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Un Juego Peligroso por hana midori

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Notas del capitulo:

tatata~ ahora si vien el viernes xDDDDDDD jajajajajajajaja bueno, este cap me costo un poco de trabajo, mas que nada porque no estaba segura de si poner cierta cosita pero al final desidi seguir la historia original ^^

En este cap hay algunas cosas que no estan en el cap original mas no afectan en nada al decenlace, simplemente son "relleno"

bueno, ya me callo y disfrutenlo!!!!

Espero pacientemente a que su mayordomo terminara de prepara el baño, y luego de que este le avisara que ya estaba listo, se metió dentro del cuarto. A diferencia de su mansión, este era pequeño. Solo estaba la tina, un inodoro y un lavamanos, nada más. El mayor le fue retirando una a una todas las prendas que cubrían su cuerpo, y con algo de ayuda, se introdujo dentro de la bañera.

 

--¿Cuánto tiempo estaremos aquí, bocchan?—pregunto Sebastian mientras empezaba a bañarlo.

 

--el que sea necesario… ¿Por qué lo preguntas?

 

--por nada.

 

Ciel podía ver el vapor hacer figuras extrañas, la verdad no era que le interesara mucho, pero deseaba distraer su mente y no pensar en el hecho de que el demonio lo estaba tocando. Este, mientras tanto, no podía evitar mirar con cierta hambre el cuerpo que estaba frente a él. Deseaba tanto tomarlo, hacerlo rogar por él, más sabia que no podía… al menos, no todavía.

 

Termino de bañarlo con rapidez, y luego de eso, lo cambio con uno de los trajes que estaban en la habitación. No era gran cosa, solo era un pantalón pesquero negro, y una camisa blanca.

 

--espere aquí bocchan, me cambiare. —Sebastian tomo su ropa, y se metió dentro del baño. El menor se quedo sentando en la cama, esperando. Escucho como el agua correr, por lo que supuso que el demonio se bañaría antes. Sin poder evitarlo, pensó en Sebastian desnudo, con su piel y cabello lleno de gotitas de agua…

 

Sacudo de manera violenta la cabeza.

 

“! ¿QUE ME PASA?!”

 

--¡¡holaaaaaa!!—alguien estaba tocando con fuerza la puerta, así que se levanto de un brinco.

 

--¿si?—pregunto mientras abría la puerta, y antes de que siquiera pudiera ver quién era, algo lo tomo con fuerza.

 

--¡¡CIEL!!—era Víctor quien lo abrazaba fuertemente.

 

--¡¡ahhh!! ¡¡Suéltame!!—logro decir.

 

--pero que lindo niño—lo sacudía como muñeca de trapo, haciendo que el pequeño se mareara.

 

--¡¡Sebastian!!—en ese momento, otra cosa lo tomo del brazo, jalándolo lejos del otro chico.

 

-- Víctor, te pido por favor que no maltrate a mi hermano—pidió educadamente el ojirojo, mientras sonreía. El castaño lo miro sorprendido, más que nada porque no lo vio venir.

 

--p-perdón—se disculpo. Ciel suspiro aliviado, notando que algo mojaba su espalda.

 

--¿pero qué…?—sus palabras murieron en su boca, porque al girar la cabeza para mirar al adulto, vio que este solo estaba cubierto por una toalla blanca en la cintura.

 

--¿sucede algo?—cuestiono Sebastian con una sonrisa divertida, al ver como el rojo comenzaba a teñir el rostro de su amo. El menor no sabía que responder o hacer, estaba como embobado por el cuerpo del demonio. Y es que nunca lo había visto de esa manera, jamás se había detenido a ver ese pecho tan bien formado, y trabajado de tal manera que no era ni exagerado ni débil. Hasta la palabra “perfecto” se quedaba corta.

 

--¡¡pervertido!!—Atino a decir--¡¡vuelve al baño!!—ordeno con nerviosismo, al tiempo en que señalaba la sala que menciono, a lo que el azabache rio.

 

--como quieras hermanito—dijo, volviendo a meterse a la habitación. Su corazón latía demasiado rápido, además, había estado lo suficientemente cerca de él como para tocarlo…

 

--¿Qué te pasa Ciel?

 

La voz de Víctor lo asusto. No recordaba que él estaba en el cuarto. Seguramente había visto toda la escena.

 

--n-no nada, ¿Qué necesitas?—pregunto para cambiar de tema.

 

--solo venía a decirles que ya estábamos listos…

 

--ah, muy bien, bajaremos en 5 minutos—dicho eso, le cerró la puerta en la cara. Un minuto después, Sebastian, ya vestido y secándose el pelo con otra toalla, salió del baño.

 

--no debería ser tan escandaloso—menciono.

 

--¡¿escandaloso?! ¡Tu eres el aprovechado aquí!—reclamo--¡¿Cómo se te ocurre salir así?!

 

--usted me llamo, solo fui lo más rápido que pude bocchan—otra sonrisa apareció en sus labios. —ademas, se supone que somos hermanos, y a veces, los hermanos toman baños juntos.

 

--¡¡idiota!!—grito con el rostro más rojo que un tomate. Era oficial, ese día era el peor de toda su corta existencia. El pelinegro quería seguir con esa conversación, solo para molestar un poco al niño, pero tenían cosas más importantes que hacer.

 

--deberíamos bajar bocchan, si no, nos llamaran otra vez.

 

--si—susurro, bajando la mirada.

 

Nuevamente abrió la puerta, topándose con Víctor.

 

--hola otra vez.

 

--¡¿Qué haces aquí?!

 

--pensé que sería bueno esperarlo, de todas formas no saben donde será la misa. —el menor se alarmo, mas no lo demostró facialmente, porque realmente no estaba seguro de si había oído o no su conversación.

 

--okey…--dio un vistazo a Sebastian, indicándole con la mirada que se iban. Luego de cerrar la puerta con llave, todos comenzaron el viaje hacia el templo o lo que fuera que les sirviera para hacer la misa.

 

Víctor comenzó un montón de pláticas tontas mientras caminaba, y lo peor del caso es que ninguna la terminaba, apenas decía algo, y cambian drásticamente el tema. El demonio parecía llevarle un poco la corriente, pero de plano en menor lo ignoro por completo. Su mente divagaba en los últimos días. No se entretuvo pensando en las cosas que Sebastian le había hecho, no, se enfocaba en ese extraño suceso de la otra vez. “La falsa alarma” que le dio el mayor y casi lo mata de angustia. Miro a su mayordomo, este sonreía. No habían hablado de eso desde aquel día…

 

--¿Qué es ese olor?—pregunto al aire, al tiempo en que se detenía a oler con mayor detenimiento. Los más grandes que él también lo imitaron.

 

--parece ser humo—menciono el ojirojo. El castaño puso cara de asustado. Corrió a una ventana que estaba algo cerca de ellos, y no pudo evitar exclamar una maldición. El azabache se acerco, sorprendiéndose casi tanto como el contrario.

 

--¿Qué pasa?—cuestionó Ciel, poniéndose de puntas para ver por encima del hombro de su mayordomo. Si este lo hubiera visto, habría encontrado esa escena demasiado adorable, pero ahora estaba ocupado en otra cosa.

 

--¡hay que avisarles!—susurro Víctor, mientras se alejaba corriendo. El menor al fin pudo ver que provoco ese cambio en ambos.

 

--imposible—la capilla estaba ardiendo en llamas.

 

--iré a ayudarlo bocchan, usted vuelva a la habitación.

 

--no, yo quiero ir…

 

--no le estoy preguntando—le interrumpió serio—hágame caso—dicho eso, también se fue en la misma dirección que el joven. El peliazul suspiro, y comenzó a caminar a su cuarto, mas entonces cayó en cuenta de algo.

 

--yo soy el jefe de los Phantomhives, ¿Por qué debo hacerle caso a mi mayordomo?

 

Y con la decisión ya tomada, echo a correr hacia donde creía que podía salir del lugar.

 

Paso por un montón de pasillos, pero al final, logro su cometido, y este era quedar frente al edificio en llamas. Cuando lo vio, no pudo evitar recordar por un segundo ese día en que perdió todo, mas fue un sentimiento pasajero. En ese momento, escucho una voz.

 

--¡¡¡ayuda!!!—Parecía ser la voz de una niña, o de un niño demasiado pequeño.--¡¡¡por favor, que alguien venga!!!

 

No es que quisiera hacerse el héroe ni mucho menos, mas si alguien moría—fuera de los asesinatos que ya estaban registrados—los de Scotland Yard meterían las narices en el asunto, y era posible, que solo para fastidiarlo, lo echaran de cabeza. Y, aunque no quisiera admitirlo, algo en su subconsciente le decía que entrara. Conocía ese sentimiento de desesperación, y no era nada agradable sentirlo a esa edad tan temprana. Así que sin más, corrió a la puerta de la capilla. Esta estaba consumía en las llamas, así que con una pata relativamente fuerte, esta cedió sin más.

 

--¡hay alguien aquí!—grito, entrando. Se cubrió la cara con los brazos, dejando un pequeño espacio para ver. El calor era insoportable, tanto que comenzaba a costarle respirar. Siguió gritando más, hasta llegar al fondo del lugar. Fue entonces cuando vio quien pedía ayuda.

 

--¡¡por favor, mis padres están heridos!!—Rogo el niño de cabellos azules como cielo, con lágrimas en los ojos--¡¡ayúdame!!

 

Ciel no lo podía creer, ese niño… era él

 

--¡¡¡por favor!!!—ese niño quería tocarlo, pero el retrocedió, aterrado. Ya no quería estar ahí, quería salir de esa capilla como fuera. Un ruido fuerte lo saco de ese trance, y al mirar detrás de él, se dio cuenta de que estaba atrapado, pues un pedazo de madera enorme obstruía la única vía de escape posible. Entro en pánico, volvió la vista la frente, y ya no se vio a sí mismo. En lugar de eso, vio a sus padres, suplicando por sus vidas.

 

--¡¡ahhh!!—grito horrorizado, mientras se tapaba los ojos.  De golpe, dejo de gritar, pues su garganta se cerro, impidiéndole respirar. En un instante lo supo… estaba teniendo un ataque de asma. Empezó a toser de manera desesperada, buscando aire, más el ambiente lleno de humo y calor no ayudaban en nada. No recordaba que ya no tenía 10 años, ya no recordaba que ese no era su cumpleaños, no recordaba que Sebastian estaba a su lado, ni que con un grito de su nombre, el vendría.

 

Cayó de rodillas al piso, sintiendo como estas se quemaban. Su vista se volvió negra, y antes de que se diera cuenta… se desmayo.

 

*****************************************************

 

Sus parpados se sentían extremadamente pesados, y su cuerpo demasiado adolorido… cuando pudo enfocar su vista, se dio cuenta de que estaba en una habitación grande. Lentamente, y con mucha dificultad, se sentó en el colchón de la cama.

 

--veo que ya despertaste…--escucho. Dirigió su vista hacia donde provenía la voz, y vio a un chico de ojos verdes y cabellos rojos, sentado a un lado de su cama.

 

--¿do…?—su voz sonaba grave y rasposa, así que se aclaro un poco la garganta--¿Dónde estoy?

 

--en la enfermería, vaya aspirada de humo que de diste niño—comento algo divertido el mayor, a lo que Ciel solo pudo poner mala cara.

 

--¿y mi hermano?

 

--¿te refieres a un hombre de pelo negro como así de alto?—puso su mano más arriba de su cabeza, el pequeño solo asintió—está ayudando a recoger lo que quedo de la capilla—se levanto de su asiento, y mojo un pañuelo en una vasija de agua que estaba en una mesa, cerca de donde estaba el peliazul—estaba muy alterado cuando te saque…

 

--¡¿TU QUE?!—exclamo sorprendió el niño, casi inmediatamente empezó a toser muchísimo.

 

--oye no grites, te lastimaras—le advirtió el pelirrojo, recostándolo en la cama y poniéndole el trapo en la frente.

 

--¿t-tu me sacaste?

 

--si, tienes suerte de que hubiera decidió echar un vistazo, fíjate que este día yo no estaría aquí…--el joven siguió hablando, mas Ciel ya no lo escuchaba.  Se preguntaba qué demonios había pasado en ese lugar, pero sobretodo…

 

--¿Por qué no fue a sacarme?—susurro inconscientemente.

 

--¿dijiste algo?

 

--¿Qué horas son?

 

--son las 8 de la noche…dormiste toda la tarde pequeño.

 

--tengo un nombre sabes…

 

--bueno, ¿Cómo te llamas?

 

--Ciel, ¿y tú?

 

--Asaliah, un gusto…aunque lamento que haya sido en estas circunstancias nuestra presentación.

 

--yo tambien—mintio. Poco le importaba quien era ese hombre—Asaliah, ¿podrías llamar a mi hermano?—el ojiverde se quedo pensativo.

 

--supongo que sí, iré a ver—se paró de nueva cuenta de su lugar, y se dirigió a la puerta. La abrió, mas antes de irse se detuvo.

 

--oye Ciel…

 

--¿si?

 

--eres un chico afortunado, no tientes nuevamente a la suerte, porque, créeme, no solo serás tu el que salga lastimado—el niño lo miro confundido—bueno, al menos eso decía mi madre—agrego sonriendo—ahora traigo a tu hermano—y dicho eso se fue.

 

--menudas tonterías—susurro el conde. Odiaba admitirlo, mas las palabras de ese chico lo asustaron un poco. Pasaron un par de minutos, en los que se quedo sumergido en sus pensamientos, y el sonido de la puerta abriéndose lo saco de ellos. Sabía muy bien quien estaba entrando. Sebastian pasó dentro, y cerró la puerta, corriendo el seguro también.

 

Un silencio incomodo se hizo presente, y al final, el mayor se atrevió a romperlo.

 

--¿se encuentra bien bocchan?

 

--como si te importara—le contesto de manera seca. El demonio se dio cuenta del cambio de voz de su amo, por lo que dedujo que aspiro mucho humo.

 

--le dije que se quedara en la habitación…

 

--y ahora yo tengo la culpa ¿no?—replico.

 

--si me hubiera hecho caso no estaría aquí ¿verdad?—tenia razón, el ojirojo le había advertido, y el por creerse muy adulto termino en ese enredo, mas aun así…

 

--¡si tu no fueras tan lento yo no estaría aquí!—grito molesto, a pesar de que le picaba la garganta--¡pero nooo, tu siempre te quieres hacer el perfecto maldito demonio!

 

Le dolía, le dolía que su demonio no hubiera ido a buscarlo cuando más lo necesito… cuando estaba tan asustado…

 

El demonio se quedo sorprendido de que su amo le reclamara eso, mas no lo culpaba.

 

--usted no me llamo cuando estaba en la capilla—intento excusarse.

 

--¡¿y eso que idiota?! ¡¿No sentiste algo extraño en el contrato?! ¡¡Casi me muero ahí dentro maldita sea!!

 

¿Por qué le importaba tanto? Ni el mismo tenía esa respuesta.

 

Sebastian se quedo callado, era verdad, había sentido algo extraño pero nunca pensó que sería algo tan grave como lo que paso.

 

--necesita entender amo, que si de verdad usted hubiera estado al borde de la muerte ni siquiera estaría aquí, sino en la mansión, atendido por un verdadero medico.

 

--tu…--susurro con un deje de odio.

 

--discúlpeme por mi torpeza—añadió, haciendo una reverencia. Sebastian  esperaba que su pequeño amo le gritara más cosas, pero para su sorpresa, se quedo callado, y ya no dijo nada.

 

--odio este sitio—susurro mientras se tapaba la cara con la sabana. No deseaba ver el rostro de su mayordomo.

 

--pronto nos iremos—le dijo a modo de consuelo, acercándose a la cama y sentándose en el lugar que había ocupado Asaliah.

 

--eso espero…--recogió las piernas, abrazándolas. El hecho de que el demonio no lo hubiera ayudado le molestaba, pero le aterraba pensar en lo que había visto ahí…

 

Tembló, y el pelinegro se dio cuenta de ello.

 

Retiro de manera suave la sabana, descubriendo la cara del niño. Con una de sus manos acaricio su rostro, y se agacho… besándolo en los labios. El conde abrió mucho los ojos, mas estaba tan cansado que no supo como rechazarlo. No pudo evitar recordar esos cuentos que Elizabeth le hacía leer, esos en los que los príncipes van al aposento de la princesa y la besaban mientras ella dormía…

 

Lo alejo, empujándolo un poco. Mas sus rostros estaban todavía demasiado cerca.

 

--¿por… porque lo hiciste?—pregunto confundido, tocándose el labio inferior con sus dedos.

 

--pensé que lo necesitaba…--le contesto simplemente, volviendo a unir sus bocas. Esta vez, el adulto acaricio los suaves labios del niño con la lengua, haciendo que este, en un auto-reflejo, los abriera, permitiéndole introducirla. Ciel sentía la lengua de su mayordomo jugar con la suya, y para su asombro, le gustaba ese contacto. Sebastian tomo posición encima de su amo, al tiempo en que le quitaba la sabana que cubría su cuerpo.

 

Se separo de él para dejarlo respirar, y bajo a atacar el cuello del menor. Empezó a lamerlo y besarlo, para luego morderlo con suavidad.

 

--ahhh—gimio bajito el menor. Sintió como una de las manos del mayor se deslizaba desde una de sus piernas hasta su cintura, jugando en el borde del pantalón.

 

--S-Sebastian para—suplico, poniendo sus manos en los hombros del demonio.

 

--¿Por qué?—cuestiono contra su cuello, haciendo que su aliento lo acariciase. Llevo su mano libre hasta el interior de la camisa de Ciel, rozando con sus dedos los pezones del niño.

 

--n-nooo—jadeo, estremeciéndose.

 

--por favor bocchan, solo por hoy, déjeme tenerlo como deseo—rogo el demonio, mirándolo a los ojos. El peliazul lo miro confundido, porque nunca, jamás, pensó que un demonio podía rogar por algo.

 

--p-pero, aquí no—susurro avergonzado, con las mejillas a punto de explotar. Sebastian lo miro un momento.

 

--entiendo…--se levanto de encima del menor. —no creo que sea lo más correcto… discúlpeme por comportarme de esa manera—dijo, haciendo una reverencia. El conde no supo que decir.

 

--será mejor que duerma, necesita descansar. —iba a arroparlo, mas Ciel tomo su brazo.

 

--dije que… que aquí no pero…tal vez…cuando esto termine…--no sabía porque lo decía, pero solo sabía, que no quería herir los sentimientos de Sebastian. Este sonrió de manera dulce.

 

--descanse—le beso en la frente—estaré aquí hasta se que duerma—lo arropo con cuidado, y se sentó en la silla. El pequeño cerró los ojos, quedándose dormido en cuestión de minutos.

 

***********************************************************

 

Afuera, la noche era bastante tranquila… al menos en apariencia. Una sombra se movía con velocidad inhumana entre los árboles, asustando o matando todo lo que se acercaba a él. Llego hasta lo que parecía ser su destino. Era donde, hasta esa mañana, había habido una capilla, mas ahora solo quedaba escombros y madera quemada. En medio de todo eso, había otra persona, vestida con una gabardina negra, y una capucha que ocultaba la mitad de su rostro, dejado solo ver su boca.

 

--veo que viniste—dijo algo alegre, sonriendo levemente.

 

--después de tan convincente invitación como podía negare—replico con enojo, dejando ver su forma humana, la cual, era la de un simple mayordomo. —no era necesario poner la vida de mi amo en peligro.

 

--yo no provoque el incendio—se defendió—simplemente lo aproveche… aunque pude darme cuenta, querido, que ese niño te importa demasiado—se acerco a él, con paso lento—jamás pensé verte rogar de esa forma—un tono, así como otra sonrisa burlona se dejo ver. Cuando quedo frente a él pelinegro, su sonrisa se convirtió en una de melancolía—has cambiado, no eres el mismo que yo conocí…

 

--no puedo decir lo mismo de ti.

 

--fue hace mucho tiempo… bastante de hecho, es normal que no me reconocieras—retrocedió un paso—mi padre fue el demonio que se atrevió a cerrar las puertas del infierno por amor, aquel quien traiciono a su propia raza, pero también… aquel al que tu ayudaste—se quito la capucha, descubriendo su cara. Sebastian no pudo ocultar su expresión de sorpresa.

 

--¡¿tu eres…?!

Notas finales:

jejejej ya habran nota que tengo una extraña aficion por hacer que ciel quede atrapado en incendios y su asma despierte....pero es que me encanta (?) ademas, a un amigo se le despierta conque estemos a 10 grados...¿porque no a ciel en un calor sofocante? jajajaja

Tambien notaron que alguien misterioso salio....yo se quien es, yo se quien es (?) las que saben no digan porque arruinan la sorpresa (??)

Espero les haya gustado y por favor, comenten!!!

Ah, otra cosa, empiezo examenes la proxima semana, por lo que tal vez tarde mas de lo usual en el proximo cap, pero tratare de tenerlo pronto

PROXIMA ACTUALIZACION: Painting Dreams, mas o menos el proximo viernes o si no, el proximo lunes ^^


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