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El aroma correcto por lady_chibineko

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Notas del capitulo:

Feliz Día del Padre 2013

Título: El aroma correcto

Autor: Lady chibineko
(Miembro de la Orden Sirusiana y alumna de Hufflepuf en Media Noche en la Torre de Astronomía, Miembro de la Mazmorra del Snarry)

Disclaimer: Todos los personajes de este fanfic pertenecientes a la serie de películas de Ice Age son propiedad exclusiva de Blue Sky Studios y 20th Century Fox. Yo solo escribo sin fines de lucro y por diversión.

Advertencias: Este es un fanfic del tipo slash, lo que quiere decir relaciones chico-chico (en este caso más bien seria tigre-tigre xD, por lo que también es medio zoofílico); si no es de agrado este tipo de lectura, por favor no sigan. Incluye las películas de la primera a la tercera.

Y ahora al fic, enjoy the chapter.

Capítulo V

Diego miró el sol asomar al amanecer del día siguiente desde el exterior de su cueva, donde había pasado la noche completa sin, por supuesto, poder pegar un solo ojo. Las palabras de Manny habían caído sobre él como un rayo o una roca... o peor aún, como Sid que era más doloroso que cualquiera de las anteriores.

No, el pobre tigre no había dejado de pensar y darle vueltas a las palabras de su amigo una y otra vez en su cabeza, llegando a la sorprendente (para él mismo) conclusión de que efectivamente, pues si, había estado coqueteando y hasta en cierta medida cortejando a Daniel.  E incluso mucho más sorprendente y shockeante era el hecho de que no, saber que cortejaba a otro tigre macho no lo molestaba en absoluto, tal vez porque se trataba de Daniel.

Bueno de algo le había servido la noche en vela, ahora a tratar de descubrir cómo manejar toda aquella situación y es que siendo sinceros, actuar por puro instinto e inconscientemente era completamente diferente a hacerlo con conocimiento y premeditación.

*Sigue pensando Diego, esto es serio... muy serio. Daniel y sus cachorros por un lado y por el otro ¿Rosaura? y cachorros de su propia sangre. ¿Vale realmente la pena?*

Por algún motivo no lo emocionaba tanto pensar en la hembra a su lado a pesar de que era el camino a una familia estereotipo, algo mucho más aceptable y sin embargo ¿era eso lo que quería?. Desgraciadamente para el tigre pues la respuesta no estaba siendo fácil del todo.

Solo quedaba entonces una cosa por hacer: seguir pensando.

A pensar, a estirar los músculos, ir a pescar el desayuno y seguir pensando. Solo eso podía hacer por el momento, pensar. Luego el camino sería actuar.

~.~.~.~.~.~

Daniel miró una vez más al punto por el cual había desaparecido Diego el dientes de sable adulto, tras conseguir un suntuoso desayuno para todos, luego de dirigirse a la orilla del riachuelo. Lo había notado bastante pensativo, no que eso le importase mucho o nada... por supuesto que no, pero igual se le instauraba algo en el pecho al notar al otro tan lejano ese día luego de tenerlo fastidiando minuto si minuto también durante los anteriores.

Pero por supuesto el otro tigre tenía sus propios asuntos, no iba a estar detrás de su manada molestando y entrometiéndose todo el tiempo... gracias al cielo por eso, pensó Daniel dando un suspiro que nada tenía de aliviado mientras volvía a enfocar su mirada en aquel punto ahora vacío.

- "¡Mamá Daniel!"- una vocecita excitada cortó entonces los pensamientos del joven líder de manada, quien antes de hacer caso a su saltarina cachorrita dio una revisada al bebé que se movía mirando curioso todo lo que quedaba dentro de su increíblemente borroso minirango de visión mientras se revolvía sobre su pancita.

- "¿Si Helena?"- preguntó finalmente a la sonriente mocosa.  Qué alegría ver a su niña así.

- "¡Morita me invitó a jugar a su lugar secreto! ¿Puedo ir?."

- "¿Lugar secreto? ¿Es peligroso?"- preguntó Daniel un tanto preocupado.

- "No sé... pero su mamá nos va a llevar."- respondió la niña pensativa y Daniel solo pudo reír al darse cuenta que el lugar secreto no era tan secreto después de todo.

- "En ese caso me llevaré a Diego y a Fernando conmigo."

El rostro de la niña se iluminó ante lo último mientras la niña negaba.

- "¡No! Fernando también va. ¡Morita dice que hasta él se puede divertir mucho!."

- "¿En serio?."- preguntó el tigre adulto sin querer hacerlo en realidad en voz alta, a lo que la pequeña lo miró con expresión fastidiada al haber sido puesta en duda y Daniel no pudo más que reír una vez más ante aquello. Su hija era en serio una pequeña y brillante luz que lo alegraba mucho en su actual camino- "Esta bien, está bien... siento mucho haber dudado de ti. Pues en ese caso que tú y Fernando se diviertan mucho; Dieguito y yo los esperaremos en la cueva ¿De acuerdo? Ahora vayan, no hagan esperar a Morita y su mamá."

- "¡YAY!."- celebró la chiquilla antes de salir toda alborotada en dirección a donde se encontraban Morita, Ellie e increíblemente también Fernando esperándola.

Sin duda algo para no creerse y sin embargo estaba sucediendo.

Los vio alejarse a paso alegre... bueno, Fernando no parecía tan alegre pero igual seguía al grupo con ayuda de Ellie... seguro que Helena le había suplicado hasta conseguir un sí, esa pequeña podía ser una manipuladora cuando así lo quería aunque por fortuna ni ella misma lo sabía aún. Cuando se perdieron de su rango de visión, suspiró, tomó al bebé en fauces y comenzó a caminar despacio hacia la cueva.  Sus pensamientos dirigiéndose un tanto sin rumbo entre el hecho de que cada día se sentía más fuerte, en el número de días que habían pasado y por supuesto en el otro dientes de sable adulto que habitaba en el valle... pensamientos que por supuesto negaba a si mismo tener.

~.~.~.~.~.~

Habían pasado horas y Diego aún no sabía qué hacer. Su mente había viajado incontables veces toda esa mañana y las pocas horas de la tarde que habían pasado ya, entre escenarios imaginarios de lo que su vida podría llegar a ser formando una familia con cada uno de los 'candidatos' que de pronto se aparecían en su camino.

Si era sincero consigo mismo, la emoción que le producía pensar en la aceptación de Daniel a una vida juntos no podía superarse por nada de lo que había vivido hasta el momento y si que había tenido momentos emocionantes en su vida, en especial luego de conocer a su actual manada; pero la duda continuaba allí: Daniel era arisco, cosa que le encantaba pero que no le brindaba la seguridad de conseguir el éxito deseado. Por supuesto el asunto podría pelearlo con garras y dientes de saber que al ganar al padre también ganaría a los cachorros, pero aunque bebé Diego parecía haberle agarrado aprecio en todo lo que un bebé puede llegar a apreciar, los pequeños Helena y Fernando eran una historia diferente, en especial Fernando que de plano ni le hablaba porque una vez más el tigre estaba seguro que el niño podía hablar, tenía suficientes pruebas de ello.

Diego reanudó su camino mientras negaba suavemente con la cabeza, cuando un sonido ligerito a su derecha lo hizo enfocar la mirada y pues ¡Oh sorpresa!, el pequeño Fernando estaba allí echado debajo de un arbusto, con el rostro enfocado como casi siempre hacia la nada y bastante solitario. Miró por si acaso a los lados tratando de buscar a Daniel o algún otro de los adultos (incluso Sid) pero no localizó a nadie, así que decidió acercarse.

El niño notoriamente lo sintió, lo vio tensarse un poco pero no moverse.

- "Hola allí."- saludó lo más ameno que pudo mientras se acercaba al chiquillo y no, éste todavía no se movió- "¿Todo bien?."- preguntó y vio una orejita moverse y la pequeña nariz rosada fruncirse un poquito antes de que un único y certero movimiento de cabeza dijese al adulto que sí, que estaba bien.

Diego terminó de acercarse del todo y se echó delante del niño, mirándolo fijamente aún a sabiendas de que el pequeño no podría estar consiente de aquello.

- "¿Sabe tu madre que estás aquí solo?"- preguntó luego de un rato de observación. Notó duda en el niño y eso como que lo preocupó ¿le habría pasado algo a Daniel?, el simple pensamiento mandaba oleadas de angustia a su mente.

- "Se supone que estoy con Morita y Helena."- escuchó entonces una voz bajita, insegura... el sonido lo abrumó- "Pero... están jugando a hacerse cosas al pelaje con flores... y no me gusta como huelen con las que juegan."

Diego no pudo menos que emitir una sonrisita ante aquello, él también había sido con anterioridad víctima de los arreglos de pelaje de Morita y pues si, la niña tenía unos gustos peculiares sobre la cantidad de flores a utilizar para el juego y el aroma de éstos, tanto así que incluso Manny se lo pensaba dos veces antes de acceder a participar.  Y pensar que ahora había dos pequeñas arregladoras de pelaje, eso lo hizo casi estremecer.

- "Entiendo."- respondió el tigre tomando una mejor y más relajada posición y más tranquilo puesto que sabía donde usualmente jugaba la niña, lo cual no era muy lejos- "¿Y no te aburres tu solo aquí?."- indagó el mayor a lo que el niño pareció de pronto mirarlo de frente a los ojos por un momento, lo cual por supuesto era imposible, antes de volver a su posición inicial y responder igual de bajito que antes.

- "No estoy solo."

Y justo cuando Diego iba a preguntar a que se refería el niño alzó la pata izquierda hasta la altura de una hoja junto a su nariz, justo al momento en que una hormiga perdía el equilibrio y caía en su suave almohadilla. Pronto el prehistórico insecto fue puesto de nuevo sobre la hoja de la cual se cayó y el niño volvió a tomar su posición anterior con las patitas juntas hacia delante.

- "Este arbusto está lleno de otros animales."- completó el pequeño.

Pero Diego estaba más bien extrañado por lo recientemente presenciado.

- "Como... ¿cómo supiste que ese bicho iba a...? Lo... lo atrapaste."

El pequeño pareció pensar apenas un momento antes de responder.

- "Lo escuché tropezar."

Y Diego miró entonces incrédulo al cachorro. ¿Lo escuchó tropezar? ¿A ese pequeño insecto?. Imposible, habrá sido cuestión de suerte tal vez, porque si el tigre adulto con las justas y lo podía ver pues menos iba a poderlo escuchar. Pero no le iba a decir aquello al tigrecito, menos ahora que acababan de entablar su primera conversación civilizada... una bastante buena posibilidad a que un futuro con Daniel en realidad ocurra. Mejor le seguía la corriente.

- "Pues que buen oído tienes."- lo felicitó y vio con satisfacción al niño poner una carita apenada pero a la vez ¿feliz?... si, casi y podía verse el orgullo y la satisfacción saltando de ese pequeño pecho peludo ante las palabras escuchadas, Diego decidió continuar- "¿Y qué es lo más lejano que escuchas? Porque supongo que puedes diferenciar entonces la distancia de lo que escuchas, ya que atrapaste a esa hormiga con tanta precisión."

El niño entonces volvió a asentir justo antes de proceder a enfocar su atención en algo. Alzó la cabeza y enfocó las pequeñas orejitas al frente y luego a los costados, abrió la boca un par de veces pero la volvió a cerrar como cortando lo que iba a decir antes de iniciar siquiera y finalmente se enfocó en algo, entrecerró los ojos y tensó las orejitas al frente. Luego de un largo momento comentó.

- "A un niño lo está riñendo su mamá... porque se metió al riachuelo sin que haya adultos cerca.  Él quería atrapar una luciérnaga... cerca del árbol que da los frutos ¿color amarillo?."

Diego abrió los ojos sorprendido ¡Que imaginación la del niño! Miren que hasta imaginar un lugar tan lejano, aquello estaba como a unos buenos 10 minutos corriendo a toda velocidad, o sea a unos 10 km de donde se encontraban en el momento, imposible escuchar algo a esa distancia. Rió de buena gana dejándose llevar por el juego del infante.

- "Pues eso lo tiene bien merecido para que aprenda, al riachuelo solo pueden meterse sin compañía los adultos. Los cachorros van supervisados si o si."

El niño escuchó con atención y asintió muy serio ante la afirmación. Diego lo tomó como su primer consejo paternal y eso lo hizo ponerse un poco nervioso y a la vez alegre, orgulloso ¿emocionado?. Si, porque no.

- "Con suerte te llevo uno de estos días al riachuelo, seguro esas orejitas tuyas te servirían de mucho."- le dijo al niño mientras le despeinaba un poco el pelaje. Con suerte luego de esta primera conversación iba a tener mayor oportunidad para ganárselo.

Lo despeinó un poco más y luego procedió a irse por su lado, justo en dirección al riachuelo pues llevarle un pescado a Daniel tampoco era mala idea. Un regalito por aquí, una conversación por allá... ver por dónde iba la cosa.

Llevaba ya un buen trecho caminado cuando de pronto una muy enojada glyptodonte pasó a su lado regañando a su pequeño hijo, el cual más que nada parecía querer hacerse bolita de armadillo y rodar a casa que seguir escuchando a su madre.

- "¡... y todo por un pequeño bicho luminoso!."- reclamó la hembra mientras movía la cabeza aireada- "¿En qué demonios estabas pensando? ¿Sabes lo fácil que hubiese sido que te lleve la corriente?. Nunca ¿¡Me escuchas bien!? ¡Jamás vuelvas a ir a la orilla sin un adulto!."

- "Si, mamá..."- fue la contestación del chiquillo mientras terminaban de pasar al lado de Diego, quien miraba la escena sin poder creerlo.

Se sentó en su sitio, aún asimilando lo visto y escuchado, cuando de pronto se paró y salió disparado hacia donde había dejado al pequeño Fernando, quien aplastó las orejas contra la cabeza cuando el adulto llegó con una velocidad arrolladora.

- "¡Levanta esas patas, mocoso! No hay mejor momento que el ahora, y es ahora que nos vamos al riachuelo. ¡Te voy a enseñar a pescar!"

La carita sorprendida del niño lo decía todo y la sonrisa tímida que apareció en ese hociquito hizo a Diego sentir el calor del sol de mediodía en primavera sobre su pelaje.

- "¿Crees poder seguirme o necesitas que te lleve?."- preguntó el adulto y el chiquillo tímidamente respondió que él podía solo.

Y así fue. Demoraron un poco mientras el gatito se acostumbraba al trotar sigiloso pero desenfadado de un Diego más de alegre en ese momento y aunque tropezó más de una vez, pues el ver al cachorro levantarse solo y continuar tras del sonido de sus pasos hizo que el adulto sonriera como idiota una vez y otra vez ¡Que muchachito talentoso! e iba a ser él quien le enseñase a ganarse el sustento.

Esa iba a ser una tarea de varias lecciones sin duda alguna, lo cual hizo que las dudas que lo aquejaron durante todo el día poco a poco fuesen perdiendo importancia. Si, una tarea que iba a tomar tiempo, iba a tener que convencer a Daniel de que lo mejor era quedarse por el momento, después de todo si el niño quería subsistir en algún momento por si mismo pues esa iba a ser una herramienta valiosa en su arsenal.

- "Llegamos."- anunció Diego con la emoción a flor de piel y observó al niño olfatear y sondear todo con las orejitas moviéndose de un lugar a otro. El niño asintió- "Bien... ¿Has entrado al agua alguna vez?."

Vio al pequeño tensarse y negar.

- "Pues no hay cuidado, vas a tener que mojarte un poco las patas pero no es nada del otro mundo. Y yo sé nadar bastante bien por cierto."- recalcó al tiempo que se henchía de orgullo al notar el asombro en la carita del niño- "Así que si yo estoy contigo nada te pasará, no te preocupes. Iré detrás tuyo todo el tiempo, solo tienes que confiar en mi... ¿confías en mi?."- preguntó entonces el adulto, sabiendo que si la respuesta era un sí, entonces habría ganado una importante batalla personal.

Cuando la respuesta fue un movimiento afirmativo de la pequeña cabecita, su sonrisa no pudo menos que iluminar por completo la orilla del riachuelo.

- "Entonces... lección número uno, tienes que llegar a donde puedas pescar los peces. Vamos, te enseñaré una parte poco profunda, ideal como para ti."- afirmó con completa convicción mientras indicaba con tranquilidad por donde debían de avanzar.

Esa tarde Diego el tigre dientes de sable aprendió, con gran satisfacción, un pedacito del orgullo que puede llegar a tener un padre al ver a su cachorro lograr pescar su primera presa luego de no haberse rendido a pesar de los incontables fracasos.

La decisión estaba tomada.

~.~.~.~.~.~

Daniel se desperezó luego de una buena tarde de descanso con solo el pequeño bebé al lado. Sin duda fue un descanso que le cayó como del cielo pues su cuerpo lo necesitaba.

Pasó varios minutos, acurrucado en medio del estupor que aún lo envolvía tras el reparador sueño, cuando las voces de las niñas comenzaron a sacarlo de allí. Helena y Fernando habían vuelto.

Salió sin prisas luego de acomodar con calma a bebé Diego en un nido de hojas, presto para recibir a sus niños y fue la cara sonriente de Helena lo primero que vió en el grupo, luego las de Morita y Ellie... ¿y Fernando?.

- "¡Ya volví mamá! ¡Me divertí mucho!."- anunció la niña con deleite mientras trotaba entre rengueos hacia el macho que la esperaba.

- "Que bueno."- respondió Daniel aún buscando a su pequeño cachorro silencioso ¿y Fernando?.

- "Aquí está Helena sana y salva... y llena de flores."- fue el saludo de la mamut adulta al llegar a donde se encontraba el tigre- "Espero que hayas logrado descansar un poco aún con Fernando a tu lado. Lo siento mucho, pero realmente no le gustó tanto el juego de las niñas."

El pánico se apoderó del joven tigre.

- "¡Pero si Fernando no ha vuelto!"- exclamó éste, entrando casi en histeria inmediata.

¡Se había perdido! ¡Su niño se había perdido y él ni enterado!. Sintió la sangre comenzar a bombear más rápido y su corazón amenazar con salírsele del pecho.

- "¿Cómo?"- preguntó Ellie bastante alterada de pronto. ¡Ella había estado segura de que el niño decía la verdad cuando aseguró que sabía cómo volver a la cueva!- "Muy bien, calmémonos... buscaré a los chicos para formar grupos de búsqueda, el valle no es tan grande y todos conocen a todos; lo encontraremos sin lugar a dudas."

Daniel estaba casi hiperventilando cuando asintió, dispuesto a peinar completamente la zona de ser necesario...

Cuando la voz de Diego adulto llegó a los oídos del par de madres en histeria, era para no creerse.

- "Muy bien mocoso, sigue derecho... ya casi llegamos ¿seguro que no quieres que cargue eso por ti el último trecho?."

- "No..."

- "¡Ey! Cuidado con lo que haces. No querrás que tu presa se llene de tierra ¿o si?. Ajusta bien las fauces que ya falta poco."

Entonces por el lado de donde se encontraba el riachuelo vieron la figura del tigre adulto aparecer poco a poco, y luego... si, así es. La silueta de un tigrecito le siguió.  Ambos con pescados en la boca y caminando muy lentamente.

Cuando finalmente Diego alzó la vista y se encontró con los rostros incrédulos de Ellie y Daniel, así como con los curiosos de las niñas, no puedo menos que mostrar todos sus dientes en una sonrisa bastante ladina.

- "Ey allí mamás ¡Los machos traemos la cena!."- celebró con un mal chiste, pero el niño igual sonrió y continuó su camino a paso lento tras el adulto, siempre sondeando con las orejas por donde pisaba el otro con anterioridad.

Para cuando llegaron ambos pescadores, los que ya estaban presentes aún no quitaban las expresiones de incredulidad de sus rostros.  Ni siquiera cuando el pequeño Fernando casi chocó su cabeza contra las patas delanteras de Daniel, justo donde por fin dejó su presa: Un par de pescados pequeños que igual y servían para alimentar a un cachorro o llenar el estómago de un adulto.

- "¡Mamá!"- exclamó con voz baja pero emocionada- "¡Pesqué para ti!."

A Daniel se le llenaron los ojos de lágrimas. Vio el pelaje de su pequeño aún un poco húmedo y con algo de barro en las patitas, pero no parecía lastimado.

- "Y lo hizo muy bien, este chico tiene potencial."- dijo con un orgullo que no le cabía dentro el tigre mayor, luego de soltar el enorme pescado que llevaba por su parte y también dejarlo a las patas de Daniel, muy cercano a los dos de Fernando.

- "¿Pescó?... ¿Solo?"- preguntó el tigre aún sin poder creerlo.

- "Solo, lo que es solo, aún no. Pero va por buen camino. Yo lo acompañé todo el tiempo, así que no estuvo en peligro en ningún momento si es lo que te preocupa."

- "Nada malo me pasó mamá."- aseguró el niño al escuchar la conversación y adivinar por donde iba.

- "Muy bien."- cortó entonces Diego mientras volvía a alzar su presa- "Esto se hace completo, mocoso. Vamos a dejar estas bellezas en la cueva para cenar."

- "¡Si!."- respondió feliz el niño y pronto estaba yendo con sus pescaditos tras de Diego.

Ellie estaba muda, Morita y Helena se veían sin entender mucho y Daniel... Daniel comenzó a caminar en dirección a la cueva mientras su pulso se normalizaba y aún trataba de entender que había pasado.

Encontró a Diego lamiendo con energía a Fernando, limpiando todo rastro de barro y lodo en muy poco tiempo.

- "Listo, ya estás decente para comer."- lo escuchó decir y algo pesado se le formó en la boca del estómago, lo cual solo aumentó cuando Diego fijó sus ojos en él y le sonrió de una manera traviesa.

- "Ya lo dije antes ¿cierto? Apúrense a comer que no me gusta el olor a pescado malogrado en mi cueva. Además, no querrás que el esfuerzo del niño sea en vano, ¿verdad?."

Daniel negó y se acercó a donde estaba depositada la cena, pronto Helena apareció a su lado indicando que Morita y su mamá habían decidido volver a casa para descansar.

- "Se ven ricos."- anunció la niña que ya echaba un ojo a la cena.

- "Si..."- respondió Daniel aún algo shockeado.

Diego observó todo y entonces se dio cuenta de que no había más decisiones que tomar, allí estaba su lugar sin duda alguna. Solo tocaba ganarse lo que ahora sabía que quería. Se acercó a Daniel y le susurró suavecito en la oreja.

- "No le hagas un desplante al chico, se esforzó mucho solo por ti."- y aprovechó para darle un mordisquito ligero antes de salir de allí con una sonrisa que ocupaba todo su rostro. Había sentido a Daniel estremecerse y la sensación de saber que era él quien ocasionaba eso, le había gustado.

Salió y se acurrucó junto al árbol de las marcas... habían once en total.

Once días le había tomado darse cuenta, no iba a demorar tanto en conseguir la presa; se dijo a si mismo con una sonrisa en el rostro.

~.~.~.~.~.~

A partir del siguiente día, Diego no perdió ni un segundo en andar de galante Don Juan con Daniel, así como no dejó enfriar ese nuevo vínculo que había formado con el pequeño Fernando, quien un par de días después comenzó a llamarlo papá Diego por sugerencia del mismo macho.

- "No vaya a ser que un día me llames a mí y lo deje pasar pensando que llamas al pequeño Diego."

A Daniel, así como al resto se les cayó la quijada al suelo. Excepto a Manny, éste solo se dedicó a mirar a Diego de manera pausada y profunda, y entendió perfectamente que su amigo había tomado una decisión cuando éste lo miró de frente y sin parpadear, a lo que el mamut solo asintió de manera solemne dando a entender que lo apoyaba sin importar que. Diego le agradeció de corazón con solo una mirada.

Ese día, el día de la catorceava marca, el enorme gato se dedicó a jugar con el bebé, a darle a Fernando consejos de como escapar de las sesiones de arreglo de pelaje de Morita y por supuesto a coquetear descaradamente con Daniel, a quien adoraba ver sonrojado el mayor tiempo posible.

Fue el día de la quinceava marca que sucedió algo que no estaba en sus planes en absoluto, algo de lo que se había olvidado pero que sin duda alguna tenía que pasar en algún momento.

- "Diego... te he estado buscando."- una voz femenina lo llamó cuando andaba patrullando el área, asegurándose que su nueva familia no fuese a pasar ningún imprevisto, porque si... esa YA era su familia.

- "Rosaura."- contestó el tigre, completamente consciente de que era hora de poner las cosas en claro- "Tenemos que hablar."

Daniel suspiró mirando las marcas en el árbol... ya iban quince, era casi la fecha límite y no se sentía aún lo suficientemente fuerte aún cuando ya casi estaba por completo recuperado de su herida. No, no iba a poder lograrlo solo, necesitaba ayuda.

Y el que la imagen del tigre oficial del valle llegase a su mente al instante en que su cerebro pedía por ayuda, pues como que no ayudaba mucho que digamos. Muy bien, lo admitía, Diego era su única salida en aquel momento.

¿Estaría bien pedirle ayuda? Dudaba que le dijese que no, más bien todo lo contrario. Pero le producía sentimientos encontrados.

En especial por todo lo que últimamente le hacía sentir, lo hacía experimentar.  Ya el otro tigre no era para nada disimulado, todo lo contrario; eran intencionales los roces y los pequeños mordiscos juguetones, la manera en que lo olfateaba a veces era tan notoria que hasta Fernando se había dado cuenta. Y hablando de Fernando, Diego había tomado en apenas unos pocos días el rol de padre que tanta falta le había hecho a los cachorros, pero sobre todo a Fernando, además cuidaba con ahínco a Helena y hasta jugueteaba un poco con el bebé. Sid había dicho de manera cariñosa esa misma mañana que Diego había sacado ese lado de relleno dulce que llevaba tan escondido gracias a los niños y Daniel había pensado para su completo horror en ese mismo instante que no le molestaría ver esa parte por mucho, mucho tiempo más.

Tenía que aceptarlo, lo que Diego le hacía sentir era mucho, muchísimo más fuerte que cualquier cosa que hubiese sentido antes y él era lo suficientemente adulto para saber que no era otra cosa que una fuerte atracción, una atracción que estaba siendo propiciada por el mismo Diego y la que su cuerpo y mente habían respondido por completo.

Tal vez el hablarlo, como dos tigres adultos fuese una buena idea. Sobre todo porque el dolor que sentía cada vez que Diego lo dejaba ansiado por más toques y anhelando tal vez por algo más... profundo, era incluso peor que el dolor que le había infligido su herida. Era algo de lo que no estaba seguro aún del todo, pero sin duda el cuerpo le decía que un par de caricias y mordidas en la oreja no eran suficiente, necesitaba más, mucho más.

Con esas ideas en mente comenzó a rastrear a Diego, alegrándose cuando finalmente localizó su rastro, aunque frunciendo un poco la nariz cuando localizó así mismo otro aroma que le era desconocido pero a la vez…

- "¿Otro tigre?."- se preguntó a si mismo mientras seguía el rastro y no paró hasta que escuchó voces. La de Diego y... y...

Pasó como pudo entre un par de frondosos arbustos y lo que lo recibió fue una imagen que nunca quiso en su retina. Diego y una hembra... ellos... ella... ¿estaba ella acurrucándose contra Diego? ¡Y él la dejaba!.

Piso sin querer una rama seca y el ruido hizo que ambos tigres volteasen hacia él.

- "Siento mucho la interrupción."- murmuró apenas audiblemente mientras daba la media vuelta para echar a correr hacia sus cachorros.

- "¡Daniel!"- gritó Diego al darse cuenta de lo que podría... no, de lo que seguramente estaba pensando el otro felino de lo que acababa de ver. Se movió listo para perseguirlo.

- "¡Diego!"- se quejó Rosaura al ver su oportunidad irse. Diego le había dicho muy seriamente que no deseaba nada con ella, que había alguien más en su vida; pero ella no era una hembra de las que se dejaba vencer fácilmente y estaba tratando por todos los medios de lograr encantarlo con su aroma a hembra lista para procrear.

Al parecer no estaba funcionando.

- "No te vayas, por favor ¿Es acaso ese muchacho más importante que yo? ¿Que nosotros?"- preguntó casi con desmayo al verlo ya partiendo, a lo que Diego volteó apenas un momento para verla fijamente.

- "Él es incluso más importante que mi propia vida, Rosaura."- suspiró Diego un momento y luego dijo con toda sinceridad- "Lo siento mucho y espero que encuentres a quien te de lo que mereces, pero me temo que no soy yo. Yo ya encontré a quien tiene el aroma correcto para mi y ahora voy tras él. Lo siento, en serio."- y con ello salió volando tras de Daniel, esperando que al estar el otro aún adolorido pudiese alcanzarlo rápidamente.

No fue así. ¿Quién diría que ese gato podía correr tan rápido?. Incluso siguiendo el rastro le era difícil saber donde exactamente se encontraba, fueron varios minutos los que olfateó para darse cuenta que Daniel había corrido a la loca rodeando todo el perímetro del valle tan solo para luego volver sobre sus pasos con dirección a la cueva.

Para cuando por fin llegó encontró que lo esperaban, pero no era exactamente Daniel sino los tres cachorritos que de pronto tenían miradas muy asustadas en sus rostros. Diego tuvo que inhalar muy fuerte pues apenas podía dejar de jadear por el esfuerzo hecho para llegar cuanto antes.

- "Su... mamá... donde... donde..."- fue lo que logró decir mientras recuperaba el aire que aún le faltaba.

Helena miró a Fernando, quien a su vez aplastó las orejas contra el cráneo y se acurrucaba más contra los otros dos. Los ojitos de los más grandes se llenaron de lágrimas.

- "Se... se fue."- dijo por fin Fernando y a Diego el corazón se le cayó al piso.

- "¡¿Cómo que se fue?!"- preguntó al borde de la desesperación y tuvo que serenarse a marchas forzadas al escuchar a la niña hipar aterrorizada ante su tono de voz- "¿A donde fue? Díganme por favor."- suplicó con la voz en un hilo.

- "Fue por Sandro."- finalmente respondió Fernando.

- "¿Quién?"

- "Nuestro... nuestro hermanito. Él se quedó solo cuando nos atacaron, le dijo a mamá que podía sobrevivir el número de días que hacían las patitas mías y de Helena, y de mamá y de bebé Diego, que iba a estar esperando por mamá."- hipó asustado el niño- "Y mamá dijo que ya esos días pasaron y... y que tenía que ir por él."- Fernando tembló entonces y alzó el hociquito hacia el adulto presente- "Yo escuché a mamá decir que iba a pedirte ayuda, papá Diego ¿Le dijiste que no?"

El tigre sintió como si le hubiesen dado directo en la boca del estómago.

- "Nunca. Me escuchas bien Fernando ¡Nunca!"- dijo más para si mismo que para los niños. Tenía que serenarse- "No... no me pidió ayuda, sucedieron cosas... cosas de adultos. Cosas sin sentido."- se dijo a si mismo y se culpó por no haber reaccionado más rápidamente- "Muy bien, esto es lo que haremos."- dijo entonces dispuesto a solucionar aquel enredo- "Voy a ir detrás de su madre y lo voy a traer de las orejas si es necesario... y también traeré a Sandro."- prometió aún consciente de que era probable de que el cachorro ya no estuviese con vida luego de más de dos semanas en soledad, pero lo decía bastante en serio- "Así que díganme exactamente a donde tengo que ir y háganlo rápido porque cada segundo cuenta."

Y así lo hicieron los niños, con explicaciones visuales de Helena y todo aquello en lo que pudo contribuir Fernando, Diego se hizo una buena idea de a dónde dirigirse. Luego de aquello llevó a los niños con premura hacia donde Manny y Ellie y tras explicar las cosas a la volada salió a la carrera detrás de Daniel.

Y no iba a volver sin su pareja, eso lo daba por sentado.

Fin del quinto capítulo

Notas de la autora

Ok... las cosas se pusieron color hormiga para el dientes de sable al final ¿verdad?. Que puedo decir, me encanta. En fin, espero que hayan disfrutado este capítulo al leerlo tanto como yo disfruté el escribirlo y queda en el próximo capítulo el desenlace de este pequeño fic.

Gracias una vez más a todos aquellos lectores que continúan conmigo a pesar de haber dejado este fic botado por tantos meses. Sin duda alguna el saberlos leyendo este trabajo me hace un gato muy feliz y con una sonrisa de Chesire Cat que nadie me quita del rostro.

Miles de beshos y apapachos felinos para todos ustedes.

chibineko chan

(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)
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Campaña de NO AL PLAGIO

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