Kim Kibum tiene un fantástico apartamento nuevo en Seúl, una batidora marca KitchenAid, y ningún O (y no estamos hablando de Oprah, amigos). Tiene una carrera de diseño en ascenso, una oficina con vista a la bahía, una receta asesina de pan de calabaza, y nada de O. Tiene a Clive (el mejor gato del mundo), amigos geniales y cero O.

Añadiendo insultos a su falta de O, desde su mudanza tiene un vecino mujeriego que pasa sus noches azotando la cama contra la pared. Cada gemido, golpe y —¿fue eso un maullido?— señalan el hecho de que no sólo está perdiendo su sueño, aún sigue sin tener, sip, lo adivinaron, nada de O.

Ingresen a Kim Jonghyun. (No, en serio, Jonghyun, por favor entra). 

Cuando el «azota-paredes» amenaza literalmente con romper la pared, Kibum, vestido de frustración sexual, bóxer rosa y camiseta gastada que apenas le tapaba el trasero. Se enfrenta a su escuchado-pero-jamás-visto vecino. Su encuentro nocturno tiene, bueno, resultados extraños. Ejem. Con paredes así de delgadas, la tensión será enorme…