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El aroma correcto por lady_chibineko

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Título: El aroma correcto

Autor: Lady chibineko
(Miembro de la Orden Sirusiana y alumna de Hufflepuf en Media Noche en la Torre de Astronomía, Miembro de la Mazmorra del Snarry)

Disclaimer:
Todos los personajes de este fanfic pertenecientes a la serie de películas de Ice Age son propiedad exclusiva de Blue Sky Studios y 20th Century Fox. Yo solo escribo sin fines de lucro y por diversión.

Advertencias: Este es un fanfic del tipo slash, lo que quiere decir relaciones chico-chico (en este caso más bien seria tigre-tigre xD, por lo que también es medio zoofílico); si no es de agrado este tipo de lectura, por favor no sigan. Incluye las películas de la primera a la tercera.

Y ahora al fic, enjoy the chapter.

Capítulo III

- "¿Qué es lo que quieres saber?."- preguntó el tigre más joven, de alguna manera para no solo tener tiempo de asimilar lo que estaba sucediendo, sino para asi poder responder solo lo que el otro tigre quisiese saber y nada más.

- "Ya te lo dije. Quiero saberlo todo."- bien, eso no ayudaba.

Daniel suspiró pesadamente. Algo le había dicho desde el día que se encontró con Diego de nuevo que ese momento llegaría aunque él no quisiese. Dio entonces un suspiro y terminó de ordenar sus pensamientos.

- "La verdad es que no puedo decírtelo todo... porque no recuerdo todo. Por algún motivo solo recuerdo un poco de ese todo que tu quieres saber, así que te tendrás que conformar con el todo que yo sé y nada más."- dijo el tigre más joven con un dejo de tristeza y Diego reprimió un gruñido de exasperación mientras trataba de entender lo que el chico le había dicho.

Daniel entonces suspiró mirando hacia el vacío. Los recuerdos tal vez eran pocos, pero no por ello eran menos dolorosos. Tal vez todo lo contrario. Abrió la boca y comenzó a hablar mientras su mirada rehuía a los otros que estaban presentes.

- "Como ya dije, es poco lo que recuerdo... incluso es menos lo que recuerdo de mi vida antes de 'ese día' que lo que recuerdo de los días posteriores."- la voz se le murió un poco y tuvo que aclararse la garganta para continuar- "Recuerdo... recuerdo a mi madre, a Helena... era muy buena conmigo y yo la quería. Recuerdo a Fernando, era un héroe para mi... recuerdo también a otros tigres... muchos otros... figuras con voces que apenas escucho y rostros que no recuerdo bien. Recuerdo sin embargo a uno de esos tigres con mayor claridad que al resto porque era quien estaba siempre al lado de mi héroe, ese eras tú: Diego."- los ojos de Daniel se angostaron de pronto- "Y también lo recuerdo a él, a Soto. Recuerdo gritos, recuerdo zarpazos... recuerdo dolor."- el pelo en la parte superior del lomo de Daniel se encrespó mientras que su cuerpo demostraba lo poco feliz que lo hacían dichos recuerdos- "Soto fue lo único que recordé durante mucho tiempo... demasiado."- acabó diciendo con voz dolida, asqueada.

Sin embargo las palabras habían sido dichas y Diego comenzaba a entender... por lo menos entendía lo que acababan de decirle.

- "¿No recordabas a Helena ni a Fernando?."- ni siquiera se tomó la molestia de incluirse en la lista- "¿Pero qué demonios te hizo Soto para lograr eso? Él dijo que estabas muerto, no desmemoriado."- y si, aquello había sonado a reclamo en contra del tigre más joven y es que Diego no lo pudo evitar.

- "Diego, no estás siendo muy amable."- recriminó Sid suavemente y el tigre más grande tan solo gruñó sin desviar la mirada del más joven.

- "Por favor Daniel, continua."- pidió entonces Manny con suavidad. Daniel se entonces un momento para continuar.

- "Recuerdo... ese día aunque no recuerde muy bien los anteriores a ese. Él me llevó hacia un lugar que estaba lejos de la cueva... lo sé porque caminamos mucho. Y luego..."- un estremecimiento recorrió al joven tigre herido, los recuerdos de aquel pasado volviendo a su mente en un abrir y cerrar de ojos.

***Flash Back varios años atrás***

El pequeño Alejandro estaba algo aburrido. Su hermano mayor y el resto de los jóvenes de la manada habían salido divididos en grupos para hacer rondas y cazar al igual que las hembras sin cachorros lactantes, muy temprano por la mañana y solo quedaban unas cuantas hembras y el líder la de la manada, su padre Soto.

Él se la había pasado jugando con la cola de su madre puesto que ese era su juego favorito y a ella no le molestaba cuando se la arañaba un poquito, lo cual no sucedía con ningún otro de los actuales presentes, por lo cual ni siquiera había pensado en alejarse de ella.

Fue entonces que algo insólito sucedió, Soto se acercó a donde ellos se encontraban y en lugar de hablar con la hembra adulta e ignorarlo como siempre sucedía, esta vez se dirigió hacia él.

- "Vamos, ven conmigo mocoso. Hoy aprenderás a cazar."- gruñó el adulto con su mal talante de siempre ante lo cual el cachorro alzó los ojos sorprendido y miró a su progenitor algo alucinado.

- "Soto."- intervino entonces la madre- "No tienes que preocuparte, Fernando ya me aseguró que adiestrará a Alejandro en el arte de la cacería en poco tiempo. No te molestes con cosas tan triviales."

Ambos adultos se miraron retadores por un momento, la tensión se sentía en el aire. Sin embargo de pronto el macho adulto suavizó la mirada ante la hembra.

- "Es mi cachorro después de todo Helena, por lo menos déjame darle su primera lección."- su mirada se desvió hacia el más pequeño- "Vamos."- dijo una vez más el adulto aunque esta vez su voz había sido casi... amable.  El niño se emocionó sin poder evitarlo.

Alejandro miró a su madre con ojos brillantes, el corazón saltándole en el pecho ante la perspectiva de por fin, poder pasar un tiempo con el líder... no, con su papá.

La hembra suspiró, ella no estaba muy segura pero el niño estaba tan emocionado.  La verdad era que se sentiría mejor si pudiese ir con su cachorro, pero estaba recuperándose de una lesión en la pata trasera derecha y no iba a poder seguirles el paso.  Por otro lado... Soto era el padre del niño y aunque nunca antes había mostrado cariñoso con él pues suponía que ahora que el cachorro ya era lo suficientemente grande para seguirlo al ritmo y comenzar a ser 'útil' entonces las cosas iban a cambiar.

- "Ve con él. Trata de hacerlo todo bien."- le dijo la hembra con una sonrisa a su cachorro y éste dio un saltito de felicidad antes de comenzar a seguir al macho adulto, el cual ni siquiera gruñó cuando por atolondrado el cachorrito se enredó con sus patitas y se tropezó, cayendo y deteniéndolo un par de minutos, cosa que por lo general le arrancaba un gruñido de exasperación al mayor.

El camino fue algo largo pero ni eso desanimó al pequeño cachorro ni un poquito; al contrario este trató de mantener el paso del mayor lo mejor que pudo incluso si esto significaba tener que correr de trecho en trecho. Fue después de bastante tiempo cuando divisaron una manada de mamíferos de tamaño mediado que Alejandro no había visto nunca antes en su vida que ambos se detuvieron protegidos por la vegetación del lugar.

El niño vio con curiosidad a los otros animales. Había grandes y pequeños, hembras y machos y eran más o menos del tamaño de un tigre dientes de sable. Tal vez un poco más grandes. Por un momento se preguntó con ilusión si alguno de los niños de esa manada querría jugar con él puesto que no tenía a nadie de su edad para jugar con él, todos eran o muy grandes o muy pequeños. Definitivamente le había dado un pensamiento al asunto al ver a un par de cachorros de esa manada jugar juntos... por un momento.

- "Ese es el objetivo."- dijo entonces Soto con un tono de voz que apenas y era un silbido. Eso sin dudas sacó de sus pensamientos al cachorro.

Entonces no iba a jugar ni a hacer amigos, iba a cazar. La verdad sabía a lo que se referían cuando decían aquello... iba a matar a alguno de esos mamíferos para comerlo en la manada. Era así como sobrevivían... eso se lo había explicado su hermano mayor.

Se sentó mirando fijamente a Soto y este a su vez miró al cachorro.

- "¿No me escuchaste? Dije que ese es el objetivo. Ve y haz lo que se debe de hacer."

El cachorrito abrió los ojos grande, sintiéndose asustado de pronto.

- "¿Qué?."- preguntó el niño inseguro, sin embargo el adulto ya no respondió y lo que pasó después... fue demasiado rápido.

Soto cogió al cachorro por el cogote justo después de dar un potente rugido, asustando así no solo a toda la manada sino también al pequeño dientes de sable, quien de pronto era llevado a toda velocidad hacia los asustados herbívoros que de pronto iniciaban una estampida.

Soto arrojó sin piedad al niño entre los asustados animales y se quitó de en medio con la destreza y agilidad que solo un dientes de sable adulto y experimentado podría poseer y con satisfacción observó lo que pasaba.  La verdad es que todo le estaba saliendo mejor de lo que él esperaba.

Soto vio con satisfacción al cachorro esquivar apenas las patas de esos comedores de hojas con cuernos. Si sobrevivía entonces el cachorro valía la pena, de lo contrario se estaría quitando una carga muy molesta de encima. Alejandro no era su hijo favorito a pesar de que solo tenía dos... Fernando era infinitamente mejor en todo aspecto: buen cazador y proveedor, buen guerrero, gran estratega... lo único que no le gustaba era que tenía demasiado don de mando pero eso podía encargarse de eliminarlo con el tiempo pues el único líder de la manada era y siempre sería él. Pero Alejandro, ese cachorro era un inútil. Juguetón y mimado, demasiado delicado en físico y en salud; siempre protegido por Helena y Fernando, a veces incluso por otros como el joven Diego (otra reciente adquisición bastante prometedora en su manada) y Sandro, un macho que había crecido junto a Soto y que no había logrado nunca el puesto de líder pero que sin embargo contribuía lo suficiente como para no ser echado. Pues bien, esta era su oportunidad, si el niño rendía se quedaba, sino pues que pena pero no iba a tener lastres en su manada.

Entonces sucedió algo que Soto pensó que no pasaría. El pequeño Alejandro se movió de manera errática entre los que corrían en dirección contraria a la suya y sin querer tropezó con uno de los dos cachorros que había divisado en un inicio y pronto el tigrecito estaba sobre su 'presa'. Soto miró con interés ¿sería que el niño era útil después de todo?.

- "Por favor... no me hagas daño."- le suplicó entre sollozos la cría y entonces Alejandro lo supo. No podía hacerlo, no iba a poder hacerlo. Nunca iba a poder tomar la vida de otro animal, no uno que le hablase en su mismo idioma, no otro que suplicase por su vida y aún sabiendo los problemas que ello le traería miró al otro cachorro a los ojos, dio un paso al costado y le susurró.

- "Vete... corre... vete con tus papás."- y eso fue justo lo que hizo el cachorro justo después de agradecerle con la mirada.

Y justo antes de que por el descuido uno de mamíferos chocara con él y lo enviara al suelo.  Y luego de eso dolor... un dolor espantoso cuando una y otra vez las pezuñas de esos mamíferos le pasaran por encima, pronto todo era oscuridad y su último pensamiento fue para su madre. Pensó que no había nada que le gustaría más en ese instante que estar a su lado recibiendo sus caricias, luego de eso la oscuridad fue bienvenida.

Cuando despertó, no muy seguro de cuanto tiempo había pasado, vio el suelo moverse bajo sus patas colgantes. Lo estaban llevando por el cogote y por el aroma sabía que era Soto quien lo tenía.

- "¿Casa?."- fue lo único que pudo decir pues se sentía adolorido y débil.

El andar paró un rato pero luego fue retomado, ni una palabra le fue dicha, sin embargo el paisaje no era familiar para el cachorro y no ayudaba el que no pudiese mantener los ojos abiertos. Fue después de otro buen rato de caminar y de ir y venir de la oscuridad de la inconsciencia que el andar paró y el pobre cachorro maltratado y adolorido fue tirado al suelo sin ceremonia alguna, mostrándose así el rostro molesto de Soto hacia él.

- "Eres un inútil."- gruñó con desprecio el tigre adulto antes de lanzarlo de un garrazo a una zanja al costado de donde se encontraba el cachorro y dando media vuelta se fue mientras murmuraba que él no tenía hijos inútiles.

Alejandro se sintió morir en más de un sentido. Solo podía pensar en su mamá y en su hermano, quería verlos... tenía tanto miedo, lo único que quería era verlos una vez más a ellos y al tío Sandro y hasta a Diego aunque lo llamase niño todo el tiempo y le dijese que era un pedacito de tigre de dientes de sable y otras cosas más mientras se reía junto a Fernando. Lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas al saber que nunca más volvería a tener nada de eso.

- "Mamá... mamá..."- llamó con la voz en un gemido callado mientras las fuerzas se le iban.

Entonces unas voces llegaron a sus oídos, pero estaba demasiado débil y cansado para siquiera abrir los ojos.

- "Es él."- escuchó a alguien decir, luego sintió un pelaje cálido bajo su pancita y luego otra vez la oscuridad lo llevó a donde ya no había más dolor.

Pero no fue para siempre. Sus ojos se abrían de nuevo un poquito y había luz de día... cuando vio por última vez estaba oscureciendo pero ahora la luz era fuerte.  Algo húmedo fue puesto en su hocico... una hoja con agua que bebió como pudo.

- "Tranquilo."- le susurró una voz profunda... cavernosa. No conocía a nadie con una voz así, pero la voz hizo justo eso, tranquilizarlo... y decidió volver a dormir.

Volvió a abrir los ojos, esta vez con más fuerza y enfocó la vista... había una corteza llena de agua a su lado y como sentía mucha sed tomó el agua sin pensarlo. Trató de pararse pero el dolor se lo impidió.

- "¿Que te duele?."- preguntó la voz que antes lo había tranquilizado y al enfocarse en la voz distinguió a uno de esos mamíferos que iban a ser la presa y que al final lo habían pisado y sintió miedo, pero el extraño cornudo puso un rostro amable y sonriendo un poco le acarició la cabeza con una pata- "Tranquilo, no te haré daño. Nadie te lo hará... no somos hostiles."- y ante el cachorro de dientes de sable se desplegó la visión de una manada completa de aquellos mamíferos con cuernos, cada quien mirándolo de una manera distinta, cada quien juzgándolo diferente.

- "Es un carnívoro Gran Padre."- dijo entonces uno de los cornudos, uno con el rostro serio y la mirada fría, aunque no malvada... nunca malvada como la de Soto, ninguno de ellos tenía esa expresión.

- "Y salvó al hijo de tu hermano. Él le dio una oportunidad a Aiden de vivir, merece obtener lo mismo Jarson."

El macho más joven bajó la cabeza aceptando las palabras que le habían sido dichas. Una hembra trajo un puñado de hojas y las dejó al lado del cachorro.

- "Eso es lo que nosotros comemos... tal vez te pueda servir de alimento a ti también."- le dijo el anciano y Alejandro miró todo aquel verde y lo olió, pero no le atrajo. Sin embargo tenía hambre así que intentó comer una hoja... y aunque la mordió y tragó y llenó un poco su pancita vacía no era lo mismo que un pedazo de carne o un buen pescado. Sin embargo tuvo que comer eso ese día, y al siguiente y al siguiente también.

Hasta que por fin pudo estar despierto un día completo e interactuar con los demás.

Cuando Gran Padre, que resultó ser la voz de la manada aunque no fuese el líder (que era Jarson) le preguntó cómo se llamaba el niño no pudo responder... no recordaba, no sabía. Y pronto se dio cuenta de que habían muchas otras cosas que no recordaba. Estaba el rostro de su madre pero no recordaba su nombre, el rostro de un macho joven que no podía asociar tampoco a ningún nombre. Estaba asustado. Su único recuerdo completo era el rostro y el nombre de quien lo dejó allí, de su padre: Soto. Y eso lo hacía llorar, quería de vuelta a su familia, los necesitaba tanto.

Gran Padre fue bastante comprensivo y tratando de recordar nombres de Dientes de Sable le dio uno: Daniel. Y Daniel se sintió un poco mejor anímicamente hablando. Y con el tiempo su cuerpo también se sintió mejor.

Luego descubrió que no podía entender a los peces del río, los cuales aún eran deliciosos y con mucha paciencia, mientras su cuerpo mejoraba, aprendió a pescarlos. También aprendió que comer insectos lo llenaba más que comer hojas, las cuales más que nada lo purgaban y le hacían vaciar su pancita. Solo eran buenas cuando comía demasiado pescado o insectos y necesitaba una purga. Daniel fue creciendo, siguió tratando de recordar el nombre y el rostro de su madre y su hermano (que estaba seguro era el joven macho del rostro que venía a su mente) así como de otros tigres que a veces aparecían en sus sueños y siguió mejorando. Se hizo parte de la familia de aquellos que se hacían llamar antílopes y aprendió a jugar como un hermano con Aiden, la cría que dejó huír en medio de la estampida. Gran Padre era su protector y poco a poco los miembros de la manada que no confiaban en él aprendieron a hacerlo al ver que no representaba un verdadero peligro.

Y el tiempo siguió pasando. Él creció un poco aunque no del mismo tamaño o porte de los tigres con los que alguna vez se había topado la manada. Tal vez por la alimentación. Y Gran Padre siguió envejeciendo y el paraje donde habitaban cambió... un día Jarson le dijo a la manada que el lugar ya no era bueno para ellos, que tendrían que migrar hacia mejores tierras si querían sobrevivir.

Y Daniel, que ya no era más un cachorro sino un tigre joven tomó una decisión, la primera en su vida. No iba a ir con el resto, iba a buscar a su madre y a su hermano y... y... decidiría luego que hacer.

Gran Padre y Aiden y muchos más lo despidieron con lágrimas en los ojos, incapaces de creer que no iría con ellos, tristes de no poderlo convencer de lo contrario. Y Jarson hizo lo que Daniel nunca pensó que fuese a suceder, lo abrazó con simpleza y le dijo que era un buen antílope, un buen miembro de la manada y que aunque era un pérdida para la manada siempre serían familia y lo más importante, que estaba orgulloso de él.

Daniel se fue entonces a buscar su propia fortuna con el corazón triste y alegre por partes iguales; siguiendo el camino que Jarson le indicó para llegar al lugar donde lo habían visto la primera vez junto a Soto.  Pasaron varias noches de luna llena antes de poder encontrar dicho paraje y al hacerlo varios nuevos recuerdos vinieron de improviso como el golpe de un relámpago. Por un momento se quedó helado... recordaba el nombre de su hermano, recordaba a Fernando y lágrimas de alegría lo inundaron; ahora solo faltaba encontrarlo.

Siguió caminando en dirección al viento, pues entre los recuerdos recién recuperados recordó a Soto decirle que debían de ir en la dirección opuesta al viento así que debía de hacer lo contrario... y de pronto llegó a un lugar conocido y se vio a si mismo atrapando colas y patas de tigres más grandes entre risas y gruñidos amistosos. Había llegado al paraje donde su madre lo llevaba a jugar de vez en cuando con ella y con Fernando. Otro nombre llegó a su mente: Helena. El corazón se le llenó de una sensación cálida y volvió a repetir el nombre en su mente una vez más. Y luego otra y otra más. Y luego siguió caminando.

Era extraño, recordaba que ese día el camino le había parecido interminable pero ahora había sido mucho menos largo y agotador y eso lo hizo sonreír. Seguro era porque estaba mucho mayor; y mientras esos pensamientos lo rondaban sus patas tocaron terreno conocido, sus ojos se posaron en la familiar entrada a cierta cueva que sin duda ahora se veía mucho más pequeña que la última vez que estuvo allí y entonces lo supo. Había llegado.

Pero algo no estaba bien...

No había tigres, no había nada. No estaban ni Helena, ni Fernando, ni... ¿Sandro? o siiii, tío Sandro que siempre le llevaba pescaditos pequeños especiales para él... ni... ni... Diego... ooooh, Diego... y Ramón... y Rocío… y... y... tantos nombres que de pronto venían a su mente. Nombres que por fin podía ponerle a aquellos rostros durante tanto tiempo anónimos. ¿Donde estaban todos?.

Exploró la cueva de punta a punta, lo olfateó todo. El olor a tigres era casi inexistente, hacía mucho que ninguno había estado allí. No había restos de comida, no había juguetes para cachorros ni rastros de pelos de los que mudaban pelaje... no había nada. Daniel se sentó pesadamente en el suelo mientras se preguntaba ¿Que había pasado? ¿Donde estaban todos?. Y allí se dio cuenta, estaba solo. De alguna manera era demasiado tarde, estaba solo y no había nadie que pudiese cambiar eso.

Por algún motivo se le vino a la mente que el culpable era Soto, debía de ser él, en su mente no se daba otra explicación. Pero entonces ¿donde estaba todo el mundo?. Por un par de días Daniel no quiso pensar en nada ni en nadie, se sentó en el piso de la fría y solitaria cueva justo en el espacio que recordaba era donde él y su familia solían estar y se dedicó a sentirse miserable. Pero al amanecer del tercer día, cuando el hambre ya lo había alcanzado y de paso su hermano Fernando lo había reprendido en su mente con la ayuda de un imaginario joven Diego y su imaginaria madre lo había confortado; tomó una decisión. No podía pasarse la vida tirado allí, tenía que salir e ir por una de dos opciones. La primera era volver a su manada de antílopes y quedarse con ellos para siempre o bien podía tomar la segunda opción e ir en busca de su manada perdida. Y ya que había llegado tan lejos entonces ¿porque parar en ese momento?.

Daniel salió de la cueva y tomando la decisión de que camino tomar fue por la segunda opción: encontraría a su familia. Ya luego vería que hacer con Soto y es que como decía Gran Padre: Todo camino se recorre un paso a la vez. Daniel ya iba por el tercero.

***Fin del Flash Back***

- "Y seguí buscando... pero con el tiempo me rendí supongo. No encontré a nadie por más que busqué en cada cueva o piedra que vi en mi camino."- la voz de Daniel se notaba cada vez más débil, lenta y cansada. Él mismo tigre estaba así a simple vista.

Sid le había estado pasando agua de a pocos para ayudarlo a hablar un poco cada vez, porque la cara de Diego desde un inicio decía que no iba a dejar al otro tigre siquiera descansar hasta no obtener todas las respuestas que quería saber. Cosa graciosa... ahora el rostro de Diego estaba triste y compungido y algo en sus ojos con mirada perdida decían al resto que hubiese preferido no saber. 'Cuidado con lo que deseas que se te puede cumplir' reza uno de los adagios de la vieja Darma, ahora Diego conoce en toda su extensión el significado de dichas palabras.

Pero Daniel no paró, luego de descansar la voz continuó hablando. Diego lo quería saber todo ¿verdad? Pues bien, lo iba a dar todo de una sola vez porque luego no pensaba volver a tocar el tema... nunca.

- "Entonces... un día mientras seguía el aroma de una familia de dientes de sable... encontré un cachorro abandonado. Supe lo que eso significaba, el cachorro era como yo. Lo habían rechazado. Pero a mi me dieron una segunda oportunidad así que pensé ¿Porque no? Creí que podía darle esa segunda oportunidad. Lo llevé conmigo... lo llamé Fernando. Mi primer Fernando no duró más que unos días, no aceptaba la comida por si mismo y no sabía que más hacer. Me sentí muy mal... pero entonces unas semanas después encontré otro... y otro... y otro. Perdí dos Fernandos y tres Helenas durante las tres siguientes primaveras, justo luego de que el hielo se derritió en todos lados que fue cuando dejé a Gran Padre y los demás. También un Sandro. Debo de admitir que me sentí muy deprimido al ver que no podía hacerme de mi propia manada, estuve a punto de regresar con los antílopes y recluirme con ellos para siempre."- la expresión de Daniel iba entre la ironía y la tristeza, Manny no pudo evitar estremecerse... él sabía lo que significaba perder a la familia pero por sobre todo sabía lo que significaba perder un hijo. No le deseaba eso a nadie, mucho menos a un chico dulce como Daniel. Quien por cierto continuó.

- "Y fue que conocí a esta criatura... un ave. La vi alimentar a sus crías y me di cuenta que ellos no tienen leche, así que decidí preguntarle como hacía y pedirle que me enseñase la técnica para alimentar a su familia. Lo hizo, luego de que se convenció de que no la iba a comer. Fue la siguiente primavera que encontré a otra cría... otra Helena. La perdí también y no estaba seguro de poder seguir. Fue cuando encontré a mi manada actual, por lo menos a los más grandes. Fernando estaba en los huesos, sucio y asustado... igual que el resto. Decidí no rendirme, ellos eran más grandes así que podía alimentarlos a ellos con pescado y darles refugio y ayudarlos a crecer y fue lo que hice. Y resultó. Luego vino Diego... y por fin logré dar de comer a un lactante, sobrevivió. Y... y... eso es todo supongo. Nos atacaron hace unos días cerca de nuestro último refugio; no fui lo suficientemente fuerte para proteger a mi manada o a mi mismo de los atacantes así que huimos y... ya saben el resto de la historia. Eso es todo. ¿Es suficiente para contestar tus preguntas?. O alguien más tiene algo más que quisiera saber"- preguntó dirigiéndose a Diego por primera vez desde que comenzase el relato y el dientes de sable mayor solo asintió.

Había sido suficiente... mucho más que suficiente. Demasiado en realidad.

Sin embargo Manny aún tenía preguntas. Aunque no para Daniel.

- "Diego..."- inquirió el mamut al cabizbajo tigre pues algo rondaba su mente desde que se inició el relato- "¿Qué edad tenía Daniel... o Alejandro o como sea que se llame, cuando desapareció."- y lo preguntó completamente serio.

El tigre, quien conocía lo suficiente a su amigo sabía por donde iba la pregunta y bajando la cabeza avergonzado dijo.

- "De la edad de los cachorros mayores, de Helena y Fernando... supongo."

El coscorrón no se hizo esperar y Diego no hizo nada por detenerlo. Daniel miró aquello sorprendido.

- "¿Cómo se te ocurre reclamarle algo al chico si apenas era un cachorro pequeño cuando desapareció? ¡Por todos los...!"- Manny estaba furioso- "Si no fuese porque Soto esta bien muerto... lo busco y le doy una paliza hasta molerle todos los huesos."- dijo con furia contenida el mamut y el tigre joven abrió los ojos en sorpresa. No se esperaba eso.

- "¿Muerto?."- repitió en pregunta sin poder evitarlo- "¿Cómo?... ¿Qué?... ¿Qué paso?."

Sid puso una garra tranquilizadora en el lomo del tigre mientras que los otros dos presentes suspiraban al unísono. Fue el perezoso gigante el que decidió responder.

- "¿Recuerdas que te comente sobre el cachorro humano que cuidamos Manny, Diego y yo cuando nos conocimos?."- dijo de una manera inusualmente calmada en él- "Soto lo quería. Mando a Diego tras el cachorro y fue por eso que se unió a nosotros. Solo que al final... nos eligió a nosotros en lugar de... a los otros tigres."- luego Sid calló, tratando de encontrar las palabras para explicar lo que había sucedido sin ser muy rudo pero Diego tenía otra idea de como terminar la explicación.

- "Los que quedaban de la manada trataron de tendernos una emboscada para hacerse del cachorro humano. Tuve un enfrentamiento con Soto y... yo fui quien salió vivo."

Todos se quedaron en silencio un momento, el más joven evaluando lo que acababa de descubrir. Finalmente miró a Diego y con un asentimiento de cabeza solo dijo una palabra.

- "Bien."

- "¿Bien?."

El tigre solo asintió. No, no le dolía la muerte de Soto, en realidad lo calmaba, lo tranquilizaba en cualquier otro caso. Para ser sincero un gran peso se le acababa de salir de encima. Ahora solo le quedaba una pregunta más que hacer y si no la hacía en ese momento no la iba a poder hacer nunca.

- "Y... ¿Y mi familia?."- Helena y Fernando por supuesto. Soto no era su familia, no era nada... pero Helena y Fernando, ellos eran otra historia.

No pudo evitar que los ojos se le aguaran cuando Diego bajó la cabeza y negó suavemente. Inspiró hondo tragándose las lágrimas sin saber que más hacer. Afortunadamente alguien más decidió por él.

- "Ya ha sido mucho por hoy y el chico necesita descansar, pero dentro de su cueva. Hay dos cachorros que te esperan Daniel."- dijo de pronto Manny en tono tranquilizador y el tigre solo asintió.

Con ayuda de Sid se paró y dio un paso en dirección a la cueva cuando se detuvo y miró hacia atrás, hacia el árbol que había marcado el día anterior. Sid entendió.

- "Yo lo hago."- dijo con una sonrisa y soltando un momento al cansado tigre herido hizo una nueva marca en el árbol con una de sus garras. La quinta marca que no sabía lo que significaba pero allí estaba y Sid se sentía feliz de haber podido ayudar. El tigre se lo agradeció cuando volvió a su lado para ayudarlo a caminar a la cueva donde por fin se reunió con sus cachorros y decidió descansar mientras la pequeña Helena aún jugaba con su nueva amiga. Sid se retiró no sin antes hacerle cariños al bebé y al pequeño Fernando, así como también a Daniel a quien de pronto quería animar aunque no sabía como. Ya se le ocurriría algo. Salió de nuevo al exterior donde se reunió con sus dos mejores amigos, los cuales estaban metidos en sus propios pensamientos. Uno más que el otro.

Finalmente Diego soltó un gruñido bajo y grave.

- "Podría matarlo de nuevo, en serio."- dijo de manera amenazante y ni Sid ni Manny tenían que ser adivinos para saber de quien estaba hablando el tigre. Diego continuó- "Él muy bastardo sabía lo que le iba a hacer la desaparición del niño a Helena y a Fernando y aún así lo hizo... él... Helena murió de pena... de dolor. Ella ya no era una tigresa joven y estaba herida... débil. Enfermó cuando Soto regresó sin el niño y... lo buscamos tanto, Fernando y yo lo buscamos tanto y no lo encontramos y..."- Diego estaba inconsolable, furioso... herido en el alma. Manny y Sid solo pudieron sentir pena por él.

- "Bien, ya no puedes matarlo de nuevo. Ni puedes traer a los muertos. Pero puedes hacer algo por los que están vivos."- dijo finalmente el mamut al tigre cuando Diego no dio muestras de querer seguir hablando y el tigre solo pudo asentir. Manny sabía de lo que hablaba, era algo que él había vivido con su propia familia después de todo. Diego solo asintió.

- "Si eso es todo... quiero ir a pasar tiempo de calidad con mi familia. Vamos Sid, tu estás incluido."

Y dicho aquello el tigre fue dejado solo con sus pensamientos, no sin que antes su amigo el perezoso gigante expresase un último pensamiento como era usual.

- "Que bueno que por lo menos te haya encontrado a ti Diego. Después de todo, estabas entre los pocos tigres de tu antigua manada que Dani consideraba familia por lo que pude entender. Algo bueno después de todo ¿eh?."- y dicho aquello corrió a reunirse con Manny dejando solo a Diego.

Si, era cierto. Alej... Daniel había dejado en claro que estaba entre los tigres que consideraba familia. Eso era algo bueno ¿cierto? Algo con que empezar. Y bueno, no era para menos. Una sonrisa entre triste y traviesa adornó el rostro del tigre al recordar la 'cacería de colitas' del pequeño niño y como no era inusual abrir los ojos sorprendido al sentir unas garritas y unos dientecitos que la verdad no dolían al prenderse de las colas ajenas en los momentos menos esperados mientras el grito de guerra de '¡Colita!' se dejaba escuchar resonando por la enorme cueva que era el refugio de una manada de mas de 20 tigres en los que fueron buenos tiempos.

- "Familia..."- susurró mientras se paraba y comenzaba a caminar hacia la cueva, donde encontró a un trío de tigres durmientes... o tal vez dos dormidos y un pequeño cachorro ciego con los ojos cerrados y las orejas atentas. Pero por una vez no le importo. Le dio una pequeña caricia al bebé como un par de días atrás y hasta se aventuró y darle una palmada con la almohadilla de su pata a la cabeza del pequeño Fernando, cuyo nombre ahora tenía un viejo, nuevo y querido significado. Miró al tigre herido y sonrió... si, después de todo aún quedaba algo de lo mejor de la que alguna vez consideró una familia- "Descansa niño."- susurró y fue a posicionarse en su espacio usual para dormir, lo cual hizo mientras miraba a los tigres frente a él.

Fin del tercer capítulo

Notas de la autora


Bueno, aqui el tercer chapter y sip, es un poco triste. Pero no podía ser de otra manera. He allí un poco de lo que pasó antes... enfoquemonos en lo que vendrá después.

Diego acaba de darse cuenta que tiene un algo parecido a lo que podría ser una familia. Lo que se dará a partir de eso, lo empezarán a ver en el siguiente capítulo.

Nos vemos pronto y gracias por seguir leyendo. Son unos lectores maravillosos.

Besos felinos y abrazos gatunos a todos con todo mi corazón.

chibineko chan

(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)
~.~.~.~.~.~


Campaña de NO AL PLAGIO

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