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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

 

Konnichi wa mis queridos lectores n.n como siempre quiero disculparme por la extensa tardanza xD pero lo importante es que ya estamos de vuelta y definitivamente vamos a seguir esta historia hasta el final, tranquilos que yo no la voy a abandonar, bastante que me costó sacar todo este embrollo de mi cabeza como para dejarlo sin seguir je je  :B Espero que lo que están por leer sea de su agrado ya que le puse todo mi empeño y cariño :3 Nos leemos abajo!!!

 

 

 

 

Riki estaba sumamente enojado. Estaba que le arrancaba la cabeza al primero que se le topara enfrente. Dedicó todo el camino a patear y golpear todo lo que estuvo a su paso, y es qué no era para menos, se acababa de enterar de que Iason tenía pensado “compartir” equitativamente los encuentros sexuales entre él y Kirie ¿Qué rayos tenía el rubio en la cabeza? De tan sólo pensar en que ocuparía en la misma cama en que instantes atrás estaría ese mocoso lo molestaba, pero lo que más le rabiaba era la idea de compartir al Mink en si mismo. Eso le hervía la sangre. 

 

 

 

 

 

 

Cuando llegó a su habitación, empezó a arrojar cosas y a gruñir, tal vez tratando de desahogarse. De repente se detuvo, una nueva sensación, alguien lo estaba observando. Subió la vista y se halló a Kirie viéndole fijamente, apuntando aquellos ojos bicolores con firmeza sobre él.

 

 

 

 

 

- ¿Qué miras? – Espetó Riki ofuscado.

 

 

 

 

 

Más Kirie no le contestó. Se dedicó exclusivamente a mirarle, en sumo silencio. Cómo quien observa una cosa de poca significancia.

 

 

 

 

 

- No te quedes ahí parado ¡Anda a hacer algo! – Trataba de quitárselo de encima. Estaba harto y obstinado de su presencia. Buscó entre sus bolsillos, al no encontrar lo que buscaba volvió a refunfuñar - ¿A qué esperas? ¡Tráeme cigarros y algo de licor!

 

 

 

 

 

- A ver… Nnnnnn…no – Había puesto énfasis en la pronunciación de la consonante, de modo que su respuesta sonara totalmente jocosa.

 

 

 

 

- ¡!

 

 

 

 

¿No? El pelinegro se acercó hasta él de manera autoritaria.

 

 

 

 

- ¿Cómo que no? – Riki le arrojó una mirada amenazante.

 

 

 

 

 

-  Así como lo has oído. Ya no trabajo para ti. Por tanto, ya no tengo que obedecer ninguna de tus ridículas órdenes – Mostró una sonrisa. A pesar de que los penetrantes ojos del muchacho le perturbaran, no debía demostrárselo.

 

 

 

 

 

Riki lo miró de nuevo, ésta vez cómo un animal rabioso que está a punto de atacar.  

 

 

 

 

 

- …Y ahora, si me disculpas voy a mi nuevo lugar: Como sirviente exclusivo del señor Iason – Hizo un movimiento de hombros. Empezó a caminar, a bordear al moreno, como quien hace un análisis exhaustivo de algo – Él si sabe como hacer sentir bien a un Príncipe… si sabes a lo que me refiero – Buscó de hacer molestar al muchacho.

 

 

 

 

 

- Ah… Con que de eso se trataba – Sonrió - De seguro fue la  primera vez que te la metieron… ¿Tanto así te gustó? – Gozó ante su comentario mordaz.

 

 

 

 

- ¡Kssss!

 

 

 

 

 

Kirie lo miró con rabia. Sus mejillas estaban coloreadas. Aunque se sintiera lo suficientemente confiado como para agredirle verbalmente, admitía para sus adentros que los comentarios del Riki eran en extremo aniquiladores. No podía competir con ellos. Lo único que podía hacer era sacarle en cara sus logros, y así pues lo hizo.

 

 

 

 

 

- Pues, di lo que quieras… ahora el señor me prefiere a mí, no por nada me ha pedido que ocupe una de las habitaciones principales de la casa.

 

 

 

 

 

El cambió de facción en el rostro de Riki fue demasiado evidente.

 

 

 

 

 

- Vaya, vaya… ja ja ja – Rió el pelinegro, no dejándose turbar - ¡Hay que ver cuanto cambia un hombre por un culo! – Contestó indignado y sin restringirse nada. Se acercó hasta el ojicolor, lo suficiente como para invadir su espacio personal  – Lo mejor es que te me vayas yendo, así – Chasqueó los dedos dos veces -  Si haces esto por plata deberías detenerte. Iason no es tan estúpido como para dejarse influenciar, menos por alguien como tú.

 

 

 

 

 

- Je je… - Kirie rió falsamente un poco, no quería que Riki se diera cuenta de lo nervioso que estaba, sabía que estaba a punto de acabar con su paciencia - Al principio si, lo hacía por el dinero, por los lujos y por mi estatus como Príncipe Blanco. Pero… ¿Sabes qué? Ahora nada de eso me interesa… - El ojicolor se aproximó hasta el otro muchacho, lo miraba con engreimiento y severos aires de autoridad –  Me quiero quedar con el señor Iason, sólo para mí… no importa lo que piense el señor Raoul y mucho menos una plaga de tu calaña – Sonrió – ¿Qué te parece? No sólo todos sus bienes, sino también me quedaré con su corazón, ji ji ji. 

 

 

 

 

 

La cólera lo inundó por completo. Fue la gota que derramó el vaso.

 

 

 

 

 

- ¡¡Eso lo veremos!!

 

 

 

 

 

Riki tomó a Kirie del saco negro y lo arrojó al suelo con brusquedad, acto seguido empezó a golpearlo. El otro intentaba zafarse del pelinegro, pero lo único que lograba hacer era medio esquivar los puñetazos y arañarlo. No era tan bueno peleando como Riki. Al moreno le brotaba una imperiosa necesidad de golpear lo que fuera y la furia que estaba instalada dentro de su ser, lo llevaba a desquitarse con el desafortunado de Kirie, que había cometido el terrible error de hablar de más.  

 

 

 

 

 

 

Cuando notó que el pelicastaño ya no tenía fuerzas para seguir, lo empezó a arrastrar como si fuese un saco. Todos los que había oído el alboroto se cercaban a ver como Riki tiraba de la camisa al que conocían como su criado personal. Nadie interfería a pesar de que Kirie pidiese ayuda y alegara que el muchacho se había vuelto loco. Exigía que lo soltase a gritos, pero estaba tan aturdido por los golpes – y el hinchamiento de su rostro – que se le hacía difícil contrastar  lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Escuchaba voces roncas y azoradas, voces pertenecientes a los demás empleados.

 

 

 

 

 

- ¡Eso te pasa por putón! – Gritaba uno.

 

 

 

 

 

- ¡Vamos Riki! ¡Dale duro! – Alentaba otro.

 

 

 

 

 

Gritaban, silbaban, se empujaban, se reían… les excitaba aquello como si estuvieran viendo una pelea de gallos.

 

 

 

 

 

 

Riki tampoco es que quisiera golpear al muchacho hasta dejarle inconsciente, no… él no pensaba en hacer semejante espectáculo sólo para divertir un rato a sus compañeros de trabajo… Lo que quería el pelinegro era que Kirie se sintiera humillado, tanto como se hubo sentido cuando Iason le prefirió antes que hacerle caso a él.     

 

 

 

 

 

 

- Pareces ser un chico muy caliente. Esto es para que te refresques un poco.

 

 

 

 

 

El pelinegro levantó al de ojos bicolores y lo arrojó dentro de una zanja llena con agua.

 

 

 

 

 

¡¡SPLASH!!

 

 

 

 

 

Las gotas salpicaron por doquier. Kirie quedó bañado de barro. Las risas empezaron a inundar el lugar.

 

 

 

 

 

 

- ¡Ja ja ja ja ja ja ja! – Era el cántico de la zona. Al final les había dado con qué disfrutar.

 

 

 

 

 

 

- ¡Cállense! – El pelicastaño trataba de detener aquellas burlas.

 

 

 

 

 

- No sabes cuando parar ¿Verdad? Te crees la gran vaina, pero no eres más un bicho raro con ojos anormales  – Riki estaba de brazos cruzados y con una expresión de completa victoria. Su voz se volvió más seria –Vuelve a buscarme camorra y te vuelo los dientes de una patada ¿Me has oído? 

 

 

 

 

 

- “Te odio.  Esto no se queda así” – Se leía en la cara del que permanecía en el charco.

 

 

 

 

 

- ¡¿Qué está pasando?! – La estruendosa expresión pertenecía a Katze. Los hombres se encresparon - ¡Que alguien me lo explique! ¿Quién es el culpable?

 

 

 

 

- Yo – Habló Riki tajantemente y hasta levantando la mano. 

 

 

 

 

 

- Claro, Riki ¡Tenías que ser tú! – Mencionó - ¡Que descaro! Y lo dices con tanta serenidad… ¿Cómo te atreves a tener semejante comportamiento con uno de los subordinados de la familia Am?

 

 

 

 

 

- Él se lo buscó.

 

 

 

 

 

- ¡Es increíble! ¿No sabes en donde estás parado? – El pelirrojo estaba claramente alarmado – La familia Am merece respeto en esta casa ¿Cómo es posible que un arrastrado como tú…?

 

 

 

 

 

- ¡¡La familia Am o la Mink!! ¡¡Me valen las dos!! – Luego de gritar aquello con evidente enojo, Riki se dio la vuelta dispuesto a irse. Si se quedaba más tiempo escuchando al mayor, estaba seguro de que terminaría golpeándolo también.

 

 

 

 

 

- ¡Riki! ¡Espera! ¿Para dónde vas?

 

 

 

 

 

- ¡¡Lejos de aquí!!

 

 

 

 

 

Mientras caminaba a paso firme Riki sentía que tenía plomo en los zapatos. Ya se había decidido, recogería sus cosas y se largaría de la hacienda. No se quedaría ni un día más… “Ni aunque Iason venga a pedírmelo de rodillas” pensó el de cabellos oscuros. Ésta vez nada ni nadie lo haría cambiar de opinión.

 

 

 

 

- Riki. Disculpa que entre así… esto… - Notó lo que estaba haciendo.

 

 

 

 

 

- Daryl… - Debido a su estado había olvidado cerrar la puerta. Trató de aparentar normalidad - ¿Qué ocurre?

 

 

 

 

 

- Esto llegó para ti.

 

 

 

 

 

El moreno lo tomó.

 

 

 

 

 

- ¿Una carta?... La leeré luego… - Se disponía a seguir haciendo sus maletas.

 

 

 

 

 

- No. Debe ser ahora. Me confiaron que es un asunto de extrema urgencia – Notificó el mayordomo.

 

 

 

 

 

Al escuchar aquello, el moreno volvió la vista al sobre. Al leer el remitente, se olvidó de todo lo demás. Su atención absoluta entonces se enfrascó en el imperioso deseo de leer el contenido.

 

 

 

 

 

- Riki. No seas imprudente – El mayordomo llamó su atención. Se notaba sumamente preocupado por todo lo que estaba sucediendo – Sé que las cosas se han puesto algo tensas… pero… el señor Iason…

 

 

 

 

 

El pelinegro alzó la mano, indicándole que se detuviera y le dejase.

 

 

 

 

 

- Daryl… ahora no. Esto es más importante…

 

 

 

 

 

Ya a solas. Se dispuso a leer la dichosa carta.

 

 

 

 

 

“Riki. Mi querido Riki. No sabes cuanto te he extrañado. Cuanto sueño con tenerte entre mis brazos y sentir el calor de tu cuerpo desnudo junto al mío. Quisiera ir hasta allá y robarte mí querido Riki, robarte y tenerte sólo para mí. Sé que tú ansías lo mismo que yo…”

 

 

 

 

 

- Guy… - Riki se emocionó.

 

 

 

 

 

 

Se llevó el papel al pecho y lo abrazó. A pesar de lo rudo que tratara de mostrarse a los demás, dentro de sí también se anidaba la necesidad de sentirse extrañado por aquel que amaba, la necesidad de sentirse vulnerable ante lo acontecido y la sensación de que existía alguien que era capaz de librarle de ese dolor. Saber que dentro de poco estaría a su lado, junto a aquella persona que con sólo su presencia le hacía sentirse seguro, con la que no tenía porqué mostrarse fuerte, con quien no tenía que mentir ni ocultar sus sentimientos… ah… ¡Cuánto extrañaba formar parte de esa realidad! Junto a Guy no tenía porqué pelear tanto, lograba ser él mismo sin tantos problemas; vivir en la hacienda Mink le resultaba en extremo agotador… Se permitió entonces soltar un suspiro de alivio, dentro de poco volvería a sentirse de nuevo dependiente de Guy, ya no tendría porqué preocuparse por aparentar ser más fuerte de lo que era, ya el pelicastaño lo conocía, sabía con exactitud hasta donde era capaz de llegar y de qué modo amar a Riki sin que ese amor le cortara las alas. Si… definitivamente quería volver a sentir esa sensación de libertad. Estaba aliviado de que de nuevo la tendría.

 

 

 

 

 

Continuó leyendo:

 

 

 

 

 

“Sólo que ahora ha surgido otro problema…”

 

 

 

 

 

 

Aquello alarmó al joven. Terminó de leer la carta con mayor rapidez y quedó frustrado. Guy le contaba que se había metido en problemas, graves problemas para ser más exactos y necesitaba una cantidad de dinero muy elevada. Ni siquiera pensando en el arreglo que le darían si renunciaba le alcanzaba para pagar semejante cantidad.

 

 

 

 

 

 

-  “¿Qué has hecho Guy? No ahora, no ahora que necesito irme de ésta hacienda… que necesito alejarme y olvidarme de todo, antes de que sea demasiado tarde… antes de que yo…” – Pensaba Riki con desespero. No sabía hasta que punto sería capaz de seguir negándose.

 

 

 

 

 

- Riki.

 

 

 

 

 

- Ah… Katze. Me encontraste – Se hallaba sentado e instantes atrás había ocultado su rostro entre las piernas.  Desvió la mirada, totalmente desanimado, esperando la reprimenda del mayor referente a lo ocurrido.

 

 

 

 

 

El pelirrojo se sentó a su lado.

 

 

 

 

- No tienes que renunciar Riki. Puedo intervenir por ti.

 

 

 

 

 

El moreno levantó levemente la mirada, eso no se lo esperaba ¿A qué venía tanta amabilidad? Llegó a pensar que el hombre tenía bipolaridad, ya que le hablaba con un semblante completamente diferente al que había mostrado instantes atrás.

 

 

 

 

 

 

- ¿Malas noticias? – Había visto la hoja de papel colocada al lado del muchacho, con mucho cuidado se la hubo pasado a Daryl para que se la hiciera llegar a Riki. Iason le había ordenado que escribiese aquella carta para impedir que el pelinegro se marchase de la hacienda. El pelinegro era evidente en todos los sentidos – Muchas veces nuestros problemas son producto de la falta de dinero.

 

 

 

 

 

- Si… aunque… otros problemas no tienen una solución tan común.

 

 

 

 

 

Katze sabía a que se estaba refiriendo. No le gustaba para nada tener que engañar al muchacho, le había ocultado tantas cosas que estuvo a punto de soltárselas de un sopetón, más decidió actuar con mayor prudencia. Tenía que dejar que el menor lograra descubrir que hacer por su propia cuenta.  

 

 

 

 

 

- Riki. Eres muy testarudo y siempre estás a la defensiva. Por eso no te das cuenta de las cosas que ocurren a tu alrededor. Dime… ¿Por qué te peleaste con Kirie?

 

 

 

 

 

- Idioteces – Gruñó.

 

 

 

 

 

- ¿Qué clase de idioteces te hacen comportarte como un salvaje?

 

 

 

 

 

- Se puso a decir cosas que no debía – Soltó seco. De sólo acordarse le daban ganas de tener de nuevo al muchacho de frente.

 

 

 

 

 

- ¿Ah si? ¿Y qué cosas dijo exactamente que te molestaron tanto?

 

 

 

 

 

- …

 

 

 

 

 

No podía decirlo. Simplemente no podía decirlo. Le había molestado el hecho de que Kirie estuviera pensando en quedarse con Iason ¿Por qué eso lo enojaba tanto? ¡Maldición! No quería que aquel mocoso volviera a meterse en la cama a su patrón. Estrangularlo como una gallina. Eso era lo que quería hacer con Kirie si volvía a enredársele entre las sabanas ¿Y por qué? Ni él mismo se lo explicaba. Sólo sentía una rabia terrible que lo abarcaba en su interior.

 

 

 

 

 

 

Katze se cansó de su silencio y de su ingenuidad. Trató entonces de hacerlo entrar en razón. No podía seguir ayudándole, ya que estaba más del lado de Iason. 

 

 

 

 

 

- Sinceramente no entiendo para que te sirve la cabeza. Todos estos problemas te los has buscado tu mismo. Por tu falta de entendimiento ¿No te das cuenta de que lo que haces no solamente te perjudica a ti, sino a Iason? Debes mirar más allá de tus ojos… contéstame Riki. Sé sincero ¿Nunca llegaste a pensar en la posibilidad de que entre ustedes dos pudiera haber amor?

 

 

 

 

 

- ¡Yo…! – Se sobresaltó.

 

 

 

 

 

- Contéstame. Tienes una boca muy buena para soltar pestes. Anda. No te quedes callado ahora.

 

 

 

 

 

 - Pues… - Desvió la mirada, trataba de negarse a si mismo lo que estaba escuchando  - Eso es imposible… él mismo me lo dijo.

 

 

 

 

 

“¿Y tú te lo creíste?” Parecía decir la expresión del pelirrojo.

 

 

 

 

 

- No te estoy preguntando que crees que piense Iason al respecto, te estoy preguntando que piensas tú.

 

 

 

 

 

- Yo… no pienso nada – Farfulló.

 

 

 

 

Era cierto, Riki era demasiado testarudo, incluyendo con sus propios sentimientos.

 

 

 

 

 

- Comprendo… - Era evidente que no podía intervenir más por su patrón - Bueno, en todo caso parece que Iason ahora se ha fijado en Kirie – Mencionó Katze, como tratando de regar en su interior la plantita de los celos que ya había germinado - Acéptalo .Ya tu tiempo se terminó.

 

 

 

 

 

 

Tan pronto como Iason se enteró de la escena que armó Riki, quedó complacido. Estaba convencido de que el muchacho se había “peleado por él” ¡Cuanta dicha ante el infortunio ajeno! No le importó que Kirie le llegara con la cara hinchada y llorándole que el salvaje de Riki le había golpeado, mandó a Daryl a que le atendiera, ya que él estaba sumido en su visión. Deseaba ver más, enterarse de más y más arranques de celos como aquel. El Mink sentía como si su amor danzase y se extendiese, lo que parecía haber sido una desgracia, un error, se había convertido en una bendición, gracias a su desliz con Kirie, había logrado ¡Por fin! Que Riki lo celara. Por más extraño que pareciera éste comportamiento, el rubio se aseguraba a si mismo que todo lo que estaba ocurriendo no era más que las pruebas por las que tenía que pasar, hasta salir victorioso en la conquista de su amor.

 

 

 

 

 

Cuando Mimea recibió la noticia de los avances de Kirie, no pudo ocultar su impresión.

 

 

 

 

 

- Realmente has hecho un buen trabajo. El señor Am estará muy complacido – Lo mencionaba, pero estaba segura de que si le contaba al ojiverde que el muchacho se estaba “revolcando” con su amado, lo menos que sentiría sería complacencia – Pero no te duermas en los laureles, si Riki realmente quiere a Iason, no se quedará de brazos cruzados.

 

 

 

 

 

- ¡Que va! – Tomó una actitud despreocupada - Si quieres mi opinión, ese roñoso no siente el más mínimo afecto por nadie. Es más, desde su ataque no ha movido ni un sólo dedo para tratar de recuperar a Iason. Pienso que se molestó simplemente porque le quité los lujos que tenía, sólo eso… - Mencionó con extrema confianza en sus palabras.

 

 

 

 

 

La mujer le miró son mayor intensidad.

 

 

 

 

 

- Hay que ver que aunque le hayas servido, no aprendiste nada de Riki.

 

 

 

 

 

- ¿Qué? – Kirie hizo una mueca.

 

 

 

 

 

- Es en extremo orgulloso. Sabe que Iason fue el que lo ofendió al acostarse contigo, por eso ve como un acto incorrecto el tratar de solucionar las cosas el mismo. “Él fue el que la regó, no yo”, así lo ve Riki…

 

 

 

 

 

- Al parecer tú si lo conoces bastante – Miró a la mujer – No me digas qué… ¿Te gusta?

 

 

 

 

Mimea se quedó muda. Arregló su cabello.

 

 

 

 

- Kirie… no te confundas. Estamos hablando de Iason y Riki ¿No? – Le obligó a que cambiara de tema.

 

 

 

 

 

 

- Tú tranquila. Tengo todo bajo control – Aseguró el muchacho.

 

 

 

 

 

- Bueno… - No muy confiada - Como sea, daré las buenas nuevas en la hacienda… espero que no nos decepciones muchacho. El señor Raoul espera mucho de ti – La chica se fue galopando en uno de los caballos de la hacienda Am.

 

 

 

 

 

 

Las palabras de la mujer se quedaron instaladas en el cerebro de Kirie. Era cierto, tan rápido como había ascendido también podía caer.

 

 

 

 

 

- Daryl. Llama a Riki. Dile que venga a mi habitación inmediatamente.

 

 

 

 

- Si…

 

 

 

 

 

A pesar de que Kirie era conocido como el nuevo “favorito” del patrón, y a pesar de que Iason se acostara con él, continuaba llamando también a Riki. Quería que el moreno se diera cuenta de que realmente no podía compartirlo, que deseara que fuera suyo exclusivamente.

 

 

 

 

 

 

En ocasiones Riki accedía, pero únicamente con intenciones de follar. Entonces llegaba, lo hacían y luego se iba. Ya no le dirigía la palabra al rubio. A menos que éste le comentara algo, entonces respondía sin ninguna clase de interés. El Mink también sacaba su orgullo a relucir y lo poseía como cuando lo hacía por simple placer.

 

 

 

 

 

 

Así pues, ya ni se besaban. Los besos pueden ser considerados como un acto sagrado, una muestra verdadera y exclusiva de cariño entre los amantes. De ésta manera y ante las circunstancias los besos no podían surgir entre ellos. 

 

 

 

 

 

 

Pero… llegó el momento en que Riki se obstinó de aquella rutina.

 

 

 

 

 

- ¡!

 

 

 

 

 

Enorme fue la sorpresa de verle entrar tan descaradamente en su cabaña, cuando acababa de salir de la ducha.

 

 

 

 

 

- Iason… ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? – Se giró. Continúo frotándose el cabello, cómo no dándole importancia a su presencia.

 

 

 

 

 

- ¿Qué clase de pregunta es esa? Te mandé a que fueras a mi alcoba – Hablaba con absoluta frialdad – Y tuviste el descaro de no aparecerte.

 

 

 

 

 

- Ah si… lo olvidé – Se hizo el desentendido – Cómo sea. Hoy no tengo ganas de coger.

 

 

 

 

 

El rubio le afiló la mirada.

 

 

 

 

 

- No es que tengas ganas o no… - Le hablaba con extrema frialdad.

 

 

 

 

- ¡!

 

 

 

 

 

- Yo soy tu patrón y debes obedecerme en todo.

 

 

 

 

 

- ¿Qué te pasa? ¿Se te fundió el cerebro? – Trataba de zafarse, el ojiazul le había capturado, le apretaba el brazo con fuerza - ¡Suéltame!

 

 

 

 

 

- No me des órdenes. Ahora mismo voy a enseñarte quien manda aquí - Mencionó el rubio con tono imponente. 

 

 

 

 

 

 

Estaba decidido a amarlo… así fuera a la fuerza.

 

 

 

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Oh!!!!!!! ‘O’ Parece que Iason ha vuelto a precipitarse n.n (inner: ¿Por qué dientras lo cortaste ahí!! O.o!!) es que se excedió del límite de palabras xD  Pero ¡oh! Riki por más que quiera no puede irse de la hacienda ¿Qué sucederá? ¿Hasta cuando le durará el reinado a Kirie? Muchísimas gracias a todos por haber leído y si es de su agrado dejar su comentario ;) Les envío muchos besos y abrazos a todos!! Bye Bye!! 

 


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