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POCION por Orseth

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CAPITULO 51

 

            -No... No... -Murmuró Harry sin entender el cúmulo de sentimientos que se revolvían furiosamente en su interior  mientras que con dedos trémulos tocaba el suave cabello que refulgía con la luz del fuego-  ¿Qué es esto?... ¿Qué significa esto?... -jadeó sintiendo que su voz se quebraba. Tomo el cabello con ambas manos y sin ser consciente de lo que hacía, lo llevó a su mejilla...si; el aroma que despedía era de Draco, esa fragancia tan característica de cierto chico Slytherin.

            -¿Por qué?... ¿Qué es todo esto?... -murmuro mirando con los ojos anegados de lagrimas la carta; ¿acaso decía que le amaba?... ¿Qué se había enamorado de él y que sin embargo ya no le iba a molestar?-  no entiendo... -dijo con voz quebrada hablando consigo mismo-  él no me importa, no me importa nada... y no lo quiero en lo absoluto, pero... pero si él no me importa... ¿Por qué me duele tanto?... ¿Por qué siento... que me arrancan el corazón?... ¡¿Qué es todo esto?!... -gritó finalmente estrujando la carta con una mano mientras que con la otra oprimía el lienzo negro en su pecho-  ¿Qué es... todo esto?... -susurró pegando su frente en el suelo mientras sentía que se desgarraba por dentro.

            -Dios mío... -gimió con voz ahogada sin despegar la frente del suelo-  ¿Qué es todo esto?... ¿Qué pasa conmigo?... -entonces se enderezo para leer de nuevo la carta, la cual leyó una, y otra, y otra, y otra vez...

            Si, ahí decía que le amaba, que se había enamorado de él, que le había hecho muy feliz y que su amor no importaba porque a fin de cuentas, ni era correspondido ni podía llegar más lejos... y también decía que se iba... que se iba y que no iba a volver a molestarlo jamás... eso estaba bien ¿no?... ¿no era lo que tanto le exigió?... ¿Qué lo dejara en paz y que no volviera a molestarlo?... ¿acaso no era lo que quería?...

            Entonces... ¿Por qué ese dolor en el pecho al saber que ya no lo volvería a ver?... ¿Por qué ese desasosiego al saber que aquel chico de cabellos rubios no esperaba nada porque se sabía no correspondido?...

            -¿Por qué me dueles tanto, Draco?... -dijo con la carta y el lienzo negro pegados a su rostro-  ¿Por qué me dueles tanto?... -entonces dejó la carta en el suelo al tiempo que se levantaba sintiendo una terrible opresión en el pecho que termino por salir en un grito desgarrador, un grito de desesperación y angustia que le lastimó la garganta; pero no fue solo un grito, fueron varios, como si su mismísima alma quisiera escapar de su cuerpo, y luego, sintiéndose agotado, fue cayendo de rodillas mientras sus manos abrían el lienzo para sacar su contenido,  desato un extremo de la trenza enredando sus dedos en las suaves hebras doradas, las llevó a sus labios y besándolas suavemente dijo:  -Me dueles tanto... porque te amo...

            Se dejo caer por completo quedando tirado de costado hasta hacerse un ovillo mientras sus manos apretaban con fuerza su precioso regalo; las lagrimas no podían dejar de salir mientras su cuerpo se sacudía en sollozos interminables; y así estuvo sin tener noción del tiempo hasta finalmente quedarse dormido.

            Al día siguiente, Ron esperaba a Hermione a la salida del dormitorio de chicas.

            -¿Qué pasa, Ron? ¿Por qué tanta urgencia?  -exclamó Hermione bajando las escaleras.

            -¿Has visto a Harry?

            -No ¿Por qué?

            -No amaneció en su cama.

            -Ay Ron, -respondió Hermione rodando los ojos-  apenas son las nueve de la mañana, seguro ya desayuno y anda por ahí.

            -Sabes que siempre nos espera.

            -A veces no.

            -Si pero...

            -¿Qué pasa, Ron?  -exclamó Hermione alzando una ceja.

            -Es que Neville ya desayuno y dijo que no vio a Harry en el comedor y ayer... bueno, la nota que recibió, ¿la recuerdas?

            -Si, ¿Qué pasa con ella?

            -Era de su ex, decía que se iba de Hogwarts.

            -¿En serio?  -respondió Hermione jalándolo a la salida- ¿él te lo contó?

            -Sí.

            -¿Y cómo lo viste?

            -Como enojado... cree que es una mentira.

            -Pero dices que no amaneció en su cama... ¿crees que habrá ido a despedirla?

            -Tal vez.

            -Pero que yo sepa, nadie se ha ido de Hogwarts.  -Respondió Hermione pensativa-  además nunca descubrimos quien era la chica en cuestión, tanto así que dudamos que en verdad fuera de Slytherin.

            -Pues yo creo que es verdad... -dijo Ron-  se veía muy enojado, si fuera mentira, no reaccionaria así, ¿no crees?... por eso me preocupó no encontrarlo por ningún lado.

            -Pues no nos queda más que esperar,  -respondió Hermione mientras entraban al comedor-  si da medio día y no lo vemos, lo buscamos ¿vale?

            -De acuerdo.

            Mientras tanto, en la casa de los gritos, Harry abría los ojos sintiendo al instante un gran vacío en el pecho; y al mirar lo que tenia fuertemente sujeto en las manos, cerró los ojos con desaliento mientras pensaba:

            -Entonces no fue un mal sueño... en verdad pasó...

            Entonces se levantó mirando el sol que se colaba por las rendijas del techo, miró lo que tenía en las manos y cerrando los ojos suavemente, comenzó a llorar de nuevo.

            -No... -pensó sacudiendo la cabeza-  esto debe ser una maldita broma... yo no puedo estar enamorado de Draco Malfoy... ¿y porque no?... -murmuró una voz interior; ¿acaso no había comprobado ya un sinfín de veces que ese Slytherin, hijo de mortífago, no era como todos creían?... ¿acaso no había descubierto el corazón amable y tierno de ese chico berrinchudo y caprichoso?... y encima estaba ese detalle, el haber ido a la casa de los gritos cuando él mismo pudo constatar que le aterraba entrar a ese túnel; y lo hizo... a pesar de todo, lo hizo.

            -Por mí... -pensó mirando sin ver a la chimenea apagada-  Draco... -dijo exhalando un profundo suspiro-  te quiero... no, no te quiero... te amo, maldito Slytherin... como nunca creí amar a alguien.

            Entonces cayó en cuenta de un detalle, y buscando la carta en suelo, la tomó y volvió a leerle, para finalmente pensar:

            -"Cuando la luna esté en lo alto, yo ya habré dicho adiós"... o sea... ¿Qué se ha ido?... no puede ser... -dijo en voz alta dirigiéndose rápidamente al túnel.

            Hermione y Ron estaban sentados en una banca de piedra a las afueras del castillo cuando vieron a lo lejos a Harry, quien se dirigió corriendo a ellos.

            -¿Dónde...?... ¿Dónde...? -soltó a la de sin susto poniendo las manos en sus rodillas tratando de recuperar el aliento.

            -¡Calma Harry!... -exclamó Hermione-  ¿Qué sucede?

            -¿Dónde está Draco?

            -¿Draco?... -exclamó Ron haciendo un gesto de extrañeza-  ¿te refieres a Malfoy?

            -Si... ¿Dónde está?

            -¿Y nosotros como rayos vamos a saber?  -respondió Ron sin dejar de hacer el mismo gesto-  ¿Qué fue lo que hizo ahora?... ¿Harry?... -insistió Ron al ver a Harry enderezarse y dirigirse al interior del castillo sin ponerles más atención.

            Lo que hizo Harry fue ir directamente a su habitación a sacar el mapa del merodeador, para constatar  con creciente desesperación, que el nombre de Draco Malfoy no se encontraba por ningún lado.

            -Maldición... -murmuró buscando por centésima vez-  ¡maldición, maldición, maldición!... ¿¡donde te metiste?!... ¡rayos!... -exclamó aventando el mapa a la cama y sentándose en ella-  Draco...

            Cuando llegó la tarde, Ron y Hermione se aventuraron a entrar a la habitación de los chicos para ver a Harry, quien había permanecido en su cama con los doseles corridos.

            -Harry... -exclamó Hermione algo temerosa-  ¿sucede algo, tienes algún problema?...

            -Amigo... -dijo Ron ante el silencio de su compañero-  ¿podemos ayudarte en algo?... ¿Malfoy te hizo algo?

            -Harry... háblanos, estamos preocupados por ti.  -Insistió Hermione- Harry...

            -Escuchen chicos... -exclamó Harry abriendo la cortina de repente-  yo... yo estoy bien, solo necesito estar solo ¿sí?

            -¿En serio estas bien, amigo? -dijo Ron.

            -Si, lo estoy.

            -Es que como mencionaste a Malfoy, pensamos que te había hecho algo.

            -No... No me hizo nada. -Respondió Harry con cara de pistola.

            -Ya es hora de la comida, -exclamó Hermione para aligerar el ambiente-  ¿desayunaste?

            -No tengo hambre... -respondió Harry cerrando la cortina de nuevo.

            -Deberías comer algo.

            -¡Sí!... -dijo de repente Harry- tal vez así vea si va al comedor.  -pensó mientras se ponía de pie.

            -Pero creo que deberías cambiarte primero.  -Dijo Ron al verlo en pijama.

            Rato después, cuando llegaron al comedor, su vista fue inmediatamente a la mesa de Slytherin, para comprobar lo que ya sabia... que Draco ya no estaba en Hogwarts.

            Y mientras se sentaba a la mesa con cara de pocos amigos, alguien lo veía desde lejos dibujando una sonrisa en sus labios.

            -Vaya, vaya... -exclamó Cho.

            -¿Qué pasa? -dijo Marietta sirviéndose estofado con patatas en un plato.

            -Parece que Harry no está de buenas hoy.

            -¿mmm?  -murmuró Marietta volteando a ver la mesa Griffindor.

            Harry solo comió un poco de pan, realmente se le había ido el apetito a pesar de no haber comido nada desde el día anterior, así que sin más, se levanto ante la sorpresa de sus amigos y se dirigió a la salida del comedor, tropezando sin querer con alguien.

            -¡Fíjate por donde caminas!  -exclamó molesto sin percatarse siquiera de que él había tenido la culpa.

            -¿Amaneciste de malas, Potter?... -Respondió Blaise con sonrisa burlona-  ¿acaso tuviste... algún problema?

            Harry lo miró por unos segundos dándose cuenta de quien se trataba, y sintiendo mucho coraje, solo dijo:

            -Idiota...

            Conforme se iba alejando, se iba dando cuenta de que el coraje que había sentido al ver a  Blaise, no había sido contra el chico de color, sino que había sido consigo mismo por haberse dejado llevar por los celos y por no haberle dado una oportunidad a Draco... la palabra "idiota" no la había dirigido a Blaise, sino a sí mismo.

            Sin saber a dónde ir para estar tranquilo, solo se le ocurrió un lugar... atrás del sauce boxeador, a ese pequeño hueco en la colina, oculto a la vista de los demás; cuando llegó ahí, se recostó recordando cuantas veces había estado ahí con Draco, besándose y tocándose a punto de hacer el amor.

            -Solo que no querías porque no eras "un campesino sin casa"... -murmuró sonriendo recordando las palabras de Malfoy en ese momento-  sin embargo... aquí te besé... te acaricié... y aquí platicamos tanto... ¡rayos!... -exclamó enderezándose y cubriéndose la cara con las manos sin saber realmente que hacer ahora que había descubierto sus sentimientos- Por Dios, Draco...

            El resto de la semana fue una tortura para Harry, y de paso también para sus maestros, quienes en esos días se cansaron de regañarlo por estar en la luna a la hora de la clase sin poner una pizca de atención, aunado a los rumores acerca de la repentina desaparición de Malfoy, sobre la cual se desataron toda clase de rumores.

            -Dicen que volverán a hacerle un juicio a su papá... -murmuraba Neville en clase de herbología- y que por eso se tuvo que ir, para escapar a Francia con su familia.

            -Pues yo oí, -intervino Seamus-  que hizo un experimento mal y le salió un tercer ojo en la cara.

            -No seas idiota... -dijo Ron rodando los ojos-  si hubiese sido eso, madame Pomfrey lo hubiera curado.

            -¿Y entonces porque se fue?  -dijo Seamus dolido porque su comentario no fue tomado en serio.

            -¿Y yo que voy  a saber?... sea lo que sea, lo importante es que se fue, así nos libramos de una vez por todas de su molesta presencia, ¿no Harry?... ¿Harry?

            -¿Eh?

            -Estas en la luna... te van a regañar otra vez.

            -Pues yo oí...  -dijo Hermione con rostro serio debido a la concentración que tenia mientras podaba una extraña planta con una cabeza tipo conejo- que se fue porque se va a casar.

            -¿Qué?... -exclamó Harry descabezando su planta-  ¿va a casarse?... ¿con quién?

            -No lo sé... solo sé que su padre se lo llevó por eso... ¿Por qué tanto interés en Malfoy, Harry?... ¿Qué fue lo que hizo en realidad?

            -Nada.  -Respondió Harry volviendo a su actitud cerrada.

            -¿No será...?  -dijo Hermione hablándole en voz baja para que nadie mas oyera-  ¿Qué fue él quien hizo que rompieras con tu chica?

            -¿Qué?... -exclamó Harry con el ceño fruncido-  No digas tonterías Hermione... mejor dime, ¿Por qué dices que se va a casar?

            -¿Cómo es que no lo sabes?    -respondió Hermione-  era lo más obvio del mundo... todos saben que su familia quedo con la reputación por los suelos, necesitan recuperar su suposición privilegiada entre la sociedad, aunque francamente eso es casi imposible.

            -¿Y qué tiene que ver Malfoy en todo esto?

            -Ay Harry... pues si el heredero de los Malfoy se casa con un buen partido, recuperarían mucho terreno según ellos.

            -¿Y quién querría casarse con Malfoy?  -exclamó Neville riendo-  es un zoquete.

            -¡Y que lo digas!... -respondió Ron riendo a la par que los demás.

            Sin decir nada, Harry aventó la maceta al suelo ante la sorpresa de sus compañeros y el horror de la profesora Sprout, quien exclamó:

            -¡Señor Potter!...

            Sin embargo Harry, dándose la vuelta, salió del invernadero ante la sorpresa de todos.

            Rato después, al terminar la clase, Hermione y Ron regresaban al castillo separándose de los demás para no ser escuchados.

            -Esto ya me preocupo... -dijo Hermione del brazo de Ron-  el que Harry se comporte de esta manera rompe todo parámetro... no siquiera con lo de la guerra lo vi así de desesperado, lo peor de todo es que no deja que lo ayudemos, no habla con nosotros de lo que le pasa.

            -Yo... -dijo Ron con cierto pesar-  no lo culpo.

            -¿Qué dices, Ron?

            -¿Recuerdas lo que dijimos cuando escucho la voz del basilisco en el castillo?... prácticamente le dijimos que estaba loco.

            -Eso no es verdad.

            -¿Ah no?... ¿y cómo suena eso de los que escuchan voces no son bien vistos"?

            -Ah... si... -musitó Hermione recordando ese episodio-  si... es cierto.

            -Además, si consideramos que Harry nunca fue muy comunicativo en relación a sus sentimientos, pues... creo que la tenemos muy difícil.

            -Pero de lo que estoy segura, es que definitivamente Malfoy tiene algo que ver.

            -¿Crees que él sepa quién era la novia de Harry?

            -Estoy segura... y comienzo a sospechar que la desaparición de Malfoy tiene algo que ver con esto.

            Mientras tanto, una lechuza le notificaba a Harry que la profesora McGonagall quería verlo en su oficina.

            -Lo que me faltaba... -exclamó Harry con desaliento.

            Cuando se encontró de frente con la profesora, prácticamente solo la veía mover los labios de tan distraído que estaba pensando en Draco.

            -Harry... -exclamó la profesora tuteándolo-  ¿Qué sucede?... ¿tienes algún problema?

            -No, no tengo nada.  -Respondió firmemente Harry.

            La profesora no respondió al instante, solo se quitó sus espejuelos y suspiro sabiendo de la tendencia de Harry a tragarse todo.

            -Sé que no me dirás nada... -dijo McGonagall- así te ate de cabeza nunca hablaras... eso significa que lo que perturba tu mente es muy duro para ti, hagamos esto Harry... tómate unos días de descanso, déjame decirte que no suelo ser así de condescendiente con absolutamente nadie, lo que has estado haciendo amerita vaciar de plano su contador de puntos y un castigo ejemplar, pero tomando en cuenta todo lo que ha sucedido y que no has pedido ningún tipo de consideración en lo que a estudios se refiere, te doy una semana libre para que arregles lo que tengas que arreglar, pero después de eso te quiero tan dispuesto como el mejor de los alumnos, ¿de acuerdo?

            -De acuerdo... -respondió Harry sintiéndose realmente agradecido de no tener que lidiar con nadie en esos días en los que realmente le apetecía estar solo.

            Cuando llegó la hora de la cena, Harry acudió porque realmente moría de hambre,  solo que manteniéndose hermético ante las miradas curiosas de sus compañeros, comió lo más rápido que pudo y luego se dirigió a la torre de astronomía en donde finalmente pudo estar solo con sus pensamientos.

            Estuvo ahí, sentado por horas en el suelo releyendo la carta que Draco le había dejado sintiendo que cada palabra escrita se le clavaba como una espina en el corazón; en las primeras frases, Draco se percibía feliz, contento con todas sus vivencias, lo que él rememoraba en el pergamino lo hicieron sonreír;  mucho recuerdos llegaron a su mente, el cómo miraba curioso como un niño todo lo del mundo muggle, como casi lo apachurra un auto por no conocer los semáforos, el cómo lo tomó de la mano por la calle y el cómo paso su brazo por sus hombros para sentirlo más cerca; su risa, sus chispeantes ojos grises, su arrastre de palabras que pronto encontró sensual, su testarudez, su alegría, hasta sus berrinches... todo llegó en tropel  a su mente, para percatarse sorprendido que había comenzado a llorar desde hacía rato..

            -Draco... -gimió entre hipidos-  ¿Dónde estás?... ¿tanto te lastimé?... pero yo no sabia... no lo sabia... -y sintiendo que el corazón se le partía en dos, escondió la cara entre las manos recargando sus codos en sus rodillas; sentíase un traidor, una persona horrible que después de haberlo conocido realmente, lo juzgo como lo hubiesen hecho Ron o Hermione-  perdóname... perdóname... -y sin contener ya sus sollozos se abrazó a si mismo añorando el suave y firme cuerpo de aquel que con solo una sonrisa le alegraba el día.

            Hasta ahora lo notaba, hasta ahora se daba cuenta de cuan feliz había sido desde que estaba con Draco, del sentido de pertenencia que aquel Slytherin le había dado; él y solo él había llenado el hueco en su alma, el vacio en su corazón que todos se esforzaban en llenar y nadie lograba... nadie, excepto él...

            El lograba alegrar su corazón como nadie, él encendía esa chispa que le faltaba para ser completamente feliz, y durante todo ese tiempo no se dio cuenta... miró sus manos vacías y se sintió más solo que nunca; se levantó y salió al balcón en donde la brisa fresca le golpeo el rostro haciéndolo suspirar.

            Estuvo ahí, viendo las estrellas por mucho rato, no le preocupaba que sus amigos lo buscaran, no le preocupaba nada en absoluto; solo una persona ocupaba sus pensamientos.

            -Draco... ¿y tú piensas... que no te amo?... -pensó cerrando los ojos sintiéndose cada vez más desesperado-  ¿tú piensas que no me interesas?... no te culpo, ni yo mismo lo sabia...  -Y permaneció ahí, nuevamente por un gran rato, simplemente llorando, entonces, dando un golpe en la piedra con la mano, exclamó: -No puedo... no se manejar esto... no sé como... -y dándose vuelta, salió de ahí con aire decidido.

            Eran las cinco de la mañana cuando unos toquidos despertaron a la profesora McGonagall, quien muy extrañada y preocupada a la vez, fue a abrir la puerta encontrándose nada más y nada menos con:

            -¡Potter!.. ¿Qué pasa, te sientes mal?... -preguntó preocupada al ver la terrible facha que tenia.

            -No... Es decir... necesito un favor...

            Quince minutos después, la profesora entraba a su despacho seguida por Harry, quien agradecido vio como ella le ofrecía polvos flu para ir a donde él había dicho que necesitaba ir con urgencia; al verle tan acongojado, ella prefirió no hacer preguntas ya que para que Harry pidiera esa clase de favores, significaba que en verdad estaba desesperado.

            Vio en silencio como él tomaba un puñado de polvos y desaparecía por la chimenea después de decir en voz alta su destino; cuando apareció en otra sala, tardo unos momentos en acostumbrarse a la penumbra de la estancia en la que estaba, después, subió las escaleras de dos en dos, se dirigió a una habitación en particular, la cual abrió sin siquiera tocar despertando al durmiente con su escándalo y diciendo:

            -Sirius... tengo que hablar contigo...

Notas finales:

besitos!!!


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