CAPÍTULO XIII El precio de un beso
No se dónde debo ir. Tampoco sé qué hacer… estoy tan perdida. Tan dolida.
Todo el tiempo no hice más que el ridículo. Cómo debieron reírse de mí. Soy tan estúpida.
Te entregué mi vida. Mis sueños. Mi amor. Todo lo que tenía, te lo di. Creí en ti más que en mi misma. Más que en mi instinto de mujer.
Pero ya ves, no todo puede ser perfecto. Si tú no puedes estar conmigo, tampoco estarás con él. No puedo fingir que nada ha pasado y convertirme en una víctima de las circunstancias. Todo lo que nos ha unido, no fue real.
Si en algo me he equivocado, es en ser demasiado egoísta. Patética, ¿cierto?...
Una parte de mí, sólo deseaba verte feliz. La otra parte, quería sólo verte muerto.
Nadie puede pagarme todas las lágrimas que he derramado por tu causa. Eres una causa perdida.
Nunca te he podido alcanzar. Por más que te he admirado, nunca fui lo suficientemente importante en tu vida. Ni siquiera aquel beso de despedida fue real.
Todo lo que se refiere a ti, es una mentira. Una vulgar y cruel mentira.
Palabras que se han escrito con sangre que corre en mis venas.
La lluvia cae en la ciudad. Alzo mi mirada hacia el cielo y algunas gotas caen dentro de mis ojos. Por un segundo sentí la voz de alguien que conocía demasiado bien…
Me quedé allí de pie. Contemplando aquella figura masculina que estaba frente a mí.
Con su mirada llena de rencor y dolor.
Un por qué lo hiciste… no necesitaba un porqué… sólo quería que me devolviera a mi Lelouch.
No fui capaz de contestar nada. Caí de rodillas al suelo, llorando hasta que mis ojos quedaron secos. Tenía el corazón apretado, destrozado.
-Ninguna lágrima tuya, podrá devolverme a Lelouch… ninguna lágrima, podrá devolverle la vida… tú lo arruinaste todo…
Sí… yo fui quien le disparó. Todavía tengo su sangre impregnada en mis manos y ropa.
-Entonces mátame- logró pronunciar Shirley- nada de lo que haga, cambiará las cosas.
-Sí te mato ahora, me convertiré en lo mismo que tú- dice el ojiverde, bajando el arma.
El castigo más grande, es nuestra propia conciencia. Si te mato, el dolor nunca se irá.
…l no volverá si tú mueres. …l me odiaría, si te matase.
Aunque manipula a la gente y los usa como piezas de ajedrez, él si te quiso. Tanto como para no herirte.
¿Por qué mentimos?... ¿por qué existen las mentiras?...
Hay cosas que nunca se deben decir… verdades que duelen o situaciones que el amor no es suficiente para poder superarlo.
-No te haré las cosas tan fáciles- dice Suzaku y tira el arma al suelo- yo no seré quien te mate.
Es lo mejor.
Se fue de allí con la cabeza gacha y el pecho oprimido.
Por más que su rabia le gritaba que la quitase la vida, no quería cargar con semejante culpa.
A lo lejos, el eco de un disparo se escuchó.
Lelouch seguía en estado crítico. Las horas pasaban y no había ninguna mejoría.
Suzaku no había regresado al hospital. Se había quedado debajo de un puente, esperando a que la lluvia pasara.
-Este dolor no cesa- pensaba el castaño, mientras contemplaba la lluvia.
De pronto, una figura masculina apareció frente a él. Sus ojos violetas eran inconfundibles. Insondables.
-¿Qué haces aquí?- la pregunta, era clara. No aceptaba réplicas. Lelouch estiró su mano hasta rozar la de su amante.
-Tú estás…- Suzaku no podía concluir la frase. Sus ojos no podían creer lo que estaban viendo. ¿Acaso era la despedida?... era esa parte de la vida donde ocurre la mejoría milagrosa y luego… desapareces…
-Al final, no siempre obtenemos lo que queremos- dice y le abraza.
El frío calaba sus huesos. Temblaba.
-¿Vienes a despedirte?- pregunta el ojiverde sintiendo cómo su corazón se partía en pequeños pedacitos.
-Cuida a Nunnally…
Se escuchó un largo eco…
Suzaku se fue corriendo hacia el hospital. Cada paso no era nada más que la confirmación del hecho.
La puerta se abrió de par en par y sintió una tibia mano sobre su rostro. Desapareció al segundo después.
En la ventana sólo podía ver que había una camilla y sobre ésta, una sábana que cubría un cuerpo.
Con temor, abrió la puerta y entró a la habitación que estaba completamente vacía.
Respiró profundo y suavemente fue corriendo la sábana para ver de quién se trataba.
El temor le recorrió la espina dorsal hasta convertirse en leves escalofríos. No necesitaba saber nada más en esos momentos.
Se acercó hasta ese rostro. Cerró los ojos y le besó. Era la última vez que podría hacerlo.
-Cuidaré de Nannully- dijo y las lágrimas rodaban por sus mejillas. Con sus manos apretó las sábanas y sollozó.
El silencio es terrible,
Despiadado y gélido,
Frío y cortante.
Al fin la noche había terminado. Los rayos del sol se colaban por las ventanas del hospital.
-Ve tranquilo- dice el ojiverde acariciando el rostro de Lelouch.
FIN
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español