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Mi felicidad eres tú. por Temari-swan

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Notas del capitulo:

En principio este fic iba a ser de un sólo capítulo pero por petición voy a continuarlo, En total consta de tres, este es el segundo, con lo que con el próximo terminará.

Este capítulo de hoy tiene un total de tres versiones diferentes, la que más me gustó para lo que tenía pensado era esta.

Agradezco lo que os habéis pasado y dejado vuestra opinión, ello me ha hecho subir hoy esta parte que espero disfrutéis.

Gracias especiales a Kahlan_Aka05 y Julie_chawn.

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No tengo Beta, cualquier error que veáis agradecería me lo comunicarais para corregirlo.

 

La historia la hago con el mayor cariño y respecto, como fan de One Piece.

 

Disclaimer: One Piece y todos sus personajes pertenecen a su autor Eichiro Oda, aunque me gustaría que fueran míos cierto cocinero pervertid,  espadachín gruñón y cerilla con patas.

 

 

 

CAPÍTULO DOS

Dos años y medio habían pasado desde la última vez que vio a Ace, no se imaginó que aquella noche sería la última vez que estarían juntos, nunca se perdonaría no haber podido intentar rescatarle junto a Luffy. Su peor pesadilla se hizo realidad de la peor de las formas y no era el estar en una isla de okamas sino el haber perdido al amor de su vida. El dolor y las lágrimas que reprimió le ayudaron a fortalecerse por dentro y por fuera. Se entrenó durante todo ese tiempo para no volver a sufrir ninguna pérdida más, intentando congelar su corazón.

Los primeros días tras la reunión de los Mugiwaras pasaron deprisa, salían de un aprieto y se metían en otro. Estuvo a punto de reunirse con su amado, no podía evitar ser un pervertido adorador de las mujeres hermosas y después de estar en ayunas y de luto durante dos largos años, su psique no podía estar inmutable entre sirenas bellas (una de sus fantasías) y sus guapas compañeras de barco. Él sólo había amado una vez, a un hombre (el único en su vida heterosexual) y nunca volvería a fijarse en nadie más.

Sus compañeros estaban preocupados por el cambio del cocinero, parecía haber perdido la alegría y no era bueno intentando ocultarlo. Intentaron levantarle el ánimo de mil formas y no hubo manera. Tampoco sabían a qué se debía su estado, nadie a excepción de cierto espadachín que guardaba su secreto. Zoro con peleillas tontas conseguía pequeños momentos de alegría temporales en el otro.

Una noche después de tantos incidentes, aprovechando que todos dormían y el cocinero estaba como era su costumbre, despierto, Zoro se acercó a él de manera cordial pero sin dejar de lado su peculiar forma de tratarle.

- Cejillas, ¿te hace algo de vino? – una leve sonrisa adornaba sus labios.

Sanji que estaba mirando el infinito en la popa del barco, se giró ante la llamada del espadachín y le vio acercarse con una botella.

- Cabeza de césped pero si no traes ni copas. El vino es una bebida delicada que hay que servir bien para poder saborearla – le respondió con una sonrisa triste - . Además, ¿desde cuándo te ha dado por el vino? – Apoyó su brazo en la barandilla para sujetar su barbilla con el dorso de la mano – Odias su sabor, siempre has dicho que preferías el sake. La de veces que me habrás dicho que era de blandengues.

- La gente cambia y me apetecía probar este que me dieron en la última isla, haber si saco que le ves – se acercó al cocinero y le dio una fuerte palmada en la espalda - . No seas quejica y acompañarme. Anda, ero-cook.

Dicho esto se sentó en el suelo y el cocinero le secundó. Estuvieron un rato tomando a morro de la botella y cuando se les terminó, se dirigieron a la despensa a por más, entre risas y conversaciones superfluas acabaron con varias. Cuando empezaban a darse cuenta de que estaba llegando al “puntillo contentillo” que precede a la embriaguez, Zoro se puso en plan serio con su amigo.

- Cocinerucho, ¿te he hablado alguna vez de Kuina?

Sanji le miró sorprendido, eran buenos amigos pero Kuina era un tema tabú para el espadachín. A pesar de la confianza mutua, era muy introvertido para ciertos temas, ese lo era, cosa que respectaba el rubio. Mantenían una amistad en la que ninguno se presionaba para contar lo que no les apetecía.

- No del todo, sólo sé que fue una amiga tuya de la infancia, pensé que era algo doloroso que no te gustaba recordar.

- Lo es, duele cuando pienso en ello pero me gustaría contarte algo.

El cocinero mantuvo toda su atención en el chico, Zoro sentado como estaba, apoyó completamente la espalda contra la pared, echó la cabeza para atrás también sin soltar la botella que sujetaba y cerró los ojos para poner sus pensamientos en orden.

- Hace mucho tiempo, cuando yo era aún un mocoso, mis padres me abandonaron, no tenían dinero suficiente y yo era una molestia. Así que me dejaron tirado en medio de ningún sitio, pasé mucho frío y robaba para sobrevivir, hasta que apareció mi ángel. Durante días intentó pillarme, yo era muy escurridizo, pero finalmente un día lo consiguió  jajaja… -pausó para mirarle-  Recuerdo que esa fue la primera vez que perdía ante alguien, ¿sabes? Intenté arrearle con un palo que me servía de arma pero ella me esquivo y desarmó con la shinai que llevaba, sentí rabia por la facilidad con la que lo había hecho  – juntó sus manos encima de las rodillas donde posó su cabeza con los ojos mirando a la nada -. Luego me llevó a rastra al dojo de su padre y allí me acabaron adoptando casi como un hijo más.

- ¿Entonces ella fue como tu hermana?

-No, no exactamente, aunque tendría que haberlo sido. Yo no sentía amor fraternal por ella precisamente –suspiró -. Pasamos años conviviendo como familia a todas horas. Comíamos, paseábamos y entrenábamos juntos. ¡2 000 veces perdí contra ella! Y cada derrota me obsesionaba más con superarla y eso me hacía fijarme en toda ella. Poco a poco me di cuenta que la gratitud por sacarme de la calle, pasó a ser cariño del roce familiar, el roce dio paso a la confianza y la rivalidad, la rivalidad y las contiguas derrotas me llevaron a admirarla y fijarme, y al fijarme… lo note. El día que pensaba declararme…- una lágrima que no pudo reprimir formó un camino por su rostro hasta caer en su mano – Murió.

Sanji mantuvo un momento de silencio apoyando su mano en el hombro del espadachín para reconfortarlo y que terminara de soltar su historia.

- Ese día me llevé su espada y juré dos cosas: Convertirme en el mejor espadachín… por ella… por mí. Y jamás volver a amar a nadie en la vida. Dedicarme total y absolutamente al camino de la espada sin dar tiempo a la felicidad. La herida sanó pero la cicatriz permaneció. Pensé que nunca me recuperaría por completo, no lo merecía, pero entonces os conocí.

Zoro hizo otra pausa.

- Sanji, me recuerdas a mí en aquel entonces. Siempre has sido muy alegre pero ahora no, todos notamos que sufres y nos duele que no quieras confiar en nosotros. No fue tu culpa lo que le pasó. Él era grande, un pirata, vivió y murió como quiso. Si te viera ahora sufriría, seguro querría que volvieras a ser el que eras. Recuerda los buenos momentos vividos con él pero dejarle descansar en paz, ambos lo merecéis.

-Zoro yo…

- A Ace seguro le encantaría que buscaras la Felicidad - Zoro se acercó al rubio y lo rodeó en un fuerte abrazo, obligándole a esconder la cabeza contra su hombro, frotó su espalda y muy bajo le dijo – Llora cocinero, dejarlo salir.

Sanji ya no pudo reprimirse más, esas últimas frases rompieron las barreras que forjó. Su última noche también le dijo Ace que “Buscara la Felicidad”. Lloró, un llanto de dolor, de tristeza que se despedían de su amante. Zoro se mantuvo con él en todo momento, llorando en silencio con su amigo y reconfortándole.

- Adios Ace, siempre te amaré.

~~~~

-Parece que ya no necesitan que velemos más por ellos. A partir de ahora se las apañaran bien solos, ¿verdad? – “Adios Zoro kun”

-Sí,  la luz nos espera. – “Gracias Zoro, adiós amor”

Dos figuras que habían observado al rubio y al moreno sonrieron satisfechos sabiendo que ya no eran su felicidad y podrían buscarla en otro lugar.

 

 

 

Notas finales:

¿Reviews? Queda un capítulo para terminar la historía.

 


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