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Viva la vida por YisusCraist-Of-Yaoi

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Notas del capitulo:

Fue una noche larga para todos llena de recuerdos, tristeza, descubrimientos ...es hora de dar un vistazo al pasado, forjar el futuro y revelar la verdad. 

Himuro debe admitir sus sentimientos

Sakurai vivir con el dolor

Kuroko enfrentar su pasado

Aomine enterrarlo a su lado

Teppei lucha por la felicidad

Hanamiya lucha por la tristeza

Murasakibara lo necesita de regreso

Akashi quiere comerse el tiempo

Kise al fin podrá.....

Kagami es hora....

 

Es hora de Vivir la vida

 

(Nota : Les debo MidoTaka, pronto tendrán más de ellos)

12:00 am


Se tiró bocarriba viendo el techo de la habitación que compartía de manera forzada con el pelinegro. Una sesión más de sexo, la quinta de la semana. Habían aprovechado que Kagami salió de casa rápidamente tras recibir un mensaje y el otro entro al cuarto mirándolo de esa forma tan peculiar, Sakurai ya sabía lo que seguía, lo que esa mirada significaba. Su piel estaba un poco marcada por los besos del otro pero no tan herida como su alma aunque sentía que se acostumbraba a ese dolor en su ser, ese peso en sus hombros que le hacía flaquear por momentos y despertarse a la madrugada solamente para llorar. La almohada había sido testigo de todas esas puestas de sol, de todas las noches de luna y esos amaneceres lastimosos que vivía. Sentía que era algo que nunca tendría final. Himuro lo rodeo abrazándolo por detrás sintiendo su pecho desnudo en la espalda. Suspiró por lo bajo cuando el otro le besaba la oreja, sintiendo el cálido aliento que le proporcionaba su respirar y bajaba por su cuello haciéndole temblar.


 


-L…lo siento…no creo poder más…-dijo aferrándose a la almohada y hundiendo su rostro avergonzado y entre sollozos. Himuro puso una expresión de preocupación al escucharlo. Miró aquellas blancas muñecas que tenían unas terribles marcas rojas por las esposas al igual que sus tobillos. Claro que se sentía mal pero no podía detenerse, no quería detenerse. No quería despertar y no sentir la calidez de aquel delicado cuerpo contra el suyo, sin poder robarle un beso a esos suaves labios. Se negaba a perderlo y estaba consiente que si habría esas esposas, si le daba la oportunidad de cruzar esa puerta él se iría para siempre. Era un amor enfermizo lo que había desarrollado por ese joven y lo peor es que lo sabía pero no tenía idea de cómo romper ese ciclo en el que el otro sufría por estar a su lado, no podía detenerse, no sabía cómo hacer que sintiera su amor de una forma adecuada y legal sin ser rechazado. Himuro por dentro estaba asustado por todo eso, por las noches soñaba que Kagami estaba en el marco de la puerta viéndolo con esa decepción en su rostro, llevándose a Sakurai de su lado y hundiéndolo en la soledad nuevamente; esos sueños lo hacían despertar de golpe, correr a la puerta y asegurarse que esté bien cerrada. Sudaba frio al siquiera pensarlo y se arrastraba por la misma cayendo sentado al suelo. Tanto tiempo solo, tantos años buscando a Kagami después de haber perdido a toda su familia, a sus padres, y ahora los tenia a los dos. No quería perderlos, no quería estar solo.


 


-Descansa –ordenó aferrándose al cuerpo del otro para al fin dormir. Sakurai no entendía las intenciones de Himuro ni por qué tanto dolor. En muchas ocasiones le suplico que le dejara ir y que no dijera a nadie sobre él y ese secuestro pero Himuro le miraba sombrío y se negaba a abrir las esposas. ¿Por cuánto tiempo más tendría que sentir esa mirada, esas caricias que solo rayaban en lo físico? Estaba cansado de ser usado, de que toda su vida había sido usado por otros. Si no era su familia y sus estándares era la Casa Roja con todas sus reglas de cómo tratar a los clientes. No tenía voluntad propia, en su vida nunca la había tenido.


 


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12:30 am


Kagami corría en la oscuridad hasta llegar a un parque cercano a la casa de Kuroko. Había rodeado diversas cuadras y al fin había dado con el lugar más obvio. Entre los juegos vio al chico de cabellera rubia columpiándose lentamente bajo la tenue iluminación del faro. El pelirrojo suspiro un poco más tranquilo y llego hasta donde estaba él deteniéndose.


 


-¡Hey!, ¿Qué no puedes durar ni un día en una casa? –dijo Kagami.


 


-Dure muchos años en la Roja –respondió seco el otro. Tenía la vista cansada, eso lo notó al verlo a los ojos. Kagami se sentó en el columpio de a lado y miró al cielo estrellado que los iluminaba. Le hacía recordar esas melancólicas noches en las que debían ir con los clientes, donde después de darles el placer por el que pagaban en ocasiones podía levantarse y caminar hasta el balcón para ver el cielo brillar de esa forma tan linda. Quiso huir varias veces pero no quería dejarlos a ellos atrás así que pensaba irse de la Casa Roja hasta que esta estuviera vacía. Había creado una especie de lazo amistoso con varios miembros, otros tantos (sobre todo los que vendían su cuerpo) le odiaban por su rebeldía. Sentía esa necesidad de cuidarlos y no se disipó el sentimiento con el hecho de que el imperio Rojo cayera. Tan pronto Kuroko le dijo que Kise había huido de casa salió corriendo a buscarlo. Es algo que haría con cualquiera de los otros chicos pues aún se sentía responsable de ellos. Alguna vez llegó a defenderlos de los golpes de otros, de las actitudes malas que les otorgaban.


 


-¿Qué sucedió? –le cuestionó mirándolo y el rubio aun cabizbajo negó con la cabeza.


 


-Es que soy un estúpido Kagamicchi –se talló los ojos con fuerza- tal vez tú no has sentido eso porque tienes a tu hermano quien siempre esperó por ti pero nadie en este mundo espera por mí.


 


-No digas eso Kise. –le reprendió- todos nosotros estamos juntos en esto. Nos estamos cuidando a pesar de todo ¿No? Lo prometimos.


 


-Eso no será siempre. Mira Takaocchi…se cerró al mundo y ni siquiera nos ha buscado ni permite que nos acerquemos. Sakuraicchi sigue perdido –apretó las cadenas del columpio- siento que solo estamos nosotros en la larga lista y tú ya tienes una bonita familia a la que perteneces…en cambio yo…aunque intento sonreír siempre y buscar gente nueva al final no tengo un lugar al que pertenezca.


 


-Encontrarás un lugar al que pertenecer. Seguro Takao pasa por lo mismo. –relajó los hombros- Sigue en la organización de apoyo para jóvenes sin hogar en vez de buscar a alguien que lo ayude. –se talla los cabellos y mira al rubio- no estás solo aun cuentas con mi apoyo y el de Kuroko.


 


-No me hables de Kurokocchi –dijo cubriéndose el rostro con las manos – siento que se burló de mi….


 


-¿Qué te hizo? –preguntó dudoso.


 


-… Kagamicchi –el joven levanta la vista y mira al cielo- si sientes algo por él ten cuidado….no quiero que te sientas herido….


 


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1:00 am


 


El castaño llegó a su casa y se aflojó la corbata mostrando cansancio en su rostro. Llegó a la cocina y abrió el refrigerador sintiendo un poco de alivio al ver algo de jugo de frutas en él dando un trago sin servirse en el vaso, si su marido lo viera posiblemente lo colgaba vivo por que odiaba que hiciera eso. En ese momento se preguntó dónde estaba su marido y recordó el mensaje que le había enviado hace una hora. El sonido lejano le confirmó su localización; cerró el refri y caminó por un pasillo hasta llegar a una puerta bajo las escaleras. La abrió y al mover algunas prendas de tiempo de frio que ahí colgaban se mostró una puerta corrediza que movió. Unas escaleras hacia un sótano aparecieron y cerró todo detrás de él entrando al lugar. Bajó, sus pasos hacían un eco en el lugar y aquel sonido de otros pasos seguido del desliz de una pluma hicieron su aparición. Al entrar ahí estaba frente a un computador escribiendo en una pantalla algunas cosas su pareja totalmente concentrado en lo suyo.


 


-He llegado – dijo sonriente. Lo que el otro hacia no era lo más correcto pero verlo tan concentrado trabajando le animaba de alguna manera. Ya se había retirado de ese tipo de negocios pero ahora ahí estaba de nueva cuenta en las andadas.


 


-Aquí está el documento, revisa las huellas mientras me encargo de esto –dijo pasándole el papel sin verlo. Hace unos días era cortante con él y ahora parecía estarlo siendo de nuevo pero había una gran diferencia entre ambos tipos de actitudes aunque a simple vista eran similares, antes Hanamiya lucía perdido y triste ahora estaba realmente deseoso de concluir un trabajo importante para él, se le veía hasta feliz así que Teppei no iba a reclamarle porque no le decía siquiera un “bienvenido”. Tomó el documento que estaba sellado en un sobre y lo puso sobre la mesa para después tomar una bata de laboratorio que estaba colgado por ahí junto con unos guantes de látex y esos lentes ya que el tiempo había cobrado factura en su vista, además ese tipo  de trabajos requerían de exactitud. Tomó el documento con cuidado y lo puso en un analizador de huellas dactilares donde el otro sacaba pequeños fotogramas del mismo detectando cuidadosamente el patrón de esta con cierta maestría. Hanamiya se tallaba el mentón observando aquellas líneas intentando imitar el movimiento para generar una copia exacta pero sus ojos observaron por un momento lo concentrado que Teppei estaba.


 


Hanamiya era un falsificante, cuando apenas conoció a Teppei ya había logrado robar a algunos hombres adinerados sin ser descubierto. Había estado en contacto con muchos millonarios por desgracias de la vida pues desde niño había sido capturado para trabajar en la Casa Roja. En aquellos tiempos había pocos jóvenes y quien estaba a cargo del negocio era el abuelo de Akashi Seijuuro, este último aún era muy joven pero tenía conocimiento del lugar. Ahí fue donde ambos se conocieron y, debido a que el pelirrojo poseía una inteligencia superior a otras que había enfrentado descubrió que Hanamiya buscaba robar dinero de su familia. Le perdonó y decidió guardar su secreto debiéndole un favor puesto que Akashi sospechaba que en el futuro requeriría de esas habilidades tan pulidas en el arte de la falsificación de firmas y huellas. Pronto aprendió más cosas gracias a que el pelirrojo había conseguido diversos libros y se los entregaba en secreto. En estos venían diferentes indicaciones de como entrar a sistemas complejos y cambiar registros, eran libros que no se encontraban en el mercado pero siendo hijo de un hombre tan importante que además estaba en negocios turbios como la prostitución infantil podía obtenerlos sin problema; Seijuuro lo veía como una inversión a futuro.


 


Ellos se reunieron en una ocasión y le dio instrucciones a Hanamiya para hacer un gran robo, después de eso le daría su libertad. Era parte de un ajuste de cuentas que tenía el menor. A sus 14 años el pelirrojo ya estaba contra las grandes mafias y con la ayuda de Hanamiya logró obtener grandes cantidades de dinero, la mitad para el falsificador y la otra mitad para él. Hecho esto le dio su libertad y le recomendó hacer su vida, no encerrarse en ese tipo de negocios que consumirían su vida. Con esas palabras en mente volvió a encontrarse con Teppei aceptando su propuesta de ser una familia. En ocasiones hacía pequeños trabajos para no perder la costumbre, incluso firmaba bajo el nombre de su marido pues sabia su firma de memoria y aunque el otro le reprendiera se las ingeniaba. Kiyoshi y Makoto siempre tenían problemas por ese amor que le tenía al crimen hasta que un día realmente agradeció de la habilidad del otro para falsificar nombres, firmas y borrar expedientes completos. Ese día en el que decidieron tener una hija adoptiva.


 


Las casas hogar se habían negado a entregarles una pequeña por ambos ser hombres, Teppei llevaba años insistiendo en hacer crecer la familia pero eso no estaba en planes de Makoto. Cuando al fin dio un indicio de ceder se toparon con ese problema, no podían viajar a los lugares donde era legal hacerlo así que el otro planeo una coartada perfecta para poder obtenerla. Tras un arduo trabajo y diversos filtros de seguridad al fin logró obtener una identidad falsa y volverse la madre de una pequeña. Sonrió con satisfacción tanto por lograr su cometido como por, secretamente, alegrarse de cumplir lo que el otro tanto pedía. Ya era hora de ser una familia. Salió de sus pensamientos en ese momento, de aquellos recuerdos de  hace años y se talló la sien lo cual no pasó por alto de su marido.


 


-¿Estás bien? –preguntó preocupado Teppei dejando de lado su trabajo.


 


-Solo me preguntaba si esto solucionará algo – dijo sin pensar el otro apretando los puños viendo fija la pantalla.


 


-No lo hará – Teppei se quitó los lentes dejándolos en la mesa y caminó haciendo resonar su andar por el cuarto. Puso sus manos en los hombros de Makoto y fuera de todo pronóstico este no se quejó por el contacto. – pero te hace sentir mejor ¿no? Eso es lo único que me interesa ahora….


 


-Eres un idiota….-dijo sin mirarlo.


 


-Yo también te amo, Makoto –le regaló un beso en la mejilla.- vas a lograrlo. Tal vez al final verás que no sirvió para nada pero ahí estaré para levantarte y continuar hasta que te sientas tranquilo.


 


-….- Hanamiya no dijo nada. Odiaba a Kiyoshi por siempre dar en el clavo con esas palabras tan exactas. Odiaba amarlo tanto que a veces se le olvidaba respirar.


 


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2:00 am


 


El insomnio había atacado al pelimorado quien tomo su laptop aun con la pijama puesta y salió al pequeño balcón de su departamento que mostraba el cielo estrellado. Se sentó en la silla que había acondicionado para detenerse un instante y ver a la gente pasar cuando no tenía ganas de hacer nada. Había puesto a su lado otra silla para cuando invitara a Akashi, incluso compro otra taza para café, un cepillo de dientes extra, una nueva mesa para el pequeño comedor y otra toalla pues quería invitarlo a estar un tiempo con él para verlo en las mañanas, preguntarle que quería desayunar, decidir qué película ver y al anochecer sentarse en el balcón a contar las estrellas; eran cosas que había imaginado vivir con él pero cada vez era más difícil mantener esos deseos lucidos e intactos, no quería perder la esperanza pero en ocasiones se desanimaba y esa noche no era la excepción. Vio su pantalla y la palabra “REPORTE” hacía gala en la misma. ¿Qué podía reportar? Nada había pasado, ni un avance. La cerro de nuevo y miró la inmensidad del cielo preguntándose si Akashi podía ver las estrellas donde este. Se puso de pie dejando la portátil en la silla y estiró la mano al cielo.


 


-Oye Aka-chin ... ¿me odias? –preguntó como si el otro pudiera escucharlo- es que creí que éramos tan unidos y que nunca nos separaríamos pero no estás aquí –bajó la mano y continuó hablando con las estrellas- yo siempre iba aburrido haciendo lo que otros esperaban pero a ti no te esperaba y no quiero….no quiero que simplemente te vayas de mi –golpeo el barandal del balcón- creo que te amo Aka-chin… creo que te amo y no sé qué hacer… tu siempre tienes las respuestas…dime que hacer –susurró esto último y una estrella fugaz atravesó el iluminado cielo. Sin pensarlo el otro joven que estaba al otro extremo de la ciudad miraba el mismo cielo, las mismas estrellas recargado en el enorme vidrio del departamento con la luz de la luna alumbrando lo que su brillo falso alcanzaba. Miró la estrella y pegó la mano en el vidrio abriendo la ventana un poco para sacar la cabeza y respirar el aire fresco de la noche.


 


-Atsushi… cada vez falta menos….-expulsó el aire de sus pulmones y metió la cabeza para no ser visto por los policías que rodeaban el hotel. Debía ser cuidadoso con ese aspecto aún.


 


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3:00 am


 


Kuroko abrió los ojos y con cansancio miró el reloj de la sala. Se había quedado dormido abrazando aquel cuadro. La posición en la que descansaba cobraba factura en su cuerpo provocándole un dolor en la espalda. Intento aclarar sus pensamientos y era el sonido de su móvil sonando lo que lo había despertado, maldijo por lo bajo al aparato. Lo tomó con dificultad y contestó sin ánimos.


 


-¿Bueno?....-dijo con el tono de siempre.


 


-¡Tetsu! Necesitaba decirte algo importante. –al otro lado de la línea el ahora relevante Aomine – es sobre Takao.


 


-Me hablas en el peor momento Aomine-kun. – el peliceleste se levantó y dejó el cuadro en el lugar donde estaba.


 


-Sí, sé que son las 2 de la mañana pero….


 


-Son las 3 de la mañana, yo suelo estar dormido a esa hora. –ambos hicieron una pausa- si me hablas para saber de Kise él se fue.


 


-No, te equivocas no…-mostró cierta frustración en sus palabras- ¿Dónde está?


 


-Ni idea… -Aomine se extrañó del desinterés del peliceleste, comúnmente ayudaría a las personas hasta las últimas consecuencias.


 


-Tetsu ¿Estás bien? –la pregunta extrañó a Kuroko pero luego lo entendió, nadie lo conocía tan bien como Aomine.


 


-…lo estoy Aomine-kun, no te preocupes –dijo intentando sonar bien- preocúpate por encontrar a Kise. Creo que Kagami-kun, el hermano de Himuro-kun fue a buscarlo.


 


-Ya…llamaré a su casa. Pero ¿Por qué se ha ido de tu casa? –cuestionó.


 


-Digamos que encontró parte de mi pasado –comentó mirando el cuadro. Aomine en un principio no entendió a que se refería pero después cayó en cuenta- no pensé que daría con esa nota, ni siquiera la recuerdo.


 


-…esa nota –ríe un poco- ya se lo explicaré después…- el moreno se tiró en el sillón viendo al techo- en serio ¿no la habías visto?


 


-No, creo que debiste decirme que habías escrito eso…


 


-Creo que es hubiera cambiado todo ¿no? –el moreno cerró los ojos y empezó a recordar el día que le entregó ese cuadro.


 


>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>Flashback<<<<<<<<<<<<<<<<<<<


 


Estaban en la preparatoria, momentos donde la vida parecía un drama existencial y todas las emociones hacían frágiles a los adolescentes. En el futuro descubrirían que la vida era más compleja pero la mayoría iban creyendo que lo habían aprendido todo. Ahí dos jóvenes en la azotea del instituto comían su bento sin decir mucho. Kuroko y Aomine se habían encontrado en esa gran vida por casualidades puras. Kuroko por su parte que desde hacía años había salido del closet, había tenido un romance en la secundaria con un tal Ogiwara quien después ventiló ese secreto del peliceleste. El chico fue molestado durante el resto de la escuela, víctima de abuso psicológico que inclusive llegó a lo físico, perdió a sus amigos quienes le juzgaron por sus gustos y así hasta la prepa donde se filtró el mismo rumor. Kuroko se sentía destinado a la soledad, nadie le trataba, le miraban asqueados y no es como si fuese muy sociable; era una sombra de lo que solía ser antes de que su orientación sexual fuese revelada. Tras ver a Aomine en un partido de básquet se sintió atraído de esa vitalidad pero ¿Qué podía hacer él contra alguien tan popular?... absolutamente nada. Mientras su adolescencia le seguía dando golpes diversos, mientras más y más gente hacía fila para destruir palmo a palmo su autoestima el puño de Aomine aparecía para defenderle, para demostrarle que no estaba solo. Sufriendo heridas leves, cargándolo con sus fuertes brazos y sonriéndole para decir “no estás solo, Tetsu”.


 


Eventualmente ese encuentro evolucionó de dos conocidos a una impresionante amistad. Aomine que era el jugador más famoso de la escuela y Kuroko que disfrutaba de ver sus partidos, a veces entrenaban juntos pero el peliceleste no tenía talento alguno lo que le arrancaba sonrisas a ambos. Una nochada, más gente por conocer, un peliceleste sintiendo como las puertas que otros habían cerrado se abrían eventualmente acompañado por una calle oscura y un océano al fondo de la escena. Ahí frente al mar un beso, el beso de su primer amor. Sabía que era amor por que leyó en muchos libros que cuando tu corazón late con fuerza, cuando sudan las manos y se sienten esas mariposas en el estómago sin duda es amor. Los dos en ese lugar, las olas era lo único que se podía escuchar y un “Hey Tetsu… deberías besarme todos los días”. Básicamente esa fue la declaración de amor que esperaba de alguien como Aomine pero sinceramente no lo esperaba de él. Los primeros meses fueron fantásticos, Kuroko también lo leyó en varios libros y como si fuera una profecía exacta y verás cuando pasaron 4 meses la magia poco a poco se disipaba. Ahora los días de felicidad con el que era su novio se volvían nuevamente los días con su mejor amigo. Quería volver a amarlo ¿Dónde se habían ido todas esas emociones? Estaba ansioso de sentirlo de nuevo. A los 7 meses Aomine sintió como el otro le miraba diferente, en un intento desesperado por revivir lo que perdían pasó lo que debía de pasar y se entregó a él. Fue doloroso, fue triste, no fue como lo imaginó. Kuroko sollozaba y el otro se lamentaba pues además de ser su novio, aunque su amor se derrumbara en mil pedazos, él era su mejor amigo. Empezaron a tener altibajos, a veces uno estaba de humor y Aomine empezaba a cansarse de eso. Peleas e insultos opacaban por completo las dulces palabras que hace unos meses le dedicaba, empezaban a olvidar las buenas promesas y a pensar que harían si el otro no estuviera ahí.


 


Ahora estaban ahí, en el techo comiendo un bento y celebrando su primer aniversario, pero no había mucho que celebrar. Aomine le dio un cuadro con una foto de ambos y el otro le obsequió un par de tenis nuevo para deporte, ese día estaban de buenas. Kuroko miró el cuadro, con esos detalles se intentaba engañar a si mismo pensando que podían salvar su relación pero pasaron los días, hubo más gritos porque uno le colgaba las llamadas, otro no tenía tiempo por estudiar, porque Aomine nunca dijo que lo amaba ya que cada vez que esa palabra se mencionaba había un silencio fúnebre y nadie miraba sus propios errores. Aomine le temía a dar los siguientes pasos para algo formal y Kuroko era un soñador de lo peor. A año y un mes decidió terminar eso antes de que eso terminara con ellos.


 


-Aomine-kun… realmente quiero que seamos amigos –dijo Kuroko. Claro que le dolía, creyó amarlo y se entregó a él pero ahora estaba ahí terminando todo.


 


-Eso está bien para mí aunque…no será tan rápido. –Aomine tomó su mochila y la puso en su espalda con desdén como siempre hacia – empecemos de nuevo, soy Aomine Daiki y no volveré a ser tan estúpido….


 


-…soy Kuroko Tetsuya… y puedo apostar a que lo serás Aomine-kun –el chico corrió hasta llegar a su lado y caminar junto con él. Ese día se murió oficialmente lo que ambos habían cosechado con esfuerzo enfrentándose al prejuicio para nacer una amistad incondicional.


 


>>>>>>>>>>>>>>>>Fin del Flashback<<<<<<<<<<<<<<<<<


 


-Tal vez habría hecho una diferencia….-dice viendo la nota “Te amo Tetsu” y sonríe- pero agradezco no haberla visto.


 


-¿Tan malo era estar conmigo? –dice fingiendo estar ofendido.


 


-No me malentiendas. Gané al mejor amigo de todos los tiempos… aunque si, como novio eras muy brusco Aomine-kun –el peliceleste dejó la nota bajo el cuadro y siguió su camino hacia su habitación.


 


-Vale, lo admito…no soy chico de rosas ni cosas tiernas….-sonríe ya más animado al igual que el otro- Tetsu, porque somos amigos sabes que puedes confiar en mi si algo te pasa….


 


-…lo sé Aomine-kun…gracias –sentía ganas de escuchar algo así pero la situación era difícil. Pronto se revelarían nuevas cosas y dificultades para el chico y necesitaba apoyo de alguien como Aomine.


 


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4:00 am


 


-¿Ya estás más tranquilo? –dijo el pelirrojo guiando al rubio. El otro asintió mientras el más alto abría la puerta de la gran casa.


 


-Wow Kagamicchi…tu casa es muy grande –dijo mirando a todos lados.


 


-No es mía, es de mi hermano. –dijo tirando las llaves a lado y prendió la luz- ¿quieres cenar algo? –caminó hacia la cocina.


 


-Eh, si tengo hambre –se sobó la tripa siguiendo a Kagami y se sorprendió aún más por lo linda que era la cocina. Era amplia, ordenada y bien decorada. Seguro su hermano era adinerado o algo así. El plan era simple, se presentaría ante el hermano de Kagami y solicitarían que se le diera hospedaje temporal a Kise hasta que encuentre un hogar propio. La casa era amplia, había diversas habitaciones y podía ocultar cualquiera de esas. Ambos se miraron por un momento al escuchar al final del pasillo un ruido.


 


-Descuida, le caerás bien. –dijo sonriendo Kagami- solo tiene un montón de reglas sobre no tocar sus cosas o entrar a su cuarto pero es agradable… -dijo el pelirrojo motivando al rubio a levantarse para ir a presentarlos. Himuro apareció del pasillo con la pijama puesta y el cabello desordenado tallándose las hebras. – Hey, hermano. Hay alguien que quiero presentarte – Kise apareció detrás de él y sus miradas se cruzaron.


 


-Mucho gus…-cortó sus palabras y se quedó en un silencio que poco a poco invadió el ambiente. Kise frunció el ceño y miró colérico al otro- tú….tú fuiste el último que estuvo con Sakuraicchi! –dijo en un grito que resonó por toda la casa- ¡Este sujeto se llevó a Sakuraicchi! –expresó con desesperación.


 


-¡…No sé de qué me hablas! –contestó rápidamente Himuro intentando sonar muy natural.


 


-¡Ese día en el bar tú y Aominecchi llegaron y nos llevaron, después de eso nadie supo de Sakuraiichi! ¡Deja de negarlo! –dijo enfurecido dando un par de pasos hacia enfrente encargando al pelinegro- ¿Dónde está? ….


 


-Te equivocas, seguro me confundes con alguien más –dijo seriamente.


 


-Kise, tranquilízate – Kagami sostenía por la espalda al rubio para que no iniciara una pelea, los ánimos estaban tensos y no fue como imagino un primer encuentro. No sabía que creer, si el rubio se había confundido o si era real.


 


-Es cierto, Aominecchi me dijo…-miro a Kagami - ¿Por qué no me dijiste que tu hermano se llamaba Himuro? Es el mismo nombre del amigo de Aominecchi que trabaja como policía –miró de nuevo al pelinegro- ¿o inclusive negarás que eres policía? ¿Qué te estoy confundiendo con alguien más? –chista irritado- nunca olvidaré el rostro de esta persona…- dijo retrocediendo un poco. Kagami miró a su hermano sorprendido, el desconocía de esa situación totalmente y para sorpresa de Himuro su hermano conocía bien a Sakurai y sabía de su situación, era algo que había pensado pero no quería saberlo.


 


-Himuro tu…-Kagami estaba impactado aun sin saber en quien creer.


 


-Aomine y yo contratamos sus servicios para investigar de la Casa Roja pero como le dije a él yo devolví al chico en cuanto este no cedió a decirme nada. –le miró con rostro de súplica – tienes que créeme…-Kagami suspiro confuso, Kise seguía molesto y el pelinegro solo miraba al otro intentando que su historia se creyera.


 


*Click Clack Clack*


 


Un sonido al fondo del pasillo era recurrente. El silencio entre los tres dio espacio para que escucharan el golpeteo. Kise se soltó como pudo de Kagami y corrió por el mismo pero Himuro le detuvo.


 


-¿Qué crees que haces? –le apretó con fuerza el brazo y el rubio se retorció del dolor lanzando un pequeño grito.


 


-Suéltame ¿Qué no escuchas? –de nuevo ese sonido se hacía más fuerte cada vez – si no ocultas nada déjame ver que hay ahí…


 


 


-Largo de mi casa, no permitiré que vengas aquí a hacer disturbios….-dijo jalándolo hacia un lado para después hacerlo retroceder a empujones.


 


-Kagamicchi…por favor… tienes que creerme, él sabe dónde está Sakuraicchi…por favor… -le dijo entre sollozos mientras Himuro a jalones intentaba sacarlo de su casa. Kagami miraba en shock la escena intentando ordenar sus ideas y no respondía a los gritos de Kise.- ¡KAGAMICCHI!


 


-¡Fuera! No eres bienvenido a mi propiedad –ahora Himuro estaba muy enfurecido por la actitud del rubio.


 


-¡SI LO TIENES NO PODRÁS OCULTARLO SIEMPRE! ¡Sakuraicchi podía parecer débil y torpe pero era el más fuerte de todos! ¿Escuchaste? – Kagami miraba al suelo y volvió a escuchar ese sonido, ese golpe de la habitación de su hermano.


 


-Si sigues lanzándome falsas acusaciones y no sales de aquí llamaré a la policía –lo había llevado hasta la puerta. Himuro era por mucho más fuerte que el rubio.


 


-¡Hazlo! ¡Les diré todo lo que se a ver si sales limpio de esto! –tenía ganas de llorar de la frustración pero se aguantaba para no mostrarse débil ante el otro.


 


-¡No tengo nada que temer! ….


 


*!TRUN!......!TRUN!*


 


Un par de golpes muy fuertes y sonoros se escucharon en la casa resonando por el pasillo. Himuro giró el rostro asustado, Kise miró hacia el lugar. No sabe como pero pronto Himuro corría por el pasillo con desesperación y se detuvo en seco… la puerta fue derrumbada por Kagami con patadas. Él era fuerte, pudo hacerla solo con dos aunque se esguinzó el tobillo, solo quería comprobar la inocencia del otro pero fue todo lo contrario. Ahí en el marco de la oscura habitación estaba el pelirrojo…frente a sus ojos estaba Sakurai.

Notas finales:

Si robas el fanfic sin darme crédito iré a tu habitación por la noche, tiraré la puerta y gritaré "SE QUE TIENES A SAKURAI, TODOS SABEMOS QUE TIENES A SAKURAI".... dame crédito >:I y deja una bonita flor en tu review si amas el fic ->  d47; (?)

 

-Yisus


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