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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

 

 

Konnichi wa!!!! ^o^ aquí estamos de vuelta!! Totalmente feliz y agradecida por los rr dejados en el capi anterior n_n y aunque aún no hemos salido de las evaluaciones, nos hemos tomado un tiempito para venir a actualizar ^_* (inner: Ponte a estudiar!!! *Con un latigo*) Hai!! :S

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y el día de la supuesta fiesta llegó. El supuesto no invitado fue llevado sin previo aviso también. Riki estaba confundido. Se suponía que irían a una feria ecuestre, por eso no había puesto reparo alguno en acompañar a Iason. Estaba sumamente incómodo, “Como cucaracha en baile de gallinas”, así se sentía el muchacho.

 

 

 

- Iason ¿En donde estamos?

 

 

- Si te hubiese dicho la verdad no hubieras venido ¿O si? Vamos Riki, ya estamos aquí ¿O vas a huir?

 

 

 

El ojiazul sabía cómo manipular al pelinegro, con aquellas palabras le hizo despabilar y pasar de un estado de timidez a uno más vivaracho.

 

 

 

- ¡¿Iason y el mestizo?! – El Am quedó con los ojos como platos.

 

 

 

- ¿Qué hace Riki en la fiesta? – Mimea tampoco se lo creía.

 

 

- ¡Rápido Mimea! Si ese harapiento te ve conmigo, todo quedará arruinado. 

 

 

 

La mujer como pudo buscó de perderse entre la multitud.

 

 

 

- ¡Oh, Iason! Has venido – Sonrió.

 

 

- Al final me he animado.

 

 

Riki suspiró sonoramente, haciéndose notar.

 

 

- ¡Ah!… y has traído al Riki – Dramatizó. Su sonrisa se volvió forzada – ¡Cuanta novedad para las malas lenguas!

 

 

- Y la suya es una de ellas ¿No señor? – Mencionó el pelinegro de manera burlesca y directamente ofendiéndole.    

 

 

El ojiverde sintió como toda la sangre le empezaba a hervir. Iason trató de cortar la tensión.

 

 

- ¿Y donde está Mimea? Hace tiempo que no la veo.

 

 

Al escuchar aquel nombre, Riki recordó de quien se trataba. Era la sirvienta por la cual Daryl estuvo a punto de ser intercambiado. Si trabajaba para Raoul, debía de ser una sirvienta bastante vanidosa.

 

 

- ¿Mi… mea? – Raoul estaba que sudaba frío – Está por ahí… sabes como son las jovencitas. Tan sociables que encuentran con quien charlar a cada paso que dan.

 

 

- Tienes toda la razón.

 

 

Pronto sacaron el típico tema de los negocios. El pelinegro se aburrió de la conversación entablada entre los terratenientes y se apartó lo suficiente para examinar el perímetro. La gente lucía diferente, todos vestían demasiado exagerado para su gusto y tenían ademanes por más de extraños.

 

 

- Fleea.

 

 

La pelicastaña quedó como de piedra al escuchar ese nombre. Suspiró con calma. Se giró.

 

 

- ¿Riki? ¡Cuanta dicha! ¿Qué haces aquí? – Se aproximó hasta él y buscó de apartarlo lo más que pudo de Iason y de Raoul. 

 

 

- He venido a acompañar a mi patrón. Estaba interesado en que conociera un poco de esto – Se rascó la nuca - ¿Qué hay de ti? Luces preciosa. A ver, una vuelta.

 

 

 

La mujer sonrió, complació a Riki y le dejó que admirase su vestimenta.

 

 

- ¡Bella!

 

 

- Basta ya, que me sonrojas – Mimea ocultó sus labios con sus manos enguantas con encajes – He venido a cumplir formalidades. Sabes como son de formales y de aburridas éstas reuniones. No hay nada divertido – Sacó un pequeño abanico y empezó a refrescarse – Pero ahora contigo, estoy segura de que todo será diferente. Eres un imán cuando de  diversión se trata.  

 

 

- Je… siempre y cuando no sea la burla.

 

 

- El concurso de paso fino dará inicio luego de la comida ¿Te apuntarás?

 

 

- ¿Paso fino?

 

 

- El señor Am ha sido el campeón desde las últimas reuniones. Su estilo es armonioso y espléndido.

 

 

 - ¿Conoces a ese tipo?

 

 

- ¿Quién no lo conoce? Después de la Mink, la familia Am es la más prestigiosa. Ah… Discúlpame. Creo que mi tío me llama – Acto seguido, la mujer se perdió.

 

 

 

Riki aprovechó de acercarse a Iason, en el momento en que la que conocía como Fleea le hubo dejado sólo. El rubio se encontraba charlando con unos hombres que tenían la apariencia de tener mucho dinero, su arrogancia y egocentrismo al hablar los delataba, salpicando por doquier el tamaño de sus propiedades y jactándose de la procedencia noble de sus familias.

 

 

- ¿Y ese quien es? – Se aventuró a preguntar uno de los sujetos.

 

 

- Es verdad. Me sorprende que el señor Iason no haya venido solo el día de hoy, como ya era costumbre – Mencionó otro - ¿Se trata de uno de tus sirvientes?

 

 

El pelinegro simplemente se dedicaba a escuchar, a pesar de toda la clase que insistieran en querer mostrar, no dejaban de mirarle de una manera bastante incómoda, como si estuvieran tratando de hacerle entender que era una minoría. Riki se sentía totalmente fuera de lugar.

 

 

 

Iason tomó la palabra. Se llenó de un aire altivo, como quien está a punto de dar un decreto importante.

 

 

- Verán. Él es Riki, y es…

 

 

- Su protegido – Intervino Raoul de manera brusca – El pobre muchacho perdió a su familia cuando tan sólo era un niño. Iason como buen hombre ha decidido criarlo y educarlo como es debido ¿No es así mi buen amigo?

 

 

Algunos asintieron mientras otros murmuraban, era bastante común que los dueños de hacienda se hicieran cargo de jóvenes desafortunados que no tenían ni donde caerse muertos, para en algunas ocasiones cuidarlos como hijos o poder abusar de ellos sexualmente sin tener que temer a represalias. Todo formaba parte de una enorme empresa destinada a la satisfacción de los placeres de la carne. Iason era un hombre maduro ¿Qué otro interés podría tener por un muchacho tan poco domesticado?

 

 

- “Esto no es más que un circo” – Se cruzó de brazos. A Riki muy poco o nada le interesaba las opiniones de esos hombres.

 

 

- Raoul ¿Por qué dijiste todo eso? – El ojiazul le había pedido al Am que lo acompañara para hablar a solas.

 

 

- Tú no desmentiste ninguna de mis palabras. Además no he dicho nada que no sea cierto. El estropajo es tu protegido ¿No? – Se acercó más hasta él -  Iason, piénsalo bien. Mejor que crean eso a que se enteren de la verdad. Tienes una reputación que proteger, no sólo por ti sino también por tu madre.

 

 

El Mink suspiró, dispuesto a ser hipócrita una vez más.

 

 

***

 

 

Cuando Raoul estuvo solo, Riki se atrevió a acercarse a él. En el momento en que lo tuvo en su rango de visión, el ojiverde torció los ojos.

 

 

- Señor – Exclamó el muchacho a modo de saludo.

 

 

- … - El rubio lo miró con rabia – Me pregunto ¿A qué debemos tu “honorable” presencia joven Riki? – Mencionó de manera burlesca.

 

 

- Oh… y es que, hasta sabes mi nombre – Respondió sarcásticamente.

 

 

- Por supuesto. Es bien sabido que no hay peor enemigo que aquel que se desconoce.

 

 

- ¿Usted y yo, enemigos? ¿De dónde ha sacado usted semejante cosa? – Riki se atrevía a usar su modo de hablar.

 

 

- Atreverte a hablarme así. Contigo se obvian las formalidades y las cortesías son innecesarias.

 

 

- ¿Puede decirlo de un modo menos adornado? Lamentablemente hoy no traje el diccionario conmigo – Sonrió.

 

 

- ¡Bah! Hablar contigo es gastar las palabras, el aliento y el tiempo – Haciendo uso de gestos para exclamar el grado de molestia que le causaba aquella conversación.

 

 

Riki se tomó otro atrevimiento. Se acercó más al hombre y con una de sus manos, ocultaba un poco sus labios, como si estuviera a punto de contar un secreto.

 

 

- ¿Crees que no le he visto? Haciéndole ojitos al iason.

 

 

El ojiverde no supo que contestar. Quedó sin palabras. Trató de defenderse.

 

 

- ¿A que te refie...?

 

 

- Hum... muy descarado viniendo de un señor de su calaña. Si fuera usted, me concentraría en mis asuntos y dejaría de meter las narices en donde no me llaman. Pero ¡Claro! No soy usted, así que sólo me dedico a advertirlo.... no me gustan los chismecitos, muérdase la lengua antes de hablar ¿Si? Porque si le dolió que le quitara el macho, esa no es culpa mía, sino suya por no saber como amarrarlo. Así que deje de joderme porque si me busca me va a encontrar ¿Nos hemos entendido o se lo pongo con guirnaldas y adornitos?

 

 

 

- ... – El Am se limitó a mirarle fijo.

 

 

- No es necesario que hable, su silencio lo dice todo ¡Ya lo sabía yo! Todo se resuelve hablando. Y usted es muy inteligente y sabrá tomar los consejos que le he dado de buena fe.

 

 

La conversación fue interrumpida por la llegada de iason.

 

 

- ¿Sucede algo?

 

 

Ante la situación, Riki encontró la posibilidad de dejar fuera de base a Raoul. Podía mencionar todo lo de la conversación, sabiendo de antemano que el Am no tendría como defenderse de sus alegatos ¿Sería tan arriesgado? ¿Se atrevería a manchar más aquella supuesta amistad y armar un lío en plena fiesta? ¡Ganas no le faltaron! El muchacho estaba hasta dispuesto a irse de los puños si la situación lo ameritaba. Le importaba un pimiento lo que pensaran de él si iniciaba una pelea, pero… ¿Qué había de Iason? ¿A él si le importaría? Riki detuvo su agresividad por unos momentos, si se atrevía a armar un escándalo, lo más probable era que lo que quedara por los suelos sería la reputación del Mink, y esa reputación era lo más valioso que tenían los de la “alta clase”. El pelinegro suspiró, se permitió entonces un lujo que se había negado, por el simple hecho de su repugnancia: Desempeñar el fino arte de la hipocresía. De la mentira hecha actuación. 

 

 

 

- El señor raoul me estaba contando sobre los pura sangre que tiene en su hacienda. Y hasta me ha propuesto hacerle seguimiento a una de las yeguas que está preñada ¿No es así, señor Raoul?

 

 

- ... Eh.... si. Así es – Completamente extrañado, Raoul prefirió seguirle la corriente.

 

 

- ¿En serio Raoul? No me lo habías contado.

 

 

- Si, se trata de Stella. La he cruzado con un semental de buen linaje... – Miró a Riki con malos ojos - Como debe ser....

 

 

-Bueno, Raoul. Si nos disculpas, Riki y yo debemos retirarnos.

 

 

- Si, me duelen los juanetes de tanto estar de pie – Espetó el pelinegro de manera natural.

 

 

El ojiverde sonrió falsamente. Ya había tenido demasiado por ese día.

 

 

Los hombres se retiraron.

 

 

***Un monólogo***

 

 

 

- ¡No es posible! ¡Ese mestizo no pudo haberme ganado! – Raoul estaba que arrojaba serpientes de su boca – A mí que soy de la familia Am… me he dejado en ridículo una vez más… ese zángano no es más que un usurpador… Mimea, vámonos. No quiero continuar siendo la burla de nadie. Mantendré mi cabeza en alto, con completa dignidad… Mimea ¿Me has oído? Mimea ¿En donde estás?

 

 

Por otro lado…

 

 

 

Lo tomaron de la mano y lo llevaron hasta un lugar más apartado. En el hermoso jardín abundaban las rosas. Había una pequeña banca hecha de mármol, que tenía una hermosa forma.

 

 

- ¿Y éste lugar?

 

 

- Es el santuario…

 

 

- ¿No se suponía que nos largaríamos de aquí?

 

 

- Antes de eso quería mostrarte éste lugar. Es utilizado mucho por los amantes. Enamoré a muchas jovencitas aquí ¿Lo sabías?

 

 

- Jo… ¿Empezaremos a desplegar el listado de conquistas? Vamos a ver que tan parejos estamos.

 

 

El ojiazul le sonrió.

 

 

 

Riki admiraba el paisaje que los cubría. Las aves sobrevolaban sobre su cabeza y las mariposas se posaban de vez en cuando en los capullos de las rosas. Su atención fue llamada en el instante en que el Mink le hizo entrega de una pequeña cajita. Lo ofreció una mirada expectante, como el que está a la defensiva ante cualquier movimiento.

 

 

 

- ¿A qué esperas Riki? Cógela.

 

 

 

Luego de dirigirle una mirada profunda, el menor tomó el objeto con algo de duda. Sin apartar sus ojos del rubio, Riki procedió a abrir la caja. Al darse cuenta de su contenido, el pelinegro abrió desmesuradamente los ojos.

 

 

- ¿Y esto?

 

 

- Un anillo.

 

 

Un anillo ¡Por supuesto que sabía que se trataba de un anillo! ¡No era ciego! Y hubiera exclamado éstas mismas palabras en un tono abusivo, de no ser porque el ojiazul lo interrumpió antes.

 

 

-  Por tu cumpleaños.

 

 

- ¿Mi cumpleaños?

 

 

- Si necesitas que te de un motivo para recibirlo, piensa que es por ello. Deduzco que eres la clase de personas que se incomoda al recibir tales muestras de aprecio. Pero… no podía quedarme sin darte un obsequio. Dime ¿Qué piensas? – Se ubicó tras de él, apoyándose de su espalda – Sé que tus gustos son más sencillos y que preferirías un par de botas o una correa de cuero.

 

 

 

- No tenías porque comprarme algo – Se perdió en el objeto. Era un anillo que lucía bastante simple de hecho, no tenía ni piedras ni adornos, era completamente liso, pero a pesar de ello, emanaba un extraño encanto, cuya atención fue llamada por Riki – Nunca tuve un anillo.

 

 

 

- Ven. Déjame que te lo ponga… - Trató de tomarlo, la idea de colocarle el anillo a Riki tipo compromiso, le atrajo de sobremanera.

 

 

- ¡Tsk! – Alejó la caja para imposibilitar que la tomara. Sacó el anillo y lo llevó arriba de su cabeza, como examinando cuan genuino podría ser su brillo bajo los rayos del sol. La luz pegó en sus ojos, a lo que tuvo que entrecerrarlos. No era de un material barato, de eso estaba seguro. Aún sabiendo esto, comprendiendo que el hombre que estaba frente a él se deleitaba de poseer los mejores gustos, Riki se tomó el atrevimiento de llevarse el anillo a la boca para buscar de morderlo. Iason sonrió, por alguna razón, aquel acto le pareció en extremo adorable - ¿De verdad puedo conservarlo? – Preguntó luego de que sus dientes verificaran lo duro del material, y no proclive a ralladuras.

 

 

- Seguro. Es de un material resistente, así que por más golpes que lleve no se rallará ni dañará. Lo he mandado a diseñar sólo para ti.

 

 

- Hum… - Se lo enseñó - Que conste que lo acepto porque ha sido hecho para mí – Acto seguido se lo llevó al bolsillo.

 

 

Iason entendió con ello, que no había necesidad de hacerle entrega de la caja. Procedió a guardarla.

 

 

- ¿Cuándo… es tu cumpleaños?

 

 

- ¿?

 

 

- Es… tú sabes – Riki se sonrojó al instante – No estaría bien que luego de esto no te diera nada – Desvió la mirada, claramente apenado.

 

 

El Mink sonrió una vez más, como ya se le estaba volviendo costumbre.

 

 

- Quédate a mi lado. Ese sería el mejor regalo.

 

 

- Iason… - Tenía pensado espetarle que no dijera esa clase de cosas. Más de su boca no salieron aquellas frías palabras.

 

 

La brisa comenzó a desfilar en el entorno, lo cabellos de los hombres danzaban junto al silencio que duró un par de segundos más.

 

 

¿Qué hacer? Riki sentía como el corazón se le aceleraba cada vez más. El muchacho levantó la vista en el instante en que el mayor se le acercó en busca de un beso.

 

 

***Así fue como…***

 

 

- Ah… Iason… Iason… - Riki se encontraba sentado en las piernas del rubio. Movía las caderas con extrema locura.

 

 

- No grites tanto Riki… alguien podría oírnos - Iason mantenía sus manos alrededor de su cintura y lo instaba a menearse de la manera que más le conviniera.

 

 

- Cá… ¡Cállate!… gritaré si es lo que quiero hacer… ah… esto… ah… más… ¡Agh!

 

 

***Y de pronto…***

 

 

Ante los ruidos, la chica empezó a caminar con más sigilo. Se había separado para ir a visitar su lugar favorito antes de partir. Los ojos de la pelicastaña se abrieron como platos al vislumbrar la escena de los hombres teniendo sexo, en el lugar que conocían como “el santuario”

 

 

- Son… Riki y Iason  – Mimea se ocultó más – Pobre de Raoul…

 

 

Siempre había soñado con encontrar a su amor en aquel lugar, como muchas jovencitas lo habían hecho a lo largo de los años y como muchas otras fueron engañadas también.

 

 

 

***Flash Back***

 

 

- Es… hermoso – Mimea de niña, quedó maravillada.

 

 

- ¿Te gustan las rosas? 

 

 

- Si. Son preciosas.

 

 

- Dicen que en estos jardines se es posible encontrar el amor – Le hizo entrega de una pequeña rosa.

 

 

- Me… encantaría que mi amor me encontrara aquí algún día… como un hermoso cuento de hadas - Emitió con sonrojo. Cerró los ojos. Volvió a abrirlos luego de sentir una extraña calidez. Le habían besado en la frente - Esto… - Su cara se pintó aún más.

 

 

- Mi Mimea – Le acarició los cabellos – El día en que mí princesa encontrará a su príncipe…

 

 

La pequeña creyó que moriría, las manos eran tan cálidas y sus palabras tan amables, sus ojitos se tambalearon de un lado a otro y sus mejillas marcaron por completo aquella blanca tez. Estaba segura, su príncipe había llegado. Cerró los ojos.

 

 

***Fin del Flash Back***

 

 

La muchacha se perdió entre las hojas del santuario, esperando también perder cualquier rastro de lo observado en aquella tarde.

 

 

Raoul… Raoul… Mi pobre Raoul…

 

 

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Yosh!!!! Como me ha encantado este capi!!! *O* aunque obvié algunas cosas nuevas que se me habían ocurrido para no tardar más con su actualización xD agradezco a todos por haber leído el capi y por cualquier opinión que deseen dejar n_n ahora Sue comparte su itinerario con sus queridos lectores:

 

*De 8:00 am a 12:00 am – Trabajo

*De 2:00 pm a 4:00 pm – Curso

*De 6:00 pm a 10:00 pm – Clases en la uni

 

Eso es lo que hago de lunes a viernes, así que espero que comprendan si tardo algo en actualizar o en contestar sus rr Xp  De nuevo, gracias a todos!! Hasta la próxima!! ^3^ Bye Bye!!

 

 

 

 

 


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