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Donde nace el sol por girlutena

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Notas del capitulo:

 


Bueno....sé que me he tardado en subirlo >.<!!!


y sé tambien que este capitulo pueda decir poco...


pero vamos. poco a poco ^^' 


T_T..solo espero que no les aburra waaaa u.u

Pocos días después de la llegada de Eärendil junto con su nieta, Aragorn había pasado todo su tiempo entre largas horas de entrenamientos y paseos con la elfa, mientras que Amroth no se separaba en ningún momento de Elrohir, Elros junto con Thranduil y Amdír, se tomaban casi todo el día discutiendo con Eärendil.


Legolas caminaba despacio y pensativo por todo el ancho bosque, buscando algo entretenido que hacer.                                                                                                                                 Ese día se había levantado con ánimos de jugar con el moreno pero apenas salió a buscarlo lo vio junto con la hermosa elfo y cuando estuvo a punto de retirarse, casi chocó con Eärendil, el mas pequeño dio unos pasos atrás, alejándose inconscientemente, cuando vio la sonrisa ladina del mayor.


El menor se sentó debajo de los grandes árboles que lo cubrían del resplandeciente sol, sintiendo como el apenas y audible susurro de los árboles le llegaban a tranquilizar su agitado y triste corazón, su pequeña mente empezó a buscar aquellos recuerdos que le parecían lejanos.


Cuando el sol empezó a descender, Legolas se puso de pie rápidamente, empezando a caminar hacia el oeste, llegando a ver el infinito mar, resplandeciente como la última vez que lo vio, se acercó a la arena húmeda, sin importarle ensuciar sus ropas, sintiendo como el agua mojaba sus pies. Viendo como el sol iba ocultándose poco a poco, mostrando hermosos colores en el infinito cielo, después de jugar un poco con la arena y con sus ropas sucias, dio vuelta para regresar a la Casa de Elrond, sin darse cuenta que unos ojos cobrizos le miraban con insistencia.


Entro lentamente a la Casa, buscando con la mirada a su padre, pero le pareció extraño no sentir la presencia de nadie de su familia. El menor empezó a caminar cada vez mas rápido hacía el jardín, pero tan solo se encontró con Eärendil.


El mayor de los elfos se acercaba lentamente, mostrándole una sonrisa ladeada en su rostro, sus ojos se veían grises y tan solo reflejaban maldad, el cielo empezó a tornarse de un color rojizo, a lo lejos se podía escuchar unas risas algo burlonas, los ojos azabaches de Aragorn ya no le miraban con amor, su hermano ahora estaba al costado de Elrohir, rodeándole la fina cintura con su brazo, la mirada de Elladan mostraba pura frialdad y sus padres, sus padres tan solo sonreían sin intenciones de socorrerlo.


El pequeño Legolas quiso correr, alejarse de todos ellos, pero la mano de Eärendil sobre su delgado brazo le retuvo, apretándole con fuerza su fina y delgada muñeca. Finas lágrimas empezaron a salir, cuando vio el rostro del mayor acercarse al suyo, empezó a removerse de aquel agarre, empujando y golpeando el pecho del mayor pero parecía que nada lo iba a salvar.


De pronto sintió como era movido fuertemente, para luego sentir unos fuertes brazos abrazando su cuerpo. Legolas no reconocía aquel calor, ni aquellos brazos, ni aquel aroma a madera fresca pero aun así se le hacía delirante y adictivo a la vez.


Poco a poco fue abriendo sus azulejos y lo primero que le llamo la atención fue un cabello tan negro, algo largo y mal cuidado, la piel del cuello que dejaba expuesta tenía una tonalidad bronceada, tal vez de los arduos entrenamientos al aire libre, aquel aroma; no se había equivocado, olía a madera fresca, el olor al mismo bosque, inconscientemente fue pasando sus delgados brazos por la espalda del mayor, cerrando sus ojos lentamente, escuchando el sonido del mar. Alegrándose de que tan solo haya sido un mal sueño.


El sonido del aire rozar las hojas frescas de los árboles, el aroma fresco a girasoles, la comodidad de suaves cojines debajo de su espalda, recordó los ojos amorosos de su Ada y la sonrisa amable de su padre, los abrazos cariñosos de su hermano, unos ojos cobrizos con una sonrisa triste, fue lo último que recordó para luego pasar a la sonrisa arrogante del viejo elfo.


Unas suaves manos pasaban por su frente, escuchando a lo lejos la voz de su Ada junto con la de su padre, fue abriendo lentamente sus ojos para ver las espaldas de sus padre y la de su hermano, pero no pudo reconocer la voz de la cuarta persona, pero se escuchaba tan ronca y raspada, sintió como sus mejillas empezaban a enrojecer levemente.


-Hojita. ¿Cómo te encuentras?


-Papá, no quiero. –Thranduil, quien fue el primero en notar los ojos azules de su hijo, miró desconcertado a su esposo, mientras que su pequeño hijo se aferraba a su cuerpo buscando protección.


-Tranquilo, mi niño. Ya estas a salvo.


Legolas volvió a dormir ahora en los brazos fuertes de su padre, sabiendo que ahí iba a estar a salvo, sintiendo los suaves besos de sus padres y de su hermano.


Esa misma tarde Arwen le había pedido a Aragorn que la llevara a visitar el reino de Rivendel, el moreno no estuvo entusiasmado, pero su abuelo lo alentó a ir, tan solo con una mirada tan fría y profunda. Cuando estaban paseando por la feria que había abierto hace pocos días, Aragorn escuchó por medio de otros elfos-aldeanos- que Legolas había sido encontrado en la playa, bajo los extenuantes rayos del sol y que lo habían visto sobre los brazos de un guapo varón  y que había sido llevado a la Casa de Elrond.


El moreno empezó a caminar con prisa hacía la Casa sin darse cuenta que había dejado a Arwen atrás. Aragorn sabía que últimamente había descuidado al menor, pero en ningún momento se había olvidado de él, tan solo era que no se había acordado de la promesa que había hecho su padre y su abuelo. Él no amaba a la pelinegra, pero tampoco podía desobedecer las órdenes de su padre.


Lentamente fue deteniendo sus pasos ante la puerta ya que en ella se encontraba un joven maso menos de su misma edad, sonriéndole burlonamente.


-¡Boromir! –El joven príncipe corrió donde se encontraba su amigo, siendo recibido por un fuerte abrazo por parte de este. Había pasado tantos años desde que no se habían visto, los dos se separaron cuando apenas eran unos niños y ahora sus cuerpos se veían fornidos y sus rostros mas varoniles que hace unos años.


-¿Pero qué estás haciendo aquí?


-Tu padre me mando a acompañarte, me dijo que muy pronto se nos concedería una oportunidad para mostrar nuestra valentía al Rey y que deberíamos empezar a entrenar como verdaderos soldados.


Aragorn entró a la Casa junto con su amigo, encontrándose con Thranduil en el camino, recordando que en ese momento tenía que ir a ver a Legolas.


-Dúnadan, quiero mostrarle mis mas sinceros agradecimientos, sin usted, no sé lo que le habría podido ocurrir a mi hijo.


-Rey Thranduil, solo hice lo que cualquiera en mi lugar haría. –Aragorn en ningún momento dijo nada, pero se mostró algo extraño cuando Thranduil sonrió dulcemente a su amigo, para luego alejarse de ahí.


-¿Qué fue todo eso?


-Bueno…cuando venía para acá, me encontré con un pequeño elfo, que al parecer resulto ser hijo del Rey.


-¡Legolas! –El pelinegro entro a la habitación, sin antes tocar, encontrándose con toda la habitación iluminada, le tomo unos minutos acostumbrarse al resplandeciente manto de luz y cuando al fin pudo abrir sus brunos ojos, pudo visualizar la delgada espalda del pequeño elfo al final de la habitación.


Una sensación de paz le llenó el alma al verlo rodeado de toda aquella vegetación, junto con los pequeño animales que se acercaban a comer de sus manos, sus cabellos rubios brillaban insistentes, opacando al astro solar, camino sin prisa, intentando no asustar a las pequeñas aves pero sin querer llamar la atención, vio como el menor bajaba su cabeza, cerrando fuertemente sus ojos.


-Pequeño. –Aragorn se arrodillo muy cerca del elfo, pero este se alejó rápidamente, preocupando al mayor.


-¿Qué pasa? ¿Te duele algo? –Pero el menor seguía sin responderle, alejándose cada vez mas de él. El moreno no entendía lo que le pasaba a Legolas pero sentía como su pecho empezaba a doler, al darse cuenta que el menor se rehusaba a hablarle.


-Aragorn.


-Amroth. –El moreno vio como Amroth se acercaba lentamente al menor, para acariciarle sus cabellos rubios, recibiendo aun así una mirada triste.


-Hermanito, puedes ir a buscar a Ada. –Ante eso el menor se puso rápidamente de pie, esquivando todo mínimo contacto con el moreno, para salir de la habitación.


-Nos vamos.


-¿Qué? ¿A dónde?


-Regresamos al Bosque Negro. Porque al parecer ya no tenemos nada más que hacer aquí, mis padres han terminado su trabajo, al parecer ya llego tu prometida y la verdad es que no me gusta como la actitud de Legolas ha cambiado, volviéndose más frágil.


Aragorn salió de la habitación después de ver como Amroth agarraba la última maleta de Legolas, su rostro se notaba afligido, avanzó con pasos lentos e inseguros y vio como sus hermanos se despedían de los príncipes, desde donde estaba podía ver con claridad los ojos azules del menor, aquel brillo con lo que lo conoció habían desaparecido, ahora se veían opacos y aquella hermosa sonrisa, ahora tan solo se veía fingida y fría.


Sintió un sabor amargo cuando vio que Boromir se acercaba al menor y este le correspondió con un fuerte abrazo y con una hermosa sonrisa y él tan solo recibió un escueto y fría despedida. Quiso acercársele pero sintió como una mano se posaba sutilmente sobre su brazo, deteniéndolo en el proceso, no volteo a ver quién fue el causante de ello, pero no pudo reprimir un angustiante jadeo cuando vio como los caballos de la familia desaparecían por el frondoso bosque.


Aragorn escuchaba como las voz de Arwen y Eärendil se volvían cada vez mas en susurros, la energía del Elrohir y la de Elladan se iban acercando a donde él estaba, una mano se posó sobre su hombro, dándole un poco de seguridad.


Elros, quien no se había movido de su lugar, desde que la familia partió, veía como su sobrino Elrohir luchaba por no derramar ninguna lágrima y por otra parte estaba Aragorn, quien sentía como su corazón iba aprisionándose cada vez mas en su pecho.


-Hermano, mira a tus hijos. ¿Cómo deseas que haga lo qué has mandado si eso hace sufrir a los tuyos? –El elfo cerro despacio sus ojos, sintiendo como su rostro era acariciado por la brisa fresca.


Amroth sentía como el pequeño cuerpo de su hermano se removía dentro de sus capas, aprisionándose cada vez mas sobre su pecho. El mayor disminuyo el trote del caballo, dejando que los caballos donde iban sus padres se adelantaran un poco.


-Sabes Legolas, creo que me he enamorado.


-¿De Elrohir?


-Sí, pero creo que este amor no puede ser.


-¿Por?


-Porque ellos ya están comprometidos desde antes de nacer.


 -Hermano, me duele aquí. –Legolas se quitó la capucha, para mirar a los ojos de su hermano y con su pequeña mano, posarla sobre su pecho, exactamente donde está el corazón.


-Lo sé, hojita. A mí también me duele. –Amroth atrajo mas fuerte el cuerpo del menor hacía su pecho, sintiendo como empezaba a llorar silenciosamente.


Antes de cruzar el límite, Legolas alzo su cabeza, viendo como aquel elfo ahora lo miraba tristemente, sus ojos color cobre, derramaban finas lágrimas y aquella sonrisa con la que lo conoció había desaparecido.


 


Elros intento educar a Aragorn como su hermano Elrond lo hubiese hecho, lo convirtió en un gran guerrero con las espadas, un gran arquero junto también con su fiel guerrero Boromir, los dos muchachos habían sido criados de una manera brusca y cortante, gracias a la influencia de Eärendil, los dos jóvenes habían crecido en altura y musculatura, como en arrogancia y valentía.


Aquella tarde de otoño, las hojas secas empezaban a caer de los grandes sauces, los pequeños animales corrían a esconderse de una posible tormenta, a lo lejos se podía oír el blandir de las espadas, los gritos ahogados de los orcos.


Los dos muchachos golpearon en lo mas alto sus espadas, mostrando una sonrisa sobre sus rostros, los cabellos azabaches caían sobre sus hombros, perdiéndose en sus anchas espaldas, el mas alto, paso su brazo sobre sus ojos, quitándose el sudor que empañaba su bruna vista, mientras que el otro rompía un trozo de tela para limpiar su rostro y cualquier mancha de sangre.


Los jóvenes se acercaron al rio para poder limpiarse mejor, sus rostros cansados se podían reflejar en el agua cristalina, sus ojos brunos tenían destellos tristes, mientras que aquella sonrisa fingida aun seguía en su rostro. De pronto todo se perdió cuando sintió como su amigo le tiraba el agua fría sobre su cuerpo.


-¡Boromir! –Su amigo se había quitado las botas y su espada, reposaban sobre la tierra, mientras que empezaba a lavarse y él hizo lo mismo.


-No quisiera que el viejo de Eärendil, nos viera así.


-Ni lo digas amigo. Con todo esto de los entrenamientos ya tengo suficiente.


Boromir se detuvo al ver como Aragorn volteaba la mirada hacía el bosque, parecía como esos ojos tan negros buscara algo o alguien que parecía esconderse.


-¿Otra vez la misma presencia?


-Sí, desde hace un tiempo la estoy sintiendo con mas insistencia. Como si quisiera que la encuentre.


-¿Y por qué no vas a buscarla?


-¿Estás loco? Además tan solo puede ser mi imaginación. –Aragorn salió del rio bajo la atenta mirada de su amigo y de aquella presencia. –Y es mejor irnos, antes de que los demás se preocupen.


Boromir siguió los pasos de su amigo, regresando su mirada hacia el bosque, donde hace poco sintió la presencia de un elfo, aquel que siempre estaba velando por el bien de Aragorn y sus hermanos.


Ya habían pasado unos diez años desde la primera vez que Boromir encontró a Legolas durmiendo sobre las faldas de un elfo, uno que no había visto nunca, pero que desde ese día, su esencia se percibía mas fuerte, recordando aquellos ojos, los mismo que Elladan y Elrohir.


El moreno cerró lentamente sus ojos, recordando las palabras del elfo, aquella hermosa sonrisa, sintiendo como la brisa acariciaba suavemente su rostro.


-¡Boromir, apura!


Apenas y los varones ingresaron a la Casa, fueron recibidos por la enorme y hermosa sonrisa de Arwen.


El pasar de los años no habían pasado en vano para la pelinegra, sus cabellos azabaches mas largos y brillantes al igual que sus grandes ojos ónices, se veía aún más vivaz, la elfa se trepo del cuello del moreno, haciendo que este le aprisionara de la cintura para no caer.


 Boromir se había dado cuenta, como los ojos de su mejor amigo –casi hermano- habían cambiado, volviéndose mas opacos y tristes, mostrando aquella sonrisa ya estudiada y fría, mostrándosela a toda su familia. El moreno pensaba que nadie le veía, pero Boromir siempre estaba con él, cuando su mirada se perdía en el horizonte.


-Tranquila, Arwen.


-Aragorn, mi abuelo quiere hablar contigo y con Boromir.


Aragorn miró a su amigo y este tan solo le hizo una seña con la cabeza y los dejó solos, mientras él ingresaba a la Casa en busca de Elladan ya que no quería ir a ver él solo a Eärendil.

Notas finales:

 


>.<!!!!!! 


lo siento mucho T_T


....mejor no voy a volver a prometer cuando subire el proximo capitulo >.<


 


espero sus comentarios..sean buenos o malos T_T todo para poder mejorar >.< 


(:


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