo salvado. Lo que si entendió de inmediato era que sentía mas que amistad por aquel pequeño rubio, y eso en cierta forma le asustó, llenándolo de un montón de aprensiones, con las que lidiaría después. Ahora lo que más le importaba era dejar  a Shinobu a salvo en su casa y encargarse de que aquello no volviera  a suceder.


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