Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enséñeme Hibari-Sensei por Vampire White Du Schiffer

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Oh sí, veivi (?) Me desvelé, pero al fin lo terminé. Aquí tienen tres capítulos por el precio de uno, depositen al siguiente número de cuenta... Broma. Ahora vine porque es cumple de Isa, Isa-chan, feliz cumple. <3

+ : : Capítulo V : : +

Debo decir, cuando juré haré que se enamore de mí, no establecí claramente la fecha, ¿verdad? ¿Cierto? No es como si el amor tuviera fecha de caducidad… Rayos, Dino, ¿por qué eres tan idiota?

Primero diré en mi defensa que no es por un orgullo de macho que tenga escondido y que para sacarlo tenga que enamorar a mi ex profesor de historia. No. Simplemente que… si logro que me quiera, habré conseguido algo que los demás no. De acuerdo, sí hay ego allí. Pero no para destruir a Kyōya, todo lo contrario, quiero que todos tengan bien presente eso. Lo protegeré de los que osaron tenerlo de compañero antes que yo. Quiero tener el monopolio. Porque sí.

Cuando intento recordar el pavor que me ocasionaba cuando era catedrático mío, tiemblo, pero justo en estos instantes que me encuentro viéndolo dormir con toda la paz del mundo alrededor… cielos, creo que los factores situacionales favorecieron el famoso fall in love; ha sido la primera noche que paso junto a él. Me detengo antes de acariciar sus cabellos negros, suspiro. No quiero despertarlo, por lo que decido ir a casa para arreglarme e ir a la escuela.

Diablo de dios, alguien seguro me reñirá o quién sabe, si me invento una buena puede que me dejen en paz. Me siento exhausto, creo que dejé salir todo mi ímpetu juvenil ayer. Son las cinco de la mañana.

+ : : : : +

Cuando abro los ojos, estoy solo. Como todos los días, pero al extender la mano por la cama, el espacio que no suelo ocupar permanece cálido, fue cuando recordé de súbito lo acaecido anoche, y me duele el culo.

Ese maldito estudiante.

Al dar clase, por unos segundos me cuesta mantener los ojos abiertos. Decido dejar el resto de la clase como estudio independiente, y como noto la euforia casi inmediata de mis alumnos, les dejo tarea nivel placa tectónica. Se divertirán a lo grande.

Cuando voy por los pasillos una clase se dirige a la hemeroteca, y por odiosas cuestiones del destino es la misma donde va el herbívoro, así que hago lo posible por desaparecer a la vuelta de la esquina. Tendré que verlo, pero cuando yo lo decida.

+ : : : : +

Este hombre hace que mi corazón se ponga de rodillas. Estoy con una cadena que pende de mi cabeza, hacia sus pies. Cuando de reojo veo que pasa a un lado de nosotros, bueno, no sé si se dé cuenta, pero todos nos apartamos como agua que rodea una roca. Es natural, aunque estemos a salvo de él, seguimos temiéndole. Insisto, si no hubiera tenido la suerte de atraparlo con el director y el chantaje, seguramente la relación no habría cambiado. Jamás. Quisiera arrepentirme, pues parece que esto en lugar de beneficiarme me llevara directo en picada a mi destrucción, tal y como ya me hicieron saber. Sin embargo, ahora que estoy en esta situación, quiero aprovecharla al máximo, ¿qué importa cuán lastimado salga?

Al guardar el último libro, me doy cuenta de que está allí, por suerte los demás se han ido, es cuando recuerdo que me toca labores de limpieza de nuevo porque fui castigado por andar viendo las nubes por la ventana. Cosa ocasionada por una fuerte dosis de enamoramiento, que es igual que usar marihuana. O es lo que me han dicho.

—No quiero que vuelvas a mi casa, ¿entendido? –eso provoca que se me vaya la boca al piso.

—Me niego.

—¿Quieres que nos descubran? –levanta una ceja. Y le concedo la razón, fue tremendamente estúpido ir a su casa.

—¿Dónde te podré ver?

—Aquí.

—¿Para que suceda lo mismo que inició esto? –pregunto con sorpresa.

—Creí que ya te habrías hastiado del juego por todo lo de ayer –sonrió –. Si no te basta, eres perro en celo.

Me enojó.

—Podré haberte chantajeado, pero cambiaré eso.

—Desde hace poco se te ha olvidado tu estatus, mocoso –se acerca –. Me has llamado por mi nombre, y no lo volveré a per…

—No tengo nada que ofrendar, ¿dónde te veré hoy?

—… Esta dirección –me arrojó una tarjeta y desapareció. Respiré hondo, cada día me convenzo más de que por esta persona tengo resolución de hierro.

Esta imprudencia me costará cara.

+ : : : : +

Reborn llegó a la misma hora de siempre, el café era delicioso y aunque no era fanático de los dulces, había uno, preparado por el dueño del local, que era decente para su paladar. Asimismo, el dueño del café y el postre, eran dignos de ser comidos por Reborn, empero…

—¿Desea algo más-kora?

—Sí –miró la carta y luego de reojo al dueño –. A ti.

—Uh, lo siento-kora. Soy de alguien más.Si no va a ordenar nada, me retiro –inclinó la cabeza y Reborn sonrió, aunque por dentro estaba hecho una furia. Era la decimoctava vez en el mes que lo rechazaba.

Maldito ego de hombre.

Insistencia + personalidad insufrible = el mismísimo Jefe se volvió mesero personal de Reborn, pero allí no terminaba el objetivo.

Su racha de conquistador y manipulador estaba estancada. Su brillante carrera de dandi no podía continuar su camino y todo porque un rubio de ojos azules era más terco que mula.

Se podría pensar que a Reborn le gustan también las presas difíciles porque como buen deportista, disfruta la caza, pero ya iban cinco años. ¿Cómo era que Colonnello, un humilde dueño de cafetería, podía resistirse?

Allí es donde entro yo.

—¿Quieres dejarlo en paz? Se empieza a poner aburrido.

—No te metas –gruñe.

—Mientras esté con él, nada podrás hacerle.

—Él no sabe el pedazo de arpía que eres –escupe veneno. Y cómo me encanta verlo sufrir.

—Cualquier intento tuyo por develar esa parte de mi egoísta alma no funcionará.

Cuando lo dejo, con la palabra en la boca, es divertido. También se lo parece a Colonnello, que recibe gustoso todo tipo de noticias sobre las torturas que hago a ese libertino, pero, y aquí está mi pena, Colonnello, siempre ansiando saber más de él es tan idiota e ingenuo que no se ha dado cuenta de que está enamorado de él.

Lo conozco, y piensa que divertirse a costillas de Reborn es buen pasatiempo, por eso no lo toma en serio cuando éste se le propone. Así que mi trabajo consiste en recordarle siempre… que ese hombre no busca más que una cosa,  que cuando la consiga se habrá ido, ya no visitará más el Café, y no tendremos víctima de la cual reírnos. Eso es lo que le digo, y se convence. Pero lo que oculto es que si él cede, Reborn desaparecerá llevándose su corazón hecho pedazos.

No, Colonnello no necesita saber eso. Lindo lo prefiero; ya antes no pude salvarlo de otras garras, mucho más afiladas que el cristal. Estoy bien plantada en ello, por eso me toma por sorpresa y casi muero cuando él sonríe de manera poco habitual y me dice:

—Creo que debería tomarle la palabra un día, no es justo que sólo tú te diviertas.

—¿Y parecer que va ganando terreno? No, jamás lo hagas.

Creí que la protección que le daba era perfecta. Con el tiempo descubriría que me equivoqué, porque de hombres es sabido que cuando quieren hacer algo, por estúpido que sea, a quien menos consultan es a una mujer.

+ : : : : +

Admito que la casa no estaba deslumbrante, llevo días sin venir y sin pedir que se desempolven los anaqueles, pero es un lugar mucho más discreto que mi apartamento. Aquí solía pasar los fines de semana con Reborn, pero el muy vago dejó de querer viajar media hora en metro para llegar aquí, no importa la razón, el infeliz es un conquistador que seguramente ya tiene puestos los colmillos en otra carne.

El cambiar de lugar para encontrarme con el herbívoro tiene doble tirada, como dije antes, la discreción y dos, el tiempo. Me enteré por Hayato que el mocoso trabaja en cuanto deja la escuela, así que ponerle de condición transportarse hasta aquí es contraproducente para él, por mucho que se apresure, no alcanzaría a regresar a su casa ni en el último tren. Así dejará de insistir en continuar con esta piltrafa de juego que comienza a perturbarme.

… agrego otro pero a mi narración.

—He llegado –arrojó su maleta al piso y empezó a merodear –, he decido pasar las noches aquí, así que… cuida de mí, Kyōya.

Maldito mocoso de mierda.

 

 

+ : : Capítulo VI : : +

+ : : Dino : : +

Si creía que con cambiarse de casa lograría deshacerse de mí… ya saben, estoy en esa edad típica adolescente en la que puedo echar la culpa a las hormonas, y a la estupidez propia de la juventud, por lo que no me cuesta trabajo caracterizarme como terco.

Cada vez que salgo corriendo del trabajo, Colonnello enarca una ceja, pero es buen jefe y decide dejarme ir al cumplir el horario, incluso abre la puerta porque sabe que cada segundo es valioso.

No he vuelto a ver al italiano-competencia. Me alegra, y parece que mi profesor no lo ha visto, eso quiero creer, después de todo con la escuela y conmigo azolándole a todas horas en la noche debo dejarlo exhausto. ¿Se dan cuenta de que soy un semental por él? Toda mi pobre y diabla vida de estudiante me había hecho a la idea de que si bien era importante las chicas, el sexo, las drogas y el rock, dejé correr los años como agua entre los dedos; he allí la explosión que Kyōya me causa, dejé salir casi diecisiete años de frustración… homosexual. Que quede claro, yo ya había tenido encuentros cercanos del tercer tipo con el género femenino, pero por una u otra razón dejé las cosas transcurrir por la paz. Tuve incluso un ritual de iniciación estilo cavernícola auspiciado por mi hermano mayor.

Como sea, Hibari Kyōya debe tener algo en su sistema que despierta hombrías y hambres. Es en serio. No se le acerquen.

Porque es mío.

Cuando veo deslizar la camisa por sus muñecas y llegar a la perfección de sus hombros, siento que quiero romperla y empezar otra vez el mete/saca. Perdonen mi vulgaridad, pero Kyōya me puede. Y mucho.

—Deja de babear –me riñe, yo solo doy otra vuelta en la cama y tomo mis pantalones –. El cuarto de baño está en –pero al plantarme junto a él lo veo alejarse un paso, dios, si es por incomodidad o bochorno dime, que de todos modos lo planeo manosear.

—¿No crees que aunque estemos libres de miradas indiscretas es una pérdida de tiempo para los dos? –inquiero.

—Quisiera saber de dónde te sale tanta verborrea, en primer año eras digna cabeza del retrete –ouch, fue golpe bajo. Creo que ya he dejado claro que hasta mí me sorprende la actitud que por el profesor despierto, pero no tengo tiempo para anonadarme, tengo que ocupar cada minuto en enamorarlo.

Y he aquí un problema en mi estrategia: no tengo plan ninguno.

Sí, sé que dirán debiste preverlo, grandísima cabeza hueca.

—¿Podemos ir a cenar hoy? –una cena con luz de velas es lo mejor que se me puede ocurrir.

—¿Con tu eximio salario? –de acuerdo, tiene todo el derecho del mundo a burlarse, además de que no hace ni la semana que inicié. ¿Vender un riñón en el mercado negro sería suficiente para satisfacer la sed cosmopolita de mi profesor amado?

No.

—Está bien, sé que no gano mucho…

—Nada.

—Pero de cualquier forma puedo cocinar algo para ti –era momento de sacar mi arma secreta. Sé que puedo parecer pura entrepierna pensante, pero no, también tengo otras cualidades –, llegaré a preparar algo.

—Como quieras –me avienta una llave y siento que el corazón se me va a salir, ¿será acaso una señal favorable a mi empresa? –, no te emociones, pero si te ven merodeando enfrente de mi casa llamarán a la policía –sabía que no era por buena intención, pero por el momento me basta.

La escuela, después el trabajo, me desplazo a la velocidad de la luz para comprar los víveres necesarios y llego derrapando a la casa, estando frente a la puerta, no tienen idea de cómo ansío que me reciba mi profesor con un simple mandil…

Pude contener la hemorragia, no se preocupen por mí, Alabama.

Sin embargo, en cuando entro, todo permanece a oscuras. No hay nadie, empiezo a preocuparme, según averigüe, porque ya lo acoso, que el profesor salió inmediatamente en cuanto acabó su turno y entregó calificaciones como para asesinar alumnos. No cambiará nunca.

Decidí que eso no afectará mis planes, empiezo a pasearme por la casa como si fuera mía. No soy fan de la limpieza, pero sé que él sí, por eso hago varias cosas al mismo tiempo. Todos estos años había visto a mi madre cocinar mientras lavaba ropa o hacia el aseo, ahora no sé cómo carajos lo hace sin sudar una gota. Mujeres, tienen mi respeto.

Me doy cuenta de que la esposa resignada y ansiosa por esperar a que el esposo llegue, soy yo… aun así me da mucha ilusión. Mi aspecto no es el mejor, pero me da más ansiedad no verlo. Lleva retraso por varias horas, y el escenario de la mesa me pinta decente. Mejor apagué las velas y me quedé sentado esperándole.

No me di cuenta al momento de dormir.

+ : : : : +

Reborn me llamó y dijo que quería acostarse conmigo, así que en cuanto los dos terminamos nuestros asuntos en la escuela, nos encerramos en su oficina.

—Parece que alguien ha estado ocupado estos días, ¿eh? –me echó de su veneno al oído, mientras me sostenía en cuatro contra el escritorio.

—Te dije que era vigoroso –me giro y siento sobre la madera, dejándole abierta una nueva invitación —¿Qué me dices de esto? –le tomo por la hombría y me burlo –, necesitas acción o si no se  te empolvará.

—En cuanto –gruñó mientras me penetraba – consiga lo que quiero pasarás a segundo término –aseguró.

Vi el reloj cuando arreglé mi camisa, era tarde. Un guiño de sadismo apareció en mi cara y Reborn lo notó.

—¿Qué no te esperan?

—No es tu asunto.

Me tomé toda la tranquilidad de un budista, y como era demasiado tarde para tomar el metro me dirigí en calma hacia el departamento.

¿Qué me importa si el estúpido hizo lo que prometió?

¿Por quién me toma?

¿Qué con una simple comida compensará el ser tan idiota?

Puede intentarlo todas las veces que quiera. No me interesa.

Y es lo que me repito, una y otra vez, incluso mientras detengo un taxi y le doy la dirección de la casa donde ese idiota empedernido seguramente me espera.

Lo encontré, dormido en la mesa; lo dejé allí e inspeccioné en qué había metido mano: la casa limpia, no como me gusta, pero… no, no lo agradezco. En cuanto a la cena, quedé ligeramente sorprendido, tanto por el hecho de que no se hubiera suicidado con el cuchillo como por el que sabe cocinar, realmente. Aún le falta, pero el plato principal no tenía pulso. En ese aspecto, no lo reprobé.

Al volver a acercarme, me doy cuenta que tres de sus dedos o están quemados o con cintas. Menudo estorbo. Un atrevido que no sobrevivió al semestre me dijo que con la mirada podría derretir un casquete polar, veamos si es cierto. Miré insistentemente al mocoso, y a los segundos…

+ : : : : +

Sentí un aura maligna a punto de comerme vivo, por fases de la inconsciencia me percaté del dolor del cuello, pero toda queja desapareció por verlo.

—Bienvenido –digo mientras le sonrío.

Él permanece quieto, sin poder yo desentrañar su pensamiento ni saber qué es lo que quisiera que yo le diera.

—No tengo mucho para ofrecer, pero… ¿tienes hambre?

Sigue sin pronunciar palabra, pero se deja caer en la silla frente mío y yo comienzo una danza en torno suyo para mimarlo. Es raro, nunca había hecho algo así por una persona, pero con él todo me resulta fácil y, al mismo tiempo, difícil. Incluso cuando terminamos de cenar, solo se levanta. Creo que salió todo mal, ignoro la razón, no me queda más que suspirar.

—¿Qué estás esperando? –dice y yo me incorporo de un salto.

—¿Eh?

—Ven acá –y se dirige a la habitación. Mi alma y corazón laten desbocados.

Cuando me arroja a la cama y se coloca sobre mí, mientras empieza a desvestirme, respondo como mujer de casa que a la mañana siguiente trabaja…

—Pe-pero ¿no es ya muy tarde?

—Cállate –obedecí porque me tapó la boca, no pude verlo muy bien, no alcancé a encender las luces, pero así estuvo mejor.

Si esto lo conseguí por darle de cenar, ¡mañana mismo le preparo un bufete!

Lo tuve entre mis piernas, lamiendo mi falo.

—Ky-Kyōya –eso no sé de qué manera lo encendió, que continuó la felación como digna Cleopatra, hasta que me corrí en su boca –¡Lo siento! –me aproximé, él me mordió el labio inferior y me sentí desfallecer, fue cuando le di la vuelta y metí dos dedos a su cavidad…

Desgraciadamente, descubrí la razón por la cual se había ausentado hasta tarde.

Lo arrojé bruscamente contra las sábanas; mis dedos, mis manos, mi cuerpo completo me temblaba por la ira e impotencia de recordar su naturaleza, y contra mí, por haber creído por un momento que esta persona tan fría pudiera alguna vez enamorarse de mí. Otro Dino habría dejado al profesor allí mismo.

Yo no.

Lo tomé con fuerza, pero sin contemplarlo. Hice que me diera la espalda, le apreté las muñecas hasta lastimarlo, le hundí los dedos en la piel hasta dejársela enrojecida. No lo pude soportar, mi mente estaba en el caos, al punto que no supe si lo que caía en la espalda de él era sudor… u otra cosa igual de salada.

No escuché ni hice caso a sus improperios.

—Decide cuál semen te llena mejor, menuda… –el coraje me impidió terminar la oración, me vestí rápidamente y salí aventando la puerta hasta hacerla saltar astillas.  

+ : : : : +

Este sujeto es diferente a los hombres que suelo frecuentar, y al momento en que dice bienvenido en medio de una de sus bobas e incorregibles sonrisas, olvido por completo la aberración que me causa estar unido a él. Desea complacerme como sea, por eso… en recompensa me serví yo en un plato.

Había olvidado porqué perdí tanto tiempo, al punto que me lo reproché una vez.

¿Por qué no vine directo hacia acá?

Cuando Él comenzó a hurgar dentro de mí, lo recordé de golpe. No hay justificación, pero intenté remediar la situación, pero él no escuchó absolutamente ninguna de mis palabras.

Su enojo es palpable en cada caricia ruda que me deja, en cada vaivén de sus caderas y de su boca fruncida por la furia. En pocas palabras me recordó lo que soy.

Menuda puta.

Que un pelotudo mocoso me lo diga después de dejarme casi parapléjico debería provocarme furia.

¿Qué es lo que hay sobre la mesa?

+ : : : : +

Jamás había visto a Dino de esa manera, reconozco que es una persona alegre y algo torpe incluso en lo que escoger amigos se refiere, pero es tan ingenuo que debe tener buen corazón, he visto que es un sempai dispuesto a dar consejos a los recién llegados, sobre todo a mí, Sawada Tsunayoshi.

He tenido que  enfrentarme a grandes monstruos, vamos, como ese Hibari Kyoya al que todavía tengo precaución al mencionar, temo que salga por cualquier esquina y me destroce.

Lo que realmente me preocupa, es Dino-san, he comenzado a verlo como un hermano mayor, le tienen cierto respeto en la escuela, mas por su aire pacifista y bonachón que por cualquier cosa, pero ciertos rumores me han hecho creer que Dino-san esconde algo dentro de esa amabilidad que muestra con los demás.

Y esta vez, está deprimido.

Le visito durante los recesos o las horas que tengo de estudio independiente (que no sea con el profesor Hibari), pero no consigo que me confíe su congoja, él insiste en que no es por falta de fe hacia mí, sino que sus problemas sólo debe superarlos él y nadie más. Eso es lo que siempre he admirado de él, nunca lo había visto de esta manera y es por eso que deseo poder encontrar la forma de animarlo.

—¿Por qué no vienes con nosotros, Dino-san? –el niega con la cabeza y vuelve a recargarla en su antebrazo mientras dirige la mirada a la ventana, de nuevo y suspira —En cuanto empiece la Semana Dorada debes salir por lo menos… ya sé, Kyoko y Haru quieren ir a la piscina el viernes. No acepto un no por respuesta –eso hace que vuelva a prestar atención en mí.

 

—Gracias, Tsuna, lo pensaré –con eso me doy por bien servido, ha sido la reacción más positiva que he tenido durante estas tres semanas.

+ : : : : +

Para serles sinceros, llevo así tantos días que he perdido la cuenta. Escucho la voz de Tsuna, pero como si estuviera a muchos años luz o enterrado a varios metros. No quiero hablar con nadie, y eso ya lo ha entendido la mayoría de mis amigos, pero el pequeño kohai todavía tiene mucha lucha que dar. Es molesto, y me pongo a pensar en que quizá así es como me veía el profesor. Como una carga. ¿Qué más da otra mancha al tigre?

En la cafetería han sido demasiado comprensivos conmigo, de mesero pasé a lavaplatos, pero rompí más del límite de tolerancia y fui reintegrado a servir, no se requiere tanta concentración, sólo tengo que fingir durante unas cuantas horas que soy igual al Dino de Antes y ya. Puedo con eso, con lo que no puedo son con las dieciocho horas restantes del día. Es más del tiempo necesario para pensar y volver a quebrarme la cabeza sobre lo que le hice al profesor… lo que él me hizo a mí.

Sabía de antemano que se me rompería el corazón, como chica de escuela, pero nunca creí que a mí me pasaría de esa manera.

Soy un completo tonto, el tiempo que pase con el profesor, y aclarando buenos tiempos, no suman ni un día, ¿cómo es posible que por tales migajas me esté pudriendo por dentro? Algo anda mal conmigo. Una noche en la que mi hermano regresó de juega al verme abatido me invitó a seguirle los pasos, salí con una mujer mayor que yo, fuimos al motel pero no lo disfruté. No cabe duda de que Hibari Kyōya ha echado a perder algo más que mi juventud y mi heterosexualidad.

La vida entera, si es necesario precisar.

Claro, que el culpable soy yo, y si no me resuelvo pronto perderé de enfoque el ingreso a la universidad. Ya Takeshi me ha puesto al tanto y tiene paciencia de santo al querer ayudarme.

…Quizá debería enfocar esta ira contenida hacia otro lado.

+ : : : : +

—No estoy de humor –rechazo la boca de Reborn.

—Llevas semanas enteras así –se quejó, pero parece aliviado por recibir una nueva negativa ¿se ha vuelto masoquista?

—Siempre he sido de esta manera.

—No –me miro fijamente a los ojos –. Por cierto, no he tenido tiempo de preguntar cómo te ha ido con el niño…

—Tch.

—Ah, ya. Con que eso es lo que te tiene de malas, ¿quién lo diría?

—Búrlate todo lo que quieras –me pongo el saco y estoy dispuesto a salir cuando me dice:

—De acuerdo, si te molesta tanto esto, quizá no debería decírtelo…

—Escúpelo ya.

—Lo obvio –me enfurece cuando se encoge de hombros –, la ceremonia de graduación será la próxima semana.

No diré jamás que eso abrió un abismo ante mis ojos.

Torturar a los de primer año siempre me es terapéutico, y por estar sumido en ello no sentí el paso natural del tiempo, agraciadamente eso significa que todo esto se acaba.

Aunque ya había acabado tiempo antes.

Puedo contar con los dedos de una mano los vistazos que el herbívoro y yo hemos tenido después de lo que ocurrió; igual con las ocasiones que él evita a toda costa caminar a la misma velocidad que yo.

Gokudera Hayato es el más divertido con esto, me lo dijo una noche que nos encontramos en el bar, por supuesto que no fue casualidad, este psicópata puede seguir un objetivo durante meses y aun cuando me muestro completamente indiferente respecto al caso, él detecta la mentira y me la echa en cara.

Al fin esto va a terminar.

Ya no veré a ese cabeza hueca.

+ : : : : +

Me encuentro mucho mejor, salir con Tsuna, las noches de constante estudio con Yamamoto me han quitado de encima otros pesares. Se los que agradecido hasta el cansancio, el más feliz por mi pronta recuperación es Tsuna, ese pequeño hermano tan torpe como yo.

He de remarcar un hecho que me ha sorprendido muchísimo.

Un día normal en la cafetería, me tocó cubrir a Yamamato en la mañana, estaba yo en la Semana Dorada (mis vacaciones estudiantiles) así que lo hice con mucho gusto, y fue cuando vi entrar a nuestro campante director muy seguro de sí mismo, como siempre, le pregunté a Lal, la socia de Colonnello si el cliente era habitual, me respondió que más de lo que a ella le gustaría, mientras se mordía el pulgar; inmediatamente entendí por qué le molestaba la presencia de ese rufián, pues también me revuelve el estómago a mí:

—¿Qué le puedo ofrecer-kora? –mis ojos no lo creen ¡el propio Jefe sirviéndole a director! Me acerqué por casualidad para atender otra mesa, cuando lo escuché claramente.

—Escucha, será la última vez que te lo proponga, ¿vienes conmigo a la cama? –casi tiro el enorme jarrón de flores que nos dividía, ¿Qué no le basta con…?

—¡¿QUÉ NO LE BASTA TENER A KYOYA?! –grito a toda potencia, y por ende, toda la cafetería se sume en el silencio más incómodo que no sucederá jamás.

—¿Dino? –inquiere Colonnello sorprendido –¿Quién es Kyōya? –pregunta de inmediato hacia Reborn, que retrocede en la silla mientras se cubre la frente con hastío.

—No es nada, más que una puta –se limita a responder el maldito.

—¡Grandísimo cabrón! –estaba un golpe dirigido a su bonita cara cuando Colonnello me tomó del antebrazo.

—Ya fue suficiente-kora –jamás creí que podría llegar a ver a Colonnello desanimado –. Me veo en la penosa necesidad de rogarle –miró a Reborn –que se retire y no vuelva… jamás.

Y eso, damas y caballeros, pudo muchísimo más que cualquier cosa que pudiera yo haber dicho o hecho. El magnánimo Reborn, con los ojos fuera de sus cuencas, tomó su sombrero y salió.

Lal se encargó de pedir disculpas a todos los clientes que presenciaron la penosa escena, regaló cortesías para otros negocios y amablemente los amenazó para que nunca hablaran del incidente por el cual cerramos temprano la cafetería.

—Gracias, Dino-kora puedes retirarte.

—¿Qué fue lo que ocurrió? –preguntó Lal.

—El menudo cabrón de mi director intentó acosarlo –resumí, pero sus nulas reacciones me dijeron que eso no era el meollo principal.

—¿Quién es Kyoya? –me miró Lal, Colonnello y yo tuvimos un sobresalto.

—No quisiera hablar sobre eso.

—Has tenido los cojones para intervenir y terminar mi tarea –me dejó confundido con eso –, tienes la obligación de responder. Hace rato parecía que intentabas defender el honor de esa persona, ¿por qué?

—… porque no merece que la trate como ese miertero hace… y menos quería que le ocurriera eso al Jefe –pero Colonnello tiene los ojos fijos en el ventanal, mientras fuma (ha roto su propia prohibición sobre el tabaco, vaya que era cosa seria)

—De seguro también estás involucrado en esa historia –comentó la mujer.

—Sí, en un nivel desgraciado… lo lamento, Jefe –me di cuenta de que su estado se debía a algo así como una epifanía, parecía como si apenas se hubiese dado cuenta de que estaba atrapado en la telaraña.

—Lal, tu sabías que él iba para agregarme a su lista de conquistas y por eso intentaste hacerme ver algo que no era ¿no es así-kora?

—Sí.

—Gracias-kora –suspiró y apagó el cigarro –. Bueno, es hora de cerrar el libro y comenzar otro –sonrió, sabía perfectamente que él estaba afectado, pero lo que dijo tenía razón.

Era momento de cerrar esos famosos y mal nombrados ciclos.

De mi graduación, lo que más me dolió fue despedirme de Tsuna y el resto de kohai que en las últimas semanas me había hecho.

Mareas de personas subían y bajaban por todo el recinto escolar, pero no vi al profesor.

Tengo que verlo, fue en lo único que pensé. Cerrar el círculo.

+ : : : : +

No se tiene la obligación de asistir a la escuela cuando se gradúan, pero estoy aquí por la gran cantidad de trabajo postergada por el Director, y no sé porque Lal confabuló con otros diciendo que yo era el único capaz de remediarlo. No era mi trabajo, pero de cualquier forma aquí estaba.

La oficina del director me trae tantos recuerdos, no hay mentira cuando digo que el sexo era bueno, pero llegado el momento ni él ni yo lo disfrutábamos, él pensaba en otras víctimas y yo no pensaba en nada. Solo me dejé hacer, como un muñeco.

—Ah, sabía que lo encontraría aquí –ni siquiera se molestó en tocar la puerta, me levanté rápidamente.

—¿Qué haces aquí? –pregunté, él debía estar abajo intercambiando quién sabe qué niñerías de kínder con sus compinches, no tenía nada que ver conmigo.

—Sólo vine a decirle algo… -me miró de pies a cabeza –. Veo que le gustó la corbata que le regalé, me ayudó a elegirla mi Jefe –lo admito, tiene buen gusto, ese fue lo primero y último que recibí de él, me lo dejó sobre la mesa y debió costarle caro dado su estatus. El que la trajera puesta ese día, fue mera casualidad…

—¿Qué?

—Lamento que las cosas sucedieran así –juntó los pies y reverenció –, pero también he venido a decirle la verdad –hizo una pausa dramática, no sé desde cuándo aprendió hacerlas –. Como maestro apesta.

Eso me hizo reír.

—Como tutor apenas si puede con la mención –apretó los puños.

—Continúa –le di permiso de desahogarse, de cualquier forma no lo vería… jamás.

—Y lo peor de todo –me taladró con la mirada –, como amante no sirve. No es más que un ninfómano infiel.

—Mocoso de mierda…

—¡Pero…! ¡Aunque yo no cambié eso sobre usted nunca, le debo decir que fue un placer acostarme con usted!

—… ¿Eso es todo?

—No.

—Acaba de una vez, tengo trabajo ajeno que terminar –miré de reojo la montaña de papelería y en eso el herbívoro se me acercó para tomarme de los hombros.

—Seré maestro de historia –qué impacto – y volveré a esta escuela para darle lo que se merece.

—¿Y qué es eso exactamente, mocoso? –encajé mi rodilla en su entrepierna que estaba dura como roca, sonreí.

La respuesta llegó en un simple beso.

+ : : : : +

Colonnello amplió el negocio, Takeshi, Lal y yo ayudamos de vez en cuando. También hay cierta persona que insistentemente viene todas las tardes, según me enteré. El Jefe dice que lo hará sufrir hasta que le sangre la boca por tanto rogar. No me voy a perder eso por nada del mundo. Por otro lado, Gokudera empezó a salir con Yamamoto, me pregunto cuándo y por qué fue que sucedió eso.

Mientras tanto, les daré mi epílogo, el que más romance contiene, tomando en cuenta lo huraño que es… ya saben.

Dios, diablo, escucha mi petición, dame la iluminación necesaria para tornar a este maniático en lo que yo quiero.

—Cásate conmigo, Kyōya.

—No.

—Vivamos juntos, Kyōya.

—Deja de pronunciar mi nombre.

—No puedo, Kyōya.

—¿Por qué no? –me pregunta en medio de una sonrisa demoníaca.

—Porque te amo, profesor idiota.

+ : : : : +

Lleva viviendo bajo el mismo techo que yo todos sus años de universidad, me es amargo cada paso que él supera. Lo odio. Ha pasado sinnúmero de pruebas que yo mismo diseñé para asesinar filosóficamente a estudiantes de posgrado, no logro hacerlo flaquear. El muy maldito está empeñado en conseguir lo que quiere.

Lo que sí me divierte es cuando llega apaleado del trabajo, porque así puedo…

—¿Bromeas? no irás a dormir hasta que termines esto –dejo caer gruesos volúmenes sobre su escritorio. Sí, le he regalado uno ya que su venganza era sentarse a mi lado en el estudio, obvio que no lo iba a permitir.

—Ne, Hibari-sensei~ enséñame todo lo que tenga.

—Menudo idiota.

—Oh, ¡El sensei ha sonreído! ¿Podré tener una recompensa esta noche, acaso?

—Ni lo sueñes.

—Oye, tienes un brillante estudiante de historia suspirando por ti, ¿no te enciende eso?

—No.

—Oye, Kyōya.

—¿Qué?

—Te amo.

—… apresúrate y ven a dormir.

Chicos, debo dejarlos, porque esta noche…

Es Nochebuena.

 

 

+ : : FIN : : +

Notas finales:

Listo, muchas gracias por los hermosos comentarios <3
Los amow mil <3 los llevo en mi corazóntl <3
XD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).