*toc toc toc*
Las canchas resonaban fuertemente con el golpeteo del balón en juego. Un reto, un eterno combate y dos rivales que más que odiarse sentían una cierta empatía, esa misma que les llevó a las caricias fugaces, a los besos indiscretos, al sexo casual y a la carencia de palabras de amor. Esa era la relación de Kise y Aomine.
*toc toc toc*
Con ese ritmo sonaba la puerta del cuarto de Aomine cuando Kise pedía permiso para entrar, Ahí envuelto con cobijas le indicaba que pasara. Conversar de básquet, de sus épocas en Teiko y un Aomine pidiéndole que le presentase una modelo de pechos grandes ¿Cómo podía decir eso después de haberse acostado con él? Bueno, porque era Aominecchi y por qué no importa con quien estuviera siempre volvía a él.
*toc toc toc*
En el tejado donde siempre dormía el moreno estaban ambos. Kise tenía ese afán de faltar a clases para ir con Aomine o Kuroko, quien le quedase más cerca. Botaban en balón contra la pared tirados viendo el cielo extenderse. Kise se cuestionaba ¿Porque no? ¿Porque no me miras a mí? Sabía que lo que tenían ellos era una amistad con derecho a follar pero no quería eso, tomando de la mano del otro quien no se quejó entrelazo sus dedos sin dejar de ver el inmenso cielo extenderse por encima de ellos. Quería ser más para él. Un beso en los labios apareció…
*toc toc toc*
Caía una naranja en ese mismo tejado. Aomine alzó la vista después de ser besado y vio ahí a una chica. Empujó a Kise pero esta mujer había huido. Ahora todos lo sabrían, sabrían que se subía a la azotea y se besaba con un rubio de otra escuela “no me vuelvas a buscar”. El decir que tenía tales preferencias (o más bien que no le importaba quien fuera mientras sea humano) provocaría burlas en su escuela. Claro, a Kise no le importaba andar gritoneando que los chicos eran lindos pero Aomine era otro cuento, era demasiado heterosexual para ello. Ahí le dejó, llorando frente al infinito cielo.
*toc toc toc*
Tres palmadas en la espalda por parte de Kasamatsu. No estaba en su mejor ánimo y eso era raro del rubio pero desde aquello había mantenido distancia con el moreno y sabía que le vería ahí, ese día. Subieron al camión, acomodó su maleta arriba y al voltear chocó con él. Se miraron, una mirada intensa. Los recuerdos, los momentos, la tristeza y todo se quedó en ese instante de tiempo.
*- - -*
La máquina sonaba indicando que seguía vivo pero algo dentro de él murió. Le dolía todo, le dolía haber escuchado eso por error. No podía abrir los ojos, no podía hacerlo más ni deseaba cometer tal acto. Estaba cansado de vivir, cansado de respirar, cansado de intentar e intentar. En los pasillos el llanto se colaba por la puerta entreabierta. El accidente fue fatal, el camión volcado y los cuerpos regados.
Kise había muerto…
Solo vio su cuerpo a lado del suyo y no respiraba más, entonces se desmayó, después todo fue oscuridad. Ahora en el hospital con los doctores intentando mantenerlo en ese mundo entendió que fue un idiota, el más grande idiota del mundo.
En sus pensamientos resonó… como una lastimera despedida “¿Sabes que lamento, Kise?...” pensaba como si el rubio pudiese escucharle. “Que moriré aquí, como tú… pero no podré verte, nunca te alcanzaré por qué tu estarás en el infinito cielo y yo en el infierno.”.
- Tiiiiiiii *
La máquina marcó el fin de su vida. Sin haberse disculpado, sin haber admitido que le amaba. Qué manera tan más patética de terminar un romance.
Kise Ryouta. Hora de muerte 11:37 am.
Aomine Daiki. Hora de muerte 5:15 pm.
“…perdóname.”