Capítulo IV CONVERSI”N...
Sentía que a cada beso, su cuerpo, se iba derritiendo por dentro. Aunque fuese un vampiro, eso no necesariamente le impedía no desear ese cuerpo pegado al suyo. Pero el peso de la culpa, lo superó y se separó, empujando a Kyo, con demasiada brusquedad.
Aquel cuerpo mortal, estaba demasiado cálido. Febril y lleno de deseos.
Podía percibir lo que Kyo sentía. Sus emociones le traspasaban como una tormenta sin piedad. Era doloroso, dulce, intenso y lleno de cobardía. Sí, deseaba ser tan cobarde y fuerte a la vez. Un beso orgulloso fue depositado en sus labios.
-No debes tener miedo de vivir eternamente Yuki- Kyo se levanta y vuelve a la carga- de lo que podrías arrepentirte es no vivir como quieres.
-No sabes lo que estás pidiendo- se sienta al borde de la ventana- no sabes a cuántas personas he matado, soy como un animal enfermo del frenesí que siente al arrebatar una vida, el éxtasis de que su sangre y sus recuerdos estén y prolonguen esta efímera existencia de fragilidad y fortaleza.
-Sé a cuántos has matado, porque siempre he estado cerca de ti- el pelinaranja hace una pausa al lograr captar la atención del ojivioleta- porque te he perseguido como una sombra, cada noche desde que te convirtieron.
-Aún así, no te convertiré- sonríe- no podrás sobrellevar esta clase de vida, Kyo- pausa- por eso, vete y sé feliz, que todavía estás a tiempo.
Silenciosamente camino descalzo sin sentir,
Desgarrándose dentro de mí, mi corazón está,
Alzo mi mano con aparente violencia,
Deseando cada gota de ese cuerpo amado.
-No lo haré- dice el ojivioleta quien en un rápido movimiento estaba detrás de Kyo, sosteniendo firme ese cuerpo entre sus brazos y ese moreno cuello expuesto.
Abriendo mis brazos, aferrándote, cortándote el aliento,
Aspirando cada gota expuesta de tu cuello…
-No podrás resistir mucho tiempo, ¿verdad?- dice Kyo sin amilanarse- ¿todavía lo recuerdas?, el sabor de mi sangre, lo que te hacía sentir cuando la bebías, todavía la deseas, acéptalo- se hace un corte en el brazo, dejando que el líquido escarlata manchara el piso y su olor hiciera enloquecer los sentidos de ese vampiro.
-No, vete de aquí- Yuki suelta a Kyo mientras impedía que su instinto asesino se activara.
Sus ojos estaban adoptando un tono violeta muy oscuro hasta volverse negros. Sus colmillos crecieron hasta convertirse en unos afilados y mortales. Su garganta volvía a estar sedienta hasta dejarle poco aire para poder respirar.
-Vete de aquí- dice poco antes de perder la razón.
-No me iré- desafía.
-Kyo… ve…te- volvía a pedir.
-Cumple mi deseo, conviérteme en uno de los vuestros.
-No… lo… haré- avanza unos pasos.
-¡Hazlo!- exclamó antes que su aliento fuera cortado por unos colmillos que volvieron a clavarse en su cuello sin misericordia.
Yuki se volvía a embriagar de esa sangre que tanto deseaba. Se estremecía al seguir bebiéndola… hasta que vio los recuerdos de Kyo…
Ahora ya es tarde, ¿por qué no suplicas?
Ruégame que te dé la inmortalidad,
Todo el universo se reduce a nosotros,
Es el infierno lo que te estoy ofreciendo,
Deja de temblar bajo estos brazos que no te quieren soltar,
Sólo un segundo, sólo ese instante, podré salvarte,
Aplastando las bellas rosas rojas,
Querido, mis pies llenos de espinas están,
A cada segundo siento que debo parar…
-Kyo…- murmura Yuki recobrando el sentido y viendo que aquel cuerpo tan cálido en un principio, estaba demasiado frío…
Acercó su oído a su pecho y su corazón, latía muy despacio. Los labios estaban amoratados, los ojos rojos, ya estaban perdiendo su luz.
-Kyo- con su uña se produce un corte en la muñeca y vierte su sangre en la boca del pelinaranja- sé que nunca podrás perdonarme.
Como una fuente rebosante mi cuerpo está,
Como en un trance de equivocaciones,
No todos somos culpables por amar,
Si no eres capaz de entregarte, yo lo haré por ti…
Lameré tus pies, como un aprendiz de devoción,
Y con mi seca garganta, te rogaré que no me sueltes…
¿Por qué todavía dudas?, ¿acaso no era cierto?
Te arrastraré conmigo hacia el amanecer,
O habrá sombras que te regocijen,
Desapareceré todo tu mundo con una poderosa llama…
Esto es inevitable, no puedes revivirla,
Porque lo que en la tierra yace, desaparece,
Corre el velo de la culpabilidad,
Y clava tus gélidos ojos en mí otra vez,
No existe un pasado que sea eterno,
No hay bosques que te oculten,
Sólo abre el portal de lo sobrenatural…
Gélidos ojos, ¿por qué todavía dudas?
Mi cuerpo ya está seco,
No hay sangre que pueda satisfacerte ya,
Has llegado al éxtasis, a ese frenesí de amargura y placer,
Como mantequilla al sol,
Sella este rito con un orgulloso beso,
Lléname de poder, mi distante creador.
Kyo abrió sus ojos y la fase de conversión fue extremadamente dolorosa. Jadeaba por el dolor en su cuerpo. Se retorcía en el suelo y se llevaba sus manos a la garganta. Jamás había sentido tanta sed en su vida… como ahora…
-Lo que está hecho, así quedará- dice Yuki quien se queda sentado en el suelo, mientras que Kyo, se acercaba y entrelazaba sus brazos alrededor de su cuello, en busca de más sangre…
Porque no puedo revivirla. Porque lo que en la tierra yace, desaparece… así nada más… como polvo somos, en polvo nos convertiremos… eso es lo que nos pasará… te cansarás de esto y morirás al contacto con el sol… te llevará el viento, de un lado al otro… creo que lo más importante de morir, es que alguien te recuerde.
Permanecer en la memoria de alguien, y que esa persona, sepa que alguna vez pasaste por esta vida… esto es en lo único en que puedo pensar en estos momentos… mientras te dejo, a la deriva, sólo cubriendo tu cuerpo con una oscura bata.
El amanecer… lo que tanto tememos…
-¡Yuki!- exclama Kyo al volver de su trance.
-Así que ya ha pasado- dice Shigure a Yuki, quien estaba delante de él.
-Estoy sediento, Shigure.
-Convertir a un humano, te deja sin fuerzas- dice el mayor- comprendo- levanta su brazo- bebe hasta que tu sed se haya calmado.
Y eso fue lo que hizo. Bebió de la sangre de su primo, una vez más.
Kyo se quedó en la pieza de Yuki. Cubierto por la bata que le dio para que su cuerpo no se quemara con el sol. La ventana estaba cerrada y tenía cortinas muy gruesas.
Aunque estuviese vestido, sentía que su cuerpo estaba desnudo. Sabía que muchas cosas habían cambiado dentro de él.
Ahora que se preguntaba quién había sido Tohru Honda, apenas podía recordarla. Sin embargo, al ver su fotografía en ese portarretrato de madera… su soledad, era demasiado fuerte… lo único que hizo, fue llorar en su memoria como nunca antes se había permitido hacer…
-Descansa Yuki, sólo has dado el primer paso, lo que vendrá no será nada fácil- termina de decir Shigure, mientras le deja dentro de un ataúd para que se recuperase de la conversión.
Mi querida y dulce Tohru… tu vida fue tan efímera, pero la viviste mientras duró… nosotros que no tiene un final, tenemos miedo de perderla… aún así, ¿podemos culparlos?... dondequiera que estés, sé que incluso antes de morir, tú ya lo sabías. Y si no te convertí fue porque tú no me dejaste hacerlo. Porque eras demasiado amable y noble, no podrías soportarlo. Porque comprendiste que nadie puede mandar en su corazón, y tanto como amabas a Kyo, así él amaba a Yuki… era inevitable, aquel final.
Continuará…
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