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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

 

 

Feliz navidad a todos!! :D *celebrando* aquí les he traído la actualización como obsequio xD (inner: yeeeeey!! ^O^0 anno Sue-chan… nos ha agarrado otro año con éste fic .___.Uu) je je así parece n_nUU pero tranquila, uno de mis propósitos de año nuevo es terminarlo de una vez por todas  :3 (inner: esperemos que ésta vez, si cumplas con lo planeado ¬_¬) xB bueno bueno, vayamos a lo interesante *_*

 

 

 

 

 

 

El amor no posee ni es poseído, pues el amor se basta a sí mismo…

El amor falso o limitado requiere la posesión de la persona amada, pero el amor verdadero e ilimitado sólo se requiere a sí mismo…

- Kahlil Gibran

____________________________

 

 

Riki estaba desganado, ya no sabía en que día estaba, simplemente el rubio llegaba reclamándole el porqué no lo amaba, el moreno le daba sus razones entre gritos y rabietas, entonces el Mink perdía los estribos y terminaba tomándolo salvajemente. Una rutina que iba absorbiéndole la vitalidad día con día.

 

Estaban adoloridos, sus corazones dolían tanto que no podían soportarlo.

 

-  Yo… ¡¡Yo nunca le perteneceré a nadie!! ¡¡Ahhhhhh!!

 

A pesar de que hubiera empleado inútilmente todas sus fuerzas en resistirse, Riki era capaz de sacar reservas de energía cuando menos se lo esperaba. En esos momentos se comportaba como un animal rabioso, si le era posible trataba de atacar al ojiazul, con uñas y dientes, con palabras mordaces y destructoras.

 

- Todo esto que hago. Lo hago porque te quiero… ¿Por qué no logras entenderlo? No puedo dejar que le pertenezcas a nadie más.

 

- …

 

Tomaba entre sus manos el rostro enrojecido, húmedo y lleno de polvo, su mirada se hallaba perdida.

 

- Cuando eras tan sólo un niño, te paseabas por la casa como si fueras dueño de ella. No me molestaba tenerte a un lado, tampoco que en ocasiones te desnudaras y salieras a jugar en medio de la lluvia… no me molestaba en lo absoluto… - Le acarició los cabellos – Cuando Katze o mi madre te regañaban no me metía… no me importaba para nada… aún así, a pesar de que nunca te toqué, te hable o traté… aún así… te atreviste a robarme… ¿Cómo tuviste el descaro de robarme el corazón, Riki?

 

- …

 

- Te entregué todo lo que tenía… incluso te convertí en el dueño de ésta casa, todos estaban a tu disposición si así lo querías… tenías todo el dinero que jamás podrías juntar en ésta miserable vida… hasta yo, Iason Mink… era capaz de lamerte los pies… - Su voz se dulcificó – Sabes que es cierto, tantas veces te los besé ¿Lo recuerdas Riki…?

 

- …

 

- Me lo has quitado todo… sin ti no tengo nada… sólo te quiero… a ti… mi amado… ¿Por qué no contestas?... – Estaba furioso y su tono se transformó – Admite que todo esto te gusta, te he visto desfallecer de placer entre mis brazos… ¡¡Admite que lo hacías porque me amas!!

 

- … - Riki lloraba silencioso, impotente ante su situación ¿Por qué todo había acabado de esa forma tan terrible? ¿Cómo apaciguar semejante dolor?

 

- Yo… te amo… - Iason se agarraba el pecho, como si sintiera que por dentro su corazón se desgarraba al no ser correspondido –… Eres mío, así el mundo se derrumbe a mi alrededor.

 

Tal vez eran síntomas claros de la locura o del cansancio que nublaban su juicio. El rubio estaba desesperado, la seguridad que hubo tenido en un principio de lograr que el muchacho recapacitara y se diera cuenta de que debía amarlo sólo a él, se esfumó y no se dio cuenta de cuando. Ya no dormía, se pasaba las noches en vela recapitulando sus encuentros con Riki en el establo, analizando cada una de sus expresiones, esperando conseguir en cada gesto y mueca las muestras de un amor oculto, un tesoro que llevaba tiempo buscando y que sólo lo llevada a caminos sin salidas. Los cambios de humor empeoraban, tal vez debido a la falta de descanso, siendo cierto que los sirvientes empezaron a crear en torno a él, la figura de un patrón irascible y malhumorado. Iason debatía mucho consigo mismo, teniendo luchas interminables entre la parte que amaba a Riki y la otra que quería castigarlo vehemente por todo el daño causado; Daryl en ocasiones le había visto hablar en voz alta, en completa soledad, llevándose constantemente las manos a la cabeza, angustiado; el mayordomo procuraba no importunarlo en aquellas ocasiones en que sabía, estaba consumiéndose por dentro.

 

Empero, lo que más aterró a Riki fue esa vez en que Iason lo miró fijo de una manera que nunca había visto. Esa noche llevaba entre sus manos algo que al principio no adivinó al estar oculto por la oscuridad, pero cuando logró dilucidar lo que era, quedó helado. Aquellos minutos se volvieron eternos, el pelinegro sintió como la respiración agitada de Iason no era más que la prueba de un admirable autocontrol. Más luego el rubio se apartó, regresándole el alma a Riki al cuerpo.

 

Estaba seguro, aquella noche Iason había pensado en matarlo. Riki lo supo en su mirada vacía, en sus manos temblorosas sosteniendo el puñal, en sus turbios pensamientos que se destilaban a su alrededor…

 

El pelinegro lloró y cuando se calmó, rezó pidiendo por Iason lo que restó de la noche. Jamás hubiera deseado llevar al Mink a semejante turbación, el sofoco de amarlo con semejante locura estuvo a escasos centímetros de acabar trágicamente con su historia.

 

A la mañana siguiente de aquella noche aterradora, Iason vino al establo con un rostro todavía demacrado pero más humano, comprensivo y hasta cierto punto arrepentido. Como si lo ocurrido con el puñal hubiese sido producto de una angustiosa pesadilla, no se habló de ello, ambos hombres trataron de olvidarlo, tal vez Riki en agradecimiento porque no lo hubiese matado y Iason porque no hallaba la manera de eximirse. El pelinegro no se dio cuenta, pero en aquel momento el Mink tuvo que aguantarse las ganas de arrojarse a sus pies. Por un momento la idea de matar a Riki y matarse luego él, le pareció tan sensata esa noche que estuvo casi seguro de que había sido un consejo dado por algún demonio, un espectro malvado que en la oscuridad, había jugueteado con los pensamientos de un hombre destruido y mentalmente agotado.         

 

Al mayordomo le dolía en extremo ver a Riki sufrir. Llegar para curarlo y limpiarlo… ya se estaba volviendo una costumbre.

 

Daryl Trataba de darle ánimos al pelinegro y eso en cierto modo le ayudaba. Riki necesitaba conversar o aunque sea escuchar a alguien cuerdo, porque estaba seguro de que Iason había perdido la cabeza y si lo oía sólo a él, estaba seguro de que tarde o temprano su cordura también se iría de paseo.  

 

Ya Riki no se molestaba en pedirle que buscara ayuda, sabía que el mucamo estaba demasiado absorto en su mentalidad de sirviente obediente, eso y el miedo, que era más que comprensible a esas alturas. La esperanza era lo que confortaba a Daryl, estaba convencido de que llegaría el momento en que Iason reaccionaría...

 

- Daryl, dime la verdad ¿Te gusta Riki?

 

El joven sintió que se le acusaba con la mención de la pregunta. Iason sospechaba que la amistad no era lo único que motivaba a Daryl a continuar tan fielmente al lado del mestizo, tenía que existir ese querer, ese deseo.

 

- Contéstame – Demandó Iason.

 

- Si…  - Confesó totalmente ruborizado – Lo quiero.

 

Ante la respuesta, el Mink sintió un terrible retorcijón.

 

PLASS!

 

Daryl agachó la cabeza. Su mejilla se coloreó al instante debido a la bofetada.

 

- Debería dejarte la cara deforme por lo que has dicho ¿Crees qué puedes competir contra mí? – Le miró rabioso.

 

- … No señor.

 

- ¿Quieres quitármelo verdad? – Lo zarandeaba.

 

- Oh no señor, yo nunca…

 

- ¡Silencio! – Lo calló – Por supuesto que no. Nunca podrías ¡Vales menos que la tierra de mis zapatos!

 

El muchacho mantenía la vista y el orgullo en el suelo. Iason estaba realmente iracundo, quería humillarlo, hacerlo trizas con sus palabras.

 

- ¡Debería echarte a patadas de aquí!

 

Pero Iason no lo echó, estaba consiente de que Riki necesitaba a Daryl, pero no se daba cuenta de que él lo necesitaba también.

 

***

 

Aquella noche fría Raoul iba a prepararse para dormir, más antes de que pudiera quitarse los guantes se detuvo. Sintió una presencia en la oscuridad de su cuarto. Algo estaba ahí, observándolo entre las sombras…

 

Trató de hacer el menor ruido posible y al girarse fue como si un sentimiento cálido se apoderara de todo su cuerpo; frente a sus ojos verdes estaba Katze, contemplándolo en la penumbra. A pesar de que llevaba puestas ropas oscuras y un pañuelo que le cubría desde el tabique de la nariz hasta la punta de la barbilla – como si fuera un bandolero –, el cabello rojo relucía en un tono intenso como las flamas de un candelabro.

 

- Katze… - Alargó la mano enguantada. No podía creerlo, no podía concebir que el hombre estuviera allí realmente, era posible que fuera una alucinación - ¿Estoy enloqueciendo…? ¿Realmente estás aquí?

 

El pelirrojo no le contestó, se aproximó hasta él con determinación, deteniéndose al tenerlo muy cerca de su cuerpo. Raoul con algo de temor – temor de que se tratase de un delirio – rodeó al hombre, abrazándose a él con fuerza; no había duda, ese aroma… era de su atardecido.

 

- …Realmente eres tú… Oh Katze, deseaba tanto que esto pasara… - Se aferraba tratando de fundirse en el abrazo – No sabes lo feliz que estoy…

 

- … - El pelirrojo se dejaba llevar por las palabras del ojiverde, lo ceñía contra su cuerpo, dándole a entender que él también lo había deseado. Lo olía y su instinto sexual aumentaba, su viril aroma lo enloquecía siempre.

 

- Katze… ¿Por qué no dices nada?

 

Katze se dejaba abrazar, acariciar… perdiéndose en el contacto de su amado, pero insistía en mantener el silencio. En el momento en que el Am quiso llevar sus manos hasta el rostro del pelirrojo para retirarle el pañuelo, éste se apartó para evitarlo. Negó seguidamente con la cabeza.

 

 - Está bien, no tienes que hablar… - Raoul sonrió -  Pero por favor…quédate conmigo esta noche – Imploró sin ocultar su ansiedad – Te lo ruego… dame tu calor.

 

Katze lo alzó y llevó hasta la cama, ahí, lo depositó con cuidado y empezó a desvestirlo. El rubio se sentía feliz, su corazón desbordaba la alegría por aquel momento tan deseado. Se alarmó cuando el pelirrojo ansioso por sentir el roce de sus manos, estuvo a punto de quitarle los guantes. Lo detuvo de inmediato, utilizando un tono de voz apacible.

 

- No… si tú te quedas con ese pañuelo, yo me quedo con mis guantes – Enterneció el mirar – Katze… bésame… 

 

También quería besarlo. El pelirrojo se subió un poco el trozo de tela, lo suficiente para que sus labios quedaran al descubierto. Cuando le besó, Katze se incitó aún más.

 

- Katze…

 

Más el dolor que sentía en la herida se acrecentaba con aquel beso. La herida no había sanado del todo.

 

En el momento en que el pelirrojo empezó a adentrarse en su carne, Raoul no evitó mostrarse lascivo, ya no quería aguantarse el placer por temor a ser juzgado. Por lo que se meneaba con ganas, se abría sin pena, imploraba una y otra vez… 

 

- Kat… ze… ah… – Lo abrazaba – Te quiero… te quiero tanto de verdad.

 

El pelirrojo estaba sorprendido de tener al poderoso Raoul Am llorando entre sus brazos. Lo abrazó con mayor fuerza, entregándose ambos en cuerpo y alma.

 

El ojiverde dormía, Katze acariciaba sus cabellos rizados; imaginaba tantas cosas, soñaba con que eran felices y el tiempo no transcurría. Los rayos del sol empezaron a asomarse y Katze dejó de imaginar, el reloj de la pared seguía su curso y le interrumpía los pensamientos con su insistente  “tic tac… tic tac”… Comenzó a vestirse y los sonidos de su amante durmiente lo enternecían de tanto en tanto, cuando ya se había colocado los zapatos, el hombre pelirrojo permaneció un rato más contemplando a un Raoul estoico; aquella parte de Katze que quería quedarse en la cama, era la que lo mantenía estancado sobre la alfombra, mientras que el pañuelo que anteriormente había estado ocultando su cicatriz – y que ahora sostenía en su mano – era el que lo jalaba como un tirano fuera del cuarto. La presión por parte del dolor físico fue mayor que el sentimental, pues el frío de la mañana se coló por su herida semi cicatrizada y lo instó a marcharse antes de que el durmiente despertase y se diera cuenta de que un intruso con la cara marcada se había metido en su alcoba a media noche.

 

- “Raoul… mi amado. Si me quedara a tu lado, estoy seguro de que no podrías olvidar el hecho de que somos de mundos distintos. Somos tan parecidos a ellos, a Iason y Riki…tal vez por eso este amor nos duele tanto. Además…” – Se llevó la mano al rostro de nuevo cubierto por el pañuelo – “…jamás podrías amar a alguien con un rostro imperfecto”

 

Con eso en mente, Katze abandonó las tierras de Tanagura. Sabía que la dependencia de Raoul hacía la sociedad era demasiado grande y temía que más grande que lo que sentía por él;  mucho mayor que eso, era la obsesión que el Am siempre hubo tenido por el físico ¿Lo aborrecería si lo viera con el rostro así? No quería saberlo…

 

… La verdad, temía saberlo.

 

Raoul no se molestó porque el pelirrojo lo abandonó a la mañana siguiente, estaba convencido de que había sido bendecido con aquella visita – la cual sentía, no merecía – cuando él era el que tenía que buscar la manera de repararlo todo. El problema radicaba en que el ojiverde no sabía con exactitud cómo debía actuar, qué debía hacer ni en qué momento. Aquel era un problema muy grande, existiendo miles de posibilidades y contando con tan poca paciencia - porque una cosa era que supiera que debía esperar y que debía dar tiempo al tiempo y otra cosa poner todas esas sapiencias en práctica -; mucho menos después de la noche de pasión que protagonizaron, eso realmente sacó a Raoul de su papel de “amante que espera pacientemente a que su amor regrese” ¿Y si ese había sido el regreso? ¿No se suponía que sería un regreso “para siempre”? ¿Cuántos regresos como “ese” tendría Raoul que soportar si con uno solo ya se sentía desesperado? El Am envidió hasta los huesos a aquellos mártires descritos en todas las obras literarias, esos sujetos que son capaces de soportar todo, desde hambre, insultos, necesidades, años infructíferos y llenos de calamidades, pero siempre manteniendo su temple, su carácter y su foco en el mañana, en dónde al final – quizás, porque a veces estos sufridos sufren y desconocen que van a quedarse solos - la persona amada volverá a su lado… ¡Pero él no era un letrado que se comía tales cuentos por mucho tiempo! Así tan fácil como cambiaba de humores cambiaba de pareceres; bastó con el fuego pasional de Katze para encender su mecha de guerrero, presto a lanzarse de cabeza en las batallas que fuera para recuperar a su amor.         

 

En palabras más simples, Raoul no pudo quedarse quieto luego de la apasionada visita de su atardecido, fue así como se dirigió hasta la hacienda Mink dispuesto a hablar con Iason de lo que fuera necesario para volver suyo de una vez a aquel hombre pelirrojo. Acalló esa parte interna que lo molestaba, esa vocecita que clamaba “El prestigioso Raoul Am esto” “El glorioso Raoul Am lo otro”, buscando de meterlo de nuevo en el saco de la sociedad recriminatoria; ya no dejaría que las limitantes y poco ortodoxas maneras de ser y comportarse de la clase privilegiada, volvieran a controlarlo.

 

- Me sorprende tu repentina visita.

 

- He venido… a hablar sobre Katze.

 

- Por lo visto ya te enteraste de que se fue…

 

El ojiverde sintió que le quitaban el aire; la angustia lo cubrió inmediatamente.

 

- … ¿…Cómo… qué se fue…?

 

- Lo despedí. Me desobedeció y lo eché ¿Qué no lo sabías? ¿Acaso no has venido a hablar sobre eso?

 

- … Necesito sentarme… - De pronto, su vista se había tornado negra, la noticia lo afectó de un modo tan extremo que perdió las fuerzas por un instante.

 

- ¿Te sientes bien Raoul? Has palidecido de pronto…

 

Raoul percibía que se le apagaban las pocas luces de esperanza que le quedaban. Sin embargo, fue lo suficientemente sagaz como para no desplomarse.  

 

- … ¿Por qué hiciste eso Iason? ¿Por qué lo dejaste ir? ¿Adonde? Dime a donde se marchó.

 

- Raoul… - Notaba la angustia del hombre – ¿Realmente amas a Katze?

 

El Am le miró, aquel era el momento indicado para terminar con ese amor que siempre le hubo tenido al ojiazul. Se lo debía no sólo a Katze quién era el que esperaba un corazón completo, sino también a Riki que había tenido que soportar una serie de situaciones incomodas por ello, a Mimea cuya vida prácticamente destruyó por su bendito complot y también se lo debía a sí mismo, porque sinceramente aquella atadura de amor se la hubo colocado solo… Iason por su parte, cargaba con su cruz a cuestas, una bastante enorme que no cualquiera llevaría, lo menos que necesitaba era que el Am continuara colocándole tanto peso encima. Guiado por estas cavilaciones, el ojiverde admitió finalmente:

 

- Si, lo amo.

 

Su determinación, la seguridad con que lo mencionaba… Iason nunca había visto a Raoul de aquella manera. Lo festejó como algo esperado por mucho tiempo. 

 

- Comprendo…

 

Iason fue hasta un librero y allí, oculto tras unos gruesos libros, sacó lo que parecía una libreta. Se acercó hasta el ojiverde y le hizo entrega de la misma.

 

- ¿Qué es esto?

 

- Algo que te explicará muchas cosas.

 

- ¿? – No lo comprendió, aún así lo tomó.

 

- Es el diario de Fernando Am – Le confesó enseguida.

 

- ¡!... No sabía que mi padre tuviera un diario… Dime ¿Qué hacías tú con él Iason?

 

- Tu madre me lo dio.

 

La cara del ojiverde era un poema. No comprendía porque su madre le había dado aquello a Iason.

 

- Tienes que leerlo.

 

- ¿Ahora?

 

- Si, ahora. No sé si exista otra oportunidad como ésta. 

 

El rubio le hizo caso. Desde que abrió el diario, no despegó ni un ojo hasta que empezó a enterarse del romance entre Fernando y Felicia, más continuó leyendo, hasta dar con el verdadero origen de Iason.

 

- Esto… no puede ser verdad… tú no puedes ser…

 

- Tu hermano – Completó – Sé que es difícil, pero es la verdad.

 

Raoul permaneció en silencio por unos segundos, perdidos sus ojos en un punto inexistente y con la cabeza llena de interrogantes y recuerdos.  Ahora muchas cosas tenían sentido, muchos recuerdos de su pasado en dónde su padre miraba con melancolía a Iason, el modo en que buscaba con insistencia que compartieran como “hermanos”… todo su dolor… toda su angustia…

 

- Fernando Am, tu padre, tuvo un amorío con Felicia… - Mencionó Iason – Y de ese amor nací yo.

 

El ojiverde sentía que el mundo se le venía a pedazos. Toda su vida había estado amando a su hermano…

 

- Como Felicia era muy joven, mis abuelos hicieron creer a todos que yo era su hermano…

 

- Contéstame una cosa Iason… ¿Desde cuándo sabes todo esto? – Le interrumpió con el ceño fruncido.

 

- Sé lo de mi madre desde el día en que murió. Sin embargo, tardé varios años en enterarme quién era mi padre… No fue hasta que la propia Bernice me entregó el diario de su marido, que me enteré de la verdad.

 

- ¡¿Y eso cuando pasó?! ¿Cuándo mi madre te lo entregó? – Tomó al rubio del cuello de la camisa, amenazante.

 

- La última vez que vino.

 

- ¡DESGRACIADO!

 

Una ráfaga de rabia atravesó al Am de pies a cabeza, liberándola contra la cara del Mink. Iason se llevó la mano al rostro adolorido, Raoul tenía la mano pesada. De no ser por todas las interrogantes y las ganas de descargarse a través del uso de la lengua, el Am hubiera continuado desquitándose a puñetazos.

 

- … Cinco años Iason… ¡¡CINCO MALDITOS AÑOS EN QUE ESA BRUJA NO PONE UN PIE EN ESTA POLVAREDA!! – Tenía todo el rostro enrojecido y los ojos refulgentes - ¿Por qué no me lo contaste entonces? ¿Por qué te guardaste el secreto…? - No ponía reparo en jalarlo de las ropas e incluso le arrojó el diario encima - ¿Por qué permitiste que siguiera amándote así? ¡Todo éste tiempo estaba sufriendo y no te importó! ¡¿Por qué maldición?! ¿Querías desquitarte conmigo todo lo que nuestro padre hizo? …Dímelo ¡¡¿ES ESO?!!

 

- Raoul, tranquilízate… No es eso que crees. No lo hice porque quisiera hacerte mal.  Lo hice porque Bernice me lo pidió – El ojiverde de nuevo lo había agarrado del cuello de la camisa.

 

- ¡¿Mi madre te pidió que me hicieras sufrir?! ¿Con qué derecho se atrevieron a hacerme algo así…? …¡EXPLICAMELO TODO O TE JURO QUE TE PARTIRÉ HASTA EL ÚLTIMO DE LOS HUESOS!

 

- Por favor Raoul, compréndelo. Ella no quería que lo supieras hasta que estuvieras seguro de que amabas a otra persona distinta de mí. Hasta que conocieras a tu amor verdadero… De lo contrario hubiese desistido de amarme por el hecho de ser hermanos. Hubieras pensado en separarte de mí por obligación… - Sentía que con sus palabras había apaciguado un poco al Am, ya que lo había soltado de su agarre asfixiante.

 

- Pero Iason… si tú y yo… - Se espantó al acordarse de la vez que había intimado con el ojiazul y lo demostró abriendo por demás sus verdes ojos  –… ¡Debiste decírmelo en aquel instante! ¡¿Cómo dejaste que eso pasara?! ¡Eso es… imperdonable!

 

- Fue algo inesperado y realmente me pusiste en un aprieto. Por eso te dije que había sido un error.

 

Raoul se quedó unos instantes de pie, detenido en el tiempo, entregado al silencio… luego fue hasta el sillón y se sentó pesadamente.

 

- Que desgracia… – Se llevó las manos a la cabeza – Esto es un castigo de los cielos por todo lo que he hecho… eso es seguro.

 

- ¿De qué hablas Raoul?

 

- Todas las maldades que hice para que fueras mío, a eso me refiero… todo el dinero, los chismes, las amenazas… utilicé a tu madre, le ordené a aquel mestizo que se interpusiera entre tú y Riki… y mi amada Mimea… - Sentía las lágrimas venir  – Oh… mi princesita, incluso a ella la utilicé vilmente para mis perversos planes – Estaba aterrado de sus propios actos, por fin se daba cuenta de que todo el tiempo había sido el villano. Se arrojó a los pies del Mink – Realmente la hice sufrir y como castigo me la han quitado… ¡No sabes cuánto me arrepiento de ello!... La quiero de vuelta y no la encuentro por ningún lado… ahora Katze también se me ha sido arrebatado… Iason… en verdad creí que mi actuar era justo, no fui capaz de ver que con todo lo que hacía me estaba hundiendo hasta el fondo ¡Pero ahora lo sé! He sido un completo desgraciado…  Por eso te lo pido… – Se abrazaba a las piernas del ojiazul - …Perdóname por todo lo que te he causado… perdóname por favor… Oh hermano… yo nunca quise hacerte daño, te lo juro…

 

- Raoul…

 

La confesión del Am, fue como si de repente hubiese pasado de una habitación oscura a una totalmente iluminada. Nunca se esperó que el rubio fuera el causante de todo aquello. Sintió pena por el que estaba arrodillado pidiéndole perdón, le pareció que de nuevo era aquel niño con el que jugaba por las tardes, el que buscaba con fervor un poco de cariño… de su hermano, de su padre…  

 

Iason llevó su mano hasta los rizos y los acarició. Él más que nadie comprendía los actos de locura que se cometían por amor. Ayudó al que por fin se le permitía llamar “hermano” a levantarse.

 

- No hay nada que perdonar. Ya todo pasó. Ahora sé que fue un error mantener oculto todo esto. En el fondo llegué a depender de ese cariño que me tenías Raoul… no quería perderlo. Pero sólo logré transformar el amor en dolor… me alegra mucho de que Katze sea el dueño de tu querer ahora, nadie más que él lo merece, es un gran hombre. Muy bueno en verdad…

 

- Iason… - Se sentía muy lastimado -  Dime… ¿A dónde se fue Katze? Tengo que ir a encontrarlo.

 

- No lo sé… - Le dolía verlo así.

 

- Piensa, te lo suplico ¿A dónde podría haber ido…?

 

- …Tal vez a su pueblo natal – Contestó tras pensar unos segundos.

 

- ¡¿Dónde?!  - La esperanza regresaba y sus ojos verdes lo demostraban.

 

- A Diedo.

 

- ¿Diedo?… Eso es muy lejos… - Ante su respuesta, la angustia también se hizo presente.

 

- Si, lo es…

 

El Am se internó en sus pensamientos… ¿Cuánto tiempo le tomaría llegar hasta Diedo? ¿Sería capaz de hallar a Katze?

 

- ¿En qué parte especifica de Diedo vive?

 

- No sé realmente. Nunca se lo pregunté.

 

- ¿Cómo que nunca se lo preguntaste? – Hizo un berrinche - ¡Ains! En este momento quisiera torcerte el pescuezo ¡En serio!

 

El ojiazul no pudo evitar sonreír ante la rabieta infantil del Am. Le alegraba que su hermano fuera tan determinado.

 

- Iason…

 

El ojiazul alzó la mirada.

 

- Ahora voy a dejarte en paz para que puedas amar libremente a Riki… Como debió ser desde un principio – Sonrió – No sé cuando te vuelva a ver… pero espero que ambos podamos hallar la felicidad mientras eso pasa… Así tenga que poner Diedo de cabeza, voy a encontrar a Katze y me quedaré a su lado.

 

- Sé que lo lograrás… hermano mío…

 

No pudo evitar sentir envidia, envidiaba el amor de Raoul porque sabía que Katze le correspondía ¿Qué esperanzas tenía con Riki, quién amaba a otro?

 

Tras la partida de Raoul, Iason no pudo evitar caer en una profunda reflexión. Veía las cosas de un modo distinto y la respuesta de lo que haría con Riki no la tenía muy clara. Estaba espantado ¡Aterrado! Ante la posibilidad de perderlo…incluso aquella vez en que pensó en matarlo, sufrió ante la idea de no poderse reunir con él en el otro mundo. Pero continuar así, era algo que no quería… algo que no toleraba…

 

Daryl tras verlo tan agitado, le trajo aquella noche un té, para que se relajara y pudiera dormir mejor.

 

- ¿Señor Iason…?

 

Cuando el mucamo volvió a la habitación se percató de que el Mink estaba dormido.

 

- “¡Ahora!”

 

Su corazón latía deprisa, temiendo que en algún momento el Mink encajara sus azuladas iris sobre él. Se acercó y torpemente abrió la camisa hasta descubrir la llave, estaba tan nervioso y asustado que el aire le parecía irrespirable. Había vertido un poco de hierbas en polvo que inducirían el sueño de su patrón. Cuando sacó la llave, la mantuvo entre sus manos, como si temiera que se esfumara con su aliento. Miró a Iason, sin moverse.

 

Daryl salió corriendo hasta donde se encontraba Riki y entró. El pelinegro con dificultad pudo diferenciar al muchacho en la negrura. Se había espantado al escuchar el forcejeo con el cerrojo, pero ahora el miedo se tornaba en confusión. 

 

- ¿Daryl?... ¿Qué pasa?

 

- Vine a soltarte – Con un cuchillo que había sacado de entre las ropas, Daryl hacía lo posible por reventar las cuerdas que aprisionaban al otro – Te irás de aquí por fin…

 

- Vente conmigo – Agregó, animado y sin querer perder tiempo en preguntar el porqué de su repentina decisión de ayudarle a huir.

 

El mayordomo se detuvo por un instante.

 

- No puedo…

 

- ¿Por qué? – Eso si necesitaba que se lo respondiera. Le parecía ilógico que lo soltara y se quedara con el maniático de Iason.

 

- Tienes que irte solo – Continuó cortando las cuerdas – Luego te alcanzo… - Mintió.

 

Riki trató de ayudar al pelicasaño. Más una fuerte voz los hizo detenerse.

 

- ¿Qué se supone que haces?

 

- ¡Señor Iason! – Daryl estaba blanco cual fantasma - …Pensé que estaba durmiendo.

 

- Estabas muy sospechoso. Así que no me bebí lo que me serviste.

 

El mayordomo tragó grueso. El Mink tomó a Daryl del brazo y empezó a jalarlo.

 

- ¡Iason! ¡Déjalo en paz! – Gritaba Riki desde su posición. No les había dado chance de cortar mucho las cuerdas y las pocas fuerzas que tenía eran sólo para gritar - ¡¡IASON!!

 

Daryl trataba de zafarse en el camino, pero era inútil.

 

- Te atreviste a entrar a mi habitación y robarme la llave…. ¿Por qué querías quitarme a Riki?

 

El mayordomo sacó fuerzas y sacudió su cabeza con fuerza.

 

- ...Se equivoca. Yo no quería quitárselo. 

 

- Pero ibas a dejar que huyera – Exclamó mientras lo sacudía, el pobre muchacho parecía un muñeco de trapo entre sus manos - ¡Ibas a alejarlo de mi lado! Dime ¿Te ibas a ir con él verdad? ¡¿ESO PLANEABAS?!

 

- Eso no… eso no es así – Mencionó aguantando las ganas de sollozar, tenía que ser valiente y afrontar la consecuencia de sus actos – Es cierto. Le robé, soy culpable de eso… pero no tenía pensado otra cosa que regresar a Riki a la normalidad…

 

- ¿Regresarlo a la normalidad? – Repitió desconcertado.

 

- Si – Afirmó - ¿Qué acaso no se ha dado cuenta señor Iason? Ese que tiene allí no es Riki. No es ni su sombra. Es un hombre cansado, triste y vacío… eso no es él. Yo lo comprendo. Estar así, encerrado, privado de su libertad; se debilita cada día más… no podía seguir viéndole acabarse de ese modo… ¿Es que no lo ve?

 

Los ojos de Daryl volvieron a llenarse de lágrimas, ésta vez por el dolor de la perdida del Riki que recordaba y admiraba.

 

- Sólo quería devolverle ese brillo. Darle la oportunidad de sentirse deseoso de seguir luchando… quería darle eso, regresarle lo que es suyo por derecho… así podría volver a ver a ese Riki fuerte y indomable… ese que tanto admiro… así fuera por unos minutos, mientras se alejaba con destino a su hogar - Como su corazón era el que hablaba, las palabras sonaban seguras y dulcificadas -  Es verdad, iba a soltarlo y dejar que se fuera lejos de mí y es que lo prefiero… no me importa si no vuelvo a verlo jamás en mi vida. Estoy seguro de que sería feliz  sabiendo que él está por allá en su pueblo corriendo y causando alboroto… riendo, siendo feliz como sólo él puede serlo…   

 

Las palabras de Daryl llegaron a lo más profundo del Mink. La sacudida que hacía falta para acabar con los cimientos de su terquedad.  

 

- Señor Iason… - El rubio había colocado las manos en sus hombros.

 

- Ahora puedo verlo todo con claridad, Daryl. No te preocupes… ese Riki que amamos volverá.

 

Daryl no se espantó cuando Iason se fue, lo dejó irse. Le creyó a esa mirada azulada a esa voz glorificada; la serenidad que transmitió al corazón del mayordomo, fue lo que lo hizo confiar en que el sufrimiento de Riki estaba por terminar…

 

- ¿…Y Daryl? – Preguntó Riki, totalmente preocupado por que le hubiese hecho algún daño a su amigo.

 

- Él está bien.

 

Iason llevó sus manos hasta las muñecas de Riki y cortó lo que quedaba de las cuerdas con mucho cuidado para evitar lastimarlo aún más. Las marcas se mostraron dolorosas ante los ojos azules.

 

Riki estaba confundido, pero trataba de mantenerse a la expectativa.

 

- Te he traído tus ropas ¿Crees que puedas ponértelas solo?

 

- … - No sabía que responder ¿Qué era lo que estaba planeando? ¿Quién era ese que jugaba con él?

 

Tomó la camisa y con ayuda del rubio se la puso sin rozarse las zonas de la piel lastimada, lo mismo hizo con los pantalones y finalmente los zapatos. Había estado tanto tiempo descalzo y desnudo que ahora que estaba vestido, la ropa la sentía extraña, como una coraza que incluso le pesaba.

 

- ¿Puedes caminar?

 

Al dar el primer paso, Riki sintió como sus piernas le fallaron, de no ser porque Iason lo agarró, hubiera caído estrepitosamente.  Juntos salieron de la que había sido su prisión por un par de meses. Fue raro caminar para Riki, quién sentía que llevaba años sin dar un paso. Cada vez que levantaba una pierna, sus músculos le dolían y no sabía si su cuerpo soportaría por mucho tiempo su peso. Más luego se fue habituando a algo que era tan natural como el respirar.

 

Los rayos del sol atacaron al pelinegro sin misericordia, su vista se había adecuado al tenue rumor de la luz…  Iason pudo ser testigo de todas las huellas en la piel que amaba, se tragó la amargura que brotó al darse cuenta de su insensatez.

 

- ¿Adónde… me llevas?

 

Iason encontró en su mirada desconfianza y no le culpó. Nunca más debía culparlo…

 

- Dónde querías ir…

 

El rubio lo ayudó a subirse a la camioneta sin que nadie les viese. Desde el asiento trasero admiraba el paisaje, la expresión en el rostro de Iason denotaba una enorme tristeza. Tener a Riki encerrado no le hubo entregado lo que tanto anhelaba, sentía más bien que lo había perdido, pues sabía que el muchacho estaba con él en contra de su voluntad. Lo sentía muchísimo más lejano que antes, como si aquel que estaba a su lado no fuera más que un completo desconocido ¿Cuándo las cosas habían llegado hasta ese punto tan amargo?

 

- Riki – Preguntó: - ¿Nunca me quisiste?

 

Los ojos de Riki se iluminaron y su corazón reaccionó… pero el recuerdo de todas las cosas tortuosas y dolorosas por la que lo había hecho pasar, fueron más fuertes en aquel momento. Su yo consiente, quién no buscaba más que protegerlo, acalló al corazón y el Mink fue perforado por el silencio.

 

Mientras estacionaba el auto el rubio se percató de que Riki permanecía en el mismo lugar en que lo hubo dejado. El moreno pensaba que Iason quería que recibiese algo de aire puro o quizás todo se trataba de otra de sus torturas psicológicas, en dónde le jalaría de la cadena en el instante en que pensara que estaba a punto de ser liberado. Su mente lo atormentaba de tal modo, que en ningún instante pensó en aprovechar de buscar la manera de escapar, únicamente quería hallar la manera de soportar el siguiente castigo...

 

Iason le ayudó a bajarse del auto ¿Qué tenía pensado hacer al llevarlo hasta allí? Se encontraban en los límites de los terrenos Mink.

 

- Camina – Mencionó finalmente el rubio empujándolo con suavidad por la espalda.

 

La especulación de Riki se hizo presente una vez más, no se sintió aliviado, su mente ahora le hacía imaginarse un arma de fuego, una bala atravesándole la espalda, quebrándole las costillas y perforándole el corazón. Aún así, dio los primeros pasos temeroso, tortuoso ante cada segundo que pasaba y continuaba a salvo; más luego, un sentimiento lo hizo voltearse, el sentimiento de querer acabar todo de un golpe, el deseo de que la última imagen ante sus ojos negros fuera la del Mink apuntándole con el arma asesina…

 

Pero sus ojos se hallaron con un rubio desarmado que lo observaba sin mover un sólo músculo.

 

- ¿Qué es todo esto Iason…?

 

Permanecieron unos segundos sin moverse, casi sin respirar… mirándose… el viento acariciaba sus rostros marchitos y sus cabellos danzaban. 

 

- Te dejo – Exclamó Iason sin ninguna emoción – Eres libre de irte.

 

El pelinegro no contestó con palabras, lo miró directo a los ojos, no estaba seguro de si lo que había escuchado era real o imaginario, era probable que lo atacara una repentina sordera y estuviera inventándose lo que escuchaba. Pero inmediatamente notó la expresión seria en el rostro del hombre.

 

- ¿Estás… hablando en serio? ¿Me puedo ir? – Se atrevió a preguntar, como si el ojiazul fuera capaz de jalarle en cualquier momento de vuelta a una vida de rehén - ¿Me dejarás marchar… así no más…?

 

- Vuelve a tu hogar ¿No era esto lo que querías? Te dejo en libertad para que vayas con ese hombre que tanto adoras - Mencionó como leyéndole la preocupación: - No temas Riki, no voy a seguirte. No iré a buscarte nunca. Te lo prometo.

 

Los ojos de Riki se abrieron desmesuradamente ¡Iason no mentía! Podía sentir la completa sinceridad en sus palabras. Su corazón empezó a latir descontroladamente, pero sus pies... Riki sabía que podía irse y sin embargo, continuaba ahí, clavado en la tierra, como alguien que espera… como alguien que necesita una explicación antes de seguir con su vida… 

 

- ¿Por qué…?

 

- No sigas... – Entrecerró el mirar – Tómalo como la prueba de que te amo y vete – Interrumpió y amenazó para que el pelinegro terminara de decidirse, sabiendo que estaba a punto de desmoronarse al dejar ir a su amor: - Hazlo… antes de que cambie de opinión…

 

Con miedo a que de verdad cambiara de idea, Riki se giró y salió corriendo a toda velocidad. Haciendo uso de las últimas reservas de energía almacenadas en su cuerpo. Las piernas le dolían, pero no les hizo caso, sentía como los músculos le jaloneaban con fuerza y de vez en cuando se tambaleaba. Así se cayera… se levantaría y correría.

 

Iason observó la figura del joven hacerse cada vez más pequeña. No se movió de su sitio hasta que la misma desapareció en el horizonte.

 

- “¡Voy a volver! ¡En verdad voy a volver! ¡Soy libre! ¡¡¡¡LIBRE CARAJO!!!!” – Su mente se hallaba tan dichosa que alentaba a sus piernas a correr hacía la ansiada libertad – ¡Ja ja ja ja ja ja ja! – Se reía como un desquiciado. No podía contenerse, su corazón estallaba de gozo al sentir la adrenalina y la brisa en el rostro.

 

Cuando estuvo seguro de que se había apartado lo suficiente, el rubio se subió a la camioneta y la encendió. Mientras estuvo en marcha, dirigió la vista a uno de los espejos retrovisores. El campo vacío se explayó ante él.

 

El Mink suspiró con suavidad. Tuvo la esperanza de que al menos Riki volteara hacía atrás…

 

… pero no lo hizo y eso lo destruyó.

 

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero trató de recuperar la compostura.

 

- Algún día te darás cuenta Riki… de que todo lo que hice… fue por amor. Ese momento puede tardar un día, un año… - Murmuró - … la vida entera… pero no podrás evitar que pase… - Finalmente no se aguantó los sollozos, estaba solo ¿Acaso alguien podría escuchar el tamaño de su tormento? –… Riki…

 

Todo lo que pudo corrió, descansando sólo lo necesario para que su pecho no colapsara ante la falta de aire. El dolor en sus pies productos de las ampollas y de las heridas antiguas no le importaba. Quería llegar, eso era lo que lo motivaba.

 

- Oye muchacho ¿Qué haces corriendo por ahí? ¿Te vienen siguiendo? – El estado del cuerpo del chico le llevaba a creer que había estado en un lugar peligroso.

 

El respirar agitado y el desespero no le permitió contestar. El sudor le chorreaba por todos lados.

 

- Súbete. Te llevo.

 

Riki no perdió tiempo y se subió al auto del desconocido.

 

- ¿De dónde vienes? Luces terrible ¿Quieres que te lleve a un hospital… o a la policía?

 

- ¡No!

 

- ¿A dónde quieres ir entonces?

 

- Voy a Ceres… ¿Qué tan cerca me puedes dejar?

 

- Estás de suerte, para allá mismo voy.

 

- Ah… - Suspiró – Lo siento, no tengo con qué pagarte.

 

- No te preocupes hombre ¿Qué sería de éste mundo si no se ayuda al que lo necesita?

 

Fue un largo y candado trecho que para el moreno con cada minuto que pasaba sentía que se le aceleraba el ritmo cardíaco. El hombre intentaba sacarle información – e incluso se le había insinuado – pero Riki estaba completamente inmerso en sus pensamientos deformes.

 

- Ya llegamos muchacho. La entrada al pueblo – El hombre le despertó. Al parecer la preocupación no le hubo ganado al cansancio físico – Hasta aquí te puedo dejar.

 

Riki reconoció el paraje. Se despabiló.

 

- Está bien. Yo puedo caminar lo que me falta. Gracias por el aventón, hombre.

 

- Je je por nada, corriste con suerte que venía hasta acá. Cuidado por dónde pisas.

 

Cuando se bajó del vehículo y pudo percibirse como parte del entorno, se sintió como si nunca se hubiese ido. El olor del campo que llegaba a sus fosas nasales lo conocía tan bien, los rayos del sol lo recibían. Estaba tan sorprendido por todo lo que acababa de pasar que no podía pensar en ello con claridad.

 

Tal vez se había quedado dormido y aún continuaba amarrado en el establo… pronto llegaría Iason y aquel hermoso sueño de libertad se olvidaría…

 

Llevó la mano a su bolsillo y algo tocó sus dedos, al sacarlo se encontró con el anillo que el Mink le había obsequiado. Recordó que lo hubo guardado en su cabaña cuando Norris llegó a turbarle el mundo ¿No era acaso una burla del destino? Seguramente el ojiazul lo había metido ahí adrede para perturbarlo… no, era para que lo recordara, Iason lo había colocado ahí para que se llevara un pedacito de su amor… pero Riki estaba convencido de que quería volverlo loco, que quería angustiarlo, acabar con su cabeza aún después de haberlo soltado.

 

 Apretó el anillo con furia en su puño y con mayor enojo lo arrojó como una vez lo hubo hecho en el pasado con dirección al lago. Su brillo se reflejó por un par de segundos mientras bailaba en el cielo. Riki cerró los ojos y se giró para empezar a correr.

 

El anillo, el último vestigio de aquel tormentoso y obsesivo amor, cayó entre el monte mientras que el muchacho lo dejaba abandonado a su suerte. Ya nunca más estaría atado por nada ni por nadie. La libertad lo recibía como un hijo pródigo que vuelve a casa.

 

- ¡Wujuuuuuuuuuuu!

 

Tuvo deseos de correr de nuevo y así lo hizo, tuvo deseos de gritar y reírse a carcajadas como un desquiciado y así lo hizo… ¡Con un demonio, era tan libre! ¡Tan libre como el mismo viento, tan libre como las aves en el cielo…! Así tenía que ser, el mundo era amplio y no debía ser conquistado.

 

(Aquí tenemos el tema de fondo :B la canción es de “Vicentico” y se llama “La libertad”)

 

Todo el tiempo que pasó
lo pasé sin respirar
como si estuviera yo atrapado
debajo del mar
pero igual pude pensar
y la vida valorar
Fui juntando tanta valentía
acá debajo del mar
Y ahora que vuelvo a salir
ver la luz me hace sufrir
Me pregunto si no será mucho… no…
No! Esto no es nada amigo
esto es pequeño, comparado al despertar
que va a venir…

Fuera, ya estoy afuera
Y ahora tengo miedo de tanta libertad
Todo ese cielo azul y ver tanta verdad
me ha dejado quieto
y al fin puedo llorar
Tanto tiempo yo dormí
sin poderme despertar
Era tan oscuro ese silencio
debajo del mar
pero igual pude soñar
y la calle imaginar
Extrañaba tanto tu alegría
allá debajo del mar
y ahora que vuelvo a salir
ver la luz me hace sufrir
Me pregunto si no será mucho… no…
No! Esto no es nada amigo
Esto es pequeño
comparado al despertar que va a venir
Fuera, ya estoy afuera
Y ahora tengo miedo de tanta libertad
Todo ese cielo azul y ver tanta verdad
me ha dejado quieto y al fin puedo llorar.

Fuera, ya estoy afuera
Y ahora tengo miedo de tanta libertad
Todo ese cielo azul y ver tanta verdad
me ha dejado quieto y al fin puedo llorar.

 

 

En el momento en que llegó, Guy se sorprendió al verlo en aquellas condiciones. Riki se notaba algo delgado, con las mejillas algo ahuecadas, los ojos sobresalientes y marcados por unas ojeras oscuras, las marcas en su piel…

 

- Oh, Riki… ¿Qué te pasó? – Lo abrazaba.

 

- He vuelto Guy…  - No pudo evitar que las lágrimas brotaran - …No es un sueño. Por fin he vuelto a casa.

 

- Pero… ¿Qué te ocurrió? ¿Por qué estas tan lastimado Riki?

 

El abrazo duró un buen rato, durante el cual ninguno de los dos comentó que en el pasado, nunca se hubieron abrazado así.

 

 

Fuera, ya estoy afuera
Y ahora tengo miedo de tanta libertad
Todo ese cielo azul y ver tanta verdad
me ha dejado quieto y al fin puedo llorar…

 

 

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Nota: El capi tiene su fanart (Salen Raoul y Katze) el que se anime a verlo puede hacerlo a través de la página de facebook ai no kusabi obsesion :B

 

Ajá!! Tanto Riki como Katze han vuelto a sus respectivos hogares ¿Qué conllevará todo esto? owo (inner: Ahhhh!!! Sooonnnnaaaa!!! 0TwT0  Raoul tiene que encontrar a Katze! Riki tiene que volver!!! 0>//__//<0 ) Todo a su respectivo tiempo querida xD Bien, voy a tratar de escribir lo que tenemos de modo que logremos terminar este fanfic lo antes posible (musa: mu… TwT) tranquila,  trataré de utilizar todo el material lo que me pasaste… aunque me quieran acribillar por ello n_nUu (musa: yeah! :D) (inner: Sue… a veces creo que eres demasiado complaciente con esa musa tuya ¬¬Uuuu ) como decirle que no? xB Gracias todos por leer y a aquel que se anime a comentar :P hasta la próxima! Besos y abrazototes!! Bye Bye!!   

 

 

 


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