Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Celda número 23 por kiauchiha

[Reviews - 75]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Todos los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.

Saludos! Sé que dije que actualizaría primero Amistad o Amor, pero es que me emociono escribiendo y no he podido resistirme, jaja.

Aclaro una cosa. Acabo de leer el número 483 del manga y creo q me he traumado... jaja. En fin, la historia ya no va para nada acorde con lo que pasa a partir de ese tomo. Lo suceda a partir de aquí es todo de mi imaginación.

Muchas gracias por leer. Espero que os guste!

Tras golpear con los nudillos un par de veces en la puerta del despacho del Hokage, Naruto entró sin más dilación. La breve conversación con Sakura le había agriado el ánimo. Pensar que significaba tan poco para Sasuke que ni siquiera hacía el esfuerzo por reconocer su presencia no era algo que le gustara recordar.

- Mandó a llamar, Hokage-sama. – saludó formalmente mientras se colocaba su máscara ambu.

- Si, Naruto. – Tsunade reconoció su presencia mientras le hacía un gesto con la mano indicando que no era necesario que se cubriera el rostro.

- Naruto. – Kakashi, que se encontraba a un lado de la mesa de la Hokage, le saludó con un ligero asentimiento.

Tras finalizar la guerra, el Hatake había renunciado al puesto de Hokage, argumentando que Tsunade ya estaba recuperada del todo y pasando de nuevo el testigo a la rubia. Las responsabilidades no iban mucho con él, aun cuando se había mostrado más que digo de ostentar tal cargo durante esos años.

- ¿Pasa algo? – preguntó más relajado el rubio, acercándose a su antiguo sensei. - ¿Obaa-chan?

- No. Quería comentarte acerca de una misión. – informó la Hokage mientras arrugaba ligeramente el ceño. Por más que se hubiera empeñado todos esos años, no había conseguido que Naruto dejara de llamarla por ese apelativo. – Necesitamos gente para una misión de reconocimiento. Nos han llegado rumores de que hay grupos fugitivos que se ocultan y asaltan aldeas, masacrando familias a su paso. – informó mientras señalaba en un plano la ubicación.

- ¿Quieres que vayamos Kakashi-sensei y yo?

- La zona está bastante alejada. Tendríamos que ir hasta más allá del país de la Lluvia. – informó el peliplateado. – Si vamos a esta misión es posible que tardemos más de un mes en volver.

- Un mes… - musitó en voz baja. Eso significaría perderse el juicio de Sasuke, y por nada del mundo dejaría que se enfrentara al consejo él sólo. – No iré. – declaró con voz decidida mirando a los ojos a Tsunade para dejarle en claro su decisión.

- Tsk, ya me lo esperaba. - suspiró resignada mientras lo escrutaba fijamente. – Sólo quería informarte por si cambiabas de opinión. He mandado llamar al grupo de Neji. Partirán esta medianoche. Si cambias de opinión puedes reunirte con ellos.

- ¿Tú irás? – inquirió a su sensei sin escuchar apenas a la rubia. Por nada del mundo cambiaría de opinión.

- No. Prometí que te ayudaría con Sasuke, y difícilmente lo haría no estando aquí.

- Bien. – suspiró aliviado. – Pues si no hay nada más me retiro. Buenas noches. – saludó secamente para desaparecer inmediatamente.

Kakashi hizo una mueca ante el desinterés de su mejor alumno. Había sido una total pérdida de tiempo la reunión. En cuanto Tsunade le informó de la misión, supo que Naruto la rechazaría. Ni siquiera estaba seguro que hubiera abandonado la aldea ante una orden directa. En la mente del rubio sólo existía el Uchiha. Era casi enfermizo.

- ¿Cómo vas con el consejo? – inquirió serio a la Hokage.

Tsunade suspiró cansada y se levantó para observar la aldea desde el ventanal.

- Mal. – resumió en una sola palabra. – La gente no olvida, Kakashi. El juicio será muy duro. Sasuke asesinó a demasiada gente como para que quede impune. – se volvió nerviosa y clavó sus azules ojos en el ambu. – En el mejor de los casos conseguiremos que le condenen a cadena perpetua, pero sólo sería un aplazamiento. Todos claman por sangre… por su sangre.

- Naruto no lo aceptará. – advirtió el peliplata.

- ¿Desde cuando ese cabeza hueca ha aceptado algo que concierna al Uchiha? – bufó molesta la rubia. – Cuando era pequeño le prohibimos que le buscara, y siempre encontró la manera de reconducir sus pasos tras él. Durante la guerra le obligamos a elegir un bando, y aun estando con nosotros ayudó más de una vez a borrar sus huellas. ¡Por Kami, Kakashi! ¡Ese mocoso casi provoca la cuarta guerra ninja cuando protegió a Sasuke aquella vez!

- Si, fue gracioso. – rió entre dientes el peliplateado al recordarlo. Puede que Naruto no hubiera acertado en sus acciones, pero admiraba la lealtad que le tenía a Sasuke. Uno siempre tenía que ser fiel a sus amigos.

- ¡Y una mierda gracioso! – refunfuñó la Hokage. – Por su culpa me he ganado más de un quebradero de cabeza…

- Sólo es fiel a sus principios, Tsunade. Sabes lo que significa Sasuke para él.

- No, no lo sé, Kakashi. – cortó con sembrante serio. – En serio que ya no comprendo a Naruto. Sé que Sasuke fue su primer amigo, que compartieron mucho juntos en el equipo siete… Pero el Uchiha no era mejor que otros, Kakashi. Siempre que podía se burlaba de él, nunca tomó en serio las fuerzas de Naruto. ¿Cómo demonios puede ser fiel a un amigo semejante?

- Los Uchihas son así. Fríos, serios… habría sido imposible esperar una frase de ánimo por parte de Sasuke. – trató de defender el peliplateado a su antiguo alumno. - Pero ambos eran compañeros, se ayudaban, se protegían, peleaban a la par… Nunca he visto a una pareja de shinobis que se complementaran tan bien como esos dos.

- Aun así. – rebatió ofuscada. – Sakura ha sido mejor compañera de lo que hubiera podido resultar el Uchiha en sus tiempos de genin. Siempre ha cuidado a Naruto y se han apoyado el uno al otro. Incluso Sai ha pasado más tiempo con él que el Uchiha.

- Es diferente… - Kakashi se encogió de hombros sin querer entrar más en detalle. Entendía que a la gente le costara comprender el por qué Naruto seguía defendiendo a Sasuke después de todo. El Uchiha le había despreciado demasiadas veces, no se merecía la atención del rubio.

Kakashi podía afirmar, sin margen de errores, que era el que más conocía a cada uno de los dos shinobis. Después de todo, fue el sensei de ambos en el grupo siete y tuvo mucho tiempo para observarlos. Sakura por aquel entonces era todavía una niña demasiado embobada por Sasuke como para darse cuenta de las cosas.

Él sabía de la camadería de los dos, de cómo, en medio de su soledad, ambos se convirtieron en su propio soporte para sentirse acompañados. Las discusiones, las competiciones por ver quién era el mejor… sólo fue una forma de mostrar que se apreciaban.

¿Que Naruto era un idiota por aferrarse a esos recuerdos e intentar salvar a Sasuke? Puede, pero desde luego su intento era loable. Nadie hubiera aguantado todo lo que había pasado el rubio.

- Si Sasuke no sale bien parado del juicio tendremos que vigilar a Naruto. Si llega a descontrolarse podría matarnos a todos.

- No pasará. – tranquilizó Tsunade al ex-Hokage. – Si sentencian al Uchiha a muerte me cuidaré mucho de que Naruto nunca se entere.

- ¿Le mentirás? – preguntó asombrado el peliplateado. Nunca pensó que la rubia podría llegar a tal extremo.

- No sacrificaré al futuro Hokage de Konoha por un asesino. – sentenció la rubia decidida. – Haré lo que tenga que hacer.



Naruto volvió rápidamente a su casa tras la reunión en la torre. Había sido totalmente una pérdida de tiempo. No era como si Tsunade hubiera esperado, realmente, que él abandonara a Sasuke el día de su juicio. ¿Por qué seguía la gente empeñada en intentar disuadirle de su empeño en ayudar al azabache? ¿Acaso creían que tras perseguirle durante años, le iba a dejar colgado ahora, cuando más necesitaba Sasuke su ayuda? Era de locos.

Nada más llegar a su casa se dirigió hacia la cocina para calentarse una sopa de ramen. No había tomado nada desde que había vuelto y tenía hambre.

Hechos los fideos, cogió el plato y se sentó en el sillón, encendiendo la televisión mientras se tomaba rápidamente su cena. Realmente no prestaba mucha atención a lo que pasaba ante sus ojos, perdidos sus pensamientos en el Uchiha.

Sasuke, Sasuke, Sasuke, Sasuke… siempre Sasuke. Había perdido la cuenta de cuántas veces se quedaba sin hacer nada sólo pensando en el ojinegro. Desde que había huido de Konoha a los doce años, había hecho de un hábito el sentarse en su sillón a pensar en él. Pensando en qué hubiera pasado si no se hubiera ido, qué hubiera pasado si él hubiera sido más fuerte y le hubiera traido de vuelta, qué pasaría el día que le encontrara…

Con el paso de los años, se encontraba pensando en cómo sería el Uchiha, si habría crecido mucho, si tendría amigos… si los había sustituido. Porque él no había podido hacerlo. Nadie ocupó el lugar que dejó Sasuke en su vida. Tenía más amigos, cierto, pero ninguno como el Uchiha. Nadie era capaz de exasperarlo sin apenas abrir la boca, nadie era capaz de herirlo con sólo una palabra, nadie era capaz de hacerle sentir mejor con sólo un gesto, nadie era capaz de entenderlo en el campo de batalla con sólo una mirada… Nadie volvió a ser su mejor amigo, nadie era como Sasuke.

En aquel entonces, ni siquiera él estaba seguro de por qué insistía en traerlo de vuelta. Por qué tras cada desplante del Uchiha, volvía con más fuerzas a intentarlo. Era su amigo, su primer lazo, la primera persona que lo miró y lo vio como Naruto… Simplemente, se negaba a perderlo.

Nada cambió hasta que se cruzaron con Madara. Al oír la verdad de los labios del Uchiha, sintió una rabia increíble por Danzou y una pena que le consumía el alma. Pena por no haber sido capaz de comprender mejor a Sasuke, por no haber podido ayudarle. Porque por su ineptitud ahora el azabache estaba a manos de un desquiciado que quería acabar con el mundo.

Las cosas se dieron demasiado a prisa. La advertencia de Gaara, la amenaza de Sakura… todo era irreal. Supieron de la muerte de Danzou. Aun no cayendo bien a muchos, la noticia tuvo un fuerte impacto en el mundo ninja. Nadie mataba a un Hokage, aun destituido, quedando impune en el acto.

La guerra se desató tras la noticia. Llegaron los primeros informes de pueblos arrasados, aldeas enteras asesinadas. Cada ninja renegado, cada mercenario, cada forajito, todos se unieron al bando de Madara, movidos por la sed de sangre, riqueza y poder.

Sasuke pasó al número dos en el Libro Bingo. Era la mano derecha del Uchiha mayor, un asesino a sangre fría que no merecía sino la muerte. Las aldeas ninja estaban unidas, preparadas para acechar a ambos Uchiha y asesinarlos a la menor oportunidad.

Kakashi fue implacable. No vaciló en ningún momento. Olvidó que en algún momento le tuvo estima al azabache, y el resto de su generación siguió el ejemplo del Hokage. Nadie volvió a defender al Uchiha, ni siquiera Sakura.

Pero Naruto no podía. Quería odiarlo, deseaba con toda su alma poder hacerlo. Veía con sus propios ojos los restos de las aldeas por donde pasaban los Uchiha, todos los cuerpos de los que habían asesinado, shinobis, mujeres, niños… nadie quedaba impune. No podía creer que Sasuke pudiera haber participado en todo aquello. Asesinando a sangre fría, matar por matar. El azabache se había perdido en medio de su venganza, se había cegado tanto por el odio que se había convertido en un monstruo como Madara.

Y aun así no pudo dejarlo de lado. Se odiaba a sí mismo por ser incapaz de odiar al azabache.

Con los años había conseguido agudizar sus sentidos. Había conseguido dominar al cien por cien el chacra del zorro, hasta el extremo de llegar a sacar siete colas sin perderse en sí mismo. Su ayuda era muy preciada en misiones de rastreo, de cara a descubrir las guaridas del enemigo.

Sabía que estaba mal, pero no pudo evitar ocultar un par de veces el rastro que había descubierto, cuando era obvio que conducirían a Sasuke. Ahora el azabache era un asesino, y sabía que sería imposible regresarlo a la aldea, pero definitivamente no quería verlo muerto. Ya sea por amistad, por su lazo o porque llevaba tanto tiempo protegiendo a Sasuke del resto que era un hábito… si encontraban a Sasuke no sería de su mano.

La razón de su obsesión por el Uchiha no lo descubrió hasta un tiempo más tarde.

Durante ese periodo, Sakura y él fueron ascendidos a ambu. Sai ya lo era, así como algunos de sus compañeros, como Neji, Shino o Shikamaru. Mientras que la pelirrosada fue requerida como apoyo médico, tanto a él como a Sai se le adjudicaron misiones rango S. Algunas de las cuales requerían algo más que ser bueno en el campo de batalla.

Si bien los shinobis se valían principalmente del taijutsu, ninjutsu y genjutsu, es decir, técnicas de ataque, muchas veces valía más el arte del engaño en misiones tipo espionaje o robo de información. Seducir, engañar y matar, esa era la fórmula más común del engaño.

El momento más vulnerable de una persona es cuando tiene sexo, y los shinobis sabían aprovecharse de ello. No era de extrañar que ese fuera uno de los recursos más normales en esa clase de misiones. Lo cual no quería decir que todo ambu fuera acostándose con cualquiera. Ofrecer tu cuerpo al servicio de la aldea entrañaba sus riesgos. Cualquier asunto que conllevara connotación emotiva lo tenía.

Todo shinobi podía decidir si llevar o no a cabo dicha clase de misiones, y Naruto no tuvo ningún problema. Sabía que a menudo esas clases de misiones eran las más peligrosas, pues los ambu iban sin ninguna clase de apoyo, y en caso de descubrirse la farsa, conllevaría la muerte; pero también sabía que él tendría un alto grado de éxito debido a su aspecto.

Las fracciones de rubio se habían endurecido con el tiempo, y ahora que llevaba el pelo un poco más largo que como solía, parecía la viva imagen de su padre. Alto, con el cuerpo musculoso a causa del ejercicio, el pelo rubio y sus ojos azules, se sabía deseado por muchos y muchas.

De hecho su primera vez fue con Sakura, primera vez para los dos, de hecho. Irónico, si lo pensaba. Nunca pensó, ni en sus más íntimas fantasías, que algún día llegaría a acostarse con la pelirrosada. Fue durante la vuelta a casa de una misión, en la que pararon en un hostal a descansar. El alcohol y las ganas fueron el detonante para una noche apasionada de sexo. Aunque el despertar del día siguiente fuera vergonzoso, ambos sin saber a dónde mirar.

Así, se convirtieron en amantes eventuales durante un par de meses, tras lo cual decidieron probar a salir en serio. Pero no funcionó. La llama de deseo que habían sentido al principio se iba apagando, hasta el extremo que se trataban más como dos amigos que como una pareja. La ruptura fue amistosa, se rieron como críos de ellos mismos, reconociéndose como una pareja de sesenta años que ya se han cansado el uno del otro.

Tuvieron ambos otras parejas, incluso salían juntos para conseguir algún ligue. Con Sai nunca se pudo hacer nada, era demasiado franco para esas cosas. Una salida con el pelinegro equivalía a estar preparado para protegerlo de los golpes de la chica o el chico al que se decidiera a hablar.

Curioso que al final la pelirrosa terminara con Lee. ¡Con el cejotas! Cuando se lo dijo no se lo podía creer.

El, en cambio, no volvió a tener ninguna pareja estable tras Sakura. Se acostaba con muchas chicas, estaba en una época en la que sus hormonas se lo pedían, pero no sentía nada más profundo por ninguna de ellas.

Fue por una misión por la que descubrió otros gustos. No le suposo ningún trauma el saber que tendría que acostarse con un chico, aunque para ser francos, ni siquiera se había planteado tal posibilidad anteriormente. Y si bien nunca había estado con nadie de su mismo sexo, no tenía ningún prejuicio al respecto. Eso si, antes de ir a la misión pensó que sería bueno estrenar su “virginidad” con algún chico de su confianza y por el que se sintiera atraído.

No tuvo que pensar mucho. Gaara siempre le había atraído de alguna forma, con su aire distante, su seriedad, su forma algo retorcida de ser… Y había que admitir que el Kazekage era muy atractivo. Así que se plantó en Suna un día pidiéndole al Sabaku No que tuvieran sexo. La cara de póquer del pelirrojo había sido digna de una foto.

Tras el primer puñetazo (quién iba a imaginar que el pelirrojo se molestaría con algo como eso), se acostaron. Variando posturas. Ya que iba a hacerlo, según Gaara, que lo hiciera bien. Y disfrutó, vaya que si disfrutó. Con él no tenía que ser delicado ni cuidadoso. Sentir cómo poseía y dominaba a otro hombre… era la gloria. Si, disfrutaba más siendo seme.

Y llegó el día. El puñetero día en que todo su mundo se puso de cabeza.

Tenía la misión de infiltrarse en un grupo de shinobis exiliados. Parecía que habían colaborado con el grupo Taka que dirigía Sasuke hacía unos meses. Necesitaba ganarse la confianza del jefe para sacarle información, lo cual equivalía a seducir al susodicho, que al parecer se moría por los rubios.

La primera sorpresa se la llevó al conocer al tipo. Tuvo que parpadear un par de veces y pellizcarse para convencerse que era realidad. ¡Por Kami! ¡El chico era exactamente como una copia de Sasuke! No podía creerlo, el parecido era tal que daba miedo. La piel blanca, los rasgos finos, el pelo azabache… Lo único diferente eran los ojos, en este caso de color verde. Y el carácter, por supuesto. Naruto dudaba que existiera sobre la faz de la tierra un ser más huraño e insociable que el teme. Igual era algo innato de los Uchiha… debía de ser gracioso ver cómo se comunicaban entre sí ambos Uchihas.

Fue la primera vez que dudó de llevar al cabo su misión. ¿Seducir a alguien tan parecido a Sasuke? ¿A su mejor amigo? ¿A la persona que consideraba como un hermano? De seguro que quedaba traumado tras la experiencia…

Aun así, hizo de vientres corazón e hizo lo que tenía que hacer. Eso sí, con el estómago en un puño y los nervios a flor de piel. Se sentía raro… era como si estuviera intentando llevar a la cama al propio Sasuke. Las palmas de sus manos no paraban de sudarle de los nervios.

Cuanto más tiempo pasaban juntos más estaba hecho un lío. Estar tanto con una persona que se parecía a Sasuke le llevaba inevitablemente a pensar en éste. ¿A Sasuke también se le formaría un hoyo en la mejilla cuando sonreía? ¿También se le endurecerían los rasgos y se le marcaría la vena del cuello cuando se molestaba por algo? ¿Levantaría la cabeza de esa forma tan arrogante cuando sabía que tenía razón? No le costaba nada pensar que en lo último si serían iguales.

Llegó el momento decisivo y no lo pensó más. La persona con la que estaba no era Sasuke, por más que se pareciera a él, así que no tenía que preocuparse ni sentirse mal por ello. Cerró los ojos y besó a su amante intensamente, demandante, ansioso; intentando transmitirle su necesidad y sonriendo ante la respuesta positiva del otro.

La verdad le golpeó a la cara en cuanto abrió los ojos y contempló aquel rostro tan parecido al del Uchiha rendido ante él. Los ojos cerrados, los labios rojos y un poco hinchados, el vaho que salía por su boca entreabierta. Por un momento no distinguió entre fantasía o realidad e imaginó que en verdad estaba con el azabache. Que realmente al que acababa de besar era a Sasuke.

Y se sintió arder. Una oleada de deseo le subió desde lo más profundo, incendiándole con fuego sus venas. Lo deseaba… ¡Oh, Kami, cómo lo deseaba! Besar a Sasuke, recorrer con sus manos su cuerpo, besar su piel... entrar en él.

Le quitó la ropa bruscamente cegado por el deseo. Recorrió con sus labios la piel blanquecina, chupando y lamiendo, dejando marcas por todo el cuerpo. Su deseo era tal que estaba impaciente. Quería, no, necesitaba sumergirse cuanto antes en aquel cuerpo tan parecido al de Sasuke…

Le volteó bruscamente y apenas preparándolo, le penetró de un sólo movimiento ahogando un gemido de placer en el proceso. Esperó hasta que notó que su amante se acostumbraba a la invasión, e inició el balanceo. Se lo follaba duro, con estocadas profundas, aumentando el ritmo paulatinamente mientras ambos gemían.

El sólo pensar que era Sasuke al que se estaba follando se ponía a mil. Pensar que era Sasuke el que gemía por él, Sasuke el que iba a su encuentro en cada estocada, Sasuke el que arqueaba la espalda de placer cada vez que penetraba su cuerpo…

Notando el orgasmo cerca, se mordió fuerte los labios para evitar gritar el nombre del Uchiha y se corrió con fuerza, dejándose caer sobre el cuerpo caliente tras la descarga. Estaba molido, nunca había sentido algo tan intenso.

La misión se completó con éxito y él volvió a Konoha pensando que, efectivamente, había quedado traumado tras la experiencia.

Fue a partir de entonces que empezaron los sueños húmedos con el azabache. Noche tras noche, despertándose siempre con las sábanas mojadas. Aquello no era normal, no se supone que uno tiene esa clase de sueño con su mejor amigo, o supuesto mejor amigo. Nadie sueña que se acuesta con su medio hermano.

Empezó a salir más. Todas las noches iba a por un ligue, hombre o mujer, llevándolo a su cama con la esperanza de descargar tensiones y olvidarse de su obsesión por el azabache. Pero su gozo en un pozo. Ya podía estar con cualquiera que la imagen que le venía a la mente a la hora del orgasmo era la del azabache. Su blanca espalda arqueada, sus manos en su espalda, su boca dejando escapar gemidos mientras pronunciaba su nombre…

Era estúpido intentar seguir negando lo evidente. En su anterior vida tenía que haber sido algún tipo de monstruo horrible, porque de alguna forma irónica y jodidamente retorcida, había terminado enamorado del Uchiha. Del puñetero Uchiha que había cortado todo lazo con él y era un traidor y asesino perseguido por todas las naciones ninjas. Sin duda el destino era cruel.

Naruto no era de los que se lamentaban. Una vez hecho su descubrimiento y haberse pasado días burlándose de sí mismo, pasó a la acción. Era obvio que no tendría nunca a Sasuke, así que intentaría buscar salidas en otra parte. No iba a matarse a pajas en su casa para el resto de sus días.

Así que empezó a salir con un montón de gente, tanto chicas como chicos. Todos morenos, todos con la piel blanca, todos con el humor ácido, como le gustaba recalcar a Sakura con una mueca de disgusto. Pero a él no le importaba. Sólo eran sustitutos, una manera de desfogarse porque no podía tener lo que deseaba.

El día que atraparon a Sasuke sintió como por un momento su corazón se paraba. Rápidamente habló con Kakashi y Sakura para ver si tendría su apoyo en el juicio, sintiéndose inmediatamente aliviado al saber la respuesta. No es que él se fuera a rendir, antes muerto que dejar que mataran a Sasuke, pero se sentía más seguro al sentirse respaldado.

Desde el primer momento intentó ir a verle a la cárcel, pero le pusieron mil y una pegas y no pudo conseguirlo hasta una semana más tarde. Aunque no es como si hubiera supuesto una diferencia. El azabache le ignoraba totalmente en todas sus visitas y no se daba por enterado de su presencia. Se sentía idiota hablando durante media hora a la nada.

Sabía que aun en el mejor de los casos, en el que Sasuke viviera, nunca podría llegar a tener nada con él. Aun si conseguía librar a Sasuke de la muerte, y más tarde con él en el puesto de Hokage absolverle de todos los cargos, sería inverosímil que el Uchiha aceptase siquiera una muestra de cariño por su parte.

Pero estaba bien. Sasuke no tenía por qué sentir nada de lo que él sentía. Estaría todo perfecto si podían volver a ser amigos, los mejores amigos.

Puede que hubiera asesinado, que fuera un traidor, un monstruo, una máquina viviente sin corazón… Pero para Naruto seguía siendo Sasuke, su primer amigo, su primer lazo… la persona de la que, inverosímilmente, se había enamorado.

No dejaría que lo matasen. Tendrían que pasar por sobre su cadáver.

Notas finales:

Muchísimas gracias a todos los que me habéis dejado un review!! Gracias, gracias, gracias!

No sé cuándo podré volver a actualizar, pero intentaré que sea lo más pronto posible.

Saludos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).