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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

 

 

Ohayo!!!! :D Ya estamos de vuelta!! Espero que la estén pasando de maravillas en estas fiestas ^.^ yo ansío mis vacaciones!! (inner: pronto Sue, pronto -.-)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando Kirie llegó a la hacienda Mink, pensó que las sabanas se le habían quedado pegadas y que por lo tanto estaba siendo participe de un sueño. La figura del que sería su patrón lo cautivó en el primer momento en que sus ojos se interceptaron. Su corazón palpitó tan fuerte, que el pelicastaño podía casi asegurar que todos los presentes eran capaces de escucharlo. Furtivamente miró a Iason de pies a cabezas, examinándolo; no se arrepintió de haber aceptado el trabajo.

 

 

 

- El señor Raoul me pidió que lo trajese. Le conté sobre la venidera llegada de su madre – Katze le hizo entrega de lo que parecía una carta.

 

 

- Ah… un Príncipe Blanco – Era cierto, el joven llevaba puesto aquel pulcro uniforme.

 

 

Kirie se sintió dichoso de ser llamado de aquella manera, y de poder usar el traje que tanto deseaba que fuese suyo.  

 

 

- Mi nombre es Kirie señor. Estoy completamente a su servicio – El chico se presentó.

 

 

El rubio asintió con levedad. Seguidamente abrió la carta. Luego de leerla por encima, Iason suspiró.

 

 

- Bien, obedecerás en todo a Riki – Mencionó el Mink – Si recibo alguna queja tuya de su parte no dudaré en despedirte.

 

 

¿Él, el mayordomo de Riki? En ese momento el mencionado hizo su aparición. Kirie abrió los ojos como platos mientras se mostraba sumamente impresionado. Ante sus ojos bicolores se mostraba la imagen de un muchacho descuidado, algo sucio – venía de efectuar su jornada laboral – y con una expresión de sumo fastidio en su rostro.

 

 

- ¿Qué? – Kirie no pudo evitar quejarse – Pero… yo he venido aquí con órdenes de obedecer al señor Mink…

 

 

- Y yo te ordeno que sirvas a Riki – Iason se ubicó a un lado del pelinegro.

 

 

- ¿Ah? – Hizo una mueca bastante notoria. Riki giró el rostro lo suficiente para encarar al ojiazul, aquel “regalo” que le estaba dando no le agradaba en lo absoluto.

 

 

 

- Riki, éste es Kirie. A partir de hoy será tu mayordomo, tu sirviente personal, tu esclavo… llámalo como quieras… - Esto se lo hubo mencionado en susurros y con un tono un tanto coqueto.

 

 

- ¿Cómo así? ¿Y a mí por qué? No soy manco ni mucho menos – Espetó el mestizo. 

 

 

- Vamos Riki. Se encargaría de limpiar tu cabaña… el otro día cuando lo hicimos allí, noté que no tienes lo que llaman “calor de hogar”. La ropa, sucia y limpia tirada en el suelo, los platos sin lavar, polvo y telarañas por doquier… perdona que te lo diga pero, parecía más la cueva de un animal salvaje.

 

 

- ¡Pues claro! ¡Así es como debe de lucir el cuarto de un hombre! – Soltaba, muy seguro de lo que decía - Además, yo no te invité a que entraras. Tú eras el que andaba de necio que quería meterse en mi cama. De haber sabido que éstas serían las consecuencias, nunca hubiera aceptado – Frunció aún más el seño.

 

 

- Sólo es falta de dedicación.

 

 

- ¿Y con qué tiempo? Cuando no estoy trabajando, me la paso cogiendo contigo ¿Piensas que llegaré cansado para hacérmela de criada?

 

 

- Mmm… - Al parecer, al Mink una escena le vino a la mente – Si te lo propusieras…

 

 

- ¿Por qué no te vas tú a limpiarlo? ¿Ah? – Lo interrumpió, ya completamente obstinado de la absurda conversación en susurros que estaban entablando -  Coges un plumero y te pones, para que sepas lo que es bueno.  

 

 

Los dos continuaban cuchicheando. Katze y Kirie sólo lograban captar los exagerados gestos de Riki y los sutiles y refinados cambios de expresión en el Mink. Eran una pareja que no cuadraba en nada. Eran tan diferentes.

 

 

Kirie nunca se hubo sentido tan humillado en su vida. Mimea le había contado que el dueño de la hacienda se había encaprichado con un empleado, con un muchacho inculto que provenía de un pueblucho ¿Cómo era posible que él, que había trabajado para tantas buenas familias terminara sirviendo a un… Riki?

 

 

- Anda. Te encantará tener uno de estos chicos sirviéndote.

 

 

- ¿Qué? ¡No me hagas Reír! – Escupió Riki. Ésta vez en voz alta – No sé que te traes, pero éste jueguito tuyo no me gusta.

 

 

- Riki. No te vendría mal. Él te obedecerá en todo lo que le pidas – Buscó de colocar sus manos en los hombros del muchacho, más el pelicorto lo apartó, evidentemente furioso.

 

 

 

- ¡No me jodas! ¡No necesito eso! ¡Yo me sé limpiar el trasero solo!  - Acto seguido, el pelicorto salió de la casa soltando serpientes por la boca. 

 

 

 

Iason sonrió internamente, cautivado por completo  por todos los modos de proceder del moreno. Negarse a dar órdenes, uno de los mayores placeres que podía llegar a sentir un hombre… ciertamente Riki era un chico extraño e interesante.

 

 

- ¿Qué te parece tu nuevo amo? ¿No es encantador?  - Preguntó sin esperar una respuesta a cambio - Bien… Kirie. Espero solamente la excelencia de tu parte – Le transmitió el Mink – Como es propio de un Príncipe Blanco.

 

 

Kirie permaneció quieto, apretando los puños de la rabia al tiempo que el pelinegro pasaba a su lado totalmente enojado.

 

 

Se le ordenó a Daryl que llevase a Kirie a una de las habitaciones destinadas a la servidumbre. A pesar de lo mencionado por Riki, Iason le había dicho que su único trabajo en aquella hacienda constituiría en servir única y exclusivamente al muchacho “Si te portas bien con Riki, tendrás muchos privilegios”, lo que le había dicho Iason lo llenó de más y más ira. Él no quería ser el mayordomo de un empleado.

 

 

- Eres Kirie ¿No? ¿Te encuentras bien? – Daryl trató de tocarle cuando lo vio tirarse con fuerza sobre la cama.

 

 

- ¡No me toques!

 

 

Daryl se alejó.

 

 

- No quiero que te compadezcas de mí – Escupió - No puedo creer que tenga que ser su mayordomo – Mencionó con asco.

 

 

- Aunque no lo parezca, Riki es muy buena persona – El chico sonrió - Sé que cuando lo conozcas, podrán ser muy buenos amigos…

 

 

- No me consueles, no vine aquí a hacer amigos…

 

 

- Kirie…

 

 

- Yo soy el que va a salir ganando... voy a obtener absolutamente todo lo que quiero. Ya lo verán.

 

 

 

***

 

 

Cuando Riki se despertaba por las mañanas, le gustaba quedarse unos minutos en la cama, arroparse un poco más y permanecer viendo los alrededores de la habitación, recordando de vez en cuando, los momentos en que abría los ojos y hallaba el rostro de aquella persona con la que la noche anterior había protagonizado escenas de besos y muestras de amor. En ocasiones sentía deseos de masturbarse, cerraba los ojos, metía las manos entre las sabanas y comenzaba a acariciarse, imaginando que otras manos venían a auxiliarle dándole placer. Se contraía en el colchón, emitiendo sonidos y quejidos, mordiéndose y lamiendo sus labios, estirando las piernas y deslizando los pies en lo amplio del colchón. Hasta que por fin era capaz de llegar al éxtasis, emanando todo ese deseo… era una rutina que le encantaba tener.

 

 

 

Toc! Toc!

 

 

Pero toda esa paz matinal se había esfumado desde el día en que Iason le había asignado un mayordomo.

 

 

 

- Señor Riki – El pelicastaño abrió la puerta – Le he traído el desayuno.

 

 

- No te dije que abrieras la puerta.

 

 

Kirie retrocedió un poco, bajó la cabeza, buscando de ocultar su irritación.

 

 

- Disculpe señor… no volverá a pasar.

 

 

- ¡Tsk! – Chistó – ¿Señor? – Mencionó sin sorna – No sé que te traes conmigo. Si no te da la gana servirme ¿Por qué sigues viniendo a mi habitación cada mañana?

 

 

- El señor Mink me ordenó que lo sirviera… señor Riki – Esto lo hubo mencionado con suma molestia.

 

 

- ¡Eres un coñazo! ¡Cómo detesto a los de tu clase! Seguir órdenes en contra de su voluntad… sólo, sólo… - Finalmente soltó: ¡Sólo no me jodas!

 

 

Riki  fue directo al baño. El otro aprovechó apara acomodar la cama. Observó el resto de la habitación, muy a pesar de que intentara limpiarla, el pelinegro gruñía y le advertía que no tocase sus cosas… servir directamente a un hombre como Riki no era trabajo fácil.

 

 

 

- ¿Qué? ¿Aún sigues aquí? – Preguntó el muchacho al salir del baño - ¿Qué quieres?

 

 

- Necesito saber en que más puedo ayudarle…

 

 

- ¿Ah? – Riki hizo una mueca en señal de queja, sabía muy bien que no le caía bien al supuesto mayordomo - ¿Qué te motiva a venir aquí? No me gustan los teatritos.

 

 

- Ya se lo dije. Usted es mi… amo, se supone que yo… - Kirie tenía tics en todos lados.

 

 

- Espera, espera… - Riki hizo una seña con sus manos - ¿Yo? ¿Tu amo? ¡Ja! – De nuevo su rostro se deformó – Escucha: Yo no soy el amo de nadie.

 

 

- Entienda… yo sólo hago lo que se me ordena… - Trataba en la medida de no mostrarle cuan enojado estaba.

 

 

- Ya me tienes cansado – Estaba que se jalaba los cabellos - ¿Quieres que te mande?  ¿Es eso? Pues… – Riki tomó algo – Has algo productivo y lávame los calzones.

 

 

 

Acto seguido Riki le hubo arrojado la ropa interior en la cara. Kirie le dirigió entonces una mirada llena de odio.

 

 

- ¡Y deja de mirarme así! Esos ojos tuyos me repugnan.  

 

 

Kirie se contuvo, sentía deseos de arrojarse sobre el que era su señor y golpearlo, y lo hubiera hecho si fuese un simple mayordomo; no podía arriesgarse a arruinar el plan.

 

 

- ¿Cómo que no has empezado a seducir a Iason? – Mimea aprovechaba de hablar con Kirie cuando supuestamente iba a visitar a Riki - ¿Qué se supone que has estado haciendo muchacho?

 

 

- No he podido. Vivo detrás de ese perro mugroso de Riki… no sabes cuan denigrante es eso – Kirie golpeó con fuerza la pared en donde se había recostado con anterioridad.

 

 

- Pues has algo rápido. Al señor Raoul no le gustará para nada esto que acabas de contarme. ¡Ains! ¡Los hombres no sirven para nada más que…! – Se detuvo al darse cuenta de que estaba a punto de decir un comentario “impropio” de una dama – Siempre he pensado, que no se debe mandar a un hombre a hacer el trabajo de una mujer. Si el señor Raoul se entera, puede ser que piense en buscar a otro que haga el trabajo más eficientemente… 

 

 

 

- No. Espera… prometo que para la próxima tendré mejores avances.

 

 

 

- Más te vale. Recuerda: Si haces las cosas bien, tendrás al hombre más influyente de toda la región a tus pies.

 

 

El joven mayordomo asintió, ya no había tiempo para perderlos en juego, sabía a la perfección que el señor Am no perdonaría que cometiera algún fallo.

 

 

Kirie quería más que todo deshacerse de la terrible tarea de servir a Riki, el muchacho era un amo malasangre que no hacía otra cosa que quejarse y repetirle “déjame en paz” una y otra vez. Había estudiado muy bien al moreno, sabía cuando iba a trabajar, cuando iba al baño y en que oportunidades se iba a fornicar con el Mink. Sólo debía pensar muy bien en cómo actuar.

 

 

Así puso pues su propio plan en marcha.

 

 

Después de servir el desayuno y arreglar la habitación del pelinegro, el mayordomo se dirigía raudo a la casa grande, en donde con el pretexto de ayudar, buscaba de encontrarse lo más cerca que pudiese del ojiazul.

 

 

- Yo se los llevo. No hay ningún problema.

 

 

- ¿En serio Kirie? Eres tan amable.

 

 

Aprovechaba de servir todo lo que el Mink pidiese que le llevasen.

 

 

- ¿Y Daryl?

 

 

- Es… está algo atareado. Me ofrecí ya que no tengo mucho que hacer – Colocó delicadamente el plato con los bocadillos - ¿Azúcar?

 

 

Indicó que le colocará dos cucharadas a su café.

 

 

El Mink sabía que Riki se sentía incómodo al tener a un sirviente personal, se había quejado varias veces de eso cuando intimaban – en los momentos que se tomaban para charlar – pero, Iason quería que el pelicorto aprendiese a comportarse como un hombre de mundo, o que al menos le permitiese cumplirle un capricho fuera de la cama. Riki continuaba trabajando para él aunque el ojiazul desease que ya no lo hiciese. Admitía que no sabía como hacer para hacerlo feliz o para al menos, darle a entender que no sólo le interesaba buscarlo por placer.

 

 

- Ten paciencia con Riki. A veces es un poco testarudo. No olvides que tu permanencia en éste sitio se determinará dependiendo de tu desempeño como su sirviente.

 

 

- Si señor… - Detestaba tanto que le recordasen aquello. Intencionalmente, Kirie derramó algo de café sobre el rubio – Ah… discúlpeme…

 

 

- Eres un descuidado… - Retiró sus manos -  ¿A qué esperas? Límpialo.

 

 

- Si…

 

 

Kirie se arrodilló y buscó de secarle. Obviamente todo había sido calculado, de modo que el pelicastaño aprovechó de tocarlo más de la cuenta. Pronto dejó de palpar y deslizó con cuidado una de sus manos por la pierna del Mink, en el momento en que llegó a la entrepierna subió la mirada hasta encontrar las azuladas iris de su patrón, siguiéndole en cada paso que daba. El sirviente abrió un poco la boca, insinuante, en ese instante, Iason arqueó por unos segundos las cejas, producto de un acto reflejo.

 

 

- Señor… - Con ambas manos acariciaba las piernas del rubio - ¡Ah…!

 

 

El Mink lo tomó de la muñeca y lo jaló hasta que quedara muy cerca de su rostro. Allí el ojiazul se dedicó a detallarlo, pudo notar cuando el chico se sonrojó y cuando el ritmo cardiaco aumentó, su respiración se había acortado.

 

 

- Retírate Kirie – Susurró con algo de sensualidad.

 

 

El de ojos bicolor se atrevió a permanecer unos instantes más así. Iason tomó con más firmeza las manos entre las suyas, lo que hizo que sintiera un hormigueo desperdigarse por todo el interior de su cuerpo; Kirie pensó en esto como una buena señal.

 

 

- Regla número uno: No me hagas repetir las cosas – El ojiazul le soltó luego de haberle apretado.

 

 

El muchacho asintió para luego buscar de irse de la habitación. Con lo que acababa de pasar, sentía como si hubiese dado un paso y retrocedido dos.  

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Principitos

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

 

 

Las cosas se le han puesto difíciles a Kirie ¿Logrará cumplir su cometido? (inner: ese Riki… debería aprovechar, ahora que tiene  su propio sirviente… definitivamente, a ese muchacho no se le puede alegrar con nada ¬¬) lo que pasa es que Riki es  muy independiente y una especie de  defensor de la autonomía, inner n_n  Gracias a todos por llegar hasta aquí y por cualquier rr que deseen dejar!! Hasta una próxima oportunidad!! Bye Bye!!  

 

 

 

 

 


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