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APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola, pues yo por aqui de nuevo, les dejo el capitulo nuevo y espero verlas por aqui.

 

Gracias por leer, y espero de corazon que me dejen sus mensajes, unica recompeza, para los que escribimos fics.

 

Besitos y nos vemos pronto.

Quince días

 

Los días van, los días vienen. Las horas pasan, con sus largos minutos, con sus historias, con sus deseos, los días van y las nuevas historias comienzan a escribirse.

 

—Apresúrense chicos, quiero dejar a Shinobu en la secundaria antes de irme a trabajar.

 

Sus hermanos se miraron cómplices y Ryu no entendió porque. Finalmente no le dio importancia, habían pasado quince días desde su crisis. Cada uno de esos días había recibido la visita de Haruhiko como ahora le llamaba. El médico le había dado mucho consuelo, lo había llevado por un camino diferente al doloroso que siempre había conocido. Era divertido, tierno y encantador, hasta Misaki le hacía caso y ya eso era decir bastante.

 

Ese día tenía permiso para volver a su trabajo, Shinobu tenía unos días de haber comenzado en el suyo y con ese sueldo extra las finanzas finalmente mejorarían. Ryu se sentía un poco aliviado al haber permitido que su hermanito trabajara, pero no dejaba de sentir cierta tristeza, al saber que su pequeño se vio forzado a eso para ayudarlos. Sacudió de  su cabeza los tristes pensamientos y decidió terminar de comer para irse a trabajar, después de quince días sin ir al restaurante donde trabajaba, de seguro le esperaba mucho que hacer y las miradas enfadadas de su jefe.

 

De pronto tocaron la puerta.

 

—Ya llegaron. —Dijo Shinobu entusiasmado.

 

Misaki y Hiroki sonrieron. —¿Quienes llegaron? — .Preguntó Ryu confundido.

 

Shinobu corrió a abrir, mientras Hiroki recogía los platos, la inconfundible voz de Haruhiko llenó la estancia. Ryu se sorprendió. Misaki solo sonrió y salió silencioso de la cocina.

 

—Buenos días Doctor Usami. —Lo escuchó Ryu decir, y al momento vio a Haruhiko entrar a la cocina en compañía de Miyagi.

 

—Haruhiko, Miyagi san, buenos días…estábamos por irnos, ¿a qué debemos su visita?

 

De pronto Ryu se preocupó, ¿No pensaba Haruhiko impedirle ir a trabajar?, ya no podía faltar más, eso haría que lo despidieran.

 

—Haruhiko dijiste que  estaba bien, dijiste que podía ir a mi trabajo hoy.

 

—Busca tus cosas Shinobu te llevare a la secundaria.

 

Dijo Miyagi saliendo detrás del pequeño rubio para dejar a Ryu y a Haruhiko a solas. El medico tomó la mano de Ryu y lo llevo a sentarse en la mesa. Con calma le dijo.

 

—Yo no he dicho que no iras a trabajar, al contrario, he venido a buscarte para llevarte a tu trabajo.

 

Ryu suspiró aliviado, ya más sereno replicó. —No debiste molestarte Haruhiko, yo iba a llevar a Shinobu y luego iría a mi trabajo, no era necesario que vinieras a buscarnos.

 

—Lo hice porque quería, no es molestia. —Le dijo Haruhiko con una enigmática sonrisa— .Ve por tu abrigo. —Agregó el médico.

 

Ryu sonrió, hacia días que había aprendido que a Haruhiko no podía llevársele la contraria.

 

—Que tengan buen día. —Se despidió Hiroki de sus amigos, Misaki se quedó en su cama dormitando, hacia días que  no se sentía bien.

 

Ryu miró con cierta aprensión, como Miyagi abría la puerta del auto para Shinobu, su hermanito sonreía con mucha dulzura y Miyagi lo miraba de una intensa manera.

 

Haruhiko puso en marcha su auto y vio la mirada preocupada de Ryu. Antes de poder decir nada, el joven le preguntó.

 

—¿Hace cuanto que conoces al Doctor Miyagi?

 

Haruhiko sonrió. —Tanto tiempo como conozco a mis hermanos, Miyagi se crio prácticamente con nosotros, era nuestro vecino y el hijo de los mejores amigos de mis padres. Es como un hermano más.

 

Ryu miró su perfil serio mientras este conducía.

 

—¿Esta consiente de que Shinobu apenas tiene diecisiete años?.

 

La pregunta no tomó desprevenido a Haruhiko. — ¡Oh créeme!, él lo está.

 

Haruhiko aprovechó un semáforo para mirar a Ryu a los ojos. —Miyagi es un buen hombre, y Shinobu es hermoso, todos ustedes lo son, a su particular manera cada uno. No puedes culparlo por enamorarse, es muy difícil no amarlos, son fascinantes,  valientes y realmente hermosos.

 

Ryu apartó la mirada, los ojos del médico le estaban confesando lo que su boca no se había atrevido a proferir. Pero Ryu no estaba preparado para una relación, aun amaba a Kaoru, además de que esperaba a sus hijos, ese era un vínculo que no se podía olvidar tan fácilmente.

 

—Mi hermano aun es un niño…

 

—Y Miyagi lo sabe. —Lo interrumpió Haruhiko. —Confía en mí, Miyagi se tomara las cosas con calma y si no lo hace yo mismo lo golpeare.

 

Ryu sonrió y fue cuando noto que no iban en la ruta que lo llevaría  a su trabajo.

 

—Haruhiko, te equivocaste de camino, por aquí no llegaras al restaurant.

 

Haruhiko siguió conduciendo tranquilo.

 

 —¿Quien dijo que íbamos al restaurant?. — Preguntó con una pícara sonrisa.

 

Ryu lo miro con molestia, no estaba para bromas, no con respecto a su trabajo con eso no bromeaba.

 

—Dijiste que me llevarías a mi trabajo, dijiste que podía trabajar Haruhiko, no puedo…

 

—Vamos a tu trabajo Ryu. —Dijo Haruhiko con una suave sonrisa.

 

—Pero por aquí no es. —Protestó Ryu.

 

—Te calma y espera. —Le dijo Haruhiko serenamente mientras seguía conduciendo. A Ryu  no le quedó otra que sentarse enfurruñado y esperar.

 

Cuando se detuvieron en el enorme estacionamiento del hospital, Ryu entendió menos todo lo que estaba ocurriendo.

 

—¿Vas a revisarme ahora?, hace unos días dijiste que los bebes estaban bien. Mi jefe no ha estado contento con estos días de ausencia Haruhiko y si ahora llego tarde me va a despedir y no puedo perder el empleo tú lo sabes.

 

Haruhiko parecía no escuchar nada cuando Ryu lo seguía hacia el hospital. Finalmente se detuvieron frente al consultorio del médico que ya Ryu conocía muy bien. Ryu estaba resignado a que Haruhiko lo revisara, después de todo era por el bien de sus bebes, ya encontraría la forma de excusarse con su jefe por llegar tarde.

 

Entraron al consultorio y Ryu le dijo con molestia. —Hazlo rápido, si no te demoras mucho faltare solo uno hora.

 

Haruhiko sonrió, lo tomó de la mano y lo guio a un pequeño escritorio que se le había pasado por alto a Ryu. El lugar estaba atestado de papeles, una pequeña computadora, un archivador y una cómoda silla completaban el escenario.

 

—No llegaras tarde, estás en tu trabajo.

 

Ryu lo miró como si estuviera loco. Haruhiko sonrió.

 

—No podías seguir en el restaurant, estar de pie todo el día sirviendo mesas, limpiando los pisos. No puedes cargar peso, ese trabajo no era para ti. Los chicos me lo comentaron preocupados y conseguimos la mejor solución para los dos.

 

Ryu lo miro suspicaz. —Dijiste que no tenías asistente porque no era necesario, dijiste que las enfermeras se turnaban para ayudarte.

 

Ryu le lanzo en la cara la respuesta qué le había dado la primera vez que fue a su consultorio y se dio cuenta de que nadie ayudaba a Haruhiko.

 

—Y era cierto todo lo que te dije. —Le dijo Haruhiko instándolo a sentarse. —Yo tengo que hacer todo mi papeleo, llenar las historia médicas y atender a los pacientes. Las enfermeras me ayudan sí, pero son molestas y solo lo hacen por coquetear, y eso  me cansa. Por eso pensé que era una excelente solución, yo tendría un increíble asistente y tu un trabajo bien pagado donde estarías sentado cómodo y donde tendrías un hospital completo por si te pasara algo.

 

Ryu suspiró, eran razones validas, y la verdad era una bonita perspectiva, cambiar de escenario, dejar de servir mesas y trabajar en un consultorio, aprender algo nuevo.

 

Haruhiko se arrodillo frente a él diciéndole con ternura. —Mira, esto no lo hago como un favor, o por lastima, lo hago porque yo también necesito ayuda, y quien mejor que tú para ayudarme…Me estoy hundiendo en papeles. —Le dijo señalando el pilón de papeles acumulados en el escritorio.

 

—Por favor. —Suplicó con una encantadora sonrisa. ¿Quién podría negársele?

 

Ryu sonrió, miró los papeles, y luego la computadora. —No se usar eso.

 

—Yo te enseño es fácil. —Haruhiko sonrió triunfante.

 

—Gracias. —Le dijo Ryu, mirándolo con emoción.

 

Haruhiko sonrió complacido. —A ti por aceptar.

 

Ryu bufo molesto. —Como si me hubieses dejado decir que no, tú y mis hermanos ahora son cómplices, el cielo me ayude.

 

Haruhiko rio ante la dramática expresión y se dispuso a enseñarle a Ryu  la, mecánica de su nuevo empleo.

 

******

 

Misaki pasó todo el día dando vueltas en la cama, se sentía cansado, pero el intenso calor en su cuerpo no lo dejaba dormir. Se levantó y se dio un baño, pero eso lo que hizo fue encenderlo más, y a pesar de que estaba prendido en fiebre, su cuerpo estaba cubierto de un frio sudor.

 

Curaba la herida en su ombligo todos los días, la piel enrojecida se había tornado marrón, ardía y dolía al solo tacto del algodón que la limpiaba. Había renunciado a tomar antibióticos, estos le causaban náuseas y un severo ardor en el estómago. Más de una vez estuvo a punto de decirle  a Haruhiko lo que le ocurría, pero tenía temor de que este le contara a Ryu. No quería que su hermano lo reprendiera, ni quería crear dramas en su casa ahora que las cosas estaban bien.

 

En la tarde antes de que Hiroki y Shinobu llegaran se sintió mejor, tomo un baño tibio y se vistió como siempre para irse temprano a trabajar. Cuando llegó a la disco tienda Tenshin lo miró extrañado.

 

—¡Hey!, llegas temprano.

 

—No molestes. —Misaki no estaba de humor para las tonterías de su amigo.

 

Tenshin lo notó raro pero no dijo nada. Una hora después el rubio se le acero diciéndole con una mirada cómplice. —Llegó tu acosador.

 

Misaki sonrió al ver como Akihiko entraba a la tienda con una hermosa sonrisa. Akihiko no sabía cómo cada tarde sus pies lo llevaban directamente a aquel lugar. Le había tomado toda una semana decidirse a entrar y ahora lo hacía con naturalidad y compraba cualquier tontería, mientras conversaba con el objeto de su deseo.

 

Misaki le sonreía, le coqueteaba descaradamente, tomaba su mano sin ninguna vergüenza, le hablaba mirándolo con picardía. Akihiko estaba loco por todo aquello, estaba loco por el chico que revolvía su mundo, con su descarada ropa y su desenfadada forma de ser.

 

—¡Hola!. —Le dijo Misaki sonriente.

 

—Hola. —Saludo Akihiko sintiéndose feliz como nunca antes.

 

—Vine…vine a…

 

Akihiko ya no conseguía excusas para estar allí.

—¿A verme?. —Le dijo Misaki con emoción.

 

—Sí. —Se le escapó a Akihiko de los labios sin poderlo evitar. —Digo…No…vine a…a comprar un cd.

 

Misaki rio sonoramente. Tenshin en uno de los pasillos rio discreto. Akihiko estaba perdido, lo habían descubierto.

 

—Ven. —Le dijo Misaki tomándolo de la mano. Akihiko se dejó llevar.

 

—No ensucien la oficina. —Grito Tenshin entre risas.

 

Pero Akihiko no tenía más pensamientos, ni más mundo, que el ver aquellas nalgas que se movían delante de él, redondas y firmes, aquella espalda delicada y perfecta, aquel cuello largo y níveo, y el rostro que se volteaba y lo miraba con la más prefecta de las sonrisas.

 

Misaki lo llevo a una pequeña oficina y cerró la puerta tras de ellos.

 

—¿Has venidos todos estos días por mi verdad?

 

Akihiko asintió, a esas alturas, ¿para qué mentir?.

 

—Bien aquí me tienes, ¿qué piensas hacer conmigo?.

 

Akihiko humedeció sus labios con anticipación. ¿Qué quería hacer con él?, ni siquiera él lo sabía.

 

Se acercó despacio y lo encerró entre sus brazos dándole un húmedo beso. Misaki lo recibió sin reservas, abriendo sus tibios labios para él, dejándolo explorar su boca. Akihiko lo beso y lo beso por largo rato. Acaricio su delgada cintura, recorrió sus deliciosas nalgas, se aferró a su delgada cadera, y lo beso como si no hubiese un mañana.

 

—Me vuelves loco.

 

Le susurro entre sus labios. Misaki sonrió, él también estaba enloquecido por ese hombre, desde el momento en que lo vio.  Había sido lo único bueno de sus últimos días, con los problemas en casa y con el malestar que lo aquejaba, solo esperaba llegar cada tarde a su trabajo y encontrarse con Akihiko esperándole con cualquier excusa.

 

—Tú también me gustas, desde el día en que me confundiste con una chica.

 

Ambos rieron, y volvieron a besarse por largo rato, cuando ya los labios dolían y la  excitación entre sus piernas amenazaba con traspasar su ropa interior, se separaron. Akihiko lo mantuvo entre sus brazos y Misaki se recostó de su amplio pecho.

 

—Misaki, ¿qué voy a hacer contigo?

 

Misaki sonrió sin entender. Pero aquella pregunta era muy grande para Akihiko, significaba su vida entera, tenía que cambiarlo todo para quedarse con aquel joven, tenía que dejar de ser quien había sido por años, tenía que enfrentarse a la ira de su padre y a la ruptura de un compromiso, y todo eso lo llevaba al borde de un precipicio, donde no sabía si Misaki le daría la mano para sostenerlo y no dejarlo caer.

 

—Cambiaste mi mundo. —Susurró mas para él que para Misaki, pero el chico lo escuchó y levanto la cabeza para mirarlo intrigado.

 

—Solo te conozco hace una semana Akihiko, ni siquiera se tu apellido, ¿Cómo podría cambiar tu mundo?.

 

Misaki tenía razón, apenas sabían el uno del otro, esos días se habían dedicado a hablar de trivialidades. Akihiko solía pasarse largo rato mirando a Misaki, sin escucharlo, solo viéndolo actuar, solo empapándose de su hermosura. Entendió a Nowaki en ese momento, supuso que así era de loco el amor, que aun sin saber nada de alguien te hacia querer tenerlo para siempre entre tus brazos y amarlo como si lo conocieras desde siempre.

 

Misaki lo vio lejano y pensativo, se atrevió a jalarlo para besarlo y Akihiko simplemente se dejó. Era lo único que deseaba, era lo que más deseaba, y no lo dejaría pasar.

 

******

 

—¿No se ven hermosos?. —Suspiró una rubia.

 

—Como salidos de un sueño. —Dijo la morena su lado. Una castaña que por allí pasaba, se unió a ellas mirando lo que ellas miraban.

 

—Parecen unos príncipes. —Dijo la chica suspirando como sus amigas, y de pronto había un grupito de cinco enfermeras babeando en mitad del largo pasillo. Al final de este, reunidos, estaban los hermanos Usami y Miyagi conversando amenamente.

 

—Cuando llevas a tu novio a la casa. —Preguntó Nowaki, con picardía.

 

Haruhiko lo vio con seriedad diciéndole fríamente. —Cuando te largues.

 

Nowaki iba a protestar cuando la risa de su hermano lo hizo enfurruñarse. —Tonto, casi me lo creo.

 

Los médicos rieron al unísono.

 

—Preséntanos al tuyo primero, tienes ya casi un mes viéndolo y nosotros aun no lo conocemos.

 

Akihiko le hablaba con seriedad a su hermano. Nowaki lo miró un segundo antes de responder.

 

—Mi novio es tímido, lo llevare a casa cuando él esté listo.

 

Luego miró a Haruhiko con seriedad y lo señalo reprendiéndolo. —Y tú no le vas a estar haciendo preguntas.

 

Los médicos rieron nuevamente ante la cara perpleja de Haruhiko.

 

El ascensor se abrió al otro lado del pasillo, Keiichi salió de él y de inmediato vio a Haruhiko conversando con sus hermanos. Estaba cerca del grupo de enfermeras cuando las escuchó decir.

 

—¿Sera verdad lo que dicen de Haruhiko sensei?.

 

Ahora esas palabras llamaron la atención de Keiichi y este aminoró el paso.

 

—¿Que sale con su asistente?. —Dijo una de las enfermeras.

 

Eso si no se lo esperaba Sumi, se escondió tras una puerta y escuchó el resto de la conversación.

 

—Pues parece que sí, ya lleva una semana con él  y  almuerzan juntos todos los días, y además casi siempre lo lleva a su casa.  Una amiga me dijo que también lo trae todas las mañanas, pues como ella llega temprano lo ve bajarse de su auto.

 

Keiichi se tapó los labios, eso no podía ser posible, Haruhiko no podía estar viendo a alguien más.

 

—Todos dicen que esos bebes son de él, pero que no quieren decir nada aun. Además solo hay que verlo como lo mira. Jamás pensé decir esto, pero creo que Haruhiko Usami se enamoró.

 

“Haruhiko Usami se enamoró”

 

Aquello retumbo en el cerebro de Keiichi, y luego pensó en lo otro que había escuchado. Haruhiko tendría un hijo con otra persona. Estaba a punto de llorar cuando una de las mujeres habló con su voz chillona.

 

—Si no fuera porque Ryu me cae bien lo odiaría. Pero es muy dulce y hace todo tan bien que hasta me alegra que el Doctor Usami haya conseguido una pareja tan perfecta.

 

—Y además guapo, porque Isaka kun es muy hermoso. —Dijo la jefa de enfermeras que se había unido al grupo.

 

“¿Isaka?”

 

Ese nombre le sonó conocido, pero no tuvo tiempo de pensar, pues el alboroto de las enfermeras se acrecentó.

 

—Allí esta… allí esta. —Dijo la rubia con emoción.

 

Keiichi se asomó y vio a un joven acercarse a Haruhiko, este lo tomó de la mano y acarició con ternura su vientre. Sus hermanos también le saludaron con cariño.

 

—Te lo digo esos bebes son de él. —Recalcó la morena.

 

— ¿Tú crees? —Preguntó la Rubia.

 

—Si lo son. —Aseguró la enfermera y todas se rieron. Cuando Ryu se fue con Haruhiko, y sus hermanos también se marcharon, el grupito se disolvió. Keiichi salió de su escondite y corrió al ascensor dispuesto a salir rápido de aquel lugar, le faltaba el aliento y su corazón quería salírsele del pecho. La mirada de Haruhiko acariciando el vientre de aquel joven lo había herido mortalmente. Nunca quiso a Haruhiko en sus embarazos, tenía miedo y ahora no sabía miedo de que. Le había impedido vivirlos con él y ahora este lo vivía con alguien más, y aquella mirada hermosa no era para él y aquel amor ya no era suyo y todo, absolutamente todo era su culpa.

 

—Te digo que esa cosa me tiene rabia, no logro que imprima.

 

Haruhiko miraba con ternura a Ryu cuando entraron al consultorio. Había sido una semana encantadora. Haruhiko se había olvidado de todo, en su mundo solo existía Ryu. El joven resultó ser un asistente ejemplar, en menos de dos días ya había acomodado los papeles, organizado las historias. Aprendió a usar la computadora en pocos días y recibía a los pacientes con dulzura, tanto que ya tenía fans entre sus pacientes, y siempre le dejaban dulces o pequeños objetos. Lo mismo pasaba con las enfermeras, que a veces se lo llevaban para que desayunara con ellas o le dejaban cosas en el escritorio.

 

—No te tiene rabia Ryu, solo tienes que acostumbrarte.

 

Ryu iba a decir algo pero un súbito golpeteo en su vientre lo hizo jadear. Al instante tenia a Haruhiko frente a él, con cara de aprensión. —¿Que paso?...¿Te sientes mal?...¿Sientes dolor?.

 

Ryu no podía hablar, ya los había visto moverse en las ecografías. Haruhiko decía que eran unos revoltosos, pero no los había sentido, hasta ese momento. Otro golpeteo y Ryu sonrió, tomó la mano de Haruhiko y la puso en su costado justo donde se sentía el movimiento. Él había sentido a sus hermanitos  moverse dentro de su mama, siempre le había maravillado aquel hecho, además de que amaba la cara hermosa que tenía su padre cuando ponía la mano en el redondo vientre de su madre y los sentía. Era un momento único, íntimo y tan hermoso, que él se retiraba y los dejaba a solas regodeándose en su amor.

 

Ryu pensó, que ese era un momento perfecto, y que habría deseado que Kaoru lo compartiera con él, que le hubiera gustado ver su rostro enamorado, y sentir su tibia mano en su vientre. Justo cuando sintió deseos de llorar, levanto su mirada hacia Haruhiko, y encontró en el rostro del médico la misma expresión hermosa que vio en su padre alguna vez. Los ojos brillantes por las lágrimas no derramadas y aquel gesto de ternura en la cristalina mirada.

 

—Se siente increíble. —Susurró Haruhiko con reverencia. Jamás había tenido esa oportunidad, había visto a las mujeres y jóvenes en su consultorio hablando de eso pero jamás lo había sentido. Ryu le había dado esa maravillosa experiencia y Haruhiko estaba conmovido y ciertamente feliz.

 

Keiichi no consiguió marcharse, sus pies se negaban a cooperar y su corazón le gritaba que peleara por lo que era suyo. Así llegó hasta la puerta del consultorio, cuando iba a tocar escucho risas, unas palabras amortiguadas.

 

—Oigan revoltosos, dejen trabajar a su mama.

 

Las risas de nuevo, Haruhiko no estaba solo, y su voz era tan dulce, tan suave, como hacia mucho tiempo no le hablaba a él.

 

—Tienes la piel muy suave. —Decía Haruhiko.

 

—Haruhiko Usami, cúbreme la barriga, le va a dar frio a los niños.

 

Keiichi se grabó esa voz, la voz de quien le estaba robando al amor de su vida.

 

—Buenas tardes. —Dijo entrando sin tocar. Se encontró con Haruhiko recostado sobre el vientre de Ryu, ambos sonrientes en el sofá del consultorio.

 

—Bu…buenos días. —Dijo Ryu nervioso. Empujo suavemente a Haruhiko y se puso de pie con rapidez.

 

—Las consultas terminaron, pero puedo anotarlo para mañana si quiere.

 

La voz amable de Ryu, enardeció más los sentidos de Keiichi. —No vengo por una consulta.

 

—Yo lo conozco…Usted es el abogado que acompaño al Doctor Miyagi a la secundaria.

 

Haruhiko se mantuvo en silencio. Keiichi miró a Ryu con impresión, ya sabía de donde conocía ese rostro.

 

—Usted es el hermano de Shinobu ¿no?.

 

—Sí, Isaka Ryuichirou.

 

Keiichi tomo la mano de Ryu con firmeza. —Sumi Keiichi, mucho gusto.

 

Haruhiko finalmente se puso de pie, con su más maléfica sonrisa.

 

—¿Ah que debo su visita Sumi san?.

 

Keiichi rabió por la forma tan formal con la que Haruhiko lo trató, evidentemente tratando de disimular frente a Ryu.

 

—¿Desde cuándo soy Sumi san?, Haru. —Le dijo Keiichi mirándolo con inocencia y tomándolo del brazo con coquetería.

 

Ryu se sintió algo incómodo y decidió dejarlos a solas.

 

—Iré  a buscar un te Haruhiko…¿Sumi san desea algo?

 

“Que te desaparezcas”

 

—No quiero nada gracias.

 

—¿A qué juegas?. —Le gruñó Haruhiko soltándose de su agarre con fuerza, apenas  Ryu salió por la puerta.

 

—¡¿A qué jugas tú?!. —Le gritó Keiichi dándole un empujón.

 

—¿Quién es ese?...¿Tu nueva conquista?, con razón te olvidaste de los niños, si ya vas a tener un hijo ¿verdad?, ¡Te olvidaste de tus hijos por ese!.

 

El sonido seco de una bofetada resonó en el consultorio. Keiichi cubrió con sus manos la mejilla enrojecida y miró a Haruhiko perplejo.

 

—No te atrevas Keiichi…no te atrevas…Cinco años, nunca supe lo que fue verlos en una ecografía, no pude ver tu vientre crecer, no pude sentirlos moverse, ni verlos nacer. Mis hijos me miran como si yo fuera un extraño, ni siquiera me dicen papa…No te atrevas.

 

Las palabras de Haruhiko eran amargas, llenas de resentimiento. Caminó hacia la puerta y la abrió de par en par. —No sé con qué derecho vienes a reprocharme nada. Si me he mantenido al margen ha sido por el bien de ellos, para no lastimarlos. Pero ya me harte, quiero hacer las cosas bien Sumi, iré  a verlos este sábado y todos los fines de semana que pueda, y si por algún motivo estúpido te niegas o los alejas de mí, entonces nos veremos en un juzgado. Porque tu podrás ser el  muy grande Sumi Keiichi, pero yo soy un Usami y usare las conexiones de mi padre si es necesario.

 

Keiichi palideció, jamás había visto a Haruhiko así. Nunca habían llegado al extremo de las amenazas, y eso no era lo que él deseaba, eso no era lo que necesitaba para recuperarlo.

 

—Haru yo no vine a pelear. —Le dijo tomándolo de la mano y cerrando la puerta.

 

—Sé que me equivoque, tenía miedo y fui un tonto. Ahora solo quiero arreglar las cosas. Quiero que nos demos otra oportunidad. ¿Es tan tarde para nosotros?. ¿No podemos volver a intentarlo?.

 

Ryu entró en ese momento, con una taza de té para Haruhiko. El medico soltó suavemente la mano de Keiichi.

 

—Iré por los niños el sábado, para lo demás no tengo respuestas.

 

Keiichi asintió. —Adiós Isaka san.— Después de despedirse de Ryu, volteó a mirar a Haruhiko antes de salir— .Te esperare el sábado.

 

Cuando se quedaron a solas, Haruhiko recibió el té que Ryu le daba. Antes de que el joven preguntara  le dijo sentándose en el mueble.

 

—Tengo dos hijos.

 

Ryu se sentó a su lado y escuchó toda la historia.

 

******

 

—Te estaba esperando.

 

Misaki sonrió a duras penas, no sabía cómo había logrado llegar allí. Su cuerpo se sentía pesado y de nuevo tenía fiebre. Pero el solo ver a Akihiko esperándolo sonriente en la entrada de la tienda, lo hizo sonreír. Tenían dos semanas viéndose, aun no salían formalmente, pero Misaki confiaba en que muy pronto lo harían.

 

—Vamos a la oficina, aun no comienza mi turno.

 

El medico lo siguió y se encerraron en el pequeño espacio donde se habían cansado de compartir besos. Tenshin los miró cómplice y siguió arreglando las cosas como si nada.

 

Misaki iba  a acercarse a él para besarlo como cada día, pero Akihiko ese día tenía otros planes. Cansado de devanarse lo sesos cada noche, había pensado en todos los escenarios posibles, y en ninguno se hallaba sin tener a Misaki a su lado.

 

—Quiero hablar contigo, por favor siéntate.

 

Misaki lo miró extrañado por el repentino rechazo, pero aun así se sentó.

 

—Mis padres tienen mucho dinero. —Comenzó a decir Akihiko. —Mi familia pertenece a una de las más finas elites de la sociedad. Siempre fui criado con la idea de que sería el sucesor de mi padre. Mi hermano mayor es un rebelde y nunca se dejó llevar por los convencionalismos de mi familia, así que yo tuve que tomar su lugar.

 

Akihiko hizo una pausa como pensando las cosas que debía decir. —Hace unos años mi padre me habló de un compromiso, dijo que ya era hora de que me casara, y yo simplemente acepte.

 

—¿Estas comprometido?. —Preguntó Misaki asombrado, comenzando a entender lo que Akihiko le diría. Estaba seguro que el hombre estaba allí para ponerle los puntos claros, él era millonario, y Misaki apenas un dependiente de una tienda de discos, era claro lo que quería, seguro le diría que siguieran viéndose por diversión, pero que no podría darle más. De pronto Misaki se sintió peor. La ilusión se había desvanecido y comenzó a preguntarse porque se embelesó con aquél hombre que venía a romperle el corazón en el peor momento de su vida.

 

—Sí, estoy comprometido pero…

 

Misaki no lo dejo terminar.

 

—Eres…un…un imbécil, venias aquí cada día y me besabas y… no fuiste capaz de decirme eso antes. ¿Qué querías, un poco de mi culo hasta que te cansaras? ¿Y después que?, ¿me ibas a votar como una mierda?, ¿es que estas acostumbrado a tenerlo todo, niño rico?.

 

Akihiko negaba desesperado, las cosas se habían salido de control y Misaki lo increpaba lleno de ira.

 

—Misaki no, estas malinterpretándolo todo yo no…

 

—¿Tu no qué Akihiko?, estas comprometido maldición, y hasta ahora me lo dices, me vienes con toda esa mierda de que eres rico, ¿Por qué no me dijiste esto antes?, ¿porque ahora quieres más de mí?, ¿Por qué te quieres acostar conmigo para después dejarme?. Pues ahórratelo imbécil yo no quiero nada con…

 

Akihiko corrió hacia él cuándo, lo vio palidecer.

 

—Misaki estas ardiendo en fiebre.

 

Dijo Akihiko recostándolo en el sofá.

 

—Te odio. —Le susurró Misaki antes de desmayarse.

 

—Yo venía a decirte que te amo. —Murmuró Akihiko al verlo cerrar los ojos.


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