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POCION por Orseth

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Notas del capitulo:

HOLA DE NUEVO^^

ANTES DE EMPEZAR DEBO DECIRLE A MI GRAN AMIGA TENSHI KUN Q FINALMENTE TERMINE DE LEER "SENTIMIENTOS PELIGROSOS"... AAAAH!!! TENSHI KUN, ¿QUE PUEDO DECIR?...

SOLO Q COMO SIEMPRE TE SACASTE UN 10^^

Y AHORA SI, PASEMOS A LO SIGUIENTE, HABER QUE LES PARECE ESTO...

MUAJAJAJAJAJA!!!!!!!!!!!!

 

CAPITULO 48

 

            Sintiendo que sus piernas estaban hechas de gelatina, Draco salió del salón  de los menesteres, y con paso inseguro se dirigió a las escaleras.

            -¡Rayos!... -pensó con desconsuelo al ver la hilera de escalones que se le antojó interminable; y yendo en contra de todos sus principios, deseo tener a la mano uno de esos aparatos extraños llamados "voladores"  que usaban los muggles para subir y bajar pisos metidos en cajas de acero sin necesidad de hacer ningún esfuerzo.

            Sosteniéndose de los barandales y las paredes y después de lo que le pareció una eternidad, finalmente  llegó a su habitación; no vio la hora pero imagino que era de madrugada; paso directamente al baño cuidando de no hacer ruido para no despertar a sus compañeros; cerró la puerta recargándose en ella con los ojos cerrados; se sentía física y emocionalmente agotado, y decidió que un buen baño lo ayudaría a relajarse; el problema era que no quería hacerlo, el aroma de Harry estaba impregnado en su piel y no quería quitárselo, de hecho, no deseaba hacerlo nunca; pero su humanidad pedía descanso a gritos además de constatar poniéndose una mano en la frente, que tenía fiebre.

            Resignado, abrió la llave del agua para llenar la tina;  ¿agua caliente?, ni pensarlo... ¿fría?, tampoco lo resistiría, decidió que el agua tibia sería lo mejor; y en lo que se llenaba la tina de mármol, fue a mirarse al espejo, por lo que casi se cae de la impresión al ver su reflejo.

            -¡Que un rayo me parta!  -exclamó anonadado al ver su aspecto-  ¡estoy horroroso!... -murmuró al ver su cabello despeinado, un ojo comenzando a amoratarse al igual que la comisura de sus labios y pómulos; comenzó a quitarse la ropa ya no sorprendiéndose tanto al ver su cuerpo lleno de moretones;  su cuello y hombros mostraban huellas de dientes y chupetones; las tocó doliéndose al instante pero evocando a quien se los hizo.

            Suspirando de desaliento, tanteó el agua de la  tina y se metió sintiendo cierto alivio en la piel, lo malo vino... cuando quiso sentarse.

            -¡Me lleva el diablo!  -pensó lleno de contrariedad-  ¿¡y ahora como me relajo?!  -pensó mientras permanecía hincado en la tina con el agua hasta la cintura-  ¿¡me empino con el culo al aire como un maldito pinacate?!... ¡demonios!...

            Al final no se relajó como quería, ya que el dolor en "salva sea la parte", le impidió recostarse cómodamente en la tina; cuando por fin terminó y su cuerpo tocó la cama, se durmió casi al instante.

            -¡Draco, levántate!... -exclamó Theo desde un lugar muy, muy lejano, o al menos eso le pareció a Draco, quien después de varios llamados, solo pudo balbucear:

            -¿mmm?...

            -¡Ya es hora del desayuno, llegarás tarde!... ¡Draco!

            -¿mmm?...

            -¡ya levántate!

            -No... molestes...

            -Bueno, tú sabrás... -dijo Theo dándose por vencido y saliendo de la habitación, en la cual ya solo quedaba él aparte de Draco.

            Mientras tanto, en otro lado del castillo, otro chico se despertaba por sí solo, pero no gracias a algún hábito tempranero, sino por un abrumador dolor de cabeza.

            -¡mmm!... ¡aaah!... -exclamó Harry removiéndose en la cama en la que se encontraba al tiempo que se ponía una mano en la cabeza abriendo los ojos trabajosamente para volver a cerrarlos al sentir que todo le daba vueltas; al cabo de unos minutos los abrió de nuevo para examinar el lugar en el que estaba. Por un momento la confusión lo invadió, pero como un cubetazo de agua helada, los recuerdos de la noche anterior le golpearon la cabeza haciéndolo sentarse de un jalón en la cama-  ¡Dios mío!... -exclamó espantado-  ¿¡qué rayos paso aquí?!... -murmuró mirando a su alrededor; intentó levantarse, pero un mareo lo hizo trastabillar de tal modo que volvió  a sentarse.

            Mil pensamientos se agolparon en su mente provocando que cerrara los ojos con fuerza en un estado cercano al pánico.

            -Fue un sueño... -murmuro sin abrir los ojos-  fue un sueño... fue un sueño...  -pero para su desgracia, todo había parecido tan real, que tragando saliva, se obligó a abrir los ojos.

            Miro la habitación, y con horror vio cerca de la puerta, un armario semi abierto, un  cubo de agua, y en el techo... una argolla; sintiendo la boca seca se miró a si mismo encontrándose completamente desnudo; poco  a poco, la realidad de lo que había pasado fue entrando en su mente como  cae la arena de un reloj, y fue entonces que no supo que sentir a ciencia cierta; muchos sentimientos se revolvían como jauría rabiosa en su interior.

            Aun sabiendo que nadie lo veía, se envolvió en una sabana y con pasos trémulos camino hasta el armario, y como si se tratara de algo peligroso, miró con cautela el interior; sintió su cara arder de vergüenza al mirar los implementos que había ahí.

            -Por Dios... -murmuró poniéndose una mano en la frente al ver el fuete-  ¿Qué fue lo que hice?... -dijo pasando la vista por los juguetes sexuales que había utilizado en Draco; sus dedos temblorosos tocaron el fuete, y con ese simple tacto, recuerdos de gritos, suplicas, llanto y gemidos llegaron a su mente-  ¡por todos los...!  -exclamó apartando la mano como si quemara, y mirando a su alrededor como  buscando una salida. Una salida, si... pero una a aquella situación tan bizarra.

            -¿Qué me hiciste, Draco?... -susurró sintiéndose total y profundamente avergonzado; camino lentamente hacia la cama en la que solamente se dejó caer.

            Como alguien que se desnuda frente a su familia estando ebrio, o como alguien a quien  leen su diario frente a una multitud en el cual están sus más oscuros deseos, así se sentía Harry; se sentía tan avergonzado que ganas no le faltaron de cavar un hoyo y sepultarse a sí mismo.

            -¿Pero como... pude hacer esas cosas?  -susurró acostándose de nuevo, y  pensando en sí mismo como en una especie de monstruo, se quedó dormido.

            Ya había pasado la hora de la comida cuando una voz despertó a Draco.

            -Draco... Draco... -dijo Theo sin abrir las cortinas de su cama.

            -¿mmm?...

            -¡Draco!

            -¡Que!...  -respondió Draco molesto por la interrupción.

            -¿Estás enfermo?... ¿quieres que traiga a madame Pomfrey?

            -¡No!... -respondió Draco abriendo los ojos de golpe-  yo... estoy bien, ¿Qué pasa?

            -¿Qué pasa?... -repitió Theo-  son más de las tres de la tarde y tú sigues en cama.

            -¿¡Tan tarde es?!... -pensó Draco atónito.

            -¿Draco?... -insistió Theo.

            -Estoy bien... en seguida me levanto.

            -¿Seguro?

            -Ya te dije que sí.

            -Ah bueno... porque el profesor Snape quiere hablar contigo, te espera en su oficina.

            -¿Mi padrino?... ¿Qué te dijo?...  -preguntó Draco lleno de contrariedad.

            -Nada, solo que quería hablar contigo.

            -De acuerdo, gracias por avisarme.

            -¿Seguro que estas bien, Draco?

            -Ya te dije que sí.

            -Bueno, entonces me voy, ya va a empezar la clase de Binns, a la cual veo llegaras tarde.  -dijo Theo, quien después de decir eso, salió.

            Draco aguzó el oído para asegurarse de que en verdad estaba solo, fue así que se levantó y se dirigió al baño para mirarse al espejo.

            -¡Parezco mapache!... -exclamó sorprendido al ver su ojo rodeado por una mancha totalmente morada-  en fin, ya me lo esperaba.  -Así que procedió a aplicarse un hechizo Glamour para después vestirse con toda la calma del mundo, total, si de todos modos lo iban a regañar, un retraso mas no haría gran diferencia.

            Mientras tanto, en la sala de los menesteres, Harry volvía a despertar, esta vez con la certeza de encontrarse en un lugar que no era para nada su habitación; así que aun sintiendo que su cabeza se partía en dos, se vistió y salió de ahí para dirigirse a su casa; en el camino se encontró con alumnos que lo miraban de reojo por la facha tan desastrosa que se cargaba, hasta que finalmente pudo llegar a su sala común, no sin encontrarse para su mala suerte, a Hermione.

            -¡Harry!... ¿¡donde rayos te metiste toda la noche?!

            -Hermione... -exclamó Harry-  ¿podrías no hablar tan alto por favor?... siento que la cabeza me estalla.

            -¡Harry!... -respondió Hermione sorprendida-  ¡¿tienes resaca?!

            -¿¡Qué?!  -exclamó Harry-  ¿estás loca?... ¡claro que no!

            -Pues por la facha que tienes, pareciera que si, -respondió Hermione cruzándose de brazos-  ¿Dónde estuviste toda la noche?

            Responder a eso sería darse el tiro de gracia, por lo que Harry dijo:

            -Por ahí.

            -¿¡Como que por ahí, Harry!?... ¡no puedes saltarte las reglas así como así!, ¡ya no estamos en primero!

            -Hablamos luego,  ¿si?  -exclamó Harry dirigiéndose a las escaleras.

            -No hables conmigo si no quieres... pero con la profesora McGonagall si tendrás que hacerlo.

            -¿¡Acaso me acusaste, Hermione?!  -dijo Harry sorprendido deteniendo su camino a su habitación.

            -No seas tonto... claro que no lo haría,  -respondió Hermione herida-  pero en la clase de transformaciones que tuvimos esta mañana, preguntó por ti.

            -¿Y no pudieron decirle una mentira?

            -Lo hicimos, pero...

            -¿Pero?

            -Como tampoco te vio en la comida, mando a madame Pomfrey a ver si estabas bien y pues...

            -No me encontró. -Concluyó Harry.

            -Así es.

            -Vaya... -dijo Harry continuando su camino.

            -Harry...

            -¿Si?

            -No estarás en problemas... ¿verdad?

            -No.

            -Sabes que si necesitas nuestra ayuda, la tienes.  -dijo Hermione cambiando su actitud regañona en la de siempre.

            -Si Hermione, lo se... gracias.  -respondió Harry agradecido.

            Ya era tarde cuando Draco se dirigió a la oficina de Snape vestido pulcramente como siempre y con su rostro intacto, o al menos aparentemente gracias a su hechizo.

            -Adelante.  -respondió Snape desde el interior de la oficina al escuchar los toquidos en la puerta.

            -¿Querías hablar conmigo, padrino?  -dijo Draco muy quitado de la pena aunque por dentro sentía que moría de nervios.

            -Si Draco, siéntate... necesitamos hablar,  -dijo Snape  dejando de calificar tareas y recargando sus codos en el escritorio-  ¿Qué pasa contigo?

            -¿Qué pasa de qué?

            -No me tomes por tonto... andas metido en algo y quiero saber que es.

            -No estoy metido en nada padrino.

            -Tus calificaciones cada vez están peor... faltaste a mi clase ayer y no asististe a ninguna el día de hoy, ¿y debo asumir que todo marcha bien contigo?

            -Es que...

            -No me interrumpas,  que aun no termino,  -exclamó Snape duramente-  las cosas no van bien contigo... quiero ayudarte pero tú no me dejas, y mi obligación como responsable de la casa de Slytherin, pero sobre todo como tu padrino, es notificar a tus padres de esta situación...

            -¡No, padrino! -Saltó Draco desde su asiento-  ¡no les digas nada a mis padres!

            -No me dejas opción, tu educación es importante aunque tengas una fortuna asegurada.

            -¡Por favor!... ¡te prometo que mejorare!... -exclamó Draco en tono suplicante.

            -Eso dijiste la vez pasada y yo confié en ti.

            -Si, pero ahora será diferente... Por favor, no le digas nada a Papá... por favor padrino.

            -Draco... -dijo Snape mirándose las manos en actitud reflexiva-  tu me importas mucho... por ti he hecho muchas cosas... y no creo que lo sepas, pero... -dijo mirándolo ahora-   en verdad estoy preocupado por ti.

            -Lo se...

            -No, no lo sabes... y si no está en mis manos ayudarte, aunque ya no tenga nada que ver con Lucius, mi obligación es notificarle lo que está pasando contigo.

            -¡Pero es que ya no está pasando nada!

            -Creí que confiabas en mí.  -dijo Snape sin intención chantajista, sino verdaderamente decepcionado.

            -Y confió en ti, padrino... -respondió Draco sintiéndose una cucaracha-  de verdad.

            -¿En serio?... yo creo que no.

            -Yo...

            -Tu sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, pero al parecer hay cosas en las que nadie debe meterse... ¿es eso?... -dijo Snape, quien continuo hablando ante el silencio de Draco-  mira Draco, entiendo que hay cosas que son realmente privadas, lo sé muy bien... pero en tu caso parece que estas cosas están sofocándote... como si estuvieras cargando un gran peso.

            Draco deseo más que nunca poder desahogarse con su padrino, deseo más que nunca ser consolado por alguien que en verdad lo quería... pero su secreto era demasiado grave como para poder confesarlo, y aunque confiaba en su padrino, se sentía demasiado avergonzado.

            -Si... -dijo finalmente Draco-  eh tenido un problema muy grande... algo que se me escapo de las manos...

            -¿Necesitas ayuda?

            -Ya no...

            -¿Ya no?

            -Es decir... que ayer lo concluí... y el día de hoy... solo necesitaba pensar.

            -¿Cómo te sientes?  -preguntó Snape mirándolo fijamente.

            -La verdad, mal... -respondió Draco sincerándose lo más que podía, ya que en verdad necesitaba de su padrino, y el interés de éste, le reconfortaba mucho-  pero el haber concluido este asunto, me da cierta tranquilidad, por eso se que a partir de este momento estaré mejor.

            Snape se quedó callado, Draco era demasiado cerrado en cuanto a confiar en alguien; eso lo constato cuando Voldemort le encomendó la misión de abrir una entrada en Hogwarts para los mortífagos, en esa ocasión Draco se moría por dentro por tremenda carga y sin embargo no le conto nada a nadie, ni siquiera a él mismo; así que podía intuir que su ahijado hablaba en serio, y aunque se imaginaba que tal vez se tratara de algún mal de amor, decidió no decir nada para no avergonzarlo y para darle el tiempo necesario de hablar con él cuando el muchacho lo decidiera.

            -Draco...

            -¿Si?

            -No llamaré a tus padres.

            -¿En serio?... -exclamó Draco sintiendo que el alma le volvía al cuerpo.

            -Si... pero con una condición.

            -¡La que sea, padrino!

            -Tomaras clases extra conmigo después de cenar, hasta que te recuperes en todas tus materias.

            -¡Claro, eso haré!... -exclamó Draco poniendo sus manos en el escritorio-  ¡te prometo que remontare en mis calificaciones!

            -Claro que lo harás... -respondió Snape ocultando la sonrisa que quería escapar de sus labios-  de eso me encargare yo, ahora ve por tus libros, ya terminaron las clases de este día y aprovecharemos el tiempo que queda antes de la cena.

            -En seguida.  -respondió Draco saliendo como ráfaga de la oficina dejando a un Snape menos preocupado.

            Situación muy  diferente a la que vivió Harry con la profesora MacGonagall; quien después de decirle que Hogwarts no era una casa de descanso y mucho menos un bar, lo mandó a   limpiar los vestidores de las cuatro casas después de los entrenamientos de Quidditch durante un mes a pesar de jurar mil veces que no tenia resaca; y antes debió agradecer no ser suspendido del equipo.

            Estaba furioso con Draco y se juro a si mismo que en cuanto lo viera, le reclamaría lo que le hizo con creces, pero en lo que restaba del día, ya no lo vio; Draco se la pasó con Snape en su despacho en el cual cenaron temprano ya que Draco no había comido durante el día y moría de hambre.

            Al día siguiente se encontraron en el comedor a la hora del desayuno, pero Harry, en cuanto lo vio, lo único que sintió fue una vergüenza tremenda, y lo único que atino a hacer, fue a lanzarle una mirada asesina y volver el rostro completamente rojo hasta las orejas; Draco volvió la vista a su plato, ocultando todo su sentir en una perfecta mascara de indiferencia; en realidad no le sorprendía la reacción de Harry, sabía que se sentía avergonzado y lamentaba haberlo hecho sentir mal, pero había sido un mal necesario, así que ya habiéndose hecho a la idea del rechazo de Harry, en realidad ya no importaba que de plano lo detestara, por lo que suspirando con resignación, continuo comiendo su cereal.

            Los siguientes días fueron lo que podría llamarse "normales" a pesar de las miradas tipo "Avada Kedavra" que Harry le lanzaba cada que tenia oportunidad, aun así cada quien se ocupaba de lo suyo sin meterse con el otro.

            Y así llegó el sábado, día esperado por todos los estudiantes,  día en que las preocupaciones se iban a volar y la diversión llegaba; para todos, menos para cierto ojiverde que no dejaba de rumiar su suerte.

            -Ya Harry... -exclamó Hermione exasperada ante un Harry que permanecía acostado en su cama siendo ya las nueve de la mañana-  no seas amargado y vamos a Hogsmeade... a lo mejor así se te quita un poco ese mal humor que te cargas desde hace días.

            -Si compañero, -completo Ron desde su cama-   hace falta cuando menos que te de el aire.

            -No tengo ganas, vayan ustedes.

            -Pues no me iré de  aquí sin ti,  -dijo Hermione con gran determinación-  ¿de plano te ha afectado tanto la ruptura con tu chica?

            -¿De qué rayos hablas?  -exclamó molesto Harry.

            -De que estas así desde que terminaste con ella.

            -No es cierto. -dijo Harry molesto dándose la vuelta y acurrucándose en la cama.

            -Sabes que digo la verdad... -insistió Hermione sabiendo que molestaba a su amigo con su insistencia- ¿pero no crees que es hora de darle vuelta a la hoja y comenzar de nuevo?... digo, sea quien sea no vale la pena que mueras por ella convirtiéndote en un nabo y vegetar toda tu vida, ¿o sí?  -Aun detestando a Hermione por entrometida, Harry reconoció muy en el fondo que ella tenía razón y yendo en contra de su propio capricho, se obligó a escucharla-  Harry...

            -¡Esta bien, está bien!... -exclamó fastidiado al tiempo que lanzaba las cobijas y se ponía de pie-  ¡ya entendí!... ¿ahora podrían esperar abajo en lo que me baño o de plano quieren acompañarme a la ducha?

            -Esperaremos abajo.  -dijo Hermione satisfecha de su labor.

            Al cabo de media hora, los tres chicos se dirigían a la salida del castillo para ir al pueblo mágico; en el camino se cruzo con Draco, quien iba al invernadero por una hierbas que le había encargado Snape para su próximo trabajo de regularización acompañado de Blaise; solo que esta vez, Harry no lo miró, sino que paso de largo platicando animadamente con sus amigos.

            A pesar de no esperar  ya nada de Harry, Draco sintió un golpe en el pecho al darse cuenta de que ya no contaba ni con su odio.

            -¿Pasa algo?  -preguntó Blaise al verlo exhalar un profundo suspiro.

            -¿Algo?... ¿Cómo qué?  -Respondió Draco sonriendo como si nada-  démonos prisa, quiero tener las hierbas que me pidió mi padrino antes de que se evapore su roció, sino no servirán.

            -¿No te aburre tener que pasar el fin de semana estudiando con él después de que pasan horas estudiando en las noches?

            -No, la verdad me gusta estudiar con él.

            -Pues claro, eres al único que tolera. -Exclamó Blaise divertido.

            Cuando tuvieron  las hierbas necesarias, Draco se dirigió a la oficina de su padrino mientras Blaise se iba a buscar a Pansy para ir juntos a Hogsmeade.

            Ya era media mañana cuando unos toquidos en la puerta de la oficina de Snape se dejaron oír.

            -Lamento interrumpir... -dijo la profesora McGonagall asomándose-  pero vengo a avisarle al señor Malfoy que tiene visita.

            -¿Quién es?  -preguntó Draco con curiosidad.

            -Su padre, señor Malfoy... -esta esperándolo en la sala común de su casa, el director le proporciono la contraseña para que fuera más cómodo para ustedes.

            En cuanto dijo eso, Draco se volvió a mirar a Snape con expresión angustiada.

            -Gracias Minerva.  -dijo Snape con su característica inexpresión.

            -Por nada, con permiso.  -Respondió la profesora cerrando la puerta tras de sí.

            -¡Dijiste que no le dirías nada!  -exclamó Draco en cuanto estuvieron solos.

            -Y no lo hice, -respondió Snape con la misma expresión-  así que cálmate.

            -¿Entonces a que vino?

            -No es la primera vez que te visita, lo sabes.

            -Si, si... tienes razón,  -exclamó Draco sonriendo nerviosamente-  estoy paranoico.

            -Tranquilízate y ve a verlo, no tienes nada de qué preocuparte, ¿o sí?

            -No, no, claro que no.  -Se apresuro a responder Draco poniéndose de pie-  bueno, ¿entonces luego seguimos?

            -Sí.

            -De acuerdo.  -dijo Draco saliendo del despacho.

            En el camino a su sala común, Draco intentaba calmar sus nervios diciéndose a sí mismo que ya no tenía nada que ocultar, así que convenciéndose  de que todo estaba bien, entro a su sala común.

            -Papá... -saludo al ver a su padre sentado en frente de la chimenea apagada.

            -¡Draco!  -exclamó Lucius sonriendo al ver a su hijo entrar-  esta vez decidí pedirle al inútil de Dumbledore la contraseña de la casa Slytherin para platicar contigo en vez de hacerlo caminando por los jardines... ¡ah, esto me trae muchos recuerdos!... -dijo Lucius mirando a su alrededor.

            -Imagino que sí.  -respondió Draco sonriendo mientras se sentaba a su lado.

            -Lo único que falta es un trago de un buen vino... aunque un trago de whiskey de fuego no estaría mal, supongo que no hay de eso aquí ¿verdad? -dijo Lucius guiñándole un ojo.

            -Me temo que no...¿te sirve un trago de jugo de calabaza?

            -Paso,  -respondió Lucius poniéndose de pie-  vine a visitarte porque tu madre es una aprensiva y cree que necesitas vernos para sentirte amado... cree que aun eres un bebé.

            -Si, así es mamá.  -dijo Draco sonriendo.

            -Si, -respondió Lucius sonriendo también-  ya hace mucho tiempo  me hice a la idea de que es una sentimental.

            -¿Cómo esta?

            -Muy bien, por ahora ha estado muy ocupada organizando cenas de caridad... es bueno para nuestra reputación, pero ya debo irme, siento que esta sea una visita muy corta pero los negocios me ahogan, ya sabes cómo es esto.

            -Si, lo sé.  -dijo Draco poniéndose de pie al ver a su padre dirigiéndose a la puerta.

            -También te traje mas jabones de tocador, tu madre dice que seguramente ya se te terminaron.

            -¿Acaso es adivina?

            -Créeme que yo lo creo seriamente... ¡ah!... también quería preguntarte algo... -exclamo Lucius deteniéndose y dándose la vuelta como recordando algo de repente y transformando sorprendentemente su expresión

            -¿Si?

            -¿Desde hace cuanto eres...  la ramera de Harry Potter?

           

 

 

Notas finales:

¿QUE PUEDO DECIR?...

SÓY UN ÁKUMA....

MUAJAJAJAJAJA!!!!!!!!!!!!


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