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Fuckin' Perfect por YisusCraist-Of-Yaoi

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Notas del capitulo:

Primera noticia : Este es el penultimo capitulo, no lloren por favor que me van a hacer llorar a mi también.

 

Segunda noticia : Más bien reitero la pregunta ¿HiroSI o HiroNo? No digo que al final de la historia se vaya a quedar con Takeda, es obvio que el UkaTake se queda pero ¿Quieren que tenga un mal final por que 'es un perro maldito' o un buen final por que 'nomanchesYisus ya ha sufrido mucho el tipo'? Ustedes deciden! Yo quisiera darle un HiroSI por que su forma de pensar y amar es compleja, me gustó el personaje, creo que al final merece ser feliz pero es cosa de lo que la mayoría quiera. Buen día!

Entonces solo quedó buscar el sueño en las caricias ajenas, en su calidez, en su abrazo, en ese aroma suave y desear no despertar jamás. Saberse suyo aunque fuera un instante, atesorar cada segundo que jamás se repetirá, desear no volver a esa vida que llevaba. Aquella ponzoñosa vida que a regañadientes se vio forzado a soportar.

 

Pensó en él, en Hiroshi y el daño que eso le haría de saberlo. Sollozó a sus actos, a su desplante e inmoralidad esperando no ser escuchado, o si Ukai le escuchaba esperaba que lo olvidase al día siguiente. Solo quería sacar aquella sensación de putrefacción de su alma y respirar en paz ¿Algún día lo lograría?

 

Ese día de Noviembre mientras las estrellas todo lo iluminaban deseó poder enfrentar la vida y encontrar la felicidad donde sea que esta se encontrara.

 

Fuckin’ Perfect : Quinceavo saque – Luminaria creciente

 

Arribando los ocho meses Takeda pasaba gran parte del día sentado pues cn intentar hacer un esfuerzo Ukai le detenía a prisa sobreprotegiéndole. Podía lucir como un acto sofocante e innecesario pero en su dulzura Takeda solo sonreía y se dejaba consentir, después de todo lo que más necesitaba en esa última etapa eran mimos y arrumacos, sentirse querido, saber que no estaba solo.

 

Ya no podía ir a dar clases, tampoco participar en las cuestiones del equipo más sin embargo nunca dejó de recibir visitas, regalos, afecto. Un baby shower de lo más colorido y concurrido en su mayoría por los jugadores de Karasuno tuvo un pintoresco ambiente. No faltó quien se quejase de la multitud, más aun de lo bizarro que podía lucir aquello.

 

—¿No se supone que estas clases de fiestas es para mujeres y donceles? —cuestionó Nishinoya curioso a sus compañeros, se supone que la tradición así lo marcaba.

 

—Bueno, para algunos del equipo aun no tienen marcado si son o no donceles… están en desarrollo —comentó Suga mirando a los de primer año quienes ajenos al proceso que estaban por pasar disfrutaban de su inocencia.

 

—Además excluir a los que no lo somos es un poco cruel ¿No? —apareció Daichi presuntuoso y presumiendo entre líneas carecer de la habilidad de procrear.

 

—Es una de las ventajas que tenemos cambio de lo cansado que es tener un hijo —dijo Suga alzando un dedo al cielo como si les mostrase una importante lección sobre las ventajas de ser doncel.

 

—Me pregunto cómo será Suga cuando tenga hijos —cuestionó Tanaka haciendo temblar un poco al peliplatino.

 

—Con o sin hijos Suga ya tiene colmillo de ‘madre’ —comentó Noya dándole un par de golpecitos al costado al vicecapitan quien avergonzado asentía. No era tiempo de pensar en hijos pero claro que planeaba tenerlos a futuro justo como había hecho Takeda, tiempo al tiempo pensaba él.

 

Y así siguieron entre pláticas de donceles y los incómodos cambios que sufren en la adolescencia, esas dolencias y el humor variable. Cosas como esas Takeda ya no las vivía pero se habían reemplazado por bochornos, antojos y depresiones constantes que eran aliviados con abrazos y algunas palabras dulces de esas que a Ukai a veces se le complicaba decir pero que con sinceridad salían.

 

Algo que era innegable y que todos lo notaban es que Ukai estaba muy enamorado. Lo podían ver desde que empezó a mostrar preocupación, desde esas miradas, esas sonrisas que ahora se tornaban en cortos besos, en abrazos y caricias suaves en la mejilla que el otro con una sonrisa y los mofletes carmesí aceptaba. En el aire se respiraba el amor, esa etapa del enamoramiento donde por los poros se desprendían rastros de felicidad ocasionaba en todos un efecto dominó de confort.

 

El plus era sabe que pronto serían uno más, aquella pequeña crecía óptimamente y sin problemas, ahora pateaba más pues el espacio donde estaba era muy reducido y la bebé era muy grande, rasgo de Ukai, los Ukai siempre fueron grandes antes de nacer y eso tenía nervioso a Takeda.

 

Entre toda la celebración volvió a surgir la pregunta sobre el nombre, aun no lo tenían en claro pero sabían que en el momento de verla podrían saberlo. Y es que si había fotos de una adorable criatura ya muy formada el simple hecho de imaginarse teniéndola en brazos era aún más emocionante que verla en papel. Entre los dos Takeda parecía más ansioso ante la espera, aun le faltaban aproximadamente tres semanas para nacer pero no podía esperar pues entre pataditas y tirones le costaba conciliar el sueño a veces, se quejaba y suspiraba, era un lio encontrar la forma de acomodarse.

 

Son cosas por las que sabía que pasaría pero decirlas es definitivamente más fácil que vivirlas.  Es entonces cuando a uso de sus caprichos de doncel sensible por las hormonas despertaba o interrumpía a Ukai en lo que estuviera haciendo y le pedía atención, comida o ayuda para estar más cómodo. El otro no chistaba de cumplir las peticiones, de hecho le enternecía tener que hacerlo y más aun viendo que en su faceta de embarazo el profesor se volvía demandante y caprichoso haciendo uno que otro puchero.

 

La situación era ‘peor’ cuando Ukai debía ir a trabajar y lo dejaba solo. Es entonces que Takeda se quedaba con los padres o los abuelos del rubio pero por momentos se sentía irritable, prefería no charlar mucho disculpándose y salía a sentarse en la banqueta fuera de la tienda para tomar aire fresco, pensar en los giros de su vida, preguntarse sobre cuestiones que no podía externar.

 

Con su estado y enorme pancita no podía moverse a muchos lugares, a veces le sofocaba estar en casa y eran esos momentos donde pasaba más cómodo disfrutando del ruido del pequeño pueblo y los estudiantes que pasaban, le saludaban y a veces se sentaban a charlar con él. No es que el médico le dijera que no hiciera gran esfuerzo péro debía considerar un poco que caminar en demasía lo agotaba rápidamente. Aun asi, furtivo, se habia dado un par de escapadas a visitar los chicos a Karasuno, eso obviamente conllevaba una tierna reprensión.

 

—Lo siento Ukai-kun…—decía apenado — me canso un poco de estar en casa y extraño ver las practicas. —Ukai suspiró intentando ser comprensible, de estar e su lugar también se sentiría como león enjaulado pero que anduviese caminando en su estado no era de todas la mejor idea.

 

—Bien, pero faltando una semana nada de salir ¿Está bien? —le señaló. Takeda hizo un puchero y asintió. Igual podría llevarle a casa en el auto aunque eso no significaría que volviera a hacer lo mismo.

 

Y es que aunque se preocupara por aquello habia una causa que le enternecía de la situación y era que Takeda se habia vuelto tan unido a él que no podía estar mucho tiempo separados. Lo sabía al ver su mirada expectante, algo de admiración y amor en sus ojos, se sentía tan completo y feliz al sentirse amado por quien amaba, saber que él estaba ahí.

 

Takeda no era bueno con las palabras, cada que intentaba decir algo lindo se cohibia y sonrojaba hasta las orejas, con Ukai era igual lo cual lucia irónico en su situación. Comprendían que lo de ellos no se dio de la forma ‘natural’ como las relaciones deberían de ser pero que de igual forma estaban disfrutando de esa etapa de conocerse, conectarse y amarse. Ahora a pasos lentos, sabiendo que tenían el mundo por delante.

 

Tanta era su timidez que inclusive no habían podido cruzar la barrera de llamarse por sus propios nombres pero la madre de Ukai rechistaba diciendo que era algo que debían de cambiar puesto que la niña que venía en camino también era Ukai y generaría confusión. Entonces los chicos se miraban y asentían nerviosos, habia muchas cosas que poner en práctica y no solo sobre cuestiones corpóreas que, claro, aun seguían satisfaciendo de vez en cuando pero con aun más cuidado que antes.

 

Entonces aquella noche entre besos y caricias que subían de tono, entre deseo y satisfacción, Ukai acercó sus labios al oído de su pareja y con su voz ronca susurró.

 

—Ittetsu…—el profesor se puso más rojo que un tomate, no recordaba la última vez que había sido llamado por su nombre. Hiroshi a veces lo hacía pero no era tan común y sin embargo ser llamado así, de esa forma, con ese tono había encendido muchas cosas en él.

 

—K..Keinshin….—dijo con los ojos llorosos, feliz, sintiéndose como si rompieran otra barrera entre ellos..

 

Y es que esa etapa de conocimiento también era de destruir barreras y complejos, aun había muchas cosas y temas que no se habían tocado pero poco a poco se conocerían más, se entenderían más y formarían una familia estable y sólida, ese era el plan, ese era el deseo de ambos.

 

Aquel día Takeda despertó con una extraña sensación que se disipó al cabo de un rato. El médico le dijo que llegadas unas semanas antes del nacimiento de la pequeña empezaría a vivir una serie de contracciones cortas como seña de que esta se preparaba para nacer. Era emocionante sentirlas, se miraba al espejo y se sentía tan pequeño más aun con ese enorme bulto de su pancita. La ropa de Ukai ya le ajustaba, eso era aun más gracioso, y los pantalones que arremangaba de abajo ya estiraban el elástico al máximo.

 

Se puso a ordenar las cosas, la habitación estaba saturada de regalos para la bebé que le habían dado en el baby shower y tras ver aquella situación Ukai se habia tallado la frente diciendo que jamás pasó por su mente ver su cuarto en tal estado, y que lo último que pensó fue que le emocionaría tanto. Justo en ese momento él estaba trabajando así que su labor minimo era mantener el orden en la pieza de ambos aunque Ukai le había pedido que no se esforzara en hacerlo y descansara lo más posible.

 

Pero ya estaba harto de la cama y de las cobijas.

 

Entonces miró los zapatitos rosas, las cobijas, los trajecitos con holanes y todas esas cosas que pronto ella usaría, se sintió emocionado, el tiempo pasaba volando y parecía como si fuera ayer el momento en que recibió la noticia de estar en cinta. En ese momento sintió miedo, dudas, temores que ahora se disipaban, se diluían en un amor puro y una fortuna que pocos tenían de la cual podía presumir.

 

Realmente era afortunado.

 

Miraba en el cuarto una foto de Ukai dentro de un mueble cuando era tan solo un pequeño niño y por encima de esta, fuera del cuadro, estaba la foto del ultrasonido de la pequeña. Ukai la había puesto ahí, la veía por las mañanas como un recordatorio de que había creado, tal vez por accidente, una vida. Amaba esa pequeña vida, amaba a Takeda por tan maravilloso regalo y se lo decía con cada detalle y cada abrazo.

 

Pensar en esas cosas solo lo hacían extrañarlo más. Suspiró y tomó su sweater de siempre a pesar de que el calor apremiaba las hormonas hacían su caos en él y sufría cambios de temperatura constantemente. Entonces sin ser notado bajó las escaleras, notó al abuelo dormido y tomó las llaves saliendo de casa, solo iría rápido, necesitaba verlo, tomar algo de aire le haría bien.

 

Estiró un poco los músculos, y emprendió el camino.  Algunos en este le saludaban, la gente ya le conocía y apreciaba mucho. Hacía un calor de verano así que, con la suerte de que sus homornoas no le engañaron, se quitó el sweater llevándolo en la mano. La distancia de la casa de Uka y a Karasuno no era tan grande aunque se basaba en calles angostas y árboles que tapaban muy bien el sol veraniego.

 

Las cigarras sonaban, las calles se tornaban por instantes vacías y a veces cruzaba uno que otro transeúnte, todo era paz. Detuvo su paso, una sensación de dolor agudo le hizo parar la marcha y mirar hacia abajo.

 

Hubo un momento de terror al ver la mancha color carmesí en sus pantalones, una que descendía por sus piernas. Ese aumento en las punzadas, las contracciones que le hicieron arrodillarse en el suelo sosteniéndose la panza. Las respiraciones agitadas, el sudor en su frente mientras sentía que fuera de todo pronóstico la pequeña había decidido que ese día sería un buen día para llegar al mundo.

 

—…No…—se quejaba Takeda incapaz de seguir caminando aunque lo intentó un par de veces se detenía sosteniéndose de donde podía y volvía a mirar cómo es que aquella mancha se extendía mientras regulaba su respirar.  Faltaban unas calles para llegar a Karasuno, respiraba agotado mientras apretaba sus prendas y por más que intentaba pedir auxilio sus palabras eran acalladas por sus propios quejidos.

 

Terminó quedando de rodillas en el suelo retorciéndose de dolor, su sweater se habia manchado en el proceso y sentía miedo, temor que le invadía cara poro del cuerpo. Sollozaba un poco y miraba a su alrededor pero nadie. Un grave tirón le hizo gemir más fuerte haciéndolo quedar en ovillo contra el piso, eso no podía estarle pasando a él. Escuchó unos pasos en la cercanía, al fin alguien podría ayudarle, necesitaba ir al hospital, su pequeña quería nacer justo ahora y requería de llamar a Ukai.

 

—…A…Ayuda….—sollozó alzando la vista a la persona que se detuvo frente a él. Se heló abriendo los ojos sorprendido ¿Por qué de todas las personas tuvo que ser precisamente él?

 

Hiroshi se inclinó hacia Takeda, después de meses sus miradas se encontraron y justo en esa situación. No hubo palabras, no hubo nada. Solo quedó el sweater de Takeda manchado en carmesí en el pavimento a unas calles de Karasuno.

 

 

Notas finales:

.....!!!!

 

-Yisus


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