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Prisionero por La_Oscura_Reina_Angel

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Capítulo 11: El pacto.

 

Andreas Santorino se pasó una mano por sus rubios cabellos, nervioso. Tragó saliva y se pasó la lengua por los labios.

 

Sabía que lo que hacía era arriesgado. Que tal vez sólo era una trampa. Que a lo mejor fuera una locura.

 

Pero le había prometido a Pierre que estarían juntos aunque fuera una última vez, y pensaba cumplir su promesa.

 

Por eso estaba ahí, en ese viejo departamento donde vivía la única amiga de su difunta Sakira. Una mujer que tal vez le pudiera decir qué hacer, pues conocía a Sakira muy bien.

 

No había sido fácil escaparse de Antonio, quien se había tomado muy en serio la promesa hecha a Pierre, y lo cuidaba a sol y sombra. Pero esa tarde había tenido turno en el hospital, y Andreas había llamado al museo para reportarse enfermo y ahí estaba.

 

La puerta se abrió y una mujer extraña de apariencia gitana, con ojos profundos como la noche y cabellos negros, le abrió la puerta del departamento.

 

- Andreas.

 

Lo reconoció la mujer de apariencia gitana dejándolo entrar.

 

- María Fernanda.

 

Saludó Andreas entrando al departamento. La gitana cerró la puerta y lo guió a la sala donde le ofreció asiento. Era una sala sencilla, con muebles de madera y cierto aire gitano, como todo en esa mujer.

 

- Hace muchos años que no te veía, Andreas. Desde el entierro de Sakira, para ser más exacta. ¿A qué debo tu visita? ¿Sucede algo con Pierre?

 

Andreas negó con la cabeza y volvió a tragar saliva, pasarse las manos por su rubio cabello y la lengua por los labios.

 

- Lo que diré, lo diré sin rodeos. ¿Qué sabes de Mítica?

 

La pregunta casi hizo caerse a la gitana de la impresión. Se repuso rápidamente y miró al guapo hombre italiano fijamente, evaluándolo antes de contestar.

 

- Sé todo sobre Mítica.

 

- ¿Tú viniste con Sakira de ese lugar o es que ella te contó de él?

 

La gitana analizó la pregunta y la respuesta; al final decidió hablar con sinceridad.

 

- Yo era la doncella de compañía de Sakira en Riverdou, el reino de los hados.

 

- Entonces puedes ayudarme a llegar a ese extraño mundo.

 

Dijo Andreas esperanzado.

 

- ¿Para qué quieres ir ahí? ¿Acaso Pierre descubrió tan pronto sus alas y que es un hado? Si es así no tienes que llevarlo a Mítica, yo le enseñaré todo lo que tiene que saber.

 

Andreas negó con la cabeza y le explicó todo a la hada de apariencia gitana.

 

- Jamás podrás recuperar a tu hijo si está en manos de los elfos de Mítica. Nuestro mundo no lleva el mismo nombre que el reino élfico principal sólo por casualidad, lo lleva porque son sin duda los elfos la raza más antigua y poderosa entre nosotros.

 

- Pero mi hijo...

 

- ... Pero por otro lado, el príncipe Legiel lo protegerá hasta con su vida. Jamás pensé que él hubiese tomado el lugar de Sakira frente a Karinte. - Comentó la gitana.

 

- María...

 

- Gitana es mi verdadero nombre.

 

- Gitana, le prometí a Pierre que estaríamos juntos una vez más. Y tengo que cumplir mi promesa. Si hay alguna forma de llegar a Mítica, quiero saberla.

 

Gitana miró su expresión de firmeza y suspiró.

 

- Hay una. Una para que un humano sin magia como tú pueda llegar.

 

- ¿Cuál?

 

- Un conjuro muy antiguo. En él te cedería parte de mi magia. Lo suficiente para que puedas ser un ser de Mítica. Pero tendrías que morir en este mundo para nacer en allí. Y no nacerías como eres ahora, libre. Nacerías mínimo como un sirviente o esclavo. Alguien débil por tu poca magia entre nosotros.

 

- No me importa, lo haré. Pero si vuelvo a nacer entre ustedes ¿cómo recordaré a mi hijo?

 

- Te haré un conjuro para que a cierta edad lo puedas recordar.

 

- Bien, hagámoslo.

 

Gitana miró el semblante decidido del mortal y sonrió.

 

- Bien, entonces hagámoslo.

 

- ¿Qué tendremos que hacer?

 

- Dos conjuros mágicos y una muerte física - Ante la cara de Andreas, Gitana se aclaró. - O sea, te tendré que matar.

 

Andreas se pasó la mano por el cabello, tragó saliva y se lamió los labios nerviosamente. Sinceramente, le dio un escalofrío y casi retrocedió, pero su amor por Pierre era mucho más grande que su miedo, así que miró a Gitana con firmeza y le dijo.

 

- Hagámoslo.

 

***

 

Antonio Volosky, el fisioterapeuta de veintiocho años, cabellos negros y ojos gris pálido, encontró la respuesta de dónde podía estar el desaparecido Andreas, cuando junto a la mesita de noche de su cama encontró una agenda, que marcaba la dirección de una persona "María Fernanda". Tal vez se equivocaba y Andreas no estaba ahí, pero tenía que averiguarlo.

 

Desde la desaparición de Pierre, Andreas no era el mismo y Antonio tenía miedo de que hiciera alguna locura.

 

Tenía que cuidar a Andreas y no sólo por la promesa que le había hecho a Pierre, sino también por él. Por ese extraño sentimiento que sentía hacia Andreas, aunque no estuviera seguro de qué era ese sentimiento, o de querer ponerle nombre a ese sentimiento.

 

Antonio tomó las llaves de su auto, apuntó la dirección en un papel que arrancó de la misma agenda, y hacia allá se dirigió.

 

Tardó una media hora en llegar a su destino y llegó sorprendido de que ningún guardia lo hubiese detenido, pues al menos se había saltado unos veinte pares (stop's), y ni hablar de las luces rojas.

 

Miró el edificio de apartamentos ante él con una extraña sensación, que hizo que a su cuerpo alto y fuerte le recorriera un escalofrío.

 

Entró y subió en el ascensor hasta el piso trece, donde indicaba la dirección que vivía la tal María Fernanda. Salió del ascensor y se dirigió al departamento del fondo, el 13-01.

 

Llegó a él y tocó la puerta, sintiendo una extraña sensación en su pecho, algo que lo ahogaba y lo hacía sentir extraño.

 

Llamó varias veces y nadie contestó. Cada vez la sensación de angustia aumentaba más en su interior.

 

Se dio la vuelta para irse, pero con un estremecimiento su cuerpo no lo obedeció, y fue entonces que Antonio estuvo seguro de que allí adentro ocurría algo muy extraño, que Andreas estaba metido en eso y que tenía que sacarlo de ahí.

 

Forcejeó con la cerradura; al ver que no podía abrirla no dudó ni un segundo, y de una sólida patada la mando a volar.

 

La puerta se abrió de golpe y Antonio entró con paso firme y el cuerpo tenso, preparado para atacar.

 

Caminó por puro instinto hasta una habitación cerrada que abrió igual que la puerta principal, de una patada.

 

La escena dentro de esa habitación lo dejó en shock. Andreas, su bello Andreas, tenía el pecho perforado por un puñal. La hermosa cabeza rubia del italiano, al oír el ruido de la puerta estrellarse al abrirse, se volteó hacia la puerta mirándolo a él. Le sonrió débilmente y sus preciosos ojos dorados se cerraron, quedando su rostro completamente en paz.

 

Antonio corrió hacia Andreas, necesitaba darle los primeros auxilios, llevarlo al hospital y salvarlo, no le podía fallar a Pierre ni a él mismo.

 

Pero la mujer en la que no había reparado, de aspecto gitano, se interpuso en su camino.

 

Andreas trató de apartarla, levantó la mano para empujarla fuera de su camino, pero la mujer levantó el puñal que había extraído del pecho de Andreas con su mano, y se lo clavó al moreno y fuerte fisioterapeuta en la garganta.

 

El fisioterapeuta cayó al suelo de rodillas, llevándose las manos a la garganta. Y fue entonces que Gitana pudo ver el amor que brillaba en esos ojos.

 

No lo pensó, no lo analizó, simplemente obró por puro instinto, empujó al fuerte fisioterapeuta sobre el cuerpo de Andreas, donde el conjuro hacía su trabajo.

 

Gitana sabía que dar un poco más de magia significaba jamás poder volver a su hogar, pero no lo dudó y lo hizo recordando cuando poco antes de que Sakira muriera dando a luz, esta le hizo jurarle que se encargaría de que el corazón de Andreas algún día sanara de su pérdida.

 

Y si el corazón de Andreas podía sanar con alguien, era con aquel fisioterapeuta. Sabedora de que ya no podría volver nunca a su mundo, no renunció a un poco de magia, renunció a toda a favor de Antonio.

 

Cuando los vecinos llamaron a la policía al ver la puerta del departamento 13-01 rota, estos sólo encontraron dos cuerpos apuñalados dentro de un círculo de forma extraña, que supusieron de satanismo o brujería, y a la dueña del departamento, aquella preciosa gitana, muerta de lo que los médicos dijeron fue un ataque al corazón. Aunque en realidad la doncella hada murió por renunciar a toda su magia, pues ningún ser mágico de Mítica podía sobrevivir sin magia.

 

Y a la misma vez que el forense de la policía se encargaba de los muertos.

 

Una hermosa y bella prostituta de Mítica daba a luz a un precioso bebé de ojos dorados, cabellos rubios y apariencia delicada, y un poco mas lejos, en una familia de cazadores, nacía un fuerte bebé de ojos gris pálido y cabellos negros.

 

Continuará...

 

 


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