Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

POCION por Orseth

[Reviews - 1402]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: HOLA, HOLA QUERIDISIMA PANDILLA AMANTE DEL LEMMON!!!...ORSETH REPORTANDOSE CON UN NUEVO CAPI...XD... Y TAMBIEN CON NUEVAS NOTICIAS... HAY UN DETALLE QUE ME GUSTARIA HACERLES NOTAR, Y ES QUE FUE UN TREINTA DE SEPTIEMBRE CUANDO SUBI EL CAPI NUMERO UNO DE “POCION”... Y ES UN DIA TREINTA EN EL QUE TERMINARA... OSEA QUE HACE CASI UN A—O QUE CUENTO CON LA MARAVILLOSA PRESENCIA DE TODOS USTEDES, QUERIDISIMOS Y CALENTURIENTOS LECTOR@S... Y ESTE TREINTA DE SEPTIEMBRE ESPERO CONTAR CON SU PRESENCIA ^^... MIENTRAS TANTO, YA NO LOS ENTRETENGO MAS...¡¡¡¡A LEER!!!
CAPITULO 66

En un elegante restaurant del Londres mágico, un hombre vestido de negro se levantaba para recibir a una elegante rubia, quien después de sentarse y pedir una taza de té, dijo:
-¡Severus, justo con quien necesitaba hablar! -Severus no dijo nada, solo se limito a ver la angustia de la mujer- ¡oh lo siento!... –Se excusó ella agradeciendo con la cabeza al mesero que en ese momento le llevaba su té- Fuiste tú quien me llamó y llego yo hablando de mis problemas.
-Y supongo que ese problema tiene nombre... –Dijo Severus tomando un sorbo de su café para después mirarla a los ojos- Es Draco ¿verdad?
-Si... ¿Qué sabes tú de todo esto, Severus? -Preguntó Narcisa tomándole la mano que tenia sobre la mesa entre las suyas.
-Anoche hablé con él.
-¿Anoche?... -Exclamó Narcisa sorprendida- ¿en qué momento?
-Eso es lo de menos, –Respondió Severus- Tu hijo tiene la cabeza tan dura... es exactamente igual a su padre.
-Si, lo sé muy bien, -Respondió Narcisa con desaliento- Mi pobre hijo tiene la tristeza estampada en el rostro... pero hay algo que me extraña mucho...
-¿Qué?
-Ayer en la noche lo vi tan distinto a como estaba hoy... ¿sabes lo que acaba de hacer?
-¿Qué hizo?
-Le dijo a Lucius que adelantara la boda... ser casará dentro de una semana.
-¿Qué? -Exclamó Severus frunciendo el ceño- ¿Está loco?
-Mi pobre Draco... va como res al matadero.
-Lo dicho... es igual a Lucius, dime algo Narcisa...
-¿Si? -Respondió Narcisa retirando sus manos para quitarse los guantes negros de piel que llevaba puestos.
-Tú sabes lo de Draco con Potter ¿verdad?
-A medias... solo sé lo que Lucius me contó... que vio a Draco teniendo sexo con Potter, fuera de eso no sé nada más; Draco es tan cerrado que no quiere hablar conmigo de eso.
-¿Qué piensas de todo esto?
-Bueno... –Dijo Narcisa mirándolo a los ojos- Tú sabes cuánto amo a mi hijo... pero esta situación no me la espere ni en mis mas locos sueños, ¿Qué quieres que te diga?... todo esto me desconcertó, después de todo, una madre espera que su hijo forme una familia y sea feliz.
-Solo que en este caso, la felicidad de tu hijo no está en donde tú esperabas.
-No... ¡Pero lo quiero tanto, Severus, que no me importa!
-¿Qué piensas tú de este matrimonio?
-Veras... antes de todo esto, yo estaba convencida de que era lo mejor... pero ahora ya no sé; Draco dice que hace esto por la familia... pero yo no quiero un sacrificio, quiero su felicidad... ¿pero donde esta, Severus?... ¿Dónde está su felicidad?
-Narcisa... Draco está enamorado de Potter.
Narcisa solo lo miró y luego miró a su alrededor, no por temor a que alguien los escuchase, sino más bien para tomarse un momento para finalmente decir:
-¿Es verdad lo que dices, Severus?... ¿estás completamente seguro?
-El mismo me lo dijo.
-¿Por qué habla contigo y no conmigo que soy su madre?
-La terapia en grupo la dejaremos para después... –Exclamó Severus rodando los ojos- Lo que te digo es verdad... tu hijo esta devastado, pero de todos modos tampoco será feliz si eligiera a Potter, aunque claro... no se puede tener todo en la vida, pero siendo Draco... o tiene todo o no tiene nada.
-Si, no sé porque será así. –Respondió Narcisa tomando un poco de su té.
-Si ¿verdad?, ni idea... –Dijo Severus alzando una ceja- Bueno, a lo que iba... Draco está haciendo exactamente lo mismo que hizo durante la guerra- Dijo Severus a una Narcisa que luchaba por no dejar que las lagrimas rodasen por su rostro- Las costumbres son cadenas difíciles de romper.
-El daría todo por nosotros, -Dijo Narcisa mostrando de nuevo su máscara de frialdad, muy contrastante con lo que sentía por dentro- Nos ama demasiado... Severus...
-¿Si?
-Quiero que mi hijo sea feliz.
-¿A pesar de sí mismo?
-¿Qué quieres decir?
-Narcisa... –Dijo Severus mirándola fijamente- Hace tiempo, cuando tú me pediste que lo ayudara en la misión que le encomendó el Señor Tenebroso y Bella selló ese pacto con el juramento inquebrantable...
-¿Si?
-No era necesario que me lo pidieras... yo iba a hacerlo de todos modos, por eso no me importó hacer el juramento... y con esa misma convicción voy a ayudarlo ahora... aunque como aquella vez, él no quiera.
-Oh... –Suspiró Narcisa cerrando por un momento los ojos- Severus... no sé qué haría sin ti.
-Tu hijo va a odiarnos si hacemos lo que tengo en mente.
-No me importa...
-Pues debería, porque si tu hijo termina odiándonos a todos nosotros, entonces no será feliz, y aquí, querida Narcisa... es donde entras tú.
-Dime que tengo que hacer... –Respondió Narcisa con expresión típicamente Malfoy Black- Y lo haré.
Rato después, cuando se despedían afuera del restaurante, Severus sacó un pergamino de entre sus ropas- Toma... es de Blaise Zabinni para Draco, tal parece que su correo es interceptado.
-Si, -Respondió Narcisa tomando la carta- Lucius lo tiene castigado, pero dile que puede escribirme a mí y yo le hare llegar su correo, porque no creo que Lucius se arriesgue a que Draco reciba alguna carta inconveniente ahora menos que nunca.
-Lo haré. –Respondió Severus inclinando un poco la cabeza en señal de despedida.
-¡Ah Severus!... –Dijo Narcisa a punto de irse- Gracias.
-No me lo agradezcas, solo hago lo que tengo que hacer. –Respondió Severus para después retirarse con el característico ondear de sus ropas oscuras.

Lunes

-¡Vamos Harry, levántate, ya están desayunando! –Instó Hermione con expresión de angustia a su amigo.
-mmm... déjame en paz, tengo mucho sueño... –Respondió Harry revolviéndose en la cama.
-Harry, ya es Lunes... Ron... –Exclamó Hermione al pelirrojo, que de igual formas miraba preocupado a su amigo.
-Harry... –Dijo sentándose en la cama y removiéndolo por un hombro- Te la pasaste todo el día de ayer en cama, ni siquiera has comido.
-No tengo hambre... –Respondió Harry sin siquiera abrir los ojos.
-Pero hay que ir a clases... ya terminó el plazo que McGonagall te dio.
-Díganle que estoy enfermo. –Dijo Harry dándoles la espalda.
-Pero no lo estas... –Exclamó Hermione- además Harry, debes ir a clases, estas muy atrasado, no estudiamos en estos días que...
-¡Con un demonio, déjenme en paz! –Exclamó Harry haciéndolos brincar- ¡Díganle que estoy enfermo!... ¡o mejor aún, díganle a McGonagall o a quien pregunte, que me morí!
-Harry... –Musitó Ron con tristeza al verlo cubrirse con las mantas hasta la cabeza.
Hermione terminó tomando de la mano a Ron para salir de ahí.
-Vamos, Ron.
-Amigo... –Pensó Ron con gran pesar mientras salía de la habitación con su chica- Nunca te habías deprimido tanto.
Ya en la sala común, en donde ya no había nadie por ser Lunes y hora del desayuno, Hermione no pudo contenerse más.
-¡No soporto verlo así! –Exclamó llorando- ¡No es justo!
Ron no respondió, solo exhalo un profundo suspiro mientras se colgaba su mochila al hombro.
-Vamos... –Dijo finalmente- Ya se nos hizo tarde.
Cuando llegaron al comedor nadie les prestó atención, todos estaban muy ocupados recibiendo su correo que llegaba justo en ese momento; sin sentir hambre realmente, ambos chicos tomaron lugar y comenzaron a picotear algo de comida sin hacer caso al alboroto a su alrededor; tanto así que Hermione puso su knut en la bolsita de la lechuza que le entregó su ejemplar del Profeta sin siquiera desenrollarlo.
-Vaya... –Murmuró Ron mirando su plato con apenas algo de huevo con tocino- Nunca imaginé ver a Harry así... es más, ni siquiera cuando fue lo de quien tu sabes.
-Ron...
-Ya dije que no me gusta su nombre y no lo diré.
-De acuerdo... –Respondió Hermione sin ánimos de pelear- Y menos aun por Malfoy ¿no?
-Ese hurón es un odioso, siempre lo ha sido... –Exclamó Ron removiendo su tenedor en el plato- Molestándome a mí o a mi familia... hasta diría que se merece todo lo que le está pasando.
-¡Ron!
-Claro, si en todo esto no estuviera metido Harry.
-Aun así, Ron.
-Déjame terminar... –Dijo Ron sirviéndose un vaso de humeante chocolate- Viendo como sufre Harry... me doy cuenta o al menos me doy una idea por lo que debe estar pasando el hurón, y eso... bueno... me hace sentir cierta simpatía por él... ¡pero te aclaro que eso no significa que me caiga bien! ¿eh?
-Lo sé, lo sé... me pasa lo mismo. –Respondió Hermione levantando la vista y vendo sin querer como muchos alumnos miraban algo en el diario con mucho interés, así que extrañada tomó su periódico y lo desenrolló mirando con sorpresa la enorme foto de la familia Malfoy en primera página- ¿Y ahora qué rayos?... –Murmuró mientras leía el encabezado.
-¿Qué sucede? -Preguntó Ron.
-¡Santo Cielo!... ¡Malfoy va a casarse el próximo Sábado!
-¡¿Cómo?! -Exclamó Ron mirando el diario.
-¡Sí!... mira, dice que el próximo Sábado, a medio día, en la Mansión Malfoy Manor se llevará a cabo el matrimonio del único hijo y heredero de la familia Malfoy Black con el trol con conmoción cerebral...
-¿Eso dice? -Preguntó Ron extrañado.
-No, eso digo yo... –Respondió Hermione sin despegar la vista del diario- Dice que se va a casar con la babosa esa.
-Demonios... esto no debe saberlo Harry.
-De hecho, no se enterará de nada enclaustrado en su habitación. –Respondió Hermione con desaliento mientras devoraba el artículo completo.
-Hermione, la próxima clase es con el profesor Flitwick, pero la que sigue es la de transformaciones.
-Lo sé, lo sé... –Respondió Hermione doblando el diario y alisándose nerviosamente el cabello- McGonagall definitivamente no le dará otra prórroga a Harry.
-¿Harry está enfermo? -Preguntó Neville de repente- Ayer no se levantó en todo el día y hoy ni siquiera me respondió el saludo... debería ir a la enfermería.
-Si, -intervino Seamus- la verdad es que a mí ya me preocupo, chicos... ¿Qué tal que es algo grave?
-Ya irá... –Respondió Ron restándole importancia al asunto frente a sus amigos- Ya sabes cómo es, se siente el súper acero.
-¿El qué? -Preguntó Neville frunciendo el ceño.
-El súper acero... –Respondió Ron- Ese hombre vestido con mallas, con una “S” en su pecho y que vuela sin escoba.
-¡Ah!... –Exclamó Seamus riendo- hablas de Superman, el hombre de acero.
-¿¡Hay un hombre de acero en el mundo muggle?! –Exclamó Neville.
-Es una historieta, no es de verdad. –Respondió Seamus.
-¡Ah vaya!
Y mientras Ron y Hermione intentaban darles por su lado a sus amigos, una persona desde la mesa Slytherin, torcía la boca en un gesto impaciente mientras pensaba:
-¿Dónde rayos esta Potter?... quiero ver la cara que pone cuando se entere de mi boda tan próxima.
-¡Felicidades Pansy! -Exclamó una chica de su misma casa.
-Gracias. –Respondió Pansy muy ufana.
A unos cuantos metros de distancia, pero en la misma mesa, Blaise sonreía en un gesto de hastío mientras pensaba:
-Bola de hipócritas... ninguno de ellos le dirige la palabra a Draco desde la guerra y ahora hasta felicitan a Pansy por su matrimonio, seguramente aconsejados por sus padres para que los inviten a la boda... por cierto ¿cómo seguirá Potter? No lo he visto desde esa noche... en fin, allá él, ese no es mi asunto. –Y sin más apuró su vaso de leche para después retirarse de la mesa.
Y no solo en Hogwarts se enteraban del próximo enlace matrimonial; también en Grimauld Place alguien más leía la noticia en el profeta.
-¡Vaya!... quien lo hubiera dicho... –Murmuró Sirius para sí mismo mientras fumaba un cigarrillo sentado a la mesa en la cocina en donde acababa de desayunar- Que la boda de mi sobrino me iba a interesar tanto, mi hermana ha de estar muy ocupada.
Y efectivamente, en Malfoy Manor, el movimiento bullía en toda la casa, elfos domésticos y empleados iban y venían de arriba abajo cambiando muebles, haciendo mediciones y pruebas con flores y arreglos mientras dos elegantes mujeres paseaban entre todo el alboroto.
-¿Quieres que traiga a mis elfos para que ayuden en los jardines de la casa, Cissy? -Pregunto Marianne Párkinson.
-¡Oh no, querida! -Respondió Narcisa a su futura consuegra con su más dulce sonrisa- No es necesario, tengo todo bajo control, desde el último detalle del banquete, hasta el tipo de pendientes que usara tu hija.
-¿Pansy? -Respondió Marianne extrañada.
-Claro, querida... –Respondió Narcisa pasándole un brazo por la cintura- La familia Black tiene una tradición que se remonta desde hace varios siglos en cuanto a joyería en bodas se refiere, y Pansy será... no, no será... –Corrigió Narcisa- Ya es como una hija para mi, y bueno, como yo no tuve niñas, ¿Quién mejor que la futura esposa de mi hijo para usar estas joyas tan especiales?
-¡Oh Cissy! –Exclamó Marianne conmovida por las palabras de Narcisa- ¡Este gesto tuyo significa tanto!
-Es que no es para menos, nuestros hijos se merecen lo mejor... ven, revisemos los arreglos florales.
Mientras tanto, en el castillo de Hogwarts, dos chicos de la casa Griffindor se dirigían a su clase de transformaciones que tomaban junto con Slytherin, con la misma actitud de quien va a que le corten la cabeza.
-¿Qué le diremos a McGonagall? –Exclamó Hermione nerviosa.
-Ni idea... –Respondió Ron en voz baja- Pero siento como si Aragog quisiera renacer, pero en mi estómago.
Cuando la clase dio inicio y el nombre de Harry Potter salió a relucir en el pase de lista, Hermione, con voz tímida y nerviosa, se puso de pie para decirle a la profesora que Harry estaba resfriado, a lo que la profesora McGonagall simplemente respondió mirándola inquisitivamente por encima de sus espejuelos, para sin más comenzar la clase; pero al terminarla, ambos sintieron como si les arrojaran un cubo de agua helada cuando la profesora dijo:
-Señorita Granger y Señor Weasley ¿podrían esperar unos minutos, por favor?
Sintiendo que algo les subía y les bajaba, los dos solo se miraron entre sí volviendo a sentarse.
-¿Y bien? –Dijo McGonagall al quedarse solos- ¿Y Potter?
-eee... bueno, esta resfriado como ya le había dicho, profesora. –Respondió Hermione sintiendo su cara arder.
-Señorita Granger... –Dijo McGonagall exhalando un suspiro- Usted tiene la misma facilidad para mentir, que el señor weasley para hacer mis transformaciones a la primera, así que confiando en su buen sentido de prudencia, espero que sea franca conmigo y me diga que es lo que sucede.
-Es que en serio... –Respondió Hermione sintiéndose cada vez peor- Harry esta en cama.
-Muy bien, entonces enviare a madame Pomfrey...
-¡No!... –Exclamó de repente Ron- es decir...
-Si, hágalo, -Respondió Hermione- Tal vez logre que se sienta mejor.
-Muy bien, -Dijo McGonagall- Pueden retirarse.
Cuando salieron del salón y se sintieron más seguros, Ron exclamó:
-¡¿Estás loca?!... ¡Madame Pomfrey se dará cuenta de que Harry no está resfriado!
-Lo sé, -Respondió Hermione con expresión seria- Pero Harry necesita ayuda, está sumido en una profunda depresión.
-¡Aun así!
-¿¡Y entonces como lo ayudamos?! –Exclamó Hermione alterada- ¡Harry esta cada vez peor y nosotros no sabernos que hacer!... es... es como en la guerra ¿recuerdas?... cuando él solía enfrentar en su soledad su propia guerra con Voldemort.
Ron ya no replicó, sabía que Hermione tenía razón, e igual que ella se sentía confundido e incapaz de ayudar a Harry, y sin decir más se tomaron de la mano para dirigiéndose a los invernaderos para tomar su siguiente clase.
Cuando la hora de la comida llegó y el alboroto se armo en el castillo con cientos de estudiantes entrando y saliendo de sus casas; Ron y Hermione se dirigieron a la suya después de pasar por unos libros en la biblioteca para ella y así ver como estaba Harry, algo de lo que no hubo necesidad, pues en cuanto entraron a su sala, escucharon unos gritos provenientes de una de las habitaciones de los chicos.
-¡Pues no lo haré! -Escucharon gritar a Harry- ¡y hágale como quiera, pero no me pondrá un dedo encima!
-¿Qué ocurre? -Preguntó Ron a uno de los varios chicos que habían ahí, oyendo todo el escándalo.
-No lo sé muy bien, -respondió el chico- Solo sé que la profesora McGonagall y Madame Pomfrey están en la habitación de Harry.
-Demonios... –Fue lo único que Ron pudo decir.
Y mientras tanto, en la habitación de los chicos, Harry permanecía aferrado a las mantas mientras McGonagall intentaba convencerlo de dejarse revisar por Madame Pomfrey.
-Por favor, Harry... –Dijo la profesora con voz suave- Si tan mal te sientes, deja que Madame Pomfrey te revise....
-¡Dije que no! -Exclamó Harry aferrándose con más fuerza a las mantas como si sintiera que en cualquier momento se las arrebatarían.
-Creo que necesitas un calmante... –Dijo Madame Pomfrey con voz amable.
-Ni necesito un calmante, ni me trate como si estuviera loco... –Respondió Harry mirándola duramente- Lo único que necesito es que me dejen en paz.
-Harry... –Dijo McGonagall con preocupación.
-Y si no le gusta, pues expúlseme... así de fácil... –Interrumpió Harry cerrando sus cortinas con un movimiento de varita dejando a las dos mujeres mirándose entre sí.
-Señor Potter... Harry... –Exclamó Madame Pomfrey extendiendo una mano hacia las cortinas.
-No, -Dijo McGonagall deteniéndole la mano- Vámonos.
-Pero...
-Ahora no, Poppy... yo me ocupare de esto. –Dijo McGonagall con rostro serio mientras se dirigían a la puerta dejando solo a Harry en su habitación.
-¿Por qué nadie puede simplemente dejarme en paz?... –Murmuró Harry recargándose en la cabecera de su cama sintiendo una tremenda soledad partirle el alma- ¿no basta que les haya salvado el culo de Voldemort?
En la sala común, todos vieron a las dos mujeres salir en silencio; pero en cuanto desaparecieron, todos comenzaron a hablar al mismo tiempo.
-¿Qué pasa con Harry? –Preguntó muy intrigada Lavender Brown.
-No sé y no molesten. –Respondió Ron subiendo las escaleras seguido por Hermione; y cuando llegaron a la habitación, ambos guardaron silencio, ninguno sabia que decir o que hacer salvo esperar a que el escándalo de abajo se calmara, y cuando finalmente ya no escucharon nada, bajaron encontrándola vacía.
-¿Quieres ir a comer? -Preguntó Ron dejándose caer con desaliento en el sofá.
-La verdad ni hambre tengo. –Respondió Hermione sentándose junto a él; en esa estaban cuando una voz proveniente de la chimenea los hizo pegar un salto.
-Hola chicos.
-¡Por las bolas de Merlín! –Exclamó Ron encogiendo las piernas mientras Hermione le clavaba las uñas en el brazo del susto.
-¡Ups!... creo que los sorprendí... –Exclamó la sonriente cabeza de Sirius desde la chimenea- Lo siento.
-¡Sirius!... ¡maldito loco!... –Respondió Ron bajando las piernas- ¡casi nos matas de un infarto!
-Lo lamento, -Volvió a decir Sirius- En realidad vine a ver a Harry.
-Pues como que te tardaste ¿no? –Dijo Hermione soltando el dolorido brazo de Ron.
-Harry está mal, -Dijo Ron- Tienes que hacer algo.
-Vine a ver cómo está... pero antes debo pedirle permiso a McGonagall, ¡vaya! Los malos hábitos prevalecen, bueno chicos, nos vemos al rato.
-Adiós. –Respondieron ambos.
-Bueno... –Dijo Hermione un momento después- Esto me hace sentir un poco más tranquila, yo realmente no sé qué decirle a Harry... y francamente tampoco creo que quiera escucharnos.
-Vamos a comer a las cocinas, -Dijo Ron poniéndose de pie- Sirius no tarda en regresar y es mejor dejarlos solos, además los elfos no andarán de chismosos y preguntones.
-Si, tienes razón. –Respondió Hermione tomando la mano que el pelirrojo le ofrecía; y mientras ellos dos se dirigían a las cocinas, la profesora McGonagall recibía una visita muy peculiar en su oficina.
-Buenas tardes profesora McGonagall. –Saludó Sirius desde la chimenea.
-Buenas tardes Sirius... –Respondo la Profesora sin despegar la vista de lo que estaba haciendo- Veo que es por demás que haya otros medios de comunicación.
-Si, como sea... –Respondió Sirius sin hacer mucho caso- Quiero visitar a Harry, y pues creo que para eso debe darme permiso.
-Crees muy bien, Sirius... –Respondió la profesora mirando la cabeza que surgía de la chimenea- Y me ahorraste un viaje de lechuza, porque justo en este momento estaba escribiendo una nota sobre Harry... debemos hablar.
-mmm... creo que más bien yo debo hablar con él... –Corrigió Sirius.
-Esta en problemas, Sirius, -Dijo McGonagall con rostro serio- Si ya no es sobre Voldemort, entonces es otra cosa, necesita ayuda.
-Eso es lo que voy a averiguar.
-Sus notas cada vez están peor y claro que me importan, pero eso es solo el reflejo de que está pasando por algo que no puede manejar.
-Lo que sea, Harry puede manejarlo.
-Veo que sigues sin entender que Harry no es James, Sirius... él por mucho que haya luchado en la guerra, sigue siendo solo un jovencito.
-Un jovencito muy especial profesora... si lo sabré yo. –Respondió Sirius sintiéndose ofendido- Y si usted cree que lo sobreestimo, está equivocada, yo sé lo que le pasa a Harry y por eso he venido a verlo.
-¿Tú sabes? –Exclamó McGonagall sorprendida.
-Claro... soy su padrino ¿no?
-Vaya... sí que me has sorprendido, ¿y es grave?
-¿Puedo verlo o no?
-Claro, claro... –Respondió la profesora.
-Gracias. –Dijo Sirius desapareciendo para después aparecer de cuerpo entero- Ahora con su permiso, iré a ver a mi ahijado, ¿Cuál es la contraseña?
Momentos después, cuando Sirius llegó ante el retrato de la dama gorda, dijo la contraseña y en un momento se encontró dentro; subió las escaleras y sin tocar entro a la habitación que sabía era de Harry; vio un cuarto con varias cama vacías, a excepción de una, que permanecía con los doseles corridos, se acercó lentamente exhalando un suspiro de desaliento y dijo suavemente:
-Harry...
Las cortinas permanecieron quietas por unos instantes, hasta que finalmente se abrieron.
Notas finales: BESITOS!!!!!!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).