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Enséñeme Hibari-Sensei por Vampire White Du Schiffer

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Notas del fanfic:

Los personajes de KHR no me pertenecen. ¡Tiene OoC! ¡Oh Yeah!
La historia fue inspirada en el maravilloso trabajo de Mashima Kazuhiko. 
Y en la canción "Talento de t.v" que es de Will Colón.  

 

Estuve aquí hasta que terminó el horario de clases. Lo esperé. Está de más decirlo. Me sentía tan estúpido con este nerviosismo burbujeando en mi pecho y estómago. Miré el reloj por enésima vez en el minuto. Es difícil. Oh, el problema es así pero me metí en esta solo, y maldición, qué idiota puede llegar a ser una persona incluso en edad adulta. Las agujas de la hora se sobreponen. De seguro podré salir del dilema. Algún día.

Y mientras me debatía sobre mi estado, se abrió la puerta con lentitud, la persona que entró sacudió sus cabellos y éstos brillaron el sol. Había estado apresurado, casi lo atrapan, pensé. Esto es incoherente, parecemos dos chiquillos tratando de jugar a Romeo y Julieta en esta aula.

Dejé las hojas pendientes de revisar en el cajón debajo de la plataforma oscura del escritorio. La tiza esta cerca del pizarrón.

Se acerca con calma y me toca primero la mejilla. Yo sonrió con ironía. Me trata tan diferente cuando le viene la gana que me cuesta asimilarlo.

w22;Tardaste –le reclamé antes de ser besado con tremendas ganas –. No necesito tus excusas –dije antes de su balbuceo absurdo –. Trata de no ser tan torpe esta vez, ¿de acuerdo?

w22;Nunca te puedo prometer nada –contesta y se va desprendiendo botón a botón de la camisa blanca.

 

 Clase I. El profesor.

Los de nuevo ingreso fueron pan comido. Eran la bola de piltrafas que esperaba. Minúsculos, torpes, inseguros. Parecía que cada esquina les asustaba. Se alejaban de los problemas, permanecían juntos, aunque algunos se aventuraban a explorar la escuela con la curiosidad absurda e insulsa de un infante.

En lo personal era el jodido paraíso para mi. Podía torturarlos cada vez que entraban a recibir mi clase. Una de las ciencias más aburridas. Historia. Yo no aprendí a ser lo que soy por meterme a libros o autobiografías históricas. Soy de libros de otra índole. Aparentemente eso sirvió para elegirme entre una gama suficiente y basta de postulante después de la graduación de la licenciatura. Menuda cosa, sin importancia. Regresando al alumnado, siempre surcaba una sonrisa ambigua cuando venían a mi intentando ser amables y ayudados en esta jungla virgen.

Los examino desde el primer día, les azoto con deberes extracurriculares hasta que les veo llorar sangre y maldecirme en voz baja. De ocasión en ocasión suelen presentarse fuertes herbívoros que pueden seguirme el paso… durante el primer semestre. Ciertamente no fue un error emprender esta empresa tan lucrativa para mi beneficio. Aclararé desde un principio que todos los primeros grados me pertenecen. Los mayores me tienen en un delicioso y torturador recuerdo que aún deben guardar bajo sus almohadas. Los sobrenombres no suelen llegar hasta mis oídos, ya que cuento con oídos en cada punto de esta escuela.

Namimori se ha transformado, en gran medida,  en mi vida. Es cotidiano y puede parecer aburrido, bueno, púdranse todos los que así piensen, esto es para mi y me alegra que no sea así para todos.

 

+ : : : : +

Sabía la hora que era. Tan tarde. Me mordí los labios, la profesora se estaba pasando de su tiempo a propósito. La miré con molestia y con más énfasis empezó el fastidioso pase de lista. Tamborilee mi pupitre con los dedos. Quise mirar por la ventana, estábamos en el segundo piso. La brisa traía consigo miles de recuerdos. Gracias al cielo entré a tercer año.

Casi me creía perdido en aquellos temblorosos primeros semestres. De terror. Algo parecido al pánico. No es necesario que me lo digan, patético lo sé, suponiendo que soy hombre y primogénito de mi casa… al diablo con eso ¡Ya quiero salir de aquí!

w22;Es todo –tiene la desfachatez de largarse con una sonrisa en sus sobrepintados labios. Nunca toma en cuenta que tengo cosas mil veces más importantes que fingir poner atención a matemáticas.

Corrí al gimnasio y me encargué de la limpieza tanto de éste como la del salón, cosas de la burocracia escolar. También aceleré el papeleo del consejo. Por suerte no estaba solo en esa horca, así que terminamos temprano, el sol fue tan malvado como para ocultarse antes de que fuera por mi mochila.

Había otra carta de amor bañada en perfume dentro de mis libros. Suspiré, la saqué, leí y después dejé en el bote de basura. Me duele tener que hacer algo así, pero no queda de otra. No tengo tiempo que invertir en lindas chicas.

Tomé mis cosas y por fin aliviado me dirijo a la salida.

 

 

Los sonidos, que conocía bastante bien a estas edades, me detuvieron en medio del pasillo. La puerta de uno de los salones estaba entreabierta. Por una sed por saber me fui acercando. La luz mortecina de los faroles apenas encendiéndose fue lo necesario para darme cuenta de lo que allí ocurría.

Respiré profundo y mantuve en mi persona las reacciones típicas de una gran sorpresa. Me mostré pasmado por segundos enteros, después retrocedí con calma. Pero olvidaba con suma tontería mi mas grande defecto. Mi torpeza. Todo mi cuerpo acabó en el suelo gracias al balde que había a un lado de mí.

 

+ : : : : +

Cuando escuché algo en el pasillo,  inmediatamente se apartó de su lugar. De  de mis labios y de mi entrepierna sólo lo suficiente para dirigir toda su atención a la puerta.

w22;Hay alguien allí –me dijo seguro de ello. Claro que era obvio.

-Vístete, yo me haré cargo de esto –le respondí colocándome la camisa color purpura sobre mis hombros.

Abrí la puerta de par en par y…

w22;Se fue –murmuré. En eso, en el escritorio, a mis espaldas, escuché el encendedor moverse.

w22;Será mejor que lo sigas, o que averigües quién es-le miré de perfil y llevó un cigarro a su boca. O sino…

w22;No es necesario que me amenaces, sé lo que tengo que hacer.

w22;Perfecto –dijo y se puso el sombrero –. En cuanto sepas quién estuvo espiándonos lo llevas inmediatamente a mi oficina.

w22;¿Qué le harás, Director?

w22;Enviarlo a Canadá.

w22;Wooow, qué miedo inspiras –me burlé y recupere mi vestidura normal –. Aunque fue tu culpa –solté cien por ciento seguro de eso.

w22;Oh, vaya, me descubriste, es que así es más divertido –se encaminó y se perdió en el caminar.

Así siempre eran las cosas con Reborn. 


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