CAPITULO 35
Draco abrió los ojos debido al rayo de sol que le pegó directamente en la cara; se puso una mano enfrente tratando de cubrirse, entonces entres abrió los ojos y recordando donde estaba, saltó de la cama despertando a Harry de golpe.
-¡Harry, ya amaneció, despierta!
-mmm... -gimió Harry sin abrir los ojos- no des lata, Draco...
-Levántate... -exclamó Draco poniéndose de pie y dirigiéndose al baño- ¡quiero conocer más cosas antes de irnos!, además creo que ya es más de medio día, el hechizo se rompió y podemos ir por dinero a Gringoots.
-Ya voy... ¡auch!... ¡pero qué rayos...! -exclamó Harry sintiendo un dolo en su trasero- demonios... tengo el culo molido.
-Duele, ¿verdad? -dijo Draco cerrando la puerta del baño- y espera cuando intentes sentarte.
Draco salió de la ducha al cabo de diez minutos, para encontrarse a Harry todo despatarrado en la cama comiendo fresas muy quitado de la pena.
-¡Harry! -exclamó Draco dando una patada en el suelo- ¿que no te piensas mover?
-Ya voy, ya voy... oye, ¿el administrador te dio estas fresas después de cómo te portaste ayer?
-Ajá, -dijo Draco quitándole el botón de carita feliz a su chaqueta- tengo mucha persuasión... rayos, odio estas cosas muggles.
-Que ingrato eres, Meg te lo dio con la mejor de las intenciones.
-Pues no me interesa, -dijo Draco aventando el botón en el buró- yo voy a Gringoots mientras tú te bañas y te arreglas, ¿de acuerdo?
-De cuerdo, -respondió Harry poniendo una mano en su frente en señal de acatar una orden.
-¿Y nuestras varitas?
-Ah si... espera. -dijo Harry recostándose y extendiendo las manos frente a sí- "Finitus varitae"
-Genial, -exclamó Draco sonriendo al ver las varitas aparecer en las manos de Harry- ¿cómo es que puedes hacer magia sin varita?
-Aun no lo sé bien... pero de todos modos, este hechizo está hecho para terminarse así.
-Bueno, pues me voy, vuelvo en un rato... ¡ah, que bien es poder aparecerse a voluntad! adiós.
-Bien.
En cuanto quedó solo, Harry terminó con las fresas, luego se levantó haciendo muecas de dolor y finalmente se dirigió al baño; y después de casi una hora, Draco se apareció en la habitación encontrándolo ya vestido.
-¿Porque tardaste tanto?
-Porque después de ir al banco y soportar la mirada inquisitiva del duende de la ventanilla de cambios para dinero muggle, fui a una farmacia a comprarte un remedio para el pie... no pienso cargarte de nuevo, Potter.
-Yo no estaría tan seguro de eso, Draco. -dijo acercándose al rubio para besarlo en la boca.
-mmm... espera... -murmuró Draco- primero ponte el remedio, no quiero perder más tiempo.
-¿Dices que besarme es perder tiempo? -preguntó Harry estrechándolo por la cintura.
-No dije eso, -respondió Draco poniendo sus manos en los brazos de Harry- es solo que no creo que puedas darme batalla ahorita, Potter.
-¿Seguro? -dijo Harry bajando sus manos hasta las nalgas de Draco.
-Ya, Harry... -exclamó Draco haciendo un puchero- quiero conocer más el Londres muggle.
-De acuerdo, de acuerdo... -respondió Harry rodando los ojos- pero ya me desquitaré después.
-Eso no lo dudo. -dijo Draco.
-¿Dices que cambiaste dinero muggle?
-Si... ¿mil dólares serán suficientes?
-¡¿Mil dólares?! -exclamó Harry sorprendido- ¡eso es mucho dinero!... ¿porque trajiste tanto?
-Perdóname por no saber el valor del dinero muggle... -respondió Draco molesto- con eso de que me he pasado la vida en este mundo...
-Ya, no te enojes. -dijo Harry- es solo que es mucho dinero.
-Toma... llévalo tú, -dijo Draco dándole una cartera- no entiendo ese dinero, ¿ya podemos ir por mi dije?
-Si, solo espera a que me cure el pie... oye, ¿no había algo para el "otro" dolor? -preguntó Harry mientras se quitaba el zapato y el calcetín con cuidado.
-No sé, se me olvido preguntarle al farmacéutico si tenía algo para el dolor de culo. -respondió Draco alzando una ceja- ¡no seas tarado, Potter!... ¿¡cómo se te ocurre que iba a preguntar por algo así?!
-Bueno, yo nada mas decía. -respondió Harry sonriendo mientras se aplicaba el remedio mágico en el pie sintiendo alivio inmediato.
-Ahora que si te quieres poner ese ungüento en el culo, es cosa tuya.
-¡Eres un tonto! -respondió Harry riendo- aunque no sería mala idea...
-¡Estás loco de remate!
-mmm... solo un poco, -dijo Harry poniéndose de pie y dando unos pasitos para comprobar el estado de su pie- ¡listo!, como nuevo.
-¿Ya podemos ir por mi dije? -exclamó Draco impaciente.
-Ya vamos. -dijo Harry poniéndose el calcetín y el zapato- vamos.
Ambos chicos salieron de la habitación y se dirigieron a la recepción.
-Buenos días, -saludó Harry a la mujer que estaba del otro lado de la barra- ¿puedo hablar con el señor que nos atendió anoche?
-No está, tuvo que irse. -respondió la mujer de mala manera mientras se limaba las uñas.
-Bueno, eso no importa, venimos a recoger un objeto que dejamos en garantía ayer por una habitación, ¿cuánto le debemos?
-Yo no sé de qué me hablan, vengan después, cuando sea su turno.
-No tenemos tiempo de volver después, -respondió Harry- se supone que ese objeto debe estar aquí, en una caja de seguridad ya que es muy valioso, ¿podría decirnos cuanto le debemos para que nos lo devuelva?
-Ya les dije que no sé de qué me hablan, -respondió la mujer dejándose de limar las uñas para mirarlo directamente- así que vuelvan después.
Harry apretó los puños sintiéndose ya sumamente molesto.
-Quiero hablar con el gerente.
-No está. -respondió la mujer retomando su interesante labor de uñas.
-Harry, -dijo Draco mirándolo con el ceño fruncido- ¿acaso es que éstos no quieren devolverme mi dije?
-No te preocupes, -respondió Harry con seguridad- no nos iremos de aquí sin esa joya.
-Pues ya les dije que yo no sé nada. -dijo la mujer de forma altanera- y si no se van llamaré a la seguridad del hotel para que los saquen por revoltosos.
-¡¿Pero cómo te...?!
-Calma Draco, -interrumpió Harry para luego dirigirse nuevamente a la mujer- escuche...
-No, escuchen ustedes, -dijo la mujer- será mejor que se vayan sino quieren tener problemas.
-¿Problemas? -repitió Harry incrédulo- ¿a qué se refiere?
-A que están armando todo este alboroto para sacar algo que seguramente nunca dejaron.
-¡Escuche, maldita ramera! -exclamó Draco golpeando la barra- ¡o me devuelve ese dije o la convierto en una mugrosa rata!
-No Draco... -dijo Harry sujetándolo por un hombro- no puedes hacer magia fuera del colegio.
-¡Pero es que no puedo perder ese dije! -respondió Draco volviéndose a mirarlo- ¡si mi papá se entera que lo perdí...!
-No lo perderemos, -dijo Harry tratando de calmarlo al ver su desesperación- no nos iremos de aquí sin él.
-Pues esperarán sentados, -dijo la mujer- porque aquí no hay nada.
-Escucha, perra maldita... -exclamó Harry sorprendiendo al mismísimo Draco quien lo miró con la boca abierta- o llamas al maldito ladrón que recibió el dije anoche o haré que te arrepientas hasta de haber nacido.
-No me asustas, niño idiota, -respondió la mujer mirándolo fijamente- y haz lo que quieras... de aquí no sacarás nada.
Sin decir nada, Harry sacó su varita, para ser detenido esta vez por Draco.
-Espera Harry, tú también eres menor...
-Si, -respondió Harry con gesto duro- pero yo soy un caso especial...
-Que caso especial ni que nada... -respondió Draco- al ministerio no le importa quién desobedece, nos enviaran una lechuza de advertencia.
-Te digo que yo soy un caso especial, -dijo Harry sin dejar de mirar a la mujer- no pueden expulsarme después de que fui yo quien venció a Voldemort... no tendrían cara para eso.
-Pero...
-Sube a la habitación.
-Demonios... -pensó Draco desesperado, ya no sabía que era peor; si perder el dije y que sus padres se infartaran o atraer la atención del ministerio hacia ese lugar y que lo descubrieran con Harry- ¿qué vas a hacer?
-Arreglar este asunto, ahora sube a la habitación, que aunque el departamento de regulación de magia suele mandar una lechuza, es mejor no arriesgarse... anda, todo saldrá bien. -agregó Harry en tono tranquilizador al ver la expresión de Draco.
-eee... claro. -dijo finalmente Draco dirigiéndose a las escaleras.
Y cuando Harry finalmente quedó solo con la mujer, extendió su varita hacia ella diciendo:
-Te lo advierto por última vez... devuélveme esa alhaja.
-Te lo repito por última vez... -respondió la mujer imitando el tono de Harry- vete al diablo.
Sin decir nada más, Harry exclamó:
-"¡Levicorpus!"
-¡Ay... por Dios! -exclamó la mujer al verse flotando cabeza abajo en el aire.
-¿Y bien?... ¿me la vas a devolver?
-¡Roger, Roger! -gritó histérica la mujer- ¡por Dios, Roger... auxilio!
El mismo hombre que los había atendido en la noche, salió disparado de la habitación contigua, pero al ver a la mujer flotando en el aire, se quedó paralizado mirando la escena con la boca abierta.
-Tú... -dijo Harry con voz firme y extendiendo la mano- devuélveme el dije de Dragón que te dí ayer.
-¡Dáselo, dáselo! -gritó la mujer desesperada- ¡seguro es cosa del diablo!... ¡devuélvelooooo!
Sin poder articular palabra y sin dejar de mirar a la mujer, el hombre metió la mano en su bolsillo, sacó el dije y lo depositó en la mano de Harry, quien después de recibirlo, dijo:
-"Liberacorpus" -para después decir: -"Obliviate"
La mujer cayó al suelo mientras recibía junto al tipo, el tercer hechizo de Harry, quien en ese momento volvió la cabeza al escuchar el aleteo de una lechuza yendo esta a pararse en el mostrador; Harry tomó la carta de advertencia y luego de que la lechuza se marchara, comenzó a llamar a Draco en voz alta.
-¡Draco, nos vamos!
Sin necesidad de que se lo repitieran dos veces, Draco bajó las escaleras corriendo mientras veía cómo la mujer y el tipo, se veían entre sí con cara de idiotas.
-¿Lo tienes? -preguntó esperanzado.
-¿Tú qué crees, Malfoy? -respondió Harry muy ufano de si mismo mientras salían del hotel a toda prisa.
-¡Espera! -exclamó Draco deteniéndose abruptamente mientras se miraba el pecho.
-¿Qué pasa? -respondió Harry preocupado.
-¡Olvidé algo! -dijo Draco volviendo a toda prisa sobre sus pasos.
Harry lo miró entrar de nuevo al hotel mientras los que se encontraban en el mostrador lo miraban confundidos.
-¿Y ahora qué? -pensó Harry contrariado por no poder alejarse de ese lugar; pero al cabo de un par de minutos, Draco salió tan rápido como había entrado.
-¡Listo!... ahora sí, vámonos.
-¿Que se te había olvidado?
-Esto. -respondió Draco mostrándole el botón de carita feliz- lo había dejado en el buró.
Aunque no dijo nada, Harry no pudo evitar sonreír y tomando de la mano a Draco, se alejaron del hotel en donde habían pasado la noche.
El resto del día se lo pasaron visitando tiendas, librerías; hasta tiempo les dio de ir al cine, en donde Draco quedó con la boca abierta al ver cómo la gente se divertía tanto sin necesidad de usar magia; Harry abrazaba a Draco cuando caminaban por la calle y éste se dejaba abrazar, se tomaban de la mano y corrían juntos cuando el semáforo estaba a punto de cambiar de color.
El frío comenzaba a arreciar y las pálidas mejillas de Draco se habían puesto como dos manzanas a causa del viento helado mientras el cabello de Harry se revolvía aun más de lo que ya estaba.
-Espera... -dijo Draco cuando estaban a punto de entrar a una cafetería.
-¿Qué pasa?
-Tu cabello es un desastre. -respondió Draco quitándose los guantes de piel y metiendo sus dedos en la rebelde cabellera azabache.
Harry no dijo nada, simplemente observó como Draco intentaba peinarlo mientras una sonrisa empezaba a asomar en sus labios.
-¿De qué te ríes, Potter? -preguntó Draco sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.
-De todo y de nada... -respondió Harry tomándolo por la cintura- me gustas mucho, Draco Malfoy.
-¿Ah sí? -exclamó Draco pasando sus brazos por el cuello de Harry- ¿qué tanto?
-No sé... sólo sé que mucho.
-¿Qué clase de respuesta es esa? -dijo Draco pegando aun mas su cuerpo al de Harry.
-Pues entonces dime tú... ¿te gusto mucho?
-Sí. -respondió Draco.
-¿Que tanto? -preguntó Harry levantándole el rostro.
-¿Que tanto? -repitió Draco.
-Si... ¿qué tanto? -Sin decir nada, Draco abrazó a Harry recargando su mejilla en su pecho; sin saber porqué, la tristeza lo había invadido de repente- Draco... -llamó Harry al percibir su cambio de ánimo.
-¿Si?
-¿Pasa algo?
-No, nada ¿por qué?
-Es que... de repente te pusiste muy serio... ¿fue algo que dije?
-No seas tonto, claro que no, -dijo Draco levantando la cara y mirándolo sonriente- ¿entramos?... se me está congelando el trasero.
-Eso tiene solución, yo te lo caliento. -respondió Harry bajando su mano.
-¡Harry, aquí no, la gente puede vernos! -exclamó Draco apartándose de él.
-No me importa. -respondió Harry riendo- aquí nadie nos conoce.
-Sí, pero es de muy mal gusto y mala educación manosearse en plena calle.
-Ya, no seas tan gruñón y entremos. -dijo Harry tomándolo de la mano.
Ya adentro, con un chocolate caliente y un buen trozo de pastel, terminaron de pasar su fin de semana en el Londres muggle.
-¿Y qué te pareció? -preguntó Harry mientras bebía su chocolate.
-A pesar de todo fue divertido... me gustaría hacerlo de nuevo, pero sin hechizos raros de tu parte.
-Pues tú dices cuando. -dijo Harry.
Draco ya no respondió, simplemente continuó comiendo su pastel, para después de un rato, preguntar:
-¿Qué hora es?
-mmm... las diez y media. -dijo Harry tranquilamente; en eso, los dos se miraron sobresaltados.
-¡Teníamos que estar de regreso a las nueve! -exclamó Draco.
-Rayos... -dijo Harry contrariado- bueno, pues acabémonos nuestro pastel para irnos.
-¿¡Estás loco?!... -exclamó Draco- ¡vámonos ya!
-Cálmate, -respondió Harry- tarde ya es... unos minutos más no harán gran diferencia.
-Pero...
-Draco, -interrumpió Harry- sólo serán unos minutos.
-De acuerdo. -respondió Draco intentando tranquilizarse.
Rato después, salieron de la cafetería y caminaron a un callejón, en donde pudieron desaparecerse.
-Ya todo está cerrado. -dijo Draco al aparecerse en el callejón Diagón.
-Pues entonces vamos a Hogsmeade, la señora Rosmerta nos dejará usar su chimenea.
-¡No!
-¿Porque no?
-Bueno... -respondió Draco- es que... tal vez tú si puedas usarla, pero yo no.
-¡Oh vamos!... ella no te dirá que no.
-No es por eso...
-¿Entonces?
-Nos verá juntos. -respondió finalmente Draco.
-¡Ah!... ¿es eso?... -exclamó Harry sintiendo una peculiar punzada de desilusión- no creo que debamos preocuparnos por eso, le diremos que ahora somos amigos, no tiene porque pensar otra cosa.
-¿Tú crees? -dijo Draco dudoso.
-A menos que quieras llegar a Hogwarts hasta mañana.
-¡No!
-Pues entonces vamos. -dijo Harry tendiéndole una mano.
-Pues si no hay más remedio. -respondió Draco exhalando un suspiro.
-No lo hay. -dijo Harry antes de desaparecer.
Ya estando en las tres escobas y soportando las miradas inquisitivas de la señora Rosmerta, Draco dijo en voz baja antes de entrar en la chimenea:
-Harry...
-¿Si?
-Gracias por este fin de semana... me lo pasé genial.
-Pues tú dices cuando lo repetimos. -respondió Harry en el mismo tono.
Draco no respondió, solo sonrió y extendió un pie hacia la chimenea.
-Espera... -dijo de pronto Harry deteniéndolo del brazo.
-¿Qué ocurre?
-¿Qué te parece si vamos a dar una última vuelta por el castillo?
-¿¡Estás loco?! -exclamó Draco intentando contener su voz- ¡McGonagall y mi padrino deben estar esperándonos en sus oficinas con un buen castigo para cada uno!
-Puede que si... puede que no. -dijo Harry sonriéndole como quien está a punto de cometer una travesura- ¿qué tal si ninguno está ahí?
-¿Siempre fuiste así de cabeza dura? -preguntó Draco mirándolo con horror.
-mmm... sí, creo que sí. -respondió Harry riendo más abiertamente- vamos Draco... un rápido paseo por los oscuros y solitarios pasillos de Hogwarts.
-No lo creo, ¿y si nos descubren?
-No lo harán... soy experto en escurrirme por el castillo sin ser atrapado.
-Definitivamente estas demente... -dijo Draco negando con la cabeza- olvídalo, mis tiempos de rebeldía se acabaron hace mucho.
-¡Oh vamos!... ¿dónde está ese Malfoy osado que era capaz de seguirme hasta los lindes del bosque prohibido con tal de que me castigaran por andar fuera de mi habitación tan tarde?
-Desapareció hace mucho... además hacía todo eso porque me caías muy mal... tú, Granger y la comadreja.
-Hagamos una cosa, -dijo Harry haciendo un último intento por convencerlo- si en la oficina de la profesora McGonagall no hay nadie, ¿vendrás conmigo?
Draco exhaló un suspiro, la impaciencia y los nervios estaban apoderandose de él, pero tambien era cierto que la oportunidad de alargar un poco más ese fin de semana era demasiado tentadora, así que finalmente dijo:
-De acuerdo.
-¡Bien! -exclamó Harry- hagamos esto... yo iré a la oficina de McGonagall, y si en un momento no regreso, pues te vas a la de Snape, pero si me ves hacerte una seña, te diriges ahí, ¿de acuerdo?
-De acuerdo. -respondió Draco no muy convencido.
Sin agregar más, Harry arrojó polvos flu a la chimenea diciendo firmemente:
-"Oficina de McGonagall"
Draco esperó deseando en parte que Harry no le hiciera ninguna señal, pero después de unos segundos, la mano de Harry apareció entre las llamas verdes; Deseando no arrepentirse, Draco exclamó con voz firme su destino, y entró a la chimenea después de arrojar polvos flu.