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POCION por Orseth

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CAPITULO 73

Como si fuera una película de suspenso, todo el comedor se quedó en silencio; Draco finalmente había llegado y lo primero que habían buscado sus ojos, era esa inconfundible melena color azabache... la busco por unos instantes e inmediatamente la encontró; trago saliva al ver que Harry lo miraba fijamente, y su corazón dio un vuelco al verlo ponerse de pie.
A solo un paso de entrar al comedor, se había sentido intimidado; pero fue solo un instante... un simple segundo; sentimiento que fue sustituido por el orgullo y la satisfacción de sentirse amado contra todo y contra todos, algo que lo hizo continuar su camino con paso seguro y como había dicho su padre, con la frente muy alta.
El no era tonto ni mucho menos distraído, se sabía observado, la tensión se palpaba en el aire, pero no le importaba absolutamente nada, había aprendido que mientras los seres que él amaba estuvieran siempre con él, todos podrían decir lo que quisieran; por lo que deteniendo su carrera caminó con más calma dentro del comedor, siempre con la vista fija en esos profundos y hermosos ojos verdes.
Harry se había levantado, y rodeando la mesa comenzó a caminar hacia el chico rubio que se dirigía hacia él, siempre mirándose a los ojos, atrayéndose entre sí como si de una fuerza magnética se tratara; en cuestión de segundos llego hasta él, quedando frente a frente, entonces puso su mano en la nuca del Slytherin, y sin necesidad de decir nada, se inclino y lo beso en los labios en medio del comedor.
Draco había entrado directamente buscando a Harry y solo tardo unos segundos en encontrarlo, y cuando ese hombre que tanto amaba lo besó en medio del comedor, alzó sus brazos rodeándole el cuello, sonriendo en medio del beso al sentir su cintura aprisionada con el otro brazo del Griffindor.
Al cabo de unos segundos se separaron, Draco alzó el rostro ladeando la cabeza, y con una radiante sonrisa, dijo recargando sus antebrazos en los hombros de Harry:
-¿Y ahora?
-¿Y ahora? –Repitió Harry rodeándolo de la cintura, ajenos a las docenas de ojos que los miraban sin siquiera pestañear.
Solo algunos, con diferentes emociones, tenían diferentes reacciones; como Blaise, quien sonriendo tristemente aspiro profundo intentando deshacer el nudo de su garganta; aun con todo se sentía en paz; ver nuevamente la chispa alegre en los ojos plateados lo hacía sentirse de alguna manera contento; Claro, el saber que esa chispa no era por él le quitaba todo lo lindo al asunto.
Pero estaba decidido a seguir con su vida y a seguir siendo amigo de Draco, él no era un debilucho ni mucho menos; era fuerte... era un Slytherin y como tal se comportaría; no era lo suyo eso de llorar por los rincones y no iba a empezar ahora; No sería nada fácil, pero estaba decidido a darse una oportunidad con alguien más; sabía que iba a llevarle mucho tiempo, no sabía cuánto, pero él era Blaise Zabini... un Slytherin dispuesto a todo.... Hacía tiempo que había aceptado que Draco no era para él y sabia que verlo tranquilo, de alguna u otra manera, le daba tranquilidad... Y decían que los Slytherin no sabían querer...
Reacción muy diferente a la que tenía cierta chica Ravenclaw, quien miraba la escena con los ojos abiertos como platos.
-Ma... Marietta... –Balbuceó Cho a su amiga, quien miraba todo con la misma expresión- Marietta...
-¡¿Qué quieres?! –Respondió Marietta.
-El... Harry... esta... esta...
-Besándose con Malfoy... –Completo Marietta.
-Pellízcame... estoy teniendo una pesadilla... –Susurró Cho- ¡Auch!
-Dijiste que te pellizcara...
-¡Pero no tan fuerte!
-Bueno... ya viste que no es un sueño... Harry y Malfoy están... ¡Por Merlín, están besándose! –Exclamó Marietta como recién dándose cuenta de lo que veía- ¡Y se están abrazando!
-¡Ya lo vi, ya lo vi!
-Vaya... ¡con razón nunca te iba a hacer caso!
-¡Cállate tonta! –Exclamó Cho llorando mientras se levantaba de la mesa y salía corriendo.
En la mesa de Griffindor, las reacciones no eran menos; Neville había dejado caer su cuchara en el cereal salpicando todo mientras abría la boca por la sorpresa; Seamus, Deán, Lavender, así como los alumnos de las demás casas, miraban todo como si el mismísimo Voldemort hubiese aparecido en tanga en medio del comedor cantando opera.
Y en la mesa de los profesores, la cosa no era tan diferente; la profesora Hooch se había quedado con la cuchara en el aire y la boca abierta mientras el profesor Flitwick golpeaba la espalda de una atragantada profesora McGonagall, en tanto Hagrid abría los ojos como conejo lampareado y Trelawney comenzaba a balbucear que ella ya lo sabía, pues los astros no le podían ocultar nada.
-¿Café, Severus? –Dijo el profesor Dumbledore tomando una jarrita con el aromático líquido.
-Por favor... –Respondió Severus acercando su taza- ¿Le sirvo chocolate?
-Te lo agradecería mucho, sabes que me encanta lo dulce... ¿me pasas las galletas por favor?
-Claro. – Respondió Severus pasándole un platito de galletas.
A todo esto, el chico de cabello negro como ala de cuervo y el chico de cabello rubio como el sol de la mañana, seguían en su propio mundo, consientes de todo pero importándoles absolutamente nada.
-Si, ahora. –dijo Draco sonriendo.
-mm... ¿Qué tal si desayunamos?
-¿Y en que mesa?
-Ven a la mía. –Dijo Harry tomándolo de la mano y caminando hacia su mesa.
-Claro que no, -Respondió Draco deteniéndose- Tú ven a la mía.
-No, yo lo dije primero.
-Pero yo quiero que vengas a la mía.
-No es justo... –Dijo Harry volviendo a caminar- Yo te gané.
-Pues yo no quiero. –Exclamó Draco frunciendo el ceño.
-¿Qué es ese gesto? -Dijo Harry alzando una ceja- ¿Acaso vas a hacerme un berrinche?
-¡Yo no hago berrinches!
-Entonces ven a mi mesa.
-No quiero.
-¿Quieres que te cargue y te lleve a fuerzas? –Preguntó Harry cruzándose de brazos.
-No te atreverías. –Respondió Draco cruzándose de brazos también.
-Bueno... parece que tú no acabas de conocerme ¿eh? –Dijo Harry sonriendo.
-Ya, ya... que poco aguantas. –Dijo Draco sonriendo traviesamente.
-Eres un bobo... –Respondió Harry tomándolo otra vez de la mano y caminando a su mesa.
La mesa de Griffindor continuo en absoluto silencio cuando los dos chicos se sentaron y comenzaron a servirse el desayuno con toda naturalidad; no conversaron muchas cosas pues sabían que no era el lugar apropiado, pero no desaprovecharon ninguna oportunidad para tocar sus manos, mirarse a los ojos y sonreír como idiotas... al menos eso fue lo que dijo Hermione al terminar la clase de cálculo avanzado del profesor Lowell.
-No sonreíamos como idiotas. –Replicó Harry guardando sus cosas en su mochila.
-Claro que sí, hasta el hurón también. –Dijo Ron mientras cerraba su frasco de tinta- Nunca lo había visto sonreír así... te juro que hasta me dio miedo.
-Eres un tonto. –Dijo Harry.
-¡Es que se veía siniestro! -Exclamó Ron riendo a carcajadas.
-Y a nosotros ni nos peló... –Dijo Hermione- Al menos por educación debió saludarnos... digo, tampoco es que nos interese mucho ¿verdad?
-Si los saludó. –Dijo Harry saliendo del salón.
-Mover una ceja en nuestra dirección no es un saludo. –Respondió Hermione.
Si la escuela era un hervidero de rumores, ahora parecía una colmena enloquecida; esa edición de “El Profeta” se agotó con los pedidos extra de ese día; solo que en el diario no se decía gran cosa, solo aparecía Lucius Malfoy dando una conferencia anunciando oficialmente la cancelación de la boda de su hijo por motivos personales... motivos que ya todos conocían.
De Pansy ni sus luces, la familia Parkinson se había negado rotundamente a dar algún tipo de declaración; todo parecía ir de maravilla para ese par, de no ser por la carga de trabajo que les arrojaron encima sus respectivos jefes de casa.
Si por algún momento los chicos pensaron que al fin estarían juntos, ese momento se esfumo por completo al ser prácticamente tomados como rehenes; Harry de la profesora McGonagall y Hermione; y Draco de Severus Snape; Las notas de ambos eran malísimas, y por mas suplicas que hubo por parte de los dos, nadie tuvo conmiseración de ellos; por lo que casi ni se vieron en toda la semana; Ya para el viernes en la noche, cada uno en su respectiva casa, dormían a pierna suelta a pesar de ser temprano, habiendo acordado salir al día siguiente a Hogsmeade como una cita a todas luces.
El que no dormía era Blaise, quien esperaba pacientemente la respuesta de una carta que había enviado el día anterior y de la que sabia en cualquier momento recibiría respuesta; y no se equivocaba... una lechuza llego a la ventana cerrada, la cual se apresuró a abrir; quitó la carta de la pequeña pata y después de leerla sonrió satisfecho.
Al día siguiente, muy de mañana, Blaise terminaba de acicalarse frente al espejo cuando escucho la voz adormilada de Draco.
-Es sábado... ¿Por qué te levantaste tan temprano?
-Voy a salir. –Respondió Blaise mirándolo por el espejo.
-¿Y a dónde vas? –Preguntó Draco arrellanándose de nuevo bajo el calor de las mantas.
-Voy a visitar a alguien.
-¿Y a quien? –Preguntó Draco ya con los ojos cerrados.
-Duérmete Draco, estas más dormido que despierto.
Y sin hacer ruido para no despertar a sus demás compañeros, Blaise salió de la habitación de puntillas; ya afuera caminó tranquilamente a la salida; como era sábado y de último año, no necesitaba permiso para salir.
Hora y media después, en un lugar del Londres mágico, Blaise tocaba la puerta de una hermosa casa de cuatro plantas y espero pacientemente a que le abrieran; al cabo de un par de minutos, escucho unos pasos acercarse a abrirle la puerta.
-¡Blaise querido!... ¡qué bueno que llegaste!
-Buenos días Señora Parkinson.
-Adelante, pasa... Lenny...
-¿Si, ama? –Dijo una elfina haciéndose presente.
-Guarda la bufanda y la chaqueta de nuestro invitado y tráenos te y unas galletas a la sala.
-Enseguida ama.
Minutos después y ya con una taza de té caliente en las manos, Blaise dijo:
-Agradezco que me haya recibido.
-Es cierto que no he recibido ninguna visita, ni de nosotros y de Pansy menos... pero cuando vi que esa carta era tuya, no dude en acceder que vinieras... eres el mejor amigo de mi hija, no como esas malditas chismosas que se han encargado de propagar lo que escucharon en esa habitación.
-Usted sabe como quiero a Pansy, Señora Parkinson.
-Lo sé hijo, lo sé... por eso te agradezco que hayas venido... ella no quiere ver a nadie y no la culpo... en el estado en que encuentra, pues...
-¿Qué estado? –Preguntó Blaise tratando de no parecer tan ansioso.
-Es que ella... ¡Oh por Morgana!... –Exclamó Marianne estallando en llanto- ¡Mi pobre hija!...
-Tranquila Señora Parkinson... –Dijo Blaise tomándole una mano- ¿Qué es lo que pasa?
-¡Hemos visto a los mejores médicos de gran Bretaña y nada!
-¿Médicos?... ¿Pansy está enferma?
-Ay hijo... –Gimoteó Marianne limpiándose la nariz con un pañuelo- Es que tendrías que verla... -Blaise contó hasta diez para no tomar del pescuezo a la mujer y sacudirla para que se dejara de tanto rodeo y le contara de una vez por todas que es lo que estaba pasando- La internamos un par de días en San Mungo, todo obviamente bajo la mayor discreción... –continuo Marianne más tranquila- Pero ningún doctor supo lo que tenia...
-Cómo... ¿entonces no estamos hablando de depresión?
-¿Depresión?... no... Ojala fuera eso, pero no... Mi hija... ¡Oh por Merlín!... el día Lunes desperté sobresaltada al oír un grito.... era ella, así que su padre y yo corrimos a su habitación... lo que vimos nos dejo sin habla... Pansy había perdido todo su cabello, al igual que su dentadura... pero eso no era todo... –Continuo Marianne en medio de sollozos- Su cama estaba empapada de sangre... por poco muere desangrada...
-¿Y qué fue lo que pasó? –Preguntó Blaise impresionado.
-Eso es lo más extraño, ningún doctor supo decirnos... con decirte que ni siquiera habían visto algo así... porque... porque su físico no es todo.
-¿Hay más?
-Si... la hemorragia que tuvo Pansy... fue porque tenía desgarrados sus órganos internos.... sus... sus... –Balbuceó Marianne sintiéndose de incapaz de repetir lo que le habían dicho los doctores.
-¿Qué pasa Señora Parkinson? –Dijo Blaise sentándose junto a ella.
-Mi hija... nunca podrá tener hijos... nunca podrá... –Dijo finalmente Marianne.
Blaise se quedó sin palabras y cerró de golpe la boca al darse cuenta de que la tenía abierta.
-Pero... ¿cómo es eso? ¿Cómo paso?
-Los médicos no han averiguado aun que pasó, han descartado alguna poción ya que no hay rastro de ella, han revisado hasta el cabello que se le cayó, pues dicen que este guarda rastro de lo que ha consumido el cuerpo en cuestión de tóxicos hasta por varias semanas, pero nada... ¡nada!... dicen que con esos efectos devastadores sería prácticamente imposible no dejar algún rastro, aunque sea mínimo de cualquier poción...
-¿Entonces?
-Se tendría que ser un verdadero genio para lograr algo así, pero... no, dicen que es muy difícil con tales efectos... en todo caso hemos repasado su rutina una y otra vez y nada, no bebió nada extraño, ni aceptó comer algo de algún desconocido... pero tampoco hay rastro de ningún virus; lo que sí han comprobado es que... es que su cabello no volverá a crecer, ni sus dientes tampoco... ninguna poción curativa ha logrado revertir ningún efecto... –Dijo Marianne con voz ahogada- Al menos sus heridas internas están cicatrizando y ya no sangra, pero quedó muy deteriorada internamente... esta muy deprimida... y con todo lo que pasó...
-Entiendo... –Murmuró Blaise- Todo esto debe ser muy difícil.
-Si al menos se hubiese casado, tal vez todo sería un poco mejor.
-Bueno... sabe que los Malfoy tampoco tienen la culpa de lo que ha pasado.
-Los Malfoy... –Exclamó Marianne exhalando un profundo suspiro mientras se ponía de pie- Créeme Blaise, he intentado odiarlos por lo que paso y sé que soy egoísta al decir que ojala nuestros hijos se hubieran casado... pero sé que ni siquiera su hijo tiene la culpa de sus preferencias; y conociéndolos, imagino que con todo este escándalo de Draco y Harry Potter, tampoco deben estar pasándola muy bien que digamos, además ellos no tienen la culpa de lo que está pasando Pansy... sea lo que sea que este pasándole.
-¿Y qué harán ahora? –Preguntó Blaise desde su lugar.
-Hoy en la noche viajamos a América, por eso acepte que vinieras hoy, pues no sé cuando regresaremos; además, se que todo el asunto de la boda afecta a Pansy y mientras menos escuche los rumores, mejor... también por eso nos vamos.
-¿Podría verla?... me gustaría despedirme.
-No quiere ver a nadie, pero seguramente a ti si, hijo... ve, ya conoces en donde está su recamara.
-Gracias. –Dijo Blaise levantándose y dirigiéndose a la habitación que ya conocía.
Sin siquiera tocar, abrió la puerta suavemente cerrándola tras de sí, la habitación estaba iluminada solo por la poca luz que entraba a través de las cortinas cerradas; Un bulto en la cama se movió al percibir a alguien en la habitación.
-¿Mamá? -Murmuró una débil voz.
-No, soy Blaise.
El bulto en la cama se movió con cierta dificultad descubriéndose.
-¿Blaishe? –Exclamó Pansy con dificultad viéndolo con sorpresa.
-Vaya... –Respondió Blaise sorprendido al verla- Si que luces horrible.
-¿Qué hashes aquí? -Preguntó Pansy horrorizada de ser vista en tal estado; Calva, con unos cuantos cabellos pegados a su cuero cabelludo, los ojos hundidos y hablando como una anciana desdentada.
-Veo como tu trono de presunción se convirtió en una escultura de naipes...
-¿Co-como? –Exclamó Pansy.
-Ya no te veo tan segura como aquel día en que prácticamente me echaste en cara que tenias al mundo a tus pies... esa ocasión, tan insolente... tan arrogante... ya no te ves así, me pregunto por qué será... –Exclamó Blaise poniéndose una mano en la cintura y otra en la barbilla, como cuestionándose algo muy importante.
-Imbeshil... ¿Quién yemonios ye yego endrar a mi casha? –Respondió Pansy levantándose las mantas hasta la barbilla.
-¿Y qué paso con todos tus planes, querida Pansy? –Continuo diciendo Blaise como si no hubiera escuchado nada mientras rodeaba con pasos lentos la cama- ¿Quién es la que tendrá recuerdos y sueños baratos de lo que pudo ser?...
-Blaishe... –Murmuró Pansy temblando de ira.
-¿Dónde está toooodo el apoyo de la familia Malfoy?... ¿ese que tanto me restregaste en la cara? ¿Ese del cual estabas tan orgullosa?
-Cashadé...
-¿Recuerdas que te dije que entre serpientes no se hace eso?... ¿lo recuerdas?... es peligroso traicionar a un Slytherin... y mucho más cuando se trata de un Malfoy.
-¿Qué quieres yeshir?...
-Nada en realidad... –Sonrió Blaise- Solo que creo que jugaste con fuego y la realidad te estalló en la cara... quisiste jugar rudo y alguien jugó mejor que tú.
-No endiendo nada...
-No hace falta querida. -Dijo Blaise abriendo de golpe las cortinas.
-¡Shieralas! –Gimio Pansy cubriéndose con las mantas- ¡no me veas!
-¿Quién es la que llora ahora? –Exclamó Blaise tomando un espejo de plata del tocador- Lo que te paso, seguramente es un castigo divino... cuando amas a alguien, no se trata solo de quererlo... sino de saber amarlo...
-¡Yo amo a Dashco!... ¡por eso hishe lo que hishe!... –Gimio Pansy bajo las mantas- ¿En qué me equivoque?
-Podía darte toda una lista, pero la verdad me da algo de asco verte así y ya tengo ganas de irme... –Dijo Blaise viendo como Pansy se encogía mas bajo las mantas- Solo venia a ponerte al tanto de lo ocurre en el exterior, digo... si es que te interesa, y es que como creo que tardaras en aparecer ante el mundo con la facha que tienes, pues de una vez te adelanto lo que encontraras... Draco y Potter están juntos... y antes de que lo digas, si... si me duele...pero más hubiese dolido verlo siendo un completo infeliz casado contigo.
-Jundosh... –Murmuró Pansy de manera casi inaudible.
-si, juntos... –Repitió Blaise quien alcanzó a oírla- y se ven muy felices ¿sabes?...
-Cashade... por favor...
-De todos modos, ya me voy, vine a desearte suerte, creo que de verdad la necesitaras... –Dijo Blaise dirigiéndose a la puerta a la vez que le arrojaba el espejo a la cama- ¡ah, por cierto!... –Añadió Blaise antes de salir- El profesor Snape no sabe que vine, pero si lo hubiera sabido, seguramente te mandaría sus saludos. -Y finalmente salió de ahí cerrando la puerta tras de sí.
Cuando Pansy sintió que finalmente estaba sola, bajo lentamente las mantas, vio el espejo en su cama y con mano temblorosa lo tomó, y respirando entrecortadamente fue subiéndolo hasta su rostro, en donde solo soporto tenerlo frente a si un instante antes de arrojarlo contra la pared rompiéndolo en pedazos y dejarse caer en la cama sacudida por el llanto.
Afuera, Blaise llegaba a la sala en donde Marianne lo esperaba sentada en el sofá.
-Me voy, señora Parkinson.
-¿Cómo viste a mi hija?
-Tal como usted dijo, está muy deprimida... pero dice que Draco no tiene ninguna culpa de sus preferencias y que ella estará más tranquila sabiendo que todo esto ocurrió antes de la boda, así ninguno arruinó la vida del otro... Pansy es muy linda persona.
-¿Eso dijo?... hay Blaise... –Exclamó Marianne llevándose una mano a la frente- No sabes cómo me tranquilizan tus palabras.
-Pansy es muy fuerte, señora Parkinson... y estoy seguro que en América estarán muy bien, ella quiere alejarse cuanto antes de aquí.
-Lo imagino... bueno hijo, te agradezco el que hayas venido a apoyarla.
-No tiene nada que agradecer, -Dijo Blaise haciéndole señas a la elfina que estaba presente para que le llevara sus cosas- quiero mucho a Pansy y la voy a extrañar.
-Gracias. –Respondió Marianne acompañándolo a la puerta- Cuídate hijo.
-Lo haré, y cuide mucho a Pansy... es mi mejor amiga. –Respondió Blaise dejándose besar en la mejilla por Marianne- Buen viaje.
-Adiós.
Notas finales: XD

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