El lugar no estaba mal, el misticismo de la subcueva era demasiado llamativo, tanto como para hacer a cierto peliverde perderse contemplándola.
La subcueva, estaba iluminada con colores provenientes de la cascada, como de las mismas piedras, el suelo era duro y extrañamente cálido.
El tiempo transcurrió rápidamente, sin percatarse, el espadachín había estado ahí sentado, solo, por más de dos horas. Luffy lo había dejado ahí mientras buscaba por los demás, por alguna razón, nada parecía atacarlo en ese lugar y como el pelinegro dijo, al parecer era seguro.
El peliverde se había relajado, aunque no por completo ya que su herida en la pierna dolía cada vez más; los mareos incrementaron, continuaba débil, en momentos sentía perder la visión como el querer desmayarse nuevamente; estaba empeorando, necesitaba a Chooper urgentemente.
A pesar de su estado -como siempre lo ha hecho- no lo detuvo para curiosear la cueva; como un insecto atraído por la luz; el espadachín con todas sus fuerzas, logró acercarse a la cascada. Se recargó en una de esas llamativas piedras y observó el agua.
No parecía profunda, el suelo tenía un brillo inmenso, como si hubiera brillantes o piedras preciosas. Por un momento Zoro sonrió, pensando en cómo Nami se volvería loca al ver esto, quizás hasta lo obligaría a entrar para sacarlas.
‘¿Dónde estarán?' a pesar de su condición, estaba preocupado por ellos, aunque sabía a la perfección que Sanji no dejaría que nada le pasara a su querida Nami, los demás también se podrían cuidar solos, aún así, el no encontrarlos, lo inquietaba.
Volvió a observar la «luz» debajo del agua, el extraño colorido le llamaba mucho la atención. ‘¿Será veneno?' Sin pensar más, el peliverde extendió un brazo hacia el agua, buscando llegar al fondo. Para su sorpresa, la profundidad apenas era de medio metro.
"¿Ha?" sorprendió. "No está nada profunda" dijo airosamente mientras observaba el líquido en su brazo.
En ello intentó subirse por completo en la roca y al recargarse, se resbaló cayendo de lleno al agua. El golpe fue seco, lastimándolo más.
"¡PUTA MADRE!" Gruñó furioso, sobando su cara lastimada, ya que en la posición anterior, lo primero en golpearse fue su cara. "¡Maldita se...!" No terminó de maldecir, cuando sintió como el agua se volvió cálida.
Estaba ahora todo cubierto de ella, tragó un poco al caer, aunque no le supo diferente a como sabía el agua potable. Extrañamente, su cuerpo comenzó a sentirse bien, los mareos cesaron, su fuerza comenzaba a regresar a él y por fin se sentía despierto como enfocado.
"Qué raro" observó su cuerpo. "¡¡PERO QUÉ DEMO...!!
Todas las heridas en su cuerpo por el ataque habían desaparecido, como si nunca hubieran existido. De inmediato checó la de su pierna, aún dolía, pero ya no parecía sangrar. Ya no se sentía mal, inclusive podía moverla con más facilidad.
A pesar de estar estupefacto ante este hecho, el peliverde sonrió, ya no había necesidad de encontrar a Chooper para que le curase, ahora podía ser útil y ayudar a Luffy.
"¡Yosh!" se levantó de golpe emocionado.
Quien hubiera creído que esta agua fuera curativa, de inmediato salió de ahí. Ahora con sus heridas sanadas, podía ir a buscar a su capitán como a sus Nakamas y ahora tendría más cuidado con los monstruos del lugar. Tomó la lámpara donde se encontraban las demás cosas -Luffy las había traido-, sus katanas y se dirigió a la salida, no había puesto un pie afuera cuando algo se abalanzó contra él.
"¡Argh!" Retrocedió. Enfrente de él, un monstruo había aparecido de la nada. "¡Demonios!" gruñó mientras se ponía en posición de ataque, no duró así al percatarse del raro comportamiento del animal.
El monstruo parecía querer entrar a la subcueva, camina de un lado a otro sin dejar de verlo, aunque extrañamente no pasaba.
"¿Huh?" miró extrañado el peliverde, trato de acercarse un poco para ver cómo reaccionaba.
De inmediato la bestia se tornó más agresiva, esperando para atacar en cuando se aproximara más. Zoro continuó su marcha hacia él, al estar a escasos centímetros, el monstruo no pudo soportar más, aventó un zarpazo al espadachín, quien lo esquivó fácilmente. La garra chocó con una parte de la pared de colorida, de inmediato, comenzó a incendiarse la piel.
Zoro sorprendió al hecho. La bestia por su parte daba grandes aullidos de dolor mientras intentaba apagar su brazo, en ello, el monstruo corrió despavorido hacia otra parte de la cueva.
El espadachín realmente estaba anonadado, ahora entendía porque nada lo había atacado dentro, si entraban se quemaban. Lo más curioso, era que no reaccionaba en ellos, si no hace mucho se hubiera quemado.
Aún no comprendía el misterio de ese lugar, no obstante, no se quedaría a investigarlo. Sí bien, ahí era el lugar más seguro de toda la isla, ahora que estaba bien, su deber era encontrar a Luffy y a los demás, los misterios se los dejaría a Robin, después de todo, ella era la arqueóloga.
Nuevamente, trató de salir de la cueva; primero cerciorándose de que todo estuviera despejado, al no ver ningún indicio de agresividad, el peliverde por fin pudo salir.
♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥
Las olas chocaban contra la roca, su espectáculo sin igual se mostraba sin pudor a los ojos de quien viviera en ese lugar, tal eran los ojos oscuros de un pirata de sombrero de paja.
Luffy se encontraba sentado observando el ocaso del mar, en unos minutos más se ocultaría el sol y las penumbras adornarían esa isla plagada de monstruos.
El pelinegro no disfrutaba el paisaje ante él, más bien se encontraba pensando. Algo no usual en él, más si la situación así lo requería. Ya había dado varias vueltas a la isla, no era tan grande como lo esperaba, inclusive dentro de la cueva y seguía sin encontrar rastro de los demás. No solían perderse tan fácilmente, mucho menos en un lugar tan pequeño, sí era así, entonces por qué no los encontraba.
"wahhhh...dónde están todos" suspiró resignado.
Ya habían pasado dos horas desde que dejó a Zoro en la cueva y aún continuaba preocupado por él, su herida se complicaría sin Chooper. El chico, no era de los que se dan por vencidos rápidamente, no obstante, debía ceder, la noche era un mejor momento para atacar, y las bestias, no durarían en buscarlos a ellos como su alimento, por lo mismo debería estar al lado de Zoro para protegerlo.
‘...Zoro...' pensó.
Desde que llegaron, había olvidado el incidente, su furia contra él y su hermano se quedó en el olvido.
En realidad no estaba enojado, mucho menos con Zoro, cómo podrías enfadarte con la persona a quien le pertenece tu corazón. Por el contrario, se sentía frustrado y dolido, demasiado. Nunca se había enamorado y cuando sucedió, sus ilusiones, su amor, todo fue hecho añicos.
Sentía su pecho ser oprimido, el dolor regresaba a él. Desde aquel día, todo parecía perder sentido, inclusive su sueño de ser el rey de los piratas, cuál era ya el chiste de llegar a serlo, sin «reina» a su lado. Su pecho se oprimía más y más, al darse cuenta que los tiempos felices se esfumaron, poco faltaba para su partida.
‘...mi primer nakama...' recordó el momento en que conoció a Zoro, sus primeras aventuras como capitán, las emociones dadas cuando llegaron los demás, cuando enfrentó a ese temeroso espadachín, los momentos trágicos, los momentos alegres...TODO...los recuerdos parecían partir su corazón.
De pronto golpeo la roca, casi partiéndola, desquitando en ella todo ese martirio dentro de su alma, sentía rabia de no haber logrado conquistar su corazón, de que sea Ace quien lo ganará, de su matrionio, de no poder hacer nada para que Zoro se quede con ellos, de sentirse lastimado como jamás lo había hecho. Ninguna herida, ni por mortal, se compararía a ese dolor.
«-"...pero que pasa si Zoro no te ama... ¿qué piensas hacer?"-»
La voz de Nami hizo eco en su mente. Esas palabras...ahora tenían una respuesta para ellas.
"Lo dejaré ir...Zoro merece ser feliz..." se dijo así mismo, su voz tan suave, como cada palabra era una puñalada.
Ahí se quedó el pelinegro, observaba el suelo sin realmente prestarle atención, su mente estaba sumergida en un mar de tinieblas. El chico era fuerte físicamente, no obstante, aunque fuera la personas más fuerte del mundo, siempre es débil cuando el amor llega...
La luz pronto desapareció...
♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥
La cueva se veía aún más oscura de lo normal, el peliverde a penas podía ver gracias a la luz de la lámpara. Al parecer ya era noche o eso creía, ya llevaba un rato sin encontrar la salida como era de esperarse. Sin embargo, continuó su marcha buscando a su capitán.
Varias bestias lo había atacado, por suerte, ninguna parecía planta o similar a lo que lo hirió gravemente, por lo mismo pudo acabar con ellas fácilmente. De repente su estómago gruñó.
"Tengo hambre" dijo airosamente.
Llevaba todo el día sin comer y aunque no era como Luffy quien siempre clamaba por la comida, su cuerpo no podía evitar sentir esa necesidad, debía alimentarse.
No sabía dónde estaba, ni si quiera donde se encontraba la subcueva. Suspiró. No podía hacer nada, si encontraba a Luffy, tenía la esperanza de quizás, el capitán sabrá como volver.
Así continuó sin rumbo fijo, ya no gritaba el nombre del pelinegro, para evitar a los monstruos, principalmente esa planta. De pronto llego a otra cavidad.
"¿Huh?"
Curioso, se adentró sin pensarlo, no puso dos pasos ahí cuando un fétido olor llegó a su nariz. Zoro detuvo, como tosía un poco, el olor era fuerte, de putrefacción, o mejor dicho, como si hubiera un cadáver ahí en plena descomposición.
Instintivamente se tapó la nariz para adentrarse, con la iluminación amarilla observó las paredes de la cueva, atónito.
Habían varios grilletes agarros a las paredes, muchos de ellos llenos de sangre, como corroídos por el tiempo, algunos de ellos contenían algunos esqueletos, de los cuales, varios se encontraban partidos, faltantes de alguna parte de su cuerpo, inclusive otros, solamente tenían los brazos, como si hubieran sido arrancados de ahí.
Zoro continuó caminando lentamente, sus ojos abiertos como platos, perplejo ante tal escenario. Varios de los esqueletos parecían viejos, como algunas de sus pertenencias, si murieron ahí, ya llevaban años olvidados. Las paredes como el suelo estaban manchadas de sangre seca por los años, inclusive unas ya parecían cobrizas.
"¿Qué demonios pasó aquí?" era más retórica, que pregunta. Al volver su vista al suelo, quedó petrificado.
Ahí había una mancha de sangre, bastante fresca, al acercarse, el fétido olor incremento volviéndolo aturdir.
Un ruido de grilletes se escuchó en la oscuridad en el fondo. De inmediato Zoro prestó atención, olvidando el horrible olor.
Nuevamente el ruido se escuchó.
"¿¡Hay alguien aquí?!" gritó el peliverde. Un quejido apenas audible fue su respuesta.
Sin esperar más Zoro se lanzó a donde creía que estaba, si aún había una persona viva, debía ayudarla.
"¡Aguanta, ya voy!" gritó como seguía corriendo.
Al llegar, el peliverde detuvo en seco, Ahí encadenado, se encontraba una persona, todo su cuerpo se encontraba lleno de sangre, aunque no podía verle claramente, su cara estaba cubierta por su cabello largo.
"O-oi" el encadenado pudo oírle, su vista alzó.
Zoro al verlo moverse fue a socorrerle, dejó la lámpara a un lado y mientras trataba de romper los grilletes con sus katanas. Observó alrededor, dos cadáveres más, el olor provenía de ellos. Sin perder más tiempo, liberó al hombre.
"Oi...aguanta, te llevaré a un lugar seguro" comenzó a levantarlo, apoyando un brazo del joven hombre en su cuello mientras lo tomaba de la cintura para ayudarle caminar.
"...no..." la voz del hombre llamó la atención de Zoro. "...no...es nece...sario...pronto...moriré..."
"Aunque digas eso, te llevaré, si hay posibilidad de salvarte, lo haré"
El hombre no dijo nada, miró de reojo a Zoro, quien casi lo llevaba más bien jalando.
"...gracias..."
Zoro le sonrió, pronto salieron de ese espantoso lugar.
♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥
La oscuridad era inmensa, aún más de lo normal, no obstante, el pelinegro se guiaba fácilmente a través de la cueva.
Continuaba pensativo, había tomado una decisión; tan pronto como encontraran a los demás se alejaría de Zoro. Era la única manera de dejarlo ir, no había otra forma. Depremido, el chico continuó su andar hasta escuchar un quejido.
"¿Zoro?" Murmuró, luego una voz resultó familiar a lo lejos.
"¡Oi, No te desmayes, ya casi llegamos...eso creo"
Luffy la reconoció, de inmediato corrió hacia su dirección, gritando.
"¡ZORO!"
El peliverde volteó a la voz de Luffy, iluminando su dirección.
"¿Luffy?"
"¡ZORO QUE DEMONIOS HACES AQUÍ, DEBERÍAS...!" No terminó de regañar a su nakama cuando vio a quien traía en sus hombros. "¿Quién es ese?" Dijo apuntando maleducadamente.
"¡CÁLLATE Y AYÚDAME!" gruñó. "Está herido, necesitamos curarlo, debemos ir a la cueva donde me dejaste, rápido"
Luffy al escucharlo tan serio asintió, y le ayudó a cargar al otro hombre. Los dos continuaron en silencio hacia la dirección de la subcueva, hasta...
"Oi Zoro...¿no estabas herido?" inquirió extrañado.
"Ah...si...larga historia, luego te cuento cuando lleguemos"
Nuevamente el silencio era lo único reinante en ese momento.
♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥-x-♥-•-♥
Dentro de la subcueva, el joven hombre yacía en el suelo, dormido profundamente. Luffy lo observó atentamente.
Ya con la luz propia del lugar, se podía ver que era joven, quizás un poco mayor a ellos, su cabellera dorada resplandecía a las luces del lugar, mientras su piel apiñonada, se veía más cara al suelo brillante. La ropa había sido removida por Zoro, poniendo una suya, de las que había en las cajas.
"¿Qué le pasó?" Cuestionó el pelinegro de repente. "¿Ne Zoro?"
Su pregunta había sido ignorada, al voltear a donde estaba el susodicho, el pelinegro sorprendió al ver a Zoro tirado en suelo, inconsciente.
"¡¡¡AHHH ZORO!!!" Corrió a auxiliarlo. "Zoro despierta, ¡despierta!" En ello calló al ver nuevamente las heridas en el cuerpo de Zoro.
El peliverde le había dicho que sus heridas habían sanado por completo cuando cayó en esa agua, para su sorpresa, al meter en ella al otro hombre, su herida se había cerrado, aunque continuaba desmayado, el agua era curativa...si era así, entonces porque Zoro volvía a estar como lo había dejado hace dos horas.
Observó la herida en su pierna, nuevamente estaba sangrando.
"¡Ahhh tengo que hacer algo!" en ello ve como Zoro parecía balbucear. "¿Ha?" tocó su frente. "¡AHHH ESTA HIRVIENDO!"
Al parecer, ahora Zoro estaba peor que antes.
Sin pensar más, sumergió al peliverde en el agua, con la esperanza de que lo sanara nuevamente. En ello, ve como las heridas desaparecen lentamente, como la más grande deja de sangrar y su temperatura desciende. Luffy suspiró en alivio.
"Con que estas son las aguas del falso milagro"
La voz llamó la atención del chico.
"Ah ya estás despierto" dijo simplonamente, ignorando lo dicho por el hombre. "¿Te encuentras bien?"
"Sí, gracias por la ayuda" dijo mientras se ponía en pie. "Mi nombre es Storm I. Kan"
"Monkey D. Luffy"
"¿El otro hombre está bien?" Se aproximó a él.
"Su nombre es Roronoa Zoro...y eso creo" volteó su vista al espadachín, quien aún seguía sumergido en el agua.
"Estará bien mientras siga en el agua" comentó, luego se sentó en una de las piedras. Luffy lo miró confuso. "La leyenda dice que existen unas aguas que puede curar cualquier herida, neutralizar venenos y sanar problemas del cuerpo mientras estos sean recientes" el pelinegro lo miraba atento. "Lo único malo era que nunca te sanaba de verdad, no más era un efecto de un tiempo, luego tendrías que regresar y cada vez que lo hicieras, el tiempo de sanación era más y más corto, al final, tendrías que vivir en el agua si quieres vivir"
"¡¿Qué?! ¡Zoro tendrá que vivir en el agua!"
"Ahmm no...si consigues a alguien que le cure" dijo un poco alarmado a la reacción del chico. "Pero las aguas siempre están en lugares peligrosos o de difícil acceso, por eso o vives en ellas o mueres"
"Necesito encontrar a Chooper"
"¿Amnnn quien es Chooper?" Su pregunta pasó de ser atendida, al ver como el pelinegro levantó a Zoro del agua para llevarlo a donde estaban todas las cosas.
Ahí Luffy lo acostó suavemente en el suelo, luego se sentó a su lado ignorando a Kan. El rubio observó la escena sin decir ni una palabra. Podía ver la preocupación del chico sobre el peliverde, como solamente una persona enamorada podría ser.
En ello caminó hacia donde se encontraban.
"¿Es tu Damae?"
Luffy atontó a la pregunta.
"No es mi nakama"
El otro hombre lo miró confuso.
"No quiero decir si es tu pareja, él es tu novio, ¿no?"
"No" simple respuesta. Kan pudo percibir la amargura en su voz.
"Lo amas, ¿no es cierto?"
Luffy sorprendió, sin ni siquiera conocerse, el rubio ya se había dado cuenta de sus sentimientos hacía Zoro.
"Sí, pero él está casado"
Ahora entendía el dolor del chico. Realmente quería decirle algunas palabras, aunque no sabía cómo aproximarse, no lo conocía, lo mejor era dejarlo por la paz.
"¿Por qué están aquí?" la pregunta súbita sorprendió al pelinegro.
"¿Por qué estás tú aquí?"
"¡No se responde con una pregunta!" enfadó. De inmediato suspiró al ver que el otro chico no le respondería. "Me capturaron"
"¿Quién?"
"Un grupo llamado «Bmisia Klan»" la mirada en blanco era suficiente para saber que no los conocía. "Son una sociedad de anti-b...en otras palabras que odian a los hombres-b"
"¿Hombres-b?" Luffy medito un momento. "¿Eso se come?"
Kan sintió caerse ante la pregunta.
"¡CLARO QUE NO!" Bufó. "¡¿Qué no sabes nada de los hombres-b?!" Negó con la cabeza. "Entonces me dirás que no sabías que ese chico es hombre-b" señaló a Zoro.
"¿Zoro?" volteó a verlo, de nuevo atontó. "No, Zoro es un Santoryu"
Kan llevó sus manos a su cara en desesperación.
"No...un hombre-b es..." no terminó al percatarse de que Luffy no le prestaba atención.
Veía a Zoro consternado, a pesar de ser un idiota, había entendido lo del agua, en cierta forma le alegraba porque así el peliverde podía estar bien, pero si no encontraban al reno, su nakama no podría vivir sin ella. Tocó la frente de Zoro, la temperatura se había ido.
Kan observó como una leve sonrisa se mostraba en la cara de Luffy.
‘Realmente le ama, es una lástima que no pueda estar con él' sentía pena por el chico, sin querer interrumpir el momento, decidió mejor dormirse.
Aunque en su mente no podía descansar, gracias a ellos tenía una oportunidad para vengarse, volverían, estaba seguro, con alguna nueva víctima; el único problema ahora eran sus salvadores.
‘Irán tras él también' pensó. ‘Y mataran a quien les ayude...o les ame...'
Volteó su vista al techo, pronto el cansancio llegó a él.