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APARTAMENTO DE SOLTERO por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

JEJEJEJEJEJE Hola... vengo por aqui un dia antes de lo que esperaba, pero mañana tengo mucho trabajo y la verdad estoy muy cansada no creo que pudiera escribir algo mas, asi que se los dejo hoy y nos veremos el lunes o el martes, un besito enorme, espero les guste, y me dejen sus mensajitos, porque si no hay mensajitos no actualizo, (haciendo puchero) jejejejeje, bueno las dejo, nos vemos pronto.

 

Gracias por leer.

Entre los dos

 

Hiroki se despertó cuando aún no aclaraba el cielo, cada mañana hacia lo mismo. Era un ser madrugador y de esos que amanecían siempre de buen humor. Caminó sigiloso para no despertar a Ryu que dormía pacíficamente con el pequeño gatito enrollado en sus pies. Hiroki lo miró un segundo, su amigo se veía cansado y demacrado, notó como las manos del joven se aferraban a su vientre, como protegiéndolo. Sonrió, Ryu era muy sobreprotector con todos, no cabía duda de que sería una gran madre para ese  bebe que todos esperaban con tanta ilusión.

 

En la cocina, preparó un rico desayuno con lo poco que tenían. Suspiró, le pediría a su jefe un adelanto de su sueldo, Ryu no podía pasar hambre, no en su estado. De pronto se sintió un poco triste, la situación que les estaba tocando no era fácil, aun con el sueldo de Misaki y lo que ganaba Ryu sirviendo mesas, mas su sueldo no alcanzaba para todo.

 

Tomó la leche que estaba en la nevera y suspiró, no era hora de desanimarse, aun podían vender el destartalado carro que habían comprado con tanto esfuerzo, en último caso conseguiría otro empleo si era necesario. Aunque amaba su trabajo en la floristería, estar rodeado de todos esos colores y del suave perfume de las flores le hacía sentirse feliz. Ponía todo su empeño en hacer los más hermosos ramos, y aunque era una tienda pequeña siempre había pedidos que atender, pues su fama era muy conocida, sonrió sonrojado al recordar que muchas veces había escuchado que le decían el príncipe de las flores.

 

Colocó el cereal de Shinobu y las tortitas de Misaki y Ryu, mientras se perdía en sus sueños, pensando que quisiera ser de verdad un príncipe. Que le hubiese gustado vivir en un palacio rodeado de verdes plantas y hermosas flores de vibrantes colores, donde un pequeño arrollo cruzara su camino indetenible, arrullándolo cada noche con su dulce canto, y unos padres amorosos lo cuidaran y protegieran como un tesoro.

 

Limpió una lagrima que corrió por su mejilla, los sueños eran solo eso, sueños, y él no tenía unos amorosos padres, ni vivía en un castillo. Respiró con pesadez y se decidió a enfrentar su realidad, no era momento de soñar, era momento de ser realista, de poner los pies en el suelo, y ayudar a sus amigos que le necesitaban más que nunca.

 

Después de darse un baño y vestirse en la sala, entró a su cuarto para despertar a Ryu, pues ya el sol comenzaba a salir y tenía que estar listo para ir con Shinobu a la secundaria.

 

—Ryu…Ryu…despierta, son las seis.

 

El joven abrió los ojos con pesadez. Hiroki sintió pena por despertarlo, se notaba que Ryu estaba más cansado de lo que le gustaba admitir.

 

—¿Ya es de día?. —Preguntó confundido. Tal vez deseando que aun fuera de noche y pudiera descansar un poco más.

 

—Preparé el desayuno, está tapado sobre la mesa.

 

Hiroki  le hablaba mientras veia como Ryu a duras penas logró sentarse en la cama, preocupado se sentó a su lado y le preguntó. —¿Quieres que yo vaya con Shinobu?... te ves cansado Ryu, quédate a dormir un poco más y yo resuelvo eso.

 

Ryu respiró profundo, reuniendo fuerzas, le sonrió a su amigo agradecido por su cariño. —Vete tranquilo Hiroki, yo estoy bien. Además quiero ser yo el que le diga unas cuantas cosas a la cretina enfermera esa en la cara.

 

Ryu vio la cara de preocupación de su amigo y le sonrió con cariño. —No me voy a alterar, solo quiero que sepa que lo que hizo estuvo mal. Te prometo que el polizón estará bien.

 

Hiroki le sonrió y lo reprendió. —Ryu, no le digas así al bebe.

 

El aludido se puso de pie para ir al baño, mientras protestaba con una sonrisa. —¿Qué?... es la verdad, este pequeñito. —Dijo señalando su vientre. —Se coló sin permiso en mi barriga y ahora tengo que andar todo delicado por culpa de él.

 

Hiroki negó con su cabeza sonriendo, Ryu podía decir lo que fuera, pero amaba demasiado a ese bebe que crecía en su vientre. Muchas veces cuando Ryu lo creía dormido, se ponía a hablar largo rato con su bebe y le contaba de lo guapo que era su papa, de los tíos maravillosos que tenía, le decía cuanto lo amaba y con cuanta emoción lo estaba esperando. Sí, Ryu amaba a su hijo, pero era muy triste que tuviera que vivir todo aquello solo, sin contar con el papa de su bebe.

 

Hiroki se encaminó a su trabajo luego de despedirse y desearle suerte a su amigo. Abrió como cada mañana la pequeña tienda y barrió los pétalos y las hojas sueltas que pululaban por el suelo. El dueño y el otro empleado no llegaban sino hasta entrada la mañana, tampoco había clientes tempraneros, así que Hiroki se permitía, poner música suave y arreglar las coloridas flores mientras soñaba despierto.

 

En eso estaba, con unas deliciosas rosas azules, cuando escuchó su voz. Era profunda, pero tan suave como una caricia.

 

—Buenos días. —Dijó el dios que detenido en la puerta e iluminado por los rayos de sol parecía más bien salido de un sueño. Hiroki se encontró sin voz, de pronto se sintió irreal, como si su cuerpo hubiese desaparecido convirtiéndole en aire, una brisa fresca y sutil que deseaba rodear a la deidad que lo miraba sonriente y mecer delicadamente sus cabellos negros, acariciar con descaro su blanca piel, e inhalar sin reservas el delicioso aroma que sabía debía tener.

 

— ¿Eres el encargado de la tienda?... estoy buscando un ramo sencillo…¿me puedes ayudar?

 

Las palabras se desdibujaban en su mente, perdían sentido,  en sus oídos solo retumbaba el embriagador sonido de su exquisita voz. Deseaba poder detener el tiempo, y acercarse para mirarlo sin discreción, para empaparse de cada palmo de su rostro.

 

Nowaki inclinó su cabeza hacia un lado, complacido por la mirada penetrante del joven, y por su falta de respuestas. Lo detalló unos segundos, poseía un dulce rostro, con una suave mirada, con una expresión tímida, como de un niño inocente y curioso. Era todo lo que había esperado que fuera, después de un tiempo observándolo de lejos, sentándose en el pequeño café que estaba al cruzar la calle, por fin había tenido el valor de entrar a la tienda y verlo de frente.

 

 Le sonrió y preguntó una vez más, queriendo esta vez escuchar su voz y comprobar que era como la imaginaba, perfecta como él.

 

—Entonces ¿me puedes ayudar?

 

—Azul…—Balbuceó Hiroki, refiriéndose a los intensos y llamativos ojos que le miraban.

 

—¿Azul?. —Preguntó Nowaki.

 

Hiroki sacudió la cabeza, tratando de aclarar sus ideas.

 

—Flores…ve…vendemos flores.

 

Nowaki rio, y Hiroki sintió que su cerebro se derretía en la melodiosa risa.

 

—Si, por eso entre aquí, necesito un ramo.

 

—¿De flores?. —Hiroki volvió a sacudir la cabeza, definitivamente había perdido el sentido. —Digo, si, de flores claro, eh…¿algún motivo en especial?.

 

Que no diga para su novia, que no lo diga por favor” Rogaba Hiroki en su mente, Nowaki volvió a sonreír y le respondió.

 

—Son para un paciente.

 

Bien, se terminó la magia. Hiroki sintió a su corazón gemir de tristeza. El hermoso hombre jamás le vería, era alguien muy superior a él, que seguro le trataría con desprecio. Él lo sabía, lo había vivido, su padre era médico, y siempre se encargó de decirle lo poca cosa que era, lo decepcionado que estaba de él, y como jamás llegaría a ser nadie en este mundo.

 

Con el corazón frio y la mirada baja, le dijo con un dejo de tristeza. —Escoja las flores que le gusten por favor, y le hare el ramo en seguida.

 

Nowaki notó un cambio en el joven, pensó que quizás había sido por él, deseaba como nada volver a ver aquellos ojos risueños, tenía tanto tiempo esperando verlos de cerca, así que  le dijo sonriente, levantado el mentón del joven para que este lo mirara a los ojos.

 

—Me dijeron que tienes un gran talento, así que, ¿Por qué no escoges tú las flores y me sorprendes?

 

Hiroki se sonrojó, apartó su rostro profundamente apenado, pero también estaba emocionado. El medico era dulce, le sonreía con genuina amabilidad. Tal vez no eran todos iguales, tal vez este joven de aspecto sensible era diferente, tal vez…

 

—En seguida. —Susurró tímidamente y puso manos a la obra.

 

En pocos minutos tenía un ramo campestre sobriamente adornado y colocado sobre una fina cesta, con florecitas de muchos colores, que invitaban deliciosamente a un día de campo, a una fiesta bajo el sol, rodeado de verdes prados y del aroma limpio del atardecer.

 

Nowaki lo observo detenidamente mientras lo hacía, no se perdió ni un detalle, le gusto el movimiento de las finas manos entres la flores. Hiroki de vez en cuando levantaba la vista y sus ojos se encontraban, haciendo que el castaño se sonrojara y ocultara de nuevo su mirada afanándose en su trabajo. Nowaki se atrevió a pensar que Hiroki parecía un hada, moviéndose entre la naturaleza, creando un fino paisaje, como una obra de arte.

 

—Espero que le guste.

 

Le dijo Hiroki poniendo la deliciosa pieza de arte en sus manos. Nowaki sonrió, si le había gustado, pero no solo el ramo, le había gustado él, claro que ya le gustaba desde hace un tiempo, solo que no se había atrevido a acercarse, conformándose con mirarlo de lejos.

 

Nowaki no era el de los múltiples amores, él era el de las palabras dulces, el de las noches románticas, el de las promesas de para siempre. Nowaki deseaba el amor verdadero, las mariposas en el estómago, la anticipación del anhelo. Nowaki quería un amor eterno, un compañero de vida, un amante de ensueño, alguien que compartiera su forma de ver la vida, alguien que viviera con él y sus sueños.

 

— ¿Le gusta?

 

Preguntó Hiroki preocupado por el silencio del joven, triste porque quizás no le hubiese gustado su arreglo.

 

—Más de lo que nunca pensé alguien me gustaría.

 

Obviamente Nowaki se refería a él, pero Hiroki no captó las palabras y lo miró confundido. Nowaki no queriendo desaprovechar los bríos que sintió en su corazón, le robó un beso, cálido y suave, dulce y sensual, un beso adictivo como el chocolate, afrodisíaco como la canela. Hiroki cerró los ojos y se dejó llevar, estaba soñando, si, solo eso podría ser, un sueño.

 

El bip…bip, de un aparato insistente los hizo separarse, Hiroki rojo como un tomate, Nowaki sonriendo satisfecho. El medico leyó el mensaje y frunció el ceño, a buena hora una emergencia venía a robarle el tiempo que ahora necesitaba con tanto fervor.

 

—Tengo que irme, ¿Cuánto te debo?

 

Hiroki lo miró con tristeza, le dijo el precio casi en susurros. Nowaki saco el dinero dejándole una generosa propina. Pero lo que más le agrado a Hiroki fue el tímido beso de despedía y la dulce promesa que profirió el joven médico.

 

—Volveré.

 

Cuando ya Nowaki se iba dejando a Hiroki mirando estrellas en su mente, le sonrió desde la puerta diciéndole con suavidad. —Hiciste un hermoso trabajo, eres más perfecto de lo que imaginaba.

 

Perfecta era esa mañana, pensó Hiroki, pues era la mañana en la que por fin había conocido como era el amor.

 

******

 

Pero mientras Hiroki veía estrellas y arcoíris en su mente. Ryu pensaba en el camino a la secundaria, lo que haría para evitar que su hermanito fuera expulsado.

 

Shinobu noto la tensión de Ryu, sus ojeras marcadas y su pálido rostro. Suspiró molesto consigo mismo, Ryu tenía cosas importantes por la que preocuparse y allí venia él a darle otro problema. Ryu sin perder la vista del camino tomó la mano de su hermano, eran muchos años conociéndolo, prácticamente lo había criado, sabía lo que estaba pensando.

 

—Ya deja de culparte, esto no es tu culpa, tu solo te defendiste. Vamos a llegar allí y vamos a hablar con la verdad y ya verás que todo saldrá bien.

 

Shinobu apretó la mano de su hermano y sonrió. Cuando llegaron, Ryu estacionó la carcacha que conducía atrayendo algunas miradas por el mal estado en que estaba y por la cantidad de humo que despedía.

 

—Maldita chatarra. —Rezongó Ryu cuando el auto daba ruidos ahogados amenazando con no volver a encender. Se acomodó la ropa donde apenas y se notaba su estado, acaricio su vientre suspirando, la verdad no se sentía bien, pero su hermano era primero, resolver aquel problema era prioridad, “vamos a hacer esto juntos bebe, ayúdame por favor”, pensó con cansancio y caminó apresurado con Shinobu a su lado. Ya en la dirección le esperaban, la infame mujer que había sido la causante de todo aquel lio, acompañada por los padres de los otros chicos. Shinobu se tensó, esa no era buena señal. La mujer tenía cara de triunfo y algunos padres se veían realmente molestos.

 

Cuando la secretaria del director vio a Shinobu, los hizo pasar a todos al despacho donde ya el hombre esperaba con un semblante serio.

 

—Buenas tardes a todos… tomen asiento por favor. —Les dijo el director señalando varias sillas.

 

Shinobu se sentó muy cerca de su hermano que mantenía un semblante frio y sereno, pero que Shinobu sabia presagiaba tormenta,  pues Ryu era una fiera si se trataba de defender a los suyos.

 

—Espero señor director que no nos haya citado aquí para ninguna conciliación, pues todos hemos hablado y estamos de acuerdo con que es necesario que se expulse a este alumno por su conducta violenta.

 

Ryu se puso de pie y Shinobu apretó su mano, este sin soltar la mano temblorosa de su hermano, se volteó hacia la mujer que había hablado.

 

—Me imagino…señora… que en la conversación que tuvieron, también consideraron lo que sus hijos le hicieron a mi hermano para provocar que el reaccionara de esa forma.

 

—Ninguna conducta violenta es justificada. —Dijo la mujer con altanería.

 

—¿Ah no?, ¿y no es conducta violenta, referirse a una persona con apelativos como, monstruo o fenómeno?, ¿acaso eso si está permitido?

 

Ryu estaba manteniendo la calma, pero no le fue posible seguirlo haciendo.

 

—Personas como el no son naturales, no deberían existir.

 

Ryu colocó la mano en su vientre, sintiendo como la ira subía desde sus pies hasta estallar en su cabeza. Se soltó del agarre de Shinobu y caminó hasta la enfermera que era la que había proferido aquellas palabras, sin que nadie más la corrigiera.

 

—Tu maldita bruja, ¿Qué sabes tú de lo que es natural?, personas como tu son las que no deberían existir, alguien que no saben convivir con los que somos diferentes, que se dedica a agredir a un niño inocente solo por su estúpido miedo, por sus estúpidos prejuicios. No te voy a permitir que ofendas a mi hermano, ni a mí, ni a ninguno de los que tenemos el don de dar vida.

 

—Suficiente Señor Isaka, por favor regrese a su asiento.

 

Dijo el director cuando vio que la situación podría salirse de control.

 

—Aquí no estamos tratando la condición de su hermano, estamos…

 

—Señora Ayaka, ya dijo suficiente. —Interrumpió el Director a la mujer que había hablado al principio y que parecía apoyar a la enfermera.

 

Algunos padres murmuraron molestos por la situación, el director iba a decir algo  cuando por la puerta entró Miyagi en compañía de un joven delgado y serio con un aire intelectual.

 

—Disculpa la demora Kumo san.

 

Dijo Miyagi acercándose al director y estrechando su mano. El hombre los saludó con seriedad. —Miyagi, Keiichi, que bueno que llegaron los estaba esperando. —, Y claro que los estaba esperando, había tenido que soportar el reclamo de su sobrino Akihiko y la charla de Miyagi por gran parte de la noche.

 

Miyagi le guiñó un ojo a Shinobu, y este le sonrió aliviado, por fin tenía a alguien de su parte. Ryu miró a su hermano frunciendo el ceño, pero no dijo nada pues el director en seguida hablo.

 

—Los señores son el Doctor Miyagi Yö, que se encargó de los chequeos médicos anuales, y el abogado Sumi Keiichi, especialista en derecho infantil, juvenil y activista por los derechos y contra la discriminación de los hombres fértiles.

 

El salón se quedó en silencio, todos conocían el nombre de Sumi Keiichi, el joven tenía mucha fama en el medio penal, pues no había juicio que perdiera y para completar su currículo, su padre había sido de los primeros en iniciar los movimientos para proteger los derechos cívicos, laborales y sociales de los hombres fértiles. Ya no existían en la época actual grandes focos de discriminación, eran casos espaciados, como el de ese día, pero Keiichi siempre estaba atento, con dos hijos fértiles, se mantenía en pie de guerra abonando el terreno para que sus bebes no sufrieran ningún desmán cuando estuvieran grandes.

 

—La presencia de los señores aquí, es por la equivocada actuación de la enfermera Koeda, violando la privacidad de su paciente. También y eso es algo que quería hacerles notar, es por la queja de algunos padres por el agravio sufrido por el joven Isaka Shinobu. Quiero que tengan en cuenta que no es Shinobu el único con esa condición, y nuestra secundaria alberga a muchos jóvenes iguales a él. Nuestra principal insignia es y será siempre el respeto y la unidad y no permitiremos que se presenten ninguna acto de violencia, física, verbal o que existan prejuicios de ningún tipo dentro de la institución.

 

Cuando el director terminó de hablar, la misma mujer que comenzara con los ataques, dijo indignada.

 

—Entonces eso es todo, nuestros hijos se quedaran golpeados por el salvaje este y como es uno de esos fértiles no se le hará nada.

 

Ryu se puso de pie de nuevo enfrentándola. —Si nota el rostro de mi hermano, también está lleno de hematomas y golpes, sus hijos no son unos santos, deje de ser ciega y asuma su responsabilidad en todo esto.

 

—Además. —Habló esta vez Sumi, con mucha calma. —Tanto la enfermera como sus hijos cometieron un delito, que si el Señor Isaka desea impugnar les puede acarrear muchos problemas.

 

—¿Nos está amenazando abogado?. —Le espetó la mujer con arrogancia.

 

Sumi le sonrió con malicia. —Le estoy advirtiendo señora, y le estoy haciendo conocer sus deberes, no puede andar por allí permitiendo que su hijo sea un delincuente, una persona insensible que utilice las debilidades de los demás en su contra. Yo tengo hijos y me ocupo de enseñarles el respeto a las demás personas y el valor de la vida, debería usted tomarse su tiempo para hacer lo mismo y evitaría estar aquí defendiendo lo indefendible.

 

El director tomó de nuevo la palabra. —Se les asignaran a cada alumno incluyendo al joven Isaka, labores extracurriculares por espacio de un mes a modo de lección. La enfermera Koeda queda removida de su cargo.

 

La aludida, se dio la vuelta y salió dando un portazo.

 

—¿Alguna pregunta?. —El director se dirigió a los demás padres. Una de las mamas se puso de pie y se dirigió a Ryu y a Shinobu.

 

—Señor Isaka,  la labor de ser padres no es fácil, muchas veces nos equivocamos. Me disculpo en nombre de mi hijo.

 

Ryu asintió con la cabeza y Shinobu la miro serio, diciéndole —Gracias. —casi en un susurro.

 

Todos se fueron, Ryu se despidió del director y de sus acompañantes estrechándoles las manos y expresándoles su agradecimiento, no se quedó mucho tiempo pues sentía náuseas y el malestar en su cuerpo estaba empeorando, deseaba llegar  a su casa para dormir un poco antes de ir a su trabajo en la cafetería. Miyagi trató de hablar con Shinobu pero, este estaba casi escondido tras su hermano  mirándolo con preocupación, cosa que no pasó desapercibida para el médico.

 

Llegaron al auto y Ryu, sin poderlo evitar, vomitó en el pavimento del estacionamiento. Recobrando el aliento, le sonrió a Shinobu para que se calmara, pues el pequeño rubio casi lloraba del susto.

 

—Es por el embarazo, cariño, tú sabes qué  veces me dan ganas de vomitar. — Le  abrió la puerta, tratando de ocultar el temblor en sus manos,  para que Shinobu no se preocupara más, de pronto escucharon una desagradable voz.

 

—No te vas a salir con la tuya fenómeno.

 

Ryu se volteó y se encontró cara a cara con la enfermera, la acompañaba la mujer prepotente que los había atacado en la reunión, esta,  indignada los miraba con asco. Ryu sintió un ligero mareo, pero no se amilanó, caminó hasta ellas diciéndoles con molestia.

 

—¿Cuál es el maldito problemas de ustedes?.

 

—Ustedes son el problema, se ve que son de clase baja. —Le dijo la mujer mirando el carro con asco —Y encima son unos…

 

— ¿Unos qué?... termina la frase bruja, para que veas como te voy a partir la boca.

 

—Unos fenómenos. —Le dijo la enfermera empujándolo.

 

—¡Ryu!. —Gritó Shinobu cuando vio a su hermano tambalearse y perder el conocimiento.

 

—¡Shinobu!. — gritó Miyagi, que para suerte de Shinobu había decidido buscarlo en el estacionamiento, el medico vio de lejos el enfrentamiento y corrió cuando vio al pequeño apresurarse a sostener a su hermano antes de que este cayera al suelo.

 

Todo se volvió un caos, en el medio del alboroto las mujeres se escaparon, Shinobu sostenía la mano de su hermano, Miyagi los llevaba en su auto al hospital donde él trabajaba.

 

—No debió venir… es mi culpa, mi culpa… si al bebe le pasa algo yo…

 

Shinobu sollozaba, Miyagi le dijo con calma. —Solo fue un desmayo Shinobu, seguro por tanta tensión, ya verás que él va a estar bien. El hermano de mi amigo es gineco-obstetra, ya le avise y nos esta esperado.

 

Shinobu besó la frente de Ryu esperando que las palabras de Miyagi fueran reales.

 

 Ryu fue trasladado a emergencias apenas cruzaron las puertas del hospital. Shinobu lo vio alejarse, aun inconsciente. Sintiéndose desvalido se abrazó a Miyagi sollozando con tristeza.

 

—Ya pequeño, no llores… todo va a estar bien. —Le dijo Miyagi dulcemente mientras acariciaba sus rubios cabellos.

 

Ryu seguía inconsciente, después de casi una hora de exámenes y revisiones.

 

—¿Le pusieron el tratamiento?

 

—Si Doctor, y los resultados del examen de sangre están aquí. —Le respondió la enfermera al médico, mirándolo arrobada. El hombre cansado de aquellas actitudes, la despidió diciéndole con seriedad. —Busque los exámenes de orina y tráigamelos.

 

Suspiró con desdén cuando la mujer se fue, caminó hacia Ryu y lo miró con curiosidad. Siempre le habían atraído los casos de embarazos masculinos, pero esta vez era el paciente el que llamaba su atención. Desde  que lo había recibido en la emergencia, donde estaba en espera del amigo por el que Miyagi lo había llamado con tanta desesperación,  no pudo evitar notar su atractivo,  con todo ese cabello castaño y suave, con ese olor tan suave que despedía, con esa piel tan blanca y satinada, con unos labios llenos y sensuales, un cuello largo que invitaba a besarlo por largas horas, y aquella fragilidad que se respiraba en todo su cuerpo.

 

 Sacudió la cabeza,  alejando aquellos poco éticos pensamientos y se decidió a revisar que el proceso de dilatación se hubiese detenido. Estando solo le fue un poco difícil, así que decidió no poner las piernas del paciente en los estribos, tomo una de ellas separándola cuidadosamente para mirar.

 

—No hay sangrado y la apertura ha disminuido llegando casi a su nivel normal.

 

Decía para sí mismo, mientras tocaba la zona. Ryu comenzó a despertar cosa que no notó el médico, cuando Ryu logró abrir los ojos, se encontró confundido en aquella blanca habitación. De pronto, sintió que alguien tocaba en su muy descubierta entrepierna.

 

—¡Qué demonios!. —Gritó moviendo su pierna con violencia y dándole una patada con el rudo movimiento al médico, este cayó al suelo cubriendo su nariz que sangraba y dolía.

 

—¡¿Dónde demonios estoy?!. —Gritó Ryu poniéndose de pie confundido y alterado.

 

—En el hospital. —Dijo el médico tras las manos que cubrían su nariz.

 

Ryu sintió un ligero dolor en su vientre y se recostó de la orilla de la cama, mirando todo asustado.

 

—El…!Ahh!... ¿el hospital?…— El medico se puso de pie y corrió hacia él, olvidando la sangre en su rostro y el dolor, al ver como su paciente se ponía pálido. Lo cargó con cuidado y lo acostó de nuevo en la cama, diciéndole con suavidad. —Sí, el hospital.

 

—¿Dónde está mi hermano?...!Ahh!. —Ryu se retorció de nuevo con el dolor en su vientre.

 

—¿Le pasa algo a mi bebe? —preguntó sollozando y tocando su vientre, podía soportar todo,  menos que le pasara algo a lo que más amaba, a lo único que le quedaba de Kaoru.

 

—Sa…salve a mi bebe…que no le pase nada por favor.

 

El médico le inyecto algo, Ryu seguía sollozando, luego de unos minutos el dolor cesó.

 

—Debes calmarte, él bebe estará bien, pero tienes que estar sereno. —El médico le hablaba despacio acariciando su cabello.

 

—Estoy cansado…no puedo…no puedo con todo… estoy muy cansado —Le dijo Ryu entre sollozos, poco a poco se iban cerrando sus ojos.

 

—¿Dónde está mi hermano?. —murmuró con cansancio.

 

El medico acarició su mejilla con cariño. —Lo traeré en seguida, ahora duerme un rato, cuando despiertes todo estará bien.

 

Ryu luchó por abrir sus ojos, veía borroso al médico, le tomó toda su fuerza preguntarle entre susurros. — ¿Como… cómo te llamas?

 

El médico le sonrió. —Soy Haruhiko, Usami Haruhiko.

 

—Gracias… Usami…Haruhiko…lamento haber…haber roto…tu nariz.

 

Lo último lo dijo ya dormido y Haruhiko sonrió.

 

—Doctor Usami, aquí están los exámenes de orina.

 

La enfermera se horrorizo al ver su nariz llena de sangre. — ¿Doctor Usami que le paso?

 

—Nada. —le dijo Haruhiko limpiando su nariz. —Prepara el ecógrafo voy a  hacerle un eco al paciente y busca a su hermano, tráelo aquí.

 

La mujer salió con rapidez, en pocos minutos, Haruhiko estaba mirando al bebe, abrió los ojos con extrañeza había algo que se le había pasado  en los exámenes anteriores, suspiró con preocupación.  Por suerte,  los medicamentos estaban haciendo efecto, pero Ryu debía descansar y mucho, además de comenzar a alimentarse bien, pues todos sus valores estaban alterados. Y así se lo hizo saber a Shinobu un rato después.

 

—El aborto fue detenido, pero no quiero decir con esto que esta fuera de peligro, esta anémico, deshidratado, bajo de peso y muy, muy estresado, solo era cuestión de tiempo para que colapsara. Le voy a mandar una dieta y unas vitaminas, reposo por dos semanas y debe regresar cada semana para ir viendo su progreso.¿ Tus padres están en la ciudad?, ¿podrías llamarlos para que vengan a buscarte?, Y su pareja también debería estar aquí.

 

Haruhiko había hablado muy profesionalmente, le preocupaba su paciente y también le preocupaba la respuesta del chico pues lo último que había dicho, solo lo había hecho por curiosidad, una poco ética curiosidad, pero quería saber quién tenía a ese hermoso ser como pareja.

 

Shinobu trató de mantenerse firme. —Mis papas murieron hace años, mis hermanos son mi única familia. Él… él bebe no tiene papa, solo nos tiene a nosotros… ¿Puedo quedarme con Ryu?.

 

Miyagi pasó su brazo por el hombro del chico dándole apoyo, Haruhiko lo miró con un dejo de pena. —Lamento lo de tus padres. No puedes quedarte, es política del hospital no dejar menores de edad acompañando un paciente, puedes venir mañana, si amanece mejor podrá ir contigo a casa.

 

—Yo puedo llevarte si tú quieres.  — Le dijo Miyagi.  Shinobu lo  miró con   tristeza. —Pero ¿y si despierta?, a Ryu no le gusta dormir solo, se va a asustar y puede…

 

—Yo me quedare con él todo el día,  no te preocupes. —Le dijo Haruhiko mirándolo con simpatía. Miyagi alzo una ceja mirando a su amigo con asombro, pues este no acostumbraba a tomarse tan a pecho a sus pacientes.

 

—Ves, Ryu no se queda solo y tú tienes que ir a la escuela mañana así que vamos, déjame llevarte  a tu casa y mañana te iré a buscar en la secundaria para que vengamos y llevemos a tu hermano a casa.

 

—Gracias Doctor Miyagi, por todo lo que ha hecho por mí. —Le dijo Shinobu sonriéndole, lo que hizo que Miyagi se sintiera complacido.

 

Shinobu caminó hacia la cama y besó la frente de su hermano. —Te amo Ryu… eres el mejor hermano del mundo, ponte bien rápido por favor, mama y papa en el cielo seguro están rezando para que te recuperes.

 

Shinobu besó después el vientre de su hermano y le dijo al bebe. —Te amo sobrino, se fuerte por todos nosotros, que te esperamos con mucha ilusión.

 

Los médicos vieron todo aquello en un silencio solemne, no pudieron evitar pensar, que fue un poco doloroso, ver al pequeño tan apegado a su hermano, y metido en aquella situación tan tensa, era mucho para que un chico tan joven lo soportara. Estaban orgullosos por la entereza con la que lo estaba haciendo Shinobu, eso hizo que Miyagi pensara que era un chico maravilloso, y de pronto sintiera algo más que simpatía por él.

 

Shinobu estuvo una hora más con su hermano y luego Miyagi se lo llevó. Haruhiko se quedó como lo prometió con su paciente, de vez en cuando Ryu se removía en sueños como si tuviera una pesadilla. Haruiko se paraba  de su silla, lo acomodaba en la cama y lo arropaba con cuidado, susurrándole suavemente. —Shhhhh, duerme tranquilo… duerme, no estás solo.

 

Las palabras parecían calmarlo y se quedaba sereno, dormido profundamente. En un momento, entró una cara conocida a la habitación.

 

—Buenas noches Doctor Usami. —Le dijo un joven sonriendo. Haruhiko se paró y lo abrazó con cariño.

 

—Buenas noches Doctor Usami. —Le dijo besando su frente.

 

—Deja de hacer eso, ya no soy un bebe. —Le reprochó Nowaki con un puchero.

 

—Para mí siempre serás mi pequeño hermanito.

 

—Y para mí también. —Dijo otra voz, cuando Nowaki se disponía a protestar.

 

Haruhiko le sonrió a Akihiko y estrechó su mano, diciéndole con suavidad. —Bajen la voz, mi paciente necesita descansar.

 

—Por eso vinimos. —Susurró Nowaki. —Tú nunca te quedas con ningún paciente. ¿Qué tiene este de especial?. Y no vayas a decir que porque es el hermano del niño de Miyagi.

 

—Shinobu no es mi niño. —Protestó Miyagi en silencio entrando a la habitación.

 

—Bien, se pusieron todos de acuerdo. —Refunfuño Haruhiko. —Vamos salgan de aquí, molestaran a mi paciente.

 

—Es guapo. —Dijo Nowaki evadiendo a su hermano y acercándose a la cama. — Ya veo… ya sé porque estás aquí todo solicito y cuidadoso.

 

Haruhiko tomó a su hermano por un brazo y sacó a todo el mundo de la habitación. Ya en el pasillo los regañó. —Estoy trabajando, vayan a fastidiar a otro lado.

 

—El reconocido playboy, el rompecorazones número uno,  ha caído rendido a los pies de un hermoso joven. Pensé que te iban más las chicas, Haru.

 

Haruhiko golpeó despacio la cabeza de Nowaki, pero no negó que le gustaba el joven, pues, no deseaba hacerlo.

 

—Ven mañana a mi consultorio, tengo que ver como arreglarte la nariz.

 

Le dijo Akihiko notando el morado que comenzaba a hacerse en el rostro de su hermano mayor, y que era el chisme del día en el hospital. Haruhiko asintió y los corrió una vez más. Nowaki lo abrazo con cariño y recordó que debida decirles algo.

 

— Cielos… menos mal que estamos todos… Quiero anunciarles, que estoy oficialmente enamorado.

 

Todos se quedaron sin habla. Haruhiko fue el primero en hablar, con una mirada siniestra. —Nombre completo y número de identificación.

 

Nowaki rio ruidosamente, cubriéndose luego la boca al ver el ceño fruncido de Haruhiko y como este se asomaba en la habitación para revisar a Ryu.

 

—No sé su nombre aun y no lo vas a investigar Haru. —Le dijo Nowaki con una sonrisa.

 

—Estás enamorado pero no sabes su nombre, ¿Cómo es eso Nowaki?. —Lo reprendió Akihiko.

 

Nowaki los miró con molestia y caminó alejándose de ellos. —No les diré nada más si se ponen en su pose de hermanos mayores. —El joven volteó a ver a Miyagi que no había dicho nada y le sonrió,  con aquella sonrisa que era la perdición de todos, dulce y brillante, tan perfecta como era él. —Ven Miyagi a ti si te cuento, así me puedes hablar de tu niño.

 

Miyagi negó con la cabeza sonriendo y se fue tras él. En el pasillo quedaron, Haruhiko y Akihiko con las caras largas y serias. —Ven mañana al consultorio.

 

Le dijo Akihiko para despedirse. —Tú averigua con quien anda Nowaki, no pienso permitir que nadie le haga daño.

 

Akihiko sonrió, y se marchó, Haruhiko podía ser un hermano muy protector.

 

El medico volvió a entrar a la habitación y miró a Ryu que dormía de nuevo en una posición incómoda en la cama. Suspiró y se dispuso a acomodarlo de nuevo. Cuando lo tomaba en sus brazos para situarlo en medio de la cama, lo escuchó susurrar.

 

—Kaoru… Kaoru no me dejes.

 

Lo arropó con cuidado. Ryu comenzó a llorar, entre sueños. Haruhiko arrimó la silla a la cama y se sentó acariciándole el rostro delicadamente. Limpió las lágrimas susurrándole palabras dulces, hasta que logró que se calmara. Cuando Ryu se sumió de nuevo en un profundo sueño, Kaoru se quedó mirándolo mientras pensaba, quien sería ese Kaoru que teniendo tanta suerte, le dejaba tirada sin compasión.

 

******

 

Kaoru, tenía rato sintiendo una opresión en su pecho, no sabía si era la aburrida fiesta donde estaba, o era parte del dolor que sentía por las palabras de Ryu. No podía culparlo por dejarle, aquello que tenían no era una vida y Ryu merecía algo mejor. Salió al balcón para tomar aire dejando la fiesta en la sala llena de gente que apenas conocía. Sacó su celular y marco varias veces el celular de Ryu, cada vez le cayó la contestadora, finalmente se decidió a dejarle un mensaje.

 

—Te amo Ryu, sé que no me crees… pero te amo de verdad.

 

—¿Con quién hablas?. —Preguntó alguien con inusitada molestia tras él.

 

—Con nadie padre, solo revisaba mis mensajes.

 

El imponente hombre que se paro a su lado no le creyó ni una palabra, aun así lo dejo pasar, diciéndole con un tono que dejaba muy clara la amenaza implícita en él. —Espero que no te sigas viendo con el pobre diablo ese… recuerda el trato que hicimos Kaoru, no me hagas romper mi promesa.

 

El hombre le dio un trago a su copa de vino y miró a su hijo con molestia. —Ve a la sala, tu esposa te está buscando. Compórtate como lo que eres, un Asahina.

 

Kaoru, asintió silencioso y salió del balcón. Quizás lo que había pasado era lo mejor, si se había casado para evitar que su padre le hiciera daño a Ryu, alejarse definitivamente era lo más sensato, Ryu estaba mejor sin él, por lo menor nadie lo lastimaría. Aun recordaba las palabras de su padre, las que le hicieron tomar aquella decisión. “Tú eres un Asahina y como tal debes comportarte, no permitiré que me avergüences casándote con ese muerto de hambre, te casaras con quien yo diga o ese tipo sufrirá las consecuencias”

Ese día había firmado su sentencia, por temor a que algo le pasara a Ryu, por miedo de que su padre le hiciera daño. Ese día entrego su vida a cambio de la Ryu, a veces pensaba que había sido cobarde, que debió huir con Ryu, pero a medida que iba conociendo a su padre, se convencía de que había tomado la mejor decisión.


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