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APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

WIIIII me salio el capitulo hoy jejejejeje, bien se los dejo, espero les guste, tiene un poquito de todo, y con este capitulo finalizo el primer arco. Nos vemos en la segunda parte el domingo, besitos y Gracias por leer.

Verdades y Mentiras

 

—Por favor Miyagi san, no le diga nada a mi hermano, él ya tiene suficiente con todo lo que está pasando.

 

Shinobu lo miraba con sus enormes ojos suplicantes y Miyagi no sabía qué hacer con su cuerpo, agradeció el haber estado manejado, pues sino lo habría besado allí mismo. Una parte de él lo reprendía por aquellos pensamientos, la parte adulta, la racional, pero la otra parte, la que era dominada por los sentimientos, le rogaba que sucumbiera a sus deseos.

 

“Es apenas un niño, un estudiante de secundaria, tú debes llevarle ¿cuánto? ¿Quince, diecisiete años?”

 

— ¿Doctor Miyagi?

 

—No le diré nada Shinobu no te preocupes, yo me ocupare de resolver este asunto.

 

Shinobu podría haber jurado que Miyagi no le había prestado atención a nada de lo que le había dicho, pero no era así, y esa otra de las cosas de las que Miyagi estaba agradecido, su habilidad para hacer múltiples tareas, en ese caso escuchar a Shinobu mientras peleaba con su yo interior.

 

—Gracias Miyagi san, por todo, de verdad.

 

—No me agradezcas pequeño, estoy contento de poder ayudarte. — Le dijo Miyagi cuando se detenían en la entrada del edificio.

 

—Mañana iré a buscarte para llevarte con Keiichi, ya verás que te va a gustar tu trabajo.

 

Shinobu sonrió feliz ante las palabras de Miyagi, había olvidado el incidente reciente, nada más tenía importancia para él, más que la fabulosa noticia de que tenía un empleo y que muy pronto podría comprarles muchas cosas a sus sobrinos con su propio sueldo.

 

—No sabe lo feliz que me hace eso Miyagi san… no tendré nunca como pagarle todo lo que hace por mí.

 

Las palabras de Shinobu eran de absoluta alegría y agradecimiento, otra cosa por lo que Miyagi estaba embobado con el chico, su entusiasmo, su candidez.

 

—Trabaja duro mira que Keiichi es un jefe muy exigente… Y puedes invitarme un helado con tu primer sueldo.

 

Shinobu alargó su mano apretando la de Miyagi con fuerza. —Promesa, Miyagi san. Tenemos una cita.

 

No tenían ninguna otra connotación, fue solo un entusiasta trato, el acababa de pedírselo y Shinobu solo aceptó, pues para él era una forma de retribuirle su ayuda.

 

“¿Una cita?”

 

De pronto aquellas palabras sonaron obscenas,  a los oídos de Miyagi, una cita para verlo sonreír, para salir con él con un plan de amigos, para escucharlo conversar, para mirarlo a los ojos por mucho rato, para sentir más de aquello que lo estaba enloqueciendo. Una cita para hundirse más en la incertidumbre, en la razón que le gritaba “aléjate”, en el corazón que le decía “arriésgate”.

 

—Tenemos una cita. —Le dijo Miyagi en un tono de voz muy bajo. Shinobu lo desarmo con una dulce sonrisa, un simple gracias, y un alegre hasta mañana.

 

Miyagi permaneció minutos estacionado allí, pensado como detener los acelerados latidos de su corazón.

 

******

 

—No te vayas.

 

Hiroki sonrió, Nowaki algunas veces parecía un niño.

 

—Tengo que irme. —Le dijo con una dulce mirada.

 

—No tienes que… Quédate conmigo para siempre. —Nowaki lo tomó de la mano impidiéndole ponerse de pie.

 

—Sí y vivimos aquí en el parque. —Le dijo Hiroki  con ironía apartando su mano y poniéndose de pie.

 

Nowaki se carcajeo y comenzó a recoger las cosas, guardándolas en su morral.

 

—No tenemos que vivir en el parque sabes…Yo tengo un departamento, podemos vivir allí.

 

Hiroki volteo su rostro para mirarlo con seriedad. —¿Porque todo quieres hacerlo tan rápido?

 

Nowaki sintió que había metido la pata, pero aun así insistió. —¿Te dije que estoy enamorado de ti? —Se acercó lentamente y lo abrazó con profunda dulzura.

 

—Lo siento. —Le susurró al oído. —Fueron tantos meses deseando tenerte, que ahora que te tengo no quiero dejarte ir.

 

Hiroki se enterneció. Nowaki era realmente perfecto, pero las cosas tenían su tiempo y él tenia muchos miedos que superar. 

 

—¿Dónde está el chico arrogante, que me dijo que me haría caer enamorado de él?, ¿Es que acaso ya perdió su confianza?.

 

Hiroki lo retó y Nowaki lo miró entre complacido y travieso. —Eso jamás. Ya veras, en poco tiempo no podrás vivir sin mí.

 

Hiroki le sonrió, y soltándose de su abrazo comenzó a caminar a la salida del parque, diciéndole con picardía. —Pues hasta que eso suceda, yo me iré a mi casa y tú a la tuya, y nos veremos cómo dos novios normales en citas ocasionales.

 

Nowaki lo alcanzo gritando. —¿Qué?... No, citas ocasiónales no… Yo quiero verte todos los días.

 

Hiroki quería que se lo tragara la tierra, todos los miraban debido a los gritos de Nowaki. Pero de alguna extraña forma se sentía complacido, al ver los rostros llenos de envidia de algunas chicas que paseaban por allí. Nowaki lo alcanzó y entrelazó sus manos juntas.

 

—Definitivamente estás loco. —Le dijo Hiroki, sintiendo algo que nunca había sentido, orgullo de sí mismo.  La sensación maravillosa de que era amado por quien era, y de que esa persona que le quería, era no solo guapo sino un ser increíble.

 

Nowaki besó su mejilla con amor, diciéndole con una dulce sonrisa. —Ya no puedes devolverme, te pertenezco loco y todo.

 

Como si Hiroki quisiera devolverlo, esa idea jamás pasaría por su mente.

 

******

 

—¡Te dije que no le echaras sal!

 

—¡Cállate la boca idiota, por tu culpa esto esta incomible!.

 

Hiroki pasó de una idílica cita a una estruendosa gritería. No había terminado de entrar al departamento cuando escuchó los gritos de los chicos. Solo esperaba que no estuvieran haciendo molestar a Ryu, porque Misaki y Shinobu lo iban a conocer molesto.

 

—Los gritos se oyen en la calle.

 

Dijo Hiroki molesto entrando a la cocina. Se quedó estupefacto al ver el enorme desorden que había en el lugar.

 

—¡Fue el! —Gritaron los hermanos al unísono señalándose el uno al otro.

 

Ryu estaba sentado en la mesa silencioso, mirando la escena divertido. Sabía que Hiroki no les dejaría pasar aquello, la cocina era el lugar sagrado del castaño.

 

—¿Qué demonios hicieron para poner este lugar así?. —Gritó Hiroki tirando todo lo que llevaba en la mano sobre la mesa.

 

Misaki y Shinobu se sintieron chiquititos ante la mirada molesta del castaño.

 

—Queríamos hacer la cena para Ryu. —Dijo Shinobu con un puchero.

 

—¿Y no pudieron evitar que la cocina se transformara en zona de guerra?

 

Misaki iba a abrir la boca para decir algo, cuando Hiroki le dijo entrecerrando los ojos con advertencia. —Ni se te ocurra decir alguno de tus comentarios inteligentes o vas a limpiar la cocina tu solo.

 

Misaki cerró la boca, fingiendo cerrarla con candado y tirando la llave a su espalda.

 

—Fuera de aquí los dos, los llamare cuando la comida este lista.

 

Hiroki los miró retándolos, a ver si alguno se atrevía a desafiarle.

 

—Por tu culpa tonto. —Refunfuñó Misaki.

 

Shinobu lo empujó gritándole molesto. —Tú fuiste el de la gran idea, como si supieras cocinar tarado.

 

—¡Peleen en su cuarto!. —Gritó Hiroki iracundo, y los chicos corrieron despavoridos a su habitación.

 

Hiroki suspiró viendo el desastre, se volteó hacia Ryu, preguntándole mientras comenzaba a recoger.

 

—¿Cómo te has sentido?

 

Ryu acariciaba al pequeño gatito dormido en sus piernas. —Bien, he estado entretenido con esos dos cuidándome.

 

Ryu le preguntó entonces con interés. —¿Cómo te fue a ti?

 

Hiroki sonrió, nada de lo que dijera alcanzaría para explicar lo grande que era el sentimiento que lo invadía.

 

—Él es maravilloso Ryu, realmente increíble.

 

Ryu entendía el entusiasmo de su amigo, ese que te llena cuando conoces a alguien que cambia tu mundo, que te hace ver colores en donde no los hay, que hace que sientas que eres invencible. Alguna vez él se había sentido así, y por eso ahora temía por el frágil corazón de su amigo. Solo Ryu sabía su historia completa, solo él sabía lo que Hiroki había vivido, no quería que le hicieran daño, no después que se había sobrepuesto tan valientemente a su pesadilla de vida.

 

—Hiroki yo…—Ryu no quiso proseguir, los ojos de Hiroki brillaban con alegría, con amor, no quería dañar con sus miedos esa tan hermosa mirada. —Solo cuídate por favor.

 

Hiroki se acercó abrazándolo con ternura. —Lo hare Ryu, te lo prometo.

 

— ¿Porque no vas a mirar la tele?,  mientras yo te preparare algo rico de comer.

 

Ryu sonrió, aquella era su muy sutil manera de sacarlo de la cocina.

 

Un rato después cuando ya Misaki se arreglaba para salir, Hiroki los llamo a comer. El chico estaba encerrado en el baño, untaba una crema en la piel alrededor del ombligo, el solo tacto le dolía, y la piel no dejaba de verse enrojecida. Llenó un vaso con agua y se tomó una de las pastillas que había comprado.

 

“Pronto pasara”

 

Pero ese pensamiento no lo convenció, estaba preocupado de que aquello se hubiese infectado. Suspiró alejando los pensamientos de su mente y decidió ponerse una camisa holgada, para que no rozara la piel adolorida. Se podría pensar que vestía un atuendo recatado, pero el pantalón era tan bajo que casi poda verse la línea de su trasero. Se dio unos últimos retoques en el rostro y se recogió el cabello, luciendo un montón de aretes dorados en sus orejas.

 

Ryu resopló al verlo entrar en la cocina, donde lo esperaban para comer, pero ya no gastaría su saliva en decirle nada.

 

Cuando todos sus hermanos estaban comiendo, Shinobu aprovechó para dar su buena noticia.

 

—Tengo trabajo. —Dijo sonriendo.

 

Misaki y Hiroki se miraron anticipando lo que vendría.

 

— ¿Qué demonios? —Gritó Ryu con molestia. — ¿Quién te dijo a ti que podías trabajar?

 

—Pero Ryu, es por las tardes y necesitamos el dinero, los bebes necesitan cosas y…

 

Shinobu fue callado por el estruendo de un plato estrellándose en el suelo. — ¿Y es que acaso yo soy un inútil?

 

—Ryu cálmate por favor. — Le pidió Hiroki con preocupación.

 

—¡Me calmo un demonio!. —Ryu estaba más allá del entendimiento, en ese momento sintió que todo  se le había salido de las manos. Recordó pasajes de su vida que había olvidado, se vio siendo un adolescente, consolando a dos pequeños niños que como él habían perdido a sus padres. Tuvo que acariciar sus rostros llenos de lágrimas, tuvo que tragarse su dolor y hablarles con valentía. Se vio en medio de la noche sin nada que comer, sin dinero, en una casa que pronto les quitarían, se recordó bajo la lluvia despidiendo a Kaoru, escuchándole decir que no lo abandonaría. Rememoró el momento en el que vendió lo poco de valor que poseía, cuando ayudó a sus pequeños a vestirse, cuando corrió desesperado a la estación y abandonaron el pueblo que los vio crecer en el primer tren de la noche, dejando todo atrás, prometiéndoles a sus chicos que los cuidaría.

 

Ryu alcanzó el límite de sí mismo, se sentía fracasado, devastado, frágil y temeroso. No había lugar en aquel corazón para más derrotas. Sollozó llevando una mano a su vientre, sus hijos tendrían a la peor mama del mundo, ellos no merecían vivir de aquella forma, no merecían tenerlo a él como madre. La vida se estaba burlando de él, le estaba gritando que no podía, que no merecía nada.

 

Cubrió su boca con una temblorosa mano, tratando de sofocar los gritos de desesperación que quería brotar de su alma. Se giró y salió de la cocina caminando con pasos vacilantes.

 

—Ryu. —Le llamó Shinobu.

 

—Quie…ro…estar…solo. —Murmuró entre lágrimas desapareciendo por el pasillo.

 

—Voy a llamar a Tenshin, no iré hoy al trabajo.

 

Hiroki asintió. Cuando Misaki salió de la cocina, Shinobu miró a Hiroki con desconcierto. —Yo no quería…no quería que se molestara, pensé…

 

Shinobu sollozó con pena, no había querido ocasionarle un disgusto a su hermano.

 

—Ya cariño, no te preocupes, el solo esta angustiado y triste. Ryu está pasando por un mal momento, pero él te ama, ya verás que entenderá.

 

—¡Hirokiii!. —Gritó Misaki y el castaño se temió lo peor.

 

******

 

Haruhiko se estaba terminando de vestir. Ese día vería a sus hijos. Sumi lo había llamado, muy temprano esa mañana, para invitarlo a cenar con los niños.

 

El teléfono de su casa sonó una vez y él lo ignoró, había avisado al hospital que no atendería sino estrictas emergencias, y si fuera una emergencia lo habrían llamado a su celular. Terminaba de anudarse la corbata cuando sonó su celular.

 

“Maldición”

 

Después de todo parecía que si era una emergencia.

 

—¿Miyagi?. —Dijo al ver el identificador de llamadas.

 

[Que quieres Miyagi acaso no te dije que…]

 

[Haruhiko voy a casa de Ryu Isaka, al parecer tuvo una recaída, les pedí que no lo movieran, por favor amigo te necesito.] Miyagi sonada desesperado.

 

[Envíame la dirección voy saliendo para allá] Haruhiko no lo pensó dos veces, el medico interior se lo ordenaba, pero también el hombre en él le decía que debía correr, había deseado cada día que la semana se terminara rápido para ver a Ryu de nuevo, solo que no esperaba que su deseo se hiciera realidad tan pronto y de tan mala forma.

 

[Pero Haruhiko tengo todo listo, los niños están esperándote]

 

Keiichi sonaba molesto, pero Haruhiko no iba a ceder. [Mira Keiichi tengo que atender una emergencia, lamento hacerles esto a los niños, los buscare el sábado y los llevare al zoológico. Te llamo luego adiós.]

 

Keiichi se quedó con la boca abierta cuando Haruhiko le colgó el teléfono si dejarle hablar.[ ¿Haruhiko?...¿Haruhiko?…]

 

— ¡Imbécil! — Gritó tirando el teléfono.

 

—Mami, ¿Qué pasa?. —Le preguntó  Eita,  su hijo mayor.

 

—Nada cariño. —Le dijo abrazándole y tragándose las lágrimas. —¿Donde esta Yudai?

 

—Jugando. —Le respondió sonreído el pequeño de cinco años.

 

Keiichi lo cargó para ir en busca de su pequeño ángel de tres añitos. Ellos eran su mundo, y ahora solo deseaba que Haruhiko se uniera a ellos. Lástima que por su terquedad aquella proeza se le iba a ser muy cuesta arriba y menos ahora que tenía un rival y no lo sabía.

 

******

 

—Gracias al cielo que llegó Miyagi san.

 

Shinobu recibió al médico lleno de aprensión.

 

—¿Cómo está él?... Llame a Haruhiko ya viene en camino.

 

Miyagi se despojaba de su abrigo mientras Shinobu lo guiaba por un estrecho pasillo y le relataba lo acontecido.

 

—Discutimos, él se puso furioso y se fue  a su habitación, mi hermano lo escuchó unos minutos después vomitando en el baño y desde entonces no ha querido salir, se encerró y lo hemos escuchado vomitar pero no quiere abrirnos.

 

Llegaron a una puerta, donde Hiroki tocaba suavemente tratando de que Ryu le abriera.

 

—Ryu por favor, déjame entrar. —Rogaba el castaño.

 

—Hiroki él es el Doctor Miyagi.

 

Hiroki hizo una mueca de sonrisa y extendió su mano para saludar al médico. —Qué bueno que vino, estamos muy preocupados.

 

Miyagi se acercó a la puerta y tocó con algo de fuerza. —Isaka san, soy el Doctor Miyagi, por favor abra la puerta, necesito revisarle.

 

—Váyanse al diablo todos…¿Qué no entienden que quiero que me dejen en paz?

 

Los gritos de Ryu les confirmaron a todos que no iba a ser fácil sacarlo de allí.

 

—¿Donde esta Misaki?. —Preguntó Shinobu. Hiroki negó con la cabeza suspirando con cansancio.

 

—Se encerró en la habitación, sabes que no es bueno para manejar estas cosas.

 

Ruidos en el baño los alertaron, Ryu de nuevo estaba vomitando.

 

—Isakan san por favor…

 

Las palabras de Miyagi fueron cortadas por el sonido del timbre, el medico corrió a abrir. —Ese debe ser Haruhiko. —Le dijo a Shinobu que caminaba tras él.

 

—¿Cómo está?. —preguntó Haruhiko apenas Miyagi le abrió la puerta.

 

—No lo sabemos, se encerró en el baño y no quiere abrir. Hace unos segundos estaba vomitando.

 

Haruhiko entró al departamento y caminó hacia donde Shinobu lo guiaba con Miyagi pisándole los talones.

 

—Isaka san… soy el doctor Usami, por favor  abre la puerta. —Le pidió Haruhiko tocando la puerta con fuerza.

 

—Déjenme…!Ugh!...déjenme…en paz.

 

Haruhiko se exaspero al oír la voz entrecortada de Ryu y los ruidos que evidentemente hacia al vomitar.

 

—Abre la puerta. —Le dijo Haruhiko con seriedad.

 

Ryu, de rodillas frente al inodoro, volvió a vomitar. Estaba harto de sentirse frágil, estaba harto de sufrir, estaba harto de todo lo que estaba pasando, necesitaba que lo dejaran solo.

 

—¡Váyanse!. —Gritó con rabia, ¿por qué no lo entendían?, ¿por qué no veían que su mundo se estaba desmoronando?.

 

Se arrastró hasta la pared y se recostó de ella, llorando con ira, con desesperación, con frustración.

 

—Isaka abre la puerta o la voy a derribar. —Esta vez Haruhiko no fue condescendiente, en su voz había una tácita advertencia.

 

—No se atreva. —Gruño Ryu,  pero de nuevo las náuseas lo atacaron haciéndolo arrastrarse hasta el inodoro.

 

Haruhiko lo escuchó vomitar de nuevo y se hartó.

 

—Échense hacia tras…voy a derribar esa puerta.

 

Shinobu corrió a refugiarse en los brazos de Hiroki, Miyagi dio unos pasos atrás, dándole espacio a Haruhiko, que con un solo impulso se lanzó contra la puerta sacándola de las bisagras.

 

Si Ryu no hubiese estado vomitando habría gritado de la impresión. Haruhiko corrió hacia él y lo sostuvo por la cintura mientras terminaba de vomitar.

 

—Miyagi que preparen una jarra de té, tráeme mi maletín, déjalo en la puerta y que nadie entre.

 

Miyagi asintió y se llevó a los jóvenes, que veían desde la puerta derrumbada a su hermano con tristeza.

 

—Vamos… él va a estar bien.

 

—Por…por…por qué. —Preguntó Ryu cuando logró respirar.

 

—No me gustan las malcriadeces. —Le dijo Haruhiko, mojando una toalla y pasándosela por el rostro.

 

Ryu sacudió la cara y comenzó de nuevo a llorar, se arrastró como pudo hasta un rincón del baño acurrucándose contra la pared. Haruhiko suspiró, cuando iba a decir algo lo oyó murmurar.

 

—Odio esto…¿cree que me gusta estar así?…odio llorar, y no puedo parar de hacerlo. —Ryu secaba con rabia las lágrimas en su rostro. —¿Por qué no puedo parar de llorar?— .Gritó con frustración.

 

—¿Qué hay de malo en mí?, ¿Por qué todo me sale mal?...yo…yo solo quería una vida normal. —Los sollozos se volvieron más fuertes. —Solo tenía diecisiete años…yo también era un niño, y tuve que volverme un padre, una madre. ¿Qué sabía yo de deudas?¿Que sabía de comprar comida, de criar a dos niños?.

 

Haruhiko comenzó a entender de donde venía la ira que irradiaba Ryu.

 

—Me mate trabajando. —Le gritó Ryu mirándolo a los ojos, con los suyos anegados en lágrimas. —Yo quería que estudiaran, que lograran ir a la universidad, que tuvieran lo que yo no pude tener.

 

Ryu se abrazó conteniendo su dolor, pues sentía que estaba a punto de romperse.

 

—Hice lo que pude, pero no fue suficiente…Misaki apenas logró graduarse de secundaria y no pude ayudarlo a entrar a la universidad…yo…yo quería…pero no pude.

 

Ryu se recostó de la pared llorando con amargura, Haruhiko iba a acercarse pero de nuevo las palabras de Ryu lo detuvieron.

 

—Pensé que con Shinobu lo lograría, por lo menos el iría a la universidad…pero no, él quiere trabajar. ¿Sabes por qué? —Le preguntó a Haruhiko mirándolo con desolación.

 

El medico negó con la cabeza y Ryu murmuró con tristeza. —Porque soy un imbécil, porque me enamore, porque me embarace, porque mis hijos no tiene un padre y yo  soy incapaz de comprarles una cuna …Soy tan fracasado que no puedo ni mantener a mis hijos.

 

Haruhiko se arrodilló frente a él y lo metió entre sus brazos. Lo sostuvo con firmeza cuando el joven se derrumbó y dejo salir toda la andanada de sentimientos que le estaban mermando las fuerzas.

 

Shinobu se abrazó a Hiroki, los gritos de Ryu retumbaban lúgubres en todo el departamento, el pequeño rubio hundió su rostro en el pecho del castaño, llorando con su hermano, llorando por su dolor. Misaki escondido en su habitación se sentó en el piso en un rincón, cubriendo sus oídos y llorando con fuerza, como no lo había hecho desde la muerte de sus padres. Hiroki acariciaba el cabello del pequeño rubio derramando finas lágrimas. Ryu había sido fuerte por mucho tiempo, y finalmente se había quebrado.

 

Un rato después el llanto cesó, Haruhiko se había recostado de la pared metiendo a Ryu entre sus brazos. Lo mecía despacio oyendo como sus sollozos se convirtieron en hipos esporádicos. Acarició su cabello y le hablo con suavidad.

 

—No es malo llorar, eso no te hace menos hombre o menos fuerte, demostrar debilidad no es un defecto, es una virtud reconocer cuando no te sientes fuerte, cuando estás cansado. Les has dado mucho de ti a tus hermanos y ellos te aman y están agradecidos por eso. Si quieren trabajar, si quiere ayudarte, ¿No crees que es por ese amor que te tienen?, quizás piensan que es una forma de retribuirte todo lo que has hecho por ellos.

 

Haruhiko beso su frente sudorosa y lo abrazo con ternura. —Has sido el más valiente de los hermanos, les distes una oportunidad, una familia, los ayudaste a crecer. ¿Piensas que vas a ser una mala madre?, yo creo que vas a ser la mejor madre que puedan tener esos niños. Y si tus hermanos te quieren ayudar, pues acéptalo, porque también son suyos esos bebes, son sus sobrinos, tienen derecho a mimarlos.

 

—No quiero que tengan que trabajar en una cafetería el resto de su vida. —Susurró Ryu escondido en su pecho.

 

—Todo a su tiempo, dales espacio, tenles confianza, a lo mejor con tu hermano trabajando se encuentran más holgados y puede darse el lujo de pagarse sus estudios.

 

Ryu se removió en el regazo de Haruhiko, levantando la cabeza para mirarlo con sorna. —Todo lo ves tan fácil.

 

—Y tu todo lo haces difícil, ya ves que somos un dúo perfecto, entre los dos encontraremos un punto medio. —Le dijo Haruhiko apretándole la nariz.

 

Ryu sonrió haciendo que Haruhiko suspirara con alivio, el médico le jugó una broma a Ryu haciendo una mueca de asco y diciéndole con fingida molestia. —Eww… tienes vomito en la cara, déjame limpiarte o voy a vomitar yo.

 

Ryu limpio el vómito de su cara y sonrió con travesura limpiando los restos en la camisa del médico.

 

—Oyeee. — Lo reprendió Haruhiko, mirando su camisa de fino lino con manchas amarillas de vomito.

 

—Eso es por romper mi puerta Doctor Usami. —Le dijo Ryu recostándose de nuevo en su pecho, se sentía extrañamente relajado, como despojado de un gran peso. —Además eres obstetra, te aseguro que ves cosas peores que un poco de vomito.

 

Haruhiko sonrió, él también se sentía bien con Ryu entre sus brazos, parecía como si el joven estuviera hecho para estar allí, era de su justa medida ni más ni menos, simplemente perfecto. Pero lamentablemente tenía que romper la fantasía, debía revisar a Ryu y estaba seguro que sus hermanos también querían saber que él estaba bien.

 

—Debo revisar a los bebes. —Le dijo con calma.

 

Ryu asintió y Haruhiko lo ayudo a ponerse de pie. Las piernas le temblaban, así que Haruhiko lo cargó con cuidado.

 

—No te mal acostumbres, no voy a andar todo el tiempo cargándote….pesas mucho —Le dijo Haruhiko en son de broma.

 

Ryu se recostó de su pecho, se sentía protegido, seguro en aquellos brazos, esa era una sensación que hacía mucho tiempo no sentía.

 

—Ryu … lo siento…lo siento.

 

Le dijo Shinobu al verlo salir en brazos de Haruhiko, Ryu extendió su mano y acarició la mejilla de su hermano.

 

—Te amo pequeño, perdóname por reaccionar así.

 

—Voy a revisarle para constatar que todo esté bien y podrán estar con él.

 

Hiroki llevó a Haruhiko hasta la habitación que compartía con Ryu y pacientemente esperó afuera  con Shinobu.

 

Largos minutos después salió el medico con una suave sonrisa. —Los tres están bien, les voy a dejar unas medicinas para que se las den en la mañana y en la noche, junto con las vitaminas, y de nuevo le recomiendo mucho reposo.

 

Hiroki asintió y Shinobu preguntó ansioso. —¿Puedo entrar?

 

Haruhiko le sonrió y alboroto su cabello. —Sí, apúrate que se va a dormir pronto, le puse un sedante para que descansara.

 

Shinobu corrió a la habitación, Haruhiko y Miyagi se quedaron con Hiroki.

 

—Miyagi será mejor que te vayas, tienes una guardia que cumplir,  yo voy a quedarme por si algo se ofrece. Digo ¿si no hay problema?. —Preguntó Haruhiko mirando a Hiroki.

 

El castaño suspiró con alivio. —No… no hay problema doctor, más bien es un alivio que se quede.

 

Cuando Haruhiko despedía a Miyagi en la puerta le dijo con seriedad. —Llama a Nowaki dile que no iré a la casa.

 

—¿Nowaki está en tu departamento?. —Preguntó Miyagi extrañado.

 

—Larga historia, que te la cuente él, no olvides llamarlo.

 

Miyagi asintió, y se despidió de Haruhiko, mirando una última vez al interior del departamento. Apenas había cruzado palabras con Shinobu, el chico estaba muy angustiado, era una lástima que tampoco hubiese podido despedirse.

 

Misaki esperó y esperó, aun después de que las voces se habían apagado. Shinobu no volvió a la habitación, así que casi a la media noche decidió salir. Haruhiko acostumbrado a velar, estaba sentado en un sillón en la sala leyendo un libro. Misaki lo vio y saludo con una pequeña reverencia.

 

Se acercó y preguntó en voz baja y con cierta timidez. —¿Cómo está mi hermano, Doctor ?

 

Haruhiko dejó a un lado el libro y le habló con suavidad. —Cansado, estresado, hormonal, pero todo eso es normal, esta embarazado. Dormirá toda la noche, y mañana estará bien, solo necesita descansar y dejar de cargar el peso del mundo en sus hombros.

 

Misaki le sonrió agradecido de que no lo tratara como a un niño. —¿Va a quedarse?. —Le preguntó viendo las almohadas y sabanas en el sofá. Haruhiko asintió y Misaki respiró aliviado, cuando menos no estarían solos.

 

—Gracias. —Musitó con emoción. Con pasos lentos fue hasta la habitación de su hermano. Allí lo encontró dormido serenamente. Shinobu dormía acurrucado en el regazo de Hiroki. Sonrió al ver al pequeño gatito enrollado en las pantuflas de Ryu.

 

Se acercó sigiloso a la cama y besó la frente de Ryu. —Te amo. —Le dijo con dulzura y salió despacio de la habitación.

 

En el camino pensó en la creciente molestia que sentía en su abdomen, esa noche se quitó el piercing, pensó que con eso sanaría, no quería darle más dolores de cabeza a Ryu.

 


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