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VOLVER A NACER por Lucia_BANA

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Notas del capitulo:

Aquí tenéis el tercer capítulo. ¿Veis? Ya os dije que MinHo aparecería pronto. Ya solo me falta Onew. Os prometo que aparecerá en el próximo.

Al final resultó que a Key no le apetecía cocinar, así que se sentaron en el sofá a comer las pizzas que habían pedido. La televisión estaba encendida, aunque ninguno la estaba mirando. Charlaban, o más bien escuchaban a Kibum mientras este le enumeraba las normas a Jonghyun.

- Lo más probable es que no veas nunca a la mujer de la limpieza – decía con ese curioso acento que le caracterizaba -, ya que viene por la mañana, cuando estamos en el instituto, pero si te la cruzas, procura ser agradable. Es simpática y nunca da problemas – dio un sorbo a su coca-cola, de forma distraída -. Hice una copia de las llaves para ti... Tae, ¿dónde las pusiste?

El joven, con la boca llena, miró a su umma fijamente, pero sin decir nada. A medida que el silencio se alargaba, los labios de Key se iban convirtiendo en una línea fina y pálida.

- No tienes ni idea de dónde están, ¿verdad?

Taemin se mordió el labio, pensativo.

- No – admitió al fin.

Jonghyun temió por un instante que su dongsaen estallase de rabia y le lanzara platos, vasos y restos de pizza al maknae pero, sorprendentemente, se limitó a sonreír de forma cariñosa. Acercó su mano a la cabeza del chico y con el índice le golpeó flojito en la frente.

- Realmente no sé qué voy a hacer con esta cabecita tuya...

- Quizás deberías comprarme un perro – soltó el más joven.

- ¿Qué? – Key se quedó con la mano en el aire, sorprendido - ¿Qué tiene que ver que seas despistado con tener un perro?

- Oí en la tele que cuidar de perros hace que los niños se hagan más responsables – respondió con sencillez, encogiéndose de hombros.

- Lee Taemin, ya hemos hablado de esto, no vamos a tener un perro. Vivimos en un piso y trabajamos todo el día...

- ¡Porfa! – el chico juntó las manos bajo la cara en un gesto de súplica - ¡Siempre he querido un perrito! ¡Te prometo que lo cuidaré! ¡Seré responsable! ¡Hyung, dile que tú también quieres uno!

Taemin había dicho esto último mirando directamente a Jonghyun, quien había decidido mantenerse al margen de la discusión de los otros dos. Se encogió en el asiento, sin saber que responder.

- Em... Bueno, no creo que yo tenga mucho que opinar, ya que acabo de llegar... – soltó, casi tartamudeando. ¿Desde cuando él tartamudeaba? ¿Por qué Kibum le imponía tanto respeto?

- ¿Ves, Tae? – decía Key – Hyung no quiere un perro tampoco, pero como no quiere ser desagradable contigo el primer día decide no opinar – Taemin infló las mejillas mientras Kibum seguía hablando -. Además, yo creo que ya hay suficientes perros por aquí últimamente.

Taemin y Jonghyun se miraron sin comprender. Key, por su parte, se metió un trozo de pizza en la boca mientras se aguantaba la risa.

- ¿Qué quieres decir? – preguntó Jonghyun, vencido por la curiosidad - ¿Cómo que hay perros por aquí?

- Bueno, hyung, ¿te has mirado al espejo últimamente?

A Taemin se le escapó una carcajada y Jonghyun enrojeció de vergüenza y de rabia, mirando a sus dongsaens con ojos como platos. ¿Kibum acababa de compararle con un perro? ¿Quién carajo se creía ese niñato? Abría y cerraba la boca una y otra vez, como si no consiguiera expresar su indignación con palabras.

Key le miró entre divertido y confundido. Al fin y al cabo era su hyung, no él, el que llevaba esa ridícula e infantil camiseta de un super-perro tan pasada de moda. Tampoco era como para cabrearse tanto, ¿no?

Al final, Jonghyun se levantó con un gruñido y, sin ni siquiera recoger su plato, se dirigió a la puerta de su casa.

- Hey – soltó Key -. ¿A dónde vas?

- A pasear. Por si no te has dado cuenta, soy nuevo en la ciudad y aún no me la conozco. Iba a preguntaros si queríais venir conmigo, pero como te caigo tan bien, nótese el sarcasmo en mis palabras, creo que es mejor que me vaya solo.

- En realidad – dijo Kibum con una sonrisa maliciosa – técnicamente es ironía, no sarcasmo. Aprende la diferencia y si quieres, luego hablamos.

Jonghyun abrió la boca para contestar, pero se lo pensó mejor y volteándose, salió dando un portazo, dejando a Key molesto y a Taemin mirándolo extrañado.

- ¡Pero si yo no he dicho nada! – exclamó Tae al fin.

- Te has reído – replicó Key -. De todas formas, ¿por qué se habrá enfadado tanto?

- Bueno, umma, acabas de decir que se parece a un perro... lo cual es cierto, pero no tenías por qué echárselo en cara.

- ¿Qué? ¡Yo no he hecho eso! Solo insultaba su camiseta. ¿Has visto lo horrible que es?

- ¿En serio te has fijado en algo como en su camiseta?

- Sí – asintió Key con rotundidad -. ¿Tú no lo has hecho? ¿Qué clase de futuro idol eres?

Con un bufido, Taemin recogió su plato y se levantó de la mesa, sin contestar.     

 

* * *

 

Jonghyun había dicho que iba a pasear, pero no era eso precisamente lo que hacía. Caminaba a toda velocidad sin rumbo fijo, tropezando con la gente y apartándolos a empujones. Su caminata le llevó frente a una tienda de animales. En un intento desesperado de mejorar su mal humor, decidió entrar.

Era una tienda pequeña y no había nadie, ni siquiera un dependiente. Jonghyun se sintió observado por decenas de ojillos curiosos. Vio pájaros de varios colores y tamaños, una pecera con pescaditos de colores y otra con tortugas, jaulas con hámsters e incluso una urna  con una serpiente amarilla y blanca de tamaño indefinido que le puso los pelos de punta.

Un ladrillo agudo e insistente le llamó la atención. Se acercó a las jaulas llenas de perros y gatos y se fijó en una hembra de caniche blanco, de pequeño tamaño y pelo rizado, que le observaba con ojos negros y penetrantes. La jaula en la que estaba no tenía puerta y un collar oscuro le colgaba del cuello.

- ¿Te gusta?

El chico se volvió, sorprendido, y se encontró con un anciano justo detrás de él. Era bajo y delgado; el pelo, totalmente blanco, era corto. Unas gafas resbalaban por el puente de la nariz aguileña y, tras ellas, se escondían unos ojos alargados y pequeños, pero horriblemente astutos.

- Me llamo Okamoto Nagata y ella – señaló a la perra – es Tara.

- Encantado. Soy Kim Jonghyun – hizo una reverencia y miró a la caniche -. Es muy bonita.

- Lo sé. Y cariñosa. Y asombrosamente inteligente – Jonghyun se fijó en que aunque su apellido era japonés su acento no lo era.

La caniche, meneando la cola, salió de la jaula para saludar al señor Okamoto.

- ¿Puedo ayudarte en algo, hijo? – preguntó este.

- Em... No, gracias. La verdad es que ni siquiera se que hago aquí. Pasé por delante y me apeteció entrar.

- Comprendo. Hay veces que el destino nos lleva a lugares inesperados.

- Yo no creo en el destino – sonrió el joven. El anciano le devolvió la sonrisa.

- Créeme. Si hoy has venido aquí es por algo. Las casualidades no existen, hijo – rió, como si lo que acabase de decir fuera un chiste maravilloso –. De todas formas – añadió -, si tanto te gusta... ¿por qué no la sacas a pasear?

Jonghyun reprimió una carcajada y aceptó. Siempre le habían gustado los perros y estaba acostumbrado a vivir con ellos. Además, pensó, le vendría bien para olvidarse del crío insolente con el que le había tocado vivir.

Al volver del paseo, Tara saludó feliz a su dueño.

- Está embarazada – soltó el chico.

El señor Okamoto pestañeó.

- ¿Cómo te has dado cuenta?

- Bueno, me he criado con perros...

El anciano sonrió, asintiendo.

- Es cierto, está embarazada.

Jonghyun miró entre las jaulas a los perros macho.

- ¿Cuál de ellos...?

- Ninguno – le interrumpió el mayor -. Fue el perro del crío del vecino. Ese niñato, como es el hijo mayor del dueño de una importante empresa se cree que es el dios del mundo. Deja a su chucho suelto y luego se desentiende de lo que este hace. Te propongo un trato – Jonghyun miró al anciano sin comprender -. Si consigues que se quede con los perritos, te dejaré escoger al cachorro de mi tienda que más te guste.

Jonghyun miró a la caniche blanca. Se había tumbado en su cojín y le miraba fijamente. Era preciosa.

- Está bien – aceptó -, pero quisiera quedarme con uno de los de ella. ¿Quién es ese niñato?

El anciano sonrió.

 

* * *

 

Jonghyun había seguido las indicaciones del anciano y había llegado a la puerta de la casa. Era de estilo tradicional coreano y se le notaba la vejez a pesar de estar muy bien conservada. Su tamaño era considerable y el aspecto total del lugar denotaba cierto derroche de riqueza que provocó al chico un escalofrío. Recordó las palabras de su padre. <<Procura no meterte en problemas>>, le había dicho. Él le había prometido que no lo haría y ahí estaba, frente a la casa de alguien obviamente rico con la intención de buscar pelea.

Llamó al timbre, casi deseando que no hubiese nadie en casa. No tuvo tanta suerte. Una señora le abrió y le miró fijamente.

- Buenas tardes – saludó el chico -. Busco a Choi Sangmin. ¿Está en casa?

- El señorito está en su habitación – afirmó la mujer -. Pase, por favor.

Jonghyun le siguió entre confundido y enfadado. Seguía molesto por culpa de Kibum, pero esa situación era tan extraña... Había tenido la intención de descargar su mal humor en el <<señorito>>, pero ahora, mientras seguía a la ceremoniosa señora por los pasillos de la enorme casa se preguntó si ese impulso asesino no era estúpido e infantil. Se detuvieron frente a una puerta de madera oscura a la que la señora llamó. Sonó un largo <<Vooooy>> al otro lado y la mujer le dejó solo frente a ella. Al fin se abrió y apareció un joven que no alcanzaría los veinte años y que le miró desde arriba con aires de superioridad.

- ¿Qué quieres? – soltó.

- ¿Eres Choi Sangmin? – preguntó Jonghyun, ignorando la falta de educación del mayor.

- Sí. ¿Qué pasa?

- Tu perro ha dejado embarazada a la perra del señor Okamoto, el de la tienda de animales que un par de calles más abajo.

- ¿Y? No es mi problema.

- En realidad sí que lo es, principito de pacotilla.

- ¿Qué pasa? – la voz que llegó por el pasillo fue lo único que impidió a Jonghyun estrangular al idiota prepotente.

Jonghyun se volvió y se encontró con un chico que, aunque parecía más joven que él, le igualaba en altura. El primero, que había recuperado su cabreo en esos pocos instantes de conversación con el mayor, lanzó al joven una mirada de profundo odio y sonrió, fría y afilada como un cuchillo.

- No pasa nada, además de que este individuo – señaló al más alto sin ni siquiera mirarle – no quiere hacerse responsable de la perra que su chucho ha dejado preñada.

En el fondo de su conciencia Jonghyun deseaba que el otro le respondiese mal, que los dos se volvieran contra él y trataran de pegarle; entonces él podría desahogarse y quedarse a gusto. Pero el más joven apretó los labios y miró a su hermano.

- Sangmin – dijo -, no puedes hacer estas cosas. Amarra a tu perro. Cástralo. Siempre viene gente a quejarse y papá está más que harto. Y yo también.

- ¿Eh? – Sangmin abrió mucho los ojos, al igual que Jonghyun - ¿Te vas a poner de su parte?

- No me pongo de parte de ningun...

- ¿Pues sabes qué? – le interrumpió el mayor – Pienso que este tipo debería sentirse agradecido de que mi <<chucho>>, que por cierto es un caniche de pura raza, haya decidido montar a su insignificante perra.

- Sangmin...

- ¡Déjame en paz!

Y dando un portazo, se encerró en su habitación. Los otros dos chicos se quedaron observándose sin saber qué decir. A Jonghyun se le habían agotado las ganas de golpear a nadie y el otro era una persona de pocas palabras. Al fin, el segundo se decidió a saludar.

- Me llamo Choi Minho – se presentó, haciendo una reverencia.

- ¡Ah! – el mayor la imitó torpemente – Yo soy Kim Jonghyun, encantado.

- Un placer – sentenció el otro, sonriendo -. Disculpa a mi hermano. A veces puede llegar a comportarse como un auténtico imbécil, pero en el fondo es un buen chico.

- Em... No pasa nada – definitivamente, Jonghyun no sabía como reaccionar.

- El señor Okamoto puede traer a sus cachorros aquí. Su perra es de raza, así que podremos encontrarles dueño fácilmente.

- Vale, gracias.

- Y ahora, si hemos acabado – se estiró la chaqueta hacia abajo – hay cierta dama que me espera esta tarde. Te acompañaré a la puerta.

- Si...

Era la primera vez que echaban a Jonghyun de un lugar con tanta elegancia. Siguió al chico hasta la puerta y volvió a la tienda de animales, dónde le resumió al señor Okamoto lo que había ocurrido.

- Así que has conocido al joven Minho... – susurró él – A ese chico le espera un futuro interesante, sin duda.

- ¿Interesante? – curioseó el chico.

- Y curioso. A pesar de ser el menor de los dos, por su inteligencia y su don de gentes, lo más probable es que sea el heredero de la empresa. Sin embargo – añadió – mi nieta me ha contado que en su instituto no es precisamente conocido por ese motivo, sino por ser un músico magnífico. ¿Cómo lo llamó ella? ¿Rapero, quizás? No sé, yo no entiendo de esos términos americanos. Tampoco entiendo de música, de todos modos. Lo mío son los animales – como para enfatizar sus palabras, acarició a un gato que rondaba por allí.  

Jonghyun se despidió del anciano y decidió volver a casa. Una vez allí, pulsó el botón del ascensor. Cuando se abrió la puerta se volvió a encontrar con esos malditos ojos felinos frente a él.

- ¡Aigo! ¡Ya era hora! – exclamó Key a modo de saludo.

Le cogió del brazo y le arrastró fuera del edificio.

- Em... ¿A dónde vamos? – preguntó Jonghyun, sorprendido.

- A la compañía, por supuesto. El jefe quiere verte.

- ¿Ahora?

- ¡Ahora!

- ¡Pero si yo sigo enfadado contigo! – Jonghyun se paró en seco, obligando a Kibum a hacer lo mismo. Se miraron apenas unos segundos.

- Ni que ese fuese mi problema... – murmuró Key, llevándolo de nuevo a rastras.

Llamó a un taxi por señas y obligó a su hyung a entrar en él. Dio las indicaciones al taxista y se desplomó en el asiento junto a Jonghyun. Este mantenía la vista fija en la calle en movimiento con una expresión de profundo dramatismo.

- Ante todo – comenzó a decir Kibum sin mirarle – trata de ser educado delante del señor Lee. Si le caes mal, todo está perdido para ti – al no obtener ninguna respuesta por parte del mayor se volvió para mirarlo -. ¿Me has oído o tengo que repetírtelo?

- Sí – contestó secamente este.

- ¿Qué sí me has oído o que sí tengo que repetírtelo? – preguntó Key, exigente. El otro se volvió hacia él y le miró como si fuese el idiota más grande del mundo - ¿Qué? Solo quiero asegurarme de que lo entiendes... Y que no se te vuelva a ocurrir mirarme así.

Con un bufido, Jonghyun volvió a darle la espalda a Kibum, mirando de nuevo por la ventana. El silencio inundó a los dos chicos. Key, con un cierto – aunque mínimo – sentimiento de culpabilidad en la boca del estómago, fue el primero en romperlo.

- Oye... – comenzó – Por lo de antes... Creo que debería disculparme.

- ¿Crees? – Jonghyun volvió a lanzar al menor la misma mirada de desprecio anterior.

- Sí, bueno... – Kibum se mordió el labio, indeciso – Supongo que no soy quien para criticar la ropa de nadie. Hay gente que me llama extravagante y eso a mí me molesta... así que lo siento – suspiró, aliviado por haber acabado su frase sin sonrojarse. No estaba acostumbrado a pedir disculpas, no solía necesitarlo, pero si quería que SHINee saliese adelante debían llevarse bien.

- ¿Tú...? ¿Tú no serás idiota? – las palabras del mayor confundieron a Key. ¿Acababa de llamarle idiota? - ¿De verdad te burlabas de mi camiseta?

- Em... ¿Sí? – Jonghyun soltó una carcajada al oír al menor - ¿De verdad soy el único de SHINee que se fija en la apariencia ajena? ¡No es justo! ¡Acabarán poniéndome de diva!

Jonghyun se reía ahora a pleno pulmón. ¡Vaya malentendido más ridículo!

- ¿Pero se puede saber de qué te ríes, hyung? – Kibum apretó los labios; se estaba empezando a sentir estúpido y no era una sensación agradable.

- Nada, perdona – Jonghyun se enjugó las lágrimas, divertido -. Es que yo pensaba que me habías comparado con un perro... Por eso me molesté tanto.

- ¿Tú? ¿Con un perro? – ahora era Kibum el que le miraba como si fuese idiota.

- Sí, bueno – el mayor se sonrojó un poco -. No sería la primera vez que lo hacen. Me molesta...

Fue interrumpido de repente por el más joven.

- Pues, ahora que lo pienso, un poco si que te pareces.

Jonghyun borró su sonrisa y miró fijamente a su dongsaen, que se aguantaba la risa. Se inclinó para llegar al taxista.

- Por favor, pare el coche – ordenó.

- ¿Qué? – exclamó Key, sobresaltado - ¡No, no lo haga!

- ¡No quiero quedarme en el mismo taxi que tú, producto del demonio! – hizo un exagerado gesto poniendo las manos en forma de cruz y alejándose todo lo posible del otro.

- ¡Vamos, que era broma! – a pesar de que sus palabras eran amables, Kibum asesinó a su hyung con la mirada, haciendo que este se tensara, asustado – Dejemos el tema ya, ¿si? Vamos a quedar como amigos.

En otras circunstancias, Jonghyun se habría limitado a mirarle con desprecio, o incluso golpearle, pero tras la mirada helada y petrificada que le había soltado, el chico decidió que no se atrevía a hacerlo. En su lugar, alzó la mano.

- Está bien – dijo -. Seamos amigos.

Se estrecharon las manos justo a la vez que el taxi se paraba.

 

  

Notas finales:

Tengo que agradecer a las lectoras por haber llegado hasta aquí. ¡Un beso a todas, compañeras de afición! <3

No quiero repetirme, pero por favor, dejen sus comentarios. Quiero saber si les gustan mis paranoias...

He incluido a mi perra Tara en la historia sin su permiso. ¿Se enfadará conmigo?


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