CAPÍTULO TRES
El tiempo pasó y el acercamiento entre Zoro y Sanji fue cada vez más obvio. El peliverde había sido un gran apoyo emocional para el rubio durante todo ese periodo y su gran amistad pasó a ser algo que no tenía nombre pero no llegaba a ser amor. Ambos sabían que no era buen momento para iniciar una relación romántica.
Zoro gracias a Sanji pudo dejar ir de una vez por todas a Kuina, su persona especial, siempre permanecería en su corazón pero liberó esa parte que la retenía con él causándoles dolor. En su intento por ayudar al cocinero se dio cuenta de lo tonto que había sido, se libró de un gran peso y dejó a la chica descansar en paz. Esto también ocasionó otra cosa, sentimientos, pero no era el momento adecuado para ellos, su compañero no estaba listo aun para abrir su corazón a otra persona, lo comprendía y no quería aprovecharse del dolor del otro. Él quería ser su mejor amigo, su confidente, su amante, su pareja, su otra mitad o si no quedarse como su amigo. En Zoro se vio un ligero cambio, el chico sonreía más, especialmente cuando estaba con su rival y amigo.
Sanji por otro lado volvió a ser él mismo, recuperó su color de piel, sonrisa, apetito y por supuesto su rivalidad amistosa con Zoro. Necesitaba esas riñas diarias para tener contacto con el espadachín y alegrarse el día. Era terminar de pelear y ponerse de muy buen humor. Sus menús mejoraron notablemente tras su entrenamiento para disfrutes de los Mugiwaras y especialmente de Luffy. El cocinero le hacía platos especiales a su "cuñado", prometió a Ace que le cuidaría y eso haría, además era su capitán y amigo, al igual que él perdió a una persona muy importante y se encargaría de que no cayera en un hoyo como del que le sacó a él el espadachín. Otro que recibió tratamiento especial fue Zoro, el rubio se sentía sumamente agradecido con el peliverde por devolverle la felicidad, sin él no hubiese podido superar el dolor por la pérdida y quizás incluso hubiese hecho alguna tontería. Ahora recordaba a su 'Cabeza Cerilla' con cariño y un poco de tristeza pero no con dolor. Le dejó marchar y esperaba que su espíritu fuera feliz en el otro mundo como él estaba intentando serlo en este.
El resto de la tripulación vio como todo volvía a la normalidad o toda lo normal que podían ser sus vidas, alegrándose, a excepción de los cambios producidos en sus dos orgullosos amigos. Sus habituales peleas a las que los de la tripulación estaban tan acostumbrados adquirieron un tono diferente, juguetón. Cuando se enfrentaban, la atmosfera se caldeaba, no podían evitar mirarse fijamente sin moverse durante largos minutos en los que la lucha quedaba pausada y sus ojos parecían querer decir lo que ellos mismos eran incapaces de expresarse. Estas situaciones cada vez se daban más a menudo y durante más tiempo, haciendo desaparecer a sus nakamas que tenían la sensación de sobrar. Los chicos creían notar que había algo entre esos dos pero enseguida desechaban la idea, Sanji era un mujeriego empedernido y Zoro sólo amaba sus espadas ¿cómo iban a tener tensiones de ese tipo?
Luffy por su parte estaba superando bastante bien la muerte de su hermano, sobre todo desde que tenían de invitado a Law con el que reía mucho. Desde el incidente de Caesar, donde conoció mejor como era el médico se hicieron muy buenos amigos, aparte le debía la vida a Law, el cirujano iba y venía para visitar a su gran amigo el Sombrero de Paja cuando tenía ganas. Además, Luffy estaba contento por otra razón. Él tenía un secreto que Ace le hizo jurar que no desvelaría. Hace tiempo, su hermano le contó que había comenzado a salir con el cocinero pero que quería mantener su relación oculta por el bien del rubio ya que por la personalidad de este sabía que no soportaría que alguien se enterara de que salía con un hombre. Ace quería que fuera feliz y por ello le hizo jurar que lo guardaría en secreto, desde niños estaban muy unidos y se contaban todos, esto por supuesto también. Luffy se alegró enormemente al ver que su cocinero y su querido hermano eran felices juntos, cuando este murió frente a sus ojos sufrió, y más, cuando le dijo al oído segundos antes de su muerte que protegiera a su rubio, que sentía haber incumplido su promesa con él. Dos años después, vigiló a su cocinero, intentó acercarse para ayudarle a superar su pena sin desvelar que sabía que había sido su cuñado, pero este no le dejaba, sólo dejó entrar en su espacio personal a Zoro. Le entristeció que no confiara en él pero se alegró de ver lo que la cercanía de su espadachín le ayudó.
- ¿Zoro?
- ¿Si, 'Cejas Remolino'?
- Gracias por todo.
- No te pongas cursi, 'Cejillas'. Somos amigos no tienes que agradecer, tú hubieras hecho lo mismo.
- Desde luego Lechuga jejeje…
- Además… - le miró dubitativo pensando si debía seguir.
- ¿Además qué 'Espadachín Inútil'? – Sanji le observó esperando que continuara pero tenía un poco de miedo.
- Además espero que me lo pagues con exquisito manjares y buen sake 'Cocinerucho' – Zoro rió para sí mismo – "Quizás algún día te lo diga Sanji pero hoy no. No estás preparado para dejar a otro ser tu Felicidad"
- Eres tonto 'Marimo' jeje… no cambies.
- ¿FIN? -