Capítulo VI “Eres mi música”
Tú eres todo lo que poseo en este mundo,
Todo lo que amo y espero,
Eres quien me trae a la vida,
No me la quites… por favor.
Yuuri veía sin mayor motivación el clásico techo de hospital. Su madre llegaría en unos minutos más y al menos tendría a alguien con quien conversar.
¿Por qué Wolfram no iba a visitarle?...
Después de todo, la culpa fue mía.
Quería verle. No importaba cuándo ni dónde. Saber que está bien y que le está esperando para una nueva lección de piano. Oh, cuánto extrañaba sus lecciones de piano.
La puerta se abrió en ese momento. Era su madre.
-Buenos días, Yuu-chan- decía con una flamante sonrisa.
-Buenos días- responde desmotivado.
-Mira Yuu-chan- le muestra una televisión portátil.
Parecía ser el mejor regalo del mundo. A Yuuri le brillaron los ojos y su madre lo enchufó.
Fueron cambiando canales hasta que en uno, salió la noticia de que Wolfram estaba de gira por el país.
-Así que era por eso- dice el pelinegro muy bajo.
Wolfram había comenzado su gira el mismo día en que él estaba grave en el hospital.
…l ya no le importaba para nada.
Esa idea le deprimió aún más.
Miró su mano y sus dedos. ¿Valió la pena perder el movimiento de sus dedos por su causa?
-Apágala por favor- le pide Yuuri a su madre.
-Yuu-chan, traje algunos dulces- dice para animarle.
Una sonrisa falsa apareció en sus labios. Aceptó los pasteles y comió sin saborearlos.
Mientras que Wolfram seguía de gira. Su madre estaba muy preocupada por él.
Apenas comía y dormía.
Practicaba hasta que no podía mover sus dedos.
Varias veces tenía fuertes calambres en sus brazos.
Era como si se estuviese castigando por algo que no hizo.
-Ve donde él.
Fueron las escuetas palabras de su madre, quien le conocía tan bien.
-¿La gira?- pregunta con desconcierto.
-Se corren las fechas- responde y le abraza- ve por él.
Era lo que necesitaba oír.
Tomó el tren bala y viajó toda la noche.
Yuuri estaba dormido a causa de los sedantes.
Wolfram de infiltrado se metió a la habitación del pelinegro.
Se acercó con cuidado para no causar ningún ruido. Qué importaba el cansancio acumulado y las horas de viaje. Todo valía la pena para estar cerca de él.
Le miró hasta el punto de contemplarle. Tomó su mano y se sentó en la orilla de la cama.
Aquella mano que no podría funcionar en su totalidad permanecía vendada.
En ese instante las palabras estaban demás. Era mágico.
Acercó sus labios y besó esos vendajes. Después se fue de la habitación antes que la enfermera de turno llamara a seguridad.
Ahora podría estar tranquilo. Saber que estaba vivo, era suficiente.
Eran alrededor de las 9 de la mañana y Yuuri abría sus ojos. La enfermera le traía el desayuno.
Comió sin tener mucho apetito. A las 10 llegaría su madre y esta vez vendría su hermano Shou.
Eso pensó. Nada más al ser retirada la bandeja por la enfermera, un joven alto, cabello castaño y mirada amable entró a la habitación.
-Buenos días Yuuri- le saluda con tono cordial, hasta formal.
-Buenos días, doctor- responde.
-Mi nombre es Conrad, estaré a cargo de tu tratamiento.
Yuuri sonrió. No era esa falsa sonrisa de antes. …l parecía una buena persona.
Su sonrisa le producía tranquilidad y seguridad.
-Déjame ver tu mano- dice y se sienta en una silla que estaba cerca de la camilla.
Con cuidado retira el vendaje y ve el gran daño que le hicieron. Prácticamente para los doctores no fue una cirugía de rutina.
-Esperaremos hasta que te retiren los puntos y comenzaré con la terapia de movimiento.
-¿Qué sucede doctor?- pregunta Yuuri al ver sus heridas.
Con puntos por todas partes, no era nada agradable de ver.
-Debemos esperar Yuuri- le explica- por lo que veo, los puntos están casi secos.
-La enfermera todos los días me hace curaciones y me retira unos dos puntos.
-Es un tratamiento largo- dice con tono vehemente- nos veremos pronto, Yuuri- vuelve a sonreír.
Yuuri al verle sonreír, sintió mucha tranquilidad.
“Todo estará bien”- pensaba y correspondió la sonrisa.
Conrad abandonó la habitación, saludando de paso a la madre de Yuuri.
La señora quedó más tranquila al notar que su hijo estaba más contento y dispuesto.
Yuuri miró hacia la ventana y notó que en su velador había una cadena con una medalla. La tomó y la miró con detenimiento. Tenía el nombre de Wolfram escrito en la parte posterior.
Sonrió con una felicidad que llenaba el lugar.
Wolfram… todo va a estar bien.
continuará...
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