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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

Konnichi wa! :p como siempre, quiero agradecer cada uno de los rr dejados en el capi anterior y agradecer el que hayan venido a leer una vez más n.n (inner: el disco rayado de siempre xD) éste capi está dedicado Afrodita_Eusugui, esperemos que se recupere pronto ^.* Voy a serles sincera, pensé que me quedaría trabada con los capis que vienen… pero extrañamente el capi 27 se escribió de golpe o.o también en las partes en las que no sabía que colocar ya se me han ocurrido ideas nuevas… en fin, vamos a leer de lo que les hablo x3

 

 

 

 

Los últimos días la intensidad de los rayos solares aumentaron, todo daba entender que se estaba dando inicio a una nueva época, una más calurosa y por ende agotadora.



Para el hacendado Iason, el cambio estaba afectando un poco su salud. No era para alarmarse, era bien conocido que las personas con tez clara reciben estos rayos con mayor furor. Unos cuantos minutos bajo el sol y su cara se ponía roja cual tomate, llegaban entonces los dolores de cabeza y una que otra sensación de mareo. El rubio empezó a usar un sombrero para protegerse, pues la ardezón que le quedaba al final del día no era para nada agradable. Todos empezaron a alabar lo bien que le quedaban los sombreros, hasta el mismo Riki lo admitía; pero para compensar su buen acto también se burlaba de él, ya que si se quitaba el nombrado sombrero se le dificultaba un poco el mirar hacía el horizonte, y más si estaba el sol en su apogeo.   



Aquella noche el ojiazul se había ido a acostar temprano, luego de advertir un extremo cansancio producto de las supervisiones al ganado, que había estado haciendo a lo largo del día.  



Todo estaba en penumbras. El sonido de la puerta hizo que el Mink se levantara un poco de la cama. Encontró una silueta masculina viéndole fijamente.



- ¿Riki? – Sólo pudo moverse un poco, se sentía algo débil.



Se mantuvo en silencio. El intruso se subió en su cama, y al introducirse entre las sabanas, Iason pudo notar su desnudez.



Le excitaba de sobremanera, no podía verlo completamente, sólo aquella figura que estaba seguro pertenecía a Riki.



- Yo sé lo que quieres… has venido aquí a que te coja ¿No es así? – Confesó el Mink con su tono habitual de hablar, un tono seductor y lleno firmeza. Sabía que al muchacho le gustaba que le hablara de aquel modo.



Pero el otro no mencionó ni una palabra, se dedicó a asentir mientras se meneaba con deseo frente al ojiazul.



Llevado por el placer, el rubio tomó al muchacho con ferocidad y empezó a besarle y a morderle, símil a un animal salvaje. El menor reprimía las quejas y los gemidos, por muy excitado o doloroso que fuera, no podía el permitir dejarse en evidencia. Así pues, apretaba los puños y los dientes y si era preciso, se mordía los labios.


- ¿No quieres hablar?


El muchacho sólo se dedicaba a tentarle con la mirada.


- Muy bien… voy a hacer que grites…


- ¡Ah!


Aunque trató, se le hizo difícil reprimir aquella queja. Iason le penetraba con extrema rudeza y profundidad.


- Cuanta… estrechez… - Tomaba las piernas del menor y las utilizaba para impulsarse – Ese Guy… voy a hacer que olvides por completo a ese hombre…voy a hacértelo de modo que no aceptes a más nadie dentro de ti… sólo a mí…


- Ku… - El de cabellos cortos se había mordido el labio tan fuerte, que éste empezaba a sangrar.


El Mink se aproximó y le lamió la sangre. No pudo evitarlo, el joven le miró con extrema ternura, sentía que sus mejillas estallarían en llamas. Alzó los brazos tratando de pedirle con gestos, de suplicarle que volviera a moverse; Iason se había detenido unos segundos atrás.


- Riki… - ¡Cómo deseaba verlo! Su vista era corta, no podía diferenciar su rostro con exactitud, aunque no lo admitiera, aún se sentía mareado. Cuando sintió las manos del muchacho, tomó las mismas por las muñecas. Procedió a continuar embistiéndole. Ésta vez con más furia.


- ¡Agh! – No pudo evitar que la saliva empezara a escurrírsele por el labio. Se le hacía tan difícil tragarla.



En el instante en que Iason se vino, cayó como plomo sobre el menor, quien lo acogió entre sus brazos con sumo cariño. El rubio no supo más de sí hasta el día siguiente.


***


Al despertar, el Mink lo primero que pensó fue en abrazarle y respirar aquel aroma que tanto le fascinaba…


- ¡!


Más su sorpresa fue enorme al darse cuenta de quien estaba a su lado.


Ese no era Riki.


- ¿Kirie?


- Buenos días señor ¿Durmió bien? – El muchacho deslizó su mano atrevidamente a través del pálido rostro.


De inmediato el rubio se levantó de la cama, empezó a rememorar todo lo que había pasado la noche anterior. Todo estaba oscuro, Riki nunca le hubo contestado, de hecho, ni se inmutó cuando mencionó aquello sobre Guy, si acaso se hubo quejado, pero de un modo bastante inusual… al detallar al mayordomo, pudo percatarse de una pequeña inflamación en el labio ¿Acaso el no había lamido la herida que sabía se hizo? Se llevó la mano a la frente, con extrema preocupación.


- ¿Dónde… está Riki?


- No lo sé. Debe estar durmiendo. Iason…


- …


El mayor estaba en shock. No se lo creía, sencillamente no se lo creía…


Iason quitó las sabanas de modo que ambos quedaran completamente desnudos.


- Iason… - Kirie se sonrojó al instante, no pudo evitar mirar la hombría de su patrón. Le había gustado, nunca pensó que el sexo con su patrón fuera tan… “extraordinario”.  


- Abre las piernas – Mandó.


- ¿Eh…?


Kirie titubeó. El Mink no perdió tregua, sin ninguna clase de pena se acercó y le abrió con rudeza. El menor se sonrojó aún más, desvió el rostro por la vergüenza, su entrada se hallaba desprotegida.


- Ia… ¡ahhhhh! – Se quejó. Iason le metía los dedos y le hurgaba por dentro – No…


Cuando sacó los dedos atrajo con ellos la sustancia viscosa. Había sentido las dilatadas entrañas de Kirie, su tibieza… el Mink no pudo mentirse más, encontrar su semilla en el muchacho era prueba suficiente.


- ¿Cómo pasó esto? – Le miraba con extrema frialdad.


- Eh… pues… - Ante lo ocurrido, el menor se asustó. Si no daba una respuesta aceptable ¿Qué era capaz de hacerle el hombre? – Yo…


- Habla – Lo apuró.


- Anoche… entré a traerle algo de té…


- ¿Por qué? No tienes nada que hacer aquí en la casa grande. Tu labor es encargarte de Riki. Todo lo referente a mis atenciones está en manos de Daryl, o cualquier otro; siempre y cuando yo mismo se lo exija. Lo sabes muy bien.


- Eso lo sé, Iason…


- No lo hagas. No me hables con tanta confianza – Lo jaló por el cabello.


- Dis… discúlpeme señor…


- No me mires a los ojos.


- S… si…


Kirie estaba completamente aterrado. No se esperó con que el ojiazul actuaría de esa manera.


- Dime… ¿Por qué entraste a mi habitación sin mi consentimiento?


- Yo… quería ver si se encontraba mejor… así que le traje un poco de té… pero… usted… usted hacía muchos ruidos, así que me acerqué a preguntarle si se sentía bien… luego me jaló del brazo y me tiró en la cama… - Kirie hacía lo posible por contarle su mentira, aquella mirada penetrante y la manera tan poco sutil con que el Mink le jalaba de los cabellos. Todo eso le instaba a sentirse atrapado – Yo no sabía… se lo juro… yo… yo sólo quería ayudarlo…compréndame… mi posición como Sirviente Blanco me obliga a obedecer en todo a mi señor…



Fue ingenioso. A pesar de que estuviera muerto de miedo, Kirie fue lo suficientemente sagaz como para darle a entender al hombre que todo lo que había pasado era culpa del patrón, no del criado ¿Y cómo no creerle? ¿Cómo ponerlo en duda si el mismo cuando joven se aprovechó de su posición y sometió a cuanto sirviente le atrajo sexualmente? No le hubo importado nunca que aquellos muchachos no quisieran, su prioridad: La propia satisfacción sexual ¿Había ocurrido entonces lo mismo con Kirie?  


Iason se llevó la mano a la frente. Completamente repugnado por sus actos.


- Ve a lavarte  – Le ordenó, sin quitar la mano de su frente, la cual ahora en puño, daba pequeños toques en la zona. ¿Qué haría? ¿Qué debía hacer?


- Eh…si… - Murmulló.


Cuando el muchacho se levantó y se fue hasta el baño, el Mink pudo notar como de sus piernas escurría su esencia. Con ambas manos echó su cabello hacía atrás. Se sintió peor, le encantaba correrse dentro de Riki, por eso le había tomado con furia, para que en el momento de mayor rigor, el menor no pudiera resistirse a dejarse venir en él. La había regado, de eso duda ninguna.     



Mientras se duchaba, el menor trataba de calmarse. Su cuerpo temblaba cual hoja al viento. La actitud de Iason le había dejado envuelto en terror. Pensó que su corazón se detendría en cualquier segundo, porque en los terribles momentos en que le interrogó, el mismo no había dejado de palpitar arrebatadamente. Suspiró. Había dado su golpe. Ya no podía dar marcha atrás. Sólo debía esperar ¿Y cómo lo tomaría Riki? El mayordomo se llevó instintivamente la mano al cuello, de seguro lo degollaría… o lo castraría… fuera como fuese, Kirie estaba convencido de que aceptar aquel trabajo, había sido una locura.  


Luego de que el Mink saliera del baño, pudo notar que Kirie continuaba en la habitación.


- Esto… - Desvió la mirada.


- Continuaremos hablando después… - Se medio arregló la ropa - Voy a bajar. Espera cinco minutos antes de salir – Mandó Iason con su voz templada. Aunque por dentro estuviera completamente escandalizado.



Kirie asintió con levedad.


El rubio salió de la habitación y seguidamente le siguió el atrevido mucamo. No iba a quedarse tanto tiempo a esperar, necesitaba que por lo menos una persona lo viera saliendo de la habitación de Iason, de esa forma estaba más que seguro, no tardarían en enterarse todos.


- Espera… Iason… - Se sintió de nuevo confiado de hablarle sin miramientos. Trababa de tomarlo del brazo, sus ropas se encontraban medio puestas – No me dejes así.


El rubio lo esquivaba y trataba de acomodarse la camisa.


- Hace un frío de los mil diablos… - Riki se frotaba las manos – Tal vez Iason aún esté acurrucado en su lecho. Bien, tenemos media hora antes de que inicie mi jornada. Con eso será suficiente – El muchacho sonrió. La noche había estado tan fría, que no había tenido valor de siquiera levantarse de la cama. Le había gritado al odioso de su mayordomo que le trajese otra manta, pero el muy tarado le había ignorado.



En el momento en que el Mink bajaba las escaleras, se topó con Riki, tratando de subirlas ¡Que caprichoso es el destino! La escena que tenía ante sus ojos era delatadora: Kirie medio vestido, jalando al mayor por el brazo, quien también se hallaba con las ropas desordenadas… el pelinegro con la vista enfocada en lo que tenía enfrente, pudo deducir rápidamente que había sucedido entre ellos.


- Riki… - Emitió como un suspiro el rubio.


- Ah… así que por eso el muy ingrato me dejó helándome a media noche… - Le lanzó una mirada rabiosa a Kirie. Al recibirla, el joven mayordomo se ocultó detrás del rubio. Riki se había levantado en la madrugada a regañar a Kirie, si, lo había hecho y obviamente no lo encontró en su cuartito – Anda gusano… ¡Da la cara!


- Riki… basta… - Iason trató de intervenir, pero ¿Qué decirle?:


“Riki ¡No es lo que parece!”, estuvo a punto de expresar aquello, pero al instante logró dar con la reacción que tendría el joven si lo decía ¿Cómo que no? ¿Qué debía pensar si le encontraba bajando de su habitación junto a ese bribón? ¡Por supuesto que debía pensar mal! Después de todo el mayordomo no se había arreglado las ropas, calculando maliciosamente el que alguien dedujera lo que acababa de pasar. El Mink, decidió usar todo lo que estaba pasando a su favor.


- ¿Qué es lo que quieres, Riki? – Mencionó Iason con su apacible modo de actuar.


- Una explicación – Escupió claramente enojado.


- ¿Por qué habría de dártela? No creo que te importe el que le entregue mi cuerpo a alguien más.  


Riki le otorgó una mirada hostil, gruñó y volvió a bajar las escaleras, totalmente ofuscado. El rubio alzó la mano como tratando de alcanzarle, pero, algo en su interior le decía que lo mejor era que las cosas permanecieran de ese modo.


Kirie sonrió. Todo estaba saliendo según lo planeado.


****


- Señor Iason ¿Me mandó usted a llamar? – Daryl se aparecía frente a la oficina del patrón.


- Si. Dile a Kirie que ya no tiene porque obedecer las órdenes de Riki.


Era obvio, Daryl sabía que si dejaba a ambos hombres conviviendo, el pelinegro no tardaría en acribillar al otro.


-  Dile también que recoja sus cosas.


- Quiere decir… - El mayordomo levantó la vista. Impresionado.


- Así es. Acomódale un cuarto en la casa grande.


- Como ordene – Emitió Daryl, espantado con la noticia.



El mayordomo salió con intenciones de cumplir cada una de las órdenes dadas por su señor. Pero en el camino se encontró con algo que lo hizo volverse a la oficina.



- ¿Qué sucede Daryl? Sabes muy bien que no me gusta repetir las cosas – Mencionó con un deje de molestia ¿Desde cuando el demostraba sus estados de ánimo a los sirvientes?  


- Disculpe señor Iason, pero es que Riki quiere hablar con usted.


- ¿Ah si? – Sin inmutarse - Dile que no estoy – Continuó en lo suyo.


Daryl le miró.


- No creo que me crea. Sabe  que eso no es verdad.


- Entonces dile que no quiero atenderlo.


El mayordomo ni se movió.


- No creo que con eso se vaya – Conocía demasiado bien al muchacho, era tan obstinado que estaba seguro de que permanecería pegado a la puerta hasta que le recibieran –… Y usted lo sabe…


En la habitación hubo unos incómodos segundos de silencio. Daryl se atrevió entonces a hablar:


- Señor Iason… ¿Qué sucederá con Riki?


- ¿Por qué habría de suceder algo?


- ¡Pero…! ¿Quiere decir que se quedará en la hacienda…? – Se hallaba claramente afectado.


- Yo no lo he echado – Era increíble el grado de su auto control.


- Es cierto, usted es la clase de hombre que no mezcla las relaciones sentimentales con el trabajo… - Desvió la mirada - ¿No es así? – Más el Mink no le contestó – Señor Iason… ¿Qué espera de Riki? ¿De verdad no le importan sus sentimientos?


- …


- Si es así… entonces dígame… ¿Es cierto lo que dicen todos?


“Lo que dicen todos”. El chisme de su revolcón con Kirie estaba en su auge por toda la hacienda.


- Yo sé que usted lo ama…


- Daryl… - Llamó su atención - No te metas en lo que no debes. Si no te he echado es porqué no me has dado razones para ello. No me des motivos ahora… porque no tendré consideraciones con nadie – Le afiló la mirada -  Has pasar a Riki y ve a hacer lo que te he mandado.



Daryl le hubo obedecido y más por cómo le había dicho aquello. Pudo notar en sus ojos una mirada fría, llena de una insensibilidad impuesta; además el tono de su voz siempre estuvo empapado de autoridad. Luego de notificarle al moreno que le recibirían, puso marcha a realizar cada una de las tareas mandadas por Iason. Así no fuera su deseo cumplir ninguna, un mayordomo debía obedecer las órdenes de su patrón.      



Finalmente, Riki entró a la oficina. Cuando estuvieron solos, la conversación entre ellos dio inicio:



- Iason. He venido a advertirte – Hablaba con suma seriedad.


- ¿A advertirme? ¿Por qué no admites que te molesta que éste con otro? – Expresó directamente.


- ¡Claro que no! Puedes hacer lo que te venga en gana.


- ¿Entonces? ¿Por qué vienes a reclamarme?


- Yo no te estoy reclamando. Sólo te estoy alertando. Estoy seguro de que ese muchacho está aliado con Raoul. Escúchame, nada me saca de la cabeza que se tienen algo entre manos… Iason, tienes que creerme. Todo esto que está pasando es para hacerte daño…  para perjudicarme.  



Iason sacudió levemente la cabeza.



- ¿Cómo te atreves a difamar el nombre de mi amigo? Él no sería capaz de hacer algo tan bajo – Hizo una pausa. Tal vez, aquella oportunidad podía aprovecharla para descargarse – Y de ser así ¿Eso en que te afecta? Dudo mucho que estés preocupado por mí, dime… ¿Estas celoso? ¿Te molesta que le de a otro las atenciones que había estado dándote sólo a ti? ¿Te duele? ¿Es eso? Dime ¿Por qué te enfadas? ¿Acaso… sientes por mí alguna clase de afecto? – Sus ojos se iluminaron al preguntarlo.



- ¡Te equivocas!... yo… sólo… - Bajó la cabeza. Era cierto, estaba celoso, tanto que en el momento en que vio a Kirie al lado de Iason, quiso arrastrar al abusivo muchacho de las greñas ¿Cómo se atrevía a meterse con el que era su macho?  



Al no recibir ninguna otro alegato, el Mink se dispuso a apartarse.


Riki lo tomó con brusquedad del brazo.



- ¡No me dejes así!


El Mink le miró con los ojos totalmente brillosos. Aquellas palabras lo habían esperanzado en cierto modo.


- ¿Así como? Tú y yo nunca tuvimos nada serio. Quedamos de acuerdo en que sólo hacíamos todo esto por placer ¿No? Simplemente he optado por conseguirme un nuevo compañero de juegos. Ahora, no te tomes tantos atrevimientos y compórtate como es debido – Se deshizo del agarre. Le abrió la puerta – Ahora, vete. No me hagas perder el tiempo.



El moreno se mordió el labio, totalmente iracundo. Si tan sólo fuese más sincero con sus propios sentimientos.



- ¡Bien! ¡Si lo que quieres es darle el culo a ese mocoso! ¡Hazlo! ¡Me importa una mierda! – Escupió el menor.



Iason fue destrozado por dentro con aquellas palabras ¿Cómo podía ser tan cruel? No permitió que el menor se diera cuenta de cuan afectado estaba. Él esperaba que Riki empezara a valorar más su amor. Si había sentido tantos celos por una mujer ¿Hasta donde sería capaz si decidía empezar a hacerlo con otro hombre? ¿Era posible que acostándose con Kirie lograra hacer reaccionar al obstinado de su amado? Aquellas eran las pruebas en las que el rubio inmiscuía al moreno, así éste no quisiera… y así su corazón sufriera con ello en el camino.   

 

 





Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

:B (inner: O.O Kirie!!!!! Lo voy a matar!!!!! ò___ó) Ajá! Hemos visto que ya Kirie ha empezado a moverse ¿Será posible que Iason caiga más en las redes de la traición? ¿Todo esto hará que Riki por fin se de cuenta de lo que es evidente para todos? (inner: Riki!!!! Reacciona por el amor a kami-sama!!!! ‘O’) Muchas gracias a todos por leer y por cualquier comentario que deseen depositar a nuestra cuenta de comentarios n.n hasta la próxima!! Bye Bye!!

 

 

 


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