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Noche En Las Vegas por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

Sé que no tengo perdón de las musas del shaoi.
Comedia, romance y final.
A Bradley me tomé la libertad de ponerle Fury, por cuestiones filosóficas~

Capítulo VI. Una boda alocada.

Sería Pachebell en re menor. No. No. No. Se vería sumamente ridículo. Las Variaciones de Bach son apropiadas para la recepción, no es como si Mustang no gozara de buen gusto. Se preguntó cómo rayos iban a salir de esta juntos sin que a él le cortaran la cabeza o el hermano, o el príncipe de nación extranjera (Sabía que Acero era querido por mucho amigos y otros con pocas intenciones de serlo), estaba jugando con fuego, pero es sabido que no es un caso aislado eso de cogimos, te embaracé, nos casamos. Si se pone a meditarlo, cae inmediatamente en la cuenta de que se lo buscó por alcohólico. No cabe duda de que el alcoholismo tiene muchísimas consecuencias, venga, unas copitas y dentro de pocos meses serás padre.

Advertencias como esas son las que deberían venir etiquetadas en las botellas.

Una boda sencilla, se dictaminó. Pero por curiosas cosas del destino…

—¿Cómo que el Juez está imposibilitado?

—No sé –repuso Alphonse –. Cuando llegué a decirle que se necesitaba urgente una boda en el cuartel él se puso a temblar sin razón alguna. Te juro que no me lo pude creer –se estiró y detrás de él se veían unas cuantas fotos embarazosas del nada dichoso juez en las que se proyectaban poco favorecedoras escenas.

En resumen, si no hay juez porque ha sido amenazado, en teoría no hay boda. ¿Cierto?

—¡Ese no es problema alguno, yo me encargo! –intervino Armstrong.

—¿Cómo sería eso? –inquirió el menor Elric con ligero temor.

—Eso es simple mi querido amigo –empezó con su dramatismo –. Al ser un miembro de la casa Armstrong tengo una habilidad sorprendente para desposar a dos tortolos que se aman y que desean crear un  nido de amor a base de cariño y comprensión, proviene de una larga, pero muy larga, tradición en los Armstrong que sea un Armstrong quien una en sagrado matrimonio y es bien sabido que un matrimonio auspiciado por un Armstrong tendrá buena estrella y el amor…

—Sí… Sí… -Mustang ya no sabía cómo hacerlo calar. No se quería imaginar una boda con quince horas de duración, y es que conociendo a Armstrong de seguro eso sería poco tiempo. —En tal caso que la milicia también pueda –se quedó pensando hasta que el pensamiento restrelló en su mente –. Claro, ya lo tengo arreglado, tendré que pedir un favor enorme al Fury, pero será más fácil así.

—¿Qué dices? –preguntó Edward.

—Somos perros del gobierno, el mayor jerárquico puede casarnos.

Fue allí donde Alphonse y Ling cruzaron miradas molestas.

—Plan uno, fallido.

—Espero que el tuyo resulte mejor –suspiró el menor de los Elric.

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—¿Cómo que la mansión explotó? –el Coronel Mustang sentía hinchadas las venas de la frente mientras firmaba un cuantioso pagaré para indemnizar al Fury que amablemente había ofrecido su hogar para celebrar la boda.

—Hermano, ¿no crees que eres muy joven para casarte con alguien que ya están endeudado de por vida? –mordió con ternura Alphonse –. Ni con tu suelto y el suyo juntos terminarían.

—Alphonse tiene razón –se acercó Ling –. Siempre puedes venir a Xing conmigo, recibirás las mejores atenciones y de esa manera…

—Gracias por preocuparse, pero estaremos bien… supongo –respiró profundamente, miró con resignación al pobre de Mustang cuyos planes se venían a pique mucho más rápido que los concebía.

—Una pregunta –se acercó Alphonse al Fury –. ¿Si mi hermano se divorcia pronto, muy pronto del Coronel no se le contará en el adeudo, verdad?

El hombre de mayor rango sólo lo miró en silencio hasta que después desplegó una sutil sonrisa.

—Con que eso es lo que se traen –fue todo lo que dijo.

—¿Qué ocurre? –preguntó Ling.

—No sé, me dio miedo la cara que me mostró.

—Ese hombre intimida a todos, no es de sorprenderse que rija todo este círculo –y miró alrededor –. Por lo menos ya no hay salón de bodas y ya está ahogado en deudas el enemigo –sonrió con maldad.

—Es momento de la tercera fase –decidieron seguir hasta el final, sin importar las consecuencias.

Mientras tanto, Edward quiso conseguir un tiempo a solas con su futuro marido.

—Si quieres puedes renunciar.

—Eso jamás –respondió arreglándose la corbata y mirando por el espejo al rubio –. Soy un hombre y mantendré mi palabra…

—No. No quiero que una promesa arruine más vidas, ya suficiente han sufrido personas queridas por seguir mis caprichos.

—Eso no es ningún capricho –apuntó con los ojos hacia el vientre de Edward.

—¿Te imaginas qué bien podríamos hacerle a un hijo si nos vivimos peleando eternamente? –frunció el ceño –. No quiero eso –se sentó al borde de la cama, la imagen de un chico desolado pudo mucho a Mustang que tomó asiento a su lado y le tomó de la mano.

—Escucha, sé que sonará estúpido, pero una parte de mí también quiere casarse contigo, no por cumplir un deber –se rascó la nuca, tratando de buscar las palabras adecuadas, pero Edward pronto vio que le salía humo de la cabeza, lo que le sacó una risa sincera –. No te burles.

—Idiota –se puso de pie –, encontraremos la manera de remediarlo, sino funciona tengo una propuesta de Ling y mi hermano para irnos al reino de Xin, no sé, esos dos se preocupan demasiado. Incluso me preguntaron si no sería mejor tener a un príncipe como marido en lugar de un torpe Coronel. A veces Al y Ling parecen… -se quedó mudo y rápido volteó a ver a Roy –. Es-Espera, ¿no creerás que…?

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—Y entonces, cuando el Furias diga si alguien conoce un impedimento para que estas dos personas se comprometan Lang Fang llega con los dos pequeños niños que le pedimos prestados al orfanato para armar un gran escándalo y que todo Amestris sepa que es un maldito degenerado padre abandonador arruina hogares que se dedica a embarazas a pobres y lindas vírgenes, poco después lanzamos las bombas de humo, para que en medio de la ascendiente confusión me robe a Edward.

—¿Y qué le diremos a mi hermano?

—Cuando estemos en mi reino, lo consolaré y mimaré tanto como sea posible para hacerle olvidar el trago amargo que le está haciendo pasar este menudo idiota –apuntó a la pizarra donde tenía un dibujo de Mustang con bigote, cuernos y cola de diablo, mientras que Edward estaba dibujado con un vestido rosa en el último cuarto de la torre más alta esperando que Ling montado en un indomable corcel blanco fuera en su rescate.

—Oigan, ¿no creen que ese vestido me hace ver gordo?

—No.

—Para nada.

—Además, con el tiempo, después de que nazca el bebé podremos irnos los tres por largos paseos en los que…

—Ling…

—Espera, Alphonse, estoy hablando de la maravillosa vida que tendremos Edward y yo. Entonces como te decía…

—Ling…

—Aun cuando el primero sea hijo del bastardo de Mustang nunca lo trataré mal, es más, le pondremos Ling Jr, como a los otros dieciocho hijos que tendré con tu hermano.

—Ling, ya nos descubrieron.

—… mierda.

Había dos auras asesinas que se acrecentaban a sus espaldas, lo curioso era que la más grande pertenecía al bajito rubio que todos querían proteger.

 

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Los dos, Ling y Alphonse, salieron en las fotos con tremendos chichones en las cabezas.

—Está bien, me ganaste esta batalla Coronel de pacotilla, pero la guerra…

—… -Edward lo tenía amenazado con odiarlo toda la vida si insistía en el mismo plan, por lo que el príncipe calló inmediatamente.

—Lo lamento mucho, hermano –inclinó levemente la cabeza, pero Ed nunca podía culparlo en serio, así que lo abrazó.

—Sigo sin entender a vece cómo piensas, pero sólo confío en que aceptarás las cosas como son. Además, estábamos pensando en el nombre del bebé y…

—¿Ajá? –por un momento se le iluminaron los ojos al menor de los Elric.

—Se llamará Roy Jr –apareció el galante novio, pasando una mano alrededor de los hombros de Edward. Ling, ante semejante declaración quiso lanzarse por un puente.

—Oye, Alphonse, si Ling te gusta deberías decírselo –aconsejó el hermano mayor.

—Le daré su tiempo para que te supere, después ya veremos –sonrió y se encogió de hombros –. Tengo pensado viajar a Xing dentro de unos días, ojalá puedan venir a visitarnos.

—¿Bromeas? –se burló Ed –. Seguiré con mi camino de acero, sólo que con dos bebés a cuestas.

—¿Dos? –enarcó una ceja.

—Sí, este –señaló su panza –y aquél –miró hacia Roy, que estaba rompiendo el pagaré, porque cierto príncipe, como regalo de bodas, decidió finiquitar la deuda.

 

+ : : ¿FIN? : : +

Notas finales:

Los amo


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