Episodio 8
Regresa a mí
-Eso es fácil –habló a su oído –Porque te amo.
Por un instante, por un momento efímero la habitación permaneció en un profundo silencio, los brazos del albino aun rodeaban con delicadeza el cuerpo del menor proporcionándole ese cálido sentimiento de seguridad que tanto deseaba transmitirle. Hipo perdió las fuerzas para luchar y simplemente se dejo llevar por la sensación que lo invadía. En un rápido flechazo, el recuerdo de esa misma calidez lo invadió brutamente, aquellos brazos ya lo habían sujetado con ese mismo cariño pero ¿Cuándo? Unos abismales ojos azules se reflejaron en su mente haciéndolo reaccionar; esos ojos, esos profundos y misteriosos ojos que lo miraban con tanta intensidad y devoción, él ya los había visto, estaba de seguro de ello. Un nuevo temor desconocido lo atacó, con agresividad alejó el cuerpo que lo rodeaba distanciándolo a unos cuantos centímetros.
-¡Aléjate!- vociferó con la mirada ansiosa.
-Hipo…-en Jack se reflejaba un rostro dolido –Por favor, escúchame.
-¡No! ¡Largo! –en sus pensamientos aun vagaba el recuerdo de esos ojos azules, levantó su mirada encontrándose con la ajena que lo observaba agonizante, nuevamente tuvo miedo -¡He dicho largo!
-Cálmate Hipo, basta –trataba de apaciguar el enojo de su “sucré rose”.
-¡Aléjate! ¡Ahora! –sus manos sujetaban sus cabellos rojizos oprimiéndolos con fuerza -¡Largo!
-Por favor…tranquilízate –repetía constantemente mientras se acerca paso lento.
En la cabeza de Hipo todo era un caos, los continuos pensamientos acerca de esas orbes color zafiro lo perseguían, su respiración comenzó a ser irregular al estar hiperventilándose; pequeñas y fugaces imágenes borrosas pasaban con rapidez frente a sus ojos, palabras claves dichas en el pasado “Hipo, quédate conmigo” “Vamos Hipo, ven” “Te quiero mucho, pequitas” “Es una promesa, Hipo” “Siempre eres y serás mi amada “sucré rose” “Hipo, no te vayas” “Hipo, Hipo…¡HIPOOOOO!
Finalmente su respiración se detuvo abruptamente, una exagerada inhalación terminó con su hiperventilación; sus ojos se movían de lado a lado completamente desconcertado. Fijó su vista en el rostro del albino.
-¿Quién eres? –habló a duras penas tragando un poco de saliva.
-¿Eh? –Jack estaba desconcertado, no podía entender absolutamente nada de lo que estaba sucediendo.
-¿Quién eres? –bramó de nuevo -¿Quién eres?
-¿Qué te sucede?
-Joder, maldición… ¡¿Quién eres?! –tartamudeo un poco- ¿Por qué? ¿Por qué?... No entiendo nada.
-Hipo, por favor explícate ¿Qué sucede?
-Déjame, déjame sólo.
-No lo haré –vociferó con voz fuerte y decidida, su melodía terciopelada acaricio suavemente los oídos de Hipo provocando que este se calmará sorpresivamente –No lo haré. No hasta que me digas que es lo qué te esta pasando, no hasta que te calmes y dejes de rechazarme. No me voy a ir de aquí hasta que todo este bien…hasta que tú estés bien.
En un movimiento ágil y sutil, logró acercarse al castaño posicionándose a un lado suyo, sin tocarlo, permaneciendo ahí quieto esperando su reacción. Unos minutos pasaron viéndose fijamente cuando por fin el menor soltó el llanto completamente confundido, cubrió su rostro con las manos ocultando sus facciones. Se dejo caer hacia adelante chocando con el pecho del futuro don. Su cabeza dolía como los mil demonios, una vez mas tranquilizado decidió hablar, en ningún instante Jack sujeto su cuerpo o prolifero palabra, simplemente se limitó a observar como el infante por cuenta propia cedía ante sus impulsos. Con la voz hecha un hilo, Hipo comenzó a hablar pausadamente.
-Tus…tus ojos, los recuerdo… ¿Por qué? –el rostro de Jack se trasformó en uno sorpresivamente clamado, aquellas primeras palabras le habían proporcionado la suficiente esperanza como para creer que por fin Hipo lo recordaría, a él y a su promesa. Mantuvo su mirada fija en la melena del castaño, observando como sus hombros subían y bajaban sutilmente tratando de controlar su anterior llanto, una delicada sonrisa se formó en sus labios mostrando total alegría, sujetó los hombros del menor uniéndolo a su cuerpo, presionándolo contra su pecho. Dicha acción tomo por sorpresa tomó por sorpresa al adolescente quien solo atinó a encogerse un poco. Ya no tenia fuerzas para seguir peleando.
-Por favor, no pienses en ello ahora, sólo descansa, mañana te explicaré todo calmadamente –recargó lentamente su cuerpo sobre la cama atrayendo consigo al castaño –Hay un motivo por el cual me recuerdas, sólo espera un poco más y lo sabrás –calló unos minutos al darse cuenta de las palabras que estaba a punto de proliferar, guardó silencio y miró su pecho, no supo en que momento el pequeño ojiverde había caído rendido a causa del sueño, sonrió de lado y beso su frente.
A una larga distancia de camino, en una isla recóndita de la zona nórdica, un joven hombre de cabellos azulados como la noche, tan oscura y misteriosa; miraba la luna con total melancolía, sus ojos verdes peculiarmente tóxicos, brillaban menguantemente ahogados en lagrimas que no eran desbordadas, su pecho al descubierto era grácilmente acariciado por el viento, sus definidos músculos formaban sombras sobre su torso blanquecino dándole aquel sensual y a la vez prohibido. Su semblante era triste y lejano, se dejó caer en la terciopelada sensación del césped mojado, su ropa oscura se ciño aun más a su anotomía. En su mente sólo una cosa rondaba, aquella persona a la cual amaba tanto, un rostro infantil era guardado en sus pensamientos. Un niño de aproximadamente cinco años lo abrazaba cálidamente pronunciando su nombre, “Toothless”, sus cabellos eran rojizos y sus ojos verdes llenos de vida, su cuerpo pequeño y delicado y la vez tan fuerte que alejaba todo angustia o media de su alma.
-Hipo, mi pequeño y dulce Hipo –pronuncia hacia la nada extendiendo su mano en dirección al cielo –Me pregunto cuánto ha pasado desde la última vez que te vi, ¿nueve? ¿o quizás diez años? No lo sé, me pregunto cuánto habrás crecido, cómo será tu rostro, tu voz, tu sonrisa. Me pregunto…si aún me recuerdas.
Una lágrima surcó apaciguadamente su mejilla, deslizándose desde la comisura de su ojo hasta caer al suelo.
-Toothless –habló una voz a la lejanía, el mencionado irguió su espalda ante el llamado –Toothless, el jefe te esta llamando.
-¿Sabes qué es lo que quiere? –respondió indiferente levantándose del lugar donde se encontraba.
-Dice que partiremos en tres meses, necesita planear todo lo necesario para comenzar la embarcación.
-Muy bien, voy para allá –agregó –Gracias Astrid –se despidió antes de partir. Un clamor lo hizo detenerse por un momento.
-No hagas nada estúpido ¿ok? Estaríamos en problemas si algo sucede.
-¿Qué insinúas? –reclamó con voz molesta e indignada.
-Nada –agregó –Sólo ten cuidado con lo que haces o dices, sé muy bien lo que estas pensando, sé que quieres ver a Hiccup, pero no hagas nada que ponga en peligro su vida.
-Eso debería de decirlo yo…yo jamás haría algo que lastimará a Hipo, nunca.
-Entonces no hagas todo lo que dice Stoick, a él no le interesa el bienestar de su hijo o el de alguien más, por eso, te lo ruego, no escuches lo que dice.
-Gracias por el consejo, lo tomaré en cuenta. Mantente al margen ¿ok? –habló antes de retirarse del lugar, tomó la camisa que se encontraba en el suelo y comenzó a abotonarla cubriendo su torso, peinó sus cabellos y se dispuso a ir a la oficina del “Vasto”.-Sólo un poco más, sólo un poco, Hipo.