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La misión por kiauchiha

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Notas del capitulo:

Todos los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.

¡Hola! Siento mucho la demora. De verdad, que me ha sido imposible actualizar antes el fic.

Pero... ¡aquí está! Espero no decepcionaros, lo he escrito con toda mi ilusión y buena fé.

¡Disfrutad mucho!

- Deja de moverte o no podré examinarte bien.

La voz de Snape, seria y grave, le llegó como un eco lejano al chico rubio que, tumbado sobre la cama, esperaba nervioso la sentencia de su padrino.

Un par de movimientos de varita después, sintió la magia del mago mayor recorrer su cuerpo, concentrándose unos segundo en su vientre para, al siguiente instante, salir hacia el exterior en una suave neblina, formando a penas una ligera bruma blanca sobre su cuerpo antes de desvanecerse en el aire.

- No estás en estado.

No sabiendo si reír o llorar ante el resultado, no pudo sino soltar una corta risa histérica.

- Genial, ni para embarazarme sirvo… - observó apenas en un susurro mientras se incorporaba, quedándose sentado en la cama con los ojos fijos en el suelo, la mente en blanco tras la noticia.

- Lo raro hubiera sido lo contrario. Aunque los magos fértiles sean más propensos a quedarse embarazados, es muy raro que se dé en el primer contacto sexual. – comentó Severus mientras extraía un frasco de tamaño medio del bolsillo de su túnica, - Te dejaré una poción para que te tomes esta noche y mañana volverás con Potter. No lo olvides, te ayudará a quedarte en estado.

Ante el silencio del rubio, volvió a insistir.

- Draco, ¿me estás escuchando?

- ¿Cómo está mi madre? – el rubio había vuelto a tumbarse, sin hacer caso al discurso dado por el mayor.

- Bien, en su habitación. – contestó tras una breve pausa, reticente a hablar de ello. - La he visitado antes de venir aquí.

- Quiero verla.

- Sabes que no puedes. – suspiró cansado Snape. – Tienes órdenes expresas del Lord de permanecer aislado….

- Y servir de puta al estúpido de Potter, ¿verdad? – completó enfadado el adolescente, sentándose de golpe y dirigiendo sus orbes platas furiosas al mayor. – Dime, padrino, ¿por qué demonios he de estar abriéndome de piernas para el niño-que-vivió si ni siquiera puedo comprobar por mí mismo que mi madre está viva, tal y como prometió el Lord?

- Sabes perfectamente que el Señor Oscuro nunca promete nada, Draco. – respondió con voz calmada el pocionista, andando hacia la salida del cuarto. - Él sólo manda, si no hubieras aceptado a cambio de la vida de Narcisa, te hubiera obligado a acostarte con Potter mediante un Imperius y todo…

- Nunca me quedaría en estado bajo un Imperius, lo sabes. – escupió con rabia el menor.

- Y tú sabes que si no te quisiera para embarazarte de Potter, a estas alturas ya estarías muerto junto con tu madre. – respondió frente a la puerta, la mano en la manilla listo para marcharse.

- ¡Padre nunca dejaría que eso sucediera! – reclamó indignado el rubio, levantándose de la cama ante la amenaza de su padrino.

- ¿Igual que nunca dejaría que el Señor Oscuro te rebajara a ser la puta de Potter? – inquirió Snape alzando una ceja, mientras se giraba para confrontarlo; dejando traslucir en su voz todo el desprecio que sentía hacia Lucius.

- ¡Él no estaba aquí para defenderme! ¡No intentes echarle la culpa de esto! – señaló airado, apuntando con su varita hacia su padrino. – Tú estabas aquí y no me defendiste, dejaste que el Señor Oscuro hiciera lo que quisiera con mi madre y conmigo. ¡Tú eres el culpable de todo esto!

- Si no me falla la memoria, tuviste la oportunidad de mostrar tu valía matando a Dumbledore y no lo hiciste. – señaló desinteresado, hacía tiempo que las rabietas de Draco no tenían efecto en él. – Tú mismo dejaste en claro lo que valías al fallar la misión. No trates de echarme la culpa de algo que te has ganado tú solo a pulso.

- Era un niño… - susurró rabioso el rubio, la varita temblándole de rabia en su mano derecha, -, sólo era un niño que apenas sabía nada del mundo… Tú misión como padrino era cuidar de mí y me abandonaste como a un perro nada más llegar ante el Lord… - acusó subiendo el volumen de la voz a medida que hablaba. – ¿Cómo tienes la poca vergüenza de acusar a mi padre cuando tú mismo no has hecho nada por mí en estos tres años?

- ¡Por Merlín! ¡Despierta, Draco! – espetó ya cansado el pocionista, - Estamos en guerra, por si no te has dado cuenta. Ya no soy tu querido padrino, ni tú el niño mimado de la casa. Bastante hice al matar a Dumbledore por ti, y no dejar que el Señor Oscuro te matara a ti por cobarde. – compuso de nuevo su mueca de indiferencia y desprecio, antes de darle la espalda al rubio para salir definitivamente del cuarto. – Deja de lamentarte por tu suerte y haz algo bien en tu vida. ¡Madura de una vez!

- ¡Te odio, maldito seas! – gritó el menor, mirando con rabia la puerta tras la que había desaparecido su padrino. – Te odio, te odio, te odio…

 

 

Ese día, Harry no se sorprendió al ver introducirse en su celda a los cuatro mortífagos. Tras los quince minutos que tardaron en situarlo bien sujeto a la silla, quedó de nuevo a solas con Malfoy, quien, a diferencia del día anterior, se mantenía en absoluto silencio.

Apenas si había podido dormir algo esa noche, impresionado como estaba por la noticia que le había dado su carcelero. De las miles de horribles imágenes que había conjurado en su mente tras su captura, nunca hubiera imaginado el dejar un hijo de su sangre de regalo a Voldemort, como una de las posibilidades. Y por si eso no fuera poco, ¡un hijo suyo y de Draco Malfoy!

El hecho de que ambos fueran hombres no era el mayor problema. Ya hacía un par de años que sabía de la existencia de los embarazos masculinos en el mundo mágico, gracias un familiar de los Weasley que fue a visitarlos unas Navidades. Harry no pudo sino desmayarse ante la impresión. ¡Quién hubiera imaginado que existían magos fértiles!

El hecho no era muy común en esos días, pues sólo algunos magos de sangre pura tenían ese don. Con la mezcla de sangre entre magos y muggles, cada vez eran menos los hombres capaces de quedar embarazados.

Hermione, cómo no, había corrido inmediatamente a informarse todo lo posible nada más descubrir el, cómo ella lo denominaba, Milagro Médico Mágico, obligando, a su vez, a empaparse de información referente al MMM a sus dos mejores amigos.

Se sorprendió al saber que Malfoy era fértil. Nunca lo hubiera pensado del prepotente y orgulloso Slytherin, aun reuniendo éste, todas las cualidades en sí.

Pero si una cosa tenía en claro Harry, es que nunca permitiría que Voldemort se quedase con un hijo suyo, fuera quien fuera el otro progenitor. Ya podía ser Malfoy el que cargara a su hijo como la perra de Bellatrix Lestrange. ¡Nadie se quedaba con un hijo de Harry Potter si no era el mismo Harry Potter!

El que Malfoy hubiera accedido a cargar con un hijo en su vientre era otra cuestión que no paraba de dar vueltas en su cabeza. El rubio lo odiaba, se lo había dejado más que claro el día anterior. ¿Acaso era tan fiel a la causa de Voldemort como para dejarse embarazar por su mayor enemigo?

Diez minutos habían pasado, y Malfoy no parecía que fuese a ponerse en movimiento. Seguía parado delante de Harry, con la cabeza gacha y los puños fuertemente cerrados a ambos lados de su cuerpo.

“Quizá”, pensó Harry, “le haga tanta gracia todo esto como a mí. Quizá, si hablo con él, pueda convencerle de no seguir adelante con esta locura…”

- Malfoy… - empezó con voz titubeante, aclarándosela antes de continuar. - Escucha, Malfoy. Estoy seguro que quieres hacer esto tanto como yo. – afirmó con voz más segura, tanteando el terreno. – No tenemos por qué…

Una risa seca, proveniente del rubio, cortó su discurso.

- ¿No tenemos, Potter? – susurró el Slytherin con voz amarga, aun con la cabeza gacha. - Como siempre, el héroe no es capaz de ver más allá de sus propias narices. ¿Crees que hago esto por gusto? ¿Crees que soy tan fiel al Señor Oscuro, que me abriría de piernas ante la persona que más odio en el mundo ante un sólo chasquido de sus dedos? – demandó furioso, alzando su rostro hacía su némesis, ligeramente sonrojado por la rabia. – Quizá en tu queridísima Orden Blanca, todos bailen al son que toca el Niño-de-oro, pero aquí, o haces lo que manda el Lord o tu premio será un Avada servido en bandeja de plata. No me jodas, Potter, porque no sabes una mierda de nada. Puede que tú no tengas, pero yo tengo que hacer esto. Porque no sólo me juego mi vida en ello, sino la de la única persona que todavía me importa en este mundo.

- ¡Pero es de locos! – reclamó Harry enfurecido. - ¿Y que harás tras quedarte embarazado? ¿Soportarás los nueves meses sin rechistar para darle luego el niño a Voldemort? ¿Es que no tienes conciencia? ¿Sabes lo que ese monstruo hará con el bebé?

- ¡No te atrevas a juzgarme! – replicó el rubio furioso, yendo hacia donde se situaba el moreno para enfrentarlo cara a cara, - ¿Crees que a mí me hace gracia pensar que tendré que dar a mi hijo al Señor Oscuro? ¿Crees que no me estremezco al pensar en lo que sufrirá? – demandó con rabia, apretado tantos sus puños hasta hacerse daño. – Pero es eso o… - Cerró los ojos para calmarse, abriéndolos tras unos segundos, fijando su vista en las verdes esmeraldas de su rival. – No sacrificaré la vida de mi… - calló de nuevo, guardándose lo que iba a decir. – No tenemos opción, Potter. Ni tú ni yo. – sentenció, tras lo cual pasó a arrodillarse frente a las piernas del héroe.

- Espera, Malfoy… ¡espera! – gritó Harry sobresaltando, al sentir las manos del rubio intentando desabrochar sus pantalones. Manos que, por otra parte, no atinaban a abrir el botón de lo temblorosas que estaban. – Mírate, ni siquiera puedes tener sexo conmigo sin que te tiemblen las manos, ¿y piensas cargar con un embarazo tú solo?

- No me tiemblan las manos, - negó el rubio, consiguiendo por fin desabrochar el pantalón, - y soy perfectamente capaz de hacer lo que me proponga. – añadió dirigiendo una mirada desafiante hacia el ojiverde.

Aun en la situación en la que se encontraba, Harry no pudo sino admirar la belleza del rubio. Bien podía ser que no quería dejar embarazado a Malfoy… pero no podía negar que se moría por entrar de nuevo en el rubio. ¡Maldita sea Merlín y todos sus descendientes! Sólo de imaginar de nuevo esa boca al rededor de su pene… Merlín…

- ¿Te curaste las heridas de ayer? – preguntó en un susurro, mandando a tomar vientos sus reservas respecto a aquello. Ya vería qué hacía en cuanto Malfoy se quedara embarazado, pero ahora mismo sólo quería sentir al rubio encima de sus piernas de nuevo.

Descolocado, el rubio le dirigió una mirada interrogativa a los ojos, sin entender a qué se refería.

- Ayer te lastimaste cuando entré en ti, - aclaró Harry ante la muda pregunta, - te escocería mucho luego, si no te curaste debidamente.

- No… no es asunto tuyo. – respondió desviando la vista sonrojado, ¿Potter se estaba preocupando por él…?

- Si no te curaste, hoy te dolerá mucho más, - insistió el moreno, buscando la mirada plata con la suya.

- Si me curé, ¿está bien? – respondió al fin, fastidiado. – Deja de preguntar tonterías. – espetó medio brusco, bajando los pantalones y la ropa interior del moreno hasta los tobillos.

- Está bien, sólo quería saber que… ¡Oh, joder…!

Draco había introducido su pene medio erecto de sopetón en su boca, tomándolo por sorpresa. Como el día anterior, metía lo más que podía el miembro en su boca, subiendo y bajando la cabeza a ritmo pausado.

- Merlín… Malfoy… - gemía Harry entrecortadamente. - … Mmm… Siii... No… Espera, Malfoy… Quería… ahhh… decirte… mmm… - intentaba formar una frase coherente en medio del placer, - … En serio… mmm… ¡Espera!

Sorprendido ante el grito, Draco sacó el pene de su boca, dejando que un leve hilo de saliva colgara de su barbilla.

- ¿Qué…?

- Lo siento, no quería ser brusco. - se disculpó el moreno, - Esto es importante, Draco. Hoy te va a volver a doler horrores si lo hacemos como ayer…

- ¿Y a ti qué? – espetó el rubio con voz seca, - No recuerdo haber oído quejarte.

- No, pero no me gusta ver que te haces daño.

- Pues llegas un poco tarde, ¿no, San-Potter? – contestó burlón, sonrojándose pese a sí mismo ante la preocupación de su némesis.

- ¿Te importaría enterrar de una vez el hacha de guerra? – la voz de Harry salió un poco exasperada, cansado ya de la actitud del rubio para con él, - Merlín, Malfoy, vamos a tener un hijo juntos; puede que ninguno de nosotros lo hayamos querido así, pero eso es lo que va a ocurrir. ¿Podemos, al menos, tratarnos civilizadamente?

Draco desvió la vista, incómodo ante sus palabras. Arrodillado en el piso de una celda, con su cara a pocos centímetros de la entrepierna de su enemigo más odiado… desde luego, se encontraba en una posición en la que, de no ser porque no tenía otra, nunca hubiera accedido por voluntad propia.

¿Quién le iba a decir a él, tres años atrás, que la consecuencia de no ser capaz de matar al director de Howgarts sería la de verse obligado a acostarse con Potter?

No perdía nada si consentía en llevarse bien con el héroe… después de todo, más bajo ya no podía caer. Y realmente había sufrido la tarde anterior por las dichosas heridas… quién iba a imaginar que un simple Episkeyo no funcionara para esa clase de lesiones…

- ¿Qué… - carraspeó ligeramente para aclararse la voz, pues debido a la actividad anterior, le salió un poco rasposa, - … qué sugieres entonces?

- Supongo que ayer fue tu primera vez con un hombre… - arriesgó Harry, aliviado al ver que el rubio entraba en razón. Al no obtener respuesta, dio como afirmativa su suposición. – Hay que preparar la zona antes de la penetración. De este modo, no dolerá tanto y no habrá desgarro en la zona.

- Ya… - nervioso, desviaba la vista evitando el contacto con las orbes esmeraldas. ¡Maldita sea el niño-de-oro que tenía que ser mejor en él hasta en eso…! - ¿Y… y cómo se prepara la zona? – preguntó en un susurro, sonrojado ante la simple mención, maldiciendo por su debilidad ante el dolor, que le llevaba a hacer semejantes preguntas.

Harry abrió los ojos sorprendidos ante la pregunta. ¿De verdad Malfoy le estaba preguntando cómo tenía que prepararse antes de ser penetrado? Merlín… el rubio era tan inocente que le hervía la sangre… Sintió un leve tirón en su pene ya erguido, estimulado ante la imagen tan encantadora del rubio y sus pensamientos nada sanos…

- Si quieres… - sugirió con voz ronca, sus ojos relucientes de deseo ante lo que venía, - … Si quieres, te voy guiando paso a paso.

Una calidez desconocida le recorrió el cuerpo al escuchar la voz ronca de Potter, concentrándose ligeramente en su bajo vientre. Nervioso, no podía decidirse a aceptar la sugerencia. Confiar en su némesis, o volver a sufrir dolor…

- Está bien. – aceptó conectando su vista con la del ojiverde. – Dime lo que tengo que hacer.

Harry no podía creer en su buena suerte. No sin esfuerzo, pues tenía las manos inmovilizadas tras el respaldo de su asiento, consiguió pellizcarse fuertemente la palma de una de ellas, en un intento por demostrarse que no era un sueño lo que estaba viviendo. Realmente tenía a Draco Malfoy arrodillado frente a sí, un Malfoy que apenas un minuto antes, había estado dándole una fantástica mamada… y que ahora esperaba expectante, con el rostro encantadoramente sonrojado y con cierto atisbo de timidez, a que Harry le explicara cómo preparar su entrada antes de ser penetrado por él…

¡Por las barbas de Merlín, que en esos momentos no sabía si maldecir a Voldemort por su genial idea de querer un hijo suyo, o llenarlo de besos y ponerle en lo más alto del Wizengamot proclamándole como rey y señor del mundo por tener a Malfoy en esas circunstancias!

- Quítate los pantalones y la ropa interior. – demandó con voz firme, intentando no traslucir mientras devoraba con su vista al rubio enfrente suya.

Draco, obediente, se puso de pie para a continuación, desnudarse de cintura para abajo. Nervioso ante la mirada de Potter, no pudo evitar el tirar ligeramente de los bajos de su camisa, en un intento por cubrir algo su desnudez.

- ¿… Y ahora? – preguntó en un susurro.

- Tienes que preparar la zona con tus dedos. – explicó paciente Harry, tragando en seco ante la imagen tentadora que se le ofrecía. – Pero te va a doler si lo haces así sin más. En cambio, si introduces tus dedos mientras estás sintiendo placer, apenas y notarás una ligera molestia…

- ¿Quieres… - preguntó asombrado el rubio mientras un fuerte rubor se entendía por sus mejillas, atragantándose al comprender lo que insinuaba el prisionero. - … quieres que me… me masturbe enfrente tuya?

- ¡No es porque sea un pervertido! – aclaró rápidamente, preocupado porque el rubio cambiara de parecer en todo ese asunto. Puede que la idea de ver masturbarse a Malfoy frente a él se le hiciera irresistible… pero de verdad que lo había sugerido porque esa era la mejor manera… Malfoy no tenía por qué saber de la existencia de hechizos lubricantes y dilatadores… ¿cierto? – Tu mente se centrará sólo en el placer… No notarás apenas la intrusión en tu entrada… ¡No te dolerá nada! ¡Te lo aseguro! – intentó convencerle, rezando porque su voz no sonara tan desesperada como él se sentía porque el rubio cumpliera con su parte.

Draco arrugó el entrecejo, no muy convencido de aquello. Masturbarse frente al Niño-que-vivió… moría de vergüenza sólo de pensarlo… Pero por otro lado, era obvio que Potter tenía mucha más experiencia que él en ese campo, y sólo de pensar en lo que le había dolido la zona todo el día de ayer por la brusca intromisión…

- Tienes que… Cierra tus ojos. – demandó a su némesis, la cara encendida por lo que iba a hacer a continuación.

- Está bien. – aceptó Harry relamiéndose los labios. ¡Por Merlín! ¡Malfoy iba a hacerlo! – Estarás más cómodo si te arrodillas en el suelo. Te será difícil dilatarte estando de pie.

Obediente, Draco se arrodilló cuidando de taparse su entrepierna en todo momento con su camisa.

- Abre más las piernas, tienes que poder llegar bien a la zona. – aconsejó el héroe con voz ahogada, atento a los movimientos del rubio.

- Ya. – aceptó, abriendo sus piernas ligeramente. – Cierra los ojos, Potter. – demandó de nuevo, abochornado al ver cómo los bajos de su camisa se elevaban, dejando al descubierto parte de su miembro.

- Si, si. – cerró los ojos intentando calmar así su ansiedad. La sola imagen de Malfoy arrodillado con las piernas abiertas había hecho que se pusiera aun más duro… A la mierda lo que exigiera el rubio, pero él no se perdía la imagen de Malfoy dándose placer a sí mismo.

Confiado al ver cómo Potter cerraba los ojos, Draco aproximó su mano izquierda a su pene, abarcándolo con suavidad, para empezar a frotar lentamente de arriba a abajo, una y otra vez. Ya fuera por lo surrealista de la posición en que se encontraba o por la fricción continua en su pene, no pasó apenas unos minutos cuando ya era una completa erección lo que tenía entre sus dedos. Abochornado por la situación, ladeó el rostro ligeramente y cerró sus ojos con fuerza, mordiéndose el labio inferior buscando acallar los suaves gemidos que luchaban por salir de su boca.

- Mmmm… ghmm… - gimoteó aun a su pesar, acelerando el movimiento de su mano, pasando el pulgar por el glande y recogiendo el líquido preseminal que había surgido en la punta, humedeciendo así todo su pene con el improvisado lubricante…

Harry abrió los ojos al oír los gemidos, encontrándose con la escena más excitante que había vivido en todos sus veinte años, hirviéndole la sangre en las venas por el deseo y la lujuria que sentía en esos momentos.

La cara del rubio sonrojada, reflejando el placer que sentía, con el flequillo pegado a la frente por el sudor y los ojos cerrados, suaves gemidos surgiendo de sus finos labios rojos al haberlos mordisqueado ligeramente. La camisa blanca arrugada, deslizándose hacia su lado derecho; mal puesta, pegándose al delgado cuerpo en algunas zonas y dejando ver bajo el borde, los escasos rizos rubios entre los cuales surgía el erecto miembro del Slytherin. La mano izquierda del rubio subiendo y bajando una y otra por toda su longitud, cubriendo y descubriendo la punta sonrosada de su pene, reluciente en todo momento por el líquido preseminal que no dejaba de surgir. Draco mantenía su otra mano fija en su costado derecho, cerrada en un puño mientras agarraba firmemente un pedazo de su camisa blanca, todo su cuerpo temblando bajo el placer que sentía…

- Lame los dedos de tu mano derecha. – ordenó en un susurro, deseoso por ver más.

Draco entreabrió apenas los ojos ante la orden. Perdido en la neblina de su propio placer, subió como un autómata su mano derecha hasta su boca, introduciéndose tres dedos en ella para empezar a lamerlos con su lengua, jugando a ensalivarlos todo lo que podía, atento a las reacciones de su némesis a sus gestos.

- ¿… Ahhh… Así? – susurró mientras seguía lamiendo sus dedos, sin desviar en ningún momento sus ojos de los verdes que lo miraban con deseo.

- Si… si… - susurró Harry de vuelta, - Ahora abre… abre más tus piernas. – tragó duro al ver cómo el Sly obedecía sin rechistar, mientras seguía masturbándose sin descanso, - Lleva tus dedos hasta tu entrada… Hazlo…

Draco abrió sus piernas lo más que podía. Sin dejar de masturbarse, pasó su mano hacia atrás, deslizando ligeramente sus dedos por la línea que separaba sus nalgas hasta llegar a su ano, indeciso ante lo que tenía que hacer a continuación.

- Masajea un poco la zona con tus dedos e introduce el índice, Draco. – subyugado por la imagen del rubio, no cayó en que llamaba por su nombre de pila al Slytherin.

Sonrojado e indeciso aun, hizo lo que Potter le ordenaba. Trazó un par de círculos en el exterior de su entrada, para a continuación ir introduciendo su dedo índice, lentamente.

- Du… duele un poco… - acusó con voz ronca, mientras elevaba un poco el cuerpo sobre sus rodillas y separaba aun más sus piernas, para facilitar el acceso.

- Es normal… sólo es tu segunda vez… todavía estás muy sensible… - intentó animar el Niño-de-oro, atento a las acciones del rubio. Lo que daría en ese instante por poder preparar él mismo a Sly con sus dedos… - Concéntrate en el placer… tócate, Draco, date más placer…

Obediente, el rubio subió el ritmo de sus caricias a su pene, pasando a acariciar también sus testículos, moviendo ligeramente sus caderas acorde al sube y baja de su mano izquierda…

- Mmmm… Ahhh… - gemía bajito, entrecerrando los ojos por las sensaciones que lo recorría, - Ya… ahhh… ya no se siente tan… mmm… tan mal…

- Mueve tu dedo en cículos, Draco… Ensancha tu entrada, mete y saca el dedo suavemente… Acostúmbrate a él… - susurró Harry con voz ronca.

- Mmmm… ghmm… - gimoteó con gusto Draco, moviendo su dedo tal y como le decía Potter. Ya no sentía incomodidad de ningún tipo… Era raro sentirlo dentro suyo, pero para nada doloroso.

- In… introduce otro más y realiza los mismos movimientos. – no podía ver cómo se preparaba Draco, pues el rubio estaba situado de frente a él, pero por la ligera mueca de molestia que recorrió su rostro, supo que le había obedecido. – Mételos y sácalos suavemente, para acostumbrarte a ellos… Abre ligeramente tus dedos cuando estén dentro, para ayudarte a ensancharte… Mételos todo lo profundo que puedas… Si…

Draco movía sus dedos siguiendo las órdenes de Potter. No sabía por qué, pero el estar obedeciendo al héroe lo excitaba muchísimo. Sentía su cuerpo ardiendo, tembloroso ante el placer que lo recorría de tanto en tanto. Su pelvis, moviéndose ligeramente de alante a atrás, siguiendo el ritmo de la mano que masturbaba incansable su pene.

- Merlín… - susurró deseoso el moreno, el nivel de su libido subido por las nubes.

- Qué… ahhhh… mmm… - gimió entrecortado Draco, dándose por fin cuenta del espectáculo que estaba ofreciendo. - … tenías… ahhh… tenías que… que cerrar los ojos… - protestó entre gemidos, intentando formular una frase coherente. – Cierra… mmm… cierra los ojos… ahhh… Potter…

Harry no le hizo caso. La imagen de Draco masturbándose frente a él, todo sonrojado e implorándole por que no le mirara, era demasiado excitante como para hacerse el caballeroso en ese momento. Tenía que estar loco como para no aprovechar ese momento.

- No… mmm… Cierra… Tienes que… ¡Ahhh…! – una oleada de improvisado placer había recorrido el cuerpo del rubio, haciendo que, de la sorpresa, doblara para delante su cuerpo, quedando a cuatro patas sobre el suelo, pues, como acto reflejo, había apoyado ambas manos para no darse de bruces contra el pavimento.

- Oh, joder… - gimoteó deseoso Harry, al ver al rubio en esa posición frente a él. – Creo… - carraspeó e intentó aclararse la voz, su propio pene doliéndole horrores y pidiendo a gritos un poco de atención. – Creo que has tocado tu próstata con tus dedos. – aclaró al rubio, quien todavía no se recuperaba de la sorpresa.

- ¿Ya… ya puedes entrar en mí? – preguntó con cierta timidez, deseoso por sentir de nuevo el mismo placer, - ¿Ya no me dolerá?

- Tienes… tienes que lubricar mi pene. – dijo en un susurro ronco, mientras su miembro se endurecía de anticipación. - ¡No! No te arrodilles, - mandó rápidamente al ver la intención del Sly, - puedes hacerlo tal y como estás. De este modo, podrás prepararte al mismo tiempo.

Draco gateó los apenas dos pasos que lo separaban del héroe, apoyando sus manos en los muslos de éste. Indeciso, conectó su mirada con la de su némesis. Captando en las verdes esmeraldas el mudo asentimiento, descendió la cabeza y, sacando la lengua, dio un tímido lametón a la punta del pene de Potter, probando de este modo su sabor.

- Oh… Joder… Draco… - gimió Harry, entrecerrando ligeramente sus ojos ante el placer, - … pasa tu lengua por todos… Siii… así… ahhh… Ahora lame y besa la punta… Siii… mmm… Merlín…

Draco siguió las instrucciones. Nunca pensó que le gustaría tener un pene en la boca, pero no podía negar que le excitaba hacerle una mamada a Potter. Tras haber lamido toda la longitud del pene y lubricado bien la punta con el líquido preseminal y su propia saliva, pasó a engullirla en toda su extensión, dejando que sus labios se deslizaran suavemente por todo el miembro, relajando su garganta hasta conseguir introducirse casi todo el pene de Potter en su boca. Tras un ligero titubeo, llevó su mano izquierda a la base del miembro, comenzando a masturbarle al mismo tiempo que sacaba y metía el pene en su boca, succionando y ensalivando lo mejor que podía, buscando lubricar bien todo el miembro.

- Merlín… Draco… Así… así… mmm… - Harry gemía sin atender a las palabras que salían de su boca, perdido en el placer que recibía, y en la imagen de su pene entrando y saliendo una y otra vez de la boca del rubio. – Ahora… ahhh… vuelve a salivar tus dedos… y métetelos de nuevo.

Tras hacer lo que le pedía, Draco separó un poco más las piernas, volviendo a introducir sus dedos índice y corazón en su entrada, aliviado al sentir que entraban sin problemas.

- Mmm… - gimió complacido, moviendo sus dedos de dentro a fuera, girando su pelvis para un mayor placer. – Ghmmm… mmm… - su boca aun trabajando el miembro de Potter, subiendo y bajando con avidez.

- Joder… - ni en sus mejores sueños podía haber previsto Harry la estampa que contemplaba en esos precisos momentos. Tener a Draco Malfoy a cuatro patas, mientras le hacía una mamada y se penetraba a sí mismo con dos dedos… - Introduce uno más, Draco… Sólo uno… mmm… más…

- Mmm… - el rubio cumplió la petición, metiéndose un dedo más, moviéndolos en círculos para habituarse a la invasión. Arqueando su espalda, alzó un poco su trasero al mismo tiempo que abría un poco más sus piernas, mejorando por mucho, la sensación placentera en su entrada. - ¿Cuándo… mmm… cuándo estaré… ahhh… listo? – preguntó sacándose el pene del héroe de su boca, mientras seguía depositando besos y lamidas por toda su longitud, ensalivando todo lo que podía.

- Te… mmm… te darás cuenta tú sólo… - Harry sabía que Draco ya estaba preparado para ser penetrado, que la excitación había dominado de tal forma su cuerpo, que apenas si sentiría una pequeña incomodidad ante la invasión… Pero quería que fuera el mismo Malfoy el que pidiera ser penetrado… Por mucho que se sintiera a punto de estallar con esa lengua sobre su pene, quería que el rubio fuera el que rogara por tenerlo dentro… - Dime… dime qué… mmm… qué sientes…

- Yo… mmm… yo… se siente… bien… mmm… - gimió Draco sin comprender. Seguía moviendo sus dedos, metiéndolos lo más profundamente que podía, en busca del placer que había sentido por un segundo anteriormente. – No… no sé… mmm… - Quería algo… Merlín… Necesitaba… no sabía, pero no era suficiente con sus dedos… - Quiero… yo… ahhh… quiero… no sé… Quiero… mmm… más…

- ¿Quieres sentirme dentro, Draco? – susurró con voz hambrienta Harry, deseoso por que Draco se penetrara por fin sobre él. - ¿Quieres… ahhh… quieres sentir cómo te lleno?

- Ahhh… yo… - le daba vergüenza, no podía decir claramente que necesitaba el miembro de Potter dentro suya… ¿o sí? – Yo… no… mmm… quiero… si… quiero… si… si…

Sacándose los dedos de dentro, Draco se levantó del suelo, situándose en el regazo de Potter, de la mima forma que el día anterior. Guiado por el deseo, esta vez no desvió la vista ni mantuvo las distancias, sino que rodeando con sus manos el cuello del Niño-que-vivió, fue introduciéndo lentamente el miembro en su entrada, hasta terminar sentado totalmente sobre el héroe.

- ¿Estás bien? – preguntó Harry en un susurro, mirando preocupado a los ojos del rubio.

- Si… estoy bien. – respondió igualmente en susurros, esbozando una ligera sonrisa, apoyando su frente en la de su enemigo.

- Tómate tu tiempo… - dijo depositando un leve beso en la nariz del rubio, sin poder evitar sentir ternura hacia el Slytherin… la sonrisa de Malfoy lo había desarmado totalmente… - Muévete cuando estés preparado…

Tras unos segundos, el cuerpo de Draco se movió inconscientemente, haciendo que ambos amantes soltaran gemidos de satisfacción por el movimiento. Rodeando fuertemente el cuello del Gry con sus brazos, Draco empezó a subir y bajar sobre el regazo del moreno, sintiendo cómo el pene de Potter entraba y salía de su interior una y otra vez, tocando su próstata en cada movimiento.

- Ahhhh… mmm… siii… - gemía el rubio extasiado, olvidado todo su orgullo a favor del placer que sentía ante cada estocada.

- Draco… ahhh… draco… más rápido… - pedía el Gryffindor en susurros, lamiendo el cuello blando del Slytherin que tan tentadoramente se ofrecía a su vista.

Atendiendo a su pedido, Draco aceleró los movimientos, penetrándose más profundamente, consiguiendo que el glande del miembro de Potter apretara deliciosamente su próstata en cada intromisión, sacándole gemidos y jadeos lastimosos.

- Ahhh… siii… Harry… Harry… - sin ser consciente de ello, empezó a gemir el nombre de su némesis, perdido en el placer que ambos cuerpos sentían al rozarse.

- Tócate, Draco… Tócate… - pidió el moreno sobre sus labios, para acto seguido juntar ambas bocas en un beso lujurioso, invadiendo con su lengua la cavidad del rubio, chupando y lamiendo los labios finos del Sly con verdadera gula.

Excitado a niveles insospechados, Draco no pudo sino acatar la orden del Gryffindor. Deslizando su mano derecha entre ambos cuerpos, rodeó su propio miembro erecto para comenzar a masturbarse al ritmo de las fuertes penetraciones, haciendo que el placer que sentía fuera casi insoportable.

- Ahhh… Harry… yo… ya no… no puedo… - gemía sobre la boca del contrario, intercalando besos entre gemido y gemido… - Ya no… Ahhh… Ha… ahhhh… ¡Harry!

Llegando a su límite, Draco se corrió entre ambos cuerpos mientras el nombre de su némesis salía como un gemido de su boca. Al mismo tiempo, y gracias a las deliciosas contracciones del ano del rubio sobre su miembro, Harry no pudo aguantar más y descargó todo su semen en el interior del Sly, gimiendo él también el nombre del rubio mientras se corría.

- Draco… Draco… - susurró todavía perdido en las oleadas de placer que lo habían sacudido, intentando recobrar el aliento tras el orgasmo.

Un par de minutos después, ambos respiraban ya más calmados. Draco, tumbado aun sobre el cuerpo de Potter, pensaba todavía en todo lo que había acontecido. ¿En qué demonios habría estado pensando como para abandonarse de ese modo frente al Gryffindor? Si acaso ayer había conseguido mantener su imagen intacta ante Potter, hoy lo había estropeado totalmente al haberse despojado de su máscara de frialdad ante el Niño-de-oro. No podía dejar de maldecirse a sí mismo…

- Draco… - llamó Harry, pues el Slytherin mantenía la cara ladeada hacia la izquierda, apoyada su mejilla derecha en su hombro. Sin ser consciente de ello, esbozó una pequeña sonrisa… le gustaba tener a Malfoy de ese modo… - Tenemos que hablar del niño, Draco. – el haber tenido sexo dos veces consecutivas con el rubio, ciertamente le daba derecho a tratarlo por su nombre de pila, – No permitiré que Voldemort se quede con mi hijo…

- No tienes opción, Potter. – la voz de Malfoy sonaba seca, vacía. – Ya te lo dije, ni tú ni yo podemos hacer nada. – seguía contestando sin moverse ni un ápice de su posición. – Me quedaré embarazado, y el Señor Oscuro se quedará con mi hijo en cuanto de a luz. Fin de la historia.

- ¡No! ¡Me niego! – rugió Harry ante la sola idea. – Oye, escucha. – siguió más calmado, intentando razonar con el rubio. – No tiene por qué ser así. Siempre hay otras opciones. Seguro que los de la Orden andan buscándome, no tardarán mucho en venir hasta aquí, y nos sacará. Si, a los dos. – afirmó al notar la tensión en el cuerpo del rubio. – Si te llegas a quedar embarazado, los de la Orden te protegerán. Nadie se quedará con nuestro hijo.

- Estás loco, Potter. – contrapuso el rubio tras una carcajada seca. - ¿De veras crees que esos inútiles amigos tuyos van a venir todavía a por ti? – preguntó ahora dándole la cara al moreno. – Abre los ojos, Gryffindor-tonto. Llevas aquí una semana y nadie ha venido todavía. ¿Todavía crees que serán capaces de hallar este sitio? – inquirió enfadado golpeando el pecho del héroe con un dedo, en un intento por que comprendiera la realidad que los rodeaba. – Nadie vendrá a salvarte, y mucho menos a mí. Deja de decir estupideces, y comprende de una vez por todas la…

El resto de la frase fue interrumpido por el moreno, quien le plantó un impulsivo beso en la boca.

- Confío en mis inútiles amigos, Draco, tal y como tú los llamas. – rebatió con el ánimo ligero. – Si todavía no han venido, sus razones tendrán. Pero estoy seguro lo harán, ya lo verás.

- Eres un iluso, San-Potter, no te das…

- Sólo prométeme una cosa, Draco. – volvió a interrumpir las palabras del rubio. – Prométeme que me informarás a mí primero cuando te quedes embarazado y que no le dirás nada a Voldemort.

- ¿Crees que siendo prisionero aquí abajo, podrás impedir que el Señor Oscuro se entere de cuando me quede en estado? – inquirió suspicaz el rubio.

- Tú sólo prométeme que me lo dirás a mí primero, Draco. Por favor. Sé que no confías en mí, ni en que nos pueda sacar de esta situación, pero haz esto por mí. Sólo esto. Por favor.

Draco no contestó. En silencio, se quitó de encima de Potter y se vistió, realizando un hechizo de limpieza sobre el moreno y vistiéndolo a él también. Sin volver a dirigir una mirada hacia el prisionero, se dispuso a salir de la celda y abandonar de este modo los calabozos.

- ¡Draco! ¡Prométemelo! – demandó Harry de nuevo, antes de que el Slytherin pudiera irse.

- Sigues siendo tan idiota como siempre, cara-rajada. – replicó el rubio sin volverse, tras una ligera pausa. – Snape me revisa en cuanto vuelvo a mi habitación, aunque quisiera, no podría avisarte a ti primero. – aclaró. – No tenía pensado avisar al Lord si es que me quedaba en estado… aunque poco importa, Snape se encargaría de ello. – abrió la puerta dispuesto a marcharse. Sin decidirse a dar un paso, quedó quieto en el marco durante un minuto, antes de decidirse a hablar de nuevo, – En mis veinte años de vida, nunca he conocido a nadie que tuviera la suerte que tienes tú, Potter. – confesó en voz baja, - Creo que eres un estúpido al pensar que, por un milagro, ambos podamos escapar de esto pero… - titubeó para girarse ligeramente hacia el prisionero, conectando sus miradas por un momento. – Por primera, y única vez en mi vida, confiaré en ti. Serás el primero que sepa que estoy embarazado. Te lo prometo. – susurró la última frase, tenso ante las pisadas que se oían acercándose. – Más vale que tú también cumplas tu promesa, y seas capaz de sacarnos de esta…

Y sin más dilación, atravesó el hueco de la puerta dirigiéndose con pasos decididos hacia el fondo del pasillo, dejando que la celda, tras de sí, se cerrara con un sonoro portazo.

Notas finales:

¡Muchísimas gracias a todos y todas por sus reviews!

Me ha hecho mucha ilusión, que la historia tuviera tan buena acogida.

¡Muchas gracias a todos por leer!

Si hay alguna duda, sugerencia, reclamos... ¡Ya sabéis!

Nos vemos en el siguiente capi.


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