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Los simuladores por Aphrodita

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Fueron tres semanas idílicas, en donde conocer a otra persona que ya se conoce —pero de otra manera— resulta algo embriagante. Las miradas, los roces, los besos a escondidas, la pasión que crecía día a día… Ichigo se preguntó si alguna vez se había sentido tan feliz y completo.

 

Pero claro, todo era tan perfecto que resultaba sospechoso. Durante esas tres semanas Renji permaneció bajo el ala de Urahara (muy al pesar de ambos), no tenía más excusas una vez que regresó, y aunque Kurosaki le ofreció quedarse, Abarai se conocía muy bien: Algo pasaría.

 

Y desde ya que quería que ese algo pasase pero comprendía que de hacerlo terminaría por atarse y atarlo más a él, y todavía era muy pronto para eso. Es que tarde o temprano tendría que volver a la Sociedad de almas. El tema es que resultó ser “temprano”, más de lo esperado.

 

Apareció en plena noche luego de la cena, ya cuando el shinigami sustituto se encontraba en su habitación con los libros de la escuela pronto a cerrarlos para irse a dormir.

 

El teniente había visto la luz encendida del cuarto pero recién cuando esta se apagó se apresuró. Kurosaki lo había presentido, y se preguntó cuánto tiempo más estaría allí afuera sin darse a conocer.

 

 Se sentó en la cama, sin decirle nada, tomó con ambas manos el moreno rostro y lo besó.

 

Eran esas cercanías las que hacían peligrar las buenas intenciones del teniente; se arrojó sobre Ichigo para besarlo con pasión, morderlo y de paso, si podía, lengüetearlo, pese a las quejas del menor y su siempre “Asqueroso” que le dedicaba, risas mediantes.

 

—¿Qué sucede? —Lo había notado raro, que no hablase y que no lo molestase con cosquillas, ni riese por las acotaciones virulentas era extraño.

 

Renji se incorporó en la cama sentándose al borde antes de soltar la bomba:

 

—Kuchiki-taichou tiene algo así como… un pico de estrés. Se ve que sin mi pierde su “centro”.

 

Kurosaki se aguantó la risa porque comprendía levemente lo que eso significaba.

 

—Unohana-taichou le recomendó descansar, despreocuparse de las obligaciones —suspiró—Lo cierto es que no lo va a hacer, va a cumplir a medias; y el escuadrón sin capitán y sin teniente-

—¿Te vas?

 

Abarai no necesitó decirlo. Sonrió abiertamente y trató de levantar el ánimo derrumbado de los dos:

 

—Pero volveré —el mohín de decepción del joven humano lo abatió—; ya, no es el fin del mundo. Vendré para tu cumpleaños, y no falta mucho.

—Lo sé…

—Y tendrás un hermoso regalo —se señaló a sí mismo.

—¿Tu presencia? —investigó con desidia.

—No sólo eso, éste cuerpo infernal por la que muchas y muchos suspiran.

—Seh, claro —pese a su pésimo humor Abarai logró arrancarle una carcajada cuando se arrojó sobre él para clavarle los dedos en las costillas.

 

Más que reír le hacía doler, y las dos cosas juntas… Ni sabía, pero le hacía bien sentir las manos del teniente sobre su anatomía.

 

—¿Quieres… quedarte? ¿Al menos esta noche? Digo —balbuceó el shinigami sustituto con algo de cortedad—Puedes darme el regalo de cumpleaños por adelantado…

 

El pelirrojo lo silenció colocando el dedo índice sobre sus labios.

 

—No… prefiero que —le costaba hablar del tema, porque sabía que lo mejor era decirlo pero no quería—prefiero que durante estas semanas te tomes tu tiempo y pienses bien en que-

 

Se apresuró a hablar, vio que Ichigo le iba a replicar enojado por decidir por él. Y tenía razón: Si ya había tomado la decisión de estar con Renji no había mucho por considerar.

 

—Escúchame. Quiero que pienses que una vez que pase eso —ladeó su cabeza con una sonrisa pícara en los labios—ya no habrá vuelta atrás. Al menos para mí —aclaró lo último con brío.

—¿Qué quieres decir?

—Que te portes mal hasta que regrese, pero que yo no me entere.

—Ey, ¿por quién me tomas? Yo no…

—Sh —volvió a silenciarlo—Sólo… pase lo que pase, que yo no me entere, porque cuando vuelva será para quedarme, ¿ok?

 

Ichigo abrió grande sus ojos, a la vez que Abarai siguió hablando, sin reparar en el asombro del chico y en sus luceros vidriosos.

 

—Éste es tu último año ¿cierto? O sea que de aquí a que termines quedan seis meses. Bueno, para mi es tiempo suficiente, debo acomodar algunas cosas antes de partir. El sexto escuadrón necesitará un nuevo teniente y…

 

El que lo silenció ahora fue Ichigo, arrojándose impetuoso sobre él para devorarle la boca, tratando de expresarle con ese gesto cuanto comenzaba a amarlo.

 

—Cuando llegue el invierno —continuó Renji con la anaranjada melena sobre su pecho—te vendré a buscar.

—¿A buscarme?

—Claro, para irnos a vivir a donde sea que tú tengas que ir por tus estudios. Aquí, en otro país, en otro planeta, da igual.

—Entendido —correspondió con una seriedad tan graciosa que Abarai tuvo que besarlo para contener las ganas que le dieron de morderlo.

 

Lo miró en la penumbra, una exigua penumbra tomando en cuenta el fulgor de la luna llena colándose a través de la ventana. No podría creer que en verdad iba a hacer esa locura por Ichigo —y sin haber tenido sexo. Si eso no era amor… —

 

—Por eso, tienes seis meses para portarte mal, ¿entendido?

—Pero a mí no me interesa estar con otras personas.

 

Lo miró de una manera extraña, a la que Ichigo no supo como denominar.

 

—Hazme caso, pórtate mal. Sólo que yo no me entere, te aviso que soy muy celoso —remarcó con gracia, poniéndose de pie para marcharse. —Que no me entere —volvió a reiterar, porque le costaba ser en verdad sincero—y aún más importante —continuó en un susurro—por favor no te enamores.

 

No le importaba si en esos seis meses Kurosaki se tiraba a medio Japón en un arrebato eufórico de sexualidad, simplemente que su corazón no lo ocupase otra persona, porque no resistiría el dolor. De hecho, le aterraba dejarlo sólo por seis meses, pero fue el mismo Ichigo quien lo tranquilizó:

 

—¿Después de todo lo que me costó llegar a éste punto contigo te piensas que voy a fijarme en otra persona?

 

Abarai le tomó de las manos y le acercó para darle un beso en la mejilla. Fue el de despedida.

 

 No se dijeron lo que en ese momento sentían, porque decir esa mágica palabra significaba mandar toda prudencia por la borda.

 

Sin embargo tampoco lo necesitaron, fueron sus ojos los que en secreto se comunicaron. Un “te amo” prendido en los labios, promesa interior de que sería confesado la próxima vez.

Ichigo esa noche no pudo dormir, no dejó, un segundo de mirar el almanaque, como si por hacerlo se adelantasen mágicamente los días.

 

Iría a vivirse con Abarai en poco tiempo (seis meses, quiéranse o no pasan volando). Su padre pegó el grito en el cielo, que no era idiota, eso de “como compañeros, como amigos” no le iba. Y desde ya que no le desagradaba la elección sexual de su hijo pero éste ¿era consciente de que eso era similar a vivir en matrimonio?

 

Fue ahí que Kurosaki hijo entendió a la perfección todo lo que Abarai había querido darle a entender. No podía hacerle dejar todo en el seireitei para luego aterrarse con la idea de vivir “en matrimonio”, pero ya, por eso le había dado esas semanas previas a su cumpleaños el tiempo que Ichigo necesitaba para reflexionar al respecto.

 

Y cada día que pasaba se sentía más seguro de los pasos a dar. Sí, era una locura, descabellado, quizás no funcionase pero si no lo intentaba jamás lo sabría, y quedarse con el “que hubiera sido” le parecía más aterrador aún.

 

Luego de una larga y tendida charla con Isshin se sintió más calmo, más entregado a la causa, y ya los últimos días previos a su cumpleaños se le hicieron de chicle. O el día tenía más horas o él dormía menos.

 

Sólo necesitó hacer el amor con Renji para comprender que quería estar toda la vida a su lado.

 

***

 

Última semana escolar, Kurosaki parecía aspiradora en hi, tanto que aterraba a sus compañeros con esas sonrisas y esos arranques de felicidad, efímeros, empañados por su semblante fruncido y cara de pocos amigos, pero presente igual.

 

Que cambiado, que maduro y que distinto —en todo— estaba Ichigo.

 

Ese fue el comentario de Rukia, quien disfrutaba del último día en el mundo humano, necesitaba volver cuanto antes: su hermano había tenido otro pico de estrés en cuanto Renji presentó la renuncia. No sería fácil hallar un sustituto de él… ¿y lo más asombroso? Que Byakuya se lo dijo al mismo Abarai, frente a todos los integrantes del Escuadrón sexto.

 

—¿Y cuando viene Renji-san? —consultó Orihime arrojando la caja de jugo ya vacía a un cesto de basura.

—El domingo, me ha dicho —Kuchiki frenó sus pasos, era hora de la despedida.

—Es una pena que no puedas quedarte hasta la graduación —dijo Ishida.

—Y ver los resultados finales del macabro plan —sonrió ella—; pero nii-sama necesita un poco de mimos —era frágil Byakuya-dono—. Vamos, acompáñenme hasta la puerta sekai del río, le dije a Ichigo que me esperase allí.

 

Caminaron en una hilera casi perfecta, con el sol despidiéndose débil; el frío comenzaba a sentirse, crudo, traspasando las telas de sus abrigos, pero se sentían bien… Habían finalizado una etapa guardando un bello recuerdo: La amistad que habían sabido labrar. Y como bonus extra, haberle quitado esa fama de ogro a Kurosaki.

 Aunque, ¿para qué mentirse? Así lo habían conocido y así habían aprendido a quererlo.

 

—Entonces, ¿podemos decirles? —consultó Inoue con una ancha sonrisa.

—La idea era que no se enterasen —terció el Quincy.

—Y en ese sentido salió casi perfecto —Kuchiki remarcó el casi.

—Por cierto, Ishida ¿de dónde salió la idea?

 

Frente a pregunta tan puntual de Sado, Ishida guardó silencio antes de responder, se ajustó los lentes y murmuró no muy seguro:

 

—De los libros. Ya dije que leo mucho. —Comprendió el significado del silencio instalado y de las miradas que le dedicaban sus amigos—Bueno —admitió con timidez—, de un programa de tv.

—Porque con Sado-kun pensábamos —Orihime se acercó más a él para colgarse de su brazo—que podrías, podríamos —se corrigió—dedicarnos a esto.

 

La cara de sorpresa que mostró Uryuu le arrancó una sonora carcajada a la shinigami.

 

—¿Dedicarme a…? —balbuceó—¿dedicarnos a… ?

 

¿A qué? fue la gran pregunta del millón, Chaddo respondió ese interrogante:

 

—A ayudar a las personas que tienen problemas.

—Se necesita dinero para hacerlo, ya lo comprobaron —remarcó Ishida.

—Pues, se les cobra —Kuchiki la hizo fácil.

 

Uryuu sonrió y negó divertido. Una cosa era sacrificarse por dos personas a las que consideraba “queridas” otra muy distinta era arriesgar el pellejo por desconocidos, que lo hacía, siendo Quincy y ya bastante riesgo suponía serlo como para encima tener otro trabajo arriesgado.

 

—¿Ustedes creen?

 

Ishida consideró la idea por un ínfimo instante. Ser un grupo de personas encargada de resolver problemas, utilizando métodos poco convencionales pero altamente eficientes.

Ser simuladores, y ayudar a la gente.

Volvió a negar, divertido. A veces la realidad supera la ficción.

 

 

Fin

 

Notas finales:

La idea fue extraída del programa televisivo llamado “Los simuladores”; info aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Los_simuladores

Idea de Damián Szifrón (de paso hago el disclaimer correspondiente xD)

 

Y para ver un poco de que se trata, aquí: http://www.youtube.com/watch?v=2VEnwwPzTlM&feature=channel

(Pueden buscar en youtube las versiones que se hicieron en España, México, Chile y en Rusia si prefieren, total el producto es el mismo y podrán ver de qué se trata con las voces locales de sus países)

 

Uryuu vendría a encarnar a Mario Santos, aunque sus personalidades no concuerdan en casi nada, de todos modos fue divertido plantear el cuarteto con la idea central de los simuladores, ninguna personalidad se ajustaba (desde ya, ambos grupos son muy distintos en muchos aspectos) Ni tampoco era la intención ojo, la idea era plantearlos a los personajes de Kubo en un universo similar a lo de Los simuladores, pero respetando las personalidades (lo más que pude) de los personajes de Kubo… si no, no tiene gracia, y sería casi un plagio xD ¿Dónde estaría el trabajo de la trama y caracterización? entonces.

 

Como sea, espero que les haya gustado. A mí me entretuvo escribirlo pero hasta aquí llegó, es todo.

 

Saludos, y gracias Maru (en ff.net) & Yageni (aquí) por leer, comentar y estar.

 

Me pongo ahora con un Toushirou x Hanatarou (Cuac!)

 

25 de marzo de 2010

Merlo Sur, Buenos Aires, Argentina.

 


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