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Fuckin' Perfect por YisusCraist-Of-Yaoi

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Notas del capitulo:

Hey, bienvenidos sean lectores al estreno de "Fuckin' Perfect" un fic Yaoi del anime Haikyuu que tendrá como pareja a Ukai x Takeda. Advierto que este fic contendrá MPREG y posiblemente les parezca algo fuerte. Tambien tendrá lemon más adelante. Ahora, si aceptan leer todo esto pues espero que lo disfruten mucho y si les gusta un review estaría bien solo para saber si he hecho un buen o mal trabajo. !Sin más ni menos, disfruten el primer episodio!

Un pestañeo, la mañana parece una burla, un golpe de realidad. Sabe lo que pasó, de hecho lo recuerda claramente y esa punzada en la cabeza confirma todo. Los labios secos, pastosos posiblemente por culpa del alcohol o de tanto besar, ya ni siquiera está seguro.  Y los rayos le dañan los orbes pero debe emprender su camino. Se sienta, aquel cuerpo dormido a su lado con la cabeza repleta de dispersas hebras rubias. Suspira agotado y con torpeza busca sus gafas hasta colocarlas donde van. Baja los pies descalzos de la cama, el piso está hecho un caos entre envolturas de comida, revistas diversas y escombros de mil cosas, aun así logra tocar el frio vitropiso que le hace estremecer. Claro, Noviembre apareció lo dice el calendario marcando el día 10, era bastante helado.

 

Se levantó con pereza, las caderas le dolían y claro estaba el motivo. Rebuscó en el suelo hasta dar con sus diferentes prendas, sus zapatos y su cartera que se había salido de su pantalón. Se vistió con desgane, el cuerpo empezaba a helarle. Se miró al espejo y notó unas leves marcas rojas en el cuello que descendían hasta ocultarse en su camisa. Suspiró, su mirada se fijó en la bufanda negra con detalles azules y la colocó cubriendo la zona, después la devolvería. Dio un último vistazo al cuarto y al cuerpo que descansaba bocabajo con la espalda descubierta. Entrecerró los parpados con tristeza.

 

-Discúlpame, esto fue un error –susurró y giró sobre sus pies para cerrar la puerta detrás de él.

 

Aquí es donde inicia una historia de un joven con diferentes demonios internos a los cuales derrotar, un inexperto en el amor, una víctima de la vida, de sus complejos y su pequeño milagro que se gesta en sus entrañas. No importa lo que otros te digan, nunca creas que eres menos que perfecto.

 

Fuckin’ Perfect : Primer saqueDevastador acromático.

 

Takeda Ittetsu no podía decir que sentía algo al respecto. En su “juventud” (porque aún era joven en realidad)  admitía haber sido un chico alocado, esa locura atrajo muchas cosas en su vida, cosas que ya conocerán. Ahora a sus 28 años prefería mantenerse al margen, ser socialmente aceptable, evitar el alcohol o la gente que podía ser una mala influencia, dedicarse casi en su totalidad a su profesión, ser un ejemplo en pocas palabras. A pesar de eso tenía sus repentinos desplantes y justo algo así pasó la noche anterior. Takeda Ittetsu no podía sentir algo al respecto, o al menos fingía muy bien demencia.

 

El disfrutaba de las cosas muy simples, porque esa palabra le definía a la perfección : simple. Tomar café por las mañanas, saludar a los vecinos, morder la goma del lápiz, ser un maestro benevolente, comer su bento en una mesa solitario y el placer culposo de llorar a escondidas por el final de algún dorama. Si, él tenía una vida bastante común y corriente pero estaba feliz con eso, o al menos esa era la descripción de su vida que el daba a sus allegados.

 

Solía ser un chico puntual, de hecho demasiado y se iba a casa hasta al final. La ventaja de no tener una familia ni tener que rendir cuentas a nadie. Apenas ayer Takeda tuvo un deseo, deseó no volver a casa ese día ¿Motivos? No quiso hablar al respecto. Posiblemente la soledad le atacó, pensar si quiera en llegar a ese gran y vacío lugar le arrancaba un suspiro melancólico pero algo en particular pasaba con los Jueves que el sensei se veía agotado, en el fondo de su mirada un reflejo de desasosiego.  Por primera vez caminando en las calles oscuras se detuvo, miró a la tienda y le pareció buena idea pasar a decir “Buenas noches Ukai-kun”.

 

Ukai Keishin por su parte se definía a sí mismo como alguien complejo pero sin grandes sueños en los bolsillos. Algo melancólico de su pasado y de las libertades que ser joven te daban y que ahora de adulto le habían arrancado. La presión social por formalizar una relación, por trabajar, por ser alguien…y si le preguntaban pues él sentado ahí en esa tienda se sentía como alguien, se sentía bien. Por las mañanas hacía de entrenador y de noche trabajaba en el negocio de la familia ¿Qué más podía ser? ¿Qué más quería el mundo de él?

 

No es que su vida se pudiera considerar complicada, dramática o fatalista pues de hecho resultaba ser un hombre feliz con ciertos peros que al menos no le quitaban ni el sueño ni el hambre. Tenía dos trabajos, una madre amorosa y muchos amigos allá afuera. No necesitaba más, estaba bien con el resultado de su proyecto mal planeado de vida. La puerta del negocio se abrió, la figura de un gran conocido de pequeñas dimensiones justo ahí en el marco. Vaya ¿Quién diría que esa sonrisa, sus palabras, esa invitación cambiaría todo?

 

Un par de tragos más es suficiente. Es bueno a este punto saber que el alcohol tiene la capacidad de esparcirse por casi todos los tejidos del cuerpo, casi igual que con el placer pero no es necesario profundizar en detalles ¿verdad?.

 

El viernes con su luz solar tenía como misión atacar el rostro de cierto rubio falso. Por la ventana, atravesando las cortinas, se colaban los rayos que furiosos se impactaban contra su rostro. Giró el cuerpo y ese fue el remedio aunque, aun en su inconciencia, recordó fugazmente algo o alguien y ese algo o alguien no estaba ahí a su lado. Se sentó en la cama, su primer reacción como siempre fue mirar el reloj del mueble de a lado y era endemoniadamente tarde. Echó las cobijas de lado y se quedó frio, estático viéndose a sí mismo. ¡Estaba desnudo! Recordaba haber salido anoche con Takeda, tomar algunas copas y decirle cosas como “Si no quieres llegar a casa vamos a la mía”. Entonces como un cubetazo de agua fría vino a su mente esos besos, las manos pequeñas del profesor buscándole, sus labios implorándole, sus lenguas chocando… solo pudo sonrojarse como colegiala y golpearse con la almohada en la cabeza por haber sido tan débil.

 

Tenía una inmensa sensación de cansancio, había memorias borrosas pero a fin de cuentas presentes y no podía descartar que obviamente se había acostado con un compañero de trabajo. Ukai, quien su vida estuvo desatendido de cuestiones amorosas o impulsos físicos, se encontraba viéndose al espejo y preguntándose mentalmente “¿Acaso seré gay de closet?” pero lo atribuyó al alcohol. Sabía, por más que quisiera, que no podía ignorar la situación y seguir si vida como si nada pasara, que el día se le vendría encima y que los recuerdos de como tomó a Takeda le atacarían con la frecuente cuestión de su ahora dudosa sexualidad.

 

Era hora de ir a entrenar a los chicos, tomó tan solo un bollo y partió al instituto a trote por la tardanza. Bostezó con desgane y se tronó los huesos del cuello hasta llegar al gimnasio. Gracias al cielo era viernes y podría descanzar todo el fin de semana. Se detuvo ante la puerta, no se sentía listo para ver al sensei y enfrentarlo, no despues de todo, no ahora al menos. Retrocedió un par de pasos temeroso, dispuesto a ejecutar una bien elaborada “estrategia de escape” por no decir acto cobarde pero sus pasos fueron frustrados por el cuerpo de alguien, alguien muy pequeño.

 

-¡Entrenador! – Ukai giró el rostro y vió al pequeño pelinaranja ahí parado con cara de “solo estoy pensando en voleibol y cosas que tengan que ver con voleibol”. 

 

-Hey, Hinata –suspiró aliviado ¡Y vaya que alivio! Solo se trataba de la pequeña carnada del equipo pero no menos importante aliado.

 

-Creí que venía tarde, menos mal –suspiró igual que el entrenador puesto que por diversas “complicaciones” que incluyen a una tarea no presentada se retrasó.

 

-De hecho es tarde….-le reprendió, Hinata se tensó –adentro y quiero que des veinte vueltas a la cancha.

 

-¡Ossu! –exclamó como soldadito y entró corriendo al gimnasio. Ya no había vuelta atrás, debía enfrentarse a ese “pequeño” problema con gafas. Entró y ahí miró a los chicos, eran tan obedientes y enérgicos que empezaban la práctica por su cuenta cuando se retrasaba.

 

-Entrenador, buen día. –dijo el capitán ante él- creímos que no vendría. 

 

-Eh, me desvelé un poco –se talló los cabellos, justo ahora se sentía como un mal ejemplo.

 

-Como el profesor Takeda no se presentó hoy que bueno que ha venido usted –dijo con naturalidad.

 

-¿No ha venido?  -notó que efectivamente brillaba por su ausencia- ¿Por qué? –Daichi levantó los hombros.

 

-Aparentemente enfermó o algo así.

 

Y ese “enfermó” es algo que Ukai no se creía del todo, no despues de lo que pasó anoche. Tal vez se sentía mal, tal vez no podía verlo por la vergüenza, tal vez lo lastimó; diferentes escenarios desde los más cómicos hasta los más fatalistas se presentaban en su cabeza y todo se consumió en una sola cosa : le preocupaba su compañero de trabajo.

 

Y pese a que siempre fue un sujeto de lo más despreocupado, desatendido e independiente llegó el sábado sin saber de él. Ese día solo miraba a la puerta y tal vez como el jueves llegaría por ese marco y diría “Buenas noches Ukai-kun”. Tan pronto llegaba un nuevo cliente se alertaba y se decepcionaba al instante.

 

Tal vez debería llamarle…

Tal vez debería buscarlo….

Ni siquiera sabía dónde vivía…

Ni siquiera sabía por que lucía tan triste…

Algo tenían los jueves que Takeda no se veía como él mismo.

 

Y el Domingo arribó, un Ukai tirado sobre la cama jugueteando con su móvil dudaba. Ya habían pasado “muchos” días como para decir “Hey ¿Estás bien? Disculpa por lo del Jueves” ¿Debía disculparse? Bueno, fue un acto en el que ambos inconscientemente estuvieron de acuerdo, estaban igual de alcoholizados.

 

Tiró el teléfono a la montaña de calzoncillos de su cuarto y hundió su rostro en la almohada para levantarse de golpe y darse de manotazos en la cabeza.

 

“¿Qué te pasa Ukai? Te comportas como un adolescente. Enfréntalo como adulto y dile que lo sientes”

 

Pero ese tipo de cosas no se decían por mensaje, se decían en persona. El Lunes se presentaría a la escuela, podría abordarlo aunque no le gustaría tratar un tema tan íntimo en un lugar tan peligroso como lo eran los pasillos del instituto, tal vez lo invitaría a tomar un café o merendar algo, algo así como una cita.

 

¿Una cita? No, nada de eso. Simplemente sería una reunión para plasmar los diversos puntos y una lluvia de ideas de cómo fue que los dos terminaron enrollándose en su cama como bestias durante toda la noche…y principalmente el cómo se sentía sobre ello. Se tiró sobre la cama, miró al techo y entonces se preguntó algo importante

 

-¿Cómo me siento yo mismo sobre esto?.....

 

Como sea, no fue a él a quien lo “profanaron” así que psicológicamente debería estar bien pero emocionalmente ¿había cambiado algo en él? Sentía que sí, el hecho de tirarse tres días seguidos pensando en alguien era la prueba clara de que ya no estaba siendo un caprichoso egoísta que solo pensaba en sí mismo.

 

¿Por qué el sensei? Entre todos ¿Por qué pasó con él? Bueno, esa es la clase de cosas en las que la vida se detiene y te dice “Sorpresa” o me corrijo “Sexo sorpresa con tu compañero de trabajo”. No debía ser al único que le pasara algo así, santo cielo ¿Cómo hacen os humanos allá afuera para tener sexo casual y fingir que todo está bien?

 

Supuso que era una cuestión de carácter y voluntad. De actitud y valores bien establecidos. Ukai sentía carecer de algunos de ellos.

 

Como si fuera una nueva batalla abrió las puertas de gimnasio de par en par, con fortaleza dispuesto a enfrentar lo que le deparara el destino pero no tuvo armas ante él, ante la mirada de Takeda al fondo de la cancha rodeado de sus jugadores. Vestía como siempre, con esa camisa blanca, corbata, un sweter deportivo y pantalón de vestir. El cabello desordenado, zapatos comunes y ya, nada fuera de lo normal pero por algún motivo a Ukai justamente hoy todos esos detalles estaban en perfecta armonía en él.

 

No, debía sacarse esas nada heteroseuxales ideas.

 

Todo estaba bien, lo supo porque Takeda alzó la vista, la mano y saludó como siempre. Igual sus alumnos le saludaron y todo pintaba a ser un día normal, eso esperaba que fuera.  Y fingió que nada habia pasado, y dio indicaciones y todos le siguieron e hicieron lo que debían y como empezó el entrenamiento culminó, con un suspiro de valor caminó cual vil robot hacia donde estaba el de lentes.

 

-Ukai-kun…-dijo tranquilamente Takeda – gracias por el esfuerzo de hoy, es un entrenador excepcional.

 

-Sensei …-se talló los cabellos y miró a otro punto – me preguntaba si podía charlar con usted…-Takeda ladeó la cabeza como si no entendiera- no ahora, tal vez al salir…ir a tomar un café.

 

-¿Me está invitando a una cita? –rió con dulzura. Ukai se sonrojó y negó muy apenado.

 

-No, no es así, no es eso –hizo una serie de mohines para negar y Takeda tranquilizó su armonía risa –solo es para charlar.

 

-Suena muy bien pero no puedo ahora –bajó los brazos y prosiguió- mi novio pasará por mi….

 

Notas finales:

Aquí acaba el primer capitulo. Para los que me han leido antes están más que acostumbrados al suspenso, a los nuevos lectores lo lamento, sufrirán un poco por la espera de la actualización. Oh, si. Olvidé decirles que este fic tendrá actualizaciones los sábados. CHAO!

 

-Yisus


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