Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amistad o amor por kiauchiha

[Reviews - 112]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Todos los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.

¡Qué decir! Sólo que espero que todos los que seguíais esta historia, no os hayáis cansado de esperar por un nuevo capítulo. Sé que no tengo excusa posible, pero de verdad que me ha costado sudor y lágrimas escribir este capítulo.

Me quedé sin inspiración tras el último capi, y luego se me ocurrían ideas para otras historias y...

Siento mucho, mucho, muchísimo la demora. Espero a partir de ahora, actualizar un poco más seguido esta historia. Tengo las ideas más claras ahora, y estoy empezando a escribir más seguido otra vez.

Muchas gracias por todos los que leéis y estáis ahí cada nuevo capi. Este capi va por todos vosotros.

Espero de corazón que no os defraude... ¡A disfrutar!

- ¿Quieres hacer el favor de quitar esa expresión de limón agrio de la cara y sonreír? – inquirió Deidara a su novio en un susurro.

Ambos paseaban tranquilos por los pasillos del Museo de Arte de la ciudad. Uno de los mejores amigos de Deidara exponía su obra como artista invitado estrella y, por supuesto, el rubio no había querido perderse el evento.

- Sé que estás preocupado por tu otouto, pero te aseguro que Naruto cuidará bien de él.

- Hn… - recompuso la mueca de su rostro para complacer a su novio.

- ¡Eh, mira, ahí viene la estrella! – dijo contento separándose del lado del moreno para ir al encuentro del otro.

- No es precisamente Sasuke el que me preocupa… - musitó para sí mismo el Uchiha mientras veía receloso cómo el rubio abrazaba efusivamente a su amigo.

Akasuna no Sasori. Ese era el nombre del único ser sobre la faz de la tierra capaz de sacar de sus casillas a Uchiha Itachi.

- Tu obra es increíble, Sasori. Nos ha encantado. – alababa el rubio para cuando llegó a su lado. - ¿Verdad, Itachi?

- Hn. – gruñó en respuesta. Ni muerto iba a admitir que le habían gustado.

- Me halagas, Deidara. – dijo sonriéndole al rubio cálidamente. – Me alegra que hayas venido. – por fin de volvió hacia su acompañante. – Uchiha. – saludó con una sonrisa burlona en el rostro. No le agradaba el moreno más de lo que él le agradaba al otro.

- Akasuna. – devolvió el saludo en un siseo venenoso mientras atraía a su novio hacia sí. Tal parecía que al pelirrojo no le quedaba del todo claro que el ojiazul ya tenía dueño.

Sasori retorció más su sonrisa ante el gesto. Las claras muestras de celos que tenía el Uchiha frente a él no hacían sino pujar la baza a su favor. Conocía al rubio desde que ambos eran niños, y llevaba desde el instituto más que prendado de él. El destino quiso que el Uchiha se cruzase en su camino antes de que tuviera valor para declararse, quedando el ojiazul totalmente enamorado del moreno. Aun así, nunca perdía oportunidad para dejarle en claro al otro que él todavía era una parte importante de la vida del rubio, atento al momento en que pudiera encontrar un quiebro en su relación por donde meterse. Él había estado antes que el Uchiha en la vida del rubio y no se iba a rendir. Tarde o temprano conseguiría lo que por derecho era suyo.

- ¿Por qué no vamos a tomar algo para celebrarlo? ¿Os parece? – ofreció sonriente Deidara intentando relajar el ambiente. Sabía que a Itachi no le gustaba mucho su pelirrojo amigo, por lo que se abrazó a él intentando confortarlo. No entendía a qué venían los celos irracionales que tenía su moreno hacia Sasori, si éste nunca había hecho nada para incitarlos. – Ya casi es la hora de la cena, – dijo consultando su reloj - ¿vamos al nuevo restaurante que han abierto en la esquina?

- Claro, perfecto. – aceptó Sasori con una sonrisa. Con tal de fastidiar al Uchiha, cualquier cosa.

- Si, perfecto. – musitó con sorna el moreno. Maldita la hora en que le prometió a su novio que le acompañaría… Aunque mejor así que dejarlos a ambos solos. Daba igual lo que dijera Deidara, sabía bien que el Akasuna no tenía buenas intenciones para con su rubio.




Sasuke se levantó sobresaltado de la cama al oír cómo llamaban salvajemente al timbre acompañando con golpes en la puerta. Frunció el ceño por el escándalo mientras se dirigía hacia la entrada enfadado. ¿Pero quién demonios llamaba así a las casas?

- ¡Eh, bastardo! ¡Uchiha, ábreme! ¡Vamos, que sé que estás en casa! – gritaba Sai mientras seguía dándole al timbre incansable intercalando con su puño en la puerta. – ¡Uchiha! ¡Mueve tu puto culo y ven a…

Se detuvo cuando la puerta se abrió de golpe apareciendo un cabreado Sasuke en la entrada, con pintas de acabar de levantarse y cara de voy-a-descuartizar-a-alguien.

- Tú… - susurró con voz de ultratumba mientras se le iban poniendo los ojos rojos de la furia - … gusano… escoria… payaso mal pagado… ¿COMO TE ATREVES A DESPERTARME ASÍ?

- Vamos, vamos... – intentó calmarle Sai mientras tragaba saliva nerviosamente, - si lo he hecho por tu bien… ¿eh, amorcito?

- ¿A… amor… amorcito…? – susurró el peliazul con la vena de la frente latiéndole desenfrenadamente. - ¡AMORCITO TU MADRE, CABRÓN! ¡Como vuelvas a llamar así a mi…

- Si, si, lo que tú digas, fierecilla. – concedió Sai dándole unas palmadas en el hombro mientras pasaba al interior de la casa ignorando al azabache. El humor de Sasuke era demasiado susceptible, no valía la pena preocuparse.

Sasuke siguió de mal humor al otro mientras seguía maldiciendo por lo bajo. Maldito Sai que siempre se hacía el tonto y le dejaba con la palabra en la boca.

- ¿Qué se supone que has venido a hacer a estas horas a mi casa? – preguntó a malas mientras observaba cómo el otro se acomodaba en su sofá.

- Ayudarte con lo que te vas a poner, naturalmente. – ofreció el moreno con su mejor sonrisa, mientras cogía una postura aun más cómoda. – Tenemos que ponerle los dientes largos al Rubio-bombón, ¿no?

- Ya soy mayorcito. Puedo vestirme solo, gracias. – contestó ácidamente.

- Sasuke, sasuke… - nombró mientras negaba con su cabeza con gesto desinteresado, - Lamento decírtelo, pero tu look no es digamos… llamativo. Mírate, - señaló con su mano al azabache, - llevas un pantalón por lo menos dos tallas más grandes y una camiseta que le quedaría enorme hasta a tu hermano. ¿Y cuántas veces te hemos dicho que el emblema de tu clan no luce? ¿Por qué tienes que llevar el dichoso pai-pai por todas partes?

- Hn… - frunció el ceño mientras se miraba de arriba a abajo fijándose en lo que le señalaba el moreno. Bien era cierto que justo en ese momento no le pillaba Sai con sus mejores galas, pero para nada se vestía él tan mal como decía Sai. ¿Cómo iba a tener un club de fans en otro caso? – No te metas con mi Clan, estúpido. – defendió más por inercia que por otra cosa.

- Estoy seguro de que llevas el pai-pai hasta en los calzoncillos. – comentó pensativamente Sai. - ¡Seguro que hasta tenéis condones marcados made-in-Uchiha!

- ¡Pe… pero tú eres gilipollas! – espetó sonrojado ante la tontería del otro.

- ¡No jodas que es cierto! – gritó sorprendido mientras estallaba en carcajadas. - ¡Condones Uchiha para Uchihas!

- ¡QUE TE JODAN SAI! – le lanzó un cojín a la cara al moreno para que dejara de burlarse. ¿Cómo era que terminaba siempre hablando de sexo? – Me largo a cambiarme. – informó al ver que el otro no paraba.

- ¿Quieres que te ayude, Sasu-chan? – ronroneó pícaramente mientras le guiñaba un ojo. – Podemos pasar un buen rato juntitos los dos…

- Tú bien quieto aquí, pervertido. – señaló el sofá mientras se dirigía hacia las escaleras. – Ni te acerques a las escaleras o te lanzaré directo a los brazos de mi querido aniki. – amenazó con una sonrisa perversa mientras subía.

- ¡Qué dulce eres, mi koi! – le gritó burlonamente Sai sentado en su sillón, mientras prendía el mando del televisor.

- ¡Yo también te quiero, amorcito! – le gritó Sasuke de vuelta desde el piso de arriba.

Todavía quedaba una hora hasta que pasara Naruto a por ellos, así que iba con tiempo de sobra. En poco más de media hora se había duchado y cambiado, decidiéndose por unos vaqueros oscuros algo ajustados en su cintura que le marcaban el trasero (si Sai quería acción, tendría acción), y una camiseta clara algo suelta (no le gustaba ir apretado de cintura para arriba). Un poco de colonia, unos retoques a su particular peinado, su chaqueta negra, una cartera y estaba listo para lo que fuera.

Al bajar vio que, tal y como esperaba, Sai había saqueado su despensa y merendaba cómodamente sentado en el mismo sitio en que le había dejado.

- ¿Estás? – inquirió ante la presencia del menor. Repasó con su mirada la imagen que se ofrecía ante sus ojos, recreándose especialmente en cierta parte baja de la anatomía del azabache. – Me encaaaaaantan esos pantalones tuyos… - señaló lujuriosamente.

- Quieta fiera. Se mira pero no se toca. – señaló el menor con el ceño fruncido. Con Sai uno nunca sabía a qué atenerse. Más valía prevenir que curar. – Y recoge todo esto antes de que nos vayamos. – gruñó señalando el despliegue de bolsas que había dejado por doquier el moreno.

- Aguafiestas. – dijo sacándole la lengua como un niño pequeño. Era realmente divertido pelearse de ese modo con el Uchiha. – Y yo que sólo te soltaba un cumplido… - señaló obedeciendo al azabache, agachándose a recoger una bolsa de patatas que había caído al suelo.

El sonido del timbre en la puerta interrumpió la charla entre ambos.

Nervioso, el menor de ellos se dirigió hacia la entrada, avisando con gestos al otro de que se comportara o acabaría muerto para cuando finalizase la tarde.

Con un último suspiro destinado a tranquilizarse, Sasuke compuso su ya más que ensayada postura de nada-me-afecta para recibir al rubio.

- Llegas tar…

No llegó a completar la frase, pues la persona que estaba parada frente a él, no era la que había estado esperando.

- ¡Sasuke-kun! ¡Qué alegría verte de nuevo!

- ¿Qué haces aquí? – preguntó ceñudo, mientras el tan odiado -kun salido de la boca de Ino, resobana aún en sus tímpanos. ¿Era cosa suya o la voz de la rubia se había vuelto más estridente…?

- Sasuke, perdona por la tardanza. – la figura del rubio apareció por detrás de su pareja, cortando la posible respuesta que pudiera dar su novia. Nervioso, pasó su vista de la rubia al rostro molesto del menor, adivinando que la presencia de su pareja no era bien recibida… - Deidara me avisó hace apenas una hora y yo ya había quedado con Ino…

- No me interesa. – cortó el azabache seco su explicación. Se sentía rabioso ante la presencia de la rubia. – Puedes hacer lo que quieras con tu NOVIA. – recalcó ácidamente la última palabra. Sin más, giró su cuerpo dirigiéndose hacia el interior de su casa, desentendiéndose de la pareja. – Sai, nos vamos. – avisó al moreno que seguía recogiendo el salón.

- Bastar… - cortó su respuesta al ver a los visitantes entrar tras el menor. – Vaya… Un placer volver a verte, Ino. – saludó con su sonrisa falsa, alzando una ceja de incredulidad por su presencia. El rubio tenía la oportunidad de oro para solucionar sus problemas con el Uchiha e iba y llegaba con su novia… Desde luego, había que ser tonto. – Uzumaki. – saludó burlonamente, pasando a colocarse al lado de Sasuke, pasando una mano por su cintura y acercando su cuerpo al suyo. Sonrió satisfecho al ver cómo se oscurecían los ojos del rubio, taladrándole con su mirada de odio. Que se jodiera el Rubio-bombón. Nadie que hiciera sufrir al Bastardo se quedaría de rositas… “Me cago en todo… creo que a mí también me afectó el virus protejamos-a-Sasuke” pensó con ironía.

- ¿Qué haces aquí, mocoso-pervertido? – inquirió Naruto apretando la mandíbula, controlando sus celos al ver a Sai abrazando a Sasuke de ese modo. - ¿Acaso no te dejó Itachi las cosas claras el otro día?

- Lo que yo haga o deje de hacer con mi novio no es asunto tuyo, Uzumaki. – respondió Sasuke venenosamente, retando con sus ojos al rubio. – No eres nada mío, así que cuida tus palabras.

Naruto sostuvo su mirada unos segundos, aguantándose las ganas de soltarle una bordería al menor. Se sentía rabioso por la actitud del azabache y celoso de su cercanía con Sai… ¿Tan poco significaba él para Sasuke que corría a restregarse con el moreno al día siguiente?

- Os esperamos fuera. – espetó bruscamente, arrastrando a Ino consigo hacia el exterior. Necesitaba unos minutos al aire libre para relajarse y calamar la furia que sentía en ese momento.

- Uchiha… si piensas darle una opotunidad al Rubio y pelear por él, no creo que este sea el método más adecuado. – probó a decir Sai tras unos minutos de silencio. Nada más salir la pareja, había soltado al menor y retrocedido unos pasos guardando las distancias con el azabache… No era recomendable estar a su lado cuando estaba furioso.

- No me jodas, Sai. – respondió seco, paseando de un lado a otro intentando calmarse. – Idiota, idiota… ¡Es que el dobe más idiota y no nace! ¿Cómo se atreve a reclamarme a mí cuando es él el que me restriega a su novia a cada momento que puede?

- Bueno… no creo que restregar sea la palabra más correcta para definir…

- ¿Es que no se da cuenta de las cosas? Hoy era la oportunidad perfecta… ¡Perfecta! Podríamos haber ido al cine los tres, luego tú te irías, estaríamos los dos solos… Podríamos hablar y aclarar las cosas… Yo hubiera… hubiera…

- Bueno… a mí me gustaría haber podido ver la película completa pero da igual… me hubieras echado con la mala leche que tienes…

- Pero no… el muy estúpido tuvo que traer a su novia… ¿Y luego me reclama a mí? ¿Que qué hago yo con MI NOVIO? Y sí, no hace falta que me lo digas, NO somos novios. Pero él no lo sabe y… ¡Yo hago con mi novio lo que me salga de los huevos! Faltaría más… Qué cojones se cree para venirme a decir a mí lo que puedo o no hacer…

- Sasuke… Sasuke…- llamó Sai intentado parar al menor, que seguía maldiciendo al rubio entre dientes. - ¡Uchiha! ¡Para, joder! – gritó, consiguiendo al fin la atención del menor, que se lo quedó viendo sorprendido por el grito. – Está bien. El Rubio-bombón es un idiota. No es nada nuevo. Ahora te tranquilizarás y trazaremos un nuevo plan de acción, ¿entendido? – ante el asentimiento del azabache, continuó. – Veamos… iremos al cine, nos sentaremos juntos y te haré meteré mano… - rectificó ante la mirada asesina que le dirigió el menor, - fingiré que te meteré mano, ¿mejor? – el menor asintió, - … bien, entonces el Rubio-bombón se morirá de celos, y encima Ino se enfadará porque no le habrá hecho caso en toda la tarde… Así que para cuando finalice el día, tendrás al Uzumaki comiendo de tu mano, y a una novia colérica por la poca atención de su novio, lo cual hará que ambos tengan una discusión horrible y rompan. El Rubio-bombón irá corriendo a buscarte y te dará la follada de tu vida… (Kami, cómo me gustaría ver eso… jujuju), e Ino, terriblemente desconsolada, se acordará de mí, la otra pobre víctima de todo esto, y vendrá a buscar consuelo en mis brazos… oh, si… y yo le daré toooodo el amor que quiera poniéndola a cuatro en mi cama y…

- Eres un gilipollas, Sai. – cortó Sasuke intentando permanecer serio, pero con la sonrisa asomándose por la comisura de sus labios. – Un gilipollas y un pervertido de primera.

- ¡Ja! Seguro, Uchiha. – contestó el moreno, recogiendo su chaqueta y dirigiéndose hacia la salida. Por lo menos había conseguido aligerar el ánimo del Bastardo. – Anda, vámonos ya que me muero por ver los esfuerzos de tu príncipe azul por disimular sus celos.

Fuera de la casa, Ino esperaba de pie junto al coche de Naruto, mientras este último se hallaba recargado en la tapa de su deportivo, mirando hacia el cielo. Sus intentos por conversar habían sido cortados por el rubio, que apenas si respondía con algún monosílabo. Se sentía un poco desplazada y fuera de lugar. No entendía por qué Naruto se había enfadado tanto allí dentro, ni por qué ahora estaban ellos dos así, tan cerca pero sintiéndose tan lejos.

Como muchas veces a lo largo de su relación, se preguntó si realmente esto era lo que quería. Naruto era un novio perfecto la mayoría de las veces. La escuchaba, le consentía los caprichos y la mimaba. Pero todo se centraba en ella. Siempre que intentaba ahondar en la vida del rubio, se encontraba con un muro que no era capaz de cruzar. Naruto se evadía, manteniendo siempre una distancia de seguridad que le era imposible de salvar. Y no es que ella estuviera locamente enamorada del rubio y quisiera saberlo todo de él, pero no le gustaba sentirse excluida de su vida, tal y como se sentía en ese preciso momento.

Ino no era tonta. Sabía perfectamente dónde se metía cuando decidió iniciar una relación con Naruto. Sabía, por ejemplo, que el rubio no le era fiel, que muchas de las noches que no pasaban juntos, el ojiazul encontraba una agradable compañía con quien pasarla. Pero no le preocupaba. No estaba enamorada, y juntos lo pasaban bien. Pero… se preguntó si ya era hora de terminar con todo aquello, antes de que sus propios sentimientos entraran en juego y saliera lastimada.

- Naruto, yo… - cortó sus palabras al ver salir de la casa a los chicos. – No importa, - aclaró a los ojos azules que habían puesto su atención en sus palabras. – Ya hablaremos luego.

- Bien, vámonos. – asintió el rubio, dirigiéndose a todo el grupo, suspirando antes de montarse en el coche. Iba a ser una tarde muy larga…




Sentada en la cama de su habitación, la futura heredera del Clan Hyuga esperaba nerviosamente a que el timbre de la casa sonara, echando furtivas miradas al reloj de la mesilla de noche cada pocos segundos, comprobando la hora.

Las cinco menos diez minutos.

Repasó mentalmente que todo estuviera listo. La bandolera con los libros, preparada. La bandeja de pastelitos que había preparado tras la comida para sus tíos, esperando en la nevera de la cocina. Levantándose, volvió a comprobar su reflejo en el espejo de cuerpo entero que adornaba toda una pared de su cuarto, tras el cual se hallaba su gigantesco armario. Su larga melena azabache, que había dejado crecer hacía ya un par de años, había sido debidamente alisada y caía suelto sobre sus hombros, rozando la punta del mechón más largo su esbelta cintura. Tras probarse como ocho conjuntos diferentes, había optado por vestirse lo más casual posible: una camiseta algo suelta con cuello de barco y unos vaqueros ajustados de pitillo. Quién iba a pensar que se pudiera tardar una hora para elegir tal atuendo, ¿cierto? Comprobando, por último, que en su rostro no hubiera ningún atisbo de grano (maldito acné que no hacía sino fastidiar en los momentos decisivos de todo adolescente), volvió a sentarse en la cama para calzarse unas bailarinas. Perfecto, ya estaba preparada.

Otro vistazo al reloj: las cinco menos cinco.

Con un suspiro de fastidio, optó por tirarse hacia atrás en la cama, quedando tumbada de espaldas y con los brazos extendidos, mirando hacia el techo de su habitación, decorado con docenas de estrellas de esas que brillaban por la noche. Sonrió ante los recuerdos que le traían dichas estrellas. Ese había sido el primer regalo que le había hecho Neji.


- Hinata, sabes que tienes prohibido salir al jardín cuando oscurece. – Hiashi contemplaba con mirada dura a su pequeña hija de ocho años, quien, sentada en el único sillón de su despacho, recibía en silencio la regañina de su padre. – Ya van tres veces esta semana que Nobu viene a decirme que te has escabullido para fuera. – Nobu era el sirviente principal de la casa, contando con la confianza plena del cabecilla del Clan. - ¿Se puede saber qué haces tumbada en medio del jardín?

- Me… me gus… gusta ver las es… estrellas. – tartamudeó con voz trémula la pequeña, incapaz de alzar el rostro para enfrentar la mirada de su progenitor.

- Pues las ves desde tu habitación. – respondió Hiashi seco. – Te he explicado miles de veces que es peligroso que salgas tú sola fuera, y más si es de noche. – No podía explicarle a la pequeña que la verdadera razón de su enfado, es que había recibido un aviso de que sus enemigos planeaban raptar a su hija, y que había estado aterrado las tres veces que Nobu le había informado de su desaparición. – Estás castigada. No saldrás de tu habitación en toda la semana. – sentenció con voz firme. No le gustaba castigar así a su primogénita, pero como heredera del Clan, debía acatar las órdenes por mucho que no le gustaran. Hinata debía aprender desde pequeña lo que debía y no debía hacer.

- Si, padre. – la voz le salió en apenas un susurro tembloroso, previo aviso al llanto que ya pugnaba por salir de su garganta.

- Puedes retirarte. Ordenaré a Nobu que te lleve la cena a tu habitación.

Haciendo una reverencia antes de retirarse del despacho de su padre, la pequeña Hinata cerró la puerta tras de sí dejando salir, sin poder evitarlo por más tiempo, las lágrimas de sus ojos. La idea de estar encerrada toda una semana en su habitación se le hacía imposible, sobre todo porque sabía que la prohibición traía consigo también la de poder ver a cualquier otra persona. Quedaría totalmente incomunicada.

Hipando por el llanto, llegó lo más rápido que pudo hasta la puerta de su cuarto, frente a la cual encontró la silueta de su primo Neji, sentado esperándola. Sin necesidad de palabras, Neji apenas tuvo tiempo para abrir los brazos cuando Hinata ya se había echado sobre él abrazándose fuertemente a su cintura, ocultando su carita en el pecho de su primo, mojando su yukata con sus lágrimas. Por fin tenía el consuelo que tanto necesitaba.

Para cuando volvió a abrir los ojos, se encontró acostada en su cama, tapada con la cobija. Probablemente se había quedado dormida entre llantos en los brazos de Neji, y su primo la habría llevado hasta allí, acostándola. Dándose la vuelta en la cama, quedó apoyada sobre su espalda, con los brazos extendidos. Le gustaba sentir el frescor de las sábanas sobre su piel. Al abrir los ojos, contempló cómo unas pequeñas luces adornaban su techo. Sorprendida, se fijó más detenidamente, descubriendo con asombro que lo que había tomado por luces, eran docenas de estrellas pegadas por doquier, de todos los tamaños, iluminando tenuemente su habitación con sus reflejos. Su mano derecha, que había pasado por sus ojos para comprobar que no estaba soñando, topó en ese momento con un papel dejado sobre la almohada, al lado de donde reposaba su cabeza.

Hinata-sama,

Siento mucho el castigo impuesto por su padre. Espero que le guste el regalo, sé lo mucho que le gustan las estrellas. Así podrá contemplarlas todas las noches, sin necesidad de salir al exterior.

Descanse,

Neji

Sintiendo cómo un calorcito confortante se expandía por su cuerpo, apretó la carta de Neji contra su pecho, mientras sus ojos se llenaba nuevamente de lágrimas, siendo esta vez de felicidad. No recordaba haberse sentido más feliz en toda su vida.



Y efectivamente, aquel había sido el día más feliz de sus ocho años. Todavía recordaba con gracia cómo Neji la trataba tan formalmente de pequeños. Gracias al cielo, hacía ya mucho que había dejado atrás el –sama cada vez que pronunciaba su nombre. Sólo la decía de ese modo en su casa, ante la presencia de su padre o de Nobu.

Unos ligeros golpes a su puerta la sacaron de sus pensamientos.

- Hinata-sama, el joven Neji ha venido a busarla. – informó Nobu abriendo la puerta tras el permiso de la ojiblanca.

- Bajo enseguida, Nobu.

Levantándose apresuradamente, se miró de nuevo en el espejo arreglándose el pelo, nerviosa de súbito por la presencia de su primo. Dando la última ojeada a su imagen, recogió la bandolera para salir de la estancia, suspirando profundamente para calmarse.

“Tranquila, Hinata. Todo saldrá bien” se dio ánimos cerrando la puerta de su cuarto tras de sí.




El trayecto de apenas veinte minutos que había entre la mansión Uchiha y los cines de la ciudad, se le hicieron un tormento a Naruto. Para cuando llegaron, pensaba seriamente en asesinar con sus propias manos al capullo-toca-pelotas de Sai, que se había dedicado a hacerle preguntas comprometidas durante todo el camino, como si la persona a prueba fuera el propio rubio y no al revés.

- Y bueno… Ino, dime, ¿qué tal va tu relación con Uzumaki? – preguntó Sai tras montarse en los asientos traseros con Sasuke, asomando su cabeza ligeramente entre la pareja, pues estaba situado tras el asiento de copiloto que ocupaba la rubia. – Desde que dejamos el instituto, no he sabido mucho de ti, aparte de que salías con el rubio de moda.

- ¿Rubio de moda, Naruto? – rió Ino divertida. – Fíjate, cariño, si resulta que eres de lo más conocido…

- Si tú supieras… - murmuró Sai entre dientes, sonriendo falsamente a su rubia ex-compañera, fijando sus ojos burlones en los azules de Naruto, quien le advertía con su mirada que tuviera cuidado con lo que decía o era hombre muerto.

- Pues nos va muy bien, ¿verdad, Naru? – sonrió Ino pasando su mano por el muslo del rubio, cariñosa. – Llevamos ya… ¿Dos semanas? Si, un poco más de dos semanas. Y estamos muy bien. – sonrió confiada. No tenía por qué contar a Sai sobre sus propias dudas respecto a su relación, ni que sabía perfectamente que el rubio no era el novio perfecto que pretendía aparentar.

- Ya veo… muy bien, ¿eh? – amplió su sonrisa falsa Sai, recostándose cómodamente sobre su respaldo, mirando a los ojos al rubio a través del espejo retrovisor antes de lanzar la siguiente pregunta. – ¿Y cómo haces para mantenerlo a tu lado? Las malas lenguas dicen que a tu novio lo que le gusta es… probar mercancía nueva todos los días.

- No deberías hacer caso de todo lo que dicen. – contestó la rubia, antes de que Naruto pudiera contestar con una bordería al moreno. – La gente no tiene nada mejor que hacer que decir tonterías sobre todo el mundo… - dijo forzando su sonrisa. Sabía perfectamente a dónde quería llegar Sai, y no le iba a dar ese gusto. No era la primera persona que le insinuaba algo sobre las infidelidades de Naruto.

- Si, tienes razón. Siento el comentario, preciosa. – se disculpó falsamente, satisfecho por el brillo de odio que había visto en los ojos azules. Ahí estaba su revancha contra el rubio por andar jugando con su amigo. – Supongo que sabes que Sasuke y yo estamos empezando a salir… - comentó como si tal cosa.

- Si, me lo ha comentado Naru… - respondió aliviada Ino, agradeciendo el cambio de tema. Girándose hacia atrás levemente, sonrió al Uchiha dando su felicitación. – Me alegro mucho por vosotros.

- Si… - continuó como si tal cosa Sai. – Las malas lenguas dicen que a mi también me gusta andar de flor en flor… - arrojó la puntilla a Naruto como si tal cosa. – Pero desde luego, por una preciosura como Sasuke sería capaz de dejarlo todo… - comentó burlón posando una mano sobre el muslo del menor, acariciando ligeramente, ante la mirada de qué-cojones-haces que le lanzaba el azabache, - ¿No opinas lo mismo, Naruto?

- Si… Sasuke es precioso… - contestó Naruto antes de reparar en sus palabras, atento a que la mano que osaba tocar a SU azabache…

- Vaya… No sabía que te gustara MI novio… Uzumaki… - comentó Sai como si tal cosa, tras el tenso silencio que había provocado las palabras del rubio.

Fue entonces que Naruto reparó en lo que había dicho. En la mano de Ino que apretaba su muslo con más fuerza de lo conveniente, mientras mantenía su rostro fijo al frente, con una sonrisa forzada en los labios, todo el cuerpo en tensión. En los ojos de Sasuke abiertos por la sorpresa, mirándole asombrados a través del retrovisor. Y en la burla escrita en los ojos de Sai, que le miraban en espera de una reacción por su parte.

- ¿… Eh? – fue lo único que salió de su boca.

Maldita sea… ¡Puñetero cabrón, hijo de… que le había metido en ese lío! Por Kami, que se abriera la tierra y lo tragara, porque Ino le iba a montar una bronca monumental en cuanto se quedaran solos.

Por suerte habían llegado ya a su destino, así que se abstuvo de contestar mientras aparcaba el coche.

- Nosotros vamos eligiendo la película. Os esperamos allí. – anunció Sai en cuanto estacionaron, desentendiéndose del lío que había provocado.

- Hn… - fue la única despedida del menor. Tras una mirada indescifrable al rubio, salió del auto tras su pareja.

Naruto giró su rostro hacia su novia, esbozando una sonrisa nerviosa.

- Pricesa… no creerás lo que ha dicho el mocoso ese… ¿verdad? – aclaró girándose hacia la rubia, sonriendo nerviosamente mientras llevaba una de sus manos hacia su nuca, gesto que hacía cada vez que se encontraba nervioso, - No quería decir que Sasuke fuera… - se cortó sin saber qué decir, pues mentiría si decía que el azabache no le resultaba atractivo, - … Bueno, es innegable que es bastante… - por el rostro de Ino, no era buena idea seguir por ese camino, - … Yo… yo no…

- Tranquilo, cariño. – cortó Ino su balbuceo con gracia, mientras apartaba finalmente su mano de su muslo. - Yo también pienso que Sasuke-kun es muy apuesto. – suspiró la rubia, fijando sus ojos soñadores tras la ventana. Todavía recordaba lo prendada que había quedado del moreno el día que lo conoció. – No te preocupes.

Naruto no acertó a contestar nada, cuando Ino ya había descendido del coche. Abrumado por la situación, y queriéndose desaparecer por la torpeza cometida, no atinó sino a darse de cabezazos contra el volante. Era de locos, toda esa situación era de locos. Él disculpándose por su pequeño desliz y resulta que su novia también estaría feliz de la vida si pudiera cambiarlo por el Uchiha. ¿Pero es que todos en ese coche estaban locos por Sasuke o qué…?

- Naruto, ¿qué haces? ¡Vamos, cariño!

Refunfuñando maldiciones en contra del moreno, salió tras el paso de su pareja, deseando estar en cualquier otra parte menos allí. Quién sabía qué otras formas de torturarle había preparado el capullo-pervertido-como-te-pille-te-descuartizo-lo-juro de Sai. Sus instintos le gritaban peligro a cada paso que daba…




- ¿Y qué tal van tus estudios, Dei?

“¿Y qué tal si dejas de hablar con mi novio y te pones a cenar de una vez y ojalá vayas y te atragantes?” pensó Itachi mientras bebía de nuevo un sorbo de agua, calmando así las ganas que tenía de soltarle un par de verdades al indeseable del pelirrojo amigo de Deidara.

Desde hacía más de media hora que se sentía totalmente fuera de lugar. Akasuna no paraba de hablar con Deidara, comentándole sobre todos sus proyectos (como si a alguien le importara un comino la vida del indeseable ese), sus estudios, y su familia, para pasar después a bombardear con preguntas al rubio, preguntándole sobre todos los aspectos de su vida. Excepto sobre su relación con Itachi, por supuesto. Esquivaba cualquier aspecto de la vida del ojiazul que pudiera incluir al Uchiha (y mira que era difícil, pues como pareja compartían muchos gustos y aficiones), cortando cualquier indicio de conversación que pudiera iniciar Itachi, regalando toda su atención a la persona de Deidara.

No que a Itachi le importara mucho, antes se envenenaba a hablar con el estúpido de Akasuna, pero le molestaba todo el interés que mostraba el pelirrojo por su novio.

En un ataque de posesión, y para dejarle en claro al pelirrojo cuál era su posición en ese extraño trío, colocó su mano sobre el hombro de Deidara, acercando un poco el cuerpo del rubio a él. Su pareja, sonriéndole mientras le dirigía una mirada de compresión, inclinó ligeramente su cuerpo hacia el suyo y colocó su mano izquierda sobre su muslo, en un gesto afectuoso y pidiéndole calma silenciosamente, mientras seguía con su charla.

Satisfecho por lo conseguido, dibujó apenas una mueca de superioridad en su rostro, sonriendo burlonamente a Sasori en cuanto sus miradas se cruzaron.

Deidara hacía mucho que había elegido, y el ganador no era otro sino Uchiha Itachi.




Naruto conducía en silencio hacia la mansión Uchiha con Sasuke en el asiento de copiloto, también en silencio, mirando por la ventanilla con aire ausente. Tras el fin de la película, había dejado a Ino y, posteriormente a Sai, en sus respectivas casas, planeando de antemano el llevar al menor en último lugar, de modo que ambos pudieran estar un rato a solas para hablar.

La tarde había sido un completo desastre, y tenía la cabeza a punto de estallar. El maldito de Sai no había parado de lanzarle miradas burlonas, restregándole su posición como novio de Sasuke. ¿Es que acaso llevaba un papel pegado en la frente que decía me gusta Sasuke, no le toques o te mato o qué? Porque si no, no entendía a qué venían las miradas del moreno. Todo parecía dedicado a molestarlo a él.

E Ino, lógicamente, había terminado por enfadarse. No que le sorprendiera, que tu novio se dedicara a lanzar miradas de muerte al novio del hermano pequeño de su mejor amigo y se empeñara en sentarse al lado del chico que, dicho sea de paso, había admitido que le gustaba hacía menos de media hora en el coche, sin preocuparse en ningún momento por dónde se sentaba la que supuestamente era su novia, no era como para alegrarse mucho precisamente…

Lo único que había sacado en claro esa tarde era que no quería ver a Sasuke con otro. Ni con otro ni con otra ni con nadie que no fuera él mismo. No sabía si era porque le gustaba Sasuke más de lo que quería admitir, si porque el hermano pequeño de Itachi y quería cumplir con lo que el moreno le había ordenado, o porque no quería compartir al azabache hasta haberse quitado él el gusto por el menor… pero no le dejaría ir. No de momento. Ya vería cómo se las arreglaría después con Ino, pero de momento lo único que le urgía era aclarar las cosas con Sasuke.

Estacionó el coche frente a la puerta y apagó el motor, pensando en qué decirle al menor.

- Gracias por traerme. – se despidió Sasuke tras un breve silencio, preparado para salir de allí.

No sabía qué pensar. No después de aquella tarde. Se había sorprendido cuando Naruto admitió durante la ida que se sentía atraído por él, pero el desliz no había tenido la respuesta que él había esperado, pues tras unos minutos, la pareja de rubios se había unido a ellos sonrientes y cogidos de la mano. ¿Es que acaso a la rubia no le importaba que Naruto gustara de otras personas cuando estaba con ella? Si todas las personas que habían estado con el dobe eran así, no le sorprendía que el rubio fuera tan infiel como el que más. Y aparte… ¿dónde le dejaba eso a él? ¿De verdad el rubio pensaba que él era como todas aquellas personas que caían rendidas a sus pies sin pedir nada a cambio? Pues Naruto se equivocaba mucho si pensaba así…

- Espera, Sasuke, tenemos que hablar. – le paró Naruto cogiéndole suavemente del brazo izquierdo, antes de que el menor pudiera abrir la puerta.

- No creo que haya nada que tengamos que hablar. – Naruto iba a tener que trabajárselo mucho si pensaba obtener algo de él. Pero obediente, dejó en paz el pomo de la puerta y se volvió a acomodar en su asiento, – Te lo dejé claro el otro día, y creo que tú también lo has dejado claro hoy. – fijó sus ojos en los azules del mayor, dejando en claro su postura. – Ambos tenemos pareja, así que ya no hay nada de lo que hablar.

- Mira… yo no… - su mano derecha, automáticamente, se dirigió a su nuca, revolviéndose el pelo en un gesto nervioso, - Sé que me he comportado mal con todo esto. Tendría que haberte aclarado que tenía novia antes de nada… - no sabía cómo explicarle a Sasuke que aunque tuviera novia, eso no quitaba que ambos pudieran tener algo… - Me gustas, Sasuke, lo sabes. – decidió que lo mejor sería ser directo, - Y sé que yo también te gusto. No sé qué te traerás en manos estando con Sai, pero sé que no te soy indiferente.

- Supones muchas cosas, usuratonkachi. – rebatió Sasuke inmediatamente, haciendo un mohín de disgusto sin darse cuenta. – No eres nadie para afirmar nada de mí.

- Te conozco desde que tenías cinco años, teme. – aclaró alzando una ceja divertido ante el gesto espontáneo del menor. Le encantaba que Sasuke no mostrara su máscara de fría indiferencia frente a él, - Podemos… no sé… vernos y ver a dónde nos lleva esto, ¿qué te parece? – propuso mientras inclinaba un poco su cuerpo hacia el menor, apoyando su mano derecha en la silla del copiloto.

- Eres un estúpido, eso es lo que me parece. – dijo Sasuke rabioso al oír la propuesta. No podía creer que el rubio de verdad creyera que él iba a aceptar compartirlo con otros, - ¿De verdad crees que voy a aceptar salir contigo sabiendo que tienes novia y, por si lo has olvidado, yo también tengo novio?

- Tienes novio porque se te dio la gana. - respondió también disgustado el rubio, ante la mención de Sai, - Y no sé dónde ves el problema. No es como si te estuviera exigiendo que cortaras con el pervertido ese. – y bien que se estaba conteniendo las ganas de hacerlo…

- El problema, Uzumaki, es que yo no comparto. – explicó el azabache en su límite paciencia. – Si de verdad me conocieras, como tú bien dices, sabrías de sobra que nunca aceptaría ser tu amante. – escupió las palabras taladrándole con su mirada más fría. – Llévate tus propuestas a otra parte, seguro que hay un montón de gente esperando por oír algo así de tu parte. – intentó de nuevo salir del coche, harto de escuchar sandeces de parte del rubio.

- Espera, espera… ¡Joder, Sasuke, espera! – Naruto lo retuvo de nuevo, esta vez haciéndole un poco de daño al sujetarle por el brazo. – Ha sido una estupidez, ¿vale?... Lo siento. ¿Contento…? Lo siento, en serio… No te vayas… hablemos.

Con toda la paciencia que pudo reunir, Sasuke volvió a acomodarse en su asiento, dispuesto a darle una nueva oportunidad a Naruto. Se sentía furioso con el rubio, pero tenía que saber qué era capaz Naruto de dar por él.

- Entonces dime tú, Sasuke. – continuó el rubio al ver al menor más calmado. Maldecía su mal atino al haber propuesto algo así… Tenía que haber sospechado que Sasuke nunca habría aceptado… Después de todo, se parecía más a su aniki de lo que aparentaba en un principio… - ¿Qué es lo que quieres?

- Dices que te gusto… - comentó Sasuke en voz baja, tras un silencio. Esa era su oportunidad, y le dejaría las cosas cristalinas al dobe ese… - Pero sigues con tu novia. Y lo único que se te ocurre es proponerme que seamos amantes… Eres un dobe. – acusó sin poder evitarlo, molesto todavía por ello. – Yo… bueno… tú me gustas. – afirmó tras un titubeo, fijando sus ojos en los azules, para que viera la sinceridad de sus palabras. – Pero no me gusta ser plato de segunda mesa de nadie. Si quieres estar conmigo, tendrá que ser sólo conmigo. – afirmó firmemente. – Quiero que dejes a tu novia. Y a los amantes que puedas tener. Si quieres estar conmigo, se acabaron las noches locas en el Chidori, y en cualquier otro lugar. – pidió mientras sentía cómo se iba sonrojando. Era la primera vez que hablaba tan sinceramente de sus sentimientos, y se sentía un poco avergonzado por lo que decía, más con la mirada fija de Naruto sobre sí. – Quiero… quiero que seamos ex… exclusivos. – tartamudeó un poco, nervioso ante lo que iba a decir. – Quiero que seas sólo para mí. – terminó en un susurró, totalmente sonrojado.

- Ah… eh… - Naruto no sabía qué decir. No había pensado que Sasuke pudiera ser tan directo… y se veía tan apetecible con ese sonrojo en su rostro… - Sasuke yo…

- No, no contestes ahora. – le cortó el menor, posando una mano en sus labios para callarle. – Piénsalo bien antes de darme ninguna respuesta. Piensa en lo que te ofrezco y en lo que te exijo, Naruto, porque una vez que me contestes será definitivo. – aclaró serio, acercando su rostro al del rubio mientras quitaba la mano que lo mantenía callado y la posaba suavemente en su mejilla.

- Está bien. – aceptó Naruto con voz ronca, fijos sus ojos en los labios del menor, tan tentadoramente cerca.

- Bien. – susurró Sasuke, para a continuación juntar sus labios con Naruto. Si acaso el rubio no aceptaba sus exigencias, por lo menor probaría una vez más sus labios.

Suavemente, succionó el labio inferior del rubio con gula, entreabriendo inmediatamente sus labios dejando paso a la lengua de Naruto, quien se coló en su boca buscando la suya, enredándose con placer mientras ambos gemían en la boca del otro.

Sasuke subió subió ambas manos a la cabeza del rubio, enredando los dedos en los mechones rubios, atrayéndole más hacia sí.

La mano izquierda de Naruto se posó posesiva sobre la cintura del menor, abrazándole íntimamente mientras juntaba más ambos cuerpos. Su mano derecha seguía posada sobre el asiento del menor, dándole el equilibrio para no caer sobre él.

Dejó que Naruto lamiera una vez más sus labios antes de separase suavemente, depositando algún que otro beso húmedo antes de parar completamente, juntando su frente con la del rubio, con los ojos cerrados, intentando calmar su respiración. Abriendo los ojos finalmente, acarició con sus manos la cara del rubio, para finalmente separarse completamente de él, finalizando todo contacto entre ellos.

- Sólo piénsalo, ¿si? – pidió por último con la voz algo ronca, para seguidamente abrir la puerta del copiloto y bajar del coche.

Naruto lo dejó ir esta vez sin detenerle, siguiendo con la vista su silueta hasta que desapareció tras la puerta de la mansión. La petición del menor lo había dejado sin palabras, pero el posterior beso que habían compartido… Kami, se había derretido en ese beso. Sasuke tenía razón, necesitaba pensar en frío en la propuesta, pues en ese preciso momento, tal y como lo había dejado el menor, habría sido capaz de darle el mundo entero si se lo hubiera pedido.




- Muchas gracias por lo de esta tar… tarde, Neji. – agradeció Hinata en la puerta de su casa, a donde le había acompañado Neji tras llevarla a casa. – Me ha servido mucho para mis estudios.

- No ha sido nada. – contestó el ojiblanco quitándose mérito con un gesto desinteresado. – Cuando necesites algo no dudes en llamarme.

Tras el intercambio de palabras, ambos se quedaron callados, evitando mirarse a los ojos mientras pensaban en algo más que decir.

- Bueno… Pues… pues voy entrando. – se despidió por último la heredera Hyuga, sin nada más que decir.

- Si… bien.

- Buenas noches, Neji. – se despidió en un susurro, sonriéndo a su primo antes de dar la vuelta y abrir la puerta.

- ¡Espera, Hinata! – la detuvo antes de que desapareciera en el interior, siguiendo un impulso.

- ¿Si? – preguntó la ojiblanca, volviéndose rápidamente mientras el corazón le latía a mil por hora.

- No yo… - no sabía qué decir. La había llamado sin pensar, y ahora no sabía qué decir. – Nada. Nos vemos mañana. Que descanses.

- Oh… – aceptó un poco decepcionada. Había esperado que Neji le dijera… Sacudió su cabeza despejándola de esos pensamientos. Se había obligado a no pensar en ello. – Está bien. Hasta mañana.

De nueva cuenta, se volvió para entrar en casa, cuando sintió cómo la cogían suavemente del brazo y la daban la vuelta. Sorprendida, levantó el rostro para reclamar a su primo cuando sintió cómo sus labios eran apresados por otros más finos, robándole su primer beso.

Neji se apartó apenas unos instantes después, fijando sus orbes blancas en los de su prima, tan parecidos y a la vez tan diferentes a los suyos. Con la mano derecha, limpió los labios de Hinata que había dejado húmedos con su beso, y acarició suavemente su mejilla antes de retirarla, contemplando satisfecho el sonrojo en su rostro.

- Buenas noches, Hinata. – dijo en un susurro, volviendo a depositar un leve beso en sus labios antes de soltarla por completo, retrocediendo unos pasos para dejarla, al fin, internarse en la mansión.

- Ha… hai. – susurró la ojiblanca sonrojada, inclinando ligeramente la cabeza como despedida y entrando finalmente en la casa, cerrando la puerta tras de sí.

Sentía los latidos de su corazón queriéndose escapar de su pecho, y se llevo una mano a los labios mientras se apoyaba en la puerta, deslizándose lentamente hasta el suelo, totalmente sorprendida y llena de felicidad ante lo ocurrido.

¡Neji la acababa de dar su primer beso!

Notas finales:

¡Muchísimas gracias a todos los reviews! Gracias, gracias, gracias de corazón. Sois todos unos soles.

Veamos, aclaraciones del capítulo ahora que ya lo habéis leído.

En un principio, pensé en detallar más lo tendría que haber sido la tarde en el cine entre Naruto, Sasuke y Sai. Escribí muchas escenas, que no terminaron de cuajarme y acabé borrando todo, hasta que se quedó tal cual está. La idea de que saliera finalmente Ino también con ellos... fue una decisión de última hora.

Mis decisiones. Creo que la historia estaba yendo realmente lenta tal y como iba. Necesitaba darle un poco más de ritmo a todo (pensad que el primer capítulo empezó siendo un viernes tarde, y todavía, a capi número nueve, ¡estamos en el martes del día siguiente!). En la historia, es importante las fechas, así que necesitaba que todo ocurriera más deprisa.

La presencia de Ino en la cita, el que Sasuke haya puesto ya las cartas sobre la mesa, aparece ya el que será la piedra en el zapato de Itachi, Hinata y Neji ya han aclarado lo suyo... Ya os digo, todo esto son apenas la punta de todo lo que quiero que pase en la historia, y tal y como iba, no iba a terminar ni con ciento y pico capítulos...

En fin, espero no haberos defraudado con este capi.

Como siempre, cualquier duda, sugerencia, o lo que sea, comunicádmelo.

¡Muchísimas gracias a todos por leer! ¡Un beso muy grande y nos vemos en el siguiente capi!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).