Legolas ingreso algo mareado al castillo del rey, su respiración se encontraba algo agitada, instintivamente llevo su mano a su pequeño vientre, intentando tranquilizar a su pequeño, respiro profundamente unas tres veces sintiendo como su pequeño empezaba a tranquilizarse.
-¿Legolas, te encuentras bien? –El elfo abrió lentamente, mostrando una leve sonrisa al rostro del recién llegado.
Boromir le tomo delicadamente del brazo para llevarlo al gran jardín, lejos de las personas que se encargaban de los arreglos.
Se sentaron debajo de un gran árbol, el Adán veía la sonrisa en el bello rostro del pequeño elfo, su rostro, se encontraba iluminado por el nuevo integrante de la familia de su mejor amigo.
-¿Todo se encuentra bien, Boromir? –El Adán salió de su pequeño trance, parpadeo unas dos veces, llevándose sus dedos para acariciar sus cansados ojos.
-No lo sé. Desde hace algún tiempo siento que Frodo me evita, intento hablar con él, que me cuente sus preocupaciones, pero…
-¿Pero?
-Siento que no confía en mí. Sé que a veces soy muy celoso y puede parecer que no me importa nada de él, pero yo le amo. No sé…no sé cómo ser un mejor… maldición, ni siquiera le he pedido que se case conmigo.
-¿Crees que Frodo esta así, por eso?
-No lo sé, maldición. Como voy a saberlo si él no me lo dice. –El menor se sintió un poco culpable al ver como el Adán se rompía al frente suyo. El mayor había ocultado su rostro entre sus manos, su cuerpo empezaba a temblar levemente, posó delicadamente su mano, sobre la espalda del mayor, intentando que se calmara.
-Tal vez, podrías dejar ser un poco menos posesivo con él. –El menor se sintió cohibido al recibir la penetrante mirada del varón, su arrugado ceño, sus ojos tan negros entrecerrados.
-¿Qué es lo que quieres decir?
-Yo… yo…
-¡Boromir! ¡No lo mires así! –Los dos alzaron sus miradas viendo como Aragorn se acercaba con pasos lentos. -¿te encuentras bien? –Inmediatamente Legolas sintió la delicada caricia de su futuro esposo, en su mejilla.
-Yo…solo digo, que así como nos aman, también deberían dejarnos tener un poco más de libertad.
-Eso ni hablar.
-Suficiente libertad tienen con salir solos al jardín. -Legolas negó lentamente, viendo como los dos varones eran tan obtusos en aquel tema.
-¿Qué es lo que dices, tonto hermano mayor?
Legolas sonrió al ver que Faramir se acercaba con una venita en su rostro, intentando soltarse de los brazos de Elladan.
-Eso es verdad. –Faramir le soltó un golpe, no tan fuerte, en el estómago del elfo, para irse a lado de Legolas.
-¿Ustedes creen que nosotros no podemos defendernos? ¿¡Y tú, Elrohir, apuesto que Amroth opina lo mismo que estos imbéciles?!
Así, todas las miradas cayeron sobre la pareja que se encontraban abrazados.
-¿Opinas lo mismo, Amroth? –El elfo oculto su rostro en el cuello del menor, por unos segundos, respirando su dulce aroma.
-Yo creo que, así como nosotros, ustedes también saben defenderse, pero eso no quita que como nuestras parejas, les dejemos sin nuestros cuidados.
-Amroth siempre sabe que decir en estos momentos. –A lo lejos se podía notar el aura de felicidad que emanaba la joven pareja, Elladan intento acercarse a su Adán, pero se quedó quieto al recibir una mirada penetrante por este, Aragorn abrazo por la cintura a su rubio, acariciando su vientre, apoyando su quijada en el hombro del menor. A los ojos de Boromir, todos se encontraban felices y eso a él, cada vez empezaba a sentirse más y más deprimido.
Dentro de la gran casa, Frodo se encontraba viendo por la ventana a los hombres y a elfos, conversando, él también quería acercárseles, pero una parte de él tenía miedo a que Boromir le desprecie.
-¿Frodo? ¿Qué es lo que estás haciendo? –El menor se sintió descubierto, sintió como su corazón salía desbocado por su boca, llevo su mano a su pecho, para intentar tranquilizarse.
Amdír miró detalladamente al pequeño hobbit, sus cabellos rubios y ondulados se veían brillantes al igual que sus mejillas sonrojadas, esos ojos de un color verde le hacían ver tan hermoso, inconscientemente llevo su mano hasta acariciar los cabellos del hobbit para acariciarlos con una sonrisa en el rostro.
-¿Qué es lo que te perturbar, joven hobbit? –El menor miró al elfo con sus brillantes ojos verdes, su pecho empezaba a dolerle, agacho su rostro para impedir que el mayor le viera llorar.
-Yo…necesito saber que soy. –Amdír como todo elfo pudo oír perfectamente el apenas audible susurro del menor.
El elfo le llevo a la habitación de sanación, que Arathorn había mandado a construir para su esposo, ahí, le sentó sobre la mullida cama y le hizo esperar unos minutos, el menor se encontraba nervioso, con su rostro agachado, jugando con sus dedos.
-Bien, ya tengo todo listo. No estés nervioso, pequeño.
-Pero…si yo resulto ser algo horrible…Boromir dejara de amarme.
-Él no se atrevería a dejarte. Confía un poco más en ti.
El menor asintió levemente, cerró sus ojos acostándose en la cama, sintió algo cálido llenar su cuerpo, la energía de Amdír pasaba una y otra vez por todo su cuerpo, recorriendo todo su interior, sintiéndose caliente y frio a la vez, de pronto empezó a sentirse liviano, su cuerpo no pesaba nada, casi como una pluma.
-Frodo, ya puedes abrir tus ojos. –Escucho el menor, la voz de Amdír sonaba tan melodiosa y sutil, los olores empezaron a serle más notorios, abrió sus ojos poco a poco, intentando acostumbrarse a la luz.
El menor abrió y cerró sus ojos lentamente, viendo todo como si fuera la primera vez, los colores eran más vivos y notorios, escuchando hasta el susurro del aire.
-¿Qué… que es lo que me pasa?
-No tengas miedo, joven Frodo. Tan solo te he ayudado a liberar tu verdadero yo.
-¿Mi verdadero yo?
-Pues, veras, hace mil años existían una raza llamadas Veela, aquellos seres vivían en la naturaleza, pero cuando se crearon los anillos, su mundo se fue destruyendo poco a poco, muchos de ellos fueron destruidos, tan solo por obtener sus poderes de curación.
-¿Por qué me cuenta todo eso?
-Frodo, ¿nunca te has preguntado quienes fueron tus verdaderos padres?
-No… mi tío me dijo que mi padre fue un hobbit, pero nunca me conto sobre mi madre.
-Antes de que tú nacieras, tu padre se enamoró de una Veela, se sabe que ellas podían procrear vida, pero tan solo vida femenina, se cuenta que cada mil lunas, nacía un varón de su especie, ellos eran cuidados como su mayor tesoro, pero estos tan solo podían unirse a las Veela femeninas.
Antes de que nacieras, tu padre fue al bosque, ahí se enamoró de una Veela, masculino, estas no permitieron su unión, pero tu padre se atrevió a romper todo su equilibrio y terminaron uniéndose a ellas y al bosque, aprendió todo de ellas y cuando tú naciste, viviste tus primeros años de vida con ellos, antes de que el mal llegara a su reino, tu –madre- sello tus poderes para que nadie pudiera encontrarte, tu padre te llevo con su hermano y él te crio, pidiéndole que te protegiera ante todos.
-¿Por qué…por qué nadie me lo dijo?
-El hechizo que tu –madre- te puso, solo podía ser liberado cuando hallaras el verdadero amor. Y aquel llego, cuando viste por primera vez al Adán Boromir.
-Pero en aquella época tan solo eran un niño. ¿Y si él llegaba a casarse con la princesa Arwen?
-Los Veela solo se pueden enamorar una vez en su vida, muy parecido a los elfos, lamentablemente para los humanos, confunden el verdadero amor con el placer carnal. Tú encontraste a tu alma gemela, mientras que a Boromir le costó darse cuenta que se había enamorado de ti.
-¿Y ahora como se lo voy a decir a Boromir? Ni siquiera sé cómo tomar todo esto. Espera... ¿Eso significa que yo…que yo también puedo procrear?
-Es por eso que los veela que nacían hombres, recibían demasiados cuidados y cuando apareció tu padre, él prometió cuidarlo y amarlo. Y a todos los hijos que tuvieran.
-Yo no recuerdo aquellos tiempos. Pero no puedo describir las emociones que siento en estos momentos.
-Ahora voy a dejarte un momento a solas. Descansa, dentro de unos minutos le diré a Boromir que venga a verte. –Amdír beso con cariño los cabellos del hobbit, para luego salir de la habitación.
-Yo…podré tener hijos…con Boromir. –El pequeño hobbit llevo su mano hasta su plano vientre, mostrando una hermosa sonrisa, su cuerpo mostraba un brillo único y especial, que lo hacía diferente a los elfos, pero mostrando toda su belleza.
Cuando Amdír salió con pasos calmados de la habitación, no le costó saber dónde se encontraban los más jóvenes, ingreso a la gran sala viendo como su hojita y el joven Adán, se repartían cortos besos y caricias al fruto de su amor, mientras que Faramir discutían con Elladan y no tan lejos Amroth le proclamaba su amor a Elrohir.
-Yo solo digo que nosotros como sus parejas no vamos a dejarlos solos. –Aragorn había tomado la cintura de su elfo con posesividad, ocultando su rostro en la curvatura del más pequeño.
-¿Boromir? ¿Puedo hablar contigo un momento? –Todos vieron en silencio como Boromir seguía los armoniosos pasos de Amdír.
El Adán se sentó en el sofá de una sola plaza, esperando a que el elfo le hablara, había arrugado levemente su ceño al ver la delgada sonrisa que el mayor portaba en su rostro.
-Disculpe Amdír, ¿Pero qué es lo que está pasando?
-Hay alguien que desea hablar contigo, pero necesito que le escuches. Frodo se encuentra en la sala de sanación. –En ese momento Boromir se puso de pie, caminando rápidamente hasta donde se encontraba su pequeño.
Cuando entro a la habitación, su belleza inmaculada, daba la impresión de que Frodo había vuelto a nacer, su cuerpo delgado cubierto por la fina sábana de seda, sus cabellos rubios se encontraban desordenados sobre la mudilla almohada.
Lentamente Frodo fue abriendo sus ojos, dejando sin aliento a Boromir, los ojos verdes del menor brillaban como nunca, su piel se veía más tersa, todo en él se veía como nuevo.
Boromir tomo las delicadas manos del hobbit entre las suyas, sintiéndose de lo peor. Sus manos ásperas y callosas entre las manos finas y delicadas del menor.
Frodo intento acomodarse sobre la cama, con la ayuda de las manos del Adán, dejo un poco de espacio para que el moreno se sentase a su lado. Su fuerte aroma a madera le llego hasta su olfato, sus ojos verdes, no se había separado en ningún momento de sus manos entrelazadas.
Boromir dio indicios de querer soltarle, pero Frodo hizo presión entre ellas para que no lo hiciera.
-Yo... tengo algo que decirte... pero tengo miedo.
-Amor, sea lo que sea, lo solucionaremos. -Boromir acaricio suavemente la mejilla tersa del hobbit, sintiendo como este, negaba lentamente.
-Es algo que...no sé si quiera solucionarlo.
El menor vio el rostro confundido del morenos, llevo sus dedos y los coloco entre el ceño fruncido de Boromir, para hacer presión e intentar desaparecer aquello.
-¿Has escuchado sobre los Veela?
-Una vez escuche sobre ellas, pero su reino fue destruido a causa de la aparición de los anillos.
-¿Sabías que cada cierto tiempo...ellas daban a luz a un varón?
-¿Un varón? Pensé que solo procreaban a féminas.
-Pues sí... pero... estos varones eran especiales... ya que también podían procrear vida en su interior.
Boromir abrió y cerró sus ojos, confundido, los ojos verdes de su pequeño hobbit, brillaban cada vez más, con un brillo que no había visto nunca. Llevó su mano a la mejilla del menor, acariciándola suavemente, perdiéndose en aquellos pozos.
-¿Por qué me cuentas todo esto?
-... Hace unos días... he estado sintiéndome mal... no sabía que era lo que me pasaba, quería estar a tu lado, pero otra parte de mí, me lo impedía. Yo... Amdír me ayudo a descubrir mi verdadera procedencia... yo...soy hijo de un Veela.
Boromir retiro lentamente su mano de la mejilla del menor, sin saber que causaba en este un sentido de rechazo, su respiración se volvió entrecortada y ansiosa.
-¿Qué?
-... Yo... -Frodo llevo sus manos, para cubrir su rostro, sus lágrimas empezaron a salir, causándole gran dificultad para respirar.
Sin saber cuándo o como, se vio rodeado entre los grandes y fuertes del Adán.
-Mi querido, no llores.
-Ya... no me amas...
-¿Quién ha dicho eso?
-Tú... y tus acciones.
-Eso es mentira. -Boromir se separó de Frodo, viéndolo mas pequeño e indefenso, delineo el borde de sus ojos, quitándole todo indicio de sus lágrimas. -No es eso, Frodo. Es solo que... siento que soy demasiado -tosco- para ti. Mira mis manos están ásperas y callosas, mi piel esta quemada por estar tanto tiempo al sol. Pero tú, tú eres un ser tan delicado y ahora más cuando tu verdadera belleza salió a la luz.
Las palabras de Boromir se vieron cortadas por el delicado beso del menor. Frodo tomo entre sus manos las grandes manos del Adán, acariciándole suavemente las palmas.
-Eres un bobo, yo te amo y ¿No es eso lo que importa? -Una de sus manos acaricio la bronceada mejilla de Boromir. -Me encanta tu piel, amo tus ojos, amo tus labios, tus manos, amo todo de ti. Tú eres tan delicado cuando me acaricias, cuando me tocas, cuando me besas, amo sentirte. ¿Me lo vas a negar? ¿Vas a negarme a sentirte?
El menor vio como lentamente en el varonil rostro de Boromir se mostraba una sonrisa que lo hacía ver mucho más guapo. Capturo los labios del menor, entre los suyos, levantándolo para ponerlo sobre sus piernas, Frodo pasó sus delgados brazos por el cuello del moreno.
-Si supiera que nadie nos está escuchando, te haría el amor aquí mismo. -El pequeño hobbit hundió su avergonzado rostro en el cuello del varón.
-Yo quiero… hazme tuyo, Boromir. –El Adán abrió sus ojos, apreso la cintura del menor entre sus brazos, sintiendo las piernas del hobbit aferrarse a su cintura, el menor empezó a repartir suaves besos sobre el cuello del Adán, sintiendo un leve escalofríos cuando el menor le mordió el lóbulo de su oreja.
-Mi pequeño hobbit está travieso. –El moreno atrapo los labios del hobbit, mordiéndole levemente uno de sus labios, para introducir su lengua en la cavidad del rubio, mientras pasaba su mano por debajo del camisón, recorriendo la tersa piel, llevo sus dedos, acariciando y pellizcando uno de los pezones del menor.
Frodo tuvo que separarse el beso demandante que le estaba dando el varón, soltando un jadeo al sentir su pezón rodeado por los dedos de Boromir, gruño bajito cuando Boromir se separó de él, para sacarle el camisón.
Ahora eran sus labios y su lengua que jugaban con su pezón, mientras sus dedos acariciaban el otro, Boromir sintió las delgadas manos de Frodo sobre sus cabellos, haciendo presión sobre ellos.
Bajo lentamente su mano, hasta introducirla dentro de los pantalones del menor, acariciando la erección sobre la ropa interior.
Frodo soltaba leves jadeos, mantenía sus ojos cerrados, soltó un grito, cuando sintió la mano del mayor acariciar su erección con su mano desnuda.
Curvó su columna hacia atrás, sus cabellos rubios, cayeron desordenados sobre su espalda desnuda, su esencia derramada sobre la mano de Boromir, sintió los labios del mayor, recorrer su pecho hasta llegar a la longitud de su cuello, sintió como los dientes se clavaban suavemente sobre su desnuda piel.
-No… vas a dejar… marcas. –La voz de Frodo se escuchaba entrecortada y llena de excitación, el mayor levanto lentamente su rostro viendo los ojos verdes, llenos de lujuria y amor, sonrió lentamente, clamando sus labios.
-Eso es para que todos aquí se den cuenta que eres mío. –El varón gruño por lo bajo cuando sintió que el menor empezaba a inquietarse por quitarle su camisa.
Cuando los dos se encontraban sin la partes de arribas de sus vestimentas, Boromir llevo sus dientes al lóbulo de la oreja del menor, pasando su lengua por este, haciendo que le recorriera una descarga al menor, en ese instante aprovecho para levantarlo levemente y sacarle los pantalones, dejándolo al descubierto.
-No… no es justo. –El menor oculto su rostro en la curvatura del cuello de Boromir, llevando sus manos al fuerte pecho de este, bajándolas lentamente hasta llegar al inicio de su pantalón, sintiendo la prominente erección del Adán.
El menor se sonrojo al máximo, sin poder despegar su mirada del cuerpo desnudo de Boromir, su gran erección se alzaba mostrándose en todo su esplendor, las mejillas de Frodo se tiñeron de un fuerte carmín.
-Es… es muy grande. –Sin darse cuenta había llevado su mano a esta, tocándola con las puntas de sus dedos, sintiéndola sumamente caliente, la rodeo delicadamente con su mano.
El menor se había arrodillado al frente de Boromir, totalmente extasiado, sus ojos verdes brillaban con emoción, acaricio los testículos y luego escucho un fuerte jadeo por parte del Adán, pero sin intenciones de levantar su rostro, llevo lentamente sus labios, para empezar a repartir suaves besos en toda esa extensión.
Sintió como Boromir lo apartaba con sutileza y el gruño por lo bajo al ver que lo separaban de su nuevo juguete.
-Ya tendrás tiempo para jugar, amor mío. Ahora necesito hacerte mío. –Llevo lentamente sus dedos, tanteando la entrada de Frodo, insertando uno de sus dedos, mientras que con su boca besaba con excitación los pezones del hobbit.
El menor empezó a sentir como era invadido, por los dígitos del mayor, uno por uno eran ingresando a su interior, pero las caricias que el moreno le proporcionaba sobre su pecho le hacían delirar.
Boromir se separó del cuello del menor para verlo directamente a los ojos, las delicadas manos del Hobbit se posaron sobre su quijada, acariciándole la mejilla, el menor se fue acercando lentamente hasta posar sus labios, sobre la recta nariz, sobre sus mejillas, para terminar sobre los labios.
Lentamente fue levantado para que el gran miembro de Boromir ingresara lenta y tortuosamente por la cavidad tan estrecha del rubio. Frodo mordió fuertemente el hombro de Boromir, mientras que sus uñas eran insertadas sobre la espalda del mismo.
Cuando toda la extensión fue introducida, Boromir se quedó quieto intentando recuperar todo el aire, sus manos aferradas sobre la cintura del menor, sintió como Frodo se movió unos milímetros intentando encontrar una posición más cómoda, pero para él, era un delirio, gruño por lo bajo, al sentir como aquella cavidad le aprisionaba con más fuerza.
-Espera un poco amor. No te muevas.
-Pero yo… yo quiero que… te muevas.
Frodo empezó a repartir suaves besos sobre el hombro de Boromir, mientras que el contrario repartía suaves caricias sobre su espalda.
-Te amo. –El mayor empezó a moverse, saliendo del interior e ingresando con fuerza, escuchando los fuertes jadeos del menor, llevó su mano al miembro del pequeño, acariciándolo, pasando de arriba, abajo.
Frodo llevo sus manos a los hombros del mayor, siendo su soporte, para alzarse y volver a sentarse sobre el miembro del moreno.
La esencia del hobbit fue derramada entre los dos vientres, empezando a escurrirse entre los dedos del moreno, Frodo sintió como el miembro de Boromir empezaba a hincharse en su interior, pero haciéndolo jadear al tocar aquel punto que le hacía delirar.
Una, dos, tres estocadas más, Boromir sentía como las paredes del menor, empezaban a presionarlo, gruño por lo bajo, entre la piel del menor, cuando su esencia fue derramada en el interior del hobbit.
Frodo callo sobre el fuerte pecho de Boromir, los dos jadeando, intentando recuperar todo el aire, el mayor cubrió con sus fuertes brazos el pequeño y delgado del rubio.
-Te amo. –Fue en un susurro, pero lo necesario para que el menor entendiera que nunca iba a ser abandonado.
Frodo empezó a repartir suaves besos por el pecho del moreno, acariciando las delgadas y apenas visibles cicatrices, hechas por batallas de su Boromir, sintiendo como la blanquecina y espesa esencia del moreno se escurría entre sus piernas.