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¿Esto es amor? por girlutena

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Notas del capitulo:

 

OH YEAH!!!!!!!

no tarde demasiado!!!!!! *-* 

 

El moreno se había cubierto hasta la cabeza, con la fina manta, desde hace media hora había estado soltando demasiados suspiros frustrado, su cuerpo se encontraba en posición fetal, acariciando suavemente sus manos a su hinchado vientre, mientras sus ojos  de un azul lo suficientemente oscuros, para parecer negros, se fijaron sobre la ventana cerrada.


 


Las delgadas gotas de la lluvia caían despacio por toda la ciudad, dejando que el olor a arena húmeda se impregnara en sus fosas nasales, intentando calmarle.


Ese día Maito no le había dejado ir a trabajar, obligándole a quedarse en cama, por el bien de su salud y el de su pequeño, tampoco pudo discutir tanto, ya que en la noche había sentido un pequeño dolor.


 


Habían llamado al médico, pero este les había afirmado que los dolores eran tan solo porque el bebé se estaba acomodando para poder salir.


Volvió a suspirar cansado, mientras veía como su celular volvía a prenderse y a vibrar contra la madera de su pequeña mesa de noche, suavemente acercó su mano para tomar el aparta para ver las casi quince llamadas no contestadas de Kirishima.


 


-Maito me llamo ¿Estas bien?


-¿Necesitas algo?


-Puedo llevarte cualquier cosa que necesites.


 


Volvió a cerrar su celular, cerró sus ojos y oculto su celular debajo de la almohada, quería olvidar los mensajes leídos, quería borrarlos, pero no podía, aún no podía olvidarlo, aún lo amaba y aquello le dolía aún más.


 


Recordaba las palabras de su mejor amigo, él sabía que aún lo amaba, él sabía que sufría en silencio y por más que estuviese dolido, aun quería estar con él y por más que lo negara extrañaba a la pequeña Hiyo y deseaba ver a Sorata.


 


-Sé que aun estás dolido, pero ¿Crees que podrías ser un poco más flexible con él? Está intentando cambiar, pero no puede hacerlo si tú no le permites acercártele.


 


Maito había sido demasiado amable con él, demasiado protector; volvió a esconder su rostro entre su almohada, cuando sintió nuevamente su celular vibrar, lo tomó en sus manos y sin siquiera ver el nombre entrante de la llamada, presionó el botón verde.


 


-¿Podrías traerme pudín? –No dijo nada más, colgó rápidamente la llamada, sin dejar que el otro dijera algo más.


 


No tuvo que esperar demasiado cuando unos suaves golpes tocaron su puerta, pero él estaba demasiado cansado, pero luego escuchó como unos suaves pasos subían por la escalera.


 


-Maito, me dio la llave. –El castaño se acercó lentamente hasta la habitación, encontrándola suavemente iluminada, las cortinas de seda se movían delicadamente, mientras la ventana semiabierta dejaba entrar un poco de aire frio, colocó la bolsa sobre la pequeña mesa, sacando un pequeño bote de pudin de chocolate, entregándoselo al menor.


 


El silencio se había vuelto demasiado pesado, el castaño había pasado una y otra vez sus claros ojos por toda la habitación, encontrando los estantes empotrados en las paredes llenas de libros, junto con un escritorio, donde había dejado su laptop junto con los documentos de su trabajo.


Aun así se veía demasiado acogedora y cálida.


 


-¿Cómo está Hiyo? –El castaño regreso de sus pensamientos, nervioso, apretó la tela de su pantalón con sus manos.


 


-Ella está bien, está con sus abuelos. –Aún no era tiempo de decirle lo mucho que la pequeña quería regresar con el moreno. -¿Cómo estás tú y él?


 


-Últimamente se ha movido mucho. El doctor ha dicho que es porque se está preparando para el día del parto.


 


-Faltan dos semanas ¿Verdad? –Yokosawa había dejado la cuchara dentro del envase, mientras que sus ojos se habían posando sobre el rostro del varón, notando sus enormes ojeras debajo de sus hermosos ojos, una delgada capa de barba, marcando su rostro. Viéndose suficientemente agotado.


 


-Sí, dos semanas y esta casa se llenara de sus llantos. 


 


-¿Puedo… tocarlo? –El moreno asintió suavemente, sintiendo un leve estremecimiento al sentir la cálida mano del varón sobre su piel.


 


-Hola pequeño, soy tu oto-san. –El castaño había estado sumamente enternecido al sentir la suaves pataditas del bebé, que no pudo darse cuenta del rostro del doncel, no pudo darse cuenta cuando rápido Yokosawa había limpiado las lágrimas con las que demandaron salir. –Yo… creo que es mejor que me vaya.


 


Kirishima ya había tomado su casaca de la silla, mientras se ponía de pie, regreso su mirada hasta el cuerpo del doncel.


 


-Puedes… ¿Puedes quedarte un poco más? Hasta que me haya dormido.


 


Yokosawa se había envuelto entre todas esas mantas nuevamente, al principio su cuerpo se había endurecido al sentir la suave mano del castaño sobre su cabeza, pero luego poco a poco fue relajándose, escuchando como el mayor susurraba unas dulces palabras, no las podía entender, poco a poco iba cayendo al mundo de los sueños, dejando despreocupado que el mayor cuidara de él y de su hijo.


 


Cuando la respiración del doncel se volvió pausada, alejo suavemente su mano de los azabaches cabellos del menor, viéndole embelesado, suavemente se puso de pie y se acercó para cerrar la ventana, al parecer la lluvia se había empecinado en no querer acabar.


 


Se alejó lentamente de la habitación, caminando sin saber muy bien por dónde ir, sus pasos se volvieron suaves mientras caminaba recorriendo el pasillo, una puerta que se encontraba entre abierta, le llamó la atención, acercándose lentamente hasta la habitación, notando la pequeña alfombra de color beige sobre el suelo, sorprendiéndose al ver las paredes de un pulcro blanco, donde las paredes se encontraban dibujados unos dragones, los estantes llenos de libros de cuentos infantiles, mientras otros estaban llenos de peluches de felpa y una cómoda, donde muy posiblemente se encontrara la ropa del bebito, una silla mecedora muy cerca de la ventana que deba vista a la desierta playa, al costado de esta se encontraba un pequeño baúl de madera, se adentró lentamente, empezando a sentir como su corazón bombardeaba más rápido, mientras que el nudo en su estómago se hacía más grande, se acercó hasta la pequeña cuna de metal, colocando delicadamente sus manos sobre las barandillas laterales, siendo lo suficientemente altas para que el pequeño no cayera al suelo, la pequeña manta de color blanco con bordes de hilos dorados cubrían el pequeño y mullido colchón, cubiertas por un fino y delicado dosel, colgando también un juego de pequeños animales y dragoncitos.


 Pasó delicadamente sus dedos por el juego infantil, dejando que sonara una delicada melodía infantil.


 


-Maito y Shon me ayudaron a decorarla cuando se enteraron que iba a ser un varón. –No pudo voltear su cuerpo al oír la dulce voz del menor, quien se encontraba de pie en el umbral, apoyando su cuerpo en el muro.


 


-Es hermoso. –Escuchó los pasos de Yokosawa pasar por su costado y no pudo evitar poner su mirada sobre el cuerpo del menor, viendo cómo se sentaba con delicadeza sobre la silla mecedora, colocando con cansancio sus manos sobre su vientre, con sus ojos cerrados, le daba una imagen tan delicada y serena.


Se acercó lentamente hasta quedar arrodillado al frente del doncel, tomó delicadamente las manos del menor, para estrecharlas entre las suyas, vio como el menor abría sus ojos azules para fijarlos sobre los de él.


 


-Sé que te he hecho sufrir demasiado, sé que no va a hacer fácil de que me perdones, sé que No tengo derecho a pedirte nada, estoy seguro que no querrás regresar conmigo. Pero por favor, deja que Hiyo este a tu lado y al lado de este pequeño.


 


Yokosawa no había podido decir ni hacer nada, se había quedado estático al ver las lágrimas que salían de los ojos del castaño, escuchando su voz entrecortada y sumamente triste, empezó a sentir una leve opresión en el pecho.


Pero nunca se imaginó que aquel dolor empezara a albergase en su vientre o más específicamente debajo de su vientre, el varón escuchó el leve gemido del moreno, sintiendo como sus manos eran apresadas con mucha más fuerza, mientras su respiración se volvía demasiado agitada.


 


-Va a nacer. –El castaño se quedó estático, sin saber qué hacer, pero rápidamente se puso de pie, para tomar al menor entre sus brazos, pero este se negó al ser cargado. –El bolso. –El castaño tomó el bolso en su brazo, ayudando al menor a caminar lentamente.


 


El moreno intentaba respirar lentamente, acariciando suavemente su vientre, susurrándole dulces palabras a su pequeño, gimiendo adolorido por las contracciones, que se iban dando cada tres minutos, por otra parte, se sentía sumamente tranquilo, ya había llamado al peli plateado y sabía que también se estaba acercando a la clínica junto con Shon.


 


Apenas llegaron los enfermeros lo subieron a una camilla y sonrió suavemente al ver los ojos verdes del varón, sientiendo como su mano era rodeada por las suaves, delicadas y cálidas del varón.


 


-Todo estará bien, Yoko-chan. Cuando salgan estaremos aquí. –El menor sonrió suavemente, al sentir el suave beso sobre su frente, cerrando sus ojos lentamente, siendo lo último que veía los ojos castaños del padre de su hijo.

Notas finales:

Espero que les haya gustado *-*

 

siento haber dejado hasta ahí...pero ....me están llamando para almorzar xD! asi que .... quise subirlo.

mmm que opinan de kirishima ...ya sufrio demasiado (?)!!!

 

espero sus lindos comentarios!!!!


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